La jefa de derechos humanos de las Naciones Unidas dice que algunos gobiernos aprovechan la pandemia de coronavirus para reprimir a la prensa independiente, incluso con el arresto e intimidación de periodistas.
Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, no aclaró cuáles países utilizan la pandemia “como pretexto para limitar la información y acallar la crítica”.
Bachelet observó que algunos gobernantes hacen pronunciamientos contra periodistas y trabajadores de prensa, y sostuvo que la prensa libre, siempre esencial, lo es más que nunca durante la pandemia.
“Éste no es el momento para echarle la culpa al mensajero”, dijo Bachelet. “Proteger a los periodistas del acoso, las amenazas, la detención o la censura ayuda a la seguridad de todos”.
Nunca antes, a lo largo de nuestra historia, los colombianos habíamos estado tan unidos como ahora.
En medio de la cuarentena estoy acostado, bocarriba, tratando de resolver un crucigrama.
De repente timbra el celular de mi mujer. Ella lo enciende y lo pone en parlante para escuchar mejor. Se oye la voz de nuestra amiga Ximena Rojas, que vive entre las murallas coloniales de Cartagena.
“Si vieras lo que estoy viendo” –exclama Ximena, con un acento tan emocionado que parece una canción–. En mi terraza hay una tortolita empollando dos huevos. Por aquí nunca se había visto eso. Ya te mando una foto”.
En ese preciso instante miro por la ventana del dormitorio y veo tres delfines que retozan como niños en el agua azul de la bahía. Azul está ahora, porque hasta hace un mes era del mismo color que tiene el chocolate espeso.
La tortolita, los delfines, el agua cristalina: es la naturaleza, que está resucitando, limpia y risueña, ante la ausencia de seres humanos que la destruyen. ¿Seremos capaces de mantenerla así cuando se haya ido el virus?
Además, el encierro obligatorio, ordenado por el Gobierno, ha demostrado que a la gente hay que protegerle la salud aunque sea contra su propia voluntad.
Confieso, con algo de vergüenza, que nunca antes había tenido tanto tiempo para conversar con mis hijos y nietos, con mis hermanos, con mis amigos más entrañables. Ni para reflexionar serenamente sobre las cosas que en realidad valen la pena en esta vida.
Hagamos que esa hermandad derrote a la tolerancia cómplice que hasta ahora hemos mantenido ante la corrupción y que el espíritu triunfe sobre la maldad. Pidamos justicia, pero pidámosla unidos
Del corazón a la conciencia
Mientras veo que los alcatraces han vuelto a volar en el cielo del Caribe, aprovecho la visita privada que me hacen mi corazón y mi conciencia para conversar con ellos tomándonos un café. Mentira, no es un café: es un vinito tinto que está delicioso.
Hablando a solas, los tres hemos pensado, por ejemplo, que todos los colombianos deberíamos entrelazarnos para aprovechar las profundas lecciones que nos deja la tragedia de estos tiempos y crear un ser humano nuevo y diferente. Unidos, fraternales, solidarios.
Hagamos que esa hermandad derrote a la tolerancia cómplice que hasta ahora hemos mantenido ante la corrupción y que el espíritu triunfe sobre la maldad. Pidamos justicia, pero pidámosla unidos. Como si fuéramos hermanos siameses, pegados a través del corazón.
El hambre y medio pan
Si solo tienes para comprar un pan, cómpralo, pero cómete medio y regálale el resto al que no tiene ni para comprarse medio pan.
Que se recuerde, nunca antes, a lo largo de nuestra historia, los colombianos habíamos estado tan unidos como en estos días. Lo maravilloso de lo que está pasando es esta hermosa paradoja: estamos en un abrazo estrecho, aunque no podamos vernos y aunque no podamos tocarnos unos a otros, porque así lo ordenan las cautelas sanitarias. Mejor dicho: es un abrazo de almas, no de cuerpos.
En pueblos humildes y en las grandes ciudades se repiten las historias de amor en estos días. Gente modesta que regala la mitad de su mercado, el chofer de la ambulancia que arriesga contagiarse por llevar cargado a un enfermo, los sacerdotes que van pidiendo de puerta en puerta, la tarea amorosa de los que trabajan en el sistema de salud, desde el médico más eminente hasta el más anónimo ponedor de inyecciones.
No olvidemos lo que dijo la madre Teresa de Calcuta el día en que le entregaron el premio Nobel de la paz: “No hay pobreza mayor que la falta de solidaridad”.
Estamos en un abrazo estrecho, aunque no podamos vernos y aunque no podamos tocarnos unos a otros
El nuevo camino
¿Cómo haremos para que ese mismo espíritu fraternal se mantenga y crezca cada día más? Yo sé que esa es una ilusión muy lejana. Pero también sé que los mejores sueños son los más difíciles de conseguir. Lao-Tse, el gran filósofo chino, solía repetir que un viaje de mil millas comienza con el primer paso.
Entonces, es hora de que empecemos. No hay sino una manera de lograrlo, una sola: permaneciendo unidos. Que el coronavirus sirva para que Colombia rectifique el camino torcido que hemos venido recorriendo hasta ahora, el camino de la polarización y la pelotera, de la agresión, de los gritos, de la intolerancia, el camino de la injusticia y de la maldad.
Y de la indiferencia ante las necesidades ajenas. Yo he visto edificios hermosos en los que sus habitantes arrojan medicamentos con fechas vencidas en las canecas de basura del parqueadero o de la calle. Con indolencia, han dejado que caduquen mientras la gente se muere porque no puede pagar una pastilla.
Y, entre tanto, los que se roban el dinero del sistema de salud y la plata de la comida de los escolares más pobres solo reciben como castigo, si acaso, la casa por cárcel. ¿Castigo?
Y los pesimistas
Eso no puede seguir así. La justicia verdadera también debería formar parte de la hermandad entre colombianos.
Yo recuerdo que, cuando estábamos a mitad del bachillerato, el profesor Guerrero nos hizo leer unos pensamientos del gran Homero, escritos hace más de tres mil años. Uno de ellos dice así: “Llevadera es la labor cuando entre todos compartimos la fatiga”.
Bueno. Antes de seguir adelante, y como periodista que soy, tengo la obligación de escuchar también, y de publicar, los argumentos de aquellos que tienen una opinión diferente a la mía. Consulto a quienes no creen que haya razones para ser tan optimistas como yo sobre el futuro que nos espera a los colombianos. En eso consiste el equilibrio periodístico.
–¿Por qué es usted tan pesimista? –le pregunto a Diego León García, un eminente médico que reside en Montería.
–No es pesimismo –empieza por aclarar–. Es realismo. Consiste en que yo creo que la solidaridad que demostramos ahora no nace de la compasión por el otro, que sería lo deseable, sino del miedo colectivo que estamos padeciendo. No es amor; es pavor.
¿Optimismo u oportunismo?
El doctor Diego García agrega que en el futuro inmediato, una vez se diluya el virus, “volveremos a lo mismo de antes. No es necesario ser muy cínicos para saber que la historia nos dará la razón. Me cuesta mucho trabajo creer que la bonhomía de banqueros y similares perdurará en el tiempo una vez termine esto”.
Aunque nunca se han visto, ni el uno sabe del otro, encuentro que el médico de Cereté coincide plenamente con los escritos que ha puesto a circular por internet el novelista colombiano Felipe Priast, residente en Estados Unidos.
Sostiene Priast que, entre optimistas y pesimistas, el coronavirus ha originado una tercera franja de opinión. “Son los que podríamos llamar realistas. Ellos creen que los hombres no se han vuelto buenos de repente, sino por su propio interés. Los seres humanos pueden ser muy malos, pero no son tontos cuando está de por medio su propia supervivencia, como es el caso de esta pandemia”.
Uno puede compartir o no lo que sostienen personas como el médico y el escritor, pero no se puede negar que sus argumentos son bien originales. Podríamos llamarlo ‘optimismo interesado’ o ‘el optimismo oportunista’.
Encerrados en Venezuela
Mientras avanzo en esta crónica, me llega un mensaje urgente por el correo electrónico. Viene de la provincia de Aragua, en Venezuela, y lo firma Katherin Cogollo Mancilla, una doctora colombiana que trabaja como médica general en Medellín.
Resulta que, a mediados de marzo, pocos días antes de que empezara la cuarentena en Colombia, ella tuvo que viajar a Venezuela para asistir al sepelio de una prima suya.
