Crculo de Periodistas de Bogot

Archivos 2020

Papa Francisco pide oraciones por los periodistas

8 mayo 2020-

Por: El Nuevo Siglo-

El Papa ha pedido oraciones por los periodistas de los que ha dicho que en «este tiempo de pandemia arriesgan mucho y el trabajo es mucho» durante la misa que ha celebrado como cada día en Casa Santa Marta, donde vive en el Vaticano.

«Oremos hoy por los hombres y mujeres que trabajan en los medios de comunicación.

En este tiempo de pandemia arriesgan mucho y el trabajo es mucho. Que el Señor los ayude en este trabajo de transmitir, siempre, la verdad», ha pedido en la misa que ha sido retransmitida en directo en el portal de noticias del Vaticano ‘Vatican News’.

En su homilía, Francisco ha comentado el Evangelio del día y ha recordado que Jesús se presenta como la luz que ha venido al mundo «no para condenar, sino a salvarlo».

«De aquí deriva la misión de Jesús que es iluminar: Él es la luz del mundo. La misión de los apóstoles también es llevar esta luz, la luz de Jesús, porque el mundo está en la oscuridad», ha dicho el Papa.

De este modo ha señalado que el drama de la luz de Jesús es que fue rechazada ya que «su pueblo no lo acogió» porque «amaron más las tinieblas que la luz».

Y ha añadido: «Este también es nuestro drama, porque el pecado nos hace vivir en la oscuridad y no nos gusta ver la luz porque nos hace ver las cosas como son, nos hace ver la verdad. Precisamente la luz de Jesús nos hace ver la libertad, y la verdad» .

Periodismo, activismo, ‘chuzadas’

8 mayo 2020 –

Por: Juan Carlos Martínez R – Director TNN@News -Socio del CPB –

«Círculo de Periodistas de Bogotá califica de vergonzosos perfilamientos del Ejército Nacional». Hasta ahí está bien. Y seguramente aplicarán todo el peso de la Ley si se demuestra que los oficiales caídos en desgracia y retirados de la institución violaron juramento «Honor, Patria, Lealtad», que ha publicado en varias ediciones la revista Semana. Es decir, es repetitivo el comportamiento de las agencias de inteligencia de Colombia. Inaceptable.

   Otra cosa es que activistas económicos, políticos y sociales se filtren en el periodismo para sus ganancias personales y lo utilicen como ‘trampolín’ de contratar millones de pesos con el Estado, frecuencias de emisoras, noticieros de televisión, pauta publicitaria y negocios que pueden ser legales sino es porque se rasgan las vestiduras cuando no consiguen nada de lo anterior y utilizan micrófonos y cámaras de video que de una manera desenfrenada y descarada denuncian agresión a la libertad de prensa. Doble moral.

    Sin embargo, otra cosa se piensa en el periodismo puro: se afecta la libertad de empresa camuflada de periodismo y se defienden con una cadena de nombres solidarios de comunicadores y otros que son activistas en el periodismo.

   Qué pena que no manifiesten la misma reacción con los periodistas, reporteros, camarógrafos, fotógrafos, auxiliares, asistentes que graneados mes a mes son echados de los medios de comunicación. Ni una lagrima, voz de aliento o ayudita solidaria reciben los despedidos a la calle que terminan desfilando por el Capitolio de Bogotá, la Casa de Nariño o los ministerios en busca de algún ‘contratico’ para sobrevivir en el ‘canibalesco’ periodismo del país americano.

   Estos activistas en los servicios de noticias son los mismos que por años han sonado con espectacularidad en grandes reportajes con guerrilleros de las Farc en campamentos transitorios sobre la extensa manigua del país y, una vez adquirida la fama, aparecen encabezando lista de los mismos movimientos con ideología a los que entrevistó, para cargos de elección popular -concejo, alcaldía- y, una vez más, el electorado engañado por activistas metidos en el periodismo.

   Ahí vemos casi todas las noches en la televisión y oímos en una emisora periodista que fungió en el gobierno pasado como activista de los fallidos acuerdos de paz con las Farc contratada con cerca de 500 millones de pesos por pocos meses. Y también departiendo en el Capitolio con los líderes de esos movimientos que en el pasado llevaron en la cintura granadas, en el pecho cananas llenas de balas y en los hombros el fusil AK-47 con los que mataron a miles de colombianos y volvieron cenizas sus casitas y parcelas. Seguramente ahora más enamorada del ‘abuelito’ millonario porque ‘el palo no está para cucharas’.

   Esos son algunos de los motivos por los cuales revistas, periódicos, noticieros ya no interesan a los ciudadanos. Se ‘fosilizan’ en los kioscos. Perdieron credibilidad. Las encuestas revelan que la imagen del periodista como formador de la realidad de lo que sucede en Colombia apenas pasa del 50%. Las redes sociales con sus defectos y muchas veces reportando ‘FakesNews’ llenaron ese espacio perdido por las empresas de noticias ‘invadidas’ de activistas y mercantilistas que se reinventan para intentar recuperar los negocios perdidos.

   Los teléfonos inteligentes y las redes sociales, están destruyendo los formatos de noticias universales.

   Es una verguenza. Mientras periodistas puros en las salas de redacción, algunos utilizados como idiotas útiles, estan asustados porque en cualquier momento les notifican que el contrato de uno o dos salarios mínimos, se cancela, activistas que claman solidaridad, no la expresan con los comunicadores parados que hacen fila para matricularse en el SISBEN.

   Periodistas puros, no se dejen adoctrinar.

   Es bien sabido de periodistas presuntamente simpatizantes de las Farc o de grupos criminales que debieron huir hacia otro país que financian a estos grupos terroristas y una vez obtenido el asilo político, fueron abandonados por sus ‘camaradas’. La pobreza, la soledad, el hambre los obligó regresar a su patria que los vio nacer.

   Hay centenares de casos que por ahí caminan sin que nadie se apiade de su situación mientras los mandatarios regionales y locales reparten el presupuesto para los llamados ‘pulpos’ que son los finalmente favorecidos con la ‘torta’ para adular y ocultar la realidad en tiempos de coronavirus chino.

   Están equivocados quienes creen que a la masa de colombianos les importa el alarido de los activistas vestidos de periodistas. No. Están ocupados es en sobrevivir a la pandemia.

   Ojalá, a los organismos de control no les tiemble la mano para esculcar la ‘vulgar’ contratación publicitaria y encuesta alcaldía de Bogotá denunciada por el concejo mientras la población vulnerable llora de hambre y se levanta para protestar.

Los amoríos furtivos sexuales deben ser cosa del pasado. Prima el buen uso del erario.

* No se citan nombres porque es dar ‘munición’ para que griten en cada esquina que se les puso la soga en el cuello o la lápida en la espalda y cualquier cosa que les pase es reponsabilidad de quien los mencionó en el artículo, y no faltará perversamente quien haga el mandado.

PD- El autor de esta columna lleva 47 años en los medios de comunicación, 38 en el periodismo, 34 socio CPB, periodista del área política en casi todos los medios de comunicación nacionales e internacionales, estudios de Derecho y Ciencias Políticas (NT) Universidad Autónoma de Colombia, profesor Introducción a la Comunicación Universidad ‘Sergio Arboleda’, Premio Nacional de Periodismo ‘Antonio Nariño’, fundador y director TNN@News 14 años.

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El CPB lamenta profundamente la muerte por COVID del periodista Paco Lasso

8 mayo 2020-

Por: Comunicaciones CPB –

El CPB lamenta profundamente la muerte por COVID del periodista Paco Lasso, en Leticia. Pide al gobierno nacional extremar la atención al Amazonas, donde sufren lo indecible por los estragos que está causando la pandemia.

El enigma de la COVID-19: ¿Por qué el virus arrasa en algunos lugares y en otros no?

6 mayo 2020 –

Por: Hannah BeechAlissa J. RubinAnatoly Kurmanaev y 

El coronavirus ha matado a tantas personas en Irán que en ese país han tenido que recurrir a los entierros en masa; pero en Irak, su país vecino, la cifra de muertos es menor de cien.

República Dominicana ha reportado 7600 casos de coronavirus. En Haití, al otro lado de la frontera, se han registrado alrededor de 85.

Se cree que en Indonesia han muerto miles de personas por el coronavirus, pero en Malasia, el país vecino, gracias a una cuarentena estricta, el número de casos fatales se ha mantenido en aproximadamente cien.

El coronavirus ha llegado a casi todos los países del planeta, pero parece que su impacto es caprichoso. Las metrópolis globales como Nueva York, París y Londres han sido devastadas, mientras que, hasta ahora, ciudades atestadas como Bangkok, Bagdad, Nueva Delhi y Lagos se han salvado en buena medida.

La pregunta de por qué el virus ha azotado a algunos lugares, pero no ha afectado tanto a otros es un enigma que ha generado muchas teorías y especulaciones. Sin embargo, no existen respuestas definitivas. Una explicación podría tener implicaciones importantes para la forma en que los países responden al virus, para determinar quién está en riesgo y para saber cuándo es seguro volver a salir.

Ya existen cientos de estudios en desarrollo en todo el mundo que analizan cómo la demografía, las enfermedades preexistentes y la genética podrían afectar la amplia variación en el impacto.

Los médicos en Arabia Saudita están estudiando si las diferencias genéticas pueden ayudar a explicar los diferentes niveles de gravedad en los casos de la COVID-19 entre los árabes sauditas, mientras que los científicos en Brasil están investigando la relación entre la genética y las complicaciones de la COVID-19. Los equipos en varios países están estudiando si medicamentos comunes contra la hipertensión pueden empeorar la gravedad de la enfermedad y si una vacuna contra la tuberculosis podría hacer lo contrario.

Muchos países en vías de desarrollo con clima cálido y poblaciones jóvenes se han librado de lo peor, lo que indica que podrían participar factores como la temperatura y la demografía. Pero países tropicales como Perú, Indonesia y Brasil, que están sumidos en una epidemia cada vez mayor, son como un balde de agua fría para esta idea.

Es evidente que el distanciamiento social estricto y las medidas iniciales de confinamiento han sido eficaces, pero Birmania y Camboya no impusieron ninguna de estas dos medidas y han reportado pocos casos.

Una teoría sin comprobar, pero imposible de refutar es que tal vez el virus simplemente no ha llegado aún a esos países. Parecía que Rusia y Turquía estaban bien hasta que, de pronto, ya no lo estuvieron.

El tiempo aún puede ser el gran ecualizador: la gripe española que estalló en Estados Unidos en 1918 pareció extinguirse durante el verano solo para volver con fuerza con una cepa aún más mortal en el otoño, y una tercera ola al año siguiente. Finalmente llegó a lugares remotos como las islas en Alaska y en el Pacífico Sur e infectó a un tercio de la población mundial

“En realidad, estamos en el inicio de esta enfermedad”, señaló Ashish Jha, director del Instituto de Investigación de Salud Global de Harvard. “Si esto fuera un partido de béisbol estaríamos en la segunda entrada y no hay razón para pensar que, cuando lleguemos a la novena, el resto del mundo que ahora parece no haber sido afectado, no se vuelva como otros lugares”.

Los doctores que estudian enfermedades infecciosas en todo el mundo dicen que no tienen suficientes datos para tener una imagen epidemiológica completa, y que esa falta de información en muchos países hace que sea peligroso sacar conclusiones. La administración de pruebas es lamentable en muchos lugares, lo que lleva a una gran subestimación del progreso del virus, y es casi seguro que se registran menos muertes de las que en realidad hay.

Aún así, los patrones generales son claros. Incluso en lugares donde los registros son muy malos y los sistemas de salud están quebrados, los entierros masivos u hospitales que rechazan a miles de personas enfermas serían difíciles de pasar por alto, y varios lugares simplemente no lo están viendo, al menos aún no.

Entrevistas con más de una decena de expertos en enfermedades infecciosas, funcionarios de salud, epidemiólogos y académicos de todo el mundo apuntan a cuatro factores principales que podrían ayudar a explicar dónde prospera el virus y dónde no: demografía, cultura, medio ambiente y velocidad de respuesta del gobierno.

Cada explicación posible se presenta con salvedades y refutaciones desconcertantes. Por ejemplo, si la población de la tercera edad es la más vulnerable, Japón estaría encabezando la lista, y no es así. No obstante, estos son los factores que los expertos encuentran más convincentes.

Muchos países que se han librado de la epidemia masiva tienen poblaciones relativamente jóvenes.

Es más probable que los jóvenes contraigan la enfermedad de una manera leve o asintomática que sea menos transmisible a los demás, señaló Robert Bollinger, profesor de Enfermedades Infecciosas en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Además, según la Organización Mundial de la Salud, tienen menos probabilidades de presentar ciertos problemas de salud que puedan hacer que la COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, sea especialmente mortal.

África —con alrededor de 45.000 casos reportados, una pequeñísima proporción de sus 1300 millones de habitantes— es el continente más joven, donde más del 60 por ciento de su población tiene menos de 25 años. En Tailandia y Nayaf, Irak, los funcionarios locales de salud descubrieron que el grupo de entre 20 y 29 años tenía la tasa más alta de infección, pero que casi siempre sus síntomas eran leves.

Por el contrario, el promedio de edad a nivel nacional en Italia, uno de los países más afectados, es de más de 45 años. La edad promedio de quienes fallecieron ahí por COVID-19 es de alrededor de 80 años.

Existe una tendencia a que los más jóvenes tengan sistemas inmunitarios más fuertes, lo que puede dar como resultado que presenten síntomas más leves, afirmó Josip Car, experto en población y salud global de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur.

En Singapur y Arabia Saudita, por ejemplo, la mayoría de infecciones son de trabajadores inmigrantes extranjeros, muchos de los cuales viven en dormitorios atestados. Sin embargo, muchos de estos trabajadores son jóvenes y están en forma, y no han requerido hospitalización.

Junto con la juventud, una salud relativamente buena puede disminuir el impacto del virus entre los infectados, mientras que ciertas condiciones preexistentes — en especial la hipertensión, la diabetes y la obesidad — pueden empeorar la gravedad, dicen investigadores en Estados Unidos.

Hay excepciones notables a la teoría demográfica. Japón, con la población promedio más vieja del mundo, ha registrado menos de 520 muertes, aunque su número de casos ha aumentado con el incremento del testeo.

La región de Guayas en Ecuador, epicentro de un brote que puede haber cobrado hasta 7000 vidas, es una de las más jóvenes del país, con solo el 11 por ciento de sus residentes mayores de 60 años.

Y Jha, de Harvard, advierte que algunos jóvenes que no muestran síntomas son también altamente contagiosos por razones que no se comprenden bien.

Según los epidemiólogos, es posible que los factores culturales, como la distancia social que existe dentro de ciertas sociedades, brinden mayor protección en algunos países.

En Tailandia e India, donde el número de contagios es relativamente reducido, la gente se saluda guardando una cierta distancia y juntando las palmas como si estuvieran rezando. En Japón y Corea del Sur, la gente se inclina y, mucho antes de que llegara el coronavirus, había una tendencia a usar cubrebocas cuando se sentía enferma.

En gran parte de los países en desarrollo, la costumbre de cuidar en casa a los ancianos hace que haya menos asilos, donde en los países occidentales se han desatado brotes trágicos.

Sin embargo, existen excepciones interesantes a la teoría del distanciamiento por costumbres culturales. En muchos lugares de Medio Oriente, como Irak y los países del golfo Pérsico, los hombres a menudo se abrazan o se estrechan la mano cuando se saludan, pero la mayoría no se están enfermando.

Lo que podría llamarse “distanciamiento nacional” también ha resultado ventajoso. Los países que están relativamente aislados han obtenido de su aislamiento beneficios para la salud.

Las naciones remotas, como algunas en el Pacífico Sur y en partes del África subsahariana, no se han visto tan inundadas de visitantes que traen el virus con ellos. Los expertos en salud en África citan los viajes limitados desde el extranjero como la posible razón principal de la tasa de infección relativamente baja del continente.

Los países que son menos accesibles por razones políticas, como Venezuela, o por un conflicto, como Siria y Libia, también se han visto protegidos por la falta de viajeros, así como países como Líbano e Irak, que han sufrido protestas generalizadas en los últimos meses.

La falta de transporte público en algunos países en desarrollo también puede haber reducido la propagación del virus.

La geografía del brote —el cual se propagó con rapidez durante el invierno en los países de zonas templadas como Italia y Estados Unidos y casi no se vio en países más cálidos como Chad o Guyana— parece indicar que el virus no se adaptó bien al calor. Otros coronavirus, como los que causan el resfriado común, son menos contagiosos en climas más cálidos y húmedos.

No obstante, los investigadores afirman que la idea de que el clima cálido por sí solo puede ahuyentar al virus es una ilusión.

Algunos de los peores brotes en los países en desarrollo se han producido en lugares tan tropicales como la región de la Amazonía de Brasil.

“La mejor hipótesis es que las condiciones climáticas del verano ayudarán, pero no es probable que por sí solas produzcan una ralentización importante del desarrollo ni una reducción de los casos”, comentó Marc Lipsitch, director del Centro para la Dinámica de las Enfermedades Transmisibles de la Universidad de Harvard.

Parece que el virus causante de la COVID-19 es tan contagioso que atenúa cualquier efecto benéfico del calor y la humedad, señaló Raul Rabadan, biólogo computacional de la Universidad de Columbia.

Sin embargo, podrían ayudar otros aspectos de los climas cálidos, como el que la gente pase más tiempo en el exterior.

“Es posible que el hecho de que las personas que viven en interiores en ambientes cerrados favorezca la recirculación del virus, lo cual aumenta las probabilidades de contraer la enfermedad”, afirmó Car, de la Universidad Tecnológica de Nanyang.

Según un estudio de quienes elaboran modelos de los procesos ecológicos en la Universidad de Connecticut, los rayos ultravioleta de la luz directa del sol debilitan este coronavirus. Así que quizás sea menos probable que sigan contaminadas las superficies de los lugares soleados pero, por lo general, la transmisión se efectúa por el contacto con alguien infectado, no por tocar una superficie.

Ningún científico ha propuesto que sería una cura efectiva poner luz radiante dentro de una persona infectada, como ha sugerido el presidente Trump.

“La gente decía; ‘Aquí hace calor aquí, no me va a pasar nada’”, dijo Doménica Cevallos, investigadora médica en Ecuador. “Algunos incluso estaban saliendo a propósito para tomar sol, pensando que los protegería de la infección”.

Los países que impusieron confinamientos oportunos, como Vietnam y Grecia, han podido evitar los contagios descontrolados, lo que prueba la eficacia del distanciamiento social estricto y de los confinamientos para contener el virus.

