jairo andrés Cárdenas A.
Alexánder Rubio nunca ha ganado un premio nacional, pero su trabajo es catalogado como un modelo a seguir en diferentes países. A través del yoga y la formación física ha cambiado la vida de cientos de jóvenes de Ciudad Bolívar.
De 20.000 nominados al Global Teacher Prize 2017, uno de los máximos honores internacionales para un docente, un colombiano está entre los 50 mejores. Su nombre es Alexánder Rubio, un bogotano de 44 años que se ha dedicado a transformar la vida de sus alumnos a través de la concentración, el respeto y el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu.
El profe Álex, como lo llaman, es un convencido de que la educación es el motor que impulsará el cambio del país. Es de los pocos que eligieron el camino de la docencia por amor y no por ser la única opción, y trabaja cada día para influenciar positivamente a cientos de jóvenes que, más que un profesor, lo ven como un amigo y ejemplo a seguir.
Una de las peores experiencias de su vida ocurrió a las pocas semanas de llegar al colegio Rodrigo Lara Bonilla, de Ciudad Bolívar. Uno de sus estudiantes fue asesinado de siete balazos en el rostro, y desde entonces prometió no abandonar esta comunidad para salvar la vida de los jóvenes a través de sus clases. Lo ha logrado.
Han pasado 18 años desde aquel día y el profesor de educación física ha cumplido su promesa. Tres especializaciones, dos maestrías y un doctorado no le han quitado el amor por el colegio que le abrió las puertas. Asegura que continuará trabajando allí hasta que la vida se lo permita porque se siente uno más de la localidad.
“Vivo en el centro de Bogotá y cada día tardo más de una hora en llegar hasta el colegio. Quizá podría dejarlo, pero seguiré haciéndolo toda mi vida porque me encanta llegar y ver a mis estudiantes, ayudarlos, escucharlos y darles un consejo cuando lo necesitan. Esta es mi casa y los muchachos, los otros profesores, los directivos y los padres de familia son parte de mí. Sólo la educación podrá cambiar la historia de este país y mi meta es iniciar este cambio desde Ciudad Bolívar”, dice.
Alexánder es un enamorado de la educación pública. Se graduó del colegio José Félix Restrepo y obtuvo su título profesional en la Universidad Pedagógica Nacional. Sus clases están enfocadas en entrenar el cuerpo y la mente de sus alumnos para romper las barreras internas que les puedan nublar la mente o los hagan dudar de sus capacidades por el simple hecho de tener pocos recursos o vivir en un barrio que, a veces, parece olvidado por el mundo.
Hoy, gracias a este profesor que se atrevió a soñar y a caminar por el sendero difícil, los ojos del planeta se centran en una humilde institución de la capital colombiana. Sus estudiantes forman parte de un proyecto que busca darle un nuevo aire a una población castigada por la inseguridad, la droga, el pandillismo y la pobreza. Récords nacionales e internacionales los certifican como generadores de cambio.
La nominación al Premio Global Teacher Prize 2017, el reconocimiento de la comunidad académica y los récords no se consiguieron de la noche a la mañana. El éxito es resultado de años de trabajo y constancia, y esa es otra enseñanza que Alexánder quiere transmitir a los jóvenes de Ciudad Bolívar.
“Todo comenzó hace más de 10 años cuando organizamos un grupo focal de 40 estudiantes. Hicimos un seguimiento por tres años y descubrimos que gracias al yoga esos muchachos mejoraron académicamente, en convivencia y en la relación con su familia. Reconocimos ese gran impacto y, junto con las directivas, decidimos aplicar el modelo a toda la comunidad estudiantil. Este es un colegio público y desde aquí, sin muchos recursos, estamos demostrando que no hay excusa para darles a nuestros niños verdadera educación de calidad”, añadió el profesor.
El modelo de educación de Colombia se centra en áreas como la matemática, la química y el lenguaje, mientras que materias como educación física y arte pasan a un segundo plano. Alexánder, sin desconocer la importancia de las asignaturas base, cree que no es posible que una persona logre formarse a plenitud descuidando su cuerpo. Según su teoría, por medio de la educación física se pueden hacer procesos que impactan la corporeidad y lograr cambios sociales desde el fortalecimiento de la mente a través de la concentración y el equilibrio que fomenta el yoga.
Su idea no parece errada. Además de estar calificado como uno de los mejores educadores del mundo, sus alumnos lo reconocen como uno de los gestores de sus logros. Profesionales que salieron de Ciudad Bolívar y hoy ejercen en algunas de las compañías más importantes del país no se cansan de agradecerle por su ejemplo y ayuda en tiempos difíciles. Mientras tanto, muchos que se quedaron en el barrio, hoy son padres de familia y le han confiado la educación de una nueva generación al profesor que los alejó de los malos pasos y les marcó la vida.
“El yoga nos ha servido para hacer una pausa y meditar sobre las diferentes acciones de nuestra vida. Creo que el profe es un amigo, una persona en la que uno puede confiar. Si hubiera más profesores como él, la educación de Colombia sería totalmente diferente”, dice Diego Ricaurte, estudiante de grado 11 del colegio Rodrigo Lara Bonilla. Alexánder, de cuerpo y mente fuerte, no puede evitar que se le escapen las lágrimas al escuchar la opinión de sus estudiantes.
Historias como la de este docente son las que invitan a creer en el futuro del país. Especialmente cuando la base del cambio es la educación. Irónicamente nunca ha obtenido un reconocimiento nacional por su labor, pero lejos de desmotivarse, ve en cada aula una razón para seguir aportando su granito de arena en la construcción de una Colombia en paz.
Tomado de:El Espectador.com (Edición especial de aniversario)