Crculo de Periodistas de Bogot

Archivos julio 2020

Homenaje al periódico El Espectador, institución del periodismo colombiano

6 julio 2020 –

Por: Redacción Digital Blu Radio – Colombia –

Jorge Cardona, María Jimena Duzán, Juan Carlos Rincón, Óscar Alarcón, Alfredo Molano y Carlos Mario Correa contaron anécdotas e historias del medio insignia en Mañanas BLU.

Mañanas BLU, cuando Colombia está al aire, rindió homenaje a uno de los periódicos emblemáticos de nuestro país, El Espectador, que por la crisis de la pandemia podría dejar de ser diario y pasar a semanario.

Jorge Cardona, María Jimena Duzán, Juan Carlos Rincón, Óscar Alarcón, Alfredo Molano y Carlos Mario Correa hablaron sobre el medio que es considerado toda una institución bandera del periodismo colombiano.

Jorge Cardona recordó a grandes maestros, como lo es él, entre ellos Luis de Castro. “A él le recibí la posta en la sección judicial”, contó.

“Mike Forero, Antonio Andraus, Óscar Alarcón y Jaime Diana hablaban de cosas maravillosas. Oírlos a ellos era una fantasía y una memoria que no puedo olvidar”, agregó el maestro Cardona.

María Jimena Duzán contó sobre sus primeros trabajos en El Espectador.

“Yo me crié allá, entré a los 16 años. Duré 22 años trabajando en El Espectador”, narró.

“La historia de Colombia ha marcado a El Espectador, que ha sido un contador de historias”, sostuvo el periodista y docente Carlos Mario Correa.

Ideas para renovar el periodismo cultural

6 julio 2020 –

Por: 

La profesión está en crisis: las publicaciones y los medios siguen entendiendo por producción narrativa y artística lo que se calificaba como tal durante el siglo pasado. Es necesario que reconsideremos qué entendemos por cultura.

BARCELONA — A mediados de marzo, cuando el virus acababa de aterrizar en América Latina, el grupo colombiano Publicaciones Semana anunció que suspendía la edición de la revista Arcadia y despidió a sus máximos responsables, Sara Malagón y Camilo Jiménez. Desde entonces, a causa de la cancelación de publicidad y de la congelación temporal de la industria cultural analógica, en la prensa iberoamericana no han cesado de descender el número de páginas y de recursos dedicados a la cultura.

La crisis ha puesto en evidencia dos hechos incómodos en el ámbito del periodismo cultural. Que los medios —por un lado— dependen excesivamente de los anunciantes y de la agenda de novedades musicales, editoriales, cinematográficas, expositivas o teatrales. Y —por el otro— que los profesionales de la comunicación siguen entendiendo por producción narrativa y artística lo que se calificaba como tal durante el siglo pasado. No se han adaptado a la realidad del siglo XXI.

Por eso durante los últimos meses se ha reducido el espacio cultural en los diarios. Aunque no llegaran nuevos libros a las librerías o no hubiera estrenos en cines y teatros, no se ha detenido la circulación de series de televisión, pódcasts, videojuegos y todo tipo de proyectos de calidad en las plataformas digitales y en las redes sociales. El problema es que las estructuras de muchos medios de comunicación y sus anacrónicas concepciones de lo que es cultura no han permitido que toda esa producción fuera considerada como objeto de análisis o prescripción. Por eso hay que plantear en serio una metamorfosis acelerada del periodismo cultural.

Desde su lenta gestación durante el siglo XVIII hasta la creación en 1902 del Times Literary Supplement, la prensa especializada en cultura fue prácticamente monopolizada por la literatura. Aunque tuvieran presencia en ella, primero, las exposiciones de pintura y los espectáculos de ópera, y durante la segunda mitad del siglo XX los discos o las películas, en su historia siempre han primado las reseñas de libros, las entrevistas a escritores, los cuentos y los ensayos literarios. Esa sobrerrepresentación sigue mermando espacio a los lenguajes que en nuestra época son tan centrales como lo fue antaño la literatura.

No hay más que comparar la desproporcionada atención que ha recibido Pandemic!, de Slavoj Žižek (que en español se ha convertido en un Cuaderno Anagrama), sobre todo por su condición de libro, respecto a otros proyectos creativos coetáneos cuya forma no siempre tiene cabida en las secciones de cultura. Porque no existen las páginas donde se publiquen reseñas de pódcast, de vídeos diseñados para las redes sociales o de fenómenos virales (de hecho, extrañamente, no contamos con ninguna revista en papel centrada en series de televisión en español, mientras que las hay de literatura, cine, caza, pasteles, aeromodelismo o drones).

Pienso, por ejemplo, en tres interesantísimos proyectos recientes de pódcast. Apenas han recibido la atención mediática que merecen ni Biotopía, un experimento de ciencia-ficción de Manuel Bartual —con expansión transmedia—, ni El Hilo, de carácter periodístico, liderado por Silvia Viñas y Eliezer Budasoff, que Radio Ambulante Estudios lanzó en marzo y que —por tanto— hasta el momento ha ido ofreciendo historias vinculadas de un modo u otro con la pandemia. Y XRey, la primera gran producción original de Spotify para España, que enfoca la polémica vida de Juan Carlos I, ha sido noticia sobre todo porque ha usado una inteligencia artificial para reconstruir la voz de Franco y porque va a ser adaptada a televisión.

No existe todavía una crítica sistemática de narrativas sonoras ni de otros lenguajes que ya se han consolidado en las principales redes sociales. Nadie reseña en serio los vídeos que más conversación y tráfico generan en YouTube. O los sofisticados vídeos de humor absurdo que ha colgado Alberto González Vázquez en su cuenta de Instagram durante la cuarentena. O los hilos de Twitter más leídos que se han publicado en los últimos meses. El “bioclassic”, el maravilloso artefacto que ha diseñado Sheila Blanco para comunicar mediante el canto biografías de compositores musicales en redes sociales, sí ha sido noticia, pero no objeto de reflexión.

Todos esos objetos culturales vagamente identificados merecen reseñas y exploraciones críticas de alto nivel analítico, en vez de aparecer con descripciones superficiales en listas temáticas o en las secciones de las páginas webs de los diarios que solo buscan el clic.

