Alerta ambiental: se derrite la Sierra Nevada de Santa Marta

Comunidad arhuaca denuncia deshielo intenso de los picos Colón y Bolívar, los más altos del país.

Por: Javier Silva Herrera/Redacción Estilo de Vida
25 de mayo de 2015, 10:09 pm

La de Santa Marta será otra sierra que, muy pronto, dejará de ser nevada.

Incluso hoy, sus cumbres ya no tienen tanta nieve como hace años, lo que demuestra el deshielo intenso que sufre este ecosistema extraordinario, la formación montañosa litoral más alta del mundo y el corazón de cuatro culturas indígenas: koguis, wiwas, kankuamos y arhuacos.

Recientemente, Danilo Villafañe, un indígena de esta última familia, subió hasta las faldas de los picos Colón y Bolívar, los más altos del país (con 5.775 metros de altura sobre el nivel del mar), y los encontró casi transformados en montañas de roca. Poca nieve en sus cumbres, que muy a pesar de la intensa sequía que ha afectado al Caribe, demuestran aquel deshielo inevitable.

Lo que Villafañe vio tiene sustento científico. Según el Ideam, quien se ha encargado de monitorear los glaciares colombianos, la Sierra Nevada de Santa Marta ha perdido el 90 por ciento de su superficie nevada, esto entre 1850 y el año 2010, como consecuencia, entre otras cosas, del calentamiento global.

En ese año del siglo XIX, la nieve distribuida en tres grupos o zonas glaciares diferentes, cubría 82 kilómetros cuadrados. Ya en 1954 se había perdido el 76 por ciento de su extensión nevada y los glaciares se habían fragmentado en casi 50 partes. En este momento, el hielo no pasa de 7,5 kilómetros cuadrados. Como otros glaciares ubicados en la Sierra Nevada del Cocuy, o como le ocurre al nevado del Ruiz, del Tolima o del Huila, todos pierden entre el 3 y el 5 por ciento de su área glaciar por año, en promedio. Los pronósticos indican que la nieve estará acabada y sólo será un recuerdo antes del 2030.

Para el caso de la Sierra, con parte del derretimiento gradual y sostenible de la nieve se han formado, históricamente, dos ríos: el Aracataca y el río Guatapurí, el primero abastece al acueducto de esta población y el segundo a Valledupar, capital del Cesar. El impacto entonces de la desaparición de la nieve sobre estos caudales es imprevisible, es un recurso finito y una situación a la que se le deberá buscar una salida. El Ideam sugiere hacer estudios hidroglaciológicos en esas cuencas, para medir con certeza el impacto del derretimiento.

Mientras tanto, habitantes de los corregimientos de San Pues, Sanpuecito y Buenos Aires, para el caso de Aracataca, han hecho protestas públicas, la última de ellas en abril, por los racionamientos a los que ya se ven expuestos, algunas veces por fallas en los servicios de acueducto, sin que se hayan diseñado respuestas definitivas a un potencial desabastecimiento. Una crisis anunciada cuyos alcances nadie se atreve a predecir, agravada por la captación del líquido que hace la agroindustria.

Los indígenas interpretan estos desajustes como el resultado de una mala concepción del desarrollo y su forma de relacionarse con la naturaleza, contraria a los preceptos de los pueblos de la Sierra. Las represas construidas en las partes bajas de la montaña, dicen, no permiten que el agua de la Sierra refresque el mar, lo que ha llevado a un aumento de la temperatura. A lo que se suma que la invasión de los sitios de pagamento, de los lugares sagrados y el maltrato de los cerros y las lagunas han calentado el territorio.

Montañas sin nieve rodean lagunas que son sagradas para los indígenas. Ellos dicen que los nevados son como la cabeza de la madre tierra y los páramos son su corazón. Foto: Danilo Villafañe

Uno de los que se sintoniza con estas ideas tradicionales es Danilo Villafañe, conocido dentro de su comunidad arhuaca como el ‘canciller’, pues se trata del hombre que se conecta con el resto del país.

Él dice que hizo la expedición a los picos, a donde se llega luego de un recorrido de cuatro días, porque quería comprobar una situación que no había sido documentada desde hace tiempo. «El deshielo ya es frecuente, se repite año a año, y la situación es muy impactante», dice Villafañe. Para los indígenas, la cimas nevadas son como la cabeza de la madre tierra y los páramos son su corazón.

Para este líder, la solución parcial de la situación, al menos para conservar páramos y otras zonas boscosas, tendría como alternativas el respeto al orden natural, la recuperación del 70 por ciento de la cobertura vegetal y de las cuencas hidrográficas.

«No aceptamos más programas de estímulo a la colonización. Es necesaria una relocalización campesina y la ampliación de los resguardos, para transformarlos en áreas especiales de conservación.

Villafañe dice que la idea de desarrollo de la Sierra no puede ser como la que se concibe en las ciudades. «No queremos más carreteras, ni infraestructura, tampoco edificios, sólo recuperar el equilibrio natural y fortalecer la tradición cultural ordenando el territorio, restringiendo el transporte de carbón por ejemplo; de algo tienen que servir nuestros conocimientos», explicó.

«La capa de nieve en las montañas estaba mucho más abajo, y ahora está en la cima, además que es muy escasa. Esta será otra Sierra que muy pronto dejará de ser nevada», agregó Villafañe.

Tomado de:El Tiempo.com