En Bogotá, aumenta violencia de pareja contra mujeres
Datos de Medicina Legal muestran que ataques de cónyuges o novios se incrementaron un 15 por ciento.
En los primeros nueve meses del 2016, en Bogotá se presentaron 8.138 casos de violencia física contra mujeres a manos de sus parejas. Esto representa un incremento del 15 % frente al mismo periodo del 2015, cuando ocurrieron 7.084 casos.
Lo anterior quiere decir que, en promedio, cada 12 horas hay 11 víctimas de este flagelo social, o que cada día 22 esposas, novias o compañeras son lastimadas por sus cónyuges o novios.
Las cifras son del Instituto Nacional de Medicina Legal, que dio a conocer además otros datos sobre agresiones contra el género femenino. Por ejemplo, las localidades con mayor tasa de ocurrencia de violencia de pareja contra ellas (por cada 100.000 habitantes) son La Candelaria (470), Ciudad Bolívar (406), San Cristóbal (382), Los Mártires (375) y Santa Fe (371).
Al comparar las localidades que mayor tasa de agresiones presentan con las de mayor cantidad de casos registrados, se encuentra que Ciudad Bolívar (segundo puesto, con 1.013 episodios) y San Cristóbal (quinto puesto, con 589) vuelven a figurar entre los cinco primeros lugares. A la cabeza de esta lista se ubica Kennedy (1.424), y la complementan Bosa (tercer puesto, con 906 casos) y Suba (cuarta, con 645).
El mencionado incremento de este indicador se relaciona con la tendencia que viene desde el 2014, año en que sucedieron un total de 8.402 casos, 2.121 más que en el 2013 (6.281), y la cual mostró en el 2015 una ocurrencia de 9.304 casos. En todo caso, los índices no se acercan todavía al pico más alto que se ha presentado en la década actual, cuando en el 2010 hubo 12.736 episodios de este tipo.
La Secretaría de la Mujer ha señalado que el mejoramiento de opciones de denuncia para las mujeres víctimas ha llevado a un incremento en los casos evidenciados. De igual forma, la titular de ese despacho, Cristina Vélez, ha expresado que ese aumento también es porque cada vez más las mujeres se están empoderando y son más conscientes de que nada justifica la violencia, y eso genera unas dinámicas de ejercicio de control y poder por parte de los agresores.
Ataques sexuales
Según análisis del programa Bogotá Cómo Vamos (BCV), entre enero y septiembre del 2016, en Bogotá ocurrieron 2.734 casos de presunta violencia sexual contra mujeres (esto representa el 84 % de un total de 3.259 casos presentados), y un 8 % menos que en el mismo periodo de 2015 (2.961 casos): “En promedio, cada cinco horas dos mujeres fueron víctimas de violencia por presunto delito sexual”.
Las localidades donde hay más peligro de violación para ellas son Kennedy(que tuvo 351 casos en los primeros nueve meses de este año), Bosa (302) y Suba (238). Las que presentan menos ocurrencia de este delito son La Candelaria (10), Teusaquillo (16), Antonio Nariño (21) y Chapinero (24).
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Entre tanto, los datos de homicidios contra el género femenino, para el mismo periodo reseñado, revelan un leve descenso entre el año pasado y el actual, pues en el 2015 hubo 86 asesinatos, mientras que en los primeros nueve meses del 2016 arrojaron 80.
A su vez, la última cifra que conoció EL TIEMPO sobre homicidios de mujeres en el 2016 (a corte del 31 de octubre) muestran un total de 88 casos, 15 de los cuales fueron cometidos por sus parejas sentimentales.
Agresiones de terceros
De enero a septiembre del 2016, en el Distrito hubo 20.288 episodios de violencia interpersonal; 6.485 casos fueron contra mujeres, según el Instituto de Medicina Legal.
El rango de edad de mujeres más agredidas es entre los 20 y los 29 años, con 2.138 casos, seguido de aquellas que se ubican entre los 30 y 39 años, con 1.347 afectadas.
En lo correspondiente a violencia intrafamiliar, 11.235 casos se presentaron en los primeros nueve meses del 2016.