En África, los países que han tenido experiencias amargas con asesinos como el VIH, la tuberculosis resistente a los medicamentos y el ébola, ya conocían el procedimiento y reaccionaron con rapidez.

El personal de los aeropuertos, desde Sierra Leona hasta Uganda, estuvo tomando la temperatura (aunque luego se supo que era una medida menos eficaz), recabando información de los contactos y usando cubrebocas mucho antes de que sus contrapartes de Estados Unidos y Europa tomaran esas precauciones.

Senegal y Ruanda cerraron sus fronteras e impusieron toques de queda cuando todavía tenían muy pocos casos. Los ministerios de Salud iniciaron de manera temprana el rastreo de los contactos.

Todo esto sucedió en una región donde los ministerios de salud dependen del dinero, personal y suministros de donantes extranjeros, muchos de los cuales tuvieron que centrar su atención en los brotes en sus propios países, dijo Catherine Kyobutungi, directora ejecutiva del African Population and Health Research Center.

“Los países se despertaron un día y dicen: ‘OK, el peso del país resta en nuestros hombros, por lo que necesitamos intensificar’”, dijo. “Y lo han hecho. Algunas de las respuestas han sido lindas de contemplar, honestamente”.

Sierra Leona reutilizó los protocolos de seguimiento de enfermedades que se habían establecido a raíz del brote de ébola en 2014, en el que murieron casi 4000 personas. El gobierno estableció centros de operaciones de emergencia en cada distrito y reclutó a 14.000 trabajadores de salud comunitarios, 1500 de los cuales habían sido entrenados como rastreadores de contactos, a pesar de que Sierra Leona solo tiene alrededor de 155 casos confirmados.

Sin embargo, no está claro quién pagará sus salarios o gastos como motocicletas e impermeables para mantenerlos operativos durante la próxima temporada de lluvias.

Uganda, que también sufrió durante el contagio del ébola, puso en cuarentena rápidamente a los viajeros de Dubai, después de que el primer caso de coronavirus llegara desde allí. Las autoridades también rastrearon a cerca de otros 800 que habían viajado desde Dubai en las semanas anteriores.

Las autoridades de salud ugandesas también testean a alrededor de 1000 camioneros al día. Pero muchos de los que dieron positivo han venido de Tanzania y Kenia, países que no están monitoreando de forma tan agresiva, llevando a preocupaciones de que el virus seguirá penetrando por fronteras porosas.

Los confinamientos, con prohibiciones de cónclaves religiosos y eventos deportivos con espectadores, claramente funcionan, dice la Organización Mundial de la Salud. Más de un mes después de cerrar las fronteras nacionales, las escuelas y la mayoría de las empresas, países de Tailandia hasta Jordania han visto caer los números de nuevas infecciones.

En el Medio Oriente, el cierre generalizado de mezquitas, santuarios e iglesias ocurrió relativamente temprano y probablemente ayudó a detener la propagación en muchos países.

Una notable excepción fue Irán, que no cerró algunos de sus santuarios más grandes hasta el 18 de marzo, un mes completo después de haber registrado su primer caso en la ciudad de peregrinación de Qum. La epidemia se propagó rápidamente desde allí, matando a miles en el país y propagando el virus a través de las fronteras, cuando los peregrinos regresaron a sus hogares.

Por eficaces que sean los bloqueos, en los países que carecen de una red de seguridad social sólida y en aquellos donde la mayor parte de las personas trabaja en la economía informal, las órdenes de cerrar negocios y exigir a las personas que se refugien serán difíciles de mantener por mucho tiempo. Cuando la gente se ve obligada a escoger entre el distanciamiento social y alimentar a sus familias, están eligiendo lo último.

Contra toda lógica, parece que se han salvado algunos países donde las autoridades reaccionaron tarde e impusieron un confinamiento desordenado. Camboya y Laos tuvieron brotes breves de la infección cuando había unas cuantas medidas de distanciamiento social, pero ninguno de los dos ha registrado ningún caso nuevo en cerca de tres semanas.

Líbano, cuyos ciudadanos musulmanes y cristianos a menudo peregrinan respectivamente a Irán e Italia, lugares donde abunda el virus, deberían haber tenido un gran número de infecciones. No es así.

“Simplemente no vimos lo que esperábamos”, dice Roy Nasnas, consultor de enfermedades infecciosas en el Hospital Universitario Geitaoui, en Beirut. “No sabemos por qué”.

Finalmente, la mayoría de los expertos concuerdan en que quizás no exista una razón en particular por la que algunos países hayan sido afectados y otros no. Es probable que la respuesta sea una combinación de los factores mencionados con anterioridad y otro al que aluden los expertos: la suerte.

Países con la misma cultura y el mismo clima podrían tener resultados muy diferentes cuando una persona infectada asiste a un evento social muy concurrido y lo convierte en lo que los expertos califican como un evento de altísimo contagio.

Eso sucedió cuando un pasajero infectó a 634 personas en el crucero Diamond Princess en la costa de Japón, cuando un invitado infectado asistió a un gran funeral en Albany, Georgia, y cuando una mujer de 61 años fue a la iglesia en Daegu, Corea del Sur, propagando la enfermedad a cientos de fieles y luego a miles de otros coreanos.

Debido a que la persona infectada puede no experimentar síntomas durante una semana o más, si acaso los siente, la enfermedad se propaga de forma desapercibida, de manera exponencial y aparentemente aleatoria. Si la mujer en Daegu se hubiera quedado en casa aquel domingo de febrero, el brote en Corea del Sur podría haber sido menos de la mitad de lo que es.

Algunos países que deberían haber sido inundados no lo están, dejando a los investigadores rascándose la cabeza.

Tailandia reportó el primer caso confirmado de coronavirus fuera de China a mediados de enero, de un viajero de Wuhan, la ciudad china donde se cree que comenzó la pandemia. En esas semanas críticas, Tailandia continuó recibiendo una afluencia de visitantes chinos. Por alguna razón, esos turistas no provocaron una transmisión local exponencial.

Tampoco se sabe qué sucede cuando los países no hacen bien las cosas y, sin embargo, al final no les va tan mal con el virus como se esperaría.

“En Indonesia, tenemos un ministro de Salud que cree que se puede rezar para alejar al coronavirus, y se hacen muy pocas pruebas”, señaló Pandu Riono, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Indonesia. “Pero tenemos suerte de que haya tantas islas en nuestro país que limiten los viajes y quizás el contagio”.

“Por el momento, no estamos haciendo ninguna otra cosa”, añadió.

El ‘avispón asesino’ es una amenaza letal y un bocadillo sabroso en Japón

6 mayo 2020 –

Por: Ben Dooley – The New York Times.

TOKIO — Mucho antes de que el avispón asiático gigante comenzó a aterrorizar a las abejas del estado de Washington, estos feroces insectos representaban una amenaza a veces letal para los excursionistas y los agricultores en las montañas del Japón rural.

Pero en la región central de Chubu, los bichos, a veces llamados “avispones asesinos”, son conocidos por más que su agresividad y su aguijón intolerable. Son vistos como un refrigerio agradable y un ingrediente estimulante en las bebidas.

El avispón gigante, junto con otras variedades de avispas, ha sido tradicionalmente considerado un manjar en esta accidentada parte del país. Las larvas a menudo se conservan en frascos, fritas o al vapor con arroz para hacer un plato delicioso llamado hebo-gohan. Los especímenes adultos, que pueden medir cinco centímetros, se fríen en brochetas, con aguijón y todo, hasta que el caparazón se vuelve ligero y crujiente. Dejan una sensación de calor y hormigueo cuando se comen.

Los avispones también le pueden agregar un extra al licor. Especímenes vivos son ahogados en shochu, una bebida destilada clara. En su agonía, los insectos liberan su veneno en el líquido que se almacena hasta que se vuelve de un tono oscuro de ámbar.

Sin embargo, la verdadera emoción no está en el comer o el beber el avispón gigante, está en la caza.

A principio de los meses de verano, intrépidos cazadores rastrean a los insectos hasta sus enormes nidos, que pueden albergar hasta mil avispones y sus larvas en los troncos de los árboles podridos o bajo tierra. Atraen a un avispón con una serpentina de pesca unida a un pedazo de pescado, y cuando este agarra el bocado y despega, los cazadores van en una carrera de obstáculos a través del bosque. Al encontrar el nido, aturden a los insectos con humo, luego usan motosierras y palas para extraerlo.

En otros casos, los nidos son desarraigados por exterminadores profesionales. Torao Suzuki, de 75 años, dice haber eliminado entre 40 y 50 nidos al año, y que lo picaron hasta 30 veces cada temporada. “Duele, se hincha y se pone rojo, pero eso es todo”, dijo sobre las picaduras. “Creo que soy inmune”.

Suzuki dice que también vendió los nidos, que son trofeos populares en la región. Colmenas marrones lacadas, a veces abiertas para exponer su complejo enrejado, adornan vestíbulos y salas de recepción en casas, escuelas y oficinas públicas.

Los historiadores dicen que los insectos, que se extienden por toda Asia pero se encuentran más comúnmente en Japón, alguna vez fueron valorados junto con otras avispas como una fuente barata de proteína en zonas rurales golpeadas por la pobreza.

La cocina del avispón se celebra cada noviembre en la prefectura de Gifu en un festival, conocido como el Kushihara Hebo Matsuri donde se entregan premios para los nidos más grandes y los gourmands apuestan por el privilegio de llevarse uno a casa.

Incluso en este jubileo de insectos, el peligro que representa el avispón gigante, que ha matado a decenas de personas en Japón en los últimos años, es evidente. En un volante para el evento del 2018 se advirtió a los participantes que estuvieran atentos a los avispones sueltos cerca del recinto ferial, y aconsejó a los asistentes que “por favor tengan mucho cuidado para evitar ser picados”. Los organizadores, agregó, “no tienen absolutamente ninguna responsabilidad” por las consecuencias de ignorar las admoniciones.

Las advertencias van más allá de este evento único. Cada primavera, oficinas gubernamentales de todo el país emiten avisos sobre los insectos, conocidos en Japón, por su tamaño, como “gorriones avispones gigantes”. Las personas que se aventuran en la naturaleza han aprendido a evitar la laca para el cabello y el perfume, que pueden atraer a estas plagas aterradoras.

Por lo tanto, no es sorprendente que la práctica de cazar y comer a los insectos, como ocurre con muchas tradiciones en el envejecido Japón rural, sea menos común de lo que solía ser.

La Asociación de Apreciación de las Avispas Oomachi, en Nagano, una vez alcanzó cierta fama nacional por hacer galletas de arroz con los insectos horneados. Desde entonces, la producción se ha detenido, ya que los miembros del grupo han muerto o se han vuelto muy viejos para preparar los bocadillos, dijo Sachiko Murayama, de 70 años, que está en el consejo de una cooperativa comercial local.

En las ciudades japonesas, sin embargo, ha habido un pequeño resurgimiento en el interés por comer insectos. Algunos jóvenes son atraídos por la novedad, y por la idea de que los insectos son una fuente de proteína amigable con el ambiente.

En Tokio, el avispón gigante está en el menú de más de 30 restaurantes.

Shota Toguchida, propietario de un restaurante chino en la ciudad, dijo que vendió tragos de licor de avispón casero por 2000 yenes, unos 19 dólares, principalmente a hombres de mediana edad.

Conserva algunas botellas en el bar. “Parece sorprendente, pero sabe muy bien”, dijo.

En Estados Unidos, donde los primeros avispones asiáticos gigantes fueron vistos el otoño pasado en el noroeste del estado de Washington y los científicos tratan de cazarlos con urgencia, nadie piensa en el potencial culinario de los insectos. El objetivo es simplemente erradicarlos antes de que puedan propagarse y eliminar poblaciones de abejas.

Takatoshi Ueno, entomólogo de la Universidad de Kyushu, dijo que estaba desconcertado con la aparición de los avispones en la costa oeste de Estados Unidos.

“Es imposible para ellos volar desde Asia”, dijo, y agregó que lo más probable es que llegaran en un contenedor. Incluso eso, sin embargo, sería extraordinariamente improbable, dijo, dada su extrema agresividad, que seguramente habría llamado la atención de la tripulación de un barco.

Puede que no hayan venido de Japón, dijo Ueno; pudieron haber llegado de otro país de la región. Pero independientemente de cómo llegaron al estado de Washington, añadió, es fundamental que se lidie con ellos antes de que tengan oportunidad de establecerse.

Coronavirus | «Ya va siendo hora de que la humanidad sea adulta y empiece a decidir qué cosas no puede hacer»

6 mayo 2020 –

Por: BBC Londres –

«¡Eso me suena a curas!».

Si uno no quiere eso por respuesta, mejor no empezar una entrevista con Juan Luis Arsuaga preguntándole si la crisis del covid-19 es una especie de advertencia, algo que le recuerda al ser humano cuál es su sitio.

El paleontólogo español, premio Príncipe de Asturias y uno de los mayores expertos del mundo en la evolución de nuestra especie, se alarma ante la expansión cual virus del «pensamiento mágico», advierte sobre los peligros de sustituir a Dios con la ciencia y llama a utilizar la razón para solucionar los problemas que plantea la pandemia.

Lo que sigue es un extracto del diálogo que mantuvo con BBC Mundo el catedrático, también codirector del yacimiento de Atapuerca y director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos, desde su confinamiento en Madrid.

Es paleontólogo y, como usted mismo la define, su profesión consiste en estudiar el pasado, el pasado de la evolución, la historia de la vida. ¿Cómo encaja esto que estamos viviendo en esa historia?

La vida es una crisis permanente. Muchas veces se pregunta: «¿Qué es lo que causa la extinción de las especies?». Pero la pregunta está mal formulada.

La pregunta es: «¿Qué es lo que hace que las especies no se extingan?», porque todas las especies están siempre al borde de la extinción.

Unas son más resilientes que otras, pero un mundo estable, tal y como se concibe la estabilidad, no es real. El mundo está en permanente inestabilidad.

Policías en el cementerio de Novo-Talitskoye, Rusia, el 28 de abril de 2020.
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Esto nos ha pillado en un momento en el que estábamos convencidos de que podíamos controlar nuestro futuro, tal vez hasta dirigir la evolución, cambiar su curso. ¿Nos pone en nuestro sitio como especie?

Eso me suena a curas, a predicadores. Ya solo falta que nos digan que nos lo merecemos, que es un castigo de la naturaleza.

Toda la predicación bíblica que está aflorando ahora me parece lo más grave de esta epidemia. Es la vuelta de los charlatanes, del pensamiento mágico, algo que pensábamos que de verdad había desaparecido.

«Arrepentíos», solo les falta decirles. «Es el último aviso».

Nadie había pensado que se habían acabado las epidemias. Tal es así, que hay una especialidad médica dedicada a ellas: la epidemiología.

Hay que utilizar el pensamiento racional para solucionar los problemas.

Me refería a si esto nos ha recordado que somos animales, que nos pone en nuestro sitio, a la par de otras especies animales.

¡Nos recuerda que volamos en Ryanair!

Lo que nos ha pasado es que viajamos en Ryanair, con el señor de la derecha tosiendo y el de detrás también, hacinados… ¿así cómo no van a extenderse los virus?

Pero la solución no es un predicador, (que nos advierta que) «es el último aviso, pecadores». La solución pasa por (preguntarnos) cómo lo hacemos.

¿Cómo hacemos para que haya un vuelo barato de Madrid a Londres, en el que no viajemos hacinados y con el que no quememos combustible fósil?

La pregunta es, entonces: ¿a qué renunciamos?

Esto nos tiene que llevar a una solución técnica. Vivimos en un mundo diferente, y nos estamos viendo con problemas diferentes.

Pero esto no tiene nada de particular. Vivir es estar permanentemente a punto de morir.

La vida de las sociedades, de los ecosistemas, de cualquier sistema, en realidad, es un equilibrio dinámico. Consiste en que le quitas un pilar y no se cae.

La definición de vida más acertado que yo conozco es uno de Karl Popper: All life is problem solving. Los minerales no tienen problemas, los muertos tampoco. Es la vida: resolver problemas.

Usted ha dicho que no hay que pensar en esto como un gran cambio histórico, que los grandes cambios históricos son el resultado de una concatenación de crisis. Pero ¿qué pasa si esta es la primera de una serie de crisis?

Depende de la recurrencia.

Todas las catástrofes tienen una recurrencia. Así, si construyes un paseo marítimo pegado al borde del mar, sabes que cada 10 años va a ser destruido por las olas y que vas a tener que reconstruirlo.

Y luego hay fenómenos todavía más catastróficos con recurrencias de 100 años o 500 años.

Entonces ¿qué se puede hacer? Si yo viviera en una zona sísmica, construiría edificios antisísmicos.

¿Y qué pasa si la concatenación es de crisis de distinta naturaleza? Como ahora, que a la sanitaria le seguirá la económica…

Pues que puede acabar con una civilización entera. Así pasó con el Imperio romano.

La salud de una sociedad está en su capacidad de reponerse, de recuperarse de las crisis.

Pasa como con la salud de un individuo. Tú te puedes morir de una gripe. Tu sistema inmunitario se pone a prueba cada día del año. Entonces, en función de cuál sea tu capacidad de superar una crisis, vivirás más o menos.

En el caso del Imperio romano, se le fue juntando todo. Me refiero al de Occidente, porque hay que recordar que el Imperio romano de Oriente siguió hasta el siglo XV.

El Imperio romano de Occidente tenía muchas crisis: económicas, políticas, sociales, de recursos naturales, climáticas… y, claro, las olas venían demasiado seguidas y no le daba tiempo de reponerse de una para enfrentar la siguiente.

(También está el ejemplo de cuando) Irlanda vivía de la patata. Cuando se produjo la crisis del escarabajo de la patata, murieron cientos de miles de irlandeses de hambre.

Un escarabajo mató a un gran porcentaje de la población y el resto emigró a América. ¡Un escarabajo que afectaba a la patata!

Este tipo de crisis se puede producir y, cuando lo hace, destruye una sociedad por completo. Sería absurdo negar esta posibilidad.

Ahora ¿qué es lo que tenemos que hacer? Pues que no haya otra pandemia como esta, porque no podemos confinarnos todos los años. No hay economía que resista un confinamiento cada año.

En consecuencia, tendremos que aprender.

Que no haya otra pandemia no es lo que prevén los epidemiólogos…

Bueno, epidemias va a haber, por eso hay epidemiólogos. Lo mismo que hay bomberos, porque va a haber fuegos.

¿Pero te imaginas que haya ahora en Londres un incendio como aquel que (en 1666) destruyó la ciudad entera? No ha vuelto a ocurrir.

Epidemias habrá, pero si son de esta envergadura y cada tres años, acabarán por completo con nuestro mundo.

