Crculo de Periodistas de Bogot

Archivos 2020

Evolución del coronavirus: cómo el SARS-CoV-2 se comporta más como si fuera una enfermedad de transmisión sexual

19 junio 2020 –

Por: Athena Aktipis y Joe Alcock – BBC – Londres –

En el caso de los virus, hay una delgada línea entre la severidad y la transmisibilidad. Si son demasiado virulentos, matan o dejan incapacitado a su huésped, pero esto limita su habilidad de infectar a otros nuevos.

Por el contrario, si hacen poco daño, no pueden generar suficientes copias de sí mismos para volverse infecciosos.

Pero, el SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la covid-19, esquiva esta compensación evolutiva.

Los síntomas, por lo general, no aparecen hasta que la persona infectada ha estado propagando el virus durante varios días.

Un estudio del SARS-CoV-2 estimó que la tasa más alta de transmisión viral tiene lugar uno a dos días antes de que la persona infectada comience a mostrar síntomas.

En términos más sencillos, sólo te sientes enfermo cuando el virus ha logrado cumplir con su meta evolutiva: propagarse.

Los virus que son buenos haciendo copias de sí mismos y haciendo que esas copias entren dentro de nuevos huéspedes, son más exitosos y se vuelven más prevalentes hasta la que inmunidad del huésped o medidas de salud pública lo contienen.

Como profesores que estudiamos medicina evolutiva, sabemos que la compensación entre la virulencia y la transmisibilidad ayuda a mantener a un patógeno bajo control.

La misma destructividad de un virus evita que se propague demasiado.

Esto ha sido el caso con otros patógenos pandémicos, incluyendo el virus de Marburgo, el ébola y el coronavirus original responsable del SARS.

Los brotes que causan consistentemente síntomas severos son más fáciles de acorralar con medidas de salud pública, porque los individuos infectados son fácilmente identificables.

El SARS-CoV-2, sin embargo, puede invadir comunidades sigilosamente, porque muchos individuos infectados no tienen ningún síntoma.

Como una enfermedad de transmisión sexual

Desde este punto de vista, la covid-19 se asemeja a una enfermedad de transmisión sexual.

La persona infectada continúa viéndose y sintiéndose bien, mientras propaga la enfermedad a nuevos huéspedes.

El VIH y la sífilis, por ejemplo, son relativamente asintomáticos por una gran parte del tiempo en que son contagiosas.

Con el SARS-CoV-2, investigaciones recientes indican que el entre el 40% y el 45% de las personas infectadas son asintomáticas.

Y estos portadores son capaces de transmitir el virus por un período más largo.

La covid-19 tiene otra similitud con muchas enfermedades de transmisión sexual.

Su severidad no es la misma en todos los huéspedes y por lo general estas diferencias son dramáticas.

Hay evidencia de que la habilidad para luchar contra la infección difiere entre la gente. La severidad entre las cepas del virus también puede ser diferente, aunque aún no hay evidencia sólida al respecto.

Incluso cada cepa de SARS-CoV-2 puede afectar a la gente de diferentes formas, lo cual puede facilitar su propagación.

El virus SARS-CoV-2 -o cualquier otro patógeno- no cambia deliberadamente lo que hace para explotarnos y usar nuestro cuerpo como vehículo de transmisión, pero los patógenos pueden evolucionar de modo que parezca que están jugando con nosotros.

Estudios muestran que los patógenos pueden expresar virulencia condicional -es decir, que pueden ser altamente virulentos en algunos individuos y menos virulentos en otros- dependiendo de características del huésped como la edad, la presencia de otras infecciones y la respuesta inmunitaria de cada individuo.

Esto puede explicar por qué el SARS-CoV-2 evita el mecanismo de compensación.

En algunos individuos maximiza la virulencia. En otros maximiza su transmisibilidad.

Cómo el SARS-CoV-2 se sale con la suya

La edad, hasta el momento, parece ser un factor crítico. La gente mayor tiende a sufrir infecciones altamente destructivas, mientras que los huéspedes más jóvenes, aunque pueden infectarse de la misma manera, se ven mayormente poco afectados.

Esto puede ser porque distintos huéspedes pueden tener distintas respuestas inmunitarias.

Otra explicación es que, a medida que nos volvemos mayores, somos más propensos a desarrollar otras enfermedades como obesidad e hipertensión, que pueden hacernos más susceptibles al daño provocado por el SARS-CoV-2.

Más allá del mecanismo, este patrón basado en la edad le permite al SARS-CoV-2 salirse con la suya desde el punto de vista evolutivo: devastando a las personas mayores con alta virulencia, pero manteniendo a las personas más jóvenes como vehículos de transmisión.

Algunos estudios indican que la gente joven es más probable que sea asintomática.

Ambos, los asintomáticos y los presintomáticos pueden transmitir el virus.

¿Qué sabemos entonces de la evolución del SARS-CoV-2? Desafortunadamente, aún no mucho. Hay algo de evidencia de que el virus puede estar adaptándose a nosotros, como nuevos huéspedes, pero hasta el momento no hay evidencia que muestre que estas mutaciones están cambiando al virulencia o transmisibilidad del SARS-CoV-2.

Y como el SARS-CoV-2 puede esquivar la compensación típica entre la virulencia y la transmisibilidad, puede que haya poca presión evolutiva para transformarse disminuir su severidad a medida que se propaga.

De todos los misterios que rodean a la covid-19, una cosa es cierta: no podemos dejarnos llevar por una falsa sensación de seguridad. Como advirtió Sun Tzu en «El arte de la guerra», conoce a tu enemigo.

Hay mucho más que saber sobre el SARS-CoV-2 antes de cantar victoria.

Coronavirus | Investigación BBC: ¿cuál es la cifra «real» de muertes de la pandemia?

19 junio 2020 –

Por: Becky Dale & Nassos Stylianou – BBC – Londres –

Además de las 440.000 muertes por covid-19 registradas en todo el mundo de forma oficial, durante la pandemia han fallecido al menos otras 130.000 personas a nivel global, según concluye una investigación de la BBC.

Una revisión de los datos de mortalidad preliminares de 27 países muestra que en muchos países la cifra general de defunciones durante la pandemia ha sido superior a la normal.

El llamado «exceso de muertes» o «exceso de mortalidad», el número de muertes por encima del promedio, sugiere que el impacto humano de la pandemia excede los datos oficiales publicados por los gobiernos de todo el mundo.

Algunas de estas muertes corresponden a víctimas de covid-19 no registradas, pero otras son el resultado de la presión sobre los sistemas de salud y otras serie de factores.

Explora nuestra guía animada del exceso de muertes y mueve el cursor hacia abajo para ver cómo la pandemia ha afectado a países como Brasil, Italia, Sudáfrica o Reino Unido.

Comparar la tasa de mortalidad entre los distintos países es algo complicado de hacer.

La precisión de los datos del coronavirus depende de cuántas personas se sometan a pruebas de detección del virus y de si los gobiernos incluyen en sus cuentas las muertes fuera de los hospitales.

A medida que el virus se ha extendido por todo el mundo, los países han alcanzado las distintas etapas del brote en diferentes momentos.

En algunos lugares el exceso de mortalidad aún puede aumentar en las próximas semanas y meses, especialmente a medida que se revisan las cifras, mientras que en otros comienza a regresar a niveles normales.

Pero analizar todas los fallecimientos ocurridos durante el brote, sea cual sea la causa, y compararlos con los registrados el mismo periodo de años anteriores puede proveer material para hacer una evaluación más precisa, aunque aún provisional, sobre la cifra real de muertes de la pandemia.

¿Cómo se mide el exceso de mortalidad?

Para medir el exceso de muertes, usamos datos de mortalidad que reflejan las muertes por todas las causas.

Suele ser información recogida y publicada por el registro civil central, el Ministerio de Salud o la autoridad estadística de un país.

Puede tomar un tiempo considerable procesarlos y verificarlos, por lo que los datos sobre todas las muertes registradas en los últimos meses suelen ser preliminares y están sujetos a revisión, y es probable que las cifras aumenten.

El exceso de mortalidad representa el número total de muertes por encima del promedio histórico. No está desglosado por edad, así que no tomamos en cuenta las diferencias demográficas entre las poblaciones de cada país.