Como se reseñó en la nota central de este informe, 8.138 casos fueron agresiones de pareja, pero vale decir que 1.375 fueron contra niñas, niños y adolescentes, y 140 contra adultos mayores.
Tomado de: El Tiempo
La nueva firma de la paz en Colombia evidencia la fractura política y el desánimo de la gente
Foto: AFP//Santos, tras anunciar el día y la fecha de la firma del nuevo acuerdo.
Santos y Timochenko firmarán este jueves en Bogotá el nuevo acuerdo, que será refrendado en el Congreso
vive entre la mayor de las apatías un nuevo acto para poner fin a una guerra de 52 años. Hace menos de dos meses, Colombia en Cartagena de Indias, el Gobierno y las FARC recibieron el respaldo de la comunidad internacional en un acto que dio la vuelta al mundo. Este jueves, el presidente, Juan Manuel Santos, y el líder de las FARC, alias Timochenko, volverán a verse en un acto en un teatro de Bogotá, sin tanta ostentación. La renegociación del texto ha evidenciado una fractura total entre dos sectores de la élite política y ha constatado el desánimo de un sector de la población, ilusionada sobremanera con poner fin al conflicto pero que aún no se ha despertado de la pesadilla que supuso la victoria del ‘no’ en el plebiscito.
El rechazo al primero acuerdo en el plebiscito del 2 de octubre por poco más de 50.000 votos supuso un mazazo para el Gobierno, la guerrilla. Ni el respaldo unánime de la comunidad internacional ni que todos los partidos políticos, salvo uno, hiciesen campaña por el ‘sí’ lograron movilizar a más del 17% del electorado. El proceso de paz se sumía en una incertidumbre a la que, menos de dos meses después, se ha puesto fin, o al menos punto seguido. El presidente, Juan Manuel Santos, y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, firmarán este jueves en el Teatro Colón de Bogotá el nuevo acuerdo, una ceremonia que poco tendrá que ver con la que se celebró en Cartagena el 26 de septiembre, en la que participaron una decena de jefes de Estado y más de 2.000 invitados vestidos de blanco impoluto, como corresponde en las fiestas nobles del Caribe colombiano.
El mayor temor antes del plebiscito, que una victoria del ‘no’ tirara por la borda cuatro años de negociaciones y se reiniciara la guerra, pudo ser solventado. Lo que no parece haberse logrado es volver a ilusionar a la gente partidaria del ‘sí’ ante un hecho tan relevante para la historia del país como es poner fin a un conflicto de más de 52 años, que ha dejado más de ocho millones de víctimas, entre muertos, desplazados o desaparecidos. La pírrica victoria del ‘no’, pero triunfo al fin y al cabo, desnortó a los que habían interiorizado que, por fin, la guerra se iba a terminar. Durante los días que siguieron al plebiscito se celebraron dos marchas multitudinarias, con decenas de miles de personas que atiborraron la plaza de Bolívar, en el corazón de Bogotá. Algunos de eso manifestantes han acampado hasta la semana pasada, en que fueron desalojados violentamente y de madrugada por orden de la alcaldía. El entusiasmo y las campañas a favor del acuerdo que se desarrollaron hasta el 2 de octubre han quedado, sin embargo, aparcadas.
La apatía o desmoralización de los partidarios del ‘sí’ responde en buena medida a la constatación de que gran parte de sus compatriotas no quería aquel acuerdo. Los partidarios del texto consiguieron hacerse notar en las redes sociales, tuvieron el respaldo de los medios de comunicación y las encuestas les daban ventaja, pero las urnas fueron un sopapo mayúsculo. Además, sienten que la renegociación ha servido de poco después de que los principales líderes del ‘no’, con el expresidente Álvaro Uribe a la cabeza, hayan rechazado también el nuevo acuerdo. Durante los 40 días de negociaciones posteriores, los fallos de comunicación ha jugado en contra del Gobierno. Si bien supo sacar adelante un nuevo acuerdo con las FARC, incorporando objeciones de los líderes del ‘no’, no consiguió transmitir entusiasmo. De hecho, el texto se anunció un sábado por la tarde y no se hizo público hasta más de un día después.