Para que puedan recibir la atención que reclaman, es preciso que los periodistas culturales abran su espectro de intereses y reconsideren qué entienden por cultura. La cultura no es lo que a uno le gusta o le interesa. La culltura no es lo que deciden las secciones de cultura o las instituciones. La cultura no está quieta y no para de descolocarnos y de sorprendernos.

Durante la cuarentena nos hemos dado cuenta de que la producción narrativa y artística es imprescindible para nuestro bienestar, nuestro pensamiento, nuestra salud. Hemos necesitado más que nunca tanto las novelas y los cómics de nuestras bibliotecas como las plataformas digitales y ese cosmos paralelo llamado internet.

Los medios deben entender que la cultura no se corresponde con la agenda de novedades de la industria cultural y que el periodismo es —entre muchas otras cosas— una representación del mundo. Un mundo que durante mucho tiempo va a ser analógico y digital, papel y pantalla, clásico y viral. Los periodistas culturales tienen que vencer la inercia del sistema y abrirse a todos los géneros y lenguajes, para que las secciones de cultura den cabida tanto a los lenguajes tradicionales como a las nuevas narrativas digitales. Solo así nuestra profesión seguirá teniendo vigencia y sentido.

 

 

 

AMI lanza una campaña para poner en valor a los periodistas españoles frente a las fake news

6 julio 2020 –

Por: Reason Why – Madrid España –

  • Se ha creado una gráfica para reivindicar la función del periodista como garante de la información veraz y contrastada
  • Un 28% de los encuestados por Adecco tienen peor percepción de los profesionales de los medios tras la pandemia

Los principales medios de España se han unido a la Asociación de Medios de Información (AMI) para destacar el papel crucial de la prensa como garantía de información veraz, de calidad y como baluartes de la democracia.

Según datos de Adecco el periodismo no está siendo bien percibido por la masa social en la crisis del coronavirus. Tan solo el 23% de los encuestados afirman valorar más ahora a este sector e incluso un 28% expresa que su percepción de los profesionales de los medios tras la pandemia es peor que antes.

Así, la iniciativa creada por AMI y a la que se han unido una parte importante de grupos editoriales españoles con sus principales diarios y cabeceras, consiste en la publicación de una página con una creatividad en todos los diarios de forma simultánea para revindicar la función del periodista como garante de la información veraz y contrastada y contra las fake news.

Bajo el mensaje “Creemos en el periodismo”, la campaña quiere poner en valor el papel que desempeñan los periodistas, más aún en situaciones de emergencia como esta, donde “ponen en riesgo su integridad física para informar de la mejor calidad posible a la sociedad”, aseguran desde AMI en un comunicado.

También como parte de la campaña de concienciación se ha realizado un vídeo en apoyo al periodismo, para concienciar del valor que tiene la profesión en estos tiempos. Y es que AMI reivindica la excelencia periodística porque “gracias a la profesionalidad de nuestros periodistas podemos cumplir con nuestra misión informativa, mientras luchamos contra las noticias falsas. Los medios de información creemos en el periodismo de calidad”.

Además, desde AMI se destaca la necesidad de la existencia de medios para que ofrezcan a la sociedad una ventana al mundo real con profesionales que investigan y luchan por la verdad, y hace un llamamiento claro: “Apoyar al periodismo de calidad es apoyar a la democracia”.

GOOGLE CAPACITARÁ VÍA YOUTUBE SOBRE HERRAMIENTAS DIGITALES PARA PERIODISTAS

6 julio 2020 –

Por: Totalmedios.com – Argentina –

Del 6 al 10 de julio, Google ofrecerá una serie de capacitaciones sobre herramientas digitales para periodistas. Estos trainings son abiertos, gratuitos y están impulsados por el equipo de News Lab. Búsqueda avanzada, verificación, maps y periodismo ambiental, serán los temas a tratar.

Estos trainings abiertos y gratuitos serán facilitados por Mariana Alvarado y Carla Nudel, Teaching Fellows del equipo de News Lab de Google.

La capacitación se hará por streaming a través de YouTube y podrás participar con tus preguntas, consultas e interactuar con las capacitadoras de Google en vivo.

6 de julio
Búsqueda Avanzada
Lleva tus habilidades de búsquedas avanzadas de información en Google al siguiente nivel.
Hora: 9 (CO, MX, PE) 10 (CH, VE) 11 (AR, UY) y 16 (ES)

7 de julio
Verificación
Herramientas para verificar imágenes y videos. Aprende a usar el Fact Check Explorer para verificaciones.
Hora: 9 (CO, MX, PE) 10 (CH, VE) 11 (AR, UY) y 16 (ES)

8 de julio
Visualización de Datos
Herramientas para ordenar y visualizar información. Aprende a utilizar datos para contar tus historias.
Hora: 9 (CO, MX, PE) 10 (CH, VE) 11 (AR, UY) y 16 (ES)

9 de julio
Contar historias con Mapas
Aprende cómo contar historias de todo el mundo utilizando Google My Maps y lo último de Google Earth.
Hora: 9 (CO, MX, PE) 10 (CH, VE) 11 (AR, UY) y 16 (ES)

10 de julio
Periodismo Ambiental
Rastrea la pérdida de las superficies del agua y de los bosques y visualiza su impacto con imágenes satelitales.
Hora: 9 (CO, MX, PE) 10 (CH, VE) 11 (AR, UY) y 16 (ES).

Coronavirus en Japón: la «misteriosa» baja tasa de mortalidad en el país más envejecido del mundo

6 julio 2020 –

Por: Rupert Wingfield-Hayes – BBC Londres –

¿Por qué no han muerto más personas en Japón de covid-19? Es una pregunta macabra que ha generado decenas de teorías, desde las que apuntan a los modales japoneses, hasta las que aseguran que los japoneses tienen una inmunidad superior al resto.

Japón no tiene la tasa de mortalidad más baja de covid-19; en la región, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Vietnam pueden presumir de una menor mortalidad.

Pero a principios de 2020, Japón tuvo menos muertes por el virus que el promedio, a pesar de que en abril Tokio registró un “exceso de muertes” de 1.000 personas, tal vez por covid-19.

Es un dato particularmente sorprendente, pues Japón tiene muchas de las condiciones que lo harían vulnerable frente al coronavirus. Sin embargo, nunca adoptó las estrictas medidas para combatir el virus que sus vecinos sí pusieron en marcha.