Usted dice que los charlatanes han vuelto a la palestra. Pero los científicos también. Quizá no se les haya escuchado nunca como en estos días.

Eso esperemos, pero ahora vamos a ver si esto es lo de Santa Bárbara y los truenos o no.

Muchos me preguntan «¿y? ¿hemos aprendido la lección?». Pues lo vamos a ver en seguida.

En España lo vamos a saber en tres meses, en los próximos Presupuestos Generales del Estado. Si seguimos siendo igual de rácanos (en la parte destinada a la ciencia, la investigación, la salud y la educación), pues no, no habremos aprendido.

«Ha llegado la hora de que la humanidad sea adulta», ha dicho. ¿A qué se refiere?

Es que ya va siendo hora de que sea adulta y empiece a decidir qué cosas no puede hacer.

Es de nuevo lo del pensamiento mágico, que tiene una ventaja: papá y mamá se ocupan de todo, aunque a veces nos castigan, pero es por nuestro bien. Nos mandan una epidemia para que aprendamos quién manda aquí.

Pero aquí ya no hay papá y mamá. Y eso sirve para el clima, para la destrucción de los recursos marinos… vale para todo.

A mí, de todas maneras, lo que me preocupa es que ha aparecido otro tipo de religión: la religión de la ciencia.

Eso parece una contradicción.

Yo no quiero una religión de las ciencias, no me interesa, pero cada día lo veo más.

Por ejemplo, en una conferencia digo: «Tenemos un problema con la energía, porque cada generación consume el doble o el triple de energía que la anterior. A eso se le llama una progresión geométrica y nos lleva al abismo».

Entonces siempre hay uno que se levanta y dice: «No, pero la ciencia lo va a solucionar».

¡Eso es un pensamiento religioso! Pensar que la ciencia va a sustituir a Dios es pensamiento mágico.

No tenemos ninguna fuente de energía barata. «El Sol», me dicen. Sí, pero no se puede acumular.

A la ciencia ahora de pronto se le atribuyen las cualidades de la religión, incluyendo la inmortalidad. Es decir, vamos a tener energía limpia, de todo, gratis, y además vamos a ser inmortales.

¿Y quién lo va a hacer? «La ciencia». Eso es pensamiento mágico.

Lo que la ciencia dice, en realidad, es: «Si no quieres tener cáncer de pulmón, no fumes». No te dice: «Tú fuma, que yo ya voy a encontrar la forma de evitar el cáncer de pulmón» o «tú come muchas grasas, que yo te voy a solucionar el problema de la arterioesclerosis».

No, te dice: «No comas grasas y no fumes, porque te vas a enfermar».

La verdadera ciencia te pone frente a tus limitaciones y hay que renunciar.

¿Pero quién decide a qué se renuncia y quién lo tiene que hacer?

Por ejemplo, en Madrid, dentro de toda esta tragedia, ha surgido una discusión interesante.

Para poder reabrir las cafeterías, hay que distanciar a la gente. «Para eso necesitamos toda la acera», dicen los dueños. «Como vamos a tener menos clientes, necesitamos más espacio».

«Un momento ¿nos van a quitar toda la acera? La acera es nuestra», dicen los vecinos.

Consecuencia: habrá que organizarlo. No todo el mundo puede tener lo que quiere. Es decir, no van a poder ocupar toda la acera, pero tienen el derecho a recuperarse económicamente.

Es un ejemplo, pero se llama armonización social y lo hace la política, en el sentido más noble de la palabra. Y ahora hay mucho espacio para la política.

Tú dices que es la hora de la ciencia y yo digo que lo es de la política.

La política tiene que ordenar y organizar los múltiples intereses en conflicto, no la ciencia. La ciencia no debe decir cómo se tienen que organizar las residencias de ancianos.

Ahora tendrá que ver la sociedad, a través de sus representantes, cómo lo organiza todo y cómo hace compatibles el turismo, la economía, los viajes, los derechos de las personas.

Sobre el impacto de la pandemia en la historia, otros expertos coinciden en que más que remodelarla, la acelerará. ¿Qué opina usted de esto?

Me parece de lo más inteligente.

Esta pandemia es hija de esta sociedad. No se habría podido dar en otra época. Es impensable fuera de nuestra sociedad, nuestro mundo, pertenece a él.

Pero habría que preguntar por ejemplos. No hay teoría que resista los ejemplos.

Lo que va a desaparecer es algo que ya estaba desapareciendo. Habría acelerado la desaparición de algo que ya estaba ocurriendo.

Por lo tanto, podría pasar con el cine, pero no con el turismo. No es que los viajes estuvieran en decadencia y que esto sea la puntilla.

Hablar de futuro con un paleontólogo parece una paradoja…

Para nada. La gente me suele preguntar cómo va a ser el futuro, pero es que yo sé cómo va a ser. Soy el único profeta de verdad (ríe).

Viviremos todos en ciudades de 14 millones de habitantes, prácticamente toda la humanidad. Hay una tendencia hacia la globalización y la vida en grandes conurbaciones.

¿Cómo será la vida en México dentro de 150 años? Pues toda la gente vivirá en Ciudad de México.

A día de hoy, de los 56 millones de habitantes que tiene Inglaterra, unos 9 millones viven el gran Londres, la zona conurbada. Casi el 20%, se dice pronto. Ese es el futuro.

Pero ¿por qué será posible que casi toda Inglaterra viva en Londres? Por las conexiones.

Eso va a ser el mundo: grandes núcleos urbanos, muy bien comunicados entre sí. Esto es, un escenario perfecto para el coronavirus.

Y no van a ser las enfermedades como esta el único problema. Va a haber problemas de contaminación ambiental, de energía, de seguridad, de desequilibrios… Pero es lo que hay.

Y ahí, te puedes imaginar dos futuros posibles: uno tipo Blade Runner, una cosa horrible, o uno maravilloso, con zonas verdes, jardines, sin contaminación, gente en transporte público…

Puedes imaginar un Londres horrible o uno delicioso. Yo creo que deberíamos apostar por el delicioso.

Veo que es usted un optimista.

Es que el pesimista no hace nada. Es un egoísta que se justifica. Un egoísta que utiliza el pesimismo como coartada para no hacer nada.

El optimista es el que cambia las cosas. El pesimista no cambia nada. El predicador tampoco.

“Tenemos que replantearnos la detección de enfermedades”

6 mayo 2020 –

Por: RICHARD GRAY – El País – España-

Sabemos que los brotes como el del coronavirus van a ser más habituales en el futuro, y su contención es el programa Apolo de nuestra época, según la profesora Marion Koopmans, directora del departamento de Virociencia del Centro Médico de la Universidad Erasmus en Róterdam, Holanda. Koopmans es miembro del comité asesor sobre la covid-19 recién creado por la Comisión Europea y coordinadora del proyecto VEO, que desarrolla técnicas para detectar nuevas enfermedades infecciosas a medida que van apareciendo y realizar un seguimiento cuando lo hacen. Una gran parte de lo que ya hemos aprendido se utiliza para luchar a escala mundial contra la nueva pandemia de coronavirus.

Pregunta. ¿Por qué aparecen nuevas enfermedades como esta?

Respuesta. Cuando reconstruimos lo que ha sucedido en los brotes de enfermedades emergentes, lo que observamos es que algo ha cambiado. Cada vez más seres humanos comparten el mundo, y a medida que intentamos alimentarles y darles alojamiento, provocamos una pérdida de hábitat para los animales salvajes. Esta perturbación puede dar lugar a un cambio en el comportamiento de los animales que les hace entrar más en contacto con los seres humanos. Por tanto, la tala de un bosque o las actividades mineras podrían expulsar a los animales de su hábitat habitual. Esas interacciones son un desencadenante importante porque aumentan las posibilidades de que una enfermedad atraviese la barrera de la especie y llegue a los seres humanos. El cambio climático también tiene un efecto sobre las enfermedades existentes al permitirles trasladarse a nuevas zonas. La agitación sociopolítica también es importante, ya que puede causar desigualdad o colapsar los sistemas sanitarios, y eso puede ser un riesgo.

Un médico con material de protección extrae una muestra a un conductor para detectar la Covid-19 en un hospital de Bangkok.
Un médico con material de protección extrae una muestra a un conductor para detectar la Covid-19 en un hospital de Bangkok.DIEGO AZUBEL / EFE

P. ¿Qué tipos de enfermedades podrían convertirse en brotes en el futuro?

R. En VEO hemos agrupado las enfermedades según distintos escenarios, que abarcan un gran número de posibles maneras en las que pueden producirse brotes. El primero se centra en las enfermedades transmitidas por vectores, como los virus, las bacterias o los parásitos que pueden contagiar a los seres humanos, pero que son propagadas por animales, generalmente insectos como los mosquitos o las garrapatas. La malaria y la enfermedad de Lyme son buenos ejemplos. Algunas especies de mosquitos transmisores de la malaria podrían aparecer en nuevas zonas debido al cambio climático. Luego están las enfermedades zoonóticas, que transmiten las aves o los animales salvajes, y que luego saltan la barrera de la especie para contagiar a los seres humanos. Existen muchos ejemplos de estas enfermedades, como la gripe y el ébola. También analizamos los patógenos ocultos que podrían liberarse en el futuro, como las enfermedades que actualmente están atrapadas dentro del permafrost pero que podrían aparecer cuando se derrita. Y por último, están las infecciones raras que podrían ser un problema más grave en las poblaciones urbanas con una alta densidad y un rápido crecimiento.

P. ¿Qué nos ha revelado el Covid-19 sobre nuestra capacidad para detectar nuevas enfermedades?

R. La detección de enfermedades se centra principalmente en las que ya conocemos. Tenemos redes de vigilancia que están pendientes de enfermedades concretas como la gripe, el norovirus o el sarampión. Está organizado patógeno por patógeno. Esto significa que seguimos teniendo un planteamiento reactivo para enfrentarnos a estas enfermedades una vez que se convierten en brote.

P. ¿Qué intenta hacer VEO?

R. Queremos ser capaces de prever mejor estas enfermedades adoptando un método distinto que lo analice todo, de manera que podamos detectar algo antes de que se convierta en un problema importante.

P. ¿Cómo lo hacen?

R. En cada uno de los escenarios de enfermedades emergentes, analizamos cuáles podrían ser las causas. De modo que, si nos centráramos en las enfermedades transmitidas por los mosquitos, analizaríamos qué influye en el número de mosquitos que hay, y en qué especies, qué clima y qué hábitats son importantes para que las especies concretas de mosquitos se desarrollen. ¿Se dan las condiciones que podrían hacer que aparezcan enfermedades tropicales, hay gente en esas zonas, cómo se está comportando? Empezamos a agrupar todo esto a partir de distintos tipos de conjuntos de datos hasta que vemos una convergencia de factores de riesgo.

P. ¿Qué ventaja tiene esto?

R. Simplemente fíjese en lo que ha ocurrido con el coronavirus. Hemos tenido que crearlo todo desde cero, y eso significa que el número de casos supera nuestra capacidad para diagnosticarlos. No esperamos que haya tests de anticuerpos claros y que se puedan producir a gran escala hasta dentro de otro par de meses. Si podemos revisar nuestros modelos de detección de enfermedades, podremos adelantarnos garantizando que haya modelos de tests disponibles y asegurándonos de que no escasean los reactivos que necesitamos para las pruebas diagnósticas. Podemos empezar a buscar tratamientos y a desarrollar vacunas, pero solo se puede hacer si somos capaces de prever esos brotes.

P. ¿Qué pasa cuando identifican un riesgo?

R. Primero aparece una señal, e intensificamos la vigilancia en esa zona. Pero no sabemos qué buscamos, así que tenemos que emplear técnicas que nos permitan detectar cualquier cosa que pudiera estar ahí y se salga de lo normal. Una de las técnicas más potentes que tenemos para hacerlo ahora mismo es la metagenómica.

P. ¿Qué es la metagenómica y por qué es tan útil?

R. Es exactamente lo que utilizaron los chinos cuando empezaron a ver pacientes con una neumonía desconocida. Los diagnósticos habituales eran negativos o no eran claros, de modo que realizaron análisis metagenómicos en muestras de esos pacientes. En ese punto es cuando se analiza todo el material genético que hay. Se podrían encontrar entre cinco y 10 millones de elementos de material genético de todo tipo de bacterias y virus, y luego hay que compararlos con muestras de personas sanas. Buscas algo que destaque porque no es habitual. Así es como descubrieron por primera vez el nuevo coronavirus.

P. ¿Cómo participa VEO en los esfuerzos globales para luchar contra el coronavirus?

R. Trabajamos mucho en la transformación de los datos genéticos sobre el virus de los que disponemos en herramientas que podamos usar contra él. Parte de eso consiste en utilizar esos datos para desarrollar tests de diagnóstico rápido, y sobre todo la filogenia (cómo muta el virus a medida que se propaga), que es una herramienta fundamental para tratar de entender lo extendido que está el virus y si ya podría haber algún nivel de inmunización en la población. Intentamos utilizarlo también para entender por qué los niños no se ponen tan enfermos como las personas mayores. Y también hacemos un seguimiento de la diversidad del virus a medida que se propaga por el mundo. En tercer lugar, intentamos además trabajar con las redes sociales. Tenemos epidemiólogos digitales que intentan realizar un seguimiento de los mensajes de Twitter para entender cómo podría propagarse la enfermedad a partir de nuevas noticias, por ejemplo. Pero ha sido agotador por el ingente volumen de información que ahora se comparte. Usamos redes neuronales para analizar qué genera la información y de dónde procede la información fiable. Una de las primeras noticias sobre el brote de coronavirus fue la de una enfermedad desconocida en un periódico chino. Es lo que intentamos recabar ahora. Y, por supuesto, también intentamos prever cuál será la próxima enfermedad emergente.

P. ¿Están cerca de conseguirlo?

R. El proyecto solo existe desde hace pocos meses, pero sabemos que es probable que los brotes como este sean más habituales en el futuro por el crecimiento de la población humana, el cambio climático y el cambio en el uso del suelo que se está produciendo en todo el mundo. Nos preocupan especialmente las enfermedades como el virus Nipah (que propagan los murciélagos y que puede pasar a los seres humanos a través de cerdos infectados) y otras infecciones neurotrópicas y respiratorias transmitidas por los murciélagos. La contención de estas enfermedades es uno de los Programas Apolo de nuestra época en cuanto al esfuerzo, la tecnología y la magnitud de lo que se necesita. Si podemos mejorar el proceso de detección para poder prever los brotes, podremos luchar muy rápido contra ellos, hacer un seguimiento y desarrollar vacunas para mantenerlos a raya.

Periodismo tecnológico o ¿tecnología para el periodismo?…. en tiempos de pandemia

6 mayo 2020 –

Por: Panorama Audiovisual – David Corral – Esapaña –

El confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que provoca, la Covid-19, ha disparado las audiencias de medios convencionales y digitales, con consumos en niveles históricos. A las funciones esenciales de los medios de comunicación: informar, educar y entretener, la pandemia ha añadido una tarea más: la lucha contra las fake news.

Los estragos que ha causado globalmente la irrupción del coronavirus son de sobra conocidos -miles de víctimas, más de la mitad de la humanidad confinada, daños económicos difíciles de estimar- pero su paso también ha dejado huellas positivas, como la heroica labor de múltiples profesionales, la solidaridad de las sociedades, el respiro medioambiental o el impulso que ha dado al teletrabajo y a la Cuarta Revolución Industrial y sus tecnologías, a las que no es ajena la prensa en cualquiera de sus formatos.

Los medios de comunicación vivimos doblemente inmersos en una transformación inédita. Buscamos un nuevo modelo de negocio ante el agotamiento del actual mientras superamos la paradoja que nos ha provocado el coronavirus. El confinamiento ha aumentado el consumo de información y de entretenimiento en televisiones, radio y Web, con Netflix reinando en los servicios OTT, YouTube en el streaming y las redes sociales o WhatsApp poniendo a prueba la resistencia de las redes con el móvil como otro de los beneficiarios de esta crisis. Pero cuanto más se está exigiendo, en cantidad y calidad de contenidos, peor está el sector con el cierre de muchas cabeceras, la pérdida de empleos y de la publicidad que los sustentaba.

También ha obligado, para mantener la actividad y cumplir con la distancia social y el confinamiento, a una urgente adecuación tecnológica para teletrabajar y comunicar desde fuera de las distintas instalaciones. La “transformación digital”, que antes era un proyecto de futuro en la mayoría de las empresas, es ya una necesidad estratégica de supervivencia. Y tras el paso de lo analógico a lo digital ahora toca el salto a la nube (cloud), en la que trabajamos a distancia en nuestras empresas y mantenemos videoconferencias o entran en directo, sin que nos extrañe la imagen, periodistas, entrevistados o invitados desde cualquier lugar y con todo tipo de cascos, fondos, ruidos y niños y mascotas alrededor. Llegará también el 5G, que conectará millones de dispositivos posibilitando el IoT (Internet de las Cosas), la analítica avanzada (Big Data), el Deep Learning, la impresión 3D o la Inteligencia Artificial (IA), entre muchas otras tecnologías y, con ellas, nuevos y variados perfiles profesionales.

Y ante la amenaza, el riesgo o la incertidumbre del cambio y de lo que vendrá después de que pase, en algún momento, el azote del coronavirus, tenemos la empatía, el talento y la capacidad de superación; la tecnología usada con ética e igualdad; la necesidad de dar respuesta a retos como el medioambiente; la lucha contra el control de las narrativas geopolíticas, la desinformación y las ciberamenazas o el deber, como medios, de seguir informando, entreteniendo y educando a nuestras audiencias, estén donde estén.

Dónde estamos

Acabamos de arrancar la década de los años 20 de este siglo XXI. Año 2020, el del coronavirus, el del paréntesis en nuestras vidas, un año que se llame como se llame supondrá un antes y un después en el mundo tal como lo conocíamos. Qué vendrá, es impredecible. Seguramente algo parecido pero, en esencia, muy diferente al mundo que conocíamos y en el que cambiarán muchos “cómo”: cómo será la normalidad, cómo viviremos, cómo nos relacionaremos, cómo protegeremos la salud del planeta, cómo aprenderemos, cómo trabajaremos, cómo nos moveremos, cómo consumiremos, cómo será la sociedad, cómo seremos de globales, cómo de capitalistas…

Los daños causados por este nuevo coronavirus SARS-CoV-2, son de sobra conocidos. Millones de afectados, media humanidad confinada, miedo e incertidumbre, daños económicos casi incuantificables, desempleo creciendo a un ritmo trepidante, deuda en niveles desconocidos, empresas quebradas…

La geopolítica transformada con unos Estados Unidos que no ejercen ya de faro del mundo («libre») por abandono, pasividad o ceguera. China convertida en superpotencia económica siguiendo sus propias reglas de juego, con un control magistral de la tecnología y de las redes sociales y, aunque seguirá siendo alumna avanzada en el arte de la ingeniería inversa y copiar todo lo que se le ha dado para fabricar, ya es maestra en el arte de crear. El año pasado China se convirtió en el líder mundial en patentes internacionales con un récord de 265.800 solicitudes, desbancando a Estados Unidos, que había ocupado el primer lugar durante más de cuatro décadas.