En el ámbito político, la negociación del nuevo acuerdo ha acentuado la fractura entre las élites de los partidos, que tienen puesta la mira en las elecciones presidenciales de 2018. La imagen del presidente, Juan Manuel Santos, sigue en entredicho mientras que la del exmandatario Álvaro Uribe, abanderado del ‘no’, ha repuntado hasta en siete puntos y se sitúa con un 50% de favorabilidad, por el 47% que cree lo contrario, según los últimos datos, antes de conocerse el rechazo al nuevo acuerdo. Su postura fue criticada duramente por el presidente, que llegó a calificar de “radicales” a los partidarios del ‘no’, entre ellos Uribe, que rechazaron el texto. Además, los sectores ultraconservadores del cristianismo, con un discurso homófobo, han tenido un peso en la renegociación que no se le esperaba.
Tomado de: Elpaís.com
Uribistas examinan sus caminos para oponerse al nuevo acuerdo
Foto: Archivo particular
El senador Álvaro Uribe habla con representantes del Centro Democrático sobre los próximos pasos tras el anuncio de la firma del nuevo acuerdo de paz.
El Centro Democrático está preparando todo su arsenal para oponerse al nuevo acuerdo suscrito entre el Gobierno y las Farc. Por ahora examina varios caminos para no irse por uno solo.
Si bien todavía no se puede decir cuál va a tomar, congresistas del partido insisten que habrá medidas que implicarán salir a la calle, acudir a estrados judiciales y hacer férrea oposición con la bancada.
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“Vamos a evaluar cuál es el mecanismo de refrendación popular que es mejor para el país y nos moveremos hacia eso. No descartamos una Constituyente (…). También recogeremos las firmas correspondientes para traerle al Congreso el mecanismo de refrendación que se elija”, dijo la senadora María del Rosario Guerra.
Por su parte, los senadores Paloma Valencia y Daniel Cabrales pidieron, incluso, la revocatoria del Congreso. Pero, por su naturaleza política, lo único seguro es que el uribismo intentará, a partir de ahora, recuperar el poder en 2018.
El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, dijo: “Finalmente destaparon sus cartas y le confirmaron al país que la paz será utilizada como un mecanismo para hacer política electoral para el 2018”.
POLÍTICA
Tomado de: elespectador.com
Bogotá y Medellín, rajadas por contaminación
Leyenda / crédito
El Ideam entregó el último informe sobre calidad del aire. Concluyó que la excesiva concentración de material particulado está relacionada con el número de casos por infecciones respiratorias.
Por: Redacción Medio Ambiente
En marzo de este año el Valle de Aburrá, una extensa zona de un poco más de 1.000 kilómetros cuadrados que une a varios municipios de Antioquia, entre los que está Medellín, quedó cubierta por una bruma gris de contaminación.
La situación fue tan grave, que los puntos de monitoreo de calidad del aire registraron 160 microgramos de PM2 (material particulado) que es generado por el esmog, superando tres veces la media nacional (50 microgramos) y seis veces la media internacional recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (25 microgramos).
Las alarmas se encendieron por la emergencia ambiental y se restringió el uso del carro y la circulación de volquetas en la región, se suspendieron las actividades físicas de los colegios y se recomendó a los deportistas no trotar por las mañanas porque la excesiva concentración de PM2 podría traer serios problemas para la salud. Ese hecho comprobó lo dicho por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2014, que ubicó a Medellín como la novena ciudad con más polución de América Latina, seguida en Colombia por Bogotá.
Según el documento, para el año 2015, el aire más puro en el país se respiró en estaciones del Cesar, Pasto, Valledupar, Armenia y la localidad de San Cristóbal y de Usaquén, en Bogotá. En contraste, los lugares más contaminados son la estación de Carvajal y La Sevillana, en Bogotá, y el Éxito de San Antonio, en Medellín. Además, en el suroccidente de Bogotá, como la localidad de Kennedy, se presentaron niveles que superaron la norma.
De acuerdo con el director del Ideam, Ómar Franco, estos lugares son los más problemáticos en términos de calidad de aire, porque “tenemos zonas de confluencia industrial y también de transporte que son los detonantes”, dijo. Franco complementó diciendo que las acciones que se tomen de aquí en adelante para menguar este fenómeno están asociadas a que las empresas y los sistemas de transporte en esos sitios piensen en estrategias con la población, “ debe ser un trabajo de todos los días y del mejoramiento de procesos industriales y productivos. Será una labor también que deberán emprender las autoridades departamentales”, sostuvo.
