Crculo de Periodistas de Bogot

Archivos 2020

¿Puedo contagiarme al salir? Los expertos responden

19 mayo 2020 –

Tomado de:  Michael LevensonTara Parker-Pope y 

Una nación inquieta se pregunta: ¿Es seguro pasear por la playa durante una pandemia mortal? ¿Qué tal un picnic en el parque? ¿O un café con un amigo en una mesa al aire libre? El peligro está en los detalles.

El clima más cálido en todo Estados Unidos evoca imágenes de un verano desenfadado: días de campo en los parques, nadar en el mar, fuegos artificiales el día de la Independencia. Pero en estos momentos no existe la sensación de desenfado.

Conforme algunos estados de Estados Unidos empiezan a relajar las restricciones destinadas a combatir la pandemia del coronavirus, hasta las actividades más sencillas en el exterior parecen cargadas de miles de preguntas y valoraciones.

¿Es seguro reunirse con amigos en el parque, siempre y cuando permanezcan a dos metros de distancia al otro lado de la manta de picnic? ¿Y qué tal una hamburguesa y una cerveza en un restaurante al aire libre? ¿Qué tanto riesgo hay en una ida a la playa o a una piscina con los niños?

La buena noticia es que en entrevistas existe un consenso cada vez mayor entre los expertos acerca de que, si los estadounidenses van a salir de casa, es más seguro estar al aire libre que en la oficina o en un centro comercial. Si hay aire puro y más espacio entre la gente, el riesgo disminuye.

No obstante, los expertos también manifestaron que se debe tener un cuidado especial con respecto a las comidas al aire libre, el uso de los vestidores en las piscinas y las multitudes en algunos sitios como las playas. Aunque pasar tiempo en el exterior puede ayudar a que la gente soporte la tensión de la cuarentena, existe el riesgo de que baje la guardia o se reúna con personas que puedan representar algún riesgo.

“Creo que estar en el exterior es importante para la salud”, señaló Julia L. Marcus, epidemióloga y profesora adjunta en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. “Sabemos que estar al aire libre representa un riesgo menor que permanecer en interiores en cuanto a la transmisión del coronavirus. Creo que es casi necesario estar al aire libre un fin de semana soleado, pero también pienso que se deben tomar ciertas medidas para reducir el riesgo”.

Aunque muchas de las atracciones predilectas de la temporada al aire libre, como los parques de diversiones de Disney, el festival de Coachella Valley en California y el Free Shakespeare in the Park en Nueva York, están cerradas o suspendidas, los gobernadores del país han estado abriendo los campos de golf, las rutas de senderismo y las playas, con la esperanza de devolverles a los estadounidenses inquietos cierta sensación de un verano común y corriente.

Algunos parques permanecen cerrados, incluyendo los parquecitos urbanos, como el de Ellis Island, y los parques gigantescos, como el Parque Nacional de Árboles de Josué. Pero el Parque Nacional de Yellowstone volverá a abrir con algunas restricciones, y el Parque Nacional del Gran Cañón abrió la entrada del borde sur recientemente. Las playas del condado de Los Ángeles ya reabrieron, pero no para asolearse. Solo se permite realizar actividades físicas como trotar, nadar y surfear.

Incluso en la región de Nueva York, que fue tan afectada, se relajarán algunas restricciones. En Connecticut, se pretende dar autorización para que las personas se sienten en los restaurantes al aire libre y se abran las exhibiciones en exteriores de los zoológicos. Nueva Jersey, Nueva York, Delaware y Connecticut abrirán las playas estatales el fin de semana del Día de los Caídos solo al 50 por ciento de su capacidad. Pero las playas y las piscinas de la ciudad de Nueva York permanecerán cerradas.

Las diferentes propuestas tienen confundidos a muchos estadounidenses sobre lo que constituye un comportamiento seguro en el exterior. Los expertos tienen una respuesta muy sencilla: practiquen el distanciamiento social y usen cubrebocas cuando eso no sea posible.
Dicen que lo ideal es que la gente socialice solo con las personas que viven en la misma casa. Si deciden reunirse con amigos, el riesgo es mayor, pero pueden tomar precauciones. Es importante que las reuniones sean pequeñas; que no compartan comida, utensilios ni bebidas; que mantengan sus manos limpias; y que conserven una distancia de al menos dos metros de las personas con las que no viven.

“Creo que en casi todos los casos es mucho mejor estar al aire libre que en interiores”, dijo Linsey Marr, experta en aerosoles y profesora de Ingeniería en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia. “En el exterior las cosas se diluyen. Creo que el riesgo es muy bajo, siempre y cuando se mantenga una distancia de dos metros”.

La vida en una pandemia es más segura al aire libre, en parte debido a que hasta un viento leve disminuirá con rapidez la concentración del virus. Si hay una persona enferma, el viento esparcirá el virus y tal vez exponga a las personas que estén cerca, pero en cantidades más pequeñas, lo cual tiene menos probabilidades de ser perjudicial.

“La carga viral es importante”, señaló Eugene Chudnovsky, físico del Centro de Graduados del Colegio Lehman de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. “Un solo virus no enfermará a nadie; el sistema inmunitario de inmediato lo destruirá. Creemos que se necesitan de cientos a miles de virus SARS-CoV-2 para aniquilar la respuesta inmune”.

Aunque es bajo el riesgo de transmisión al aire libre, esta sí puede ocurrir. En un estudio de más de 7300 personas enfermas en China, solo una se contagió en el exterior. En ese caso, un hombre de 27 años estuvo conversando al aire libre con un viajero que acababa de regresar de Wuhan. Siete días después, empezó a tener los primeros síntomas de COVID-19.

“El riesgo es menor en exteriores, pero también existe”, afirmó Shan Soe-lin, catedrática del Instituto Jackson para Asuntos Globales. “Y creo que si dos personas permanecen juntas en un mismo sitio durante mucho tiempo, como por ejemplo sobre un tapete de playa, el riesgo es mayor que si estuvieran caminando o pasando una al lado de la otra”.

En un estudio reciente se descubrió que, tan solo al estar hablando, expulsamos miles de gotículas que pueden permanecer suspendidas en el aire durante catorce minutos. Pero el riesgo de inhalarlas es menor al aire libre.

Para muchos estadounidenses que han estado tensos en casa durante meses, parece que las opciones más seguras en estos días son los parques y los senderos en espacios muy abiertos.

Kate Wathall, reportera y productora de televisión de Los Ángeles, realizó su primera caminata en semanas en domingo, un día después de que los senderos locales reabrieran. Condujo una hora hasta el sendero de Canyon Falls en Tujunga, evitando los senderos más populares en la ciudad.

“Fue como volver a la vida normal”, dijo. “Obviamente, no lo es. Pero es fue un día en que olvidé lo que está pasando”.

El jueves 14 de mayo, en el Memorial Park de Maplewood, Nueva Jersey, Gabriella Gabriel, de 22 años, estaba haciendo ejercicio con su amiga Candace Brodie, también de 22 años, en unos tapetes que pusieron sobre el césped a unos cuantos metros de distancia.

“La gente está dispersa y no hay manera de que alguien esté muy cerca de mí”, dijo Gabriel. “Pero en una piscina o en la playa todos están amontonados… demasiado cerca para sentirse a gusto”.

Los expertos coincidieron en que el riesgo de nadar en piscinas, lagos o el mar no se encuentra en el agua, sino en la exposición a las personas que están dentro del agua o cerca de ella.

Pese a que los científicos no poseen los datos específicos sobre el nuevo coronavirus, otros coronavirus no son estables en el agua y son muy sensibles al cloro, señaló Angela Rasmussen, viróloga de la Escuela de Posgrado en Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia.

“En mi opinión, la exposición al agua de una piscina, al agua dulce de un lago o de un río, o al agua del mar representaría un riesgo muy bajo de transmisión incluso sin dilución (lo que reduciría todavía más el riesgo)”, señaló Rasmussen en un correo electrónico. “Tal vez el riesgo mayor de las actividades acuáticas en el verano sean las multitudes: un vestidor, un muelle o una playa abarrotados, en especial si se añade un distanciamiento físico escaso o una proximidad prolongada con los demás. Así, la procedencia más concentrada del virus en un entorno será de las personas que se quedan a la orilla de la piscina, no de las que están dentro de ella”.

Los expertos afirman que una persona que pasa caminando, trotando o en bicicleta durante unos cuantos segundos no es motivo de mayor preocupación. Pero recomiendan a quienes trotan que, si van a pasar cerca de otras personas, usen una mascarilla o un paliacate. Es más preocupante que, en un día de campo, alguien coloque una manta sin respetar el perímetro de los dos metros de distancia y que pretenda quedarse mucho tiempo. Hay que tratar de evitar los enfrentamientos. Eso solo incrementa el riesgo a la exposición. Es posible que esos conflictos aumentarán cuando más personas salgan.

“Si alguien está demasiado cerca y no usa una mascarilla y no te sientes seguro, en lugar de gritarles, simplemente di: ‘Necesito espacio, por favor’”, dijo Marcus.

Para las familias con niños pequeños, explorar al aire libre puede producir una ansiedad especial.

Gabriel dijo que su hermano, que tiene seis años, quería ir al parque, pero su madre no lo permitió. A ella le preocupa que el virus permanezca en las resbaladeras y en los columpios y también el misterioso síndrome inflamatorio relacionado con el virus que ha enfermado y matando a algunos niños.

“Es difícil de entender para un niño”, dijo Gabriel. “Por lo menos nosotros nos podemos quedar a dos metros. No le puedes decir eso a niño pequeño”.

Uno de los retos de las ciudades con una gran densidad de población es que haya dos metros que puedan reclamarse como propios en un sendero para correr o en una ciclovía. Podría parecer que una cafetería al aire libre es segura, hasta que la gente comienza a caminar por la acera sin cubrebocas.

Algunas ciudades, incluyendo Nueva York, Boston, Minneapolis y Oakland, California, han cerrado las calles al tránsito vehicular, lo que le brinda espacio a la gente para que se separe. Otras han ampliado las aceras con el fin de que exista un área más grande para los peatones y las mesas al aire libre.

Incluso en el exterior, hay un riesgo de contraer el virus al tocar una superficie contaminada —el menú de un restaurante, el banco de un parque o una silla de jardín— y después tocarse la cara. Los estudios han demostrado que el virus puede durar tres días en superficies duras como el acero y el plástico, y aproximadamente 24 horas en cartón, en condiciones de laboratorio. El virus también es más estable en el calor y la humedad que muchos otros virus.

Según el doctor Chudnovsky, un día soleado es mejor que un día nublado, porque hay más luz solar para matar el virus y más viento para diluirlo. Si quieres tomar precauciones extremas, colócate contra el viento de otras personas. “Esto puede ser especialmente importante en la playa, donde la gente tiende a pasar mucho tiempo en un solo lugar”, dijo.

Los expertos dijeron que aunque los clientes de los restaurantes al aire libre no pueden usar mascarillas mientras comen, los meseros deberían. El principal riesgo de exposición es si los comensales a unos pocos metros en la mesa no son del mismo hogar. Sentarse y hablar durante largos periodos de tiempo, así como compartir comida y utensilios comunes para servir, también son fuentes potenciales de exposición si uno de los comensales está infectado y no lo sabe.

