La competencia entre las grandes aerolíneas internacionales por realizar los vuelos sin escalas más largos del planeta se encuentra en ebullición, encadenada al pulso en el que se centran las constructoras de aviones por desarrollar aparatos de mayor eficiencia y menos contaminación, entre ellos aeronaves más sólidas y espaciosas, con mejoras aerodinámicas y suficiente autonomía para soportar trayectos seguros de largo alcance.
La emulación por batir el récord de llegar más lejos de un solo envión tiene enfrascadas a las líneas aéreas del Golfo Pérsico, que en ese terreno les han venido ganando en altura a las estadounidenses y australianas. En los últimos tiempos volar más largo ha generado una seguidilla de marcas mundiales, que hasta hace poco se disputaban sobre la franja de los 13.000 km. Pero fue Emirates, la que abordó la barrera de los 14.200 km, al iniciar operaciones directas entre Dubái y Nueva Zelanda, registro que le barajó algunos meses después su emblemática competidora Qatar Airways, al conectar Catar con ese mismo país insular, en un trayecto de 14.535 km.
Sin embargo, la marca de Qatar acaba de ser pulverizada por un nuevo jugador aéreo que le pone perrenque al salto. Singapore Airlines aumenta la propuesta al planificar, a partir de mañana, un vuelo diario entre Singapur y Nueva York, con un recorrido -algo impensable- de 16.700 km, que le permite retomar una vieja ruta que había abandonado en 2004, como consecuencia del alto consumo de combustible de los aviones que utilizaba para la época.
Singapore es una glamurosa compañía de aviación, con sede Changi, Singapur, que goza de fuerte presencia en Asia y opera otro largo vuelo sin escalas entre esta nación y Los Ángeles. Dispone de una flota de aviones constantemente renovada, entre ellos decenas de Airbus A350 y A380, los más grandes y modernos en la actualidad, y acaba de ser nombrada la mejor compañía de aviación del año en los premios Skytrax World Airline, conocidos como los Óscar de la Aviación.
El avión que Singapore utilizará para este trayecto será el primer A350-900 fabricado por Airbus, un confortable aparato con lujos y comodidades suficientes para distraer las diecinueve horas que deben pasar en el aire sus 161 pasajeros, embutidos dentro del confortable pero claustrofóbico tubo de metal. El diseño, propuesto por la aerolínea, le permite al viajero sobrevivir a estos vuelos maratónicos, ofreciéndoles desde gabinetes individuales con cama doble, armario, comedor y pantalla de televisión, hasta gimnasio.
La programación de vuelos directos de larga distancia es cada vez más amplia y surge como una alternativa para reducir los tiempos de movilización, especialmente de ejecutivos y hombres de negocios, entre ciudades lejanas pero con intereses comerciales y financieros comunes, como Sidney y Dallas, Johanesburgo y Atlanta o Singapur y San Francisco, separadas por millares y millares de kilómetros.
Las aerolíneas imponen el ritmo de las innovaciones tecnológicas en el sector y definen el perfil de la aviación mundial que se dirige hacia lejanos linderos, en la medida en que se encuentran variantes de larga distancia que aumentan la autonomía de los aviones, dándoles la capacidad de recorrer la mitad del planeta sin escalas. La apuesta es construir redes de rutas extra largas para atender una creciente demanda de viajeros, preferencialmente clase business, que es la que produce el mayor fajo de ingresos, en momentos en que los márgenes de utilidad en el sector vienen cayendo debido al alto precio de los combustibles.
El desafío lanzado a los fabricantes por ejecutivos de la aviación comercial de construir aviones que cumplan mayores requisitos en términos de alcance, capacidad y ahorro de combustible se hace realidad y abre el camino para crear conexiones directas entre las principales ciudades de los cinco continentes. Se avanza en una arrolladora carrera en la que la firma europea Airbus, con su flota A350, y la estadounidense Boeing, con su equipo B777x, comandan la parada.
Sin embargo, dentro de este forcejeo por fabricar aviones de mayor solvencia tecnológica empiezan a participar nuevos constructores internacionales dispuestos a enfrentar al duopolio, gracias al rugido de motores de las grandes aerolíneas que en un abrir y cerrar de alas se incorporan a este reñido y competitivo escenario donde la que menos corre, vuela… y cada vez más lejos.
Tomado de: El Espectador