Allá estaba cuando fue sorprendida por el cierre de la frontera. No ha podido volver, “y cada día el consulado de Colombia nos dice que debemos esperar porque la Cancillería no responde ni resuelve nada desde Bogotá”.
Son dieciocho en total los viajeros colombianos que quedaron atrapados y abandonados, junto con la doctora Cogollo Mancilla, en esa región de Aragua. La carta que ella me envía prosigue con estas dolorosas palabras:
“Nos sentimos como si no tuviéramos patria. Recordamos que hace algunas semanas el Gobierno colombiano envió los aviones que, en buena hora, trajeron repatriados a los compatriotas que estaban en China. En cambio, a nosotros nos dejaron olvidados con el argumento de que no hay relaciones con Venezuela, como si eso fuera más valioso que la vida de tantos seres humanos”.
Los contagios
Cuando termino de escribir estas líneas le pido a un amigo entrañable y de juiciosas opiniones que la lea con cuidado y me diga lo que está pensando. Esta es su respuesta:
“Me alegra ver tu optimismo, que ojalá resulte contagioso (palabra que no es nada propicia en este momento). Yo, en cambio, soy un escéptico total. Mira cómo se están aprovechando de la pandemia para robarse los recursos de la salud y de la comida que se destina a los más necesitados”.
Y luego remata con este vaticinio: “Cuando pase la pandemia, los políticos volverán con sus viejas mañas y los banqueros dirán que es necesario subir sus tasas de interés. Mares y ríos volverán en pocos días a estar contaminados. Volveremos todos a nuestros viejos hábitos. El hombre seguirá siendo un lobo para el hombre. Me da pena que, mientras tú miras juguetear los delfines, yo me atraviese en tus nobles pensamientos”.
Al terminar esta crónica ya no me sentí tan seguro de que los colombianos seamos capaces de actuar unidos y fraternales. Así, con esa triste incertidumbre, alcancé a ponerle punto final y estaba listo para enviársela a EL TIEMPO.
Epílogo
Pero tuve que prender de nuevo mi computador porque en ese preciso momento pusieron sobre mi escritorio un ejemplar del diario cartagenero El Universal.
La primera página, entera, estaba ocupada por una fotografía de dos policías que, con sus guantes y tapabocas, estaban en la plaza de San Pedro Claver, en el centro histórico de Cartagena, dando de comer amorosamente a las palomas que allí viven y que se morían de hambre porque en estos días no hay turistas ni restaurantes que las alimenten.
Viendo a los dos policías rodeados de palomas, he vuelto a sentir una ilusión, una esperanza, un sueño de unión y de hermandad. Algo viene sobre mí y lo reconozco de inmediato: es el viento fresco del optimismo, que regresa a mi alma. Sí, sí podemos.
Por: Gonzalo Silva Rivas, Socio CPB – El Espectador.
Son varios los interrogantes que surgen acerca del comportamiento que tendrá la industria de los viajes después del coronavirus, una vez se empiece a recomponer el escenario mundial. El tiempo de alargue de la pandemia sigue siendo incierto y el punto de partida dependerá de las decisiones que individualmente tomen los gobiernos en materia de apertura de fronteras y de libertad de movilización.
La aviación comercial será la primera protagonista en este proceso de despegue y aunque dentro de algunas semanas posiblemente se reanudarán ciertos vuelos internacionales, la recuperación plena de los viajes tardaría entre año y año y medio, cuando la vacuna curadora haya aparecido y los brotes de la propagación se encuentren controlados. El reinicio de la actividad sería gradual, casi a cuenta gotas, e iría creciendo en la medida en que se minimicen los riesgos sanitarios y se renueve la confianza de los viajeros.
Dentro de una lenta normalización, las aerolíneas que hayan superado la prueba de liquidez pondrían a volar aviones en trayectos estratégicos para atender la demanda que, en principio, estaría alimentada por segmentos de pasajeros claramente definidos: los VFR (Visiting friends and relatives) y los de negocios. Es decir, que esta primera ola de servicio sería dinamizada por viajeros que regresen a sitios de residencia por asuntos de estudio o de trabajo o de reencuentro con familiares o amigos, y los corporativos que requieran participar en actividades presenciales.
Los viajes de ocio y vacaciones, en cambio, tomarían más tiempo en aparecer y su participación estaría centrada preferencialmente en conexiones domésticas, antes que en internacionales.
En varios países se perfila el final de mayo e inicio de junio como un probable período para el reinicio de operaciones. En Europa, por ejemplo, operadores y aerolíneas hacen cuentas de que el 78 por ciento de los viajeros planean reanudar los viajes a partir de entonces, mientras en Colombia el presidente Duque advierte que los vuelos internacionales mantendrán la restricción en tanto dure la emergencia sanitaria. Un análisis de Aviatur plantea que la gente priorizará sus visitas a fincas o pueblos cercanos, a los que pueda desplazarse a través de transporte terrestre, preferencialmente en vehículos privados.
Pero el futuro de la industria de los viajes no estaría exento de obligados cambios y de probables tendencias para el corto y mediano plazo, resultado de la pandemia. Una novedad que afectaría los ingresos de la aviación comercial sería la progresiva reducción de los viajes de negocios a raíz de la irrupción de las videoconferencias, modalidad que se empieza a integrar en las empresas dentro de sus nuevas dinámicas de trabajo. La implementación de la tecnología les permite reducir gastos y ahorrar dinero y, por ahora, sortear los quebrantos financieros que está dejando la parálisis.
Un informe interno de JetBlue estima que entre el cinco y el quince por ciento del tráfico de negocios que se movía antes de la llegada del virus estaría en posibilidad de no ser justificado por las compañías, dispuestas a restringir los viajes aéreos que los medios virtuales hagan innecesarios.
La estrechez del mercado aéreo poscoronavirus conllevaría a las aerolíneas a resolver el dilema del costo de los pasajes para el corto plazo. Ante la imposibilidad de retomar los volúmenes de pasajeros previos a la pandemia, algunas aplicarían una política de contracción en el valor de los tiquetes, empujadas por su necesidad de capitalizarse y subsistir. El precio se recuperaría e, incluso, se incrementaría para cerrar la brecha de pérdidas acumuladas, apenas sea sorteada la tormenta.
La baja en las tarifas no puede ser sostenible por largo tiempo, por cuanto las aerolíneas reanudarán operaciones sometidas a una coyuntura de menores ingresos y mayores costos. El retorno de operaciones, seguramente, exigirá el cumplimiento de nuevos protocolos, entre ellos el distanciamiento en los aviones, obligándoseles a volar más vacíos, al dejar espacios aislados entre pasajeros, lo que disminuirá la venta de sillas e implicará reducir la capacidad de ocupación en por lo menos un 33 por ciento. Los límites de la interacción a bordo serían reforzados en algunos casos con la eliminación de servicios de alimentos y bebidas.
Un análisis de Aviatur plantea que cada aeronave deberá permanecer más tiempo en tierra, entre un vuelo y otro, para desarrollar actividades de higiene, limpieza y prevención, protocolos que se traducirán en menor eficiencia de la operación y en mayores costos.
Radiografía semejante se reflejaría en el transporte de cruceros, una industria que también venía en alza y hoy fondea sus barcos alrededor del mundo, estigmatizados por las imágenes de contagios presentadas en algunos de ellos. El pujante sector se alistaba para un aumento sin precedentes en la capacidad de oferta, con la proyección de un 25 por ciento más de cruceros operativos para los próximos siete años, respaldada por una inversión de US$68 mil millones.
Su despegue exigirá resideño de barcos e implementación de medidas sobre buenas prácticas y seguridad sanitaria y dependerá de autorizaciones de embarque y desembarque portuario y de un desafiante trabajo para conquistar viajeros. La estrategia inicial para contrarrestar los altos costos que representa tener parados los barcos y limitar el volumen de pasajeros como medida de distanciamiento social estaría igualmente supeditado a una baja de tarifas.
El sector de los viajes, en consecuencia, enfrenta un escenario adverso, el más negativo en toda la historia de la industria, y deberá potenciar motores, con ayuda de los gobiernos, para esquivar los brotes de una quiebra. Considerando los impactos que se visualizan a escala global, tendrá que replantearse y acomodarse a condiciones diferentes del mercado para volver a oxigenar, retomar la bitácora y aprender a volar así sea con las alas quebradas, o a navegar en mar abierto, con la popa haciendo agua.