Los expertos afirman que otra inquietud es que, debido a que los síntomas pueden tardar en aparecer dos semanas después de que una persona se contagia, no hay manera de saber si estamos en la playa o el parque cuando ahí hay un brote local invisible. Esa es otra razón para tomar precauciones.

“Si regresamos a la antigua normalidad y dejamos de aplicar la estrategia de distanciamiento social, será como una bomba de tiempo”, señaló Peter Jüni, epidemiólogo en el Hospital de St. Michael de la Universidad de Toronto. “No se sabe dónde ni cuándo va a explotar”.

 

 

Rociar calles con desinfectante es peligroso e ineficaz: OMS

19 mayo 2020 –

Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo –

Tomado de: El Tiempo –

A falta de vacunas o de medicamentos efectivos en el corto plazo, el distanciamiento social, las medidas básicas de autocuidado y la desinfección de superficies siguen siendo las estrategias más sólidas para mitigar el impacto del nuevo coronavirus.

Sobre este último punto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de publicar un documento en el que, con base en la evidencia científica disponible, hace una serie de recomendaciones sobre cómo lograr una limpieza efectiva contra este germen.

El organismo empieza por decir que si bien el SARS-CoV-2, a diferencia de otros virus, es muy susceptible a ser eliminado a través de desinfectantes, este proceso debe hacerse idealmente con un trapo o una toallita impregnada con los productos avaladas y nunca rociando o fumigando.

Este punto es clave porque tal como señala la OMS, varios países y territorios han acudido a fumigaciones de calles y lugares públicos y exteriores, algo que no solo es inútil para matar el virus sino que puede causar graves afectaciones en la salud física y psicológica de las personas.

La OMS resalta que por ahora hace falta evidencia sólida de la permanencia del nuevo coronavirus en las superficies“No se recomienda el rociado o la fumigación de espacios exteriores, como calles o mercados, para matar al virus causante de la covid-19 u otros patógenos, pues la acción del desinfectante se ve anulada por la suciedad (…) Ni siquiera en ausencia de materias orgánicas, es poco probable que el rociado químico cubra correctamente todas las superficies durante el tiempo de contacto necesario para desactivar a los agentes patógenos”, explica la OMS.

De hecho, de acuerdo con el documento, calles y espacios públicos no están considerados reservorios de infección de la covid-19 y “rociar desinfectante, incluso en el exterior puede ser peligroso para la salud humana”.

Esto puede ser mucho más peligroso cuando se expone a la gente a sustancias químicas y por eso “en ningún caso se recomienda rociar a personas con desinfectante”, puesto que esto “podría ser física y psicológicamente peligroso y no reduciría la capacidad de una persona infectada de propagar el virus a través de gotículas o por contacto”.

Entre las complicaciones que puede traer pulverizar cloro u otros productos químicos tóxicos en personas está irritación en los ojos y en la piel, broncoespasmos y tener efectos gastrointestinales, recuerda la OMS, que tampoco recomienda el rociado sistemático de desinfectante en espacios cerrados para eliminar al nuevo coronavirus.

En ese sentido, la organización menciona que según un estudio el rociado dentro de los edificios es ineficaz si no se hace directamente.

En el documento la OMS resalta que por ahora hace falta evidencia sólida de la permanencia del nuevo coronavirus en las superficies.

Estos estudios se llevaron a cabo en condiciones de laboratorio y en ausencia de prácticas de limpieza y desinfección y deben interpretarse con precaución en el entorno del mundo real

Varios estudios han evaluado su persistencia en diferentes superficies, pero no son concluyentes y se hicieron bajo condiciones experimentales.

Un estudio, por ejemplo, encontró que el SARS-CoV-2 permaneció viable hasta 1 día en tela y madera, hasta 2 días en vidrio, 4 en acero inoxidable y plástico, y hasta 7 en la capa externa de una máscara médica.

Otro estudio halló que el virus sobrevivió 4 horas en cobre, 24 en cartón y hasta 72 en plástico y acero inoxidable acero.

“Sin embargo, estos estudios se llevaron a cabo en condiciones de laboratorio y en ausencia de prácticas de limpieza y desinfección y deben interpretarse con precaución en el entorno del mundo real”, anota la OMS.

Para Carlos Álvarez, representante científico para Colombia de la Organización Mundial de la Salud en el tema coronavirus, se debe tener claro en este tema que, tal como demostró la experiencia con otros virus, hay una posibilidad altísima de que el SARS-CoV-2 se transmita a través de las superficies, solo que no se han concluido exactamente estos mecanismos. De ahí que aconseja no bajar la guardia en este aspecto.

La OMS recomienda para la desinfección de superficies productos con base en cloro, como los hipocloritos tanto de sodio como de calcio, disueltos en agua y el ácido hipocloroso en soluciones acuosas que vayan desde 500 a 5.000 partes por millón. Para SARS-CoV-2 pueden funcionar soluciones de 1.000 partes por millón, es decir del 0,1 por ciento.

El periodismo: ¿otra víctima del coronavirus?

19 mayo 2020 –

Por: Anuar Saad – El Tiempo –

No son solo los casi 600 muertos y los más de 15 mil contagiados, ni los centenares de desempleados y comerciantes en quiebra las nefastas consecuencias que ha dejado el temible covid 19. Está pandemia que azota a nuestro país, al igual que a otras naciones del mundo, también ha dejado al descubierto que el buen ejercicio del periodismo nos ha quedado debiendo.

¿Cómo puedo explicar que en medio de una cifra alarmante de contagiados en una ciudad el medio no publique ni siquiera un análisis sobre la gravedad del asunto y se límite únicamente a reproducir el boletín diario del Ministerio de Salud, como quien replica “El boletín del consumidor”?

No hay que ser un especialista en periodismo de salud, ni tener un “magister” en pandemia, virus y cuarentenas, para poder llegar a los lectores, ávidos de información, y preocupados por las noticias diarias, con historias que alerten, pero que también reconforten. Con algo más que cifras y datos. Con información que trabaje en el por qué, en el para qué, y en el cómo y no se límite solamente al qué, a quién y a cuándo. Pues para hacer eso último, no se necesita ser periodista.

No se trata tampoco de crear amarillismo ni tejer novelas cursis alrededor del coronavirus. Ni de regodearse en exponer la pornomiseria (como lo llamaría el maestro Omar Rincón) de los que han sido víctimas del virus. Pero lo que sí es cierto, es que un hecho que no ocurría desde hace cien años -cuando la gripa española azotó al mundo dejando entonces alrededor de setenta mil muertos- sea cubierto de una forma tan fría y tan dependiente de lo que el gobierno hace saber.

¿Dónde están las historias de interés humano que relaten como se enfrenta a la adversidad? ¿Cómo se le gana la batalla a la muerte? ¿Por qué las comunidades más vulnerables a pesar de su enorme riesgo son las que violan más las normas de confinamiento y seguridad? ¿En qué parte podemos leer trabajos sobre la cultura ciudadana y su respuesta ante la pandemia? ¿Por qué escasean los perfiles de médicos de turnos de 20 horas que luchan contra el virus a costa de su propia vida? ¿En qué parte está la angustia de los que lo han perdido todo por la cuarentena? ¿A dónde encontramos los relatos de los que a pesar de la crisis, han sido capaces de reinventarse para seguir subsistiendo? ¿Cuál es la realidad de las unidades de cuidados intensivos de nuestras ciudades sobre todo en las provincias? ¿Por qué no se cuestiona lo miserable de las donaciones en muchos municipios del país y, lo que es peor, los comprobados sobrecostos en los mercados que deja en evidencia que a la corrupción le importa un comino la tragedia de los demás?

Los medios están llenos de las mismas declaraciones de los alcaldes, de citas que repiten lo mismo que el tele-presidente dice en sus repetitivos discursos de las seis y encontrar las verdaderas historias, esas que muestren el lado humano de algo que nos afecta a todos, es como hallar una aguja en un pajar.

Pierde el periodismo cuando los protagonistas son los propios mandatarios que se muestran repetidamente, hasta el cansancio, en videos, por todas las redes sociales recorriendo calles o lanzando advertencias. Parece que existiera un interés en que se publique solo lo “conveniente”, relegando, peligrosamente para el oficio, lo que debe ser periodístico: porque el verdadero periodismo no debe limitarse a ser el loro transcriptor de la voz del poder. Si no se cuestiona, si no hay una mirada crítica, si no se buscan historia más allá de los comunicados de Minsalud y de las Alcaldías, entonces la tarea no se está haciendo bien hecha.

Los medios están llenos de las mismas declaraciones de los alcaldes, de citas que repiten lo mismo que el tele-presidente dice en sus repetitivos discursos de las seis y encontrar las verdaderas historias, esas que muestren el lado humano de algo que nos afecta a todos, es como hallar una aguja en un pajar.

Tal vez la razón por la que muchos lectores prefieran leer llamativas historias de dudosa procedencia en las redes sociales que generalmente son solo ‘fake news’, sea porque ya están aburridos del periodismo plano, poco creativo y repetitivo que están llenando las páginas de los diarios y las pantallas de la televisión. Pero mientras se escoja la manera fácil de hacer periodismo, seguiremos leyendo las mismas historias, esas en las que abundan datos, cifras y estadísticas, pero que realmente no cuentan nada.

Las mejores historias de la lucha contra el coronavirus se han leído de la prensa italiana y española. Historias contadas desde la perspectiva de los médicos de urgencia que nos hacen estremecer y nos obligan a entender que este virus no es un juego. Lloramos con las pérdidas de otros y no entendemos porqué la tragedia se ensaña con algunos, pero también nos alegramos cuando alguien gana la batalla por su vida.

Que falta hacen los informes que alerten sobre la precaria realidad de nuestro sistema de salud, de lo mal pagos que son los médicos y de lo angustioso que es quedar en manos de las EPS en situaciones como estas. ¿Será que ya nos dimos cuenta que la inversión en salud y educación es más importante que invertir para la guerra?

Nos llegan rumores de los cambios del medio ambiente ante la ausencia de su más grande depredador: el ser humano. Pero esa historia está contada a retazos por fotos de redes sociales y de algún informe extraviado en alguna página internacional de un diario local. ¿Solo es noticia que el agujero de la capa de ozono se haga más grande pero no lo es cuando el agujero se reduce y se recuperan océanos, bosques y fauna?

Esperamos que sea cierto aquello de que después de esta pandemia no volveremos a ser los mismos. Ojalá. Pero esperamos también que el periodismo entienda, por fin, que tampoco puede seguir siendo el mismo.

Eventos online: un nuevo reto al que deben adaptarse los medios

19 mayo 2020 –

Tomado de: Laboratorio de Periodismo –

Los eventos físicos formaban parte de la diversificación de negocio de muchos medios hasta que el COVID-19  ha acabado temporalmente con ellos y los que tenían programados actos de este tipo los han tenido que posponer o incluso cancelar sine die, a la espera de que una vacuna permita recomponer las relaciones sociales en el entorno presencial.

Algunas empresas, incluso, han ido más allá y, como O’Reilly Media, han decidido cerrar completamente su unidad de negocio de eventos presenciales, “porque sin saber cuándo esta emergencia de salud global puede llegar a su fin, no podemos planificar ni ejecutar un negocio que cambiará para siempre como resultado de esta crisis”, indicaba su presidenta Laura Baldwin, y confirmaba que van a apostar por los eventos online. “Estamos listos para afrontar este desafío”.