El documento destacó que el año más contaminado fue el 2014, donde se encontró que el 25 % de las estaciones superaron los límites máximos permisibles y en análisis preliminares se halló una relación entre la concentración de material particulado en el aire y el número de casos atendidos por infección respiratoria aguda (IRA). De hecho, Franco confirmó que “los contaminantes más complejos, agresivos y acumulativos que monitoreamos, entre ellos el PM2.5, entran al sistema respiratorio”, dijo.
Tomado de: elespectador.com
Alianza entre la Universidad de Columbia y la FNPI para la formación de periodistas en América Latina
La Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano –FNPI- anuncian una alianza para la formación de periodistas de América Latina y el lanzamiento del Curso de Periodismo de Investigación que tendrá lugar en Cartagena de Indias, Colombia, en marzo de 2017.
El objeto del acuerdo firmado por Steve Coll, decano de la Escuela, y Jaime Abello Banfi, director general de la FNPI, es el “desarrollo de actividades de formación e intercambio para periodistas del continente americano, con el fin de impulsar la excelencia, la innovación y la ética del periodismo, aprovechando la trayectoria y el reconocimiento que las dos instituciones tienen a nivel mundial.”
El primer curso, que se impartirá en español, durará dos semanas y está diseñado para periodistas de todos los países iberoamericanos que aborden el periodismo investigativo en diferentes plataformas de difusión de noticias. Más información aquí.
En este curso las discusiones y talleres sobre periodismo de datos, investigaciones transfronterizas y alcances legales de las investigaciones serán algunos de los temas que impartirá un grupo de instructores de clase mundial, que incluye profesores de la Universidad de Columbia, maestros de periodismo de la FNPI y periodistas de Iberoamérica. Los talleres incluirán sesiones que explicarán cómo obtener y recolectar información de fuentes externas, así como analizar, visualizar datos, y contar historias digitales en múltiples plataformas. Durante el programa, los periodistas perfeccionarán sus habilidades para la indagación en registros públicos internacionales, la utilización de documentos financieros, técnicas de entrevista, estructuración de historias investigativas, así como el uso de herramientas multimedia.
Las inscripciones al curso ya están abiertas para periodistas en ejercicio y editores de proyectos de investigación. El programa también ofrece beneficios para profesores universitarios que fomentan el periodismo de investigación en sus clases.
Los directores de este programa son Giannina Segnini y Ernst Sotomayor. Segnini es profesora de la Universidad de Columbia, exeditora de investigaciones del diario La Nación de Costa Rica y ganadora del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo de la FNPI en 2013. Ernest R. Sotomayor es decano de estudiantes y director de Iniciativas para América Latina de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia.
El programa se lleva a cabo con el apoyo del Toni Stabile Center for Investigative Reporting de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia y de la FNPI. La coordinación por parte de la FNPI está a cargo de José Luis Novoa, director del programa Centro de Periodismo de la Fundación.
Para más información, contáctenos por favor en las direcciones de:
Ernest R. Sotomayor, Decano de Estudiantes y Director de Iniciativas en América Latina: [email protected]
José Luis Novoa, Director del Centro de Periodismo, Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano- FNPI: [email protected]
Para información relacionada con los requisitos y matrícula consulte la página: http://bit.ly/PeriodismoInvestigativoLatAm
http://bit.ly/PeriodismoInvestigativoLatAm
Tomado de: fnpi.org
Opinión: Trump apenas comienza
Dos semanas han pasado desde la histórica victoria electoral de Donald Trump. Algo queda claro: quienes pensaron que no sería tan malo, se equivocan, opina Michael Knigge.
Uno puede molestarse porque Donald Trump, que ya firma oficialmente como presidente electo, siga echando pestes a través de Twitter sobre los medios, manifestantes y artistas que critican a su persona, su política o, las más de las veces, a ambas.
Uno puede molestarse porque el presidente electo Trump también a través de Twitter sugiera a otro país, Reino Unido, qué embajador debe enviar a Estados Unidos, en referencia a Nigel Farage, el arquitecto del brexit.