Posdata: En un escenario de restricción de viajes por tres meses, la IATA revela que 25 millones de empleos en la aviación y sectores relacionados en el mundo están en riesgo: 11,2 millones en Asia-Pacífico, 5.6 millones en Europa, 2.9 millones en América Latina, 2 millones en América del Norte, 2 millones en África y 900.000 en el Medio Oriente.
¿Cómo escribirán sobre el coronavirus los historiadores del futuro? ¿Cómo lo recrearán los poetas y lo cantarán los compositores? Sin duda observarán la rareza del año en que sucedió: el 20-20. Los cabalistas removerán las capas ocultas tras la repetición de estas cifras duales. Y pronunciarán su arcano.
Unos y otros anotarán que el virus paralizó en un instante la parafernalia productiva construida por la humanidad en milenios. Semejante totazo no había pasado ni con las guerras mundiales ni con el alunizaje del Apolo 11 ni con el descubrimiento de América ni con el desplome del imperio romano.
Claro que estos sucesos no son comparables porque son de naturaleza diferente. Pero el “corona” los batió por parejo, pues englobó a 4 mil, de los 7 mil millones que flotaban a bordo de la Tierra en aquel año agorero. ¿Qué pasó con los restantes 3 mil? ¿Acaso no fueron por igual mascados en cuerpo y alma por la pestilencia? Los estadísticos del porvenir proporcionarán al respecto los números de rigor.
Los poetas, en cambio, no necesitan explicar lo que formulan. Así que su lenguaje tomará algo de la oscura selva del Dante, alguna cólera funesta de Homero, alguna sombra oblicua de Aurelio Arturo, la perturbación cuerda de Antonin Artaud. Esquivarán el arqueo de muertos y el lamento de los infectados, porque estas obviedades los harían chapalear en el lugar común.
Más bien apuntarán hacia las viviendas que se volvieron escafandras, las calles convertidas en bandas transportadoras de la nada, las mentes amarradas a pavores progresivos. Entregarán palabras sin reproche, meras estampas del hombre humillado bajo las tormentas de las divinidades, si es que aún existieran las divinidades.
Los analistas de aquí a cien años juzgarán sin piedad el resultado del confinamiento general de los únicos animales que atormentan a sus víctimas, según enseña Brigitte Baptiste. Emitirán un veredicto entre condenatorio y lastimero sobre una raza que debió ser frenada en seco por escuadras biológicas letales.
Y trazarán una marca divisoria en su historia de cuatro millones de años. Del 2020 hacia atrás los hombres se creyeron reyes y usufructuarios de la creación. Del coronavirus en adelante percibieron que no la podían herir ni con el pétalo de una rosa. No por ser creación, sino por ser mujer.
Por: Juan Álvaro Castellanos, Socio del CPB – El Nuevo Siglo.
Colombia puede despertar confirmando que los sueños son realidad. En ellos, encontrará la perspectiva de la renovación del país, aspirada en medios estatales y particulares, así como parte de su población común para convertir valores en desarrollo competitivo.
Se quiere todo distinto a lo actual, proyectado con optimismo; propio para conservarlo en una lente fotográfica, televisiva o cinematográfica.
Al destapar esa cubierta de realidades, se encontrará rasgos naturales, artísticos, humanos y, muchos motivantes para vivir en amalgama paz y encanto, en su jardín de 50 millones de habitantes.
Ese despertar mostrará que -coronavirus- debe quedar sepultado, lejos del jardín deseado como el escenario de encanto para 1.100 municipios, maltratados por la violencia armada, durante más de 50 años.
Inteligencia y creatividad tiene Colombia; el vacío científico, es falta de financiación, para desarrollar, centro de alta tecnología en investigación y producción de vacunas, tan importantes como el petróleo, café, textiles y aguacates.
El país renovado, puede aparecer pronto, sin despilfarro y sin robo a lo estatal y privado; tampoco rompiendo el viejo tapete de costumbres, recogidas por quienes intensifican corrupción, el otro virus.
Al observar episodios nacionales se encuentra lo marcado por narcotráfico y destrucción de cultivos sanos, derrotados en amplias hectáreas agrícolas, por siembras de marihuana.
Un Neurosiquiatra dirá: -mejor pensar con -memoria explicita- que se agita en el cerebro con lo atractivo y creativo, pasada adolescencia y, entrada la madurez, si se piensa, con mente despejada y tranquila.
Y lo malo, siempre mezcla corruptos que, asoman con engaño enmarcado entre verdades y mentiras, tras dinero, según les convenga, confundiendo ciudadanía con aparentes negocios o empresas de papel.
Es parte del trasfondo colombiano, lidiando guerra, con virus venido de China; El país, no puede seguir envuelto en cháchara y ´carreta mundial´ en muchos aspectos de trasnacionales de basura, a punta de verborrea.
Primero renovar: al reactivar economía, con manos limpias en despachos estatales y privados, obligados a eludir lagartos de todos los colores y amistades; Porque los virus, sobrevuelan donde huelen millones, como ahora, con el globo de ayudas.
Y reactivar, sin telarañas tributarias, aunque no sea reforma, como garantiza el Gobierno Nacional, sin impuestos destructivos. Ahora, activar trabajo a lo legal, con didáctica a nueva generación.
Con motor prendido habrá paso a vida comunitaria honesta, con sentido de pertenencia por país; sin olvidar que es vergüenza, tener habitantes de calle; La protección ejemplar, recuerda palabra celestial: “Amar al prójimo, como a nosotros mismos”.
El desafío será rechazando sabotajes en calle, con vándalos pagos y, armados en campos, con virus de odio. La renovación, se consolidará con población sensata, libre y limpia; Ojo a los dineros prometidos.
La luz del sol y el cloro pueden matar al nuevo coronavirus, dijo un funcionario federal en la sesión informativa diaria de la Casa Blanca el jueves. Pero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convirtió lo que debería haber sido un simple resumen científico en una desconcertante corriente de ideas peligrosas sobre la transmisión de luz al cuerpo y sugerencias sobre la inyección de desinfectantes.
Esto es lo que se dijo y lo que la ciencia realmente nos dice sobre matar el virus de manera segura.
Bill Bryan, un alto funcionario del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., dijo que los estudios sobre el virus mostraron que el cloro mata el coronavirus en aproximadamente cinco minutos, y que el alcohol isopropílico lo destruye aún más rápido. Las pruebas mostraron que el virus en gotas de saliva sobrevive mejor en interiores y en condiciones secas.
“El virus muere más rápido en presencia de luz solar directa en estas condiciones”, dijo.
Bryan, que no es científico, dijo que un laboratorio biológico del Ejército de EE. UU. en las afueras de Washington D.C. había estado evaluando el virus.
“Nuestra observación más sorprendente hasta la fecha es el poderoso efecto que la luz solar parece tener sobre la muerte del virus, tanto en la superficie como en el aire”, dijo. La temperatura y la humedad también afectan cuánto tiempo sobrevive el virus, dijo Bryan.
El vicepresidente Mike Pence calificó la presentación de Bryan como “noticias alentadoras sobre el impacto del calor y la luz solar en el coronavirus, lo que aumentará la confianza que sentimos sobre el próximo verano”.
Bryan lo llamó “otra arma en la lucha que podemos agregar y en el verano”. Pero añadió: “Sería irresponsable para nosotros decir que creemos que el verano matará totalmente el virus. Sin embargo, tenemos la oportunidad de avanzar con lo que sabemos ahora y tenerlo en cuenta en la toma de decisiones”.
A principios de este mes, los miembros de un influyente comité de la Academia Nacional de Ciencias le dijeron a la Casa Blanca en una carta que no parece que el coronavirus desaparezca una vez que el clima se calienta, escribiendo: “Hay alguna evidencia que sugiere que [el coronavirus] puede transmitirse de manera menos eficiente en ambientes con temperatura y humedad ambiente más altas, sin embargo, dada la falta de inmunidad del huésped a nivel mundial, esta reducción en la eficiencia de transmisión puede no conducir a una reducción significativa en la propagación de la enfermedad sin la adopción concomitante de intervenciones importantes de salud pública”. El panel señaló que el virus continuó propagándose en países que experimentaban clima cálido.