La experiencia de Reuters en las últimas semanas

Uno de los grupos de medios que ya han avanzado en esta necesidad de empezar a organizar eventos online es Reuters, que a través de su división Reuters Events, ha desarrollado ya en plena pandemia eventos online sectoriales. Sin embargo, como en muchas otras cuestiones, el COVID-19 lo único que ha hecho es acelerar la toma de decisiones, porque por ejemplo Reuters, ya empezó hace unos meses a dar pasos para introducirse de lleno en el mundo de los eventos online.

Según explicaba Piers Latimer, director gerente de Reuters Events, y recoge The Drum, ya antes de que empezara a sentirse el impacto del Covid, en octubre de 2019, Thomson Reuters adquirió FC Business Intelligence (FCBI), un especialista global en eventos de empresa a empresa (B2B), e inmediatamente se renombró como Reuters Events. El objetivo era fusionar la confianza global de Reuters y su capacidad para operar a gran escala con la experiencia de FCBI en eventos de la industria.

Eyeforpharma en Barcelona, una de las primeras experiencias en la pandemia

Varios meses después, el Covid-19 les obligó a cancelar los 60 eventos programados del grupo en 2020 y aceleró sus planes de cambiar eventos presenciales por virtuales. Una de las primeras experiencias que ha llevado a cabo ha sido precisamente en Barcelona, con el evento Eyeforpharma, que debía ser presencial, pero que en cuatro semanas Reuters preparó para que fuera una edición virtual. En total, logró 15.000 registros de 90 países.

Latimer ha desvelado algunas claves para que los medios avancen en su estrategia de desarrollo de eventos online y asevera que no es lo mismo un evento presencial que uno online y que replicar el modelo físico en el virtual es un error:

Consejos para avanzar en la transformación hacia los eventos online

  • Más centrados en la calidad de los contenidos y menos en el networking. El objetivo principal de los asistentes a un evento online es aprender y no tanto el networking, y  esto obliga a enfocarse en el contenido de calidad, la participación de la audiencia, una excelente moderación y un entorno adecuado a las expectativas.
  • Periodos más cortos de atención. Los períodos de atención de los asistentes en el entorno online son indudablemente más cortos que en persona, lo que obliga a intervenciones más breves y a un ritmo más rápido
  • Pensar también en que se podrá ver luego a demanda. El consumo de eventos online no acaba con el streaming o el directo. Hay una vida posterior para que mucha gente asista en diferido al evento online.  El evento ‘a pedido’ tiene una vida posterior larga, por lo que hay que pensar también en una estructura que permita entenderlo y disfrutarlo a las personas que vayan a verlo después. Incluso, pensar en cómo monetizar estas demandas “a pedido”.
  • Conocimiento del asistente para ir mejorando. Los eventos online dejan también mucha información sobre los asistentes. Esta información (momentos de más consumo y atención, interacciones, datos de las personas que asisten, etc), permiten ir mejorando los eventos posteriores en función del análisis de esos datos.
  • Explicar la oportunidad a los patrocinadores. En el caso de Reuters, los patrocinadores de eventos presenciales han seguido apoyando los eventos virtuales, porque han entendido que es una forma muy apropiada de seguir llegando a sus clientes en estos momentos, y que, además, pueden dirigirse a audiencias ilimitadas en lugar de centrarse en una sola sala para ejecutivos.

Cuando vuelvan los eventos físicos, los asistentes serán más selectivos

Cuando el mundo de los eventos en vivo vuelva a ponerse en marcha, apunta Latimer, los asistentes serán más selectivos con respecto a las conferencias a las que asisten, conscientes del distanciamiento social, y agrega que “los ejecutivos examinarán de cerca las oportunidades de eventos físicos y solo asistirán a reuniones esenciales”.

Trump amenaza por carta a la OMS con cortar la financiación de forma permanente y sacar a EE.UU.

19 mayo 2020 –

Tomado de: ABC – España –

Las tensiones entre EE.UU. y la Organización Mundial de la Salud (OMS) viven un nuevo momento crítico en medio de la pandemia del Covid-19. Este lunes, Donald Trump envió una carta a Tedros Adhanom, director general de la OMS, en la que le amenaza con eliminar de forma permanente la financiación de EE.UU. a la organización internacional y con dejar de ser miembro si no ejecuta reformas estructurales y demuestra «independencia frente a China», a quien Washington acusa de originar la pandemia y ocultar y falsificar información sobre el virus.

La carta la compartió el propio Trump en su cuenta de Twitter, y llega el mismo día en el que la OMS ha pactado con China una investigación de los orígenes de la pandemia en Wuhan, con una resolución que se votará este martes en la Asamblea Mundial de la Salud.

En la víspera, el secretario de Sanidad y Servicios Humanos de EE.UU., Alex Azar, criticó en ese mismo foro la gestión de la crisis por parte de China, que intentó buscar un acercamiento con la comunidad internacional con su predisposición a una investigación y con las promesas de compartir la vacuna para el coronavirus si la consigue y de dedicar 2.000 millones a combatir la epidemia en África.

Eso no parece ser suficiente ni suficientemente rápido para Trump. «No tenemos tiempo que perder», escribe en la carta a Tedros. «Por eso es mi deber, como presidente de EE.UU. informarle de que , si la OMS no se compromete a mejoras sustanciales en los próximos 30 días, convertiré en permanente el congelamiento temporal de la financiación de EE.UU. y reconsideraré nuestra pertenencia a la organización».

Trump anunció la suspensión de fondos el mes pasado, tras acusar a la OMS de ser demasiado amable con Pekín y de no haber informado a tiempo y con eficiencia de la expansión del coronavirus. Trump lo hace en medio de acusaciones dentro de EE.UU. de que su gestión de la pandemia fue tardía, poco eficiente y descoordinada.

«No puede permitir que el dinero de los contribuyentes estadounidenses siga financiando una organización que, en este momento, claramente no sirve a los intereses estadounidenses», añade Trump. EE.UU. es, con diferencia, el país que más fondos aporta a la OMS. De sus arcas estatales ha salido el 20% del presupuesto de la organización.

En la carta, Trump enumera los errores y la lentitud de la OMS a la hora de informar a la comunidad internacional sobre la pandemia, las alabanzas sobre la gestión de China de la crisis -algo que también hizo el presidente de EE.UU.- y su permisividad con Pekín a la hora de confiar en su información y de supervisar su respuesta a la emergencia. Trump compara la labor de la organización dirigida con Tedros con la reacción que Gro Harlem Brundtland, su antecesora en la OMS, tuvo con China en la epidemia de SARS de 2013, cuando censuró a Pekín por tratar de ocultar el brote.

«Muchas vidas se hubieran salvado si hubiera seguido el ejemplo de Brundtland», asegura Trump, que califica la reacción de la OMS a la pandemia de coronavirus de «extremadamente costosa para el mundo».

Coronavirus | Paul Mason: «La alternativa para los próximos 20 años es una forma sostenible de capitalismo. Seguirá siendo capitalismo, pero no se verá como tal»

19 mayo 2020 –

Foto: Getty Images –

Tomado de: Juan Carlos Pérez Salazar – BBC Londres

Un gran signo de interrogación se cierne sobre el mundo: ¿qué ocurrirá después de la pandemia por el coronavirus?

Y el interrogante recae sobre las más cosas más cercanas y concretas (¿cuándo volveremos a darnos la mano con nuestros amigos?) pero también las más abstractas y, solo aparentemente, lejanas: ¿se verán afectadas nuestras libertades individuales?, ¿es el fin de la globalización?, ¿qué pasará con el capitalismo?

Esta última pregunta parece ir al corazón mismo de lo que ocurre. ¿Es el capitalismo una víctima más de la crisis o su directo instigador? ¿En qué deberá cambiar el sistema para adaptarse a la nuevas realidades? ¿Hay apetito para ese cambio entre las clases dirigentes y empresariales?

Alguien que ha dedicado buena parte de su vida a reflexionar sobre el capitalismo y a criticarlo desde un punto de vista progresista es el periodista e intelectual británico Paul Mason.

Cómo periodista ha cubierto las crisis económicas y los movimientos sociales de las últimas dos décadas.

Como intelectual -aparte de una novela y una obra de teatro- ha escrito libros sobre los mismos temas: la clase trabajadora, la crisis financiera de 2008 y las diferentes protestas globales como la Primavera Árabe, Ocuppy Wall Street o los indignados de España.

Pero son sus dos últimas obras, «Postcapitalismo: hacia un nuevo futuro» y «Por un futuro brillante: una defensa radical del ser humano», las que lo han dado a conocer a nivel internacional e involucrado en numerosos debates sobre el estado actual del capitalismo y su futuro.

Hablamos con Paul Mason en Londres, donde reside.

En un artículo reciente usted hace un interesante paralelo entre lo que ocurre ahora y lo que pasó después de la epidemia de la pestenegra, en el sigo XIV, porque de hecho significó el cambio de Feudalismo a Capitalismo.

Uno de los temas de mi trabajo es que -como el Feudalismo- el Capitalismo tiene un comienzo, un medio y un final.

Y en mi último libro (Clear Bright Future: A Radical Defence of the Human Being) digo que el final de un modo de producción de un sistema económico es con frecuencia una mezcla de sus debilidades internas combinado con lo que a menudo llamamos «shocks extremos» o exógenos.

Entonces, para nosotros el cambo climático se siente como un shock exógeno porque el único capitalismo industrial que conocemos está basado en la extracción de carbón y la destrucción de la biósfera.

Es posible que, en un universo paralelo, el capitalismo se hubiera desarrollado con energía producida por el agua y en armonía con la naturaleza. Pero no fue así.

También está el envejecimiento de la población, que iba a hacer entrar en bancarrota a posiblemente un 60% de los países para mediados de este siglo porque no va a haber suficiente gente para sostener una población envejecida.

El coronavirus es otra cosa que parece un shock externo, porque probablemente se originó en un murciélago y es el último en una serie de virus zoonóticos que han saltado a los seres humanos.

Pero mi argumento es que, aunque parecen shocks externos, en realidad son producidos por el capitalismo.

Ese es el problema: el tipo de capitalismo que tenemos destruye los bosques tropicales y crea las condiciones para que millones de personas vivan en barrios marginales.

Y en el mundo desarrollado -probablemente no tan obvio para algunos de sus lectores en América Latina- ha creado «enfermedades de la pobreza». Entonces mucha de la gente muriendo en Londres es obesa, tiene diabetes tipo B o enfermedades de los pulmones porque han fumado toda la vida.

El paralelo que hago con la peste negra es limitado, pero vale la pena explorarse, porque hizo dos cosas: interrumpió el modelo económico del Feudalismo porque no había campesinos para cultivar la tierra.

Y en la ciudades no había suficientes personas que supieran trabajar lo que era la materia prima principal en esa época, la lana. En las revueltas que se produjeron después de la peste negra siempre hubo trabajadores de la lana.

El otro impacto -y mayor- es que interrumpió la ideología. Porque hizo que la gente se dijera: esto (el modelo) no está funcionando.