¿Qué pasó en Japón?

En el apogeo del brote en Wuhan en febrero, cuando los hospitales de la ciudad se vieron desbordados y el mundo levantaba muros a los viajeros chinos, Japón mantuvo las fronteras abiertas.

A medida que el virus se propagaba, pronto se hizo evidente que el covid-19 era una enfermedad que mata principalmente a personas de mayor edad y se extiende masivamente por las multitudes o el contacto cercano prolongado.

Japón tiene más ancianos per cápita que cualquier otro país. Además, la población de Japón se concentra en ciudades densamente pobladas.

El área del Gran Tokio —la amplia zona metropolitana— tiene la asombrosa cantidad de 37 millones de habitantes. Para la mayoría de ellos, la única forma de moverse es en los abarrotados trenes de la urbe.

Luego está la negativa de Japón a prestar atención a los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de hacer «pruebas, pruebas y más pruebas». Incluso ahora, el número total de tests PCR (para diagnosticar el covid-19) es de apenas 34.000, o el 0,27% de la población de Japón.

Japón tampoco ha tenido un confinamiento severo como el de Europa.

A principios de abril, el gobierno ordenó un estado de emergencia. Sin embargo, el confinamiento se estableció de manera voluntaria. Se pidió a las empresas no esenciales que cerraran, pero no hubo penalizaciones legales por negarse a ello.

Muchos “países modelo” de la estrategia de covid-19, como Nueva Zelanda o Vietnam, aplicaron estrictas medidas, como el cierre de fronteras, fuertes confinamientos, pruebas a gran escala y cuarentenas estrictas.

Pero Japón no hizo nada de eso.

Sin embargo, cinco meses después de que se informara del primer caso de covid-19, el país asiático tiene menos de 20.000 casos confirmados y menos de 1.000 muertes. El estado de emergencia se ha levantado y la vida está volviendo rápidamente a la normalidad.

Además, hay una creciente evidencia científica que dice que Japón realmente ha contenido la propagación de la enfermedad, al menos hasta ahora.

El gigante de telecomunicaciones Softbank realizó pruebas de anticuerpos a 40.000 empleados que mostraron que solo el 0,24% había estado expuesto al virus.

Pruebas aleatorias a 8.000 personas en Tokio y otras dos prefecturas mostraron niveles aún menores de exposición. En Tokio, solo el 0,1% dio positivo.

Cuando anunció el levantamiento del estado de emergencia a finales del mes pasado, el primer ministro Shinzo Abe habló con orgullo del «modelo de Japón», insinuando que otros países deberían aprender del suyo.

El “factor X”: ¿tiene Japón algo diferente?

Si se escuchara al vice primer ministro Taro Aso, el triunfo frente al virus se debería a la «calidad superior» de los japoneses. En unas notorias declaraciones, Aso dijo que los líderes de otros países le habían pedido que explicara el éxito de Japón.

“Les dije: ‘Entre su país y el nuestro, mindo (el nivel de las personas) es diferente’. Y eso los dejó sin palabras”.

Literalmente traducido, mindo significa “el nivel de las personas”, aunque algunos lo traducen como “nivel cultural”.

Es un concepto que se remonta a la era imperial de Japón y denota un sentido de superioridad racial y chovinismo. Aso fue rotundamente reprobado por emplearlo.

Pero no hay duda de que muchos japoneses —y algunos científicos— piensan que hay algo en Japón que es diferente: un llamado “factor X” que protege a la población del covid-19.

Posiblemente, sea relevante que algunos aspectos de las costumbres japonesas —pocos abrazos y besos al saludar— tengan un distanciamiento social incorporado, pero nadie cree que esa sea la respuesta.

¿Tiene Japón una inmunidad especial?

El profesor de la Universidad de Tokio Tatsuhiko Kodama, quien estudia cómo los pacientes japoneses reaccionan al virus, cree que Japón pudo haber sufrido el coronavirus anteriormente. No el covid-19, sino algo similar que pudo haber dejado a su paso una “inmunidad histórica”.

Así es como él lo explica: cuando un virus ingresa al cuerpo humano, el sistema inmunológico produce anticuerpos que atacan al patógeno invasor. Hay dos tipos de anticuerpos (o inmunoglobulinas): IGM e IGG. La forma en que responden puede mostrar si alguien estuvo expuesto al virus anteriormente, o a algo similar.

“En una infección viral primaria (nueva), la respuesta de los IGM suele ser la primera”, me dice. “Más tarde, aparece la respuesta de los IGG. Pero en casos secundarios (exposición previa) el linfocito ya tiene memoria, por lo que solo la respuesta de los IGG se incrementa rápidamente».

Pero entonces, ¿qué les pasó a sus pacientes?

“Cuando observamos las pruebas, nos quedamos asombrados … en todos los pacientes, la respuesta de los IGG llegó rápidamente, y la respuesta de los IGM fue más tarde y más débil. Parecía que habían estado expuestos previamente a un virus muy similar”.

Él cree que es posible que un virus similar al SARS haya circulado en la región anteriormente, lo que podría explicar la baja tasa de mortalidad, no solo en Japón, sino en gran parte de China, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y el Sudeste Asiático.

Esto ha sido recibido con cierto escepticismo.

“No estoy seguro de cómo un virus así podría circunscribirse a Asia”, dice Kenji Shibuya, director de Salud Pública en el Kings College de Londres, Reino Unido, y ex asesor principal del gobierno japonés.

Shibuya no descarta la posibilidad de diferencias regionales en inmunidad o susceptibilidad genética al covid-19, pero tiene sus sospechas respecto a la idea de un «factor X» que explique las diferencias de mortalidad.

Él cree que los países que han tenido éxito en la lucha contra el covid-19 lo han tenido por la misma razón: lograron reducir drásticamente la transmisión.

Los japoneses comenzaron a usar mascarillas hace más de 100 años durante la pandemia de gripe de 1919 y nunca dejaron de hacerlo. Acá, si tienes tos o resfriado se espera que te pongas una mascarilla para proteger a quienes te rodean.

“Creo que [la mascarilla] actúa como una barrera física. Pero también sirve como recordatorio para que todos sean conscientes de que todavía tenemos que tener cuidado unos con otros”, dice Keiji Fukuda, especialista en influenza y director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong.