La Unión Europea parece ausente de sí misma y con un liderazgo discutible en un momento clave para su futuro. La ONU no está en mejor situación y múltiples instituciones y organismos internacionales y nacionales también en entredicho por su coste y escasa operatividad y capacidad de respuesta…

Pero la desgracia y los tiempos difíciles son también en los que la faceta más impredecible del ser humano brilla en su mejor versión. A lo largo del mundo, frente a la adversidad, se han sucedido los ejemplos de entrega, profesionalidad y empatía de médicos y personal sanitario, científicos, limpiadores, militares y fuerzas de seguridad, transportistas, taxistas, vendedores, agricultores, ganaderos y pescadores, docentes, periodistas, pilotos y tantos otros empleados y autónomos “esenciales” y “no esenciales”.

Desde el comienzo de la pandemia hemos visto diariamente aplausos y mensajes como muestra de agradecimiento a esos héroes anónimos tras sus mascarillas; múltiples actos de solidaridad, apoyo y respeto; de implicación y ayuda a los más necesitados; de conocimientos abiertos y compartidos; de empresas transformándose para dar respuesta a necesidades médicas como respiradores o mascarillas; de trabajadores, innovadores o emprendedores adaptándose para seguir generando recursos; de teletrabajo sin fronteras o de un gran triunfador, junto al ser humano y su humanidad, la tecnología empleada para sus mejores fines.

Pasando el confinamiento y los estragos del coronavirus, 7.800 millones de personas poblamos nuestro planeta Tierra inmersos en plena Cuarta Revolución Industrial y en la Segunda Revolución de la Información, pero apenas hemos dejado atrás -si es que lo hemos hecho- la Tercera Revolución Industrial con Internet cumpliendo 50 años como uno de sus claros protagonistas.

En este 2020, y espoleados por la irrupción de la COVID-19, la Inteligencia Artificial (IA), Cloud, 5G, IoT (Internet de las Cosas), Blockchain, redes neuronales, Deep Learning, impresión 3D, virtualización de sistemas, la analítica avanzada (Big Data), nanotecnología, informática cuántica o la robotización de tareas (RPA), entre otros, son ya elementos transformadores de sectores tan dispares como sanidad, agricultura, transportes, movilidad, energía, construcción, banca, educación, seguros, prensa…

¿Y qué fronteras nos permitirán cruzar? Derrotar a las enfermedades conocidas, como el cáncer; a las desconocidas que aún no sabemos que llegarán, como nos ha pasado con la Covid-19; acabar con el hambre; llegar a Marte…

El horizonte no parece sombrío, todo lo contrario. Si se cumplen algunos de los pronósticos más favorables nos encontraremos con energía renovable abundante y barata junto a un mayor enfoque en la sostenibilidad y el medio ambiente; las terapias genéticas minimizarán las enfermedades; la esperanza de vida podría aumentar en más de 10 años; habrá más riqueza y mejor distribuida; la movilidad se redefinirá con los vehículos autónomos y todo, literalmente “todo”, podría estar conectado a un coste muy bajo con una particularidad, que ese “todo” será “Inteligente”.

Según el informe Cisco Annual Internet Report en 2023 habrá 29.300 millones de dispositivos interconectados globalmente, la mitad M2M (Machine to Machine), y unos tres por persona y casi diez por hogar. En España, con 350 millones de dispositivos conectados, nos encontraremos con el 20% de los hogares “conectados” y con siete dispositivos por persona. Detalle importante, casi la mitad de todos ellos podrá captar imágenes.

Y hoy, ¿cómo andamos de conectados? España es el tercer país de Europa por número de conexiones de fibra óptica y, junto a las 60.000 antenas de redes móviles diseminadas por todo el territorio nacional, el 99% de la población tiene acceso a Internet y telefonía. En todo el mundo, en este 2020, algo más de 4.500 millones de personas cuentan con conexión a Internet, un 59% de la población mundial, con China, India y Estados Unidos a la cabeza.

Según los datos de inteligencia en tiempo real de la GSMA, una organización mundial que agrupa a unos 800 operadores móviles y 200 compañías relacionadas, a mediados de abril de este año (y no deja de aumentar) había más de 9.800 millones de líneas móviles y 5.200 millones de clientes. Es decir, la mayor parte de la población mundial tiene al menos un dispositivo en sus manos. De todos ellos, 3.500 millones cuentan con un smartphone (un teléfono inteligente). Inicialmente servían para lo que se habían inventado, “hablar por teléfono”. Hoy también, pero son además nuestros asistentes, nuestros confidentes, nuestros entrenadores, nuestras salas de cine o televisiones, nuestros banqueros, nuestros mapas, nuestro principal entretenimiento en el confinamiento… Lo que se nos ocurra.

Hay cerca de cinco millones de APPs (aplicaciones móviles) listas para descargarse en Google Play (para dispositivos Android) y en Apple App Store (para dispositivos IoS de la misma marca). De ellas vamos a centrarnos en unas que interesan especialmente a los medios por su impacto, contenidos o capacidad de difusión, las “sociales”.

Las más populares están disponibles en los principales idiomas, por no decir directamente en casi todos. Permiten a los usuarios conectarse, interactuar o saber qué sucede, con amigos, otras personas, instituciones o eventos sin encontrar limitaciones geográficas, políticas o económicas (exceptuando las que imponen directamente algunos gobiernos).

Los dispositivos móviles, cualquiera de ellos y ya sea conectado a línea telefónica o WiFi, ponen continuamente en contacto a 3.500 millones de usuarios en las redes sociales. La más popular, con casi 2.450 millones de usuarios, es Facebook, además de la primera en superar los 1.000 millones de cuentas registradas. Otros ejemplos son YouTube (2.000 millones de usuarios), Whatsapp (1.600 millones), Instagram (1.000 millones), TikTok (500 millones) o Twitter (330 millones). Políticos, futbolistas, artistas, las propias redes o los fabricantes de tecnología son los más populares, congregando en sus perfiles a millones de seguidores.

Entonces, si el coronavirus ha aumentado el consumo de noticias y contenidos notablemente; si es a través de múltiples canales y dispositivos; si los medios han demostrado sobradamente su capacidad de informar, educar y entretener; si casi todos los sectores productivos, industriales, de servicios, etc. se están o van a transformarse; si los gobiernos incentivan la digitalización y modernización; si la sociedad no es ni será ajena a estos cambios (todo lo contrario); si cada vez estamos más conectados a todo tipo de dispositivos como teléfonos, pulseras, relojes, vehículos, televisores, asistentes domésticos, aspiradoras… ¿no estamos afectados los medios como receptores, generadores y emisores de contenidos? ¿Cómo o dónde consume nuestro público o cómo perciben la veracidad de nuestras noticias, el entretenimiento de nuestros contenidos o la utilidad de nuestro trabajo tampoco nos afecta? El que esté libre de duda…

¿Dónde están los medios?

En estos momentos los medios de comunicación vivimos doblemente inmersos en una transformación inédita. Estábamos, estamos y estaremos reconstruyendo o buscando un nuevo modelo de negocio ante el agotamiento del actual. Y, buscando salida a esa crisis, llegó desde China el empujón inesperado.

El coronavirus ha provocado el cierre de muchas cabeceras, la pérdida de empleos y de la publicidad que los sustentaba. También ha obligado, para mantener la actividad, a una obligada adecuación tecnológica y a la urgente reflexión de que el futuro que queramos ser es ya, es hoy.

Se acabó el “menú del día” para todos, elaborado con contenidos generalistas. Hoy la demanda (y la supervivencia de muchos medios) pasa por lograr la casi individualización de noticias y contenidos: los espectadores, lectores, oyentes o consumidores quieren acceso personalizado, continuo, inmediato a lo que quieran, donde lo quieran y como lo quieran, que sea incluso una experiencia.

La velocidad y dinámica con que se crean y desechan los contenidos en la actualidad hacen que se requieran elementos innovadores, ya sea desde la narrativa, la técnica o el medio, es decir, desde lo que contamos, la forma en que lo hacemos y por dónde o cómo lo distribuimos. Enfocarse en el usuario consiste, no solamente en encontrar qué quiere que contemos, sino cómo quiere que lo hagamos y también cómo prefiere sentirse escuchado.

Las audiencias están tan fragmentadas y el mercado tan saturado de plataformas, de dispositivos o de medios, que no es fácil discernir dónde vamos sin olvidarnos qué y quiénes somos como medios.

La prensa escrita abandona el papel, aumenta sus contenidos audiovisuales y compite en Internet buscando modelos de supervivencia basados en muros de pago o cuentas freemium, una transformación digital a la que no son en absoluto ajenos los medios nativos. Las radios se hacen digitales, se recuerda con cariño las emisiones en Onda Media o AM, mientras los programas actuales se retransmiten por televisión o Redes Sociales. El DAB (Digital Audio Broadcasting) parece ser la elección del futuro y los podcasts son la referencia. Twitter, FaceBook, YouTube, Twitch o TikTok cuentan con miles de millones de seguidores que generan contenidos, compartidos gratuitamente, que se transforman en miles de millones de ingresos en publicidad, cifras que desaparecen de las plataformas convencionales.

Según WARC, en 2020 se estimaba que la publicidad en el entorno digital podría crecer un 7,1% hasta los 660.000 millones de dólares, más de la mitad de la inversión publicitaria mundial, cifras que se conocían antes de la pandemia. Por poner algunos ejemplos, se calculaba que 107.900 llegarían a Google, 82.900 a Facebook, YouTube obtendría 18.500 y Twitter 3.300.

En España la televisión ha dejado de ser el medio hegemónico y cede el testigo al mundo digital, que logró un 38,6% de la inversión publicitaria por delante del 33,7% televisivo, según los datos de la consultora InfoAdex. Atresmedia y Mediaset, las empresas de comunicación españolas que más beneficios obtienen, han perdido más del 50% de su valor bursátil desde que Netflix llegó a España en 2015.

La televisión, tal como la conocíamos (como negocio y como aparato), está cambiando de manera inevitable. El futuro de muchas empresas y tecnologías audiovisuales es, como poco, incierto. Las nuevas tecnologías y el comportamiento de los consumidores están obligando al sector a adaptarse a un nuevo mercado complejo y en constante evolución. En él es imprescindible innovar y definir una estrategia que permita competir y hacer frente, incluso sobrevivir, a muchos y grandes retos.

Estos van desde la resintonización por el Segundo Dividendo Digital, que podría dejar fuera a muchos espectadores por perder (literalmente) los canales de TDT; la consolidación de la creciente lista de plataformas AVOD, SVOD, TVOD y OTT (OverTheTop), como Netflix, HBO, Movistar+, Apple TV, Amazon Prime Video, Disney+, Sky, Starzplay, FlixOlé, Rakuten TV, Hulu, Filmin… que moverán 86.800 millones de dólares en 2026, hasta las retransmisiones en streaming por YouTube, Facebook o similares, que suman cada día nuevos espectadores que van abandonando a la vieja televisión.

Según un reciente estudio de Statista, hecho entre personas afines a los servicios de streaming, el 62% de ellos afirmaba que la TV tradicional es irrelevante y el 84% de ellos ya la ha reemplazado. Esta tendencia seguirá en aumento y para 2023 los usuarios de streaming habrán crecido 20% más aproximadamente.

Además, la televisión tradicional, lineal, está perdiendo a sus espectadores más veteranos y, en masa, a los jóvenes y adolescentes, que dedican la mayor parte de su tiempo a opciones como Netflix o YouTube. En este 2020 se preveía que el uso del video en el móvil aumentase un 50% y en las Redes Sociales un 39%, cifras que el coronavirus ha disparado por el confinamiento y la limitación de movimientos, en muchos casos más de un 200%, según datos de Justwatch.

Los dispositivos móviles están transformando el consumo global de los medios en estos últimos años, jugando un papel muy relevante en contar la actualidad, el posicionamiento, en la comunicación “one to one”, en ser sobre todo una televisión personal y personalizable que va siempre contigo.

La BBC, referente mundial de independencia, rigor y calidad, fue la televisión pionera en 1927. También, y para mal, en el verano de 2017, cuando sucedió por primera vez lo impensable: uno de sus programas de televisión no tuvo espectadores. Desde entonces no ha sido la única vez ni el único medio televisivo que ha emitido para nadie en algún momento.

¿Hay motivos para pensar que la televisión no será centenaria? Podría parecer que sí, pero esta época de transformación también lo es de oportunidades. En este nuevo ecosistema, la competencia con las plataformas puede convertirse en convivencia y, mejor aún, en colaboración.

Las nuevas pantallas crecerán hasta dejarán de ser objetos físicos y aumentará la calidad de imagen de 4K a 8K, de momento. Los cambios tecnológicos para adaptarnos a los nuevos consumos no deberían sorprendernos, ¿no han sido los medios disruptores a lo largo de su historia? ¿No somos los primeros en dar las noticias y referentes ante el engaño de las “fake news”? ¿No tenemos grandes profesionales, una enorme experiencia, un legado conservado en nuestros archivos, todos los canales que nos podamos imaginar para comunicar, medios para escuchar y aprender o para saber cuáles son los gustos e intereses de cada usuario?

¿No estamos acostumbrados a trabajar con instituciones, empresas, universidades o emprendedores en las necesidades de hoy y en lo que podría ser el mañana? ¿No deberíamos aprovechar las oportunidades que nos dará el que todo estará conectado y dotado, en su mayoría, de dispositivos que permiten captar imágenes o audio (con consentimiento y respeto a la privacidad y al Reglamento General de Protección de Datos)? ¿No somos conscientes del potencial que tenemos de ubicuidad, de inmediatez…? ¿De que nunca en la historia de la humanidad hubo tanto contenido audiovisual disponible a través de tantas plataformas?

¿No hay ya televisores inteligentes e interactivos (presentes en más de un 25% de los hogares españoles), asistentes de voz o canales mucho más convencionales para que podamos interactuar y comunicar con nuestros espectadores, con la sociedad a la que nos debemos en el caso de RTVE como servicio público? Al fin y al cabo, ¿no vivimos como seres humanos un eterno proceso de transformación? Aprovechemos entonces las tecnologías y la innovación para estar donde debemos estar y no perder el enfoque “de saber quiénes somos”.

Inteligencia Artificial. El nexo perspicaz

Rondando sus setenta años de edad, la Inteligencia Artificial (término acuñado por el científico estadounidense John McCarthy en 1956, dos años después de la muerte de Alan Turing, matemático británico, criptógrafo y pionero de la computación y la IA), está demostrando que está en plenas facultades para ser el vínculo y el cerebro de las tecnologías e innovaciones que están dando forma a la Cuarta Revolución Industrial.

Después de pasar un largo invierno de letargo y olvido es, ya en nuestros días, un sector estratégico para la industria y economía, con una estimación de impacto económico mundial de 390.900 millones de dólares en 2025 según Artificial IntelligenceMarketSize, Share & Trends Analysis Report By Solution, By Technology (Deep Learning, Machine Learning), By End Use (Advertising & Media, Law, Healthcare), And Segment Forecasts, 2019 – 2025, y es que, según Gartner, para 2021, el 70% de las empresas incorporará algún sistema de Inteligencia Artificial para apoyar la productividad de sus trabajadores. En España, la adopción de la IA podría conllevar un aumento de nuestro PIB en 0.8 puntos en los próximos años, según datos de PwC.

Con el objetivo de lograr ese crecimiento, alineando las políticas y acciones de los distintos actores gubernamentales, instituciones, industria, universidades, emprendedores y otros actores de los sectores públicos y privados el pasado 2019 el entonces Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades presentó la Estrategia Nacional en Inteligencia Artificial, texto que será actualizado este 2020 y que, según ha comunicado la nueva secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, será una «herramienta de trabajo» que tiene como objetivo colocar al país en una posición «de liderazgo» en este ámbito dentro de la Unión Europea.

La estrategia española, que se sumará a las que ya han publicado comunidades autónomas como Cataluña y Valencia, tiene cuatro ejes fundamentales: la digitalización de España; la digitalización de las administraciones públicas; el desarrollo de la IA como motor de innovación, emprendimiento y transformación empresarial y la creación de entornos «seguros y fiables» para compartir datos en los que se garanticen los derechos digitales civiles para que el desarrollo tecnológico «sea compatible con el avance social».

La estrategia nacional incorporará las recomendaciones de la Estrategia Digital Europea y el Libro Blanco de Inteligencia Artificial de la UE publicados el pasado mes de febrero. Durante los próximos cinco años, por no quedarse fuera de la carrera que lideran con mucha ventaja Estados Unidos y China, la Comisión invertirá decenas de miles de millones de euros «públicos y privados» en «Proyectos de Alto Impacto» a través de programas como “Horizon Europe”, Europa Digital o Conectar Europa II.

El objetivo comunitario es ser competitivos y punteros al tiempo que recuperemos lo que muchos conocen como la “soberanía digital” (el control de nuestros datos), y que, más allá de las cuestiones tecnológicas, definamos cómo queremos que sea la IA “europea”. La UE defiende que debe estar centrada en el ser humano y estar supervisada por él; respetar los derechos fundamentales; tiene que ser ética y deontológica; combatir el contenido ilegal/fakes; robusta para resistir los ataques cibernéticos; transparente tecnológicamente; asegurar la trazabilidad de sus acciones y decisiones; proteger la privacidad y gobernanza de datos; respetar la diversidad y garantizar el bienestar social, democrático, económico y medioambiental.

Además, por supuesto, la IA ha sido y es una herramienta clave en la lucha contra el coronavirus. Un algoritmo desarrollado por la empresa canadiense BlueDot para analizar noticias, informes y bases de datos en distintos idiomas, permitió lanzar la alarma de que en Wuhan, China, se estaban produciendo casos de una neumonía desconocida. Esta StartUp, creada por el médico Kamran Khan y con un buen número de epidemiólogos entre sus empleados, además fue capaz de predecir cómo esta nueva epidemia comenzaría a expandirse y a saltar fronteras por Asia, era el comienzo del Covid-19.