Presentamos la cifra del exceso de mortalidad redondeada a la centena más próxima.

¿Cómo fueron elegidos los países?

Nos enfocamos en aquellos países con un registro sólido de la mortalidad, en los que empezaron a recoger los datos como mucho cuatro semanas después del inicio de la pandemia.

Allá donde no había un registro nacional confiable, nos centramos en una región más pequeña para completar los datos, como Estambul en el caso de Turquía.

En Yakarta, Indonesia, el registro de entierros en la ciudad nos sirvió como indicador del recuento de muertes.

¿Cómo estableció el periodo a evaluar?

Establecimos el inicio del brote en la semana o el mes durante el cual el país registró su quinta muerte oficial por covid-19.

Y extendimos el periodo hasta la última fecha en la que hay datos disponibles y que sean poco proclives a sufrir variaciones.

En la mayoría de los casos, calculamos la base de muertes previstas a partir de un promedio de fallecimientos reportados en el área en cinco años anteriores, de 2015 a 2019.

En la medida de lo posible, nos remitimos a la cifra de muertes esperada por la autoridad estadística correspondiente, para dar cuenta de los cambios de población o de factores ambientales conocidos.

¿Qué significa «ninguna en general»?

En los gráficos anteriores, el término «ninguna en general» significa que el exceso de mortalidad está recogido en las estadísticas oficiales de muertes por coronavirus o que simplemente no hubo.

El exceso mortalidad por otras causas se calcula restando el total de muertes por covid-19 al exceso de mortalidad general registrado durante el brote.

¿Qué fuentes usamos?

El recuento oficial de muertos por covid-19 a menudo proviene directamente de los informes públicos de los gobiernos.

En los casos en los que no había datos oficiales disponibles o no eran de fácil acceso, utilizamos cifras compiladas y publicadas por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC).

Para áreas subnacionales como Yakarta, nos basamos en las muertes atribuidas al covid-19 específicas de cada zona.

En el caso de Estambul, solo contábamos con datos publicados a nivel nacional, por lo que el exceso de mortalidad atribuido al coronavirus en la ciudad está subestimado.

Tiempos de pospandemia

19  junio 2020 –

Por: Gonzalo Silva, Socio del CPB – El Espectador –

Este año las ciudades y playas europeas vivirán un verano diferente, como no les sucedía desde hacía muchas décadas. La pandemia del coronavirus ha cambiado radicalmente el paisaje y no se verán abarrotadas por asfixiantes y bulliciosas multitudes de turistas depredadores, sino más bien semivacías y silenciadas, reconquistadas por sus propios residentes y recorridas por menor número de visitantes que buscan reanudar una vida normal y disfrutar de vacaciones soleadas.

La presencia del COVID-19, con sus riesgos para la salud pública, apagó el mundo, lo obligó a cerrar fronteras e impulsó un cambio —muy seguramente temporal— en los estilos de vida, con positiva incidencia en el medio ambiente. El confinamiento evidenció en las ciudades un menor impacto paisajístico y reducidos niveles de contaminación del aire, mientras que las playas ahora lucen más limpias y atractivas, rodeadas de aguas cristalinas. Los pobladores de destinos comúnmente atestados se han podido liberar de las hordas invasoras por un momento.

Para describir el rechazo hacia los efectos depredadores que produce la actividad, en España se puso de moda el término “turismofobia”, bajo cuyo alero se han desprendido movimientos regionales de protesta, que han tomado vuelo en países vecinos, como Italia, y han llegado a excesos de violencia y vandalismo para exigir un cambio radical en la práctica del actual modelo turístico que altera de manera negativa la cotidianidad de ciertas comunidades.

A lo largo del último medio siglo el turismo ha crecido de manera permanente y progresiva, gracias a una suma de factores que han facilitado su propagación. La globalización, el estímulo que le ofrecen los Estados por ser parte coyuntural de sus economías, el aumento de la clase media, el auge de las líneas aéreas de bajo costo, los cruceros, la fácil disponibilidad de alquilar casas mediante el uso de plataformas virtuales y la innovación comercial para atraer turistas pusieron a rodar la industria y la catapultaron como sector económico fundamental y estratégico para potenciar el desarrollo.

El turismo es un surtidor de puestos de trabajo, de inversiones y de beneficios económicos y son numerosos los países que dependen de esta actividad en función de su producto interno bruto (PIB). Sin embargo, en ciertos destinos la saturación ha llegado a límites de insospechado riesgo y ese ha sido su lunar. Problemas como la presión a la que se somete la infraestructura urbana, la privatización de espacios públicos y la congestión que afecta bienes comunes y comunidades desfiguraron su fisonomía y provocaron cambios rigurosos en los estilos de vida y en el bienestar social de los residentes.

El malestar ciudadano aumenta a la misma velocidad con la que los comercios locales se convierten en tiendas de souvenirs, los barrios se vuelven prohibitivos y los apacibles suburbios ceden ante el auge de los llamados “pisos turísticos” —que encarecen la vivienda—, estimulados por plataformas como Airbnb y Homeaway. El foco de responsabilidad, sin embargo, no está dirigido contra la industria per se, sino contra el desbordamiento permitido por las autoridades, que hasta ahora se muestran poco dispuestas a poner sobre la mesa soluciones que aseguren la sostenibilidad de los entornos residenciales.

Ciudades como Venecia, Ámsterdam, Barcelona, Brujas o Santorini, la isla indonesia de Komodo o atractivos como Machu Picchu o el Taj Mahal, están rebosados, sobrecargados, víctimas de una masificación destructora y más temprano que tarde estarán obligados a recibir menos gente de la que reciben hoy en día.

El confinamiento global se presenta, entonces, como una oportunidad perfecta para que los gobiernos del mundo replanteen la planificación de la industria a fin de ponerle linderos a esta saturación, que como fenómeno social transformó sosegados destinos en vibrantes espacios comerciales que devoran patrimonios, producen aglomeraciones, encarecen el costo de vida, generan problemas de convivencia e impulsan la emigración de los residentes.

La crisis del coronavirus ha demostrado lo que pueden hacer los gobiernos para afrontar las graves emergencias y este obligado parón global podría ser la oportunidad para ponerle límites al crecimiento desbordado del sector y repensar el modelo, pues aunque el regreso masivo de turistas tomará su tiempo en reanudarse, volverá a surgir como esa misma sombra oscura y letal que se cierne sobre ciudades, playas y parques naturales.

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@Gsilvar5

El brujo danzante y los rituales de Han

19 junio 2020 –

Por: Arturo Guerrero, Socio del CPB – El Colombiano –

“Los coreanos llaman ‘corona blues’ a la depresión consecuencia de la pandemia”. “‘Freinheit’, la palabra alemana para ‘libertad’, significa en origen ‘estar con amigos’… La libertad es la manifestación de una relación plena. Por tanto, también deberíamos redefinir la libertad a partir de la comunidad”.

Quien formula este par de tesis tiene autoridad de origen para hacerlo. Es coreano y bregó media vida en Seúl. Es también el filósofo vivo de Alemania -país donde vive- más leído en el mundo. Sabe de lo que escribe. Es Byung-Chul Han.

Acaba de publicar la traducción al español de su libro de ensayo “La desaparición de los rituales”, (Herder, 2020). Respondió por correo electrónico una entrevista para Babelia, suplemento cultural de El País, de Madrid, donde declaró lo anotado.

El virus nos ha hecho más intercomunicados digitalmente, pero la comunidad desaparece, la soledad y el aislamiento aumentan. A Han le gusta citar a Peter Handke, el reciente Nobel de Literatura, quien elogia la manera como los curas en misa tratan bien las cosas: hostias, cáliz, páginas del libro. El coreano asiente y confiesa que, aunque no es creyente, gusta de asistir a las ceremonias católicas. También adora a Bach y su arte de la repetición.

Allí experimenta que, en lugar de consumir y destruir las cosas como hace el capitalismo, en los rituales las tratamos como si fueran amigas. “Las cosas ritualizadas también pueden crear comunidad. Los rituales poseen un factor de repetición animada y vivificadora. Anclan la comunidad en el cuerpo. Sentimos físicamente la comunidad”.