El sistema de seguimiento y localización de casos de Japón también se remonta a la década de 1950, cuando el país luchó contra una ola de tuberculosis. El gobierno estableció una red nacional de centros de salud pública para identificar nuevas infecciones y reportarlas al Ministerio de Salud.

Si se sospecha que existe transmisión comunitaria, se envía a un equipo especializado para rastrear las infecciones, confiando en el seguimiento y aislamiento meticuloso de contactos humanos.

Japón descubrió temprano las “tres Cs”

Japón descubrió dos importantes patrones al inicio de la pandemia.

Kazuaki Jindai, investigador médico en la Universidad de Kioto, explicó que los datos mostraron que más de un tercio de las infecciones se originaron en lugares muy similares.

“Nuestras cifras mostraron que muchas personas infectadas habían visitado lugares de música donde gritaban y cantaban. Sabíamos que esos eran los lugares que la gente necesitaba evitar”.

Su equipo identificó la “respiración fuerte a corta distancia”, incluyendo “cantar en salas de karaoke, fiestas, gritar en clubes, conversaciones en bares y hacer ejercicio en gimnasios” como las actividades de mayor riesgo.

En segundo lugar, el equipo descubrió que la propagación de la infección se redujo a un pequeño porcentaje de los portadores del virus.

Un estudio inicial reveló que alrededor del 80% de las personas con SARS-CoV-2 no infectaron a otros, mientras que el 20% eran altamente infecciosas.

Estas conclusiones llevaron al gobierno a lanzar una campaña a nivel nacional que advierte a las personas que eviten las llamadas “tres C”:

  • (Closed espaces): espacios cerrados con poca ventilación.
  • (Crowded places): lugares llenos de gente.
  • (Close contact) Contacto cercano, como conversaciones cara a cara.

“Creo que probablemente funcionó mejor que simplemente decirle a la gente que se quedara en casa”, dice Jindai.

Aunque los lugares de trabajo quedaron fuera de la lista, se esperaba que la campaña de las “tres C” ralentizara la propagación lo suficiente como para evitar el confinamiento… y menos infecciones significan menos muertes.

Por un tiempo lo hizo, pero luego, a mediados de marzo, las infecciones en Tokio aumentaron y la ciudad parecía estar en camino de un crecimiento exponencial, como Milán, Londres y Nueva York.

En ese punto, Japón o bien fue inteligente o tuvo suerte. Todavía no hay consenso al respecto.

Cuestión de tiempo

Kenji Shibuya piensa que las lecciones de Japón no son tan diferentes a las de otras partes del mundo: “Para mí, fue una lección de tiempo”.

El 7 de abril, el primer ministro Shinzo Abe ordenó un estado de emergencia —sin confinamiento obligatorio— y pidió a las personas que se quedaran en casa “en la medida de lo posible”.

“Si tales medidas se hubieran demorado, podríamos haber experimentado una situación similar a Nueva York o Londres. La tasa de mortalidad (en Japón) es baja”.

“Pero un estudio reciente de la Universidad de Columbia sugiere que si Nueva York hubiera implementado medidas de confinamiento dos semanas antes, habría evitado decenas de miles de muertes”, señala Shibuya.

Un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) concluyó que las personas con afecciones médicas subyacentes, como enfermedades cardíacas, obesidad y diabetes, tienen seis veces más probabilidades de ser hospitalizadas si sufren covid-19, y 12 veces más probabilidades de morir.

Japón tiene las tasas más bajas de enfermedad coronaria y obesidad en el mundo desarrollado. Aun así, los científicos insisten en que esa circunstancia no lo explica todo.

“Este tipo de diferencias físicas pueden tener algún efecto, pero creo que las otras áreas son más importantes. Si algo hemos aprendido del covid-19 es que no hay una explicación simple para ninguno de los fenómenos que estamos viendo. Son muchos los factores que contribuyen al resultado final”, subraya Fukuda.

El gobierno pidió, la gente escuchó

Volviendo a los alardes del primer ministro Shinzo Abe sobre el «modelo de Japón», ¿hay alguna lección que aprender?

¿El hecho de que Japón, hasta ahora, haya logrado mantener bajo el número de infecciones y muertes, sin confinamiento y sin ordenar a las personas que se queden en casa, muestra un camino a seguir? La respuesta es sí y no.

No existe un «factor X”. Como en todas partes, ha dependido de lo mismo: romper la cadena de transmisión. Sin embargo, en Japón el gobierno puede contar con el público para llevar a cabo sus planes.

A pesar de no ordenar a las personas que se quedaran en casa, en general lo hicieron.

“Fue afortunado pero también sorprendente”, considera Shibuya. “Los confinamientos leves de Japón parecen haber tenido un efecto de confinamiento real. Los japoneses cumplieron a pesar de la falta de medidas draconianas”.

“¿Cómo se reduce el contacto entre personas contagiadas y no contagiadas…? Se necesita un cierto tipo de respuesta del público, que no creo que se pueda replicar tan fácilmente en otros países”, agrega Fukuda.

Japón pidió a sus ciudadanos que se cuiden, que se mantengan alejados de lugares concurridos, que usen mascarillas y que se laven las manos, y en general, eso fue exactamente lo que la mayoría de la gente hizo.

 

“Crisis de los medios de comunicación afecta la democracia”

3 julio 2020 –

Por: Comunicaciones CPB –

“El debilitamiento de los medios de comunicación y, peor aún, su extinción lleva implícito el deterioro de la democracia, efecto del que debe ser consciente el gobierno nacional, los estamentos del Estado, el sector productivo y los ciudadanos en general¨, dijo Gloria Vallejo, presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá.

“En el CPB vemos con profunda preocupación la situación del periodismo colombiano, de los medios de comunicación y la incertidumbre de miles de colegas, agudizada por la pandemia y su efecto sobre la pauta publicitaria y el empleo”, agregó.

Para la dirigente gremial noticias permanentes relacionadas con los despidos masivos de colegas, cierres de emisoras, de periódicos, cancelación de programas radiales, angustias de las estaciones independientes y la reducción dramática de la pauta publicitaria, “son sumamente preocupantes, porque reduce en forma considerable los canales de información, el derecho que tiene la población a estar bien informada, a enterarse de los sucesos del país, de su ciudad, municipio y regiones”.