Pero cómo reacciona el virus en un laboratorio no es necesariamente relevante para la forma en que se transmite. Se puede transmitir en partículas muy pequeñas de saliva o moco que se rocían de la boca de las personas cuando hablan o tosen, o de las narices cuando estornudan. Pero las partículas no permanecen en el aire por mucho tiempo, y caen al suelo.
El peligro de contraer el virus proviene de estar en contacto cercano con alguien que está infectado y emitir partículas por la nariz y la boca, o tocar algo sobre lo que las partículas cargadas de virus han aterrizado.
La opinión de Trump
Los hallazgos que Bryan compartió no son sorprendentes. Los científicos saben desde hace tiempo que los productos químicos como el blanqueador pueden matar los virus, incluidos los coronavirus, al igual que la luz ultravioleta.
Lo que quizá fue sorprendente durante la sesión informativa del jueves fue la opinión del presidente Trump sobre los comentarios de Bryan.
“Supongamos que golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ya sea ultravioleta o simplemente muy poderosa, y creo que dijiste que no ha sido revisado y que vas a probarlo”, dijo Trump a Bryan. “Supongamos que puedes llevar la luz dentro del cuerpo”.
No estaba claro de inmediato cómo Trump propondría llevar luz al cuerpo.
“Y luego veo que el desinfectante lo noquea en un minuto. ¿Hay alguna manera de que podamos hacer algo así mediante la inyección o casi una limpieza?… Sería interesante comprobar eso”, agregó Trump.
La declaración de Trump se hace eco de mitos y rumores que se hicieron tan desenfrenados en Internet y en las redes sociales que la Organización Mundial de la Salud publicó páginas de cazadores de mitos para desmentirlos.
“Exponerse al sol o a temperaturas superiores a 25° C NO previene la enfermedad por coronavirus”, dice la OMS en su sitio web. “Puedes contagiarte de covid-19, sin importar cuán soleado o caluroso sea el clima. Los países con clima cálido han reportado casos de covid-19”, agrega.
También advierte específicamente contra el uso de lámparas ultravioleta, incluidas las lámparas de bronceado, para tratar de matar el virus. “Las lámparas UV no deben usarse para esterilizar las manos u otras áreas de la piel ya que la radiación UV puede causar irritación de la piel”, advierte la OMS.
La luz ultravioleta daña la piel y provoca cáncer si las personas se exponen demasiado.
Y el cloro es tóxico. Puede y mata a las personas que lo beban. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. advierte regularmente al público contra el consumo de cloro o incluso la inhalación de vapores de cloro. También es irritante para la piel.
La semana pasada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés) dijeron que las llamadas sobre intoxicaciones con limpiadores y desinfectantes habían aumentado más del 20% en los primeros tres meses de 2020, a medida que aumentó la limpieza por el coronavirus, que en el mismo período del año anterior. Entre los limpiadores, los blanqueadores representaron el mayor aumento porcentual en las llamadas entre 2019 y 2020.
Los CDC recomiendan usar jabón y agua o lejía para matar el virus. Frotar alcohol con al menos 70% de alcohol también lo matará en las superficies; 60% para tus manos.
En todas las reuniones donde llegaba Guillermo “EL MAGO” Dávila se convertía, en cuestión de minutos, en el centro de atención. Conversador como pocos, contador de mil y una historias de todo tipo. Conocía de caballos, aviones, periodismo y comentaba que había editado 5 números de “El comprimido” –el periódico más pequeño del mundo—con Gabriel García Márquez.
Se hacía llamar como “el último linotipista” de Colombia. Pocos le ganaban con el tema de los caballos y en las reuniones no era extraño que intercalara con sus charlas, uno que otro truco de magia con monedas o de pronto con cartas de naipe.
Guillermo Dávila fue el fundador de la Asociación Colombiana de Magos. Entre el 18 y el 23 de septiembre de 1951 editó junto a Gabriel García Márquez, “El Comprimido”, el periódico más pequeño del mundo que cabía en el bolsillo y solo duró seis días. “Todo lo escribía García Márquez: desde el editorial, las notas políticas, el consultorio sentimental y el horóscopo. Fue el único periódico que dirigió en su vida, en Cartagena”, comentaba Dávila el último de los linotipistas del país.
A lo largo de su vida gastó miles de horas conversando con personajes como el presidente de Caracol, don Jesús Álvarez Botero; el director de RCN Radio, Juan Gossaín o, con don Guillermo Cano, director de El Espectador.
En la madrugada de este miercoles 22 de abril dejó de existir en la Clínica Reina Sofía de Bogotá, producto de una caída, y de inmediato llegaron las reacciones de sus amigos:
“Guillermo fue uno de los primeros relacionistas que tuvo Colombia. Sabía manejar los temas con propiedad. Era una persona muy amable, nunca se aburría nadie con él en las reuniones. Tenía temas para varias novelas”, comentó Claudio Ochoa, secretario general del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB).
“Lo recuerdo desde cuando fue relacionista de Aerocondor. Le tocó un momento en el cual debieron cambiar los colores de los aviones. Eran blancos con una franja azul y entonces determinaron pintarlos con franjas amarillas, naranja, rojas y negro. Él convenció a los periodistas de que, “por obra de magia, ” llevarían ahora esos colores. Fue un gran comentarista de hípica. Tuvo, durante varios años, una revista donde hablaba de las carreras, los ejemplares, los dueños y era muy seguida por los amantes de este deporte de reyes”, comentó el periodista Pedro Fuquen.
Fue también jefe de prensa del famoso Hipódromo de Techo, trabajó en el Ministerio de Salud y dirigió las revistas El Jugador y La Meta. “Recuerdo que venció un cáncer a punta de meditación. Nos decía: “Yo le voy a ganar a esa enfermedad y les demostraré que con sólo decir: “Yo no tengo nada, yo no tengo nada”, saldré adelante”. Y en efecto, así sucedió. Decía que la mayoría de los problemas estaban en la mente y se pueden remediar con pensamientos positivos”, agregó Pedro.
»Estaba contento con la cuarentena, hasta hoy, dijo Gustavo Castro Caycedo, escritor, periodista y socio del CPB, porque esta infortunada noticia nos impide seguir con el privilegio de alternar con el inolvidable Mago y, además, el poderlo acompañar en su despedida física. Él seguirá presente en nuestro afecto y en nuestra memoria. Sincero pésame para su familia y para el grupo el que, como ella, esta hoy de luto.»
»La muerte de Guillermo «MAGO» Dávila llega a lo más hondo del corazón del Círculo Virtual de Periodistas (CVP). Era símbolo, baluarte y referente de este grupo al que impulsaba con sus siempre cordiales intervenciones.
Reciban Gloria, su esposa, y sus hijos, nuestro más sentido pésame», dijo Jairo Ruiz, conductor del CVP.
La periodista Andrea Castañeda, directora de Revistaenfoque.com lamentó su deceso. Era un columnista permanente del portal. “Apenas ayer el Mago me envió, como cada día, su columna deportiva, cada una de ellas con comentarios vivaces, diferentes y especiales, así como era él. QEPD”.
El también periodista Óscar Marino Bueno lo recordó diciendo: “Lo conocimos como comentarista en Caracol Radio y se nos fue como todo un lord, paz en su tumba y un abrazo de solidaridad para su familia”.
Guillermo Camacho dijo: “El Mago era un ser muy querido por sus calidades humanas y su capacidad de construir vínculos, además de hacer parte de la historia del periodismo en Colombia”.
“En nombre del Círculo de Periodistas de Bogotá, nos unimos a los sentimientos de pesar y solidaridad por el fallecimiento del gran colega y amigo. Expresamos nuestros saludos a su familia y a todos los que lo conocieron y departieron con él, en sus trabajos y en sus múltiples tertulias. Ahora en su eterno descanso el MAGO seguirá encantando por siempre con su magia inolvidable», dijo Gloria Vallejo, presidenta del CPB.
“Con el fin de salvaguardar el derecho a la información del que deben gozar los habitantes de todo el territorio nacional, le solicitamos al gobierno que lance un salvavidas económico a las 619 emisoras comunitarias, que son el baluarte de la comunicación en los municipios y que hoy se encuentran afectadas por la pandemia y la parálisis que vive el país”, dijo Gloria Vallejo, presidente del CPB.