Pero con la pandemia falta la comunidad palpable físicamente. “El coronavirus ha acabado totalmente con los rituales. Ni siquiera está permitido darse la mano. La distancia social destruye cualquier proximidad física”. En contraste, “en los rituales el cuerpo es un escenario en el que se inscriben los secretos, las divinidades y los sueños”.

Si Han investigara dónde residen en origen estos tres sustantivos inscritos en el cuerpo ritual, hallaría el baile Zaouli, de la etnia Guro de Costa de Marfil. El danzante brujo talla, con la ronda animada de sus piernas, una ceremonia más vivificante que la misa y que las variaciones de Bach: https://www.youtube.com/watch?v=0J7QsjhYSfg.
Las nuevas venas abiertas de América Latina: oro, petróleo y aguacates… un periodista inglés revisita la obra de Eduardo Galeano

13 junio 2020 –

Por: Irene Hernández Velasco – BBC londres –

Se cumplen el año próximo 50 años de la publicación de «Las venas abiertas de América Latina», el famoso ensayo obra del escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Un libro que se convirtió en la biblia de la generación de izquierdas que alcanzó el poder en la zona a principios del siglo XXI (léase Lula, Evo Morales, Rafael Correa o Hugo Chávez) y en el que se narraba el salvaje saqueo de los recursos naturales de la región por parte de los imperios coloniales primero y de los estados imperialistas después.

«Los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos», sentenciaba Galeano.

Para escribir «Las venas abiertas de América Latina», Galeano recorrió buena parte del continente.

Ahora un periodista británico, Andy Robinson (Liverpool, 1970), ha realizado muchos de los mismos viajes que efectuó hace medio siglo Galeano (Potosí, Minas Gerais, Zacatecas, etc.) para analizar cuál es la situación actual de las materias primas en América Latina y ver si han cambiado las cosas.

El resultado es un libro estremecedor titulado «Oro, petróleo y aguacates. Las nuevas venas abiertas de América Latina» (Editorial Arpa).

Un ensayo en el que Robinson detalla cuáles son las nuevas riquezas de América Latina (coltán, petróleo, litio, soja, niobio, aguacates…) y en el que revela cómo una docena de materias primas explican los últimos golpes de Estado, las rebeliones ciudadanas y la crisis medioambiental en ese continente.

Y advierte que la pandemia de coronovirus puede representar otra década perdida para las economías de la región, que ya se encontraba en un estado terriblemente débil, y que está agudizando terriblemente las desigualdades sociales.

Eduardo Galeano sostenía: «Los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos». Usted que ha recorrido muchas de las rutas que él hizo, ¿considera que sigue siendo verdad esa máxima?

En alguna medida sí. No creo que sea casualidad que los países en desarrollo que más han logrado estrechar la brecha con los países ricos sean los asiáticos, que tienen pocos recursos naturales.

Eduardo se refería a lo que se suele llamar la maldición de las materias primas en el sentido de que despertaban la avaricia colonialista y un saqueo implacable a lo largo de siglos de los recursos naturales, primero por las potencias coloniales y luego las multinacionales.

Creo que los gobiernos de la izquierda en América Latina entendieron que era necesario «nacionalizar» esos recursos y utilizar los ingresos para redistribuir la renta, y su enorme mérito es haber sacado a millones de la pobreza.

Pero no lograron salir de la trampa de la dependencia de la exportación de materias primas y por tanto permitieron sobrevaloraciones de sus divisas. Y cuando terminó el súper ciclo de precios altos de las materias primas, les pasó factura.

Al margen de esa explicación económica -mi libro no pretende ser una tesis sino que es una serie de crónicas periodísticas- lo maravilloso de esa frase de Galeano es la paradoja que describe.

Y las paradojas son útiles para entender la realidad esperpéntica de América Latina. He intentado destacar unas cuantas paradojas en el libro.

El fenómeno de Alicia en el País de las Maravillas de correr para quedarte en el mismo sitio se puede aplicar a muchas actividades de la economía de materias primas.

¿Cuáles son las nuevas materias primas que hacen de América Latina un continente riquísimo?

No son nuevas, pero Brasil se ha convertido en el productor de soja, carne y pollo más grande del mundo.

La exportación de estos alimentos básicos genera muchos ingresos pero como se explica en el libro las consecuencias medioambientales y sociales son muy preocupantes.

En cuanto a minerales tenemos metales como el niobio y coltán en Brasil y Venezuela que, en el contexto de una suerte de Guerra Fría versión siglo XXI entre EE.UU. y China, se han convertido en recursos que tienen un valor geopolítico.

Y se explica también que el litio en el salar de Uyuni en Bolivia -que Evo Morales quiso industrializar para fabricar baterías y hasta coches eléctricos- acabó desempeñando un papel en el golpe de noviembre del año pasado. Aunque un papel contradictorio y paradójico.

¿Y por qué todas esas riquezas naturales siguen sin transformarse en prosperidad económica para ese continente?

Por el motivo comentado antes. Hay que crear valor en una economía moderna y a veces la presencia de recursos naturales te ofrece un «camino bajo» de desarrollo en lugar del «camino alto» elegido por China.

Pero esas son cuestiones complejas y el libro no pretende ser una tesis sobre la gestión económica ni dar recetas simplistas.

Es una serie de crónicas de viaje, cada una inspirada por un recurso o una materia prima como punto de partida pero luego se va un poco por las ramas.

En el capítulo del oro hasta se llega a Salt Lake City para hablar del fetichismo por el oro de la derecha cristiana en EEUU. Y en el capítulo de la plata de San Luis Potosí en México se acaba hablando más del peyote.

En el de la papa, viajo a Los Andes donde los indígenas crearon 4.000 clases distintas de papa, en busca de una salida de mi propia adicción a las papas fritas.

Hay un homenaje a las venas abiertas en cada capítulo pero confieso que las crónicas ofrecen pinceladas descriptivas y testimonio de los pueblos más que un análisis económico profundo.

Galeano denunció en su libro el saqueo de los recursos naturales de América Latina por parte de los imperios coloniales y postcoloniales. ¿Quién se beneficia ahora de las materias primas de América Latina?

Pues durante el periodo de la ‘pink tide’ (la marea rosada, como se conoce a la mayor influencia en el siglo XXI de la izquierda en América Latina) se logró que el estado se beneficiara más de estas actividades y por lo tanto ayudaron a trasferir rentas a los más necesitados.

Ahora tras los golpes en Brasil, Bolivia y en cierta medida en Ecuador, vuelven a ser las multinacionales extranjeras…

Muchas de esas materias primas se extraen en lugares extremos. ¿Cómo son las condiciones de trabajo en general de los trabajadores que se dedican a sacarlas de la tierra?

Yo hablo en varios capítulos de las condiciones de los mineros artesanales, de los barqueros colombianos y de los garimpeiros brasileños.

Sus condiciones de trabajo son duras, pero no tanto como las condiciones que dejan a las comunidades indígenas tras la deforestación, el envenenamiento con mercurio y cianuro y el asesinato de campesinos.

A diferencia de las economías extractoras de azúcar, café o banana del siglo XVII y XVIII que Galeano describe, la nueva agroindustria de soja y carne no emplea a mucha gente.

Pero desplaza a comunidades campesinas y destruye la selva, tal y como se describe en el libro.

Los gobiernos de izquierdas en Latinoamérica -Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia…- apostaron por acelerar el crecimiento de sus países y tratar así de eliminar la pobreza a través de la exportación de materias primas. ¿Lo lograron? ¿Qué falló?

En Brasil el modelo no dependía exclusivamente de las exportaciones de materias primas pero el Partido de los Trabajadores (PT) acabó sufriendo las consecuencias de la apuesta por exportar soja, hierro y carne.

Yo trato de explicar el caso del hierro y de la compañía Vale, que provocó una catástrofe medioambiental en el río Doce, el más grande de Brasil después del Amazonas.