“El debilitamiento de los medios de comunicación, la ausencia de periodistas con criterio, ética y experticia, afecta el periodismo investigativo, independiente, que busca la verdad para ponerla al servicio del país y de la comunidad”, dijo.

En este contexto preocupa el reciente anuncio de que El Espectador, un medio de tanta importancia y tradición, podría volver a ser semanario. Su director, Fidel Cano, expuso como uno de los principales factores de esta posible determinación

la subida del dólar. El papel para la impresión del periódico es importado.

“Se supo también que decenas de programas radiales han dejado de emitirse y publicaciones como Don Juan de El Tiempo, se cancelaron. Medios de trayectoria como El País de Cali, La Patria de Manizales, La Opinión de Cúcuta, entre otros, viven inquietantes situaciones económicas que afectan su funcionamiento y que podrían llevar al cierre o a efectuar cambios drásticos, en detrimento de la información, de los empleados administrativos y de los periodistas”, expresó Gloria Vallejo.

El CPB tiene conocimiento de que Todelar ha ido entregando al Ministerio de Comunicaciones sus frecuencias que tenía en AM y otras estaciones independientes le han pedido al gobierno apoyos en temas de impuestos, alivios con los derechos de difusión y que no se sigan incrementando los costos de energía.

De igual forma, un grupo de emisoras independientes encabezadas por las de Jaime Zamora Marín, Jazmar Estéreo en Villeta, Cundinamarca, Emisoras Cristalinas, Emisoras HJDOBLEK, la Caqueteña, Emisoras Ecos del Combeima, Heigel Armando Charry, Dulce Estéreo, Oscar Munévar, Voz Panamericana, Girardot, Marcolino Forero, Emisora Vilmar FM Estéreo, José Antonio Villamil, entre otros, le enviaron una carta al presidente poniéndole al tanto de la situación.

En la comunicación informan que “el agudizamiento de la crisis económica que agobia a los pequeños y medianos radiodifusores comerciales y las perspectivas sombrías que se ciernen sobre nuestro sector, por la merma verificable de la publicidad en nuestros poblados, derivada de las consecuencias nefastas de la virulencia del coronavirus, y los peligros de desaparición de muchas de nuestras estaciones de radio, nos obligan, señor Presidente, a reiterar ante usted y a su gobierno, el menoscabo de nuestra realidad que se traduce en la inminente imposibilidad de pagar los costos fijos de nuestra actividad como nomina, pago de servicios (energía eléctrica esencial para la radiodifusión se acrecienta desmesuradamente en sus costos) y otros más, junto con el pago de créditos e intereses, obtenidos gracias a la acción de su gobierno por la emergencia económica”.

“Al CPB le preocupa igualmente la calidad de la programación de los canales de televisión que se han visto obligados a repetir seriados, a “reencauchar” programas y a extender los informativos para llenar los horarios de programación, y si bien los noticieros cumplen con la función de tener al país informado, lo que en tiempo de pandemia adquiere la mayor relevancia, el resto de la programación poco o nada contribuye a fomentar la riqueza intelectual y cultural de los colombianos”, dijo la vocera del gremio.

UN LLAMADO A LA SOLIDARIDAD

“Hacemos un llamado al presidente Iván Duque para que dentro de su política de emergencia sanitaria, escuche y atienda el llamado que grupos de gremios de periodismo que a través de diferentes comunicaciones le hemos solicitado la expedición de medidas que permitan a los periodistas que han quedado cesantes solventar esta crisis y a los medios comunitarios, independientes, alternativos y demás, lanzarles un salvavidas. Al hacerlo, no solo está siendo solidario con un sector de la población y de las comunicaciones, sino blindando un derecho fundamental como es el de informar y ser informado, contemplado en la Constitución Nacional”, concluyó Gloria Vallejo.

En defensa del periodismo

3 julio –

Por: Antonio Caño – El Espectador –

De todos los acontecimientos inquietantes que en los últimos meses se acumulan en Estados Unidos, el más grave me parece, quizá por mi deformación profesional, la dimisión a comienzos de junio del director de Opinión del periódico The New York Times. Es un alarmante indicador del avance del activismo sobre el periodismo y una señal más de la degradación de las democracias modernas, que sacrifican sin pudor el derecho a la discrepancia y al libre pensamiento en aras de un poder identitario que cada día se hace más incontenible con las tradicionales armas del debate y la razón.

Por situar las cosas en su contexto, conviene señalar que el director de Opinión de un periódico norteamericano actúa con plena independencia del director y a su mismo nivel jerárquico. Representa la garantía de que, sean cuales sean las prioridades informativas que el director marque, la opinión será siempre plural, abierta y no se verá condicionada por los caprichos de la actualidad ni por las inclinaciones de los reporteros. El director de Opinión ocupa, por tanto, una posición institucional como referente de la línea editorial y la imparcialidad del periódico.

James Bennet ocupaba ese cargo en The New York Times hasta que el 6 de junio presentó su renuncia por la publicación, tres días antes, de un artículo del senador republicano Tom Cotton en el que apoyaba el empleo de tropas militares para hacer frente a las protestas que se sucedían en las calles de varias ciudades del país por la muerte de George Floyd. Entre la aparición del texto y la dimisión de Bennet se produjeron presiones de los periodistas del diario, quienes en una asamblea expresaron su indignación por un artículo que, aparentemente, representaba un insulto para sus compañeros negros. A eso se sumó una intensa campaña en Twitter contra lo que se presentó como una indecencia moral por parte de The New York Times y una auténtica afrenta para todos aquellos que protestaban contra el racismo en las calles. Bennet se quedó solo en la Redacción, la empresa decidió ceder a esa presión y el periodista, un ilustre colega al que se pronosticaba un brillante futuro en el oficio, accedió a dejar el puesto admitiendo públicamente su error.

El delito es haber publicado un artículo, no de un desconocido que pretendía llamar la atención, sino de un senador de Estados Unidos, de un senador, además, a quien se le atribuyen ambiciones presidenciales. Por lo demás, su propuesta de movilizar al Ejército para contener las protestas, por equivocada que me parezca, no es en absoluto un desatino. Varias ciudades, entre ellas Washington, con una alcaldesa demócrata y negra, sacaron a la calle a la Guardia Nacional, un cuerpo que participa en la guerra y dispone de la misma preparación y armamento que cualquier unidad del Ejército.

ncluso aunque el artículo sí fuera, en realidad, un disparate, ¿cuál es la razón para impedir su publicación? ¿No estaría el periódico contribuyendo a mejorar la información de sus lectores al ofrecerles un artículo sobre el pensamiento disparatado, nada más y nada menos que de un senador que quiere ser presidente del país? ¿A quién se ayuda con su prohibición? Solo a Cotton, que es ahora mucho más famoso.

