Foto:arriba,de izquierda a derecha,Belisario Zambrano y Guillermo Cano.
Abajo, de izquierda a derecha,Héctor Abad y Jorge Enrique Pulido.
En diálogo con este diario, Rey afirmó que si no se toman cartas en el asunto, o sea si la justicia no obra a tiempo, la impunidad podría llegar a ser del 90 por ciento, o más.
A Rey esta experiencia le pasó una cuenta de cobro. Al ponerle el punto final al texto del Centro Nacional deMemoria histórica, sintió que la obra le había salido por su espalda, pues allí se alojó un intenso dolor, que los médicos identificaron como herpes zóster.
“Cuando se asesina a un periodista se asesina a un ser humano, pero también a un representante de la sociedad”, afirmó el investigador. La razón es que las víctimas, y muchas veces los medios para los que laboraban, han sido silenciados por razón del oficio que desempeñaban, por desentrañar la verdad, por revelar casos de corrupción y por poner en la esfera pública la voz de las comunidades afectadas.
De lo arriesgado que resulta el ejercicio de este tipo de periodismo da cuenta la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). De acuerdo con sus registros, entre 1987 y el 16 de septiembre de 2016, fueron asesinados y desaparecidos 508 periodistas en América Latina y Estados Unidos. Los muertos, en particular, fueron 483 y el 28 por ciento de los mismos eran colombianos.
Lo más grave es la manera como se “borra” a los periodistas “incómodos”para actores violentos como las guerrillas, los paramilitares, las bandas criminales, los parapolíticos, los narcotraficantes e inclusive para agentes del Estado.
Otros, y no son pocos, tienen esa forma de “muerte en vida” que es el miedo.
De acuerdo con la Fundación para la Defensa de la Libertad de Prensa (Flip), en lo corrido del presente año 232 periodistas han sido objeto de violaciones al libre ejercicio de su profesión. El método de intimidación por excelencia son las amenazas, con 83. Le siguen la obstrucción al trabajo periodístico (36) y las agresiones (34). También se ven estigmatizaciones, secuestros (4), tratos e inhumanos o degradantes y atentados contra la infraestructura. No faltan la detención ilegal y el desplazamiento.
Para el profesor Rey Beltrán, el colombiano es un periodismo amenazado. Tantas muertes, a lo largo de casi cuatro décadas, han producido un gran daño en las comunidades, los medios de comunicación, el país entero y la democracia.
Destaca, de igual manera, cómo el mayor impacto de esta violencia contra los periodistas recayó en periodistas humildes, que trabajaban en las regiones, inclusive para medios comunitarios.
En su concepto, varios fueron los perpetradores de esa violencia sistemática contra los periodistas y, agrega, estos actores ilegales tenían un proyecto intencionado para evitar que la verdad aflorara y fuera conocida por la comunidad.
Bien lo dijo Orlando Sierra Hernández, el asesinado subdirector del diario La Patria, de Manizales:“Tratar de silenciar o callar los medios de comunicación es un acto doblemente terrorista, porque es, al miedo, infundirle el silencio”.
No menos perverso considera el hecho de que en Colombia se tenga a más de un centenar de periodistas amenazados, que deben tener al lado escoltas para proteger sus vidas.
Una realidad terrible, para un país en el que, según el estudio, “hay apenas cuatro casos en los que se ha podido sentenciar a toda la cadena criminal, desde su determinador hasata quienes llevaron a cabo de manera material los crímenes”.