En Venezuela la dependencia del petróleo fue desastrosa para el chavismo, sobre todo si se tiene en cuenta que su primer comprador era EE.UU., país que ha apoyado una serie de golpes de estado en Venezuela…

En Bolivia, los resultados económicos fueron excelentes, pero la dependencia del gas empezó a pasar factura después de la caída del precio.

¿La causa de ese fracaso es el precio tan volátil de las materias primas? ¿Por qué sus precios están sujetos a cambios tan fuertes?

Porque están establecidos en mercados internacionales y se someten a una dinámica «boom to bust» (ciclo de prosperidad y luego caída) de sobreproducción y luego exceso.

Al mismo tiempo, hay mucha especulación ya que los inversores venden y compran las materias primas como si fueran activos financieros.

Explíqueme qué relación hay entre el Superbowl, el partido final de la Liga Nacional de Fútbol Americano en Estados Unidos durante el cual se ha puesto de moda comer guacamole, y la sobreexplotación del cultivo de aguacate en Latinoamérica…

En el libro, en el capítulo sobre el aguacate, explico que es algo que tiene que ver con las modas y los caprichos, un fenómeno muy extendido en nuestra era de capitalismo de consumo y marketing.

Y trato de explicar como es muy fácil implantar esas modas mediante campañas de publicidad, etc., en un país como EEUU, con una cultura culinaria débil.

Es relativamente fácil convertir un producto como el aguacate en un elemento imprescindible del menú, y eso es lo que ocurrió con las comidas que se consumen durante el Super Bowl con el guacamole.

Y esa explosión de la demanda genera la oferta, y es lo que ha ocurrido en Michoacán, donde se han destruido bosques de pinos autóctonos para plantar arbustos de aguacate, al mismo tiempo que si van secando los acuíferos.

Y ahora pasa lo mismo en Chile y en Colombia, en lo que empieza ser una sobreproducción típica de este tipo de fiebre extractora de las materias primas.

En 2000 cada estadounidense consumía un kilo de aguacate al año, hoy consume 2,5 kilos, un 150% más. ¿Por qué eso no se traduce eso en una mayor riqueza para México, Chile y Colombia, sus principales productores?

En algún sentido sí que contribuye a un crecimiento de esos países, pero es un crecimiento desigual y en el caso de Michoacán la producción de aguacates está dominada por grupos criminales.

¿Quién está detrás de la sobreexplotación del aguacate en el estado mexicano de Michoacán?

Grupos de la delincuencia organizada han entrado en el negocio del aguacate. Son mafias muy violentas y hay unas historias espeluznantes que cuento en ese capítulo, con cadáveres colgados de puentes y ese tipo de cosas.

¿Qué efectos tiene esa sobreexplotación para el medio ambiente, dado que ese cultivo del aguacate requiere muchísima agua? ¿Puede darnos algún ejemplo?

En el caso de Michoacán ha sido un problema muy gordo y aquí se están secando los acuíferos subterráneos, mientras que los maravillosos lagos de Michoacán como el lago Pátzcuaro, se están contaminando y pierden agua.

Es aún más triste porque la civilización indígena de la zona de los lagos de Michoacán fue una de las más sofisticadas, y eso se explica en una visita a una de las ruinas en la orilla del lago Pátzcuaro.

Venezuela es riquísima en petróleo. ¿Ha sido esa la causa precisamente de su desastre? ¿Por qué?

Creo que el fracaso de Chávez de cumplir con su proyecto de diversificación de la economía venezolana sí que ha pasado factura los últimos años, porque esa dependencia del petróleo en el 98% de sus exportaciones se tradujo en una crisis gravísima después de la caída del precio del crudo en 2013 y 2014.

Y fue rematador el embargo petrolero estadounidense adoptado por Donald Trump en los últimos dos años, parte de un intento de golpe de Estado en el cual Juan Guaidó es un títere.

Usted sostiene que una docena de materias primas están detrás de los últimos golpes de Estado, rebeliones ciudadanas y crisis medioambientales que ha sufrido América Latina. ¿Cómo se explica eso?

Es simplista pensar que todos los golpes de Estado responden a un deseo de Estados Unidos y otras potencias ex coloniales por hacerse con los recursos naturales de América Latina como el petróleo en Brasil o el litio en el caso de Bolivia.

Pero yo trato de analizar esto de alguna manera. Y creo que según las entrevistas que hice hay algún motivo para pensar que los golpes de estado que ocurrieron en Brasil y Bolivia tenían algo que ver con esas dos materias primas, concretamente con el petróleo y el litio.

Y en Venezuela los intentos de golpe también contra Maduro tenían que ver evidentemente con la batalla entre Washington, Moscú y Pekín por el control del petróleo.

Pero también se trata de explicar que a veces es precisamente el miedo latinoamericano a que alguien le robe sus materias primas lo que desestabiliza los gobiernos.

Es el caso del Potosí en Bolivia, donde se organizó una rebelión popular contra Evo Morales justificada por una percepción de que Morales estaba vendiendo el litio a empresas extranjeras. Otra paradoja.

¿Qué deberían hacer los gobiernos de América Latina para cerrar de una vez por todas las venas abiertas en ese continente?

Lo primero que hay que hacer es volver a derrotar a la derecha neoliberal que ha llegado al poder en Bolivia, Brasil y Ecuador.

Y una vez recuperado el poder hay que diseñar otro proyecto de redistribución y desarrollo, basado menos en la extracción de materias primas y más en empresas a pequeña escala y en energías alternativas.

¿Qué efecto está teniendo el coronavirus en Latinoamérica?

Creo que la pandemia ha acentuado los problemas que atraviesa América Latina desde desde el fin de la bonanza de materias primas hace seis o siete años y las posteriores recesiones.

Ya se habla de otra década perdida en la región debido al impacto de la pandemia sobre una economía que ya se encontraba en un estado terriblemente débil.

Y el impacto social, económico y sanitario será mucho peor debido a la caída del poder de los gobiernos de la izquierda debidos a sus propios errores y a las presiones golpistas desde EE.UU.

La ausencia de gobiernos comprometidos con la protección de las capas sociales más necesitadas ya se nota. Hablé hace dos semanas con Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, y me comentó que el gobierno de Lenin Moreno ya ha pactado con el Fondo Monetario Internacional un duro ajuste.

En Ecuador, y en concreto en Guayaquil, el coronavirus ha causado estragos…

Lenin Moreno criticó el gasto de los gobiernos de Correa en nuevos hospitales, y al llegar al poder echó a miles de trabajadores de la sanidad pública con la excusa de que Correa había gastado en esos servicios por populismo, para ganar votos.

Pero obviamente la catástrofe de Guayaquil, donde no solo los hospitales no han dado abasto si no tampoco las funerarias, demuestra que ese tipo de argumento contra el programa de la izquierda es falso y además ha puesto en peligro las vidas de los ecuatorianos.

¿Qué países de Latinoamérica se están enfrentando bien al coronavirus?

Me ha llamado la atención la capacidad de Cuba y Venezuela para hacer frente a la pandemia pese a las dificultades que tienen (sobre todo Venezuela) para financiar sus sistemas de sanidad.

Cuba es uno de los países que ya se considera que ha ganado la batalla contra el virus y , pese a las constantes advertencias, no ha habido un desastre en Venezuela pese a las sanciones, el embargo y los errores de gestión del gobierno de Maduro.

Por supuesto aún es pronto para descartar una grave crisis en Venezuela dado el impacto terrible del embargo estadounidense, que me imagino que se endurecerá conforme Trump busca votos en Florida, y eso será un problema también para Cuba dada la crisis del turismo.

Por su parte, Argentina ha gestionado la pandemia mucho mejor que Brasil, Bolivia, Ecuador o Chile, de modo que se ha demostrado que la izquierda y la sanidad publica responden mejor cuando se trata de proteger a los mas vulnerables a una pandemia, que son los mas pobres.

¿Y qué efectos está teniendo la pandemia a nivel social?

La pandemia esta agudizando las desigualdades sociales de forma alarmante en América Latina, y creo que es muy probable que haya una nueva ola de protestas.

Ya se han producido dos manifestaciones en barrios pobres de Santiago de Chile donde el confinamiento, por necesario que sea, está provocando problemas de hambre para trabajadores cuya única fuente de ingresos es salir a trabajar a la calle o donde sea. No están recibiendo apoyo del Estado chileno.