Uno puede molestarse porque el presidente electo Trump se libre de tres pleitos judiciales por fraude contra la universidad que lleva su nombre, a cambio de 25 millones de dólares, mientras docenas de otros procesos en los cuales está involucrado siguen su curso.
Y uno puede molestarse porque el presidente electo Trump siga ocultando su declaración fiscal, y porque la anunciada división entre sus intereses empresariales, traspasando el poder de sus empresas a su familia, suene más que dudosa en el mejor de los casos.
Todo esto puede y debe molestar. Estos indicadores señalan que el candidato Trump no se diferencia en lo esencial del presidente electo Trump. Solo quedaría esperar que el cambio se produzca en el momento que se mude a la Casa Blanca.
Hechos concretos
Pero tal esperanza es engañosa, pues Trump no solo ha repartido cizaña por Twitter. También ha dejado hechos en claro. Y estos hechos contienen un mensaje: el presidente electo está dispuesto a llevar a los hechos aquello que anunció en campaña.
Así, declaró a través de un video que entre sus primeras acciones como presidente estará la salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio Transpacífico (TTP). Eso ya lo dijo desde su campaña. Además, Trump dijo que anulará las regulaciones energéticas que obstaculizaban el llamado fracking y la producción local de carbón.
Con ambas iniciativas, Trump da un giro brusco en dos aspectos políticos centrales de la presidencia de Obama. Si éste impulsó el libre comercio y la protección al medio ambiente, Trump se orienta hacia el proteccionismo y la explotación tradicional de energía, en perjuicio del medio ambiente.
Giro hacia la derecha
Esto no debería sorprender, pues desde mucho antes de la campaña él dio a conocer su posición sobre ambos temas, que para él están vinculados. Ya hace cuatro años había dicho que el concepto del calentamiento global había sido inventado por China, con el fin de debilitar a la industria estadounidense. Así queda claro que con Donald Trump, Estados Unidos no querrá ni podrá cumplir con las metas ambientales acordadas en París. Las decisiones sobre su equipo de trabajo son, por lo menos, tan preocupantes como estos giros en cuanto al libre comercio y el medio ambiente.
Como su principal asesor nombró a Steve Brannon, antiguo jefe del portal derechista Breitbart. Para comprender la dimensión de esta medida, cabe recordar que este hombre, que será el estratega y asesor más influyente del próximo presidente estadounidense, se calificó en una reciente entrevista como «un nacionalista”. Apenas el pasado verano, Brannon se jactaba de haber convertido a Breitbart en una plataforma del movimiento supremacista alt-right.
No es el único nombramiento preocupante por parte de Trump. Michael Flynn, exjefe de los servicios secretos militares, será el máximo asesor del presidente en materia de seguridad. Flynn causó indignación a principios de año cuando afirmó por Twitter que «el miedo a los musulmanes es racional.” También llamó la atención su clara simpatía por el cada vez más autócrata presidente turco, Erdogan, así como por haber pronunciado un discurso el año pasado en una aparición generosamente remunerada, que incluyó una foto con el presidente Putin, en Moscú.
Naturalmente, Trump no podrá llevar a cabo todas y cada una de sus promesas electorales, ni llenar su gabinete con personalidades cuestionables. Pero a dos semanas de la elección esta claro que el próximo presidente pretende llevar a los hechos sus anuncios de campaña. Los medios y la opinión pública harían bien en tomarlo, ahora sí, en serio desde un principio.
Tomado de: DW
La era de los ‘dignotarios’
Vladdo
Hace años el gran líder del No proponía un proceso de paz basado en todo lo que él y sus seguidores rechazan ahora del acuerdo con las Farc.
Los ‘noístas’ insisten en aplazar, postergar, retrasar, demorar, ralentizar, enredar, dilatar, retardar, diferir, demorar, prorrogar, posponer el cierre y la consiguiente implementación del nuevo acuerdo de paz; así el país siga sumido en la incertidumbre.
Es increíble que Álvaro Uribe y los demás ‘digNOtarios’ –encabezados por Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez y Pacho Santos– quieran hoy hacer gala de tesón, altruismo, abnegación y otros preceptos que nunca exhibieron en oscuros episodios de nuestra historia reciente y que protagonizaba ¡qué casualidad! ese mismo expresidente que mutó en senador.