Pero, no nos engañemos, no es eso lo que provocó la dimisión de este periodista. Bennet fue víctima, simplemente, de la caza a la disidencia que se ha desatado en tantos ámbitos e instituciones de las democracias occidentales, incluidos los periódicos. Bennet cayó porque ni sus compañeros ni la empresa tuvieron el valor de resistirse a las hordas que imponen su causa, por justa que sea, sobre la libertad de expresión, por equivocadas que sean las ideas que se expresan. Como ha escrito la columnista del diario The Washington Post Kathleen Parker, “no hace falta mucho coraje para sumarse a la turba y prohibir un artículo o arruinar una carrera; lo que requiere coraje es quedarse solo frente a una avalancha de Twitter en la defensa del libre intercambio de ideas, incluso si son malas”.

Nunca he creído en la objetividad del periodista, pero sí en su honestidad intelectual y su integridad ética para no deformar la realidad e imponer “claridad moral” de acuerdo con los intereses de su ideología o de su causa. Hemos de admitir, sin embargo, que se ha abierto paso con fuerza desde ya algún tiempo el supuesto periodismo “comprometido”, que exige a los profesionales algo más que la búsqueda de la verdad, su único y verdadero compromiso; exige la búsqueda de la verdad que favorezca una determinada causa.

Pero preservemos al menos los periódicos. Los periódicos están para publicar artículos que nos gustan y los que nos irritan, y son mejores cuantos más de estos últimos ofrecen. Son mejores porque hacen mejores lectores, más críticos, más libres.

* Ex director de El País,
de España.

Las denuncias de las mujeres y el periodismo

3 julio 2020 –

Por: Catalina Ruiz-Navarro – El Espectador –

La semana pasada la periodista Matilde de los Milagros Londoño y yo publicamos en la revista feminista Volcánicas el reportaje “Ocho denuncias por acoso y abuso sexual contra Ciro Guerra”, en donde documentamos ocho testimonios de mujeres que han vivido agresiones sexuales, en diferentes niveles de gravedad, por parte del cineasta, y los de siete testigos que confirman las denuncias. El reportaje es el resultado de cinco meses de trabajo de investigación en donde recogimos los testimonios y verificamos sus detalles, usando las herramientas de corroboración que nos da el periodismo, para ponerlos al servicio de las víctimas. Con frecuencia se dice que los y las periodistas “damos voz”, pero nosotras no estamos de acuerdo; sabemos que las víctimas tienen voz, lo que hacemos nosotras es darles un espacio seguro y protegido para que ellas puedan contar sus historias.

¿Por qué necesitan un espacio seguro? Porque tienen miedo de su agresor y de las posibles retaliaciones que pueda tomar contra ellas. El acoso y el abuso sexual siempre son en esencia un abuso de poder. A las mujeres no nos acosan y abusan por bobas o poco asertivas. Siempre que podemos decir no o rechazar un avance que no es bienvenido, lo hacemos. El problema son todas esas circunstancias en donde sabemos que una negativa tendrá consecuencias físicas, emocionales o profesionales, y todas esas otras veces en donde, como les pasa a las denunciantes, decimos que no, una y otra vez, pero el agresor tiene suficiente poder para que no tenga que importarle y no se detiene. En esa medida, cada denuncia por agresiones sexuales es una denuncia contra el poder, es una forma de resistencia frente a un sistema que históricamente ha subordinado nuestras vidas y nuestros cuerpos a los hombres. Esas denuncias contra el poder son objeto de interés para el periodismo.

Se ha dicho que las denunciantes son “anónimas”, esto es un error: son fuentes protegidas, y el principio de la protección de fuentes es uno de los puntos de apoyo para que un oficio como el periodismo pueda existir. Se ha dicho que Guerra tomará acciones legales y entonces ellas tendrán que ir a los estrados, pero esto también es falso: nosotras como periodistas no estamos obligadas a revelar nuestras fuentes ni vamos a hacerlo, primero, porque tenemos un compromiso ético con ellas y con nuestro oficio, y, segundo, porque lo único que aportarán sus nombres es el morbo. Los detalles de las agresiones ya están en sus historias y muestran un modus operandi sistemático por parte de Guerra, que va aumentando en violencia a medida que ha aumentado su fama. También se ha dicho que nosotras, como periodistas, estamos vulnerando el derecho de Guerra a la legítima defensa. Esto, de nuevo, es falso: nosotras no tenemos ese poder, tanto así que él se está defendiendo. Tampoco se le vulnera su derecho a la presunción de inocencia, que es un derecho frente a los jueces y juezas y frente al Estado. Yo, como ciudadana, no le debo presunción de inocencia a nadie, y como periodista, después de haber recogido y verificado estos testimonios, tengo todo el derecho a formar una opinión al respecto, así como cada persona que lea nuestro reportaje.

Se ha dicho que para poder creerles a las víctimas ellas deben interponer una denuncia judicial, en un país donde el 98 % de las denuncias por violencia de género quedan en la impunidad. Pero cada mujer tiene derecho a la libertad de expresión y derecho a contar sus historias de vida en el espacio que quiera. Decir que las mujeres solo pueden hablar de la violencia sexual que han vivido frente a un juez para que sea válida su queja es simplemente otra estrategia para silenciarnos a todas. Como dijo el editorial de este periódico: “Si bien no es juez, el periodismo es un espacio idóneo para que las víctimas de la violencia sexual cuenten sus historias, en vista de la comprobada incapacidad del sistema judicial para romper la abrumadora impunidad de estos casos”.

 

Caso Alex Saab: el periodismo hizo su trabajo; es hora de la justicia

1 julio 2020 –

Por: Ewald Scharfenberg y 

BOGOTÁ — Un arresto en la Isla de Sal, un pedazo de tierra volcánica a unos cientos de kilómetros de la costa occidental de África, acaba de asestar un golpe noble a la viabilidad del régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, a la vez que puso un punto —quién sabe si final— a una cruzada periodística que cumple cinco años.