“Nos unimos a las expresiones del Procurador cuando dijo que el derecho a la información no puede ser víctima del coronavirus y le agregamos también que las emisoras comunitarias son las encargadas de atender a miles de habitantes llevándoles las noticias, la educación y el entretenimiento. Muchas veredas, donde no llegan los grandes medios de comunicación, tienen únicamente a las emisoras comunitarias como las voces, los canales para sus reclamos y para que sus pobladores estén enterados de los sucesos y, en estos momentos de pandemia, es cuando más las necesitan”, agregó la dirigente gremial.
En la actualidad, además, un número considerable de municipios carecen de internet, o los niños, niñas y adolescentes no cuentan con computadores, y es a través de la radio comunitaria que pueden tener acceso a la educación en tiempo de pandemia.
“Hemos recibido misivas de directores de estas estaciones radiales donde piden que el gobierno nacional, a través del Ministerio de Comunicaciones tenga presente esta crisis de pandemia para que les rebajen los derechos por el uso de las ondas electromagnéticas y que Sayco y Acinpro rebajen también sus altos costos por el uso de la música, entre otros apoyos”, agregó.
La dirigente también le recordó al gobierno nacional que atienda la petición de seis gremios enviada hace ya más de 20 días y que no ha tenido una respuesta con acciones por parte del Ejecutivo. “Nos respondieron con una comunicación en la que nos informaban que nuestra solicitud había sido enviada a varios ministerios, entre otros, el de MinTIC, pero hasta el momento no hemos tenido una solución como respuesta”, dijo.
Los gremios que se han unido con el propósito de lograr atención por parte del Gobierno para los periodistas cesantes, independientes, medios alternativos y comunitarios que enfrentan crisis económica por ausencia de pauta, son: Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB), Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper), Colegio Nacional de Periodistas, Asociación de Periodistas Económicos (APE), Asociación Colombiana de Periodismo y Comunicación de la Ciencia (ACPC) y Corporación de Periodistas Víctimas del Conflicto Armado de Colombia (CPC).
El periodismo está acostumbrado al diluvio universal. Cada cierto tiempo, el cielo se dispone a caer sobre las cabezas de los periodistas. Y muchas veces cae. Ahora, los temores se disparan en una profesión que no deja de reinventarse pero que se siente más amenazada que nunca.
La gran pandemia ha convertido la información en un bien aún más necesario. Sin embargo, el pasado 1 de abril el papa Francisco elevó una plegaria por los trabajadores de la comunicación. Mal asunto cuando uno se ve obligado a encomendar su suerte a la divinidad.
Las vías de agua se abren por todos los flancos: los ingresos se desploman; la publicidad desaparece; los gobiernos menos empáticos con la democracia aprovechan para estrechar su cerco sobre los medios y los más concienciados apenas tienen la capacidad o el interés de ocuparse de un sector económico menor.
En medio de esta tormenta perfecta aparecen los ciudadanos. Enclaustrados por el confinamiento, devoran más información que nunca. Buscan noticias contrastadas, la opinión de expertos, tablones a los que asirse en momentos de confusión.
Y la confianza en los medios, atribulada en tiempos de desinformación y “fake news”, de pronto comienza a repuntar. O eso dicen los primeros estudios, según el presidente de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA), Fernando de Yarza. El periodismo queda atrapado en lo llama “la perversa paradoja”: “Cuando somos más demandados que nunca, la gasolina que necesitamos para funcionar no existe”.
Especialmente castigados resultan los medios privados, asegura, cuyos ingresos se han visto mermados ya entre el 70 % y el 80 %.
Todo ello cuando, según el presidente de esta asociación que representa a más de 18.000 publicaciones en todo el mundo, “la prensa se ha convertido una vez más en lugar de referencia y refugio para los ciudadanos”.
A título de muestra, en Francia -uno de los países del mundo con más infectados y que permanece confinado desde el 17 de marzo- la consulta de sitios web de información general creció en la primera semana de reclusión un 111 %, hasta las mil millones de visitas, y un 86 % en la segunda semana, hasta los 892 millones.
Una cadena de información continuada, BFMTV, se ha convertido en la quinta televisión más vista del país, con más del 4 % de cuota de pantalla.
El consumo se dispara. Las trabas a la labor de los periodistas, sean políticas o económicas, también.
LA CENSURA TAMBIÉN MATA
Desde que apareció la COVID-19 se ha recordado con profusión la última gran pandemia que azotó a la Humanidad. La “gripe española” se llamó así no porque se originase en España, sino porque fue en este país -neutral en la I Guerra Mundial- donde la prensa pudo informar con menos trabas del avance de la enfermedad en 1918.
El coronavirus llega en un momento en que las democracias son mucho más numerosas que entonces. Pero hasta las más asentadas se enfrentan hoy a una seria crisis de identidad.
Los esfuerzos de los gobiernos por ocultar la verdad o silenciar a los periodistas molestos dan alas a la propagación de la enfermedad, a juicio de Reporteros Sin Fronteras (RSF).
El secretario general de esta organización, Christophe Deloire, denuncia que si la prensa china hubiese sido libre, la pandemia no habría alcanzado su dimensión actual.
“La censura no es un tema interior. Cuando a los periodistas se les impide trabajar en un país, eso tiene consecuencias en todo el mundo. El viejo argumento de ‘esto es un tema nuestro’ ha quedado caduco, y la crisis del coronavirus es su demostración irrefutable”, señala en una entrevista con Efe.
China ha expulsado a corresponsales extranjeros y trata de acallar a sus voces críticas internas; la India ha bloqueado internet en regiones del país; reporteros han sido detenidos o agredidos en Filipinas, Costa de Marfil o Ucrania…
Una web creada por RSF, “Tracker-19”, rastrea estos y otros abusos que sufren los informadores en todo el mundo. En ella se puede constatar que las cortapisas a la libertad de prensa no se limitan a países autoritarios, sino que se extienden a democracias europeas o latinoamericanas.
Muchos Estados, considera Deloire, están aplicando la llamada “doctrina del shock”, concepto acuñado por la autora canadiense Naomi Klein que alude a la explotación de las crisis por parte de los gobiernos para recortar derechos o aprobar políticas impopulares.
Eso sucede por ejemplo en Hungría, donde las medidas lanzadas por el ultranacionalista Viktor Orbán prevén hasta cinco años de prisión por difundir informaciones falsas sobre el coronavirus. Es legítimo preguntarse si no se usarán como ariete contra la prensa libre.
Pero también en otros países, democracias consolidadas, desaparece la rendición de cuentas, las ruedas de prensa se someten a filtros o se impide el acceso a las fuentes por mor de las circunstancias excepcionales.
BAJO EL SIGNO DE LA GUADAÑA
Allá donde no alcanzan las tijeras de los censores, la devastación económica hace el resto. La inminente recesión pone en jaque el derecho de los ciudadanos a una información veraz, libre y rigurosa, precisamente cuando más se necesita.
La COVID-19 ha pillado a los medios de comunicación en plena reconversión de su modelo de negocio: una vuelta de tuerca más en la concatenación de palos de ciego desde que internet y las nuevas tecnologías llegaron para cambiarlo todo.
La implantación de muros de pago, la aparición de medios nativos digitales que aún carecen de músculo financiero o la atomización de la oferta televisiva se someten a una nueva prueba de la que muchos no saldrán ilesos.
“La casa ya estaba ardiendo y la COVID solo echa más gasolina al fuego. Esto acelerará los cambios que ya se estaban produciendo y habrá que extraer lecciones importantes”, reflexiona desde su casa de Nueva York el periodista y profesor Jeff Jarvis, uno de los grandes gurús globales del periodismo digital.
Fiel a su estilo cáustico, Jarvis no ahorra aspereza en sus augurios. “Nos dirigimos a un paraje de tierra quemada. Tendemos a buscar al mesías que nos salvará. Así que pensamos: ‘Bueno, los muros de pago nos salvarán’. Pero todo mesías es un falso mesías. No hay ninguna solución que por sí sola nos vaya a permitir operar como lo hacíamos, debemos cambiar radicalmente”, vaticina.
Algunas noticias dan fe de estos pronósticos: unos 60 diarios locales y regionales de Australia pertenecientes al grupo mediático News Corp -propiedad del magnate Rupert Murdoch- acaban de cerrar sus ediciones impresas por la caída de ingresos publicitarios.
En el Reino Unido se calcula que los sitios de información pueden perder 50 millones de libras gracias a la tecnología de “listas negras” que los anunciantes están usando para evitar que su publicidad aparezca en noticias sobre el coronavirus, según informa el diario “The Guardian”.