Desde entonces, la Inteligencia Artificial ha estado apoyando la detección, alerta, diagnóstico, lucha, control o estudio del coronavirus por parte de la comunidad científica, la industria o distintos gobiernos. A lo largo del todo el mundo decenas de personas, emprendedores, empresas, universidades, instituciones, etcétera, han tenido en ella un apoyo vital para la detección de casos, la gestión de enormes bases de datos, la proyección de escenarios, la creación de posibles vacunas, la alerta preventiva, el conocimiento de la situación y estado de personas, recursos o infraestructuras.

Iniciativas como el C3.ai Digital Transformation Institute financiarán con cientos de millones de dólares los trabajos de los mejores científicos, investigadores y programadores de instituciones como Princeton, Carnegie Mellon, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), C3.ai o Microsoft, entre otros, para que utilicen la IA para mitigar la pandemia y en la detección de futuras epidemias.

Inteligencia Artificial en los medios de comunicación

El uso de diferentes herramientas basadas en IA de generación y asistencia a periodistas dentro de los medios de comunicación es común desde hace años, aunque fue la pasada década cuando comenzaron las experiencias más prometedoras.

En 2010 se iniciaron los primeros trabajos en distintos medios de EE.UU. y en 2013, la agencia de noticias estadounidense Associated Press comenzó a emplear la herramienta Automated Insights para crear historias a partir de datos. Primero fueron noticias deportivas y después abordaron los informes económicos. Dos años después, en 2015, ya generaban automáticamente más de 3.000 historias trimestrales sobre resultados financieros de las principales empresas estadounidenses, lo que significó aumentar diez veces la productividad.

El diario estadounidense The Washington Post, a la vanguardia de la tecnología, utiliza desde 2016 Heliograf para escribir noticias sobre política y deportes. En su primer año produjo unos 850 artículos y logró un premio por “su excelencia en el uso de bots”, particularmente por la cobertura de las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016. Bloomberg cuenta con “Cyborg” para convertir informes financieros en noticias, Forbes con “Bertie” para ayudar a los periodistas recopilando datos y generando borradores y el New York Times, por citar algunos, con “Editor” para la revisión automática de textos.

Y si hablamos de coberturas concretas, como las citas electorales, destacan en el ámbito europeo las del periódico francés Le Monde, que produjo durante las últimas elecciones legislativas francesas 150.000 páginas web en cuatro horas utilizando “Syllabs” o las de la BBC británica y a la YLE finlandesa, ambas públicas y socias de la EBU como RTVE. Las dos cuentan con departamentos dedicados específicamente a investigación de IA, en el caso de la BBC con Datalab y News Labs y en el de YLE con su News Lab, en el que destaca su robot Voitto, con el que han cubierto múltiples temas.

En las últimas elecciones generales celebradas en el Reino Unido la BBC, por primera vez, empleó la IA de “Arria NLG” para publicar noticias localizadas sobre los resultados de cada uno de los 690 distritos electorales del Reino Unido momentos después de conocerse los resultados oficiales.

En nuestro país la agencia EFE está desarrollando un proyecto con Narrativa, empresa española que trabaja con decenas de medios mundiales y que genera semanalmente más de 250.000 noticias con Gabriele, una herramienta basada en IA y en aprendizaje profundo. Los contenidos con los que trabajan son economía, tiempo, lotería o deportes, temas de cobertura frecuente en otros medios, como el diario deportivo SPORT, que usa la IA para informar sobre ligas inferiores de fútbol.

Las características y posibilidades del uso de estas nuevas tecnologías en el ámbito periodístico son múltiples y van más allá de la generación automática de textos, un campo en el que se estima que en 2025 cerca del 70% de noticias escritas ya podrían estar generadas por Inteligencia Artificial. Las capacidades actuales permiten adaptar y modificar casi hasta el infinito los contenidos para personalizar según nuestro estilo y las preferencias del receptor.

Tal es el avance que China ha protegido con copyright un artículo económico escrito por la herramienta de IA “Dreamwriter” del gigante tecnológico Tencent. Internacionalmente es intenso el debate sobre si los textos generados por IA deben o no ser protegidos con derechos de autor, con precedentes como un escrito de la Organización Internacional de Propiedad Intelectual de 2017 que apunta a que solo deben protegerse por la ley las creaciones humanas.

Otros casos de uso pueden ser el subtitulado; transcripción; traducción a distintos idiomas; asistencia y revisión automática de textos; recomendar contenido audiovisual para completar una noticia; recomendación, segmentación y personalización de contenidos; detección de fake news; alertas de noticias; analizar con rapidez grandes bases de datos; aplicación en asistentes o en robots virtuales; mejorar el uso y acceso a los archivos o, incluso, casos como el de la agencia china de noticias Xinhua, que desde noviembre de 2018 ya tiene en plantilla al primer presentador de televisión generado por Inteligencia Artificial.

En la recomendación de contenidos estamos acostumbrados a la personalización de algoritmos como los de Netflix o Spotify, pero hay otros casos muy interesantes. En el ámbito de los derechos el abogado, músico y programador Damien Riehl, ha creado con IA, junto a Noah Rubin, 68 millones de melodías que han registrado y puesto a disposición pública (allthemusic.info) para evitar demandas por derechos de autor.

Y en el cine, en su meca, Hollywood está recibiendo a sus nuevos “directivos”. Cinelytic ha firmado un acuerdo con Warner para que su IA ayude en la toma de decisiones sobre los guiones o los actores que participarán en una película. En Europa recientemente se ha presentado, en la última edición de la Berlinale, una IA desarrollada en Suiza de nombre LargoAI y con aptitudes suficientes como predecir o modificar una película para que sea un éxito, estimar sus ingresos, decidir los mejores actores y bandas sonoras o cancelar escenas, entre otras habilidades de este premio Oscar.

Inteligencia Artificial en RTVE

RTVE, como referente de servicio público y de innovación, está investigando y profundizando en las posibilidades que nos brinda la IA. No se trata de una inversión en infraestructura ni en equipos, es una inversión en formación y conocimiento y en estar preparados para ese futuro que ya es presente.

Con la UC3M y empresas especializadas trabajamos en el subtitulado automático de los informativos de nuestros centros territoriales, tanto en castellano como en otros idiomas oficiales. Otro ejemplo es Dataminr, un sistema de alertas presente desde 2017 en nuestras redacciones que utiliza la Inteligencia Artificial para detectar “cuestiones de interés informativo” en las redes sociales es decir, hechos que acabarán siendo noticia, como atentados, accidentes, declaraciones de personalidades públicas, etc.

Con EFE se ha firmado un proyecto piloto de pruebas para la generación de noticias basadas en fuentes de datos estructurados (tablas, bases de datos, estadísticas, ficheros binarios, datos numéricos, etc.), como las actas deportivas, resultados bursátiles o financieros, loterías o meteorología. La experiencia, en el caso de RTVE, será con temas que actualmente no tratamos con redactores, en este caso la Liga 2ªB de fútbol. El contenido generado, adaptado a nuestro libro de estilo, pasa por la supervisión de un periodista antes de su difusión, aunque, una vez entrenado, el algoritmo puede publicarlo directamente y en tiempo real con texto e infografía si así se considera oportuno.

En un paso más allá la cátedra firmada con la UC3M se va a orientar en los próximos dos años al enriquecimiento de estos textos automáticos utilizando el contenido de redes sociales de fuentes conocidas, como cuentas de clubs de fútbol o de jugadores, para personalizar aún más estas noticias.

Consideramos que la IA puede ser una herramienta útil en nuestro mandato de servicio público al permitirnos cubrir informaciones que, a día de hoy, nos es imposible cubrir directamente, como las ligas inferiores de fútbol (que tienen gran importancia por ser información local) o deportes que no sean mayoritarios y que tienen su público y seguidores y, por tanto, el mismo derecho a ser cubiertos e informar sobre ellos como la Primera División de Fútbol.

En la cobertura del coronavirus, además de herramientas ya disponibles como Dataminr, RTVE ha participado junto a EFE y Narrativa en dos proyectos de IA, ambos sin ánimo de lucro, que pretenden ayudar a luchar contra esta pandemia:

1)- Covid-19 Tracking Project, que ha puesto a disposición de instituciones, medios, ONGs y otras entidades un repositorio de datos, narrativas automáticas generadas con IA (un artículo escrito automáticamente cada hora) y gráficas de la evolución del coronavirus en España y el mundo. La información, en español y en inglés, se basa en los datos de múltiples fuentes oficiales, como el Ministerio de Sanidad, el Dipartimento della Protezione Civile de Italia, el Robert Koch Institute de Alemania o la John Hopkins University, entre otros muchos. Cada día acceden a la API unas 100.000 «llamadas» para ver o recoger datos, gráficas, etc., lo que supone una descarga de más de 4.5 Gigas de datos diarios. Cuenta con más de 3.600 usuarios únicos y por países la mayoría de los accesos son desde España, Rusia, Francia, EE.UU., Alemania, Portugal, Polonia, Estonia, Holanda, Colombia, Italia, Irlanda, México, Luxemburgo, Brasil, Canadá, Argentina, Suiza y Panamá.

2)- Data For Hope, que contó con el apoyo de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, fue un evento y es un desafío que reunió del 15 al 17 de abril a 120 expertos, entre médicos, emprendedores, científicos de datos, investigadores y representantes de organismos e instituciones, con el fin de dar respuesta y generar soluciones basadas en datos y tecnología ante la crisis provocada por el Covid-19. Los tres retos en los que se ha trabajado han sido “Modelos de predicción y evolución de la pandemia”, “Modelos para prevención en África y Sudamérica. Modelado de la pandemia para adelantar el impacto en el hemisferio sur” y “Modelos basados en datos de Movilidad. Definición de políticas de movilidad. Modelos para levantamiento progresivo de limitaciones”.

La Inteligencia Artificial, como cualquier otra tecnología, es neutral. No es ni buena ni mala. Es el uso que hagamos de ella lo que definirá su naturaleza e impacto. Es innegable su capacidad de análisis (más recordando que en 2019 Google logró la supremacía cuántica al realizar en tres minutos y veinte segundos, un cálculo que las mayores supercomputadoras harían en unos 10.000 años), la eficiencia de costes y el desarrollo y personalización de algoritmos cada vez más complejos y precisos.

En el ámbito periodístico permiten, por un lado, llegar donde no llegamos (más noticias o deportes locales o minoritarios), ofrecer más contenidos, más específicos, llegar a más público en más lugares y dispositivos, un mejor posicionamiento SEO o liberar a los redactores de las tareas tediosas y repetitivas para que puedan dedicarse a la investigación, el análisis, a las informaciones relevantes, de mayor calidad y más personales que la IA no es capaz de procesar y que son las que nos permiten diferenciarnos del resto de medios por su originalidad y profundidad.

Por otro lado, y como sucede con los libros sin texto, también puede ser nada al no contar con datos suficientes o puede ser mal empleada por el uso poco ético o ilícito de los datos, por resultar sesgada, por amenazar muchas libertades individuales, por generar fake news… Es en este “reverso tenebroso” donde la IA necesita especialmente la implicación humana para educar, para que en todo el potencial de desarrollo que tiene convirtamos en positivas las cosas que aún no es capaz de hacer.

Mezclador en la prueba con la tecnología edge-computing (Foto: RTVE)

Cloud, el nuevo mundo

¿Alguien podría haber pensado hace años que una empresa dedicada a vender libros por Internet, otra que fascinó al mundo creando un sistema operativo o un buscador web acabarían siendo ejemplos de transformación, adaptación y visión… sin perder su esencia?

Según un estudio de Gartner y Goldman Sachs, el 76% del mercado Cloud mundial, un negocio que supone unos 150.000 millones de dólares de ingresos, está en manos de Amazon con AWS, Microsoft con Azure y Google con su Google Cloud. En cuarto lugar, muy alejada, se encuentra la china Alibaba.

Además, ¿alguien podría haber pensado, empezando este 2020, que pocas semanas después millones de personas en todo el planeta trabajarían fuera de sus empresas, disparando el consumo de tecnologías de teletrabajo y el uso de herramientas de videoconferencia? Para tener una referencia, antes de la pandemia y las medidas de emergencia tomadas en diferentes países, tan solo teletrabajaba un 4% de los trabajadores estadounidenses, todavía la primera potencia económica mundial. Durante el confinamiento, según un sondeo de Randstad, el 42,8% de las empresas españolas ha implantando medidas de teletrabajo. El coronavirus ha movido al mundo a la “nube”.

Los primeros sistemas de almacenamiento, basados en discos duros, son tan modernos como la Inteligencia Artificial. Hablamos de ellos como paradigma de modernidad y andan más cerca de ser tecnologías octogenarias que adolescentes. Hemos pasado de aquellos modelos de apenas 5 MB (megabytes) de capacidad y una tonelada de peso a las decenas de miles de servidores que llenan edificios para proporcionar un almacenamiento que podríamos considerar como ilimitado y que, sin cesar, va en continuo crecimiento.

En este tiempo la capacidad y el tráfico evolucionaron desde los megabytes (MB) y gigabytes (GB), a los terabytes (TB) y petabytes (PB) comunes en nuestros días y ya comenzamos a calcular en exabytes (EB), zetabytes (ZB) y yotabytes (YB). Para hacernos una idea en 2018 los datos mundiales en la Red alcanzaron los 33zetabytes, en la actualidad han superado los 50 y según estima International Data Corporation (IDC) podrían llegar a los 175 en 2025, es decir, 175.000 millones de terabytes.

Propia, ajena, mixta, híbrida, compartida… sea como sea y se llame como se llame la «nube» es la posibilidad de deslocalizarnos al poder acceder a los archivos, servicios, procesos, software o aplicaciones que queramos desde cualquier punto, siempre y cuando tenga una conexión a Internet. Lo más habitual es que gratis (como Google Cloud, iCloud, Dropbox, OpenDrive, operadores de telefonía, etc.), por un precio fijo o “levantando” servidores a demanda, podamos olvidarnos de invertir en equipos, infraestructuras, licencias o gran cantidad de servidores propios que estén dedicados al procesado de datos, a su almacenamiento, etc. Toda esa enorme cantidad de información, toda esta virtualización de trabajos o equipos, se aloja en servidores constantemente activos, las 24 horas del día y los siete días de la semana, localizados dentro de la Red formando, literalmente, una nube.

En España, el 22% de las empresas trabajan en la actualidad con algún servicio cloud, como el correo electrónico, procesamiento de datos o el habitual “archivo/trastero”, entre otros. Son cifras alejadas de los países nórdicos, como Finlandia, con cerca de un 65% de sus empresas, Suecia, Noruega o Dinamarca, que superan el 50%.

Para los medios es una herramienta fundamental de archivo, intercambio de documentos o para virtualizar tareas como la realización de programas o informativos, entre otras muchas posibilidades. En RTVE, para nuestras emisiones, hemos experimentado con distintos sistemas y hemos logramos una experiencia pionera empleando la cloud para probar otra tecnología revolucionaria, el “edgecomputing”, o computación en el borde o en el filo. Es el procesamiento inmediato de la información de los dispositivos conectados muy cerca del lugar donde se generan, en lugar de moverla por la nube entre los usuarios y destinatarios generando retrasos o pérdidas de datos.

Esta innovación permitirá aplicaciones de IoT y 5G como el coche autónomo, la realidad virtual/aumentada/inmersiva o, en el caso de RTVE, haber hecho realidad, junto a Telefónica y la UPM, la primera realización a distancia del mundo sin unidad móvil en edgecomputing. Fue en diciembre de 2019, desde la Cineteca de Matadero Madrid, y se retransmitió el radioteatro La Radio es Sueño de Radio 3.

La experiencia adquirida en los últimos años por RTVE en estos sistemas de realización “virtualizados”, con distintas herramientas y en distintas unidades, permitió que durante el confinamiento y trabajando en remoto se pudieran seguir emitiendo, entre otros, programas históricos como “Estudio estadio” y algunos otros formatos, tanto para televisión como para otras plataformas.

A día de hoy ya nadie se extraña cuando ve en su pantalla, en cualquier formato de televisión o digital, a alguien hablando desde su casa, con cascos, videos en vertical y en horizontal… La realidad ha superado cualquier ficción. Probablemente ningún plan de contingencia de cualquier medio del mundo contemplaba que en una situación de crisis de esta envergadura, en la que lo lógico es concentrar esfuerzos, personal y equipos en las sedes centrales, sucedería todo lo contrario y la maquinaria laboral seguiría en funcionamiento de una manera “doméstica”.

Desde la BBC británica, las poderosas cadenas estadounidenses, el resto de grandes cadenas europeas o mundiales hasta los medios locales más pequeños, todos hemos tenido solventar las emisiones con mucho ingenio y los recursos disponibles. Imágenes que parecen sacadas de Youtube o WhatsApp, directos de famosos periodistas desde trasteros o garajes reconvertidos en estudios improvisados o el vídeo viral del niño entrando en la habitación durante una entrevista en la BBC son, en la actualidad, la rutina del día a día.

Otra aplicación, muy utilizada por empresas y medios para continuar con su actividad, ha sido utilizar servicios como Skype, Zoom o similares, que han permitido tanto reuniones y teleformación, como conexiones en directo con periodistas, especialistas o políticos. También que algunas pruebas deportivas se adaptaran al entorno doméstico y se disputasen virtualmente, como el Tour de Flandes ganado desde su casa por Van Avermaet, un previo de lo que pueden suponer los eSports en breve.

Experiencia de realización en la'nube' con RNE (Foto: RTVE)

5G, una sólida conexión

La quinta generación de tecnologías de telefonía móvil, el 5G, no es solo la continuación de las precedentes y nuevos avances (1G fueron los primeros móviles; el SMS llegó con el 2G; smartphones y la conectividad Web son el gran salto del 3G y la banda ancha, con la que nos conectamos a ver series o teletrabajar, cosa del 4G), es la conexión que unirá, sólidamente, miles de millones de dispositivos haciendo posible la Industria 4.0.

Con ella llega el aumento de la velocidad de conexión hasta a 10-20 GBps (gigabytes por segundo), o que la latencia (retardo) sea apenas cero y podamos hablar de conectividad en tiempo real. Pero el gran salto es que los dispositivos conectados se multiplicarán hasta lo inimaginable en un “Internet de las cosas” en el que conviviremos compartiendo información con objetos cotidianos como nuestros teléfonos, neveras, televisores, aspiradores, automóviles o robots industriales, por poner algunos ejemplos de una lista interminable.

En la actualidad aplicaciones de esta revolución tecnológica no nos suenan extrañas ni parecen lejanas ¿No escuchamos hablar de intervenciones quirúrgicas a distancia? ¿De los coches autónomos que circulan en pruebas por algunas carreteras? ¿De los drones que podrían repartir paquetes o comida? ¿De trabajos en el campo para controlar cosechas? ¿De ciudades inteligentes?

En medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, librada a través de sus compañías tecnológicas y las trabas comerciales, la implantación del 5G avanzaba imparable hasta la llegada del coronavirus, que la ralentizará pero no la detendrá. Según el informe Cisco Annual Internet Report, las conexiones 5G supondrán en 2023 el 10,6% del total de conexiones móviles a escala global, frente al 0% en 2018.

En España, las conexiones 5G supondrán el 15,5% del total de conexiones (0% en 2018), las conexiones 4G, el 48,3% (51,7% en 2018), y las conexiones 3G/2G, el 7,4% (38,6% en 2018). En nuestro país, de momento y comercialmente, está disponible solo en algunas ciudades con la red de Vodafone. Otros operadores tenían previsto anunciar lanzamientos en el MWC 2020, pero tras su cancelación han quedado a la espera de mejores fechas.

Hocelot, compañía deeptech española, ha realizado una radiografía del nuevo paradigma de conectividad móvil en España, uno de los países de la Unión Europea con mayor tasa de móviles por ciudadano con una penetración del 117% en la población. Según el estudio, las categorías que más consumo diario tienen en todas las franjas de edad son Redes Sociales y Servicios de Internet, seguidas por Ventas y Noticias.

5G en los medios de comunicación

El 5G abre para los medios una nueva fase de oportunidades. Técnicamente garantizará la movilidad casi sin límites de los periodistas o los equipos que cubran noticias o cualquier tipo de acontecimiento, permitirá la deslocalización de estos equipos, asegurará que siempre tengan una conexión solvente y continua gracias al Network Slicing (segmentar la red), y les mantendrá permanentemente conectados con la Cloud y lo que se tenga en ella (archivos, software, etc.). Todo ello con una alta calidad de servicio y una mayor calidad de experiencia para los usuarios, como aplicaciones de realidad virtual/aumentada/mixta, video inmersivo o en ultra alta definición (UHD).

Una latencia nunca antes conseguida (el tiempo de retraso en el viaje de los datos de un punto a otro de la red, estimado entre 1 y 10 milisegundos), junto a una capacidad y velocidad de transmisión de datos inmensos (ancho de banda), revolucionarán el consumo de contenidos audiovisuales de altísima calidad en los dispositivos móviles y será el inicio de una nueva era de conectividad e integración de dispositivos inteligentes.

En la actualidad, más de 120 millones de chinos son usuarios de las redes 5G, cifra que se disparará a partir de este 2020 en todo el mundo cuando comiencen a llegar al mercado los móviles de gama baja y media con chips 5G y precios asequibles. En Europa está presente en la mayoría de los países, con posibilidad de contratar servicios en los principales operadores. En España, desde el pasado 2019, hay cobertura en las principales ciudades y nuestro país, por medio de los programas europeos y las acciones de entidades como RED.es, se ha convertido en uno de los mayores ecosistemas de innovación 5G que existe.

Por cierto, para los que tengan dudas de su impacto en la salud, no es transmisor del coronavirus (es un bulo), y la OMS ha calificado al 5G como cancerígeno del nivel 2B (al mismo nivel que el café) y en nuestro país el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (Ccars) ha ratificado que es inocuo. Así que parece, de momento y con los estudios médicos y las perspectivas económicas en la mano, que el 5G traerá más beneficios que riesgos.

Experiencia de realización en la'nube' con RNE (Foto: RTVE)

5G en RTVE

El 5G definirá el negocio de los medios en los próximos años. En RTVE hemos pasado de la teoría a la realidad y hemos visto qué se puede hacer y cómo podremos emplearlo para mejorar nuestra actividad. Como corporación pública estamos orgullosos de haber logrado estos pasos pioneros y de haberlos dado junto a grandes empresas de telecomunicaciones como Vodafone o Telefónica y de entidades públicas como las Universidades Politécnicas de Madrid y Valencia.

Los primeros en realizar un directo de televisión a nivel mundial, con una tecnología basada en la primera versión del estándar 5G conocida como NSA (non-stand alone, necesita una red 4G para la información de control y señalización), fueron los surcoreanos de SK a comienzos de 2019. En Europa, la pionera con 5G NSA, fue la BBC el pasado 30 de mayo de 2019 aprovechando el lanzamiento de EE, una operadora de telefonía 5G. Horas más tarde realizó una segunda retransmisión desde el mismo punto, pero en este caso la señal falló y no se pudo emitir por haber consumido todos los datos del teléfono. Apenas dos semanas después RTVE se convirtió en la primera televisión del mundo en hacer un directo con tecnología 5G “nativa/pura” (en inglés, stand-alone SA). Fue en el marco del Global 5G Event, una conferencia centrada en esta conectividad que reunió en Valencia a 800 expertos mundiales durante cinco días.

El siguiente paso fue demostrar algunas de las virtudes que puede tener para nosotros la llegada del 5G. Salimos a la calle en busca del directo, de la oportunidad, de la inmediatez, de la autonomía e independencia que nos da tener acceso en cualquier momento y lugar a nuestras emisiones o plataformas con variedad de dispositivos, posibilidades y herramientas. Es la conectividad garantizada a lomos de la movilidad.

En julio del año pasado, desde el centro de Madrid, personal de los Centros Territoriales, Innovación y de los Servicios Informativos de RTVE estuvo probando en distintos puntos la red 5G pública de Vodafone para entrar en directo en televisión en informativos o programas, bien enviando señales en bruto o con entradas de periodistas, o cómo podría beneficiar a las emisiones de contenidos en entornos digitales y Redes Sociales.

Dos casos de éxito posteriores fueron la retransmisión en directo en 5G, multicámara y con realización cloud de la jornada Ventajas y riesgo del 5G en el sector audiovisual, encuentro organizado por el Parlamento Europeo y la Academia de Televisión, o la cobertura en 5G con distintos dispositivos de la pasada edición de FITUR, la feria de turismo más importante del mundo.

Este operativo, basado en 4G y 5G, ha sido de los primeros realizados en nuestro país y en él se probó con éxito el posible uso, en caso de necesidad, de móviles y aplicaciones de móvil específicas y vinculadas a los decodificadores instalados en los Centros Territoriales, para lograr señales en directo o dúplex de periodistas. Esta prueba es otro ejemplo del compromiso de RTVE por la innovación y por la colaboración con las principales instituciones y empresas tecnológicas, como fue en este caso IFEMA, Vodafone y Aviwest, que han facilitado medios y asistencia para hacer posible una prueba que se hizo realidad.

La experiencia de esas pruebas conseguidas tanto en 4G como en 5G en IFEMA y en nuestras instalaciones de Madrid y Centros Territoriales, junto al trabajo de nuestros compañeros de Sant Cugat, que cubrieron para Teledeporte las últimas ediciones del Rally de Marruecos con un sistema similar de la empresa TVU, han permitido que RTVE sume esta tecnología a otros medios ya disponibles para seguir informando en una situación tan complicada como el confinamiento de nuestro personal.

Además de los medios ya activos en algunos centros territoriales, se ha aprovechado el apoyo técnico prestado por TVU para que programas como España Directo pudieran contar con la participación de sus redactores entrando en directo desde sus domicilios utilizando una aplicación para móvil. También para que el chef Sergio Fernández desde su propia cocina pueda seguir aclarando a nuestros espectadores dudas, enseñando trucos, o dando consejos para mejorar las recetas del día a día o para cocinar en la cuarentena.

Equipo de profesionales de RTVE en la cobertura 5G de la feria Fitur en Madrid (Foto: RTVE)

Dispositivos móviles, la puerta de acceso

Si sumamos 5G, cloud, conectividad, deslocalización, un número inmenso de móviles inteligentes, cada vez más dispositivos con cámaras y micrófonos conectados, ¿no podremos estar dónde queramos y cuándo queramos contando lo que sucede? No es una cuestión de sustituir a profesionales, pero es evidente que, con los medios disponibles, no podemos llegar a todos los rincones del mundo para cubrir lo que esté ocurriendo y dar contenidos a cada vez más plataformas y formatos de televisión, radio, web y redes Sociales.

El poder contar con testigos, observadores o con cámaras públicas (como las de tráfico), es un recurso inestimable que permite estar en los sitios de los hechos hasta que lleguen nuestros profesionales y medios, sin olvidar que siempre habrá alguien dispuesto a hacer lo que no quieran hacer los demás.

Estos mismos móviles pertenecen a los usuarios que están abandonando los medios de comunicación y los canales tradicionales para consumir contenidos en ellos. Cuanto más baratos, más potentes y mejores pantallas tienen no es de extrañar que su tráfico de datos haya aumentado un 30,6% desde 2017, según un reciente estudio de SimilarWeb, y hay un claro ganador: el vídeo, en directo o grabado.

Los medios convencionales están siendo desplazados por plataformas nacidas y orientadas para ser consumidas en dispositivos móviles, como YouTube (con más de 6.000 millones de visitas mensuales), TikTok (3.700 millones), Facebook (2.500 millones) o Instagram (1.000 millones), por citar algunos ejemplos. La disminución del tráfico mediático parece estar relacionada con la democratización del consumo de los medios de comunicación, ya que el público acude para informarse o entretenerse a los portales de noticias generalistas, a los medios sociales o a las distintas plataformas de vídeo.

Destaca en este último caso la irrupción de las OTTs. Según Fortune Business Insights, el mercado mundial continuará creciendo hasta alcanzar un volumen de 86.800 millones de dólares en 2026 (muy lejos de los 30.230 de 2018). El estudio destaca que el crecimiento está liderado, de manera relevante, por un número creciente de usuarios de smartphones en todo el mundo (a finales de 2018 el consumo de vídeo OTT en teléfonos móviles era un 47,5% del total, porcentaje incrementado notablemente con el confinamiento).

Adelantado y pionero en este ámbito tenemos al estadounidense Steven Soderbergh, uno de los directores de cine más reconocidos, autor de películas como Sex, Lies, and Videotape, Erin Brockovich, Ocean’s Eleven o Traffic, por la que ganó el Óscar al mejor director en 2000. Sus dos últimas películas las ha rodado con un smartphone, en 2018 Unsane con un iPhone 7 Plus y en 2019 High Flying Bird, en colaboración con Apple y distribuida por Netflix.

Equipo de smartphone, soporte y microfonía para el periodismo móvil (MoJo, en sus siglas en inglés) (Foto: RTVE)

Dispositivos móviles en RTVE

A mediados de la pasada década redactores, cámaras y realizadores de RTVE del centros territoriales de Extremadura y de Sant Cugat (el Centro de Producción de RTVE en Cataluña), comenzaron a experimentar con las posibilidades que podían tener para nosotros el uso de dispositivos móviles por su inmediatez, versatilidad, capacidad para dotar de contenidos audiovisuales o de texto a televisión, radio, web y redes sociales.

Para dar forma a estas experiencias en 2016 RTVE y la Universidad Autónoma de Barcelona crearon la cátedra para la innovación de los informativos en la sociedad digital, que tiene su origen en el Observatorio para la Innovación de los Informativos en la Sociedad Digital, Oi2, creado por RTVE, la UAB y la Universidad CEU San Pablo en septiembre de 2015 para observar las narrativas informativas y reflexionar sobre los soportes, los formatos y la evolución de las tecnologías. Ese mismo 2016 se organizaron en Barcelona las Jornadas “Training of trainers: Media Literacy and Humans Rights, Mobile Journalism”, sobre Periodismo Móvil (MoJo, Mobile Journalism) y Derechos Humanos.

En esta nueva década las experiencias de equipos, flujos, etc. se mantienen dentro del ámbito de Innovación y se tiene a los centros territoriales de Castilla la Mancha, Extremadura y Valencia como referencia para las distintas pruebas. Hay actualmente unos 110 dispositivos considerados MoJo (teléfonos IPhone, teléfonos Android, Ipads y cámaras Mevo) asignados en distintos centros territoriales, de Informativos, Programas, Digital, RNE, Innovación, Comunicación o Cámaras de Informativos de Torrespaña (Madrid).

Están destinados en su mayoría a proporcionar más contenidos audiovisuales en Redes y Web y para apoyar a las coberturas convencionales audiovisuales, a las que no pretenden sustituir. Valgan como ejemplos los casos de Castilla la Mancha, que solo en el último trimestre de 2019 elaboraron más de 800 contenidos para Redes o Radio3, con su “Zona Extra” o “Es Otro Programa Millennial”, entre otros formatos.

Grabación de una pieza de periodismo móvil (MoJo) (Foto: RTVE)Su utilidad, y la experiencia adquirida, han servido también para aportar imágenes y testimonios de la pandemia en distintos espacios de RTVE. Para compartir el conocimiento un grupo de redactores, cámaras, realizadores y técnicos que trabajan y dan formación de estos medios han elaborado un manual básico para coberturas con dispositivos móviles en tiempos de pandemia, un texto recogido en una publicación del Instituto RTVE. También se están realizando cursos online básicos, y voluntarios, para los trabajadores que están en sus domicilios. La formación habitual está abierta a todos los profesionales de la Corporación, ya sean redactores, cámaras, productores, realizadores, etcétera. También se ofertan cursos abiertos para instituciones y público general.

Estos años de pruebas y el uso real nos ha demostrado que las tecnologías móviles no restan ni eliminan puestos de trabajo. Son complementarias, multiplicadoras, transversales, integradoras y de oportunidad informativa.

Permiten complementar a los equipos disponibles, a los que no sustituirán. Permiten dar más contenido a las acciones en Redes, Web y mejorar y “vender” los contenidos que se emiten en canales de Radio y TV tradicionales. Permiten contar con imágenes y audio si no hay cámaras, dando una oportunidad informativa hasta que lleguen los medios convencionales (atentados, accidentes, desastres naturales, etc.). Permiten desde un solo dispositivo mandar material a Redes, Web, Radio y TV eliminando barreras, como las tecnológicas, dentro de RTVE.

Remarcamos que es una herramienta complementaria, que tiene múltiples ventajas: bajo coste, ligero, rápido, da contenido a múltiples destinos o plataformas, discreto, permite trabajar video hasta 4K, ofrece señal en directo, es una herramienta fundamental para Redes Sociales, permite mayor cobertura de noticias locales, etc. Si alguien es testigo de un hecho noticioso imprevisible, y tiene conocimientos y un móvil decente, se puede disponer de esas imágenes para contarlo y, puestos a usarlo, mejor que se haga en buenas condiciones. Como ya han demostrado Soderbergh y muchos profesionales de RTVE, la historia y la capacidad profesional están por encima de la tecnología.

La voz, llave de acceso

Teléfonos, relojes, altavoces, vehículos… vivimos rodeados de micrófonos y asistentes virtuales tan conocidos como Alexa, Siri o Cortana, que nos ponen en contacto a través de nuestra voz con todas las posibilidades que nos ofrece el mundo digital: hacer la compra, pedir información de tráfico o una dirección, resolver una duda, obtener un dato, que nos ofrezca las últimas noticias, activar la domótica de nuestros hogares o gestionar la agenda.

Estudios realizados por consultoras especializadas en tecnología y estrategia como Gartner o Search Engine Watch estiman que en este 2020 cerca del 50% de todas las búsquedas en Internet se basarán en la voz y que el 30% de todas ellas se harán mediante un dispositivo sin pantalla, cifras similares a los estudios realizados por Comscore, compañía de investigación de marketing digital. Si hablamos de nuestro país la agencia de medios OMD, en su último informe The Retail Revolution, sostiene que el uso de asistentes de voz ha superado a la música en streaming, que un 69% de la población utiliza esta tecnología y que los altavoces o asistentes inteligentes están presentes en un 35% de los hogares.

Gracias a ellos no solo podemos hacer compras, saber qué tiempo hará, reproducir música o series y películas simplemente usando la voz. Tienen además aplicaciones muy interesantes para personas mayores, con movilidad reducida o discapacidad al ponerles en contacto con sus familias, con servicios médicos y asistenciales o para que estén “conectadas” con el mundo que les rodea y al que les es difícil llegar. En muchas empresas los asistentes virtuales y otros agentes conversacionales, los chatbots, resolverán tareas como la atención al cliente o apoyarán a los empleados para que mejore el desempeño de su trabajo, como ya puede verse en algunos entornos sanitarios en los que apoyan al cuidado de personas.

Comunicar y personalizar son las dos principales ventajas que pueden obtener los medios. En el primer caso optimiza el tiempo, al ser más rápida la entrega de la información o contenido deseado que tecleando la búsqueda y, además, permite hacer otras tareas mientras se pide o se escucha o ve lo que se quiera en una smart TV, smartphones, tablets…

A medida que los diferentes asistentes evolucionen en prestaciones y se vuelvan más comunes, la manera en la que consumimos las noticias cambiará y se segmentará aún más entre los diferentes grupos de edad. La velocidad y la comodidad de uso serán esenciales ya que hay muchas otras ofertas y posibilidades que competirán por el tiempo/atención que dedica el usuario a su smartphone. La navegación, tal como la conocemos, se reducirá y comenzará a ser algo anticuado. En su lugar un asistente de IA nos proporcionará experiencias personalizadas en contenido y formato, sobre todo audio en nuestros auriculares, en lugar de texto al que tengamos que dedicar atención en una pantalla.

En 2017 la BBC lanzó su primera herramienta de voz completa para Alexa para ofrecer un resumen de noticias. En la actualidad está desarrollando su propio asistente, “Beeb”, en homenaje al apodo que se usa en Reino Unido para referirse a la BBC. RTVE lanzó en 2018 sus primeras aplicaciones para Alexa. El Telediario en 4 minutos es la aplicación de noticias instalada por defecto en todos los dispositivos que se vendan en España, aunque los usuarios también pueden tener acceso a La 2 Noticias, Operación Triunfo, Los cuentos de Clan, Los Lunnis de Leyenda, RNE en directo, a sus boletines informativos, Radio Clásica, Radio 3 y Radio 5.

Con la presencia en estos nuevos dispositivos RTVE se adapta a la nueva realidad de consumo y cumple con su misión de servicio público al poder llegar a través de otros canales al mayor número posible de hogares.

El español y la ética

Para los clásicos la palabra era materia y espíritu. Hoy las palabras son incontables unos y ceros viajando a velocidades vertiginosas por el mundo digital o grandes bases de datos que alimentan el insaciable conocimiento de los algoritmos. Nos corresponde velar y defender, como país, como ciudadanos y como medios públicos y privados, un bien único para nosotros: el idioma español.

Es estratégico por su extensión, por su legado cultural y por su repercusión económica. Con cerca de 450 millones de hablantes en el mundo, principalmente en Hispanoamérica, España y Estados Unidos, es (tras el chino mandarín) la segunda lengua más hablada del mundo por el número de personas que la tienen como lengua materna. La cantidad de hablantes supera los 500 millones si se cuenta a aquellos que la aprendieron como lengua extranjera. Es oficial en 21 países y uno de los seis idiomas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al igual que en otras organizaciones internacionales como la Unión Europea (UE), Unión Africana (UA), Organización de Estados Americanos (OEA), Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o las deportivas FIFA (Federación Internacional de Fútbol) o FIBA (Federación Internacional de Baloncesto), entre otras.