Asimismo hay huelgas en la región minera de Antofagasta. Y en Bolivia, donde el gobierno interino aprovecha la pandemia para aplazar la fecha electoral, habrá más protestas también.

Existe un peligro para la democracia boliviana: puesto que el partido de Evo Morales parece que tiene más posibilidades ahora de ganar en la primera vuelta, no me extrañaría nada que no se respetara el resultado de las elecciones (si es que se celebran) y eso evidentemente está vinculado con cuestiones de Washington.

Habrá que garantizar que otras instituciones vigilen del proceso electoral.

¿Y en Brasil?

En Brasil también existe un grave peligro de que Bolsonaro aproveche el caos y el sufrimiento por la pandemia para justificar un decreto que establezca un estado de sitio con el fin de evitar protestas. Incluso hay peligro de un autogolpe de estado.

 

El CPB PIDE AL PERIODISMO INSISTIR EN LOS TEMAS DE INVESTIGACIÓN

13 junio 2020 –

Por: Gloria Vallejo, Presidente Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) –

Se ha vuelto común seguirles los pasos a los entes de control al abandonar casos grandes de las investigaciones que sacan a la luz pública los periodistas, pero que luego se tapan con otro escándalo. Falta seguimiento a la noticia, a las investigaciones y a los miles de casos de corrupción que con el pasar de los días se van dejando en el olvido.
Que lo hagan entidades de control y organismos encargados de impartir justicia es una responsabilidad moral y social por la que deberán responder, pero el Periodismo debe continuar firme, inquebrantable  en la lucha por defender la verdad, a la comunidad y la democracia.
De todos es conocido cómo se mueven los hilos de poder para tapar un escándalo con otro escándalo. Para vergüenza de Colombia el listado de corrupción es inmenso. No hay freno ni real decisión política para evitar que se continúe con el saqueo del erario público. Las sanciones, los castigos no existen, y si los hay, son débiles. Es funesto para Colombia que la justicia no opere como debiera.
Casos como los de Odebrecht, el carrusel de la contratación de Bogotá, el cartel de las cortes, las chuzadas a periodistas, los escándalos en la Policía y el Ejército, las compras desaforadas del Congreso, los sobrecostos de los mercados de la pandemia, las anomalías en el suministro de equipamiento médico, los préstamos de Finagro, los escandalosos precios de las compras de la Oficina de Gestión de Riesgos, el abuso en los cobros de los servicios públicos, se oscurecen en la nebulosa de los entes de control y de justicia.
El asesinato de líderes sociales que a diario denuncian los medios de comunicación al parecer ya no sorprenden y están quedando en un titular de prensa, en una reseña, sin que haya una acción decidida del gobierno y la Fiscalía de ir hasta el fondo de este accionar y erradicar esta práctica criminal que tanto daño hace a las regiones y que busca silenciar y amedrentar la voz del pueblo.
El Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) ve con profunda preocupación estos hechos que están ocurriendo en medio de la pandemia, que menoscaban la democracia y la libertad de expresión y de prensa en Colombia.
Pide a los medios de comunicación y a los periodistas no bajar la guardia y continuar con el periodismo de investigación, hacerle seguimiento a las denuncias, evitar caer en el juego de los poderosos y corruptos que buscan tapar sus delitos con la polarización, la mordaza a periodistas, el desprestigio, la persecución y la manipulación ya sea directa o, en ocasiones, disimulada a través de la pauta publicitaria. Gloria Vallejo, presidenta Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB).
ESTADOS UNIDOS | RSF y otras 13 organizaciones piden a gobernadores y alcaldes que garanticen la seguridad de los periodistas durante las protestas

13 junio 2020 –

Por: Reporteros sin Fronteras –

Un grupo de organizaciones defensoras de la libertad de prensa, periodismo y derechos humanos ha dirigido una declaración a gobernadores y alcaldes de Estados Unidos para pedirles que detengan la violencia contra los periodistas durante las protestas y que actúen rápidamente contra las violaciones de la Primera Enmienda.

Entre los firmantes de la declaración se cuentan Reporteros Sin Fronteras, PEN América, Freedom House, Human Rights Watch, Article 19, Society of Professional Journalists, International Women’s Media Foundation, el National Press Club, NPC Journalism Institute, la National Association of Black Journalists, la James W. Foley Legacy Foundation, la Native American Journalists Association, Radio Television Digital News Association, la National Coalition Against Censorship, la National Press Photographers Association, Free Press, y Military Reporters and Editors.

El llamamiento de Reporteros Sin Fronteras (RSF) y otras 13 organizaciones se dirige a los mandatarios de estados y ciudades de EEUU en los que han detectado un patrón de abuso contra los periodistas- entre ellos los gobernadores Tim Walz (Minnesota), Gavin Newsom (California) y Andrew Cuomo (Nueva York), y los alcaldes Jacob Frey (Minneapolis), Muriel Bowser (Washington DC), Eric Garcetti (Los Ángeles) y Bill de Blasio (Nueva York)-, para que detengan de inmediato el abuso policial contra periodistas durante las protestas de la semana pasada y para que tomen medidas rápidas para que se rindan cuentas por las violaciones de la Primera Enmienda durante la represión violentas contra protestas pacíficas.

La policía ha detenido y agredido a periodistas en todo el país mientras cubrían las protestas contra el asesinato de George Floyd a manos de la policía, el 25 de mayo. Según el Observatorio de la Libertad de Prensa de EEUU, se han producido al menos 300 incidentes desde el 26 de mayo, la mayoría cometidos por la policía, incluidos más de 49 detenciones, 192 asaltos (160 de ellos por parte de la policía) y 42 incidentes en las redacciones, además de daños en equipos, Estos incidentes se han producido en 33 estados en todo el país, la mayoría en Minneapolis, Washington, DC, Los Ángeles, la ciudad de Nueva York, Louisville, Detroit, Denver y Filadelfia.

Los abusos han afectado a periodistas independientes y afiliados a diversas organizaciones de noticias. La mayoría fueron agresiones físicas deliberadas y no intencionadas contra periodistas claramente identificados, incluidos periodistas extranjeros. El corresponsal de CNN, Omar Jiménez, y su equipo fueron esposados y detenidos en Minneapolis a primera hora de la mañana del 29 de mayo. Ese mismo día, en Minneapolis, una periodista independiente recibió un disparo de bala de goma de la policía y probablemente no recuperará la visión. En Indiana, otro periodista también perdió el ojo y en Nueva York, la policía detuvo violentamente a un reportero de The Huffington Post el 30 de mayo, a pesar de su visible acreditación. Muchos han sido rociados con gas lacrimógeno, golpeados por balas de goma y arrojados al suelo.

“En última instancia, los gobernadores y alcaldes de nuestro país deben asumir la responsabilidad de estos ataques sin precedentes contra la libertad de prensa por parte de las fuerzas del orden que operan bajo su autoridad. Los ataques contra periodistas en los Estados Unidos son un asalto a la democracia y no pueden ser ignorados «, denuncia Dokhi Fassihian, directora ejecutiva de RSF en EEUU. “Realmente no hay justificación para este patrón de violencia y maltrato contra periodistas que cubren eventos de tan claro interés público. Deben tomarse medidas inmediatas hacia la responsabilidad y enmendar estos errores «.

«Como ahora nuestro país ahora se enfrenta simultáneamente a tres crisis masivas, y lo está haciendo sin un liderazgo nacional efectivo, es aún más importante que los alcaldes y gobernadores muestren el camino», reivindica Thomas O. Melia, director de PEN América en Washington. «Proteger a los periodistas que trabajan y que consiguen noticias vitales para sus televidentes, lectores y oyentes, es un primer paso necesario».