Entre quienes han estudiado la época hay un libro brillante que se llama «Lust for liberty» (Deseo de libertad), de Samuel K. Cohn. El título lo dice todo: al final de la peste negra la gente se dio cuenta de que el sistema no la estaba protegiendo.

Si piensa en el Feudalismo -y en América Latina creo que todavía guardan la memoria de esos grandes señoríos de los terratenientes, pues las revoluciones anticoloniales fueron también contra los grandes terratenientes-, la cultura dentro de esos grandes señoríos es el paternalismo. El dueño esta ahí para explotarte, pero también te protege.

Y lo que pasó en el siglo XIV es que la gente dijo «un momento, esto no nos está protegiendo», Entonces la palabra «libertad» empezó a diseminarse y a ser usada.

Nosotros pensamos en la palabra «libertad» en relación con la Revolución francesa, pero en 1360 y en adelante tenemos la palabra «libertas», en latín usada por revolucionarios.

Algo que me llama la atención en esta comparación es que la peste negra marcó el paso del Feudalismo al Capitalismo, lo que de alguna manera dio paso al Renacimiento y a lo que conocemos como Edad Moderna. Y desde hace unos 40 años se viene hablando del fin de esa Edad Moderna y de lo que, por falta de una expresión mejor, se llama Postmodernismo. Como si de nuevo una epidemia estuviera marcando el paso a una era distinta….

Es interesante, pero no lo veo así. Hay varias cosas en juego. Mi posición es que tenemos a nivel global un sistema económico que no funciona. Y es un sistema que depende de que el mundo rico bombee dinero en el más pobre y, a su vez, este mundo pobre bombee de vuelta ganancias al rico.

Es una simplificación extrema, pero así funciona.

Eso ha creado enorme desarrollo en el sur global -algo bueno para la región- pero a la vez crea barrios marginales, pobreza y desigualdad. Y en el mundo desarrollado también ha creado tanta desigualdad que el sistema no es sostenible.

En 2008, dijimos: hay demasiada deuda. Y la razón fue que los bancos centrales imprimieron demasiado dinero y la gente lo usó para especular. Y la solución fueron 75 billones extras en deuda y más dinero por parte de los bancos centrales.

Entonces tratamos de curar la enfermedad… con más enfermedad. Y la enfermedad es el capitalismo financiero.

¿Y cuál es la cura que se está ofreciendo para la crisis del covid-19? Más dinero desde los bancos centrales, más deuda.

Entonces, antes de hablar de Modernidad, debemos hablar de algo mucho más reciente: del modelo económico Neoliberal, que es basado en alta desigualdad, especulación financiera extrema y salarios bajos. Un modelo que en algún momento funcionó pero que ya no lo hace.

Dejemos a un lado el tema de la deuda. Si piensas en una franquicia de Starbucks, trabaja a un margen de ganancia muy pequeño porque los costos siempre están bajo presión para que se reduzcan.

Si Starbucks trata de aumentar el precio del café, McDonald’s lo reduce de inmediato. Entonces estamos en algo que ha sido llamado «just in time Capitalism«, donde no hay inventarios ni existencias.

Es lo que tenemos en el servicio de salud británico: lo operamos a su capacidad total, entonces no hay camas ni respiradores de repuesto. Y eso no puede continuar así. Lo que se necesita es capacidad.

En el futuro tendrá lógica que Starbucks posea vastas bodegas con granos de café en cada país. Tendrá lógica que los empleadores tengan trabajadores adicionales, porque esto va a continuar y tendrán un 10% de fuerza de trabajo enferma en todo momento.

Y lógicamente, el servicio de salud británico debería tener más camas, doctores y enfermeros.

Pero si todo eso ocurre, el modelo entero del neoliberalismo va a caer. Entonces ese es mi punto. Tenemos un modelo que ya explotó y creo que la tarea para aquellos que están involucrados en política es pensar en una solución.

Porque la respuesta no puede ser la misma que la mayoría de los países dio en 2008, ¿no? Austeridad, recortes en sistemas como el de salud. Eso va al corazón de todo lo que está mal ahora.

Por supuesto. Tenemos que rechazar la austeridad, no sólo porque golpea más fuerte a los que menos tienen sino porque si la combinas con más dinero impreso por los bancos centrales…

Piénsalo en términos de la cantidad de dinero circulando: si un gobierno pone a circular más dinero, pero al mismo tiempo le está quitando dinero a la economía (bajando salarios y reduciendo el gasto público), el único lugar hacia el que ese dinero puede fluir es hacia los más ricos.

Entonces, esa combinación de imprimir mas billetes mientras se reduce el Estado sólo va a producir más desigualdad.

Y de hecho le digo lo siguiente a sus lectores: cualquier gobierno en América Latina que proponga hacer estas dos cosas al mismo tiempo está a sabiendas llenando los bolsillos de la clase alta de ese país.

¿Qué cree entonces que va a ocurrir? Porque estamos ante cambios que nunca se pensó que pasarían con tal rapidez: países aprobando un salario básico universal o la nacionalización de aspectos clave de la economía… ¿Va eso a continuar?

No. Mire, es posible pensar en tu cabeza que el libre mercado funciona perfectamente y que va a corregir todo en circunstancias normales pero lo que ahora necesitamos es una fuerte intervención estatal.

Lo estamos viendo con Trump o con los conservadores en Reino Unido que están tomando las medidas correctas aunque con lentitud: cerrar la economía y la compra estatal de compañías.

Pero, ¿que va a pasar cuando la gente se dé cuenta de que la normalidad no va a regresar? Creo que necesitamos tres cosas:

Que el gobierno tenga una participación en todos los negocios estratégicos. Esto no es lo mismos que rescatarlos. Se les da algún dinero pero con condiciones, como que mantengan toda la fuerza de trabajo que puedan; en los casos de aerolíneas y petroleras se les pide que empiecen a cambiarse a tecnología verde. Y que el Estado sea dueño de una parte de la empresa.

Usted mencionó renta básica. A largo plazo, la mejor manera de que esto funcione es a través de algo llamado servicios básicos universales.

Es decir, usar el dinero de los contribuyentes no para garantizarle un salario a todo el mundo, sino para proveer servicios gratis: salud, educación a nivel universitario, viviendas muy baratas y transporte muy barato o incluso gratis en las ciudades.

El problema en esta crisis es que nada de eso va a ayudar porque lo que la gente necesita ahora mismo es efectivo. Entonces si, en el corto plazo necesitamos en cada país un esquema de salario básico universal.

Finalmente, la tercera cosa que creo que necesitamos es que los bancos centrales compren deuda del gobierno, si es necesario de manera directa.

Esto es anatema para la economía de libre mercado porque básicamente es el gobierno diciendo que es el fin de la independencia de los bancos centrales (algo que era una ficción, de todas maneras). Es el gobierno prestándose a sí mismo.

Para muchos no tiene sentido, pero tendríamos que pensarlo de esta manera: nos estamos dando un «préstamo puente» (un préstamo especial que conceden algunas entidades financieras cuando sus clientes tienen una necesidad inmediata de financiación) del futuro.

Eso van a tener que pagarlo quienes estén vivos dentro de 50 a 100 años. Porque si nosotros pagamos los costos ahora, no es solo que la gente va a morir de una enfermedad. Creo que la misma democracia va a morir.

Ya estaba muy frágil -fíjate en Trump, en Bolsonaro- y si permitimos una caída en la escala de 1929 creo que en muchos países la democracia se va a evaporar.

Algo que usted analizaba hace casi cinco años en «Postcapitalismo», su libro anterior, es que el capitalismo ha perdido su capacidad de adaptarse, en especial neoliberalismo. ¿Lo sigue pensando?

El capitalismo se puede adaptar a esta crisis, pero tendrá una forma muy diferente. Se verá tan diferente que mucha gente no lo entenderá como capitalismo.

Ahora mismo hay muchas oportunidades para inversión privada. Por ejemplo en diferentes maneras de educación, entretenimiento.

Los ingresos de Netflix está aumentando, su problema es que no puede hacer programas. Pero está la oportunidad para que las personas creativas los hagan. Por ejemplo, creo que la animación se volverá de nuevo muy popular.

No estoy diciendo que esta crisis vaya a significar el fin del capitalismo. El punto en mi libro era diferente: que el capitalismo había perdido su capacidad de adaptarse a los cambios tecnológicos.

Sí, es verdad.

En esencia, en todas las revoluciones tecnológicas previas, las tecnologías nuevas destruían los viejos trabajos.

Por ejemplo, las personas que usaban caballos y carrozas se quedaron sin trabajo a principios del siglo XX con la creación del automóvil. Pero nuevos trabajos fueron creados en las fábricas de autos.

Así es como se adapta el capitalismo. El problema es que la tecnología de la información actual destruye trabajos más rápido de lo que los crea y siempre lo hará. Y en particular destruye trabajos bien remunerados.

Por supuesto, crea el puesto de desarrollador de software bien pagado, pero ahora mucho del desarrollo en software está automatizado.

El clásico trabajo manual bien pagado era el de fabricante de herramientas para maquinaria. Entonces tenías un ingeniero muy talentoso que era capaz de diseñar y fundir en metal algo que era tan preciso que podías hacer aviones con ello. Ahora lo hace un computador.

Ese es la idea que trato de explicar cuando hablo de que la no adaptabilidad del capitalismo, pero esta crisis de covid-19 es un problema más.

¿Y sigue creyendo ver las semillas de ese postcapitalismo en mucho de lo que vivimos ahora, como Wikipedia?

La tecnología de la información hace que sea muy difícil obtener ganancias fáciles. También crea la posibilidad de automatización rápida. Crea un efecto de redes que produce nuevo material.

Por ejemplo: cuando descubramos una vacuna para el coronavirus, ya sea que los dueños la proporcionen gratis o no, el hecho es que podría ponerse a disposición de todo el mundo al día siguiente. Y gratis. Ahora es muy fácil fabricar la vacuna por la tecnología de la información.

Básicamente, la tecnología de la información está haciéndole muy difícil al capitalismo ser capitalista. Ahora, dentro de eso tenemos unas maneras alternativas de posesión, como Wikipedia, el movimiento open source, plataformas de cooperación.

En «Postcapitalismo» yo argumento que a todo esto le tomará mucho tiempo para madurar en un sistema alternativo, entonces el punto es si los Estados quieren hacerlo.

¿Quieren los Estados entender que vastas proporciones de lo que hacemos puede hacerse por fuera de un sistema de ganancias?

Y creo que el hecho de que ahora mismos estemos en una crisis de funcionalidad del modelo existente debería hacer que las personas piensen en qué alternativas tenemos.

Y para mí, la alternativa para los próximos 20 años es una forma más sostenible de capitalismo. Es decir, más verde, sin barrios marginales, sin especulación financiera.

Seguirá siendo capitalismo, pero no se verá como tal.

Pero las tendencias geopolíticas que vemos ahora no apuntan hacia ese tipo de cooperación: ascenso de nacionalismos, de la figura del hombre fuerte. De hecho, algunos pensadores creen que lo que pasará al final de esta crisis será similar a lo que vimos tras la Primera Guerra Mundial, más fragmentación y división… Entonces las cosas pueden empeorar.

Sí, es verdad, existe la amenaza de gobiernos autoritarios de derecha colaborando con el ascenso de fascismo real.