Además, según los datos del Instituto Cervantes, en su informe El español, una lengua viva, es el segundo idioma en comunicación internacional con cerca de un 8% de la población, el segundo más estudiado del planeta y el que más crece en el mundo, al igual que su peso político en países como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido, tal como se recoge en el análisis El español como lengua universal del Real Instituto Elcano.

En Internet, después del inglés y el chino mandarín, es la lengua más utilizada teniendo en cuenta los registros de Internet WorldStats y es el segundo idioma en Wikipedia por número de consultas, como también lo es en Facebook, Linkedin y Twitter, según datos propios de las tres plataformas. Por la buena salud de nuestro idioma, su valor, importancia social y cultural velan las distintas Academias de la Lengua Española, el Instituto Cervantes o diferentes instituciones públicas y privadas. Mantener frente a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses y chinas su buen uso y su importancia económica en el mundo, un 7%del PIB mundial, como dice la frase: “es cosa de todos (nosotros)”.

La ética como referente

Durante mucho tiempo hemos confiado, inadvertidamente, en la inocencia de nuestros teléfonos; en la discreción de los micrófonos y cámaras que nos rodean en nuestra vida cotidiana (ordenadores o asistentes, por ejemplo); en la bondad de las aplicaciones que instalamos en nuestros dispositivos…

Con la llegada de los teléfonos móviles inteligentes, y dispositivos similares conectados, comenzamos voluntariamente a regalar todos nuestros datos personales (ubicación, contactos, dónde nos movemos, dónde estamos, qué nos gusta, qué compramos, etc.), en muchos casos incluso llegando a pagar por tener determinadas aplicaciones o acceso a determinadas webs.

Cuando nos movemos por las calles cada vez son más las cámaras que no siguen y “reconocen”. Aunque no queramos somos escuchados porque las máquinas están pensadas para ayudarnos de manera que “aprendan” nuestros idiomas, cómo nos expresarnos, nuestros hábitos y preferencias.

Las grandes tecnológicas y la mayor parte de las empresas han encontrado en nuestros datos un activo de un valor incalculable, el petróleo del siglo XXI, y se dedican a cosecharlos, analizarlos y explotarlos comercialmente generando tanta riqueza que, de las diez empresas más grandes del mundo, siete son tecnológicas (Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet de Google, Facebook, Alibaba y Tencent). Tal es el mercado que, según varios estudios analizados por la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), por 870 euros es posible comprar en la Dark Web los datos financieros y los de los perfiles en redes sociales de una persona.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha propuesto que los Derechos Humanos se adapten a la era digital porque muchas de las nuevas tecnologías pueden utilizarse para la extorsión y violar la privacidad de los individuos. En octubre de 2019, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, planteó la posible regulación del ciberespacio y la inteligencia artificial para evitar que se conviertan en “un agujero negro en materia de derechos humanos”. Éstos son el único contrato que une a todas las personas, independientemente de su género, raza, credo, etc. y los Principios Rectores de la ONU sobre las Empresas y los Derechos Humanos se plantean como la base mínima de regulación, aunque instituciones y empresas como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Fundación Wikipedia o Access Now han firmado la Declaración de Toronto, un conjunto de principios que pretende que los Derechos Humanos sean el referente en el desarrollo y la aplicación de tecnologías de aprendizaje automático.

La identidad, la autonomía y los datos tanto de individuos como de instituciones, incluso naciones, están amenazadas por el fácil acceso a sus datos y por las regulaciones “difusas”. Después del desastre de Cambridge Analytica y del creciente uso indiscriminado de big data para explotar comercialmente datos privados. La ONU, el pasado año, ya elaboró su Estudio preliminar sobre los aspectos técnicos y jurídicos relativos a la conveniencia de disponer de un instrumento normativo sobre la ética de la inteligencia artificial, mientras que en Europa el derecho a la privacidad del usuario se ha convertido en una prioridad y más si se habla del uso que hacen de ella las grandes empresas tecnológicas estadounidenses (buscan maximizar el beneficio económico) y chinas (centradas en el control y la vigilancia).

Estas últimas, además, tienen un enorme respaldo del Gobierno de Pekín, enormes cantidades de recursos humanos y económicos, apenas cuentan con restricciones en el uso de datos, han logrado enormes avances tecnológicos y para competir globalmente funciona el “vale todo”. La Comisión Europea trabaja desde hace años con expertos para crear reglas para el desarrollo ético de tecnologías como la Inteligencia Artificial y preservar los derechos de los ciudadanos a través de mecanismos como el GDPR (Reglamento General de Protección de Datos de la UE). Por su parte el Comité Europeo de Protección de Datos (CEPD) considera que los datos personales son un derecho fundamental y se ha mostrado contrario a su comercialización.

Además del respeto y cumplimiento normativo, cada vez más extenso y preciso, se demanda desde las instituciones y la sociedad un enfoque ético que ponga a la persona, al individuo y a la sociedad en primer lugar y que el uso de los datos privados quede claramente protegido por líneas rojas. En su informe sobre El verdadero valor de la privacidad digital la empresa de seguridad informática Kaspersky afirma que el 41% de los españoles estaría dispuesto a darse de baja de las redes sociales para garantizar la privacidad y la seguridad de sus datos. Esta gestión de la privacidad y el aumento exponencial en el uso de la IA plantea, a los medios, cuestiones que afectarán a nuestra actividad y relación con nuestros espectadores, oyentes o lectores y de ellas, la ética, será determinante.

Y en esta búsqueda de la diferencia entre el bien el mal la ética, junto a la deontología, supone para los medios recorrer el largo camino para que un contenido sea considerado correcto desde que se produce y hay que decidir qué es noticia, cómo se cubre, cómo se distribuye, etc. Debe ser un marco, común y conocido por todos, que debe aplicarse a todas las áreas y contenidos de un medio. La IA, y los algoritmos, son creaciones humanas pensadas para resolver necesidades humanas y, como tal, tienen los mismos defectos y virtudes que sus creadores, excepto una gran excepción y la diferencia: la “humanidad” y sus peculiaridades, como la conciencia, sensibilidad, emociones, empatía, ironía, imprevisibilidad o el mal humor de los lunes por la mañana, entre muchas otras que nos hacen únicos.

Las máquinas son muy inteligentes y pueden hacer muchas cosas, pero (de momento) solo resuelven problemas específicos para lo que han sido inventadas, como la gestión de grandes bancos de datos, en los que la máquina supera al ser humano. Necesitan datos (de calidad), entrenamiento, experiencia, ser corregidas y orientadas.

Por ello, ¿cómo debemos actuar o qué debemos pedir a nuestras Inteligencias Artificiales? Que trabajen con datos y resultados que no tengan brechas ni sesgos (sexo, raza, etc.), que aseguren la igualdad o la no discriminación, imparciales, que carezcan de prejuicios, que sean transparentes, confiables, abiertas, accesibles, plurales, honestas, robustas tecnológicamente, que respeten la privacidad y que estén centradas en el bienestar de los seres humanos y que sean éstos el filtro, a los que rindan cuentas y los responsables del aprendizaje de las máquinas. No hay que olvidar que la IA es una herramienta y los humanos dueños de este gran avance tecnológico.

En la actualidad la IA en los medios de comunicación permite complementar a los periodistas, no les sustituye pese a que ya tengamos disponibles textos generados por algoritmos de los que, y va pregunta ética, ¿quién es el autor? La Organización Internacional de Propiedad Intelectual considera que solo deben protegerse por ley y con derechos de autor las creaciones humanas, pero China ya ha protegido con copyright, mediante sentencia judicial, un artículo económico escrito por la herramienta de IA Dreamwriter del gigante tecnológico Tencent.

Otro enfoque es el recogido en la legislación del Reino Unido, de las pocas que trata esta cuestión en su ordenamiento, y que considera que las creaciones hechas con IA son susceptibles de protección y que la titularidad de los derechos pertenece a quiénes crearon a la máquina/IA o logaritmo, bien sea una persona o grupo de ellas o bien sea un ente físico o jurídico.

Sostenibilidad, marca cotizada

Las cuestiones tecnológicas y de contenido que se han planteado hasta el momento requieren, por demanda social y pura lógica empresarial, que sean “sostenibles” y que lo sean en términos medioambientales, económicos, sociales… Muchas organizaciones tienen ya como prioridad estratégica y de imagen de marca la reducción de su huella de carbono para rebajar el impacto en lo que conocemos como “Emergencia Climática”. Los modelos empresariales, apoyados por las tecnologías disponibles, están transformando las estructuras, los modos de trabajar o la manera en la que empresas y usuarios se comunican dando paso a la deslocalización, a los horarios flexibles, al teletrabajo o al trabajo colaborativo frente a las jornadas cerradas y fijas de presentismo en la oficina con sus conocidos atascos de entrada y salida cargados de contaminación y pérdida de tiempo.

La necesidad de dar respuestas a crisis como el coronavirus, las exigencias empresariales, la adaptación a las conciliaciones o sumarse a los objetivos de desarrollo sostenible propuestos por la ONU en 2015, permitirán que en el futuro próximo las oficinas convencionales den paso a espacios de trabajo digitales, en la nube o virtuales en los que, con prácticas, herramientas y tecnologías ya disponibles, será posible mantener la actual productividad y los puestos de trabajo.

Pero todo tiene un pero. Podremos dejar de contaminar con nuestros vehículos, de generar grandes cantidades de residuos o de gastar enormes cantidades de energía climatizando edificios. Pero Internet, la cloud, las comunicaciones en general, no paran de crecer, de procesar, de almacenar y no son gratis ni económicamente, ni medioambientalmente, ni reputacionalmente.

Internet consume ya tres veces más que toda la energía producida globalmente por plantas solares y eólicas. Los centros de datos, unos nueve millones de en todo el mundo y en aumento, son responsables importantes de este gasto. Tan solo los radicados en Estados Unidos suponen el 10% de la factura energética norteamericana. Si hablamos globalmente, suponen un 1% del consumo, el equivalente a 17 millones de hogares (España tiene 18.625.700 según el INE).

Y el consumo energético crece, ya que cada día crece el volumen de datos, se pasa más tiempo conectados, se incrementa la computación en la nube y los archivos que en ella guardamos, aumentan los dispositivos interconectados, proliferan los eSports, los juegos online y las plataformas con contenidos de entretenimiento (especialmente audiovisual), y todo lo queremos ya y las 24 horas de todos los días del año sin errores ni retardos.

No deja de ser entonces paradójico que en el debate de la sostenibilidad se use la Web, redes sociales o servicios de mensajería para convencernos de no usar plástico o de no volar si no es necesario, pero navegar por Internet, ver contenidos de cualquier plataforma, escuchar música, chatear, etc. suponen, tal como se recoge en el estudio realizado por TheShift Project, un 4% de las emisiones de carbono, más que ¡sorpresa! las emisiones de la aviación a nivel mundial (cuando se volaba sin que la pandemia dejase a la mayoría de las flotas en tierra). Tan solo lo que consumimos de video es un 1% de las emisiones mundiales, una cantidad que parece pequeña pero que es equivalente a las emisiones anuales de España de gas de efecto invernadero.

Las soluciones son obligadas, por responsabilidad y coste. La primera es básica, un uso particular y laboral con sentido común, como de cualquier otro recurso. El segundo es una mejor gestión de servidores, redes, hardware, tráfico, etc. Es este ámbito el uso de la Inteligencia Artificial ha permitido ahorros cercanos a un 30%. El tercero, más habitual, es buscar localizaciones en las que la refrigeración de los centros de datos se haga de manera natural y con energía completamente renovable. Las principales compañías, como Microsoft, Google, Amazon, etc. están construyendo en lugares con bajas temperaturas mantenidas como cerca de los polos, minas, criptas, refugios militares bajo tierra o en plantas submarinas.
Ciberseguridad. El riesgo

Estar lejos de la seguridad que proporcionan los muros, físicos y virtuales, de nuestras empresas, ha sido uno de los grandes desafíos del confinamiento y más con el incremento de teletrabajo, videoconferencias y servicios similares. No todo el mundo tiene acceso a conexiones VPN (Red Privada Virtual) o conocimientos informáticos avanzados para evitar ser víctima de una de las dos plagas que han acompañado al coronavirus, los ciberataques (junto a las fake news).

Es recomendable seguir los consejos que nos proporcionen las unidades encargadas de la ciberseguridad o los que facilitan organismos como el Centro Criptológico Nacional, el INCIBE, la Oficina de Seguridad del Internauta o la Agencia Española de Protección de Datos. En la actualidad la vulnerabilidad de la confidencialidad y la integridad de las comunicaciones es, para casi el 90% de las personas, uno de los mayores riesgos a los que deben hacer frente ciudadanos, gobiernos y empresas.

Adware, Spyware, Phishing, Pharming, Spam, Hijacking, Stalkerware, Exploit, Worms… Son distintos instrumentos informáticos diseñados para ciberatacar robando información privada o empresarial, acceder a redes, eliminar bases de datos, extorsionar, ser suplantados, cometer fraudes, causar daños en los sistemas o equipos informáticos atacados, que tomen el control de ellos o impedirnos el acceso a nuestros servicios o herramientas como la cloud, entre otros fines maliciosos e ilegales. Tampoco son ajenos a estas amenazas los dispositivos móviles.

El Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT) de España, adscrito al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y que detectó 36 ciberataques críticos a sistemas informáticos en 2019, ha advertido que las comunicaciones inalámbricas serán uno de los principales objetivos de las ciberamenazas durante este 2020, principalmente con malware y spyware, «cada vez más complejos y sofisticados».

En su último informe de ciberamenazas la compañía española de ciberseguridad Botech ha constatado que los ataques a móviles de “stalkerware” (un software que, oculto en el teléfono, extrae los datos que hay en él), se triplicaron en España durante 2019 y que, en este mismo año, se registraron cerca de 13.000 aplicaciones maliciosas en Google Play y Apple Store, ambas plataformas oficiales de sus respectivos sistema operativos (Android e iOS).

La falta de protección de móviles, tabletas y ordenadores portátiles, algo que ya era notable antes de la crisis, es ahora un riesgo mucho más significativo, tal como se recoge en el reciente análisis Brand Phishing Report 2020 de Check Point, y en el que además señala a la tecnología, banca y medios de comunicación como los principales objetivos.
Conclusiones

En este momento de crisis en la crisis, la global causada por la pandemia y la propia de los medios, miremos hacia nuestro pasado para tomar perspectiva. Los seres humanos, hemos superado desde hace miles de años pestes, gripes, guerras mundiales, tsunamis, hambrunas, desastres nucleares… Los medios de comunicación existimos desde una transformación tan disruptiva como fue la imprenta, que permitió “democratizar” el conocimiento, dando origen a los periódicos, que no desaparecieron con la irrupción de la radio, ni ésta con la disrupción de la televisión, ni ésta con la disrupción del mundo digital…

En resumen, siglos de experiencia nos han acostumbrado a adaptarnos y sobrevivir, es algo que llevamos en nuestro ADN y es lo que nos permite, como especie, seguir poblando el planeta Tierra y pensar en ir siempre un paso más allá, aunque sea fuera de nuestra atmósfera, vengan los coronavirus que vengan y vengan las disrupciones tecnológicas que vengan.

Y cambios habrá. Si tomamos en consideración las declaraciones oficiales del jefe del Estado Mayor de la Defensa, general del Aire Miguel Ángel Villarroya, quien ha dejado claro desde un inicio que la operación militar “Balmis” contra el coronavirus es para él una guerra, no deja de tener razón. Vivimos un conflicto clásico, mundial, en el que afortunadamente no sufrimos la devastación de bienes materiales pero sí un enemigo común que causa víctimas, que altera las sociedades, que obliga a estados de emergencia y confinamiento, que castiga los recursos sanitarios hasta el colapso, que devasta economías y capacidades, que traspasa fronteras, que obliga a las fuerzas armadas a salir a la calle para defendernos.

Y para empeorarlo, su escolta es la modernidad de las guerras híbridas, con las fake news, rumores y mentiras al frente causando estragos, crispación, miedo e incertidumbre; con luchas tectónicas geopolíticas de grandes potencias redefiniendo su espacio de poder; con intereses económicos buscando beneficios en los daños de la pandemia. Y el causante, al menos el que conocemos como Covid-19, no dará tregua hasta que lo derrotemos, entre todos, tanto encontrando una vacuna accesible y universal como impidiendo que las personas, empresas o estados que más han sufrido se queden olvidados cuando vuelva la próxima normalidad.

Vienen tiempos de dudas, pero es el momento de tener presentes las lecciones aprendidas y de pensar en qué vendrá. ¿Ruptura, transformación, redefinición…? Cambio, y acelerado por los efectos del coronavirus. Cambios que pueden transformar la distribución geográfica de la población; el trabajo para ser más flexible y remoto; el progreso tecnológico y científico con esencia ética, racional y humana; el ocio sostenible frente al consumismo como motor económico y salvaguarda medioambiental; la solidaridad internacional para que prevalezcan el bien común… El mañana ya está aquí, imparable e inevitable, y sus efectos están sucediendo, aunque solo empecemos a ser conscientes de toda su extensión y profundidad.

Saadia Zahidi, directora general del Foro Económico Mundial, explica que los trabajos del futuro requerirán habilidades blandas y tecnológicas. Entre las blandas destacan: creatividad, colaboración, habilidades sociales, trabajo en equipo, las relacionadas con áreas como ventas, RRHH, salud o educación. Entre las habilidades tecnológicas destacan la inteligencia artificial, internet de las cosas, computación en la nube, etc.

Los trabajadores del futuro deberán incorporar habilidades digitales y humanas. Randstad considera que la innovación, como consecuencia del imparable avance de la inteligencia artificial o la robótica, entre otras tecnologías, será determinante ya que, el 85% de los trabajos de 2030, aún no se han inventado. Un estudio del Adecco Group Institute concluye que la tecnología traerá consigo beneficios, como que una jornada laboral de 1970 se complete hoy en una hora y media. Conclusiones similares a las mantenidas por el citado Foro Económico Mundial, que predice una transformación profunda del mercado laboral como resultado de la Cuarta Revolución Industrial y el desarrollo de la IA, con una generación neta de 58 millones de puestos de trabajo en 2022.