El empresario colombiano Alex Saab Morán fue detenido el 12 de junio al desembarcar en el aeropuerto internacional Amílcar Cabral de esa isla, una de las que conforman el archipiélago de Cabo Verde. Saab había despegado horas antes en un avión privado de Caracas, presumiblemente con destino final en Teherán y con el aparente propósito de evadir las sanciones internacionales impuestas al régimen bolivariano por Estados Unidos, Europa y algunas naciones de América Latina.

Pese a las enormes limitaciones y asedio constante que sufre el periodismo de investigación en Venezuela, este ha sido crucial para desenmascarar a un personaje clave en la permanencia en el poder de Maduro y su camarilla.

Si bien Saab era conocido por las agencias tributarias y de inteligencia de varios países, se las había arreglado para mantenerse fuera de la vista del público. Hasta que, en 2015, los reporteros que trabajamos en el sitio de investigación Armando.info comenzamos a rastrear los movimientos de Saab y su extensa red de socios, colaboradores y empresas offshore.

Con una veintena de reportajes dimos a conocer a Saab, primero, como el gran contratista de Nicolás Maduro, beneficiado desde el Estado con negocios de construcción de viviendas y de explotación de petróleo; luego, como el operador financiero y posible testaferro del propio presidente y su familia, en especial desde 2016, cuando acaparó la mayoría de las importaciones del programa gubernamental Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que provee de alimentos y productos subsidiados de primera necesidad.

En tiempos más recientes, Saab se había convertido en una especie de embajador comercial de la autodenominada Revolución bolivariana, sin rostro y sin ley. Según nuestras investigaciones, tiene poderes incluso para nombrar a directivos de empresas estatales venezolanas de minas y petroquímica, para comprar alianzas de diputados supuestamente opositores que después intentaron tomar la Asamblea Nacional. Y, sobre todo, concebir y poner en marcha oscuras operaciones de evasión de las sanciones internacionales.

Exponer a la luz pública a una figura poderosa que para sus asuntos necesita del anonimato, tiene un precio en Venezuela: en nuestro caso, vivir en el exilio desde 2017.

Pero la captura de Saab en Cabo Verde reconoce en justa medida nuestro trabajo a la vez que brinda la ocasión poco común de cerrar una historia periodística con un desenlace tangible y esperanzador para Venezuela, un país que se hunde ya no en una crisis política y socioeconómica, sino en un colapso humanitario. Esta es la hora de la justicia internacional.Discutibles como pueden ser, las sanciones internacionales no fueron las únicas normas quebrantadas por Saab y su socio, el también colombiano Álvaro Pulido Vargas, ambos imputados desde julio de 2019 en un tribunal federal del sur de Florida bajo cargos de lavado de dinero.

Los dos han sido señalados por comprar autoridades, contrabandear materias primas y haberse aprovechado de fondos y bienes públicos. Al hacer fortuna mediante la importación con sobreprecios de alimentos de calidad nutricional ínfima, se convirtieron en magnates del hambre colectiva, una tropelía que debe lindar con los crímenes contra la humanidad.

Nada de esto se sabría en Venezuela de no ser por el trabajo periodístico de estos años. En un país cuya institucionalidad democrática se ha desmantelado de manera meticulosa y en el que el sistema judicial no es más que un apéndice del poder político, lo que todavía sobrevive es la prensa independiente, la única alternativa para una ciudadanía cada vez más sometida a la censura y el control estatal.

El nombre de Alex Saab dejó de estar vedado al público, pero esa sanción moral no es suficiente. Ninguna autoridad en Venezuela ha ordenado investigar las numerosas evidencias publicadas sobre su entramado corrupto. La única mención oficial de la que se ha sabido provino del canciller del régimen, Jorge Arreaza, quien a raíz de la detención de Saab lo describió en un comunicado como un “agente del gobierno bolivariano” con “inmunidad diplomática” que llevaba a cabo una misión para “garantizar la obtención de alimentos […] así como medicamentos, insumos médicos y otros bienes de carácter humanitario para la atención de la pandemia”.

En São Vicente, otra isla de Cabo Verde a donde fue transferido Saab, se libra una batalla legal. Estados Unidos, que activó la circular roja de la Interpol que condujo al arresto del empresario, pide su extradición, un proceso que acaba de abrirse. Estados Unidos no es la única nación que tiene en la mira a Saab: en su Colombia natal ha sido llamado a juicio, mientras que funcionarios de la Unidad de Inteligencia Financiera de México anuncian una investigación.

Hay riesgos, no obstante: los recursos económicos que Saab y sus secuaces son capaces de movilizar, además de las presiones que puedan ejercer los aliados internacionales del régimen de Maduro —como Cuba, Rusia y China—, hacen temer no solo que las cortes locales fallen en favor del reo sin considerar las abrumadoras evidencias en su contra, sino que existe la posibilidad de fuga.

Alex Saab merece castigo por sus acciones. La justicia lo debe procesar con minuciosidad legal para que pague por los delitos de los que se le acusa y para que informe de actos criminales del entorno de Maduro. Su conocimiento del círculo íntimo de la élite de la Revolución bolivariana tiene el potencial para convertirse en un testimonio fundamental para destapar los esquemas y complicidades con las que cuenta el gobierno de facto de Venezuela para beneficiarse del desguace final de la que alguna vez fue la nación más próspera de América Latina.

Cabo Verde debe aprovechar el momento para enviar un mensaje claro de apoyo a la lucha global contra el crimen. Siendo coherente con el arresto que ya realizó, está en manos de esa nación dar un salto cualitativo en la prosecución de causas internacionales de corrupción y dar un ejemplo internacional.

Algunas naciones del hemisferio sur, como Venezuela y el propio Cabo Verde, han sido presas crónicas de la rapacidad de sus políticos y empresarios que no podrían llevar a cabo el expolio sin la participación de las redes bancarias, los paraísos fiscales y las consultorías de ingeniería legal y financiera que las potencias del hemisferio norte no siempre quieren investigar. Por eso este caso es tan importante: si las autoridades de Estados Unidos tienen la voluntad de llevar al banquillo a un saqueador de los recursos públicos del mundo en desarrollo, es una oportunidad para sentar un precedente que no se puede dejar pasar.

