NOTAS AL VUELO
Por: Gonzalo Silva Rivas, Socio CPB
El nuevo director de la Aerocivil, Juan Carlos Salazar, posiblemente tendrá poco tiempo para hacer protagonismo en el cargo, pero sí muchos asuntos para solucionar en la entidad, y ajustarle esa imagen tan ensombrecida por la negligencia y la corrupción. El funcionario —quien en los próximos días aterrizará para fijarle el rumbo— tendrá que ponerla a volar a la altura del crecimiento del sector, que se mueve por los 30 millones de pasajeros al año.
La Aeronáutica es un organismo seriamente cuestionado por sus bajos índices de desempeño, por cuanto poco comulga con los escalafones de transparencia y meritocracia. En las últimas dos décadas desfilaron por allí una veintena de directores, buena parte salpicados por escándalos y discutidas decisiones administrativas. El último, Alfredo Bocanegra, renunció hace tres meses, presionado por el propio Gobierno ante presuntas irregularidades y el manejo inapropiado de funciones. En su reemplazo quedó temporalmente el subdirector, coronel Francisco Sánchez.
Salazar presenta pergaminos para confiar en su gestión. Cuenta con conocimiento en normativas de seguridad aérea y es el único director que asume con sendas maestrías dentro del bolsillo, una en Derecho Aeronáutico y Espacial, y otra en Administración Pública. Lleva un cuarto de siglo trabajando en organizaciones de aviación, y se despide como asesor de transporte aéreo en los Emiratos Árabes. Como valor agregado, sabe del tejemaneje interno del organismo, donde ejerció como jefe de Transporte Aéreo y secretario del Consejo Directivo durante seis años.
De filiación conservadora — partido que hace un par de décadas se apropió del botín de la Aerocivil—, el funcionario deberá sacudirse de esa atmósfera de politiquería que tanto afecta la eficiencia de la entidad. Los retos saltan por todos los frentes. Uno de ellos es el servicio comercial que se presta en algunas regiones del país, cuestionado por la débil aplicación de la normatividad y la falta de control a las empresas. Además, el crecimiento del mercado aéreo, nacional e internacional, provoca abusos y mal servicio, y exige cumplimiento y buenas tarifas.
La seguridad, columna vertebral de la entidad, es punto clave para un país que registra una circulación de 90.000 viajeros diarios y alcanza 600.000 operaciones al año. Aunque en la aviación regular de pasajeros los accidentes son casi —el más reciente, el chárter de Lamia, hace un año, por las imprudencias del piloto—, sucede lo contrario con la operación de las pequeñas aeronaves de uso particular, instrucción, trabajos profesionales y taxis aéreos, donde se presenta un alto índice de incidentes.
La débil infraestructura de radares, radio ayudas y comunicaciones, y la carencia de personal especializado agudiza las dificultades en algunas regiones. No obstante la inversión de $3,5 billones para la modernización de 58 terminales, el crecimiento físico y tecnológico es lento e insuficiente para garantizarles adecuados niveles de movilidad y comodidad a todos los viajeros del país. Los terminales secundarios funcionan en condiciones inestables y son permanente factor de riesgo para las operaciones aéreas. Pistas de aeropuertos como San Andrés, Cartagena, Cúcuta y Pereira presentan recurrentes problemas en el pavimento.
Salazar deberá continuar con el proyecto del aeropuerto alterno, y tendrá que ponderar las consecuencias de los anuncios del Gobierno de suprimirle a su despacho la facultad de ejecutar obras de infraestructura, para trasladarla a la ANI, cuyo director cayó envuelto en el caso Odebrecht, e Invías, incluida por la Contraloría entre las entidades públicas menos eficientes.
El clima de tensión de años anteriores con los trabajadores se sigue agravando. Los empleados denuncian incumplimientos de acuerdos sindicales suscritos entre 2012 y 2016. El antecesor dedicó los recursos para alimentar la nómina de asesores y funcionarios de escritorio, y le volteó la espalda a los convenios laborales y a la estructura técnica que se sigue debilitando por la reducción gradual de la planta especializada (controladores, bomberos, inspectores, etc.).
Para consolidar su fortalecimiento institucional, acreditarse como ente rector de la industria y arañar escalas de vanguardia dentro de la aviación, la Aerocivil deberá desprenderse de los lastres que soporta, proyectarse con criterio técnico -como es su razón de ser- y asumir independencia y autoridad ante las aerolíneas. Se dice que el director tiene el perfil. Ojalá así sea y empiece a apretar tuercas! Quién quita que el próximo presidente lo atornille en el cargo… y sin necesidad de roscas!
Esta opinión es responsabilidad única del autor, y no compromete al Círculo de Periodistas de Bogotá.