Desde Accenture, en palabras de su director, Juan Pedro Moreno, se afirma que «el 100% de las empresas que son líderes del mercado utilizan soluciones en Inteligencia Artificial y un 89% el Cloud Computing como un catalizador en la innovación en productos y servicios que antes no podían hacer». En este escenario, nuestro país, según el informe “Tendencias en el entorno laboral 2020: las habilidades del futuro”, elaborado por Udemy for Business, no está mal situado ya que nos encontramos a la cabeza en el aprendizaje de las habilidades tecnológicas demandadas, como cuarto país europeo y noveno a nivel mundial.

Los medios de comunicación no son ajenos y ya viven lo que podría ser o cómo podría ser su futuro. ¿Desaparecerán trabajos? Seguramente. ¿Se crearán nuevos? Definitivamente, entre muchos otros expertos en experiencia del usuario, nuevas narrativas (gráficos, vídeo y periodismo de datos), Cloud Computing, impresión 3D y 4D, nanotecnología, robótica, Deep Learning, CMS, movilidad, IoT, Big Data, minería de datos, segmentación de audiencias, Machine Learning, Blockchain, lingüista especializado, diseñador gráfico de realidad virtual/aumentada/mixta… Accenture, en su “Tech Vision 2020: ¿Está tu empresa preparada para resistir el choque tecnológico?”, considera que el reto clave en la próxima década será superar el choque tecnológico, más aún cuando el 52% de los consumidores cree que la tecnología tiene un papel fundamental o está arraigada en casi todos los aspectos de su vida cotidiana.

La Covid-19 ha disparado la demanda de información veraz y contrastada frente al rumor, la mentira y la desinformación automatizada. Las medidas de confinamiento han disparado a su vez el consumo de medios convencionales, digitales y plataformas bajo demanda aunque, sin embargo, la inversión en publicidad ha caído, lo que podría suponer un nuevo golpe, devastador, para los medios de comunicación. En esta pandemia la dificultad y el reto, pero también la oportunidad, ha sido la necesidad de trabajar de forma remota, algo hasta ahora poco habitual y que se ha logrado gracias a la tecnología y los medios ya disponibles para hacer noticias o entretenimiento para televisión, radio, redes o Web.

Al igual que ha pasado en casi todos los medios públicos y privados españoles, en RTVE, en otros miembros de la Unión Europea de Radiodifusión (EBU) y en la casi totalidad del mundo, se han tenido que utilizar nuevas tecnologías y desarrollar y perfeccionar nuevos flujos de trabajo, muchos basados en estructuras distribuidas y descentralizadas (los hogares de los trabajadores), para poder seguir ofreciendo contenidos a sus audiencias.

En este contexto, tan importante será definir qué queremos hacer como aquello que debemos dejar de hacer. David Caswell, gerente ejecutivo de productos de BBC News Labs, apuesta por la “innovación existencial” frente a la “ordinaria” y a corto plazo (mejorar los medios disponibles como respuesta a la competencia, las expectativas cambiantes de los clientes, la regulación y los desarrollos tecnológicos), en una transición que debe llevarnos a un futuro sostenible en el que los valores periodísticos y el juicio editorial humano serán, todavía, la pauta a seguir.

La llegada de nuevas tecnologías como el 5G, Cloud, las «realidades» (aumentadas, virtuales…) o la Inteligencia Artificial, entre otros, serán las herramientas que van a transformar y definir cómo serán los medios de comunicación en un futuro no muy lejano, casi presente. Conocer sus posibilidades de uso, aplicarlas en nuestros flujos de trabajo de la manera más conveniente o decidir qué se quiere hacer con ellas nos permitirá ser competidores en el mercado y no estar, irremediablemente, fuera de él y de la realidad de la sociedad que llegará con estas disrupciones tecnológicas. Tenemos la gran oportunidad y capacidad de decidir qué y cómo queremos ser. Seguro que mejores, está en nuestras manos.

Periodismo colaborativo: la fórmula para lograr una cobertura global

6 mayo 2020 –

Por: Laboratorio de periodismo –

La coordinación internacional se convirtió en una acción clave para que los países enfrenten la pandemia. Esa armonización va desde la socialización de información hasta el envío de insumos. Esta crisis sanitaria global también puso en valor la cooperación entre periodistas y el reporteo transnacional colaborativo sumó, además de utilidad, mucha visibilidad.

En torno a ideas como esas giró una conversación organizada por la Fundación Gabo y protagonizada por tres periodistas: las colombianas María Teresa Ronderos y Ginna Morelo, y la mexicana Mónica González Islas. Como dijo durante el encuentro virtual Morelo, ganadora del premio Gabo en el 2018 por el proyecto transnacional “Venezuela a la fuga”, en este nuevo escenario laboral, en el que las redacciones pasaron a ser remotas, los periodistas “debemos pensarnos en conjunto, generar proyectos sostenibles en el tiempo y que les sirvan a la sociedad”.

Por la pandemia, las audiencias tienen una necesidad enorme de contar con información. Y los medios de comunicación pueden aprovechar esta crisis para hacer buen periodismo y ofrecer contenidos de calidad. En este contexto, el periodismo colaborativo se vuelve fundamental y la tecnología oficia de aliado.

“Debemos preguntar en equipo cómo se está viviendo la cuarentena en otros países, compartir experiencias a nivel regional. Abrirnos más y ver qué está sucediendo en otras ciudades. Donde sí están sucediendo cosas, empiezan a brotar historias”, señaló González Islas, fotógrafa y documentalista ganadora del Premio Gabo 2019 por el proyecto colaborativo entre Venezuela y México “Mujeres en la vitrina”.

Ronderos, periodista de investigación, señaló que hay que aprender a investigar usando Internet y las redes sociales. “Hoy tenemos limitado el acceso a ciertos lugares y la movilidad. Tenemos que aprender a clasificar información valiosísima de lo que está pasando allá afuera”, indicó.

Al respecto, la periodista de México observó: “Ahora mucho de lo que sale de los hospitales es de la gente que está ahí y graba lo que está pasando. Porque no podemos entrar ahí. Eso nos puede abrir una posibilidad, dado que no lo podemos producir nosotros”.

“Tenemos que aprender de la cantidad de ideas que tienen las audiencias para hacer mejor periodismo”

A la par de sus colegas, Morelo, directora de la red periodística La Liga contra el Silencio, analizó: “Volvimos al voz a voz. Las audiencias te dan una cantidad enorme de información. Tenemos que aprender de la cantidad de ideas que tienen las audiencias para hacer mejor periodismo”.

Belén Arce Terceros se especializa en comunicación digital y trabaja en temas vinculados a derechos humanos, género y migración

Por su parte, la argentina Belén Arce Terceros, directora editorial y de comunicación en Chicas Poderosas (comunidad global que promueve el cambio inspirando y fomentando el desarrollo de mujeres en medios), le dijo al Laboratorio de Periodismo que “en este momento tan único, en que el mundo entero está atravesando la pandemia, la colaboración en el periodismo se vuelve crucial”.

“Para reportar un fenómeno global como el que estamos atravesando y más aún cuando hay restricciones de viajes y movimientos, colaborar con otros periodistas y medios es la forma de lograr una cobertura global, y también de contemplar y poner foco en cómo esta pandemia afecta de diferentes formas a diferentes personas”, puntualizó Arce Terceros.

Además, destacó que en América Latina están surgiendo iniciativas de colaboración que “son muy valiosas” porque permiten entender fenómenos de forma regional, aprender de otras experiencias y conocer más sobre lo que está pasando y puede pasar. “Una realidad es que a veces la colaboración demanda tiempo de coordinación, planificación y alineación, así que seguramente veamos más iniciativas en los próximos días”, indicó.

Retos y oportunidades para la cobertura del coronavirus

“El mayor riesgo es que no nos arrebaten lo que creemos, que es el aporte que le hace a la sociedad el periodismo. El rollo es cómo lo hacemos”, planteó Morelo en el encuentro online organizado por la Fundación Gabo. Para que el periodismo colaborativo no se pierda, marcó que la clave está en sostener la conexión entre periodistas, y de esa manera mantenerse en contacto con el mundo y trabajar en conjunto con especialistas de distintas disciplinas.

Gia Castello es gestora en medios y entretenimiento. Es de Ecuador, pero está radicada en Buenos Aires, Argentina

Sobre el último punto, la ecuatoriana Gia Castello, directora de programas en Chicas Poderosas, añadió que cuando se trabaja con personas que vienen de otras disciplinas, se aprende sobre sus procesos de trabajo, nuevas herramientas, y nuevas metodologías. “Para el periodismo es beneficioso porque al trabajar una idea o proyecto con otras personas rompemos nuestros sesgos personales y podemos crear proyectos más diversos, y desde otras perspectivas”, resaltó.

En cuanto a los retos, su compañera Belén Arce Terceros visualizó dos: uno, la falta de personal para dedicarse a estos proyectos que requieren un poco más de tiempo cuando hay que seguir y reportar sobre la actualidad. El otro, la presión de los tiempos en un contexto tan cambiante.

Al mismo tiempo, subrayó que también serán posibles las oportunidades. “Sobre todo para la colaboración transnacional, en un momento en el que casi todos estamos afectados por un fenómeno global. Colaborar nos puede permitir hacer mejores y más completas coberturas, que tengan en cuenta otros ángulos y otras voces que las predominantes”, detalló Arce Terceros.

Asesinan a científico chino que investigaba el coronavirus en EE. UU.

6 mayo 2020 –

Por: El Tiempo – Bogotá Colombia –

Las autoridades policiales de Ross, un pueblo ubicado en el estado de Pensilvania (EE. UU.), reportaron que, en la noche del sábado 2 de mayo, el científico de la Universidad de Pittsburgh Bing Liu fue asesinado por un hombre que, al parecer, se suicidó tras cometer el homicidio.

Después de un tiroteo ocurrido a las 12:15 p. m., en el condominio The Mews of Town North, donde Liu vivía, los miembros de la fuerza pública relataron que encontraron muertos a dos hombres.

Según reportó el diario local Pittsburgh Tribune-Review, el médico forense del condado de Allegheny señaló que una de las personas encontradas en la escena del crimen era Liu. El hombre había estado participando en una investigación acerca del nuevo coronavirus, informó la Universidad de Pittsburgh, institución en la que trabajaba.

Mientras tanto, el presunto asesino fue identificado por la policía como Hao Gu, de 47 años. Su cadáver fue encontrado en su propio carro. Al parecer, se habría suicidado después de disparar a Liu en la cabeza, el cuello y las extremidades.

«Con profunda tristeza y conmoción nos enteramos del prematuro fallecimiento de Bing Liu, profesor asistente de investigación», señaló la Universidad de Pittsburg en un comunicado compartido en su página oficial.

El mensaje también destaca que Liu era un respetado investigador que se había ganado el respeto y el aprecio de muchos de sus colegas. En su carrera había logrado hacer más de 30 publicaciones científicas y había liderado y aportado conocimiento a distintos procesos del centro educativo en el cual trabajaba.

Además, la universidad señaló que su rol como profesor había sido muy importante para los miembros más jóvenes de la comunidad científica debido a que era «paciente e inteligente».

Acerca de la investigación que estaba realizando sobre el nuevo coronavirus, la Universidad afirmó: «Bing estuvo a punto de hacer hallazgos muy significativos para comprender los mecanismos celulares que subyacen a la infección y la base celular de sus siguientes complicaciones».

Adicionalmente, la institución señaló que hará un esfuerzo para completar lo que este científico comenzó, para «rendir homenaje a su excelencia».

 

La vacuna del optimismo

6 mayo 2020-

Por: Gonzalo Silva, Socio CPB -El Espectador.

Las cifras que el país venía alcanzando en materia de turismo en los últimos años resultaban históricas. El sector consolidaba un rápido crecimiento y su incidencia en el desarrollo de la economía era estratégica. La actividad se mantenía ascendente dentro del PIB con un aporte cercano al 3.8%, y mejoraba puestos en el índice de Competitividad en Viajes y Turismo del Foro Económico Mundial en el que en 2019 trepó de la posición 62 a la 55, entre 140 naciones monitoreadas.

El año pasado sus indicadores se encontraban en alza y el horizonte se mostraba despejado. Llegaron 4’516.000 visitantes no residentes, la ocupación hotelera alcanzó el 57.8%, las agencias de viajes crecieron un 3,7%, la conectividad internacional sumó 17 nuevas rutas internacionales y se movilizaron 41 millones de pasajeros nacionales y extranjeros.

Con el impulso de los buenos vientos, las cifras previstas para el año 2020 sonaban optimistas y la ocasión, incluso, las hacía realistas. El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo proyectaba para la vigencia un aporte de $37,3 billones, cifra que, de lograrse, sería la más alta de los últimos tres quinquenios. Se esperaba, entonces, confirmar el turismo como el nuevo “petróleo” colombiano, tal como lo bautizó el presidente Duque desde el inicio de su administración.

Pero la pandemia del COVID-19 que asola al mundo, llenó el cielo de nubarrones y echó por tierra las pretensiones impidiéndole a la industria seguir creciendo con porcentajes superiores a los de la región. El año pasado, esta última decrecía en un 3,5% mientras Colombia subía al 2,7%.

La emergencia global desbarató el tablero, revolvió las fichas y perfiló un escenario crudo, difícil y complejo como lo es el de toda la economía nacional. La parálisis, que completa mes y medio, ha sido devastadora. Según sus gremios, numerosas empresas, pequeñas y medianas, han caido abatidas por la quiebra y más de 50.000 empleos se encuentran en condición de riesgo. Pero lo más grave es que todavía existe un alto nivel de incertidumbre sobre cuándo se acabará el confinamiento y hasta cuándo se habrá de resolver el problema sanitario vigente para emprender el retorno gradual y seguro de los turistas.

El transporte aéreo, factor clave para la conectividad del país, no podrá prestar servicio de pasajeros antes del 30 de mayo (cuando vence el decreto de emergencia sanitaria expedido por el presidente Duque), y cabría la posibilidad de que su prórroga se extienda por un tiempo más (de no alcanzarse, para la fecha, el pico de la pandemia) y se empiece a aplanar su curva.

Por ahora, aerolíneas, hoteles, restaurantes, bares, agencias de turismo, guías y decenas de empresas afines refieren pérdidas millonarias y lanzan un llamado de auxilio al gobierno -metido en camisa de once varas, de lleno en las fauces de la peor encrucijada económica y social de las últimas décadas-. La actividad turística nacional, como se retrata en el planeta entero, está hundida en la más profunda recesión.

El turismo se ha convertido en impulsador esencial de la economía colombiana y si el gobierno le mantiene su voto de confianza, empoderándolo como el “nuevo petróleo”, debería asegurar medidas prontas y eficaces para su reactivación. El Estado tendría que canalizar su ayuda hacia millares de empresas de todos los tamaños y subsectores, que han quebrado o están al borde de la desaparición, con créditos condonables que permitan sortear pérdidas y garantizar nóminas. Preservar la actividad facilitará el resurgimiento económico de regiones turísticas vulnerables, hoy más empobrecidas que nunca, abriéndoles paso a la sostenibilidad e inclusión social.

La conectividad aérea y terrestre será factor fundamental para hacer competitiva la industria mediante la promoción de flujos internos que impulsen el turismo doméstico, por donde se deberá trabajar para que, una vez se alivie la crisis, se marque el rumbo de la reactivación total. La construcción y reparación de vías secundarias y terciarias fomentarán empleo, redimirán mano de obra local, estimularán el desarrollo regional y acercarán destinos.

El nuevo escenario marca la hora para repensar el sector y dar el giro hacia un nuevo esquema en el que juegue la innovación, diversificando el producto, mejorando la oferta y desterrando el viejo modelo de la masificación. El turismo invasivo tendrá que sustituirse por uno social,  consciente, responsable y sostenible con el medio ambiente y las comunidades. Modalidades como las de naturaleza, ruralidad y bienestar deberán contener una apuesta renovadora y ambiciosa y ser el centro de una atractiva estrategia comercial.

La industria turística tardará tiempo, quizás años, en recuperarse, estimular confianza y volver a sus anteriores niveles de participación, entretanto deberá rediseñarse y sacarle enseñazas a la obligada parálisis. Su impulso debería liderar el despegue de la economía en su conjunto y fortalecer la menguada demanda creciendo de manera sostenida y responsable.  Al sector, sin duda, le costará recuperar el ritmo, pero tendrá que seguir adelante, inmunizado, eso sí, con la promisoria vacuna del optimismo.

Posdata. “La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado”. Albert Einstein.

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@Gsilvar5

Los modos del querer

06 mayo 2020 –

Por: Arturo Guerrero, Socio CPB – El Colombiano.

Las pantallas traen la imagen y la voz de quienes queremos. Las redes son instantáneas en su entrega de noticias, chismes, chistes, del mundo y de los amigos, sus perros y sus gatos. ¿Qué agrega entonces la presencia física? Quizá estemos olvidando ese toque extra que nos ha negado el confinamiento forzoso.

Luego del rigor de las primeras semanas, las autoridades suavizaron las medidas y fue posible verse en vivo y en directo con hermanos, hijos, cuñados, primos. Los habíamos tenido a golpe de un clic y de repente los reencontramos en sus casas, tras burlar a los policías del comparendo.

Sucede que el reguero de decretos contradictorios, dictados en ráfagas difíciles de asimilar, dejan rendijas que cualquiera interpreta a su favor. En cada pueblo y ciudad cada alcalde es rey, y entre tantas potestades el ciudadano encuentra rendijas para acomodar su libre albedrío y hacerse sentir como individuo soberano.

Entonces viene el milagro del cara a cara. El que llega de visita lleva, eso sí, el santo y seña del tapabocas que se convirtió en pasaporte y visa para circular por las calles de la infección. Quien abre la puerta no hace uso de él, faltaba más. Esos zapatos desmayados y a la vista en los corredores del edificio informan que los habitantes se rigen por el miedo al virus omnipresente.

Son el “trapo rojo” de la clase media. Significan, advierten, gritan. El visitante, más osado en su incursión, se descalza por cortesía. Intimidado, pide permiso para sacarse la máscara. Surge un hielo inesperado que romper, una barrera de pandemia. El visitado se alarma, corre a desinfectar las huellas de la chaqueta, los paquetes, la cachucha del visitante.

La tensión flota en la atmósfera hecha de coronavirus imaginario y reproches de sanidad exacerbada. Casi mes y medio de alejamiento y pavor ha calado las fibras del amor, la amistad, la camaradería. Es preciso desenredar la madeja de las palabras para que paulatinamente esa atmósfera se decante en el piso y resurja el purísimo ser natural de esos dos seres que se quieren y habían olvidado los modos del querer.

Para eso sirve la presencia física, para derrotar las sospechas y reanudar el flujo de los alientos. Al terminar la visita se ha reconstituido un género humano. ¿Ostracismo, en dónde queda tu victoria?.