Están interactuando. Esa amenaza se verá fortalecida pero debes recordar algo: usaste el ejemplo de la Primera Guerra Mundial y lo que también vimos en ese entonces fueron levantamientos de trabajadores, gobiernos de izquierda en Austria, Alemania…

Sí, bastante cortos…

Sí, claro pero es que la historia es…

Hay una gran frase de un poema de un inglés que peleó en la guerra civil española, John Cornford, quien la escribió cuando estaba literalmente sentado en una trinchera, esperando la muerte. Siempre pienso en ella en momentos como este, dice: «La historia no es plastilina sino rugientes arenas».

Es una muy buena analogía. No podemos moldear la historia con nuestras manos como si fuera plastilina, son como arenas que fluyen, siempre puedes darles dirección. No es inevitable que esas arenas te van a aplastar. Puedes hacer algo.

En el período que viene, mucha gente se va a aferrar al recuerdo de lo que fueron los últimos 20 años. Y todo lo que querrán es volver a lo mismo.

Y lo sé por lo que pasó con la generación de mi padre: cuando la vieja estabilidad posterior a la Segunda Guerra colapsó, se aferraron a los recuerdos de los 60. Lo único que querían era volver a eso. Pero me temo que ahora, como entonces, no hay marcha atrás.

Creo que los países más exitosos serán los que se den cuenta de que no hay manera de regresar, que habrá desglobalización -no es algo bueno, no lo celebro-, pero en un mundo desglobalizado quienes lo entiendan primero serán los que menos sufrirán.

Franklin Delano Roosvelt se dio cuenta en 1933 de que la manera de salir de la Gran Depresión eran una intervención estatal masiva y programas de empleo. En ese momento, Estados Unidos tenía partidos fascistas, pero perdieron.

Para 1933 era muy tarde para detener el fascismo en Alemania porque la sociedad civil había colapsado bajo el peso de un enorme desempleo.

Entonces, ahora los exitosos serán quienes entiendan primero que habrá una formas limitadas de desglobalización, que el Estado necesita asumir un papel más fuerte, que el sistema de bienestar necesita también ser fortalecido.

Y tendrá que haber un nuevo acuerdo social entre trabajadores, propietarios de la tierra y jefes de compañías.

Porque si quieres manejar un Estado -estoy pensando en Brasil y Bolsonaro- como si fuera una entidad partisana en tiempos de guerra, constantemente en conflicto con la mitad de tu población, el país no prosperará.

La economía y el coronavirus: los negocios ganadores y los sorpresivos perdedores durante la pandemia

14 mayo 2020 –

Foto: GETTY IMAGES –

Tomado de: BBC –

La pandemia del coronavirus ha puesto de rodillas a la economía global, pero las medidas de confinamiento que restringen nuestros movimientos también han ayudado a prosperar a algunos negocios.

Sin embargo, incluso en las historias de éxito hay que leer la letra pequeña.

Por ejemplo, muchos han usado internet para hacer sus compras, lo cual debería ser una noticia aparentemente fabulosa para el comercio electrónico.

Bien, sin duda, eso ha favorecido a algunas empresas, pero las cifras del gigante estadounidense Amazon cuentan una historia diferente.

Bajo el ala del hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, la compañía protagonizó titulares a mediados de abril como uno de los claros ganadores en la crisis del coronavirus, con clientes rebosando su sitio web y gastando cerca de US$11.000 por segundo.

En respuesta, las acciones de Amazon registraron una subida histórica.

Pero dos semanas después, los contables del grupo estaban en una sintonía diferente. Se ha dicho que la compañía pronto podría ver una pérdida por primera vez en cinco años cuando se revelen sus datos entre abril y junio.

Gastos en tiempos de coronavirus

Pese a haber producido mucho más dinero entre enero y marzo, Amazon se enfrenta a costos crecientes para manejar el aumento de pedidos, que le han obligado a contratar a 175.000 trabajadores más.

La compañía dice que tendrá que gastar US$4.000 millones para lidiar con la propagación de la covid-19, lo cual incluye proporcionar a sus trabajadores de equipos de protección personal y realizar operaciones de desinfección en sus gigantescos almacenes.

Esa cantidad supera las ganancias de Amazon durante el primer trimestre de 2019 (US$2.500 millones).

Amazon se ha resistido durante mucho tiempo a reconocer a los sindicatos, argumentando que prefiere hablar directamente a sus empleados sobre cualquier preocupación que tengan.

Antes de su anuncio sobre el costo de los gastos derivados de la covid-19, Amazon había recibido críticas por el tratamiento de su fuerza laboral durante la pandemia por motivos de seguridad.

Netflix liderando el auge del «streaming»

La industria del entretenimiento en casa ha sido una clara ganadora en el confinamiento, asentándose sobre una tendencia creciente que venía de antes.

Durante los últimos años, el streaming (o emisiones por internet) se ha vuelto cada vez más popular.

A pesar de que el número de personas que fueron al cine en todo el mundo creció un 18% en los últimos dos años, las suscripciones a Netflix aumentaron un 47% durante el mismo periodo.

No sorprende que el sector del entretenimiento doméstico prospere cuando tantas personas no tienen otra opción que quedarse en casa.

«En Italia y en España, por ejemplo, las nuevas instalaciones de la aplicación de Netflix aumentaron un 57% y un 34%durante el confinamiento (respectivamente)», le dijo a la BBC la analista de tendencias Blake Morgan.

«La gente necesita el entretenimiento y el escapismo ahora más que nunca».

Netflix anunció el 22 de abril que tuvo casi 16 millones de clientes nuevos entre enero y abril.

Preocupaciones de producción

Pero esta historia tiene otra cara que no pinta tan bien.

Las condiciones del confinamiento han paralizado en gran medida la producción de nuevas series y películas.

Además, muchas divisas nacionales han perdido valor a causa de la pandemia, lo cual significa que los clientes internacionales más recientes de Netflix no están aportando tanto dinero a la compañía estadounidense.

Otra gran empresa estadounidense de entretenimiento que ha tenido algunas ganancias pero también pérdidas durante la pandemia es Disney.

La compañía ha tenido que cerrar sus parques de diversiones cuando se pusieron en práctica las medidas de confinamiento. Eso le ha supuesto a Disney un costo de al menos US$1.400 millones, según su director ejecutivoBob Chapek.

Pero al mismo tiempo la demanda de los servicios en streaming de Disney se han disparado.

La plataforma Disney+, que se lanzó en noviembre, tiene ahora cerca de 55 millones de suscriptores, una cifra que a Netflix le costó cinco años obtener.

Logísticas inviables

Uno podría esperar que el creciente comercio electrónico también reporte buenas ganancia para las empresas de reparto que dejan los paquetes en la puerta de tu casa.

Dos de las mayores compañías de reparto del mundo, Fedex y UPS, con base en Estados Unidos, han pedido apoyo al gobierno estadounidense por los problemas logísticos causados por las restricciones del confinamiento.

Aunque ha habido un aumento de clientes particulares comprando por internet, las operaciones más rentables son las interempresariales, y la demanda de éstas ha caído porque muchos negocios han tenido que cerrar sus puertas o reducir sus actividades durante la pandemia.

Hasta ahora, las ganancias de UPS han caído más de un 26% este año.

Entrega de comida

Del mismo modo, el confinamiento ha tenido pros y contras para los servicios de entrega de comida a domicilio.

Algunos restaurantes han podido abrir para hacer comida para llevar en algunos países y ciudades de todo el mundo.

Pero si bien la demanda de compras de alimentos por internet se disparó, los pedidos de comida a domicilio no parecen haber experimentado la misma suerte.

La agencia de noticias Reuters indicó que las compañías de reparto de comida en mercados europeos clave como Just Eat o Uber Eats han experimentado caídas consistentes en usuarios diarios, contrariamente al crecimiento porcentual -en cifras de dos dígitos- en el reparto de tiendas de alimentación.

El sexo vende, pero ya no tanto para los trabajadores sexuales

Desde Colombia hasta Dinamarca, se ha registrado un incremento en la venta de juguetes sexuales durante el confinamiento.

Es un gran negocio con un mercado que movió casi US$27.000 millones en 2019.

La covid-19 parece haber dado un empuje a la industria de los juguetes sexuales, con compañías especializadas en dispositivos de alta tecnología que ofrecen «experiencias para larga distancia» beneficiándose del distanciamiento social.

Pero el coronavirus ha generado pérdidas de ingresos -y aumentado los riesgos para la salud- de los trabajadores sexuales.

En muchos países, los trabajadores sexuales no tienen derechos legales y no pueden optar a los programas de ayuda del gobierno, lo cual les sitúa en una situación de pobreza e incluso de falta de vivienda durante la pandemia.

Japón es una excepción, al ser un país que ha ofrecido ayuda financiera a los trabajadores sexuales durante esta crisis.

Ejercicio en confinamiento

Las restricciones de movimientos y viajes han supuesto malas noticias para los gimnasios, pero la venta de equipos de entrenamiento a quienes se ponen en forma en casa ha aumentado.

En Australia, por ejemplo, hubo compras de pánico de artículos de fitness, desde pesas hasta esterillas de yoga.

También ha aumentado el llamado sector del «fitness digital».

Las ventas de relojes inteligentes crecieron un 22% a comienzos de 2020, en comparación con el mismo período de 2019, según un informe de la consultora Strategy Analytics.

«Muchos clientes han estado usando smartwatches para monitorear su estado de salud y ejercicios durante el confinamiento», le contó a la BBC Steven Waltzer, analista de esa firma.

Los entrenadores personales tratan de usar internet para reemplazar las sesiones tradicionales, pero esta situación resulta difícil para muchos profesionales del sector y varios gimnasios han tenido que cerrar sus puertas.

Comunicación en línea

Con millones de personas en todo el mundo trabajando desde casa, las herramientas de comunicación en línea han ganado popularidad.

La empresa que lidera el negocio de las videoconferencias es Zoom.

La aplicación tuvo más de 131 millones de descargas en todo el mundo en abril, según la firma de investigación Sensor Tower, 60 veces más que el mismo periodo el año anterior.

En India se realizaron más del 18% de esas descargas, y el segundo país en la lista es Estados Unidos, con un 14%.

Zoom se ha convertido en la elección preferida de muchos negocios y de miembros del público.

Teletrabajo

Aunque la mayoría de las personas usan la versión gratuita de la aplicación, que tiene restricciones como límites de tiempo en una llamada, Zoom gana dinero de los usuarios que pagan por sus funciones premium y en los primeros tres meses de 2020, la compañía ganó US$122 millones, duplicando lo que logró en el mismo período del año pasado.

Otro ganador de la tendencia al «teletrabajo» ha sido Slack.

La plataforma de mensajería instantánea que usan las empresas para comunicaciones internas dijo que sus suscriptores casi han duplicado su número entre enero y marzo.

Acciones de PayPal

Una de las compañías de pagos digitales más grandes del mundo, PayPal, se ha visto gravemente afectada por la covid-19. Sus ganancias netas durante los primeros tres meses de 2020 se redujeron a US$84 millones, casi ocho veces menos que en el mismo período del año pasado.

Pero al mismo tiempo, las acciones de PayPal alcanzaron su valor más alto el 7 de mayo.

¿Cómo explican eso los analistas de mercado?