Las organizaciones piden a los gobernadores y alcaldes que tomen medidas inmediatas para restablecer la confianza pública e implantar un registro público oficial de incidentes para informar la responsabilidad por actos violentos contra la prensa. Deben incluir estos pasos:

  • Detención inmediata de agresiones y arrestos a miembros de la prensa.
  • Reconocimiento público de la labor vital y protegida de la prensa libre.
  • Compromiso para garantizar la seguridad de los periodistas, incluidos los periodistas profesionales y los periodistas comunitarios y ciudadanos, durante las protestas y otras interacciones con la policía.
  • Establecimiento rápido de comisiones independientes en cada estado o localidad para investigar y registrar todos los ataques, detenciones y daños a los equipos de periodísticos por parte de la policía durante estas protestas. Las comisiones deben hacer recomendaciones específicas sobre reparación, reforma y capacitación para la aplicación de la ley sobre sus requisitos legales al interactuar con la prensa.

 

 

La pandemia aceleró el proceso de transformación digital en el periodismo regional

13 junio 2020 –

Por: Vanguardia – Colombia –

Este miércoles, Foros Semana realizó una charla virtual con los directores de medios regionales más importantes del país como Vanguardia, El Colombiano, La Patria, La Opinión y El Heraldo, donde se habló de la situación actual del periodismo regional, sin dejar a un lado la crisis por la pandemia de la COVID-19.

“El periodismo sigue vigente y los periodistas siguen informando”. Con esta cita, el director de Revista Semana, Alejandro Santos, comenzó el Foro Semana en el que se conocieron detalles del trabajo de la prensa regional y el camino hacía el consumo digital.

ras la llegada de la COVID-19 a Colombia, los diferentes medios también se vieron obligados a implementar el trabajo en casa. Además de este reto, todos los periódicos tuvieron como común denominador el recorte de páginas, cancelar publicaciones especiales o revistas, replantear la venta en calle y emprender sí o sí el camino digital.

“La pandemia nos hizo acelerar muchos procesos que ya veníamos trabajando: enfocarnos en la digitalización y adaptarnos al trabajo remoto. Esto aceleró el plan con la sala redacción de un medio que estaba pensado primero en el papel. La pirámide se invirtió y es ahora el momento de pensar en digital primero y usar el impreso como una plataforma para otro tipo de audiencia”, comentó Diana Saray Giraldo, directora de Vanguardia.

Según Martha Ortiz, directora de El Colombiano, el medio de comunicación antioqueño disminuyó el número de páginas de su impreso, puesto que, el papel es importado. “Además, por el lado de la estrategia tuvimos una facilidad de teletrabajo porque generalmente trabajamos mucho por redes sociales y plataformas de mensajería”, mencionó.

Una de las novedades de este foro fue la noticia de que El Colombiano empezará pronto a utilizar ‘PayWall’ o un muro de pago que busca que el lector pague por un contenido de calidad en específico; estrategia que están utilizando medios como New York Times, Washington Post o medios españoles como ABC o El Mundo.

Redes sociales y buen periodismo

“Creo que uno aprende con el tiempo, dentro de las redes sociales, que son una herramienta útil cuando hay muchas dudas sobre un tema. Es un gran vehículo para comunicarse con el lector, pero si uno se deja llevar por las redes se pierde en la red”, mencionó Diana Saray Giraldo sobre las audiencias de Vanguardia en estas plataformas.

El pasado lunes 8 de junio se dieron a conocer a través de Twitter las amenazas que recibió el médico José Julián Buelvas en Soledad, Atlántico, tras mostrar en un video una carta y uno de los dos sufragios que llegaron a su casa y a su trabajo. Estos hechos se convirtieron en noticia nacional y, a través de las redes sociales, usuarios le dieron su apoyo.

Al respecto, la directora de El Heraldo Erika Fontalvo mencionó que en este medio de comunicación “hemos adelantado una labor pedagógica para informarle a la gente con absoluto rigor desmarcándonos lo que dicen las autoridades, para centrarnos en el tema de la pandemia y en el tema científico. Buscamos brindar información especializada para la gente”.

Frente a la duda de ¿por qué pagar por leer el contenido digital?, la directora de El Colombiano, Martha Ortiz, dijo que “las personas pueden elegir qué información leer sea gratis o paga. Para mi existen pagas porque cuando hay un ejercicio periodístico serio, objetivo, que implique fuentes, videos y fotografías; hay una serie de profesionales talentosos que deben ser retribuidos por lo que hacen. Si el lector quiere análisis, con trabajo extra de profundidad, sin duda eso tiene un costo”.

¿Dónde estará Vanguardia en cinco años?

Para finalizar la charla propuesta por la Revista Semana y Alejandro Santos, la directora de Vanguardia afirmó que, en cinco años, “el medio de comunicación será una gran comunidad afianzada en consumo digital, de la membresía, y sin duda el periódico impreso segmentado a su audiencia. Será una Vanguardia fortalecida”.

https://www.youtube.com/watch?v=nJrnLM77xRg

El desastre del líder intuitivo

13 junio 2020 –

Por: Diego Fonseca – The New York Times –

Foto: Hector Vivas/Getty Images –

El gobierno de la ignorancia parece estar sostenido por una fe desmedida en la intuición del político y un menoscabo del conocimiento técnico. La crisis del coronavirus ha evidenciado los riesgos de elegir a jefazos que desdeñan los datos.

Está en boca de todos: varios de los países que mejor manejaron la crisis del coronavirus tienen mujeres al frente. Taiwán, Nueva Zelanda, Alemania, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Hong Kong. No sé si hay correlación de género, pero sí sé que en todos estos casos la estrategia ha sido más ciencia y menos intuición.

Ahora miren a gobiernos donde pavonea la pose de gran jefazo. Mientras en Corea del Sur y Nueva Zelanda se impusieron confinamientos inmediatos e instrumentaron decenas de miles de pruebas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, (aún) menosprecia la crisis, pierde a dos ministros de Salud y convierte al país en una fosa abierta. Noruega, Dinamarca y Finlandia, que suman juntas menos de 1200 muertes, aplican protocolos claros que siguen sus jefes de Estado, pero en Estados Unidos, donde han muerto casi 113.000 personas, no logran que Donald Trump deje de soltar cuanto pase por su cabeza de virólogo informal. Y mientras en varios gobiernos hay científicos en posiciones prominentes o se entienden con ellos —Angela Merkel es doctora en química; el vicepresidente de Taiwán, epidemiólogo—, en México el científico a cargo de las respuestas públicas a la crisis observa cómo el presidente Andrés Manuel López Obrador hace lo que quiere y reabre el país sin haber aplanado la curva de infecciones.

La línea que divide las aguas: los países que respondieron con una inmediata y sólida estrategia sanitaria y científica libran la crisis mejor que aquellos donde dominó la intuición.

No se trata de crear una sofocracia sino de usar el sentido común. Ante una crisis, el liderazgo político debe ceder protagonismo al conocimiento especializado. Los presidentes van a la guerra que diseñan sus generales y dirigen economías que no crean. Por lo mismo, no tratas una pandemia sin científicos al frente.

Con todo, aunque la sapiencia técnica concede capacidad para entender mejor un fenómeno, no garantiza resultados. La mayor parte de las naciones ha optado por un mix variable de asesoría técnica y liderazgo político. Por supuesto, algunos países y regiones fallaron, pero el fracaso ha sido desmoralizador donde la gestión del Estado giró alrededor de la improvisación y el desdén. La confianza en Trump cae a cinco meses de las elecciones presidenciales, la aprobación de Bolsonaro se ha desplomado desde enero y casi el 70 por ciento de los mexicanos cree que las giras proselitistas de AMLO son riesgosas.

Ya no tenemos estadistas, especie en extinción. Tal vez esto nos indique que nuestros políticos no parecen preparados para la complejidad del siglo XXI. Trump promete aislacionismo y nativismo en una época de intercambios culturales y económicos globales. Bolsonaro hunde a Brasil en las miasmas del fascismo. Y López Obrador: besos y mítines multitudinarios durante la pandemia y, como corolario, pone y quita recortes presupuestarios brutales en centros educativos y de investigación en plena crisis.

Necesitamos dirigentes preparados para hallar soluciones dialogadas en un mundo que experimentará crisis profundas. Líderes capaces de re-unir a la sociedad, no incendiarios ni bravucones. Las naciones sin un liderazgo informado la pasan peor que aquellas donde sus dirigentes entienden que un gobierno es una administración de recursos.