Los ojos del mundo deben estar atentos a lo que ocurra en Cabo Verde. Como periodistas investigamos e hicimos del dominio público información importante para la realidad de los venezolanos, es momento de que la justicia haga su parte.

 

Un informe de EY indica que los medios vuelven a sus negocios básicos y desinvierten en otras áreas

1 julio 2020 –

Por: Laboratorio de Periodismo –

Los medios de comunicación han reducido notablemente sus inversiones, algo que no sucedía desde hace 10 años. La principal desinversión se está produciendo en áreas de diversificación de negocio ajenas al núcleo principal del negocio de los medios.

Este es el resultado de un estudio llevado a cabo por la consultora estratégica EY-Parthenon, que recoge Horizont, y que revela por ejemplo que las mayores desinversiones llevadas a cabo por las empresas editoras de medios de comunicación se han centrado en sus participaciones en incubadoras. El estudio está enfocado a los medios de comunicación del mercado alemán.

En general, según el estudio, el volumen de inversiones de las empresas de medios de comunicación alemanas se redujo en un 7 por ciento en comparación con el año anterior (febrero de 2020), con el pico principal antes señalado de desinversión en incubadoras de empresas, que ha sido particularmente significativa.

El que menos desinvirtió lo hizo en un 19%, lo que da muestras de la magnitud de la retirada de capital en proyectos en fase embrionaria. Según los autores del estudio, esta salida del capital de medios de comunicación de proyectos en fase de incubadora se debe a que los resultados no están siendo los esperados, y han optado por vender sus participaciones o frenar su entrada en otras.

Según el estudio, la tendencia puede ser aún mayor a raíz del COVID-19: “En el caso de inversiones experimentales como las incubadoras, la crisis del coronavirus ha hecho que se cuestione con mayor frecuencia la relación entre gastos y beneficios”.

Por contra, aumentan las inversiones puramente financieras, hasta un 24 por ciento. En la mayoría de los casos se trata de adquisición de participaciones minoritarias, cuyo fin es venderlas de nuevo más tarde con un beneficio.

Se reducen también las inversiones en proyectos cuyos beneficios deberían llegar por publicidad

Las inversiones directas en modelos de negocio financiados por publicidad y servicios B2B/B2C también se redujeron en un 9%. Por contra,  hay una mayor inversión en proyectos de negocio en las áreas de contenido, plataformas y comercio electrónico.

Según EY-Parthenon, la disminución de las participaciones en proyectos indica que las editoras de medios de comunicación están racionalizando sus carteras: “El tiempo de los experimentos parece haber terminado. Las empresas de medios de comunicación se están centrando cada vez más en su núcleo y fortaleciendo sus exitosas inversiones básicas”, explica Sebastian Priebe, Director Asociado de EY-Parthenon.

Según los expertos de EY-Parthenon, la crisis del coronavirus debería ayudar a las editoras de medios de comunicación a repensar no sólo sus modelos de negocio, sino también sus estrategias de inversión: “Los obstáculos internos en la adaptación del modelo de negocio durante la crisis pueden superarse mediante adquisiciones específicas o empresas de nueva creación”, subraya Sebastian Priebe.

 

 

 

«La condena a muerte al periodista Rouhollah Zam es inhumana e inaceptable»

1 julio 2020 –

Por: Reporteros Sin Fronteras –

Reporteros Sin Fronteras (RSF) expresa su conmoción y consternación por la condena a muerte que un tribunal de Teherán ha dictado contra Rouhollah Zam, director del diario digital AmadNews y de su canal en Telegram. Para RSF, se trata de una sentencia inhumana e inaceptable que debe ser revocada.

Este 30 de junio de 2020, casi cinco meses y medio después del comienzo de su juicio, se ha anunciado la condena a muerte de Zam, que vivió durante muchos años en un exilio autoimpuesto en Francia.

«El tribunal ha considerado que los 13 cargos [contra Zam] equivalían al cargo de ‘propagar la corrupción en la tierra’ y, por lo tanto, ha dictado sentencia de muerte», anunció el portavoz del sistema judicial Gholamhossein Esmaili, según cita la web oficial del sistema de justicia iraní, Mizan Online.

Secuestrado en Irak por la Guardia Revolucionaria en octubre de 2019 y devuelto a la fuerza a Irán, Zam es una figura muy polémica tanto en Irán como en la diáspora iraní, en parte debido a sus vínculos con agencias de inteligencia extranjeras.

El juez Aboulghasem Salevati, ampliamente considerado como uno de los peores «verdugos» para los periodistas iraníes, lo ha juzgado en un tribunal revolucionario. Cuando comenzó el proceso, el 10 de febrero, RSF ya expresó su preocupación por la naturaleza inicua del juicio y la posibilidad de que lo condenaran a muerte.

«Después de ser secuestrado y detenido ilegalmente, Rouhollah Zam ha sido juzgado de manera extremadamente injusta y después se le ha dictado una sentencia inhumana e inaceptable», lamenta Reza Moini, jefe del departamento para Irán y Afganistán de RSF. “Llamamos a las autoridades judiciales iraníes a que revoquen su condena lo antes posible. Esta sentencia debe ser condenada con especial contundencia, ya que Irán ha recibido reiteradas críticas de la ONU en el pasado por sus ejecuciones arbitrarias «.

El cargo de «propagar la corrupción en la tierra» procede de la expresión coránica «mofsed-e-fel’arz» e implica que la corrupción impregna el alma y el ser del acusado. Es uno de los cargos más graves que se pueden presentar ante un tribunal revolucionario en Irán.

Irán ocupa el puesto 173, de 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020 de RSF, tres lugares por detrás que en la tabla de 2019.

 

Periodista denuncia que le enviaron $5 millones para que defienda a exgobernador de Chocó

1 julio 2020 –

Por: El Espectador –

Jaime Mosquera Gómez, director y presentador de la Radio Revista Nuevo Chocó, mostró el dinero en la emisión del viernes 26 de junio y conminó a quienes se lo llevaron para que lo recogieran de inmediato. “Yo no prendo empujado, ni me voy a echar para atrás en lo que he dicho”, señaló Mosquera, quien no reveló el nombre del político al que le dijeron que tenía que defender. La audiencia le escribió para felicitarlo por su valentía. El programa se emite desde Itsmina, Chocó, uno de los pueblos más abandonados por el Estado colombiano.