Muchas personas enfrentan dificultades financieras y pueden estar inclinadas a gastar menos durante el confinamiento, pero la misma situación también puede alentarlos a migrar a servicios de pago digital, una señal potencialmente positiva para el futuro de PayPal.

PayPal registró 10 millones de cuentas nuevas entre enero y marzo y procesó hasta US$199.000 millones, un aumento de $161.500 millones en el mismo período en 2019.

«Creemos que estamos llegando a un punto de inflexión en todo el mundo donde la gente está viendo lo simple y fácil que es usar pagos digitales para servicios», dijo el CEO de PayPal, Dan Schulman, a los inversores en una conferencia telefónica el 6 de mayo.

«Una encuesta tras otra muestra que las personas ahora están más inclinadas a comprar por internet que a volver a la tienda», agregó.

Sanofi da prioridad a EEUU en una vacuna contra la covid-19 y crea una polémica

14 mayo 2020 –

Foto: Archivos / Eric Piermont –

Tomado de: AFP.

Francia protestó este jueves tras el anuncio del gigante farmacéutico francés Sanofi de que dará prioridad a Estados Unidos en caso de hallar una vacuna contra la covid-19 y el presidente Emmanuel Macron estimó que la vacuna contra este virus que ha dejado cerca de 300.000 muertos en todo el planeta deber ser «un bien público mundial».

«Los esfuerzos realizados en los últimos meses muestran la necesidad de que esta vacuna sea un bien público mundial, ajena a las leyes del mercado», dijo Macron después de que Sanofi afirmara que podría destinar a Estados Unidos las primeras vacunas contra el coronavirus, puesto que las autoridades de este país han invertido en su desarrollo.

El gobierno estadounidense tendrá «derecho a los pedidos más grandes», puesto que este país «ha invertido» y «comparte el riesgo», dijo el miércoles director general del grupo farmacéutico, Paul Hudson, en una entrevista a la agencia Bloomberg.

El británico, que asumió el cargo el año pasado, instó este jueves a Europa a «compartir los riesgos» para fabricar una vacuna.

Sus comentarios desataron una ola de indignación del gobierno francés y expertos en salud, que hicieron hincapié en las decenas de millones de euros que Sanofi ha recibido para la investigación por parte del Estado francés.

«El acceso igualitario a esta vacuna para todos no es negociable», sostuvo el primer ministro francés, Edouard Philippe, en Twitter, un argumento con el que coincidió la Unión Europea que estimó que el acceso al tratamiento debe ser «universal».

«Para nosotros sería inaceptable que hubiera un acceso privilegiado a tal o cual país por razones financieras», dijo a la radio la secretaria de Estado para la Economía, Agnès Pannier-Runacher.

La presidencia francesa anunció que mantendrá conversaciones con los ejecutivos de Sanofi en el Palacio del Elíseo a principios de la próxima semana.

– ‘Los estadounidenses han sido eficaces’ –

El director de Sanofi en Francia, Olivier Bogillot, trató de sofocar la polémica y aseguró el jueves que «el objetivo es que esta vacuna esté disponible a la vez en Estados Unidos, en Francia y en Europa de la misma manera».

Pero, en los hechos, esto será posible «si los europeos trabajan igual de rápido que los estadounidenses», añadió Bogillot.

«El gobierno estadounidense se movilizó fuertemente de manera financiera desde muy pronto», subrayó, y agregó que Estados Unidos ya había previsto pagar «varios cientos de millones de euros».

«Los estadounidenses han sido eficaces en este periodo. La UE tiene que serlo también para ayudarnos esté disponible rápidamente», instó.

En un comunicado, Sanofi precisó que «la producción en suelo estadounidense estaría principalmente dedicada a Estados Unidos y el resto de (sus) capacidades de producción se destinaría a Europa, a Francia y al resto del mundo».

La empresa también se comprometió a que esta posible vacuna «sea accesible a todos».

En una carta abierta, más de 140 personalidades, entre ellas el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa y el primer ministro paquistaní Imran Khan, pidieron que las futuras vacunas o tratamientos contra el coronavirus sean distribuidas «gratuitamente a todos».

Sanofi, uno de los especialistas en vacunas más poderosos del mundo, se lanzó en la búsqueda de una vacuna en febrero y firmó un acuerdo de cooperación con la Autoridad de Investigación Biomédica Avanzada y de Desarrollo (BARDA), que depende del ministerio estadounidense de Salud.

En cuanto a la investigación propiamente dicha, Bogillot confirmó que el objetivo seguía siendo el desarrollo de una vacuna utilizable en un plazo de 18 a 24 meses. Este plazo es extremadamente acelerado en comparación con el plazo normal de unos 10 años, señaló.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA), dijo que es posible que algunas vacunas estén «listas para ser aprobadas de aquí a un año», pero añadió que este plazo es «optimista».

En este momento existen más de cien proyectos de vacunas en desarrollo contra la covid-19 en todo el mundo, ocho de los cuales ya se encuentran en ensayos clínicos en Estados Unidos, China y Europa, según el Instituto Jacques Delors.

INTERNET | RSF urge a las grandes plataformas a prevenir el acoso online a los periodistas que cubren el Covid-19

14 mayo 2020 –

Foto: Pixabay.

Tomado de: RSF –

En un momento en el que los medios cumplen una función crucial en la publicación de información fiable sobre la epidemia de Covid-19, Reporteros Sin Fronteras (RSF) expresa su alarma por el aumento del acoso en internet a periodistas, en todo el mundo y a menudo a instancias de políticos y partidos políticos. La organización pide a las plataformas digitales que intensifiquen sus esfuerzos para proteger a los periodistas.

En muchos países, los periodistas están siendo sometidos a campañas de acoso digital, diseñadas para silenciarlos, porque cuestionan la información que las autoridades proporcionan sobre la epidemia de Covid-19. Los casos examinados por RSF muestran que estas campañas de odio en línea -ya sean emprendidas por ejércitos de troles, individuos aislados o partidarios de formaciones políticas-, suelen estar alentadas por los políticos y no reciben una respuesta adecuada por parte de las plataformas.

En el subcontinente indio hay muchas campañas de este tipo. En India, la periodista Vidya Krishnan ha sido objeto de constantes insultos sexistas y amenazada con agresión, violación y asesinato en las redes sociales desde que escribió un artículo que describe la «insensibilidad» de la respuesta del gobierno indio a la Covid-19.

En la vecina Bangladesh, los medios progubernamentales han estado acusando al bloguero bangladesí exiliado en Francia Pinaki Bhattacharya de difundir noticias falsas sobre el gobierno desde que señaló la respuesta del ejecutivo bangladesí a la epidemia. A finales de marzo, perdió dos veces el acceso a su perfil de Facebook durante varios días porque lo dieron por muerto.

Después de que el periodista afgano Mortaza Behboudi cubriera la situación en los campos de refugiados en la isla griega de Lesbos para el canal de televisión franco-alemán Arte, el líder del partido Recrear Grecia, Thanos Tzimeros, lo acusó de difundir «mentiras monstruosas» y desde entonces lo han amenazado en Twitter con agredirle físicamente.

Europa no se ha salvado. En algunos casos, los políticos han alentado los ataques online. El periodista y corresponsal de RSF en Eslovenia, Blaž Zgaga, que presentó oficialmente una solicitud de información sobre la pandemia de Covid-19 ante las autoridades de Liubliana, ha sido víctima de amenazas alimentadas, entre otros, por el primer ministro esloveno.

Ana Lalić, periodista del diario digital serbio Nova.rs, ha sido blanco de una campaña de odio similar. Comenzó cuando un hospital local la demandó por informar de que carecían de equipo médico. Desde entonces, ha sido amenazada y perseguida en las redes sociales, y el primer ministro serbio la acusó de difundir noticias falsas. El hostigamiento fue un paso más allá el 15 de abril, cuando se encontraron anuncios pagados con su nombre, su foto y una descripción de ella como «Enemiga pública número 1» en la tienda de descarga de aplicaciones de Google Play Store.

En España, en el corazón de la Unión Europea, el partido de extrema derecha VOX ha intensificado su hostigamiento en internet contra periodistas críticos, especialmente contra Ana Pastor, presentadora del canal de televisión La Sexta. Los verificadores de datos españoles también se han visto atacados desde el comienzo de la crisis del coronavirus.

Criticar a los grupos del sector privado que sacan provecho de la pandemia también está resultando peligroso. Desde que Salvo Palazzolo, periodista del periódico italiano La Repubblica, informase de que el hermano de un jefe de la mafia encarcelado estaba utilizando la pandemia para aumentar su influencia en los distritos de bajos ingresos de Palermo, Palazzolo ha sido objeto de una ola de mensajes de odio en las redes sociales, en las que ha sido llamado «periodista repugnante» y «bastardo», y todos los periodistas han sido descritos como «peores que el coronavirus».

«Es muy alarmante ver a los políticos fomentando el odio en internet contra los periodistas solo porque no están cubriendo la crisis de Covid-19 como a ellos les gustaría», denuncia el secretario general de RSF, Christophe Deloire. “Las campañas de odio en línea resultantes representan una seria amenaza para la seguridad de los periodistas y para las propias democracias. Esta pandemia sin precedentes es una oportunidad única para resolver un problema sistémico en las plataformas digitales. Además de la crisis de la Covid-19, las plataformas deben comprometerse a una mayor transparencia en la forma en la que moderan el contenido y lo que hacen para combatir el acoso a los periodistas».

Varias plataformas –entre las que se cuentan Twitter, Facebook y YouTube-, anunciaron a finales de marzo que, como medida de seguridad para sus empleados, estaban intensificando el uso de sistemas automatizados para detectar y eliminar contenido de este tipo (lo que infringe sus reglas de moderación) y para desactivar las cuentas implicadas.

Sin embargo, estas decisiones podrían tener un efecto negativo en los periodistas y en el acceso a la información y a las noticias fiables. La capacidad limitada de la inteligencia artificial para identificar contenido claramente ilícito subraya la importancia de los moderadores humanos. Además, como resultado de la reducción del número de sus moderadores, algunas plataformas han dicho que solo podrán examinar el contenido potencialmente más dañino.

En el contexto de la pandemia, RSF hace un llamamiento a las plataformas para que:

  • Se comprometan públicamente a detener exclusivamente la moderación de contenido impulsada por Inteligencia Artificial (IA) después de la crisis sanitaria. Los algoritmos pueden ser una ayuda en la moderación del contenido, pero no deben tomar decisiones sobre la eliminación de contenidos, ya que no pueden evaluar el cumplimiento de las normas sobre libertad de expresión y el contexto del contenido y, por lo tanto, son propensos a identificar erróneamente el contenido legal.

  • Establezcan mecanismos para notificar contenidos ilegales y aumentar la visibilidad de dichos mecanismos. Los procedimientos de notificación deben ser transparentes, fáciles de usar y de entender.

  • Fortalezcan los mecanismos de recurso contra la decisión de eliminar contenidos. Estos mecanismos también deben ser transparentes, de uso sencillo y fácilmente comprensibles.

  • Los procedimientos de notificación y de apelación no deberían alargarse para disuadir a los usuarios de recurrir a ellos.