Los datos de la Asociación Mundial de Periódicos apuntan a caídas bastante homogéneas en todo el mundo que van del 60 % al 80 % en ingresos publicitarios y del 20 % al 25 % en la circulación de periódicos, pese a que los gobiernos han apostado mayoritariamente por mantener abiertos los quioscos de prensa.
En este contexto, decisiones como la del grupo estadounidense Hearst, que se ha comprometido a no realizar despidos ni recortes salariales y además a pagar un bonus de un 1 % a sus empleados durante la cobertura del coronavirus, parecen casi la excepción que confirma la regla.
Con el fin de frenar el choque más inmediato, se suceden estos días los llamamientos a que los Estados apoyen financieramente a los medios de comunicación para salvaguardar un pilar de la democracia.
Y se cita con insistencia el modelo de Dinamarca, que ha aprobado ayudas específicas dirigidas a los medios de comunicación por valor de 24 millones de euros.
Para De Yarza, que abogó por este tipo de intervenciones en un reciente artículo público, el sostén de los gobiernos a fórmulas de apoyo a la prensa “será un termómetro de su compromiso democrático”.
UN OFICIO EN MUTACIÓN
Redacciones vacías, entrevistas por videoconferencia, ruedas de prensa virtuales, emisiones desde el salón de casa, horarios alterados. El periodismo no escapa a las inmensas transformaciones a las que obliga el confinamiento por el virus. Muchos presagian que estos cambios han llegado para quedarse.
Si el periodismo debe repensarse por enésima vez, no tendrá solo que idear nuevas fuentes de ingresos. El reto será también adaptarse a una realidad que puede modificar la forma en que se ejerce el oficio.
A unos pocos no los pillará por sorpresa.
En la ciudad estadounidense de San Francisco llevan preparándose para el próximo gran terremoto, “The Big One”, desde hace años. Así que la contingencia del coronavirus ha permitido a los periodistas del diario “San Francisco Chronicle” poner en práctica lo que llevan ensayando mucho tiempo.
Este periódico realiza un simulacro dos veces al año para el caso de que un gran seísmo acabe con su edificio y las infraestructuras de la ciudad. El último lo hicieron solo unos días antes de cerrar la redacción por la pandemia, el 12 de marzo.
Todos los consultados para este reportaje coincidieron en que la crisis será un catalizador de los cambios que ya se venían gestando, y que dibujan un panorama muy diferente al actual.
Para el presidente de la WAN-IFRA, en la adaptación de la prensa a las nuevas tecnologías hubo una primera fase caracterizada por el “mestizaje” entre el diario impreso y el digital, que ahora desembocará en una “distinta concepción física” de las redacciones y en la generalización de la figura del colaborador.
“En 48 horas, se ha hecho en España una labor de adaptación al teletrabajo que en condiciones normales nunca se hubiera dado. Y a Sudamérica ese proceso ha llegado muy rodado, se han entrenado para implantarlo”, señala De Yarza.
Y aunque la función del periodista siempre será informar, la propia esencia del oficio también se ve sometida a revisión estos días.
“La verificación de las noticias falsas (‘fake news’) era el arma de la última guerra. Para la actual lo será hacer oír las voces de los expertos en ciencias y medicina”, asegura Jarvis.
Este profesor de la City University de Nueva York pide que se deje de concebir el periodismo como un producto. Se trata más bien -según propone en una definición adaptada a los nuevos tiempos- de un servicio que permite a las comunidades entablar “una conversación respetuosa, informada y productiva”.
Solo el tiempo dirá si el coronavirus llegó para cambiarlo todo, o si simplemente fue una etapa más en el inexorable proceso de transformación de un oficio que se sigue buscando a sí mismo.
La cobertura periodística de la pandemia expuso, probablemente como nunca antes, el valor del periodismo de datos. Esta especialidad recaba y analiza grandes cantidades de datos y hace comprensible información que de otra manera la audiencia no podría comprender.
Entonces, en las crisis desatadas por el Covid-19, los artículos, infografías y visualizaciones que trabajan con datos de personas testeadas, contagiadas, muertas, aisladas, por citar los ejemplos más obvios, resultan imprescindibles y muchas veces son igual de reveladores que los contenidos producidos por periodistas especializados en investigación. O son el punto de partida de una investigación.
“El gran aporte que tiene LN Data es que, producto de la naturaleza del área, puede conseguir historias que a simple no aparecerían. Esas historias se consiguen a partir del análisis de grandes volúmenes de datos que están ocultos hasta que el departamento de datos los estudia, encuentra focos y luego salen los contenidos. Las tecnologías son necesarias para poder hacer este procesamiento y obtener las historias que están ahí adentro. Ese es un diferencial respecto del periodismo tradicional”, considera Pablo Loscri, editor de visualizaciones multiplataforma de La Nación.
LN Data cumple este año 20 años desde su creación. Florencia Coelho, abogada, especialista en comunicaciones interactivas y una de las fundadoras del equipo, señala que tanto los contenidos generados desde LN Data como los que se trabajan con las distintas secciones del diario, como las producciones de visualización, “son diferenciales del medio”.
“Es un valor agregado tremendo porque son contenidos que encontrás en La Nación y no en otro medio”, subraya Coelho, que en el medio se desempeña como gerente de Investigación y Training de Desarrollo Multimedia/LN Data.
En el caso de La Nación, uno de los medios de comunicación más importante de la Argentina, sus áreas de datos y de visualización mantienen un vínculo muy estrecho. Es que prácticamente todos los contenidos que genera LN Data necesitan de un trabajo de presentación visual que le permita a la audiencia comprender de manera simple, amigable y enriquecedora lo que el análisis de los datos permiten decir.
Especial con datos en tiempo real sobre la evolución de la pandemia
Por ejemplo, durante los últimos días publicaron un especial con datos en tiempo real sobre la evolución de la pandemia en la Argentina y en el mundo, más una serie de respuestas a las dudas sobre el coronavirus. Si bien hay un gran componente visual e interactivo, la información está en primer plano.
“Siempre tratamos de que la historia sea lo que gobierna las visualizaciones, tratando de prescindir de todos los elementos que son más decorativos o más de impacto visual, que no hacen más que retrasar el acceso al contenido, que es el que nos interesa”, explica Loscri.
Los gráficos son un recurso muy usado para explicar datos
Otro contenido de la cobertura del Covid-19 que se destaca por el enfoque es una nota que muestra qué sectores de la sociedad italiana fueron los más afectados, en términos de letalidad, por el coronavirus. El informe fue publicado en un momento donde parecía querer instalarse la idea de que el virus también mataba a gente joven. A través del análisis de los datos, una de las principales conclusiones que se sostiene en la nota es que “la edad promedio de los fallecidos es de 78 años y el 95% de los muertos tenía más de 60”.
Si se quiere cubrir la pandemia desde el periodismo de datos acompañado por visualizaciones, Loscri advierte que hay que ser cuidadosos: “Creo que es un arma de doble filo. Por un lado, puede tener mucha importancia porque la naturaleza del tema es muy receptiva y muy demandante de visualizaciones, a tal punto que ya los gráficos trascienden las visualizaciones y llegan directo a los títulos principales: `Aplanar la curva´ se titula. Pero también, esta alta demanda es mucho más exigente con los departamentos de datos y de gráficos, ya que exige un nivel de precisión y de entendimiento del tema muy alto. Y en ese sentido, equipos poco experimentados o poco cautelosos pueden cometer fácilmente errores que en este caso pueden salir muy caros”.
Coelho indica que LN Data es un equipo multidisciplinario integrado por ingenieros, programadores, diseñadores, periodistas y especialistas en información pública. Como el objetivo desde el comienzo fue agregar valor e innovar, continuamente se capacitan en el uso de nuevas tecnologías y estrategias de análisis de datos y documentos públicos, para luego llevar adelante investigaciones y coberturas periodísticas de calidad.
La capacidad de aprendizaje, fundamental
“La capacidad de aprendizaje que tengamos nosotros es fundamental para dar a la redacción contenidos que cada vez nos haga más valiosos. Estamos con el desafío de pensar qué cosas le sirven que podamos hacer que sean reusables. Si desde esta unidad de datos seguimos invirtiendo y pensando para ver cómo mejorar, en algún momento va a haber un nuevo salto que nos va a dar una ventaja competitiva de velocidad, de profundidad, de cosas que no sean tan fáciles de replicar”, analiza Coelho.