Un presidente es un símbolo. Cuando Trump, Bolsonaro o AMLO ignoran el consejo profesional y se exhiben sin tapabocas, estrechan manos y reparten abrazos sugieren que están por encima de la inteligencia médica. Presidentes con mensajes contradictorios banalizan el trabajo de médicos, enfermeros y científicos. Minimizan la gravedad de la crisis y vandalizan el esfuerzo de las personas confinadas.

Desear la atención permanente expone la fragilidad de esos gobernantes. ¿Cómo convivimos con esos hombres —sobre todo eso: hombres— que se precipitan cuando deben proyectar calma? ¿Cómo, cuando fueron elegidos para guiar en la penumbra de la incertidumbre y confunden los caminos? ¿Cómo, si vemos que sus capacidades son inadecuadas?

El gobierno de la ignorancia parece estar sostenido por una fe desmedida en la intuición del político profesional y un menoscabo del conocimiento técnico. La crisis del coronavirus ha dejado en los huesos a los reyes desnudos.

Un líder —señor Bolsonaro, señor Daniel Ortega, señor AMLO y más— tiene la inteligencia de construir equipos. El éxito de esos equipos barniza su gobierno. Un líder no es unificador de masas de nueve a doce y epidemiólogo improvisado por la tarde-noche. Se prepara para gobernar, o el desgobierno le cae encima.

Podemos votarlos una vez, pero si con las evidencias los reelegimos, no hay excusa: la bola recae sobre nosotros. Hemos sido incapaces de empoderar o crear alternativas mejores. Es el problema de la deserción social de la cosa pública: se postulan quienes desean el poder y eso a menudo nos deja solo con la opción del mal menor. Y esa es una salida degradante, porque supone que somos capaces de tolerar y aceptar que baje otra vez el umbral de calidad.

¿Hay solución? Hay ensayos. Es probable que en Occidente estemos en presencia de la peor camada de gobernantes de los últimos cuarenta años a la par que celebramos una reducida pero interesante experiencia de mujeres que lideran países. No sé si es asunto de género o un reflejo de sociedades más equitativas, pero parece evidente que se puede gestionar una crisis con inteligencia y sin megalomanía. Líderes que unen son infinitamente mejores que hombres que gustan dar golpes de mano sobre la mesa porque así actúa un jefazo. Razón versus intuición. No parece tan difícil.

 

Coronavirus: 5 países que reabrieron tras la cuarentena y ahora registran un elevado aumento de covid-19

13 junio 2020 –

Por: Darío Brooks – BBC Londres –

Mientras en el resto de América la pandemia de covid-19 iba en acelerado crecimiento, Costa Rica destacaba en abril por ser uno de los países que mejor frente le había hecho a los contagios.

El número de nuevos casos confirmados se redujo constantemente ese mes, hasta llegar a casi cero a comienzos de mayo, con un escaso número de fallecimientos.

Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar en la segunda mitad de mayo hasta casi duplicarse el número de nuevos casos, de 800 hasta 1.500 en menos de 30 días.

El ministro de Salud, Daniel Salas, reconoció esta semana que el país atraviesa por la «segunda ola» de contagios, la cual llega durante la tercera fase de reapertura de la vida social y comercial.

Aunque los casos en Costa Rica son considerablemente menores en número a los de otros países, existe un nuevo incremento en el número de nuevos contagios de covid-19 en varios países o regiones donde ha habido un relajamiento de las restricciones sanitarias.

Los más grandes han sido detectados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en América y Medio Oriente, indicó el organismo a BBC Mundo.

Todo mientras en el mundo hay nuevos récords de contagios. El más alto hasta ahora es de 140.000 el 7 de junio, pero la OMS informó que este mes han superado los 100.000 casi a diario en un lapso de 10 días.

«Más de seis meses después de esta pandemia, este no es el momento para que ningún país se relaje», alertó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, el pasado lunes.

Pero varios países es lo que han hecho desde hace varias semanas para incentivar la recuperación económica.

La situación en Costa Rica

La OMS ha ubicado la situación más grave de la pandemia en los países de América Latina, donde muchas naciones están recién llegando a la punta de contagios del virus surgido en 2019 en China.

«Si bien la curva continúa disminuyendo en Europa, a nivel mundial la situación está empeorando y es especialmente preocupante en Centro y Sudamérica, donde muchos países están viendo epidemias aceleradas», explicó a BBC Mundo Tarik Jašarević, portavoz de la OMS.

No obstante, Costa Rica ha sido un caso especial.

El país centroamericano fue el primero que vio una reducción considerable de casos confirmados de covid-19 hasta casi cero, y el primero en iniciar el proceso de levantar la cuarentena.

Pero un análisis de los registros a partir del 20 de mayo muestra un crecimiento sostenido, lo que llevó al ministro de Salud, Salas, a advertir que el país ya pasa por un nuevo periodo de contagio.

«En estos momentos estamos en la segunda ola pandémica (…) Tiene características diferentes a la primera. Estamos teniendo una focalización importante en trabajadores del sector agrícola, empresas empacadoras y con riesgo en el sector de la construcción», dijo Salas el lunes.

El doctor Luis Villalobos, especialista en salud pública, dice a BBC Mundo que ha habido un «brote explosivo» en la región norte del país, en especial en zonas agrícolas donde se emplean a trabajadores migrantes de la vecina Nicaragua, donde no ha habido cuarentena.

«Esta población pobre, que es víctima social de la falta de oportunidades de trabajo en su país y recurre a la movilidad autorizada o no regularizada hacia Costa Rica, ha sufrido las consecuencias de su propia condición de vulnerabilidad», dice Villalobos.

Los esfuerzos por crear albergues adecuados para evitar los contagios no han sido suficientes para evitar el nuevo brote.

A pesar del nuevo brote, los 322 casos por cada millón de habitantes ponen a Costa Rica en la mitad inferior de la escala mundial de contagios. Y el país solo registra 12 muertes hasta este viernes.

EE.UU. se abre con nuevos récords

Los gobiernos estatales en EE.UU., el país con más casos y muertes del mundo desde finales de marzo, han eliminado casi todas las restricciones a sus habitantes desde distintos momentos de mayo.

Mientras la grave situación del país parecía estar controlada, o en descenso como el caso de Nueva York, muchos estadounidenses volvieron a las actividades públicas bajo recomendaciones como el distanciamiento social que muchos no siguen.

Pero un fin de semana en particular ha sido identificado por los expertos como el detonante de un pronunciado aumento de casos en los últimos días: la celebración del «Memorial Day» del 25 de mayo.

Los grandes repuntes de contagios en Arizona, California, Florida y Texas, principalmente, se han dado dos semanas después de ese fin de semana largo, el tiempo en el que el virus genera síntomas en las personas contagiadas.

Esos estados sufren más ahora que en los meses pasados, donde el epicentro estaba en Nueva York, Nueva Jersey, California, Washington o Luisiana.

A pesar de los repuntes en estos estados ahora, varios de los cuales son los más poblados del país, los gobiernos estatales y el federal siguen con los planes de reapertura en marcha.

Otro aspecto vinculado a los aumentos han sido las protestas contra el racismo a raíz de la muerte del afroestadounidense George Floyd bajo custodia policial el 25 de mayo.

Sobre si EE.UU. puede ver una «segunda ola» de contagios generalizada, la doctora Elaine Nsoesie, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston, explica a BBC Mundo que es cuestión de esperar más tiempo.

«La epidemia de covid-19 difiere según la región. Entonces, una segunda ola en un país o estado podría verse diferente de la de otro (…) Estaría indicada por un pico en los casos después de un período de disminución constante tras el pico inicial», explica.

Estados como Arizona o California ya ven ese nuevo brote en marcha.

El gran repunte en Medio Oriente

La OMS indicó a BBC Mundo que tres países de Medio Oriente -Arabia Saudita, Irán y Pakistán- están entre las naciones «especialmente preocupantes» por el repunte de casos.

En la nación saudí, el primer caso fue registrado el 2 de marzo y comenzó a relajar las medidas de confinamiento a mediados de mayo, indicaron agencias locales citadas por BBC Monitoring.

La curva de contagios había caído en mayo, lo que permitió al reino aligerar las medidas restrictivas. Pero los primeros días de junio han superado ampliamente los nuevos contagios y muertes de los meses previos.