  • Publiquen un informe de transparencia tras la pandemia de Covid-19. Este informe debe incluir datos sobre las operaciones de moderación realizadas a petición de los gobiernos, los usuarios o por iniciativa propia.

Laura Zommer: “Chequeado funciona para aumentar el costo de la mentira”

14 mayo 2020 –

Foto: Estudio Tecla.

Tomado de: Laboratorio de Periodismo –

El Laboratorio de Periodismo conversó con la Directora ejecutiva del medio digital de la Argentina, que se dedica a la verificación del discurso público y a la lucha contra la desinformación. A raíz de la infodemia relacionada al coronavirus, lanzaron un proyecto colaborativo para verificar datos dentro de la red de Latam Chequea, en la que participan dos organizaciones de «fact checking» de España. En esta entrevista, Zommer cuenta los retos que enfrentan los chequeadores de noticias; explica el método de trabajo que aplica el equipo que dirige, para responder a la alta demanda de la audiencia; y sostiene que los medios periodísticos deben darle prioridad a la información de calidad.

En febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la “infodemia”. En la práctica, quiere decir que la desinformación y las fake news sobre temas relacionados al Covid-19 pueden desorientar y confundir a las personas y hasta distorsionar políticas públicas. Incluso, pueden llegar a poner en riesgo vidas.

En medio de esta crisis sin precedentes, los periodistas que chequean noticias enfrentan su mayor desafío: luchar contra las noticias erróneas sobre el coronavirus. La finalidad: que la sociedad tenga información de calidad y esté más preparada para tomar decisiones. 

En América Latina, la red de Latam Chequea está más activa que nunca. Los chequeadores de Latinoamérica, más dos verificadores de España (Maldita.es y Newtral.es) y otros dos de Portugal, se aliaron para compartir y republicar la información que producen. La coordinación de estas 33 organizaciones de fact checking está a cargo de Chequeado, el medio digital argentino no partidario y sin fines de lucro que en 2014 creó la red y lanzó esta iniciativa colaborativa.

Laura Zommer
Laura Zommer es periodista y abogada. Forma parte del Consejo de Administración de la International Fact Checking Network (IFCN) Crédito: Estudio Quiroga-Caraffa

Para conocer los nuevos retos que persigue esta comunidad de chequeadores, conversamos con Laura Zommer, directora ejecutiva y periodística de Chequeado, que este año cumple 10 años. En esta entrevista, afirma que la demanda de la audiencia para que verifiquen contenidos aumentó. “El principal reto ahora es el aumento del compromiso. Porque uno siente que efectivamente tiene que poder responder a esa demanda genuina que existe”, asegura Zommer. 

Para responder a esa demanda, la abogada y licenciada en ciencias de la comunicación cuenta que el equipo planificó estratégicamente cómo abordar los temas sobre Covid-19. Por lo que nos brinda detalles acerca del método que aplican para verificar contenidos virales y desinformación. Además, identifica a las redes sociales y a las aplicaciones de mensajería instantánea como los canales donde es más común encontrar fake news.

Mientras que en relación a los medios que republican ese tipo de contenidos, aconseja que “tengan ediciones con cuidados en la calidad de contenido y que prioricen la información de calidad versus tener más clics”.

(P) ¿Qué retos durante la pandemia deben enfrentar como medio especializado en el chequeo de datos?

(R) Todo el equipo de por sí está comprometido con que mejore la calidad del debate y que la gente tenga mejor información disponible. El principal reto ahora es el aumento del compromiso. Ahora sabemos que la desinformación cuando se vincula a cuestiones de salud es mucho más peligrosa porque puede poner en peligro la vida. La persona que administra el Whatsapp de Chequeado recibe muchísimas más consultas y pedidos de chequeos que en el pasado. Encima esas consultas están vinculadas, por ejemplo, a falsos tratamientos. Eso es probablemente el principal reto: el aumento del compromiso, porque uno siente que efectivamente tiene que poder responder a esa demanda genuina que existe. Esto enfocado sobre todo en las desinformaciones.

(P) Cuando reciben las consultas de la audiencia, ¿cómo las clasifican para luego decidir la urgencia del tratamiento?

(R) Nosotros dividimos las desinformaciones en cuatro tipologías. No son propias de Argentina, se confirman en toda América Latina. Y en la red global que estamos también las encontraríamos. Una primera línea de desinformaciones tiene que ver con teorías conspirativas sobre el origen del virus. La segunda es cómo se transmite y expande el virus. La tercera categoría es la más preocupante: la desinformación vinculada a falsas curas o tratamientos. Cuando nos llegan o por Whatsapp o por chequeos colectivos, es de las primeras que analizamos. Y la última tiene que ver con falsas medidas de las autoridades o alcances de las medidas distintos a lo que decretos o resoluciones dicen. Con la red Latam Chequea creamos una base con las medidas que se toman en toda la región, para hacer más rápido cuando hay que chequear una información que circula transfronterizamente. Sabemos que la desinformación se propaga mucho más rápido que la información. Ante esa desventaja, los chequeadores cuanto antes desmintamos un contenido, más chances tenemos de que esa desmentida use los mismos canales que la desinformación. 

(P) ¿Qué contenidos priorizan al momento de elegir uno para chequear?

(R) Tomamos en cuenta viralización y daño. Los contenidos que ponen en riesgo la vida, que son los de salud, y los que pueden generar radicalización, como los que buscan perseguir a determinado grupo o etnia, esos son los primeros que chequeamos. Lo segundo es la afectación al sistema democrático. En elecciones, lo que tiene que ver con falsas boletas, por ejemplo. El tercero es daño al sistema económico. En Argentina cada vez que hay alguna crisis reaparecen contenidos que dicen que se reinstauró el corralito. Y luego están los que minan la confianza de la gente en el sistema político y en el prójimo.

(P) Sumaron a una editora de ciencia. ¿Fue a partir de la pandemia? ¿Cómo tomaron esta decisión?

(R) Para nosotros era importante tener a una editora especialista en ciencia. En Chequeado ninguna nota sale sin doble edición. Todas las notas tienen al menos un redactor y dos ediciones. En el tema de Covid-19, nos parecía que dado que ninguno de nosotros es experto en periodismo científico, sobre todo para las notas que tienen componente en las desmentidas de algún tratamiento médico, vacuna o hallazgo, necesitábamos una lectura extra de alguien que sí tuviera ese conocimiento específico. 

(P) ¿Cómo es el método que aplican al momento de verificar un contenido viral?

(R) Primero le prestamos atención al grado de viralización y al posible daño. No nos alcanza que el usuario o el afectado lo desmienta. Aparece la consulta a la persona como un extra para darle lugar como si fuera una especie de réplica o explicación, pero las desmentidas se hacen de manera independiente a esa persona. Y se hacen con la metodología que usamos todos los chequeadores: consultamos a fuentes oficiales, que son las autoridades públicas, de cualquier nivel del Estado; a fuentes alternativas, que son expertos de universidades, ongs, cámaras empresarias, organismos internacionales, etcétera. En pandemia no sirven las fuentes indirectas. Cuando terminamos de hacer eso, lo más importante es la puesta en contexto. Muchas desinformaciones no es que son mentira de punta a punta, usan un elemento verdad y lo sacan de contexto. Suele pasar con las imágenes. Después confirmamos o desmentimos y le ponemos la calificación. Sumamos herramientas tecnológicas que ayudan al trabajo.

(P) En la Argentina, ¿quiénes crean la mayoría de las fake news?

(R) No tenemos estudios suficientemente sólidos como para decir: son estos actores. La desinformación tiene oculto o no transparente al autor original o a quienes son los que están motorizando esos contenidos. Sí hay hipótesis. En algunos temas, por ejemplo, la necesidad de hacer más tests o las comparaciones que al principio se hacían con Chile, que tenía menos casos, vos podías ver por cómo estaban circulando, que estaban asociadas a cuentas en general opositoras. Pero eso no significa que nosotros desde Chequeado podamos hoy decir ese contenido lo creo Juan o María, porque no tenemos esa investigación todavía hecha de manera concluyente.

(P) ¿Cuáles son los canales que más se usan para difundir o viralizar?

(R) No hay una investigación profunda en la Argentina de la desinformación. Sí puedo decirte que no hay ninguna red social que se salve. No es que es solo Facebook o es solo Twitter o es solo YouTube. En Instagram también hay desinformación, puede ser que menos por ahora por el tipo de manera en la que circula, que es más visual que textual. Y también circula muchísimo por WhatsApp. 

(P) ¿Y en los medios?

(R) Cuando un medio publica una desinformación, como pasó con lo del origen del virus, aumenta el alcance de la desinformación y la valida tanto que aumenta muchísimo su daño. Lo que suele pasar es que algunos de estos medios crearon equipos que trabajan con “virales internacionales”, que básicamente es pensar cómo consigo clicks. Entonces, el desafío de nosotros como chequeadores y de las plataformas que empiezan a hacerse más cargo de cómo circulan sus contenidos, es cómo generamos incentivos positivos para que los medios no quieran publicar un viral flojo de papeles y no le convenga hacerlo. Cuando nos preguntan para qué funciona Chequeado, decimos que es para aumentar el costo de la mentira. Lo que queremos es ayudar a generar incentivos y que los editores se pregunten “esto me va a traer un montón de tráfico pero si después tengo que salir a rectificarme, mi audiencia me castiga porque publiqué algo que era peligroso”.

(P) ¿Un momento extraordinario como una pandemia es propicio para las “fake news”?

(R) Sí, propicia que haya un terreno más fértil a la desinformación. Esto de la tormenta perfecta: existen vacíos y existen emociones exacerbadas. Los vacíos son de información y de evidencia, porque es una enfermedad nueva, porque la ciencia todavía no tiene respuestas para todo. Y por otro lado existe esta angustia en muchos, miedo en otros, pánico en otros, ansiedades, etcétera, que exacerban la necesidad de querer saber. Además de lo que le pasa a la gente, está la complejización en lo que nos pasa a nosotros como periodistas. En general fuimos seteados para llevar certezas. Y ahora informar es en parte decir “de esto no se sabe, este nuevo tratamiento no sé si va a ser efectivo, este experimento de vacuna no sé si va a llevarnos a la vacuna que nos salve.

(P) ¿Para los medios el chequeo de información debería ser un formato que tendrían que incorporar en sus redacciones?

(R) Depende de las audiencias y el tipo de medios. A mí no me preocupa especialmente que todos los medios tengan equipos de chequeadores necesariamente para generar formato de chequeo, sino que me encantaría que tengan ediciones con cuidados en la calidad de contenido. Y que prioricen la información de calidad versus el llegar primero o tener más clics. Pero eso también depende mucho de la lógica o la filosofía de cada medio.

10-4: El coronavirus tiene un punto débil y este modelo lo explota

14 mayo 2020.

Foto: Amir Cohen/Reuters –

Por:  Uri AlonRon Milo y 

Las personas podrían regresar a trabajar en ciclos de dos semanas: acudir por cuatro días y después estar en confinamiento diez días, el período de latencia del virus.

Si no podemos reanudar la actividad económica sin causar un resurgimiento de infecciones de la COVID-19, enfrentamos un futuro sombrío e impredecible al abrir y cerrar escuelas y negocios.

Podemos encontrar una salida a este dilema aprovechando una propiedad clave del virus: su período de latencia, el lapso promedio de tres días entre el momento en que una persona se infecta y el momento en que puede infectar a otros.