En sus inicios, este equipo de datos apostó por transmitirle a la comunidad la importancia de abrir los datos. Se trata de una iniciativa que lograron mantener en estos casi 20 años de trayectoria y que hoy, en este contexto mundial, persiguen más que nunca para fomentar la transparencia y la participación ciudadana, una forma de “controlar” al poder, sea privado o gubernamental.
Por: Por: Julio León R y Héctor Tabares , El Observador.
Las tragedias: La constante soledad, la muerte de Lolita Porras, su primer amor en Zipaquirá; el suicidio del rector del Liceo, Alejandro Ramos, quien lo recibiera cuando él llegó a estudiar; la defunción súbita de un compañero de clases y la muerte violenta de su profesor de educación física, Jorge Perry, en cuyos funerales de estos dos ´Gabo´ fue el encargado de oficiar las palabras de despedida.
Así lo afirma el escritor zipaquireño Gustavo Castro Caycedo, el serio estudioso de la vida del Premio Nobel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez, cuando estudió en el Liceo Nacional de Varones, de Zipaquirá entre 1943 y 1946. Aquí un buen articulo para leer en casa, estos días de cuarentena preventiva nacional, y con motivo de que en abril se celebra el Día del Idioma Español.
En 1982, 36 años después de haber escrito como estudiante el primer párrafo de “Cien años de Soledad” en Zipaquirá, frente las altezas reales de Suecia, -en Estocolmo, Noruega-, el escritor Gabriel García Márquez ´´Gabo´´, podría haber recordado el frío y remoto día de 1946 que su profesor Carlos Julio Calderón Hermida lo alejó del dibujo, las caricaturas, las coplas y la mala poesía para adentrarlo en la narrativa.
Iniciamos así esta entrevista que el director de EL OBSERVADOR, Julio León R., le hizo la fría tarde del 6 de marzo último en Bogotá al fértil escritor y periodista zipaquireño, Gustavo Castro Caycedo, autor de 39 libros y coautor de publicaciones sobre televisión, uno de los más recientes, “´Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, que debiera ser materia de estudio permanente de todos los habitantes de Sabana Centro, en especial de los estudiantes, para que se conozca la calidad educativa y la riqueza del movimiento cultural y artístico de Zipaquirá a mediados del siglo XX, en la formación del considerado uno de los grandes escritores de la lengua española, después de Miguel de Cervantes Saavedra.
«La Soledad de América Latina», fue el discurso de ´Gabo´ cuando recibió el Nobel de Literatura aquel 10 de diciembre de 1982 en Estocolmo, y el libro, “´Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, narra el intervalo que vivió el escritor de Aracataca en Zipaquirá, donde fue orientado a tomar la determinación esencial de ser escritor. Tiempo que, por razones no claras todavía y que habrá que investigar a fondo, no fue recordado por el escritor de Aracataca.
Después de catorce años de restituir los pasos del escritor ´cataquero´ (gentilicio de los nacidos en Aracataca, Magdalena), y diez de rigurosa investigación en los que entrevistó a 75 personas, Gustavo Castro Caycedo narra sucesos desconocidos en la vida de ´Gabo´, sobre los cuatro años de su adolescencia que el futuro Nobel de Literatura vivió en Zipaquirá y que referenciaría después como el ‘páramo’ en ‘El Coronel no tiene quien le escriba’ y en ‘Cien años de soledad”, sus dos obras maestras por las que será recordado durante muchos años en la literatura universal.
Nuestra amena y nutrida charla con Gustavo Castro, se circunscribió a muchos aspectos que el escritor toca de la vida del joven Gabriel García Márquez en Zipaquirá, pero en esta entrega nos circunscribiremos a los inicios como escritor del Nobel de Literatura 1982, apoyados también en el libro que ha agotado ya dos ediciones y que espera la tercera impresión: “´Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”.
EL OBSERVADOR (EO): ¿Qué trajo a ´Gabo´ a Bogotá?
GUSTAVO CASTRO CAYCEDO (GCC): La búsqueda de una beca para estudiar y un suceso milagroso, porque la suerte siempre estuvo del lado de ´Gabo´. La suerte de haber conocido en su primer viaje que lo trajo a Bogotá, recorrido Barranquilla – La Dorada- Puerto Salgar, en el barco de vapor “David Arango”, al señor Adolfo Gómez Támara. Como narro en mi libro: “… un hombre de 30 años, muy bien vestido, que venía en el vapor [y que]se dirigió al adolescente García Márquez, pidiéndole el favor de que le copiara la letra de uno de los boleros que había cantado durante el viaje en el vapor, porque quería dedicárselo a su novia”. Al día siguiente de su arribo a Bogotá, cuando ‘Gabo´ llegó al Ministerio de Educación a hacer fila para buscar una beca para estudiar en el Colegio de San Bartolomé, pasó el mismo señor, quien lo reconoció y le dijo: «Camine conmigo, no sea pendejo, yo soy el Director Nacional de Becas’. Esa coincidencia hizo que lo enviara al Liceo Nacional de Varones, de Zipaquirá, que era el mejor colegio nacional que había en la época. Así es como ´Gabo´, que pretendía estudiar en Bogotá, termina en Zipaquirá.
JLR: ¿Cuándo llega ´Gabo´ al Liceo Nacional de Varones, de Zipaquirá?
GCC: Para fortuna de la literatura universal, el lunes 8 de marzo de 1943, dos días después de haber cumplido 16 años de edad ´Gabo´ llegó a Zipaquirá. En este liceo García Márquez fue graduado de poeta, orador y escritor, bajo la guía de su profesor de literatura Carlos Julio Calderón Hermida, y del rector de la institución Carlos Martin, este considerado el menor del grupo poético Piedra y Cielo. García Márquez era muy dado a hacer caricaturas y a escribir versos para enamorar. De Calderón, ´Gabo´ manifestó una vez: «… fue a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera». Esto lo escribió en la dedicatoria del primer ejemplar del libro “La hojarasca”, que ´Gabo´ le obsequió a Calderón cuando este ocupaba el cargo de jefe de la División de Secundaria y Normales a nivel Cundinamarca. En el libro “El olor de la guayaba”, Plinio Apuleyo Mendoza le pregunta a ´Gabo´ que dónde empezó a leer poesía y ´Gabo´ le responde: “En Zipaquirá, que, como sabes, es el mismo pueblo lúgubre, a mil kilómetros del mar, donde Aureliano Segundo fue a buscar aFernanda del Carpio. Allí, en el liceo donde estaba interno, empezó mi formación literaria…”.
EO: Usted nos dice que en Zipaquirá se fundamenta el realismo mágico de ´Gabo´. ¿Por qué?
GCC: Sí, el cosmos mágico de ´Gabo´ pudo muy bien haber tenido sustento en cuatro grandes tragedias que él vivió en su estancia en Zipaquirá: la muerte de su primera novia, Lolita Porras, por tifo; el suicidio del rector del colegio, Alejandro Ramos, quien lo recibió cuando él llegó; la muerte súbita de un compañero pastuso, de clases y la muerte violenta de su profesor de educación física, Jorge Perry, en cuyos funerales de estos dos el brillante adolescente Gabriel García Márquez fue el encargado de oficiar las palabras de despedida. Y el aliciente para que él se adentrara en las narraciones mágicas, no se dieron propiamente en Aracataca, se las dio el profesor Manuel Cuello del Río, un costeño que le daba geografía de América, de orientación comunista, de una imaginación impresionante, que le hablaba de espíritus, del más allá, de esoterismo, y que le prestaba libros de brujería; y ´Gabo´ se metió en eso. Ahí nace el realismo mágico, y está escrito en “Cien años de soledad” que es un reflejo de Zipaquirá.
EO: ¿Por qué ´Gabo´ recuerda tan poco sus años de colegio en Zipaquirá?