Estos dignotarios olvidan que hace diez años este gran líder político –o espiritual, vaya uno a saber– planteaba un proceso de paz basado en todo lo que ellos rechazan ahora del acuerdo entre Juan Manuel Santos y las Farc. ¿Dónde estaban estos ilustres personajes pataleando, protestando, organizando marchas, haciendo denuncias internacionales para que el mundo conociera las arbitrarias propuestas de Uribe?
Yo no recuerdo que los dignotarios modelo 2016 se hubieran indignado en 2006 por la falta de pedagogía del gobierno de la seguridad democrática, que nunca dio a conocer los términos de lo que se negociaba con los grupos paramilitares en Santa Fe de Ralito; esa zona de distensión en la cual no había ni dios ni ley. O, bueno, ley sí: la de ‘don Berna’, sin cuyo consentimiento no se movía una hoja en aquel territorio.
Tampoco nos consultaron a ver si teníamos alguna objeción –y cuando digo “nos” me refiero a esa sociedad civil cuya vocería los noístas han usurpado– acerca del desarrollo de las negociaciones con las Auc.
Antes de firmar unos acuerdos de paz tan trascendentales el hoy líder de los noístas no se tomó la molestia de convocar a nadie: ni a los militares retirados, ni a los jerarcas de las iglesias, ni a las comunidades LGBTI, ni mucho menos a las víctimas. Y ni hablar de los líderes de la oposición, de los periodistas independientes o de los magistrados de las altas cortes; nada de eso. Todo lo contrario: a estos, en vez de consultarlos, les interceptaba las comunicaciones o les hacía seguimientos ilegales. Y mientras tanto, ¿en qué andaban nuestros flamantes dignotarios?
A pesar de que el acuerdo con los ‘paras’ se firmó de manera casi clandestina –sin darle a nadie la oportunidad de modificar, revisar ni siquiera leer una sola línea del documento–, en ese caso los noístas no se atrevieron a tildar de castrochavistas a Luis Carlos Restrepo ni a Sabas Pretelt; ni de dictador a Álvaro Uribe. Lejos de ellos semejante herejía.
Para completar, si la memoria no me falla, esos honorables dignotarios jamás exigieron una refrendación de los acuerdos con los ‘paras’… ¿Dónde dejaron entonces el celo, la pulcritud y la vehemencia con que reclaman un nuevo plebiscito? ¿No dizque la voz del pueblo es la voz de Dios? ¿O es que en aquella ocasión con la voz de Uribe era suficiente?
En cambio, ahora los dignotarios se niegan a que este trámite se haga en el Congreso, aduciendo que esta institución es impopular y carece de legitimidad; a pesar de los 14 millones de votos que hubo en las legislativas de 2014. ¡Háganme el favor!
Eso sí, en otra época aplaudían a rabiar cuando su gran mentor, o mentidor, acudía a aquel Congreso de mayoría uribista a cambiar un articulito de la Constitución o a pedirles a los parlamentarios amigos de las Auc que le aprobaran sus proyecticos, antes de que los metieran a la cárcel…
No nos crean tan pendejos.
Colofón. Hay que ser muy morbosos y ruines para tratar de convertir en noticia las preferencias sexuales de la hija de un cantante, por muy famoso que sea. ¡Vaya horrible forma de maltrato!
@VLADDO
Tomado de:El Tiempo.com
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Hora de decisión
Alfonso Gómez Méndez
La legitimidad del Congreso para refrendar los acuerdos no puede estar en discusión con el argumento de que para esa elección los votos son ilegítimos. El Congreso no es nombrado por decreto, sino elegido por los ciudadanos.
5:31 p.m. | 22 de noviembre de 2016
Las dificultades que en el último mes ha afrontado el proceso de paz han dejado al descubierto, de un lado, el rechazo en amplios sectores de la opinión hacia muchas de las acciones de la guerrilla y, de otro, la inconveniencia de haber acudido a un mecanismo jurídicamente innecesario como el plebiscito para concretar una negociación con un grupo armado.