La situación en Pakistán ha sido igual de alarmante, al pasar de 70.000 a 125.000 casos tan solo en junio. El primer ministro Imran Khan ha criticado repetidamente las medidas de confinamiento que considera perjudiciales para la economía.

En tanto, Irán fue uno de los primeros en tener un brote masivo después de China y Corea del Sur a principios de año. La curva de contagios iba a la baja en abril y mayo, pero nuevamente se dio un repunte.

Los más de 3.500 nuevos casos confirmados el 5 de junio es el nuevo récord que superó al de marzo.

El gobierno de Hasán Rohaní permitió la reapertura de mercados y bazares el 20 de abril, las mezquitas el 12 de mayo y los cafés y restaurantes el 26 del mes pasado.

El ministro de Salud, Saeed Namaki, criticó a la gente que ignoraba las reglas de distanciamiento social: «La gente se ha vuelto completamente descuidada con respecto a esta enfermedad», dijo a la agencia de noticias iraní.

«Si nuestra gente no respeta los protocolos de salud, debemos prepararnos para la peor situación».

El presidente Rohaní ha advertido que las restricciones deben reintroducirse si el brote empeora.

 

Petición de apoyo a la UE para recuperar medios que hagan periodismo independiente

13 junio 2020 –

Por: Periodistasenespañol.com – España –

Quince organizaciones internacionales de la comunicación, entre ellas la Federación Europea de Periodistas (FEP), se han unido para pedir a los estados miembros de la Unión Europea (UE) un marco financiero plurianual que apoye la recuperación de los medios y el periodismo independiente mediante la aplicación de un marco financiero plurianual.

Estas organizaciones señalan que «la situación que enfrenta el periodismo y los medios de comunicación era grave incluso antes de la interrupción causada por la pandemia de COVID-19», informa la Federación Española de Sindicatos de Periodistas (FeSP), miembro de la FEP.

Asimismo, entienden que sin aumentos significativos en el apoyo financiero y sin otorgar una mayor prioridad a los medios de comunicación y al periodismo, la UE corre el peligro de no cumplir con sus compromisos políticos en las áreas de libertad de prensa, estado de derecho y derechos fundamentales para defender la democracia y el derecho del público a saber.

Por estos motivos solicitan:

  • Utilizar la próxima generación de herramientas  de la UE para garantizar la supervivencia del periodismo y el sector de los medios.
  • Condicionar la asignación y los pagos de fondos de la UE al respeto del estado de derecho.
  • Duplicar el presupuesto propuesto para Creative Europe, a fin de mantener la independencia del sector de los medios.
  • Fortalecer los programas de Justicia y Derechos y Valores para proteger a los periodistas.
  • Canalizar el mayor apoyo al Instrumento de Vecindad, Desarrollo y Cooperación Internacional (NDICI) y a las prioridades de democracia, derechos humanos y estado de derecho.

Organizaciones firmantes: Artículo 19; Asociación de Periodistas Europeos (AEJ); DW Akademie; Centro Europeo para la Libertad de Prensa y Medios (ECPMF): Federación Europea de Periodistas (FEP); Fondation Hirondelle; Free Press Unlimited (FPU); Foro Global para el Desarrollo de Medios (GFMD); Soporte de medios internacionales (IMS); Instituto Internacional de la Prensa (IPI); Internews; Instituto de Diversidad de Medios (MDI); Oxígeno para la información (Ossigeno.info); Reporteros sin fronteras (RSF); y  Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA).

 

Una misteriosa empresa india espió a miles de políticos, periodistas y activistas de todo el mundo

13 junio 2020 –

Por: Jordi Pérez Colomé – La Nación – España –

Una empresa dedicada al espionaje y hackeo de correos electrónicos de Nueva Delhi,India, trató de acceder a información de decenas de miles de víctimas de todo el mundo, tanto individuos como organizaciones. Sus objetivos fueron desde políticos y altos cargos a periodistas, activistas, inversores o empleados de farmacéuticas, bancos o incluso casos de divorcios de numerosos países. Los hackers usaban identidades o mensajes falsos para provocar el clic de la víctima en enlaces maliciosos, que les abría la puerta a la información que interesaba a sus clientes. Los clientes finales que pagaban por estos servicios de hackers a sueldo no fueron revelados.

Los autores de la investigación que destapó este entramado son Citizen Lab, un grupo de ciberseguridad vinculado a la Munk School de la Universidad de Toronto. EL PAÍS confirmó con Citizen Lab que hay víctimas españolas identificadas, entre ellas una organización, cuya identidad no puede revelarse sin su permiso. En un artículo de la agencia Reuters, con quien Citizen Lab compartió ayer la investigación antes de su publicación, apunta a «políticos mexicanos» y «abogados franceses», sin más detalles, como víctimas. Citizen Lab puede confirmar que estos ataques tuvieron éxito en algunos casos. Algunas de las víctimas recibieron más de cien correos con links maliciosos.

El método de incursión era un modo habitual de incursión llamado phishing : un correo electrónico con información falsa pero de presunto interés para la víctima y un enlace acortado. Los servicios de abreviar enlaces fueron investigados otras veces como sospechosos de esconder malware . Ese malware permitía acceder a la información de la víctima. El servicio que usaban los atacantes empleaba palabras en lengua hindi y además daba un número ordenado de serie a cada link. Ese descuido permitió a Citizen Lab numerar cerca de 28.000 direcciones con emails de víctimas . La magnitud hizo pensar a Citizen Lab en una operación estatal, pero tras su investigación atribuyeron los ataques a una oscura empresa basada en Nueva Delhi llamada BellTroX.

«Es una de las mayores operaciones de hackers a sueldo jamás reveladas», dice a EL PAIS John Scott-Railton, autor principal del informe e investigador en Citizen Lab. «Nuestra investigación encontró que ningún sector es inmune a esta descarada operación. Estos hackers asediaban empresas y gobiernos. Son también una herramienta poderosa para apuntar a periodistas y activistas que intentan vigilar la labor de esas empresas y gobiernos», añade.

Tres años de investigación

La investigación empezó en 2017. Un periodista advirtió a Citizen Lab del posible phishing que había recibido. El equipo de Scott-Railton empezó una labor que llevó más de dos años. Algunas de las organizaciones atacadas son Greenpeace , el Centro de Derecho Internacional Ambiental o el Rockefeller Family Fund. También se vieron afectadas organizaciones que defendían la neutralidad de la red, como la Electronic Frontier Foundation (EFF).

Citizen Lab ya colaboró con el Departamento de Justicia de Estados Unidos , que no hizo comentarios, en alguna investigación. El caso del que dan más detalles afecta a una filtración vinculada a Exxon Mobil, la empresa petrolera. Un grupo de activistas se reunió en enero de 2016 para hablar de una campaña contra Exxon. Al cabo de unos meses, sus correos habían sido pirateados y algunos de sus mensajes habían sido publicados. Fue entonces cuando recordaron que habían recibido correos raros con enlaces a noticias de Google News desde cuentas que hacían pasarse por conocidos. Hoy esa acción es objeto de una investigación federal.

Reuters habló brevemente por teléfono con Sumit Gupta, propietario y director de BellTroX. Su única labor, dijo, era ayudar a investigadores privados a descargar mensajes de bandejas de entrada después de que ellos les proporcionaran los datos para el login . «No sé cómo consiguieron los datos para entrar pero yo solo los ayudaba con apoyo técnico «, dijo Gupta, que se negó a dar más detalles incluso cuando un periodista de la agencia lo visitó esta semana en Nueva Delhi. La esperpéntica explicación da una idea del número de intermediarios y capas en forma de investigadores privados o abogados que pudieron emplear los clientes finales de la empresa india para ocultar sus intenciones.

El aumento de estas prácticas pone en peligro los fundamentos de las democracias , según Citizen Lab. «El crecimiento del hackeo a gran escala, comercializable amenaza la sociedad civil» , dice el informe del Citizen Lab. «Puede ser usado como herramienta de los poderosos para atacar a organizaciones que quizá no tengan recursos sofisticados en ciberseguridad», añade.