A mitad de camino

Foto: Archivo El Espectador

Según los anuncios del Gobierno, el turismo será el sector más beneficiado con el acuerdo de paz suscrito con las Farc.

Por: Gonzalo Silva Rivas

Llegado el momento, tras su firma y próxima refrendación política, deberá ponerse en marcha la etapa de transición entre los discursos y la acción para que los augurios del presidente y sus ministros se vuelvan realidad.

Si en manos del turismo reposa una de las estrategias del desarrollo económico nacional, la agenda gubernamental deberá encaminarse hacia la expansión y diversificación de destinos y productos, teniendo como finalidad no solo la búsqueda de mayor flujo de visitantes extranjeros, sino la implementación de un modelo de ordenamiento turístico territorial, que incluya la recuperación de las regiones con vocación turística victimizadas por la insurgencia.

Por ahora, el incremento de turistas ya se viene dando. Durante el último quinquenio, en medio de la confrontación armada y la etapa de negociaciones en La Habana, registró avances cercanos al 60 por ciento y permitió sobrepasar el techo de los cuatro millones de visitantes. La sola firma de la paz conllevará dividendos adicionales para el país, por cuanto mejora su percepción internacional, le abre posibilidades de salir del listado negro de naciones peligrosas por cuenta de la violencia, y de contera lo coloca en el radar de la industria turística global.

El primer beneficio del acuerdo, en consecuencia, será el clima de confianza y seguridad que genera. Y dentro de este ambiente de menor riesgo, estimulará el mercado interno y externo, con la presencia de nuevos flujos de viajeros. Los cálculos del Gobierno, en torno a un repunte de turistas del 35% durante los primeros años del posconflicto, resultan viables.

Sin embargo, el principal reto que se viene ahora, tanto para garantizar esta proyección como para darle vuelo, está en la aplicación de estrategias que permitan ganarle al turismo las extensas zonas territoriales que durante medio siglo estuvieron secuestradas por las Farc. Estas regiones esperan recibir oxígeno oficial para cimentar una nación moderna e inclusiva que produzca desarrollo y empleo, multiplique inversiones y viajeros, y ponga a manteles incomparables atractivos perdidos para el disfrute turístico.

La paz, como lo dice el líder negociador del Gobierno, el ex ministro Humberto de la Calle, no se construye desde los escritorios de Bogotá, sino desde los entes territoriales. De ahí que el Gobierno deberá desplegar acciones que garanticen seguridad; prioricen inversión económica y social, y lideren una verdadera revolución en infraestructura vial, física, ambiental, logística y de servicios en aquellas zonas marginadas, donde el potencial de la industria es prometedor y se pueden alimentar alternativas turísticas competitivas y sustentables que armonicen con los entornos ambientales, locales, culturales y sociales de cada lugar.

Llega entonces la hora del Sí Se Pudo, como se coreó en el Teatro Colón. En la que todos los protagonistas de la industria, en los sectores oficiales y privado, sumen esfuerzos bajo el liderazgo del Gobierno Nacional para darle juego a propuestas turísticas de bajo impacto ambiental y socio cultural, integradas a cadenas productivas, que permitan cerrar la brecha entre el campo y la ciudad. En las entrañas de la Colombia olvidada florecen comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas, sumergidas entre variedad de ecosistemas que encierran la magia del trópico, donde el turismo puede ser el motor que facilite la convivencia social, consolide la paz, transforme las economías locales y atraiga la mirada del planeta.

El presidente Santos tendrá que poner a rodar la integración y el despegue regional, partiendo del modelo de desarrollo rural convenido con las Farc, con el mismo empeñó que dedicó a la desmovilización de este grupo insurgente. De lo contrario, sus buenas intenciones se quedarán a mitad del camino, mientras la paz terminará atollada en el barrial de la venidera campaña política, y confinada -con todo y paloma blanca- en el recuerdo del hasta ahora muy merecido premio Nobel.

ADENDA: Nuestro abrazo de solidaridad a los allegados de las víctimas del avión de la empresa boliviana Lamia, cuyo siniestro viste de luto al sector aéreo.
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@Gsilvar5

Tomado de: El Espectador