Así parece haberlo entendido el Gobierno al descartar su utilización para “refrendar” el nuevo acuerdo concertado después de escuchar a muchos representantes de los ciudadanos que votaron negativamente. La Corte Constitucional, en la decisión sobre el plebiscito, había dejado en claro, de una parte, que aquel no producía efectos jurídicos sino políticos, y, de otra, que el Presidente nunca pierde su atribución constitucional indelegable para negociar acuerdos de paz, como responsable político del mantenimiento del orden público.
En todos los procesos anteriores habían intervenido las tres ramas del poder. El Ejecutivo negociaba los acuerdos. El Legislativo se pronunciaba sobre las leyes de amnistía e indulto y otras dictadas para implementarlos, y el judicial, vía Corte Constitucional, o Suprema, o Consejo de Estado, estudiaba su conformidad con la Carta Política.
Es al mismo llano a donde finalmente va a llegar el Gobierno, como los sugerimos varias veces en esta columna, si no quiere correr el riesgo de empantanamiento definitivo del proceso.
Quienes se oponen a esta fórmula argumentan que se está desconociendo la voluntad popular y que el parlamento no es un órgano legítimo para refrendar negociaciones de paz. El Congreso no es nombrado por decreto, sino elegido por los ciudadanos. El censo electoral, y la base misma de los electores, es igual, bien sea para elegir legisladores, presidentes de la República o aprobar constituyentes, plebiscitos o referendos.
Es inadmisible el argumento que se adujo en 1991 para que un cuerpo elegido por tres millones de personas revocara un Congreso elegido por ocho millones, en el sentido de que los primeros eran “votos de opinión” y los segundos, “votos clientelistas”.
Es más, en la Constituyente, por ejemplo, al lado de las nuevas fuerzas surgidas de los acuerdos con el M-19 fueron elegidos muchos políticos tradicionales, incluyendo viejos congresistas, exministros, exgobernadores y hasta expresidentes de la República.
¿Dónde está, entonces, la diferencia? En el último plebiscito entre partidarios del Sí y del No, se llegó a una cifra ligeramente inferior a los 13 millones, mientras que para la elección del actual Congreso, en marzo del 2014, la votación fue superior a los 14 millones.
¿De qué lado está la legitimidad? ¿Hay votantes de primera y de segunda categoría en el sistema electoral colombiano?
La validez de la teoría del “constituyente primario”, que se expresa en votaciones como la de las constituyentes, referendos o plebiscitos, se desdibuja en situaciones políticas como la nuestra con márgenes de abstención cercanos al 65 por ciento.
De otro lado, y como lo mencionó en su entrevista dominical el negociador Humberto de la Calle, es posible que se reviva el acto legislativo que le da amplias facultades al Presidente para desarrollar los acuerdos. Lo irónico es que la Corte tendría que enmendarle la plana al Gobierno, que, sin razón y de manera inconstitucional, en el último debate del llamado fast track lo asoció a la aprobación plebiscitaria. Quienes desde la oposición demandaron ese artículo de la reforma, sin proponérselo le dan ahora un salvavidas al proceso.
En efecto, el artículo 374 de la Constitución dice que esta se puede reformar por el Congreso, por referendo o por constituyente. Lo que no puede hacerse es combinar los sistemas de reforma, como inconstitucionalmente se hizo a última hora.
La legitimidad del Congreso para refrendar los acuerdos no puede estar en discusión con el argumento de que para esa elección los votos son ilegítimos. Y con el auxilio de la demanda de la oposición, el camino para implementar los acuerdos estaría despejado.
Alfonso Gómez Méndez
Tomado de:El Tiempo.com
Congreso vs Plebiscito
Editorial
Noviembre 23, 2016 – 12:10 AM
Ha descartado el Gobierno cualquier mecanismo de participación popular para la refrendación del acuerdo de paz, a firmarse mañana en el Teatro Colón. De tal modo dejó de lado la legitimidad democrática aducida por la Corte Constitucional en su sentencia sobre el plebiscito especial y optó por la vía de decir que el Congreso es una corporación refrendataria. Pero el Parlamento, como se sabe, está exclusivamente instituido para hacer las leyes, reformar la Constitución y ejercer el control político. Tiene otras atribuciones básicamente electorales y judiciales, pero en ningún caso posee facultades refrendatarias de ninguna especie.