Las personas pueden laborar en ciclos de dos semanas, ir al trabajo durante cuatro días y después, para cuando pueden volverse infecciosos, pasar diez días confinados en casa. La estrategia funciona aún mejor cuando la población se divide en dos grupos de hogares que trabajan en semanas alternas.

Las autoridades escolares austríacas adoptarán una versión simple —con dos grupos de estudiantes que asistirán a la escuela por cinco días cada dos semanas— a partir del 18 de mayo.

Los modelos que creamos en el Instituto Weizmann de Israel predicen que este ciclo de dos semanas puede reducir el número reproductivo del virus —el número promedio de personas infectadas por cada persona infectada— por debajo de uno. Por lo tanto, un ciclo 10-4 podría suprimir la epidemia al tiempo que permite una actividad económica sustentable.

Incluso si alguien está infectado, y sin síntomas, él o ella estaría en contacto con personas fuera de su hogar durante solo cuatro días cada dos semanas, no 10 días, como con un horario normal. Esta estrategia tiene otro impacto: disminuye la densidad de personas que acuden al trabajo y la escuela, lo que reduce la transmisión del virus.

Las escuelas pueden hacer que los estudiantes asistan por cuatro días consecutivos cada dos semanas, en dos grupos alternativos, y usar métodos de educación a distancia los otros días de escuela. Los niños pueden ir a la escuela los mismos días que sus padres van al trabajo.

Las empresas operarían casi de forma continua, alternando entre dos grupos de trabajadores para una producción regular y predecible. Esto incrementaría la confianza de los consumidores, apuntalando la oferta y la demanda al mismo tiempo.

Durante los días de confinamiento, este enfoque requiere adherencia solo al nivel de distancia ya demostrado en los países europeos y Nueva York. Evita los costos económicos y psicológicos de abrir la economía y luego tener que restablecer el confinamiento total cuando los casos inevitablemente resurjan. Dar esperanza y luego quitarla puede causar desesperación y resistencia.

Una rutina 10-4 proporciona por lo menos un empleo a tiempo parcial para millones que han sido despedidos o enviados a casa con licencia sin sueldo. Estos trabajos evitan los impactos devastadores, mentales y físicos del desempleo, que a menudo son duraderos. Para quienes viven del día a día, habría cuatro días para trabajar, reduciendo la necesidad económica de ignorar el confinamiento por completo. Las quiebras de los negocios también se reducirían, acelerando la eventual recuperación económica.

La estrategia cíclica es fácil de explicar y hacer cumplir. Es equitativa en términos de quién puede volver al trabajo. Se aplica en cualquier escala: una escuela, una empresa, una ciudad, un estado. Una región que usa la estrategia cíclica está protegida: las infecciones que llegan de fuera no se pueden propagar ampliamente si el número de reproducción es menor que uno. También es compatible con todas las demás medidas compensatorias que se están desarrollando.

Los trabajadores pueden, y aún deben, usar mascarillas y distanciamiento mientras estén en el trabajo. Sin embargo, esta propuesta no se basa en pruebas de larga escala, por lo que aún no está disponible en todas partes de Estados Unidos y quizás nunca estará disponible en grandes partes del mundo. Puede comenzar tan pronto como una disminución constante de casos indique que el confinamiento ha sido efectivo.

La estrategia cíclica debe ser parte de una estrategia de salida integral, incluyendo la auto cuarentena de quienes tienen síntomas, el rastreo de contactos y aislamiento, y la protección de grupos de riesgo. La estrategia cíclica puede probarse en regiones limitadas por periodos de prueba específicos, incluso un mes. Si la tasa de infección aumenta, puede ajustarse a menos días de trabajo. Por el contrario, si las cosas van bien, se pueden agregar días adicionales de trabajo. En ciertos escenarios, solo cuatro o cinco días de confinamiento en cada ciclo de dos semanas podrían prevenir el resurgimiento.

La epidemia del coronavirus es un enemigo formidable, pero no es invencible. Al programar nuestras actividades de manera inteligente, de una manera que tome en cuenta las dinámicas intrínsecas del virus, podemos derrotarlo más rápidamente, y acelerar un retorno completo al trabajo, la escuela y otras actividades.

La dieta del coronavirus

14 mayo 2020.

Foto: Getty Images –

Por:  New York Times.

América Latina está recurriendo a comidas procesadas durante la pandemia. Es precisamente lo que no deberíamos hacer: estos alimentos han provocado aumentos en enfermedades que nos exponen más al virus. Esta crisis puede ser una oportunidad para pensar mejor en qué comemos.

Las últimas horas de la vida anterior al confinamiento por la pandemia las pasé en el supermercado, agolpada en una muchedumbre que buscaba cloro. Como yo, había muchas personas concentradas en puntos clave: las góndolas de limpieza y alacena. Los carritos de compras rebosaban de desinfectantes, antibacteriales, jabones de todo tipo y, claro, papel higiénico. También latas de carne, atún, garbanzos, fideos, harina, galletitas, jugos, comestibles congelados.

La ansiedad y el miedo son contagiosos. Actúan juntos y provocan reacciones que nos lleva de la acumulación de cortisol y adrenalina a la acumulación de las cosas que creemos que nos darán protección ante la amenaza. Y en la crisis por la COVID-19 esas cosas han sido alcohol en gel y comida ultraprocesada: productos enlatados, con nutrientes agregados, que en lo posible duren hasta 2024.

Paradójicamente estas compras del miedo que se dispararon ante la emergencia podrían tener resultados muy diferentes a los buscados: las comida procesadas y ultraprocesadas —que tienen altas cantidades de azúcar, sal y aceites agregados, harinas refinadas, aditivos y nutrientes artificiales— a las que estamos recurriendo estos días no son la solución. Son responsables de obesidad y de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión y cáncer, condiciones que aumentan la mortalidad ante el coronavirus. Al mismo tiempo, la falta de alimentos frescos debilita la inmunidad dejándonos más expuestos.

Las compañías que fabrican bebidas azucaradas y comida chatarra de larga duración llevan décadas librando una batalla por cambiar nuestros hábitos alimenticios, y su éxito innegable se acentúa en esta situación. En otra forma de resistencia colectiva y cuidado mutuo nos toca volver a optar por alimentos naturales, sustentables y frescos. De ese modo no solo estaríamos mejorando nuestras defensas ante el coronavirus sino también —a futuro— las de la naturaleza.

La COVID-19 se ha producido de manera similar a los nuevos patógenos zoonóticos que fueron catalogados en los últimos treinta años: por la acción humana que combina la degradación ambiental —en un solo año, por poner un ejemplo, la deforestación en los territorios reservados para las comunidades indígenas en la Amazonía ha aumentado un 74 por ciento— y la producción de carnes y derivados en granjas industriales, en condiciones de hacinamiento.

Tal vez esta sea la oportunidad para cambiar finalmente nuestra relación con lo que comemos y cómo producimos nuestros alimentos.

Hasta ahora no ha sido así. “El coronavirus nos está mostrando que somos humanos y nos comportamos igual en todo el mundo”, me dice por teléfono desde Londres Scott McKenzie, líder de Inteligencia Global de la consultora Nielsen. Ellos se han dedicado a registrar la conducta de los consumidores en supermercados de países afectados por la pandemia y el confinamiento y han recogido datos asombrosos en el transcurso de dos semanas. En Argentina, las ventas de postres congelados aumentaron un 860 por ciento y la carne en lata, el 198 por ciento. En Perú compraron un 405 por ciento más de pescado congelado y un 203 por ciento más de pescado enlatado. La salsa de tomates se vendieron un 139 por ciento más en Brasil, y la carne congelada, 115 por ciento más. En casi todos los países encuestados los consumidores parecieron perder el interés por frutas y verduras y, en muchos casos, hasta disminuyeron su compra.

Un estudio científico en marcha ahora en Argentina que ya lleva evaluado el comportamiento de más de 2500 personas está arrojando resultados en la misma línea: un 63 por ciento de quienes incorporan carne a sus dietas, no consumen ni dos porciones de verdura al día desde que están confinados en sus domicilios; y un 24 por ciento de ellos asegura haber reducido el consumo de frutas a una o dos porciones. ¿Qué consumo aumentó para toda la población? Golosinas, embutidos, aperitivos y bebidas azucaradas y alcohólicas.

Parece que, en el imaginario colectivo, los productos procesados y ultraprocesados —diseñados en laboratorios y fabricados en establecimientos de última tecnología— resultan hoy más “sanitizados” que los tomates, las manzanas o las nueces de las huertas. Es, por supuesto, una equivocación (las superficies, de vegetales o de productos enlatados, pueden hospedar al virus, pero ambos tienen maneras sencillas de desinfectarse).

Habría que deconstruir una idea que lleva casi un siglo. Muchos de los productos que nutren las góndolas hoy han acompañado a la humanidad en otras crisis. Los enlatados se desarrollaron a pedido de Napoleón, el chocolate Hersheys fue parte de las raciones de combate del ejército de Estados Unidos desde 1943 hasta 1991, Coca Cola hizo que todo soldado estadounidense pelando en la Segunda Guerra Mundial pudiera comprar sus productos por solo 5 centavos de dólar. Es razonable que también hoy esos productos logren evocar el espíritu de resistencia y triunfo.

Pero lo que no se muestra es que cada vez que escogemos alimentos establecemos relaciones con las plantas y los animales. Elegimos entre granjas industriales o campos regenerativos; entre monocultivos que terminan en productos que reproducen una y otra vez los mismos ingredientes (azúcar, jarabe de maíz, harina, aceite) o entre huertas que ofrecen más diversidad de ingredientes para una alimentación saludable y culturalmente adecuada.

En las últimas semanas han empezado a surgir las muestras de que es posible un sistema alimentario que no esté reñido con nuestra salud ni con la naturaleza. En varios países de América Latina se están organizando repartos de bolsones con frutas y verduras recién cosechadas, legumbres, cereales y productos de almacén, muchos de producción sin agroquímicos.

“Todos los días recibimos unos mil pedidos”, me dijo el ingeniero agrónomo Lalo Bottesi, a cargo de la cooperativa de productores Iriarte Verde que, ahora vestido con barbijos y munidos de alcohol en gel, distribuye productos agroecológicos en Buenos Aires. “Es imposible que alcancemos a satisfacer esa demanda pero nos da un buen indicio: si se sostiene, va a ser la plataforma que necesitábamos para que haya más productores”.

Al inicio de la crisis, México fue uno de los pocos países de Latinoamérica que asoció el mal estado de salud de la población con la mala alimentación —la diabetes es una de las mayores causas de muerte en la población mexicana— y lo presentó como una desventaja ante el coronavirus. Y es, acaso, una de las razones por la que las dimensiones de la pandemia podrían ser especialmente duras en ese país.

Es urgente que los gobiernos de América Latina tomen en serio la relación directa entre la mala alimentación y la salud de sus habitantes. Esta pandemia es, en este sentido, una oportunidad: o seguimos favoreciendo la saturación de comida ultraprocesada que nos enferma y nos deja más vulnerables a nuevos virus o hacemos el cambio necesario para que los alimentos frescos que producimos en la región puedan llegar a la sociedad toda.