GCC: Gabriel García Márquez le declaró a mi hermano Germán Castro Caycedo: “Los de mi internado en Zipaquirá son seis años que recuerdo poco”, y agregó que ni siquiera recordaba cuántos años tenía al llegar a Bogotá a presentarse al colegio nacional de varones de Zipaquirá. Realmente tenía entonces 16 años y se graduó tres meses antes de cumplir 20. Y en verdad los recuerdos de ´Gabo´ sobre esa época son débiles. Él le dijo a Germán que vivió seis años en Zipaquirá, pero en realidad fueron solo cuatro, desde comienzos de 1943 hasta diciembre de 1946. Y yo me preocupé por saber por qué ´Gabo´ no se acordaba de su época en Zipaquirá, y logré que una psicóloga clínica muy famosa, Olga Susana Otero, hiciera un análisis a mi inquietud sobre el olvido de García Márquez sobre esos años tan importantes de su vida. Leo, el concepto de la psicóloga Otero, en algunos apartes de mi libro: “Se queda [el niño Gabriel García Márquez]con sus abuelos y allí estará hasta los 10 años. Es posible que haya hecho un vínculo con ellos, pero al morir el abuelo, el dolor de ser excluido del núcleo familiar deja huella…”. “… Si nos imaginamos que se va luego para Zipaquirá, el choque cultural agrava las cosas. Es posible que el alma de García Márquez no pudiera sentir que tenía un lugar, ni que podía vincularse de verdad con nadie… Es posible que también haya algo en el fondo de “a mí me excluyeron ahora yo excluyo a los demás, yo tengo lugar y los otros no lo tienen…”. “… Esto no se piensa, se actúa y se construye como una barrera de protección. Nada raro tendría que por eso mucha gente perciba que es distante”.
EO: ¿Cómo se hace ´Gabo´ escritor en Zipaquirá?
GCC: ´Gabo´ nació físicamente en Aracataca, pero literariamente en Zipaquirá, una ciudad que por los años 40 y 50 del siglo pasado, más parecía un inmenso centro literario que otra cosa, y que el Liceo Nacional era un colegio metido totalmente entre la literatura. Aracataca es un nombre escrito con letras doradas en la literatura mundial, historia que por desinformada no le hizo nunca justicia a Zipaquirá, donde estructuraron al genial escritor. Calderón lo convirtió en escritor, la artista zipaquireña Cecilia Gonzáles, lo respaldó y lo relacionó con los intelectuales en Bogotá; su segundo rector, el poeta Carlos Martin, influyó en él literariamente y su profesor de Historia de América, Manuel Cuello del Río, enriqueció su imaginación y realismo mágico. Allí lo graduaron de escritor, poeta, declamador, actor de comedia, cantante de zarzuela y orador, estimularon su inteligencia creadora y desarrollaron su pasión por la literatura dándole piso y formación a su gran talento.
EO: ¿Cómo es eso de que ´Gabo´ comenzó a escribir Cien años de soledad en Zipaquirá?
GCC: El escritor y amigo de toda una vida de ´Gabo´, Plinio Apuleyo Mendoza, en su libro, “´Gabo´, cartas y recuerdos”, transcribe una carta que este le envió en 1967, la cual sustenta mi tesis de que García Márquez ideó su obra magna en Zipaquirá, consecuente con algunas vivencias que experimentó allí, y con personas con las que compartió su vida en esa “Ciudad de la sal”, como se le conoció entonces a Zipaquirá. En ese correo, Gabriel le escribe a Plinio: “En realidad, Cien años de soledad fue la primera novela que traté de escribir, a los 17 años” [en 1944, cuando cursaba cuarto año de bachillerato en el Liceo Nacional de Zipaquirá], “y que abandoné al poco tiempo porque me quedaba demasiado grande… Y puedo decirte que el primer párrafo no tiene una coma más ni una coma menos que en el escrito inicial”. [Ese primer párrafo es: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”].
EO: ¿Qué personajes en “¿Cien años de soledad”, son inspirados en la vida de ´Gabo´ en Zipaquirá?
GCC: Fernanda del Carpio, una de las figuras centrales de la novela. En mi libro: “Gabo: cuatro años de soledad…” digo que ella, bien pudo haber sido una joven zipaquireña. Leo: “Zipaquirá fue declarada ´Ciudad de blancos’ desde la Colonia, impidiéndose que allí vivieran indios, esclavos, zambos y mestizos, razón por la cual fue poblada por familias aristocráticas. Así que Fernanda del Carpio bien pudo ser “calcada” de alguna de estas muchachas de Zipaquirá, “pueblo lúgubre, a mil kilómetros del mar, a donde Aureliano Segundo fue a buscar a Fernanda”. En “El olor de la guayaba” ´Gabo´ se lo confirma a Plinio Apuleyo: “En Zipaquirá, que como sabes, es el mismo pueblo lúgubre, a mil kilómetros del mar, donde Aureliano Segundo fue a buscar a Fernanda del Carpio.
JLR: No hay conversaciones malas, solo hay cafés un poco cargados.
´Gabo´: Cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”
Catorce años empleó Gustavo Castro Caycedo, investigando las andanzas de Gabriel García Márquez en Zipaquirá durante su adolescencia, lo que le permitió ser el primero en demostrarle al mundo que el futuro premio Nobel de Literatura nació en Aracataca, pero se hizo escritor en Zipaquirá, la ciudad natal del mismo escritor Castro Caycedo. Así quedó plasmado en “Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, una exhaustiva reconstrucción de sus años en el Liceo Nacional de Varones, en Zipaquirá, hoy Museo ‘El colegio de Gabo’.
Como ya lo anotamos, el propio García Márquez contó una vez que fue en Zipaquirá, fue donde comenzó a escribir “Cien años de soledad”, exactamente cuando tenía 17 años, “un año después de su llegada al territorio de la Catedral de Sal, en 1946” anota por Castro Caycedo, “ya que ´Gabo´ dijo no recordar dicha fecha”.
Y fue tan importante la investigación de Gustavo Castro, que el mismo Gabriel García Márquez reconoció que la investigación del zipaquireño le permitió recordar episodios de su vida, ocultos mucho tiempo para él. En efecto, las anécdotas e historias reseñadas minuciosamente en “Gabo: Cuatro años de soledad”, estaban borradas de su memoria inmediata, y gracias a la publicación, el Nobel ´Gabo´ pudo acercarse a personajes tan importantes en su vida como Berenice Martínez, una de sus primeras novias.
Sobre el libro, el crítico literario Luis Fernando Afanador, uno de los más estrictos de Colombia, escribió en El Tiempo: “Ninguno de sus biógrafos [de ´Gabo´]se ha salido de la versión oficial de su vida. Tal vez la excepción sería el perfil que de él escribió John Lee Anderson, para la revista New Yorker… Otra excepción, para mí, es el libro de Gustavo Castro Caycedo, “Gabo: cuatro años de soledad”, que da cuenta en detalle del internado del joven García Márquez en Zipaquirá. Este libro contiene información relevante sobre su vida. Por fin, algo nuevo, algo distinto, algo que no sabíamos sobre nuestro máximo escritor… En 1978, el periodista Heriberto Fiorillo estuvo infructuosamente buscando información y escribió: “En Zipaquirá nadie sabe qué ocurrió con ´Gabo´ allí… Hay un inmenso y profundo desconocimiento de todo sobre él. Nadie sabe nada de sus escritos de entonces”.
N.E.: En EL OBSERVADOR nos preguntamos, por qué en el “Museo Casa del Nobel” de Zipaquirá, no destacan que dicho museo se sustenta en la ardua y valiosa investigación de Gustavo Castro Caycedo, contenida en el libro “Gabo: cuatro años de Soledad. Su vida en Zipaquirá”. En Zipaquirá nadie sabía qué ocurrió con Gabo en ese municipio entre 1943 y 1946, hasta que apareció el libro de Gustavo Castro Caycedo. Y tendrá que saberse, por qué el Nobel de Literatura 1982 no recordó dicha estancia allí.
Periodista, presentadora de televisión, emprendedora en comunicaciones con experiencia en producción de contenido para múltiples formatos, TV, radio, digital, etc. Especialista en coberturas periodísticas en momentos de crisis. Es presidente y directora de Mediathon, un maratón de incubación de tecnología para medios en Lima, Perú.
Fecha de inicio del seminario: Jueves 23 de abril de 2020 Horario: 4:00 p.m. (EST).Todos los jueves Duración: 30 horas Objetivos:La importancia de desarrollar un plan de contenido dirigido a generar suscriptores analizando variables como el mercado digital en el que se encuentran, sus competidores y su público objetivo. Al culminar el curso los estudiantes podrán hacer un plan de contenido dirigido a generar suscriptores analizando variables como el mercado digital en el que se encuentran, sus competidores y su público objetivo. El registro para ese seminario es gratuito y está abierto a todo el público, como todos los demás seminarios en el Instituto SIP – Lee Hills Media Center.