En Colombia, según ya lo dijimos en editorial anterior, la soberanía reside exclusivamente en el pueblo y la ejerce de forma directa o por medio de sus representantes.
El conducto escogido hace tiempo por el Gobierno para refrendar el Acuerdo de Cartagena fue el de la soberanía directa a través de un plebiscito que sufrió todo tipo de malabarismos jurídicos. El resultado de la consulta presidencial fue negativo y con ello el pueblo obligó a que se escuchara el núcleo de las solicitudes de los voceros del No. Si bien una votación de tal tipo obligaba a dar por cerrado el caso, un inciso de la sentencia de la Corte Constitucional, en su numeral 144, permitía decir que el triunfo del No abría campo para una renegociación y lograr “otro” acuerdo. Es decir, no un ajuste del anterior, sino uno diferente en sus características más determinantes.
Según lo dicho por el Gobierno, a su más alto nivel, no solo se cerró sorpresivamente el acuerdo, con ciertas aclaraciones, sino que además desestimó cualquier refrendación popular que desde luego venía predeterminada por el hecho de que la voluntad popular solo puede ser modificada por ella misma.
Pero ni siquiera vistas las cifras el Congreso, nuevo órgano supuestamente refrendatario, tiene la representación ni la capacidad de sobreponerse a los resultados del plebiscito.
En efecto, el plebiscito obtuvo un total de votos válidos de 12.808.858, mientras que el Senado, en circunscripción nacional, obtuvo solo 11.672.251 votos válidos. A lo último, además, hay que descontar 746.659 votos en blanco, que obviamente no tienen representación, por lo cual la votación cierta de los partidos en el Senado es de 10.925.592. Inclusive, para ser más exactos a estos habría que restarles los votos de los partidos que no alcanzaron el umbral, entre ellos los 326.942 del MIRA que no obtuvieron representación. Esto quiere decir, llanamente, que la representatividad de los partidos en el Senado se reduce aún más. Sumando los votos de los ocho partidos con representación en la Cámara alta se llega sólo a 10.598.000 votos. Es decir, que el plebiscito tiene 2.210.000 votos válidos más que la representación en esa corporación legislativa.
Caso similar ocurre en la Cámara de Representantes, en donde se dieron 11.715.956 votos válidos, de los cuales hay que restar 824.956 en blanco, para una cifra aproximada de 10.891.000, sin descontar los votos que no obtuvieron el cuociente reglamentario. Rubros, en ambas cámaras, en todo caso similares.
Incluso siendo mayor la abstención electoral en el plebiscito que en la elección de Congreso, la votación del primero fue bastante más alta. Y esto sin contar que algún sector de los ciudadanos tomó la vía de la abstención activa el pasado 2 de octubre.
De otra parte, es evidente que hay un desbalance de legitimidad democrática en la presunta refrendación del acuerdo de paz vía Congreso, toda vez que mientras que el No representó en el plebiscito un poco más del 50% de los votos, en el Congreso el único partido que representa a esta opción tiene apenas el 20% de las curules, mientras que la coalición de partidos que defendieron el Sí, y que perdieron en las urnas con alrededor del 49% de los votos, tiene el 80% de los escaños. Lo cual quiere decir que buena parte de los parlamentarios no están representando el dictamen popular de sus propios electores.
Y, como si fuera poco, desde el punto de vista institucional se pretende que con una simple proposición, la menor de las acciones del Congreso, se produzca la refrendación que suplante el voto directo del pueblo. Con ello, a su vez, dejando de lado el resultado del plebiscito, que es uno de los más altos mecanismos de participación ciudadana.
Visto esto quedaría a la orden del día la excepción de inconstitucionalidad ante los máximos operadores judiciales. De hecho la misma sentencia de la Corte Constitucional SU132/13, señala que “… esta herramienta se usa con el fin de proteger, en un caso concreto y con efecto inter-partes, los derechos fundamentales que se vean en riesgo por la aplicación de una norma de inferior jerarquía y que, de forma clara y evidente, contraría las normas contenidas dentro de la Constitución Política”.