30 marzo 2020 –
Foto: Pixabay –
Tomado de: RSF –
A medida que la pandemia de coronavirus se extiende por el continente africano, Reporteros Sin Fronteras (RSF) lamenta el aumento de los actos de intimidación, agresión y censura contra periodistas y medios de comunicación del continente que cubren la actual crisis sanitaria. RSF pide a las autoridades que no persigan al objetivo equivocado y sí garanticen la libertad de información, puesto que es más necesaria que nunca.
El viernes, 27 de marzo, África ya contabilizaba 3,337 contagios y 90 muertes por coronavirus. Casi todos los 55 estados miembros de la Unión Africana están afectados por la pandemia y la soga se aprieta peligrosamente para los periodistas en el continente.
En la República Democrática del Congo, Tholi Totali Glody, reportero de Alfajari TV, fue perseguido y después derribado de su motocicleta por agentes de policía mientras grababa un reportaje sobre el confinamiento impuesto a los habitantes de su provincia. Episodios casi idénticos ocurrieron en Senegal, donde un equipo de Touba TV recibió varios golpes de porra de un oficial de policía, a pesar de que tenían una autorización de la prefectura para cubrir el encierro, o en Uganda, donde el director de la Red de Radio de Uganda, Julius Ocungi, fue atacado por las fuerzas del orden, que le robaron dinero y su cámara cuando trataba de cubrir el cierre de un bar. En Nigeria, varios periodistas del canal TVC que acompañaban a las fuerzas de seguridad mientras se cerraban lugares públicos, también fueron agredidos y miembros de una iglesia en Lagos, la capital económica, les robaron sus teléfonos. En Etiopía, un trol con más de 30.000 seguidores acusó de ser portadores del virus a dos periodistas de extranjeros, Tom Gardner ( The Economist y The Guardian ) y Robbie Corey-Boulet (AFP).
Además de estos casos de asalto e intimidación, se ha intentado evitar que los periodistas hagan su trabajo. Las autoridades de Nigeria y Liberia han decidido reducir el acceso a la presidencia a un puñado de medios, casi todos controlados o cercanos al poder. En Camerún, las autoridades han privado de información gubernamental a varios medios privados críticos y muy populares, mientras que en Madagascar se han prohibido los programas que permiten las intervenciones de los oyentes para expresar su opinión sobre la epidemia y su gestión.
Además, las presiones policiales y judiciales están aumentando. Dos periodistas marfileños han sido condenados a pagar una multa de 5 millones de francos CFA (7.622 euros) cada uno por «difundir noticias falsas». En un reportaje de investigación, revelaron dos casos de coronavirus en la prisión de Abidjan, conclusiones que fueron rechazadas por la dirección de la cárcel. Semejantes hechos se castigan ahora con hasta seis meses de prisión en Sudáfrica, que acaba de endurecer su legislación en el contexto de la lucha contra el coronavirus. En Malí, un periodista de The Independent fue detenido por un reportaje sobre la epidemia. Lo mismo ha ocurrido con un equipo de DRTV en Congo.
«Asaltos, intimidación, detenciones de periodistas, censura, exclusión de los medios críticos… La libertad de prensa no debe ser víctima colateral de esta epidemia global», señala Arnaud Froger, jefe del departamento de RSF para África. «Tomarla con los profesionales de la información es, probablemente, una de las peores maneras de controlar eficazmente la propagación del virus. Instamos a las autoridades de los países afectados a que no se equivoquen de lucha y garanticen a los periodistas la libertad de ejercer su profesión sin temor a represalias en un momento en que su misión de informar al público es más esencial que nunca».
La estrategia de atacar la libertad de información puede tener consecuencias particularmente graves en este momento. En una publicación que resume la cronología de los intentos de sofocar o minimizar la magnitud de la crisis de salud, RSF demostró recientemente los estragos de la censura y el control de la información por parte de las autoridades chinas. Si los periodistas y los medios de comunicación en este país hubieran podido realizar su trabajo libremente, sin duda se habrían salvado miles de vidas y la epidemia podría no haberse convertido en una pandemia mundial.