Circulo de Periodistas de Bogota
BLANCO Y NEGRO – Realidad Irreversible

Por: Gabriel Ortiz, Socio CPB

27-6-17 repunta el sol de la vida, la convivencia, la equidad, la prosperidad y agonizan la rabia y el odio en una Colombia distinta e irreconocible. Se produjo la más grande e importante noticia de este siglo: la paz real e irreversible.

El país sensato se agrupó en calles, parques, ciudades, campos y hogares que, entre júbilo, lágrimas y esperanza gritó: ¡si se pudo!   

Toda Colombia quería la paz, unos con el anhelo de convivir y asegurar presente y futuro para actuales y futuras generaciones, otros para disfrutar de una vida amable y otros queriendo asegurar egoístamente sus privilegios.

Dos postulados sellaron el conflicto con las Farc: un presidente airoso, que consideró que ese objetivo, era suficiente logro para su mandato y, un jefe de una guerrilla, convencido de que nos merecemos un futuro fértil. “la paz es real irreversible”, expresó Santos con la fuerza que le imprime ese Nobel de Paz. “No le fallamos a Colombia. Adiós a las armas, adiós a la guerra”, dijo convencido Timochenco. “Ahora tenemos que desarmar los corazones”, sollozaba y suspiraba un pueblo víctima durante años de los vejámenes y oprobios recibidos de las partes en conflicto.

Este 26-6-17, este martes de junio, ha otorgado a los colombianos el más preciado trofeo de una victoria que cubre a todos por igual. Ganaron, la sacrificada fuerza pública, el pueblo que se encontraba en la mitad de las balas; ganó la guerrilla y ganaron los que se arrogaron tierras, bienes y fortunas, de los azotados por la guerra de los sesenta años.

Estos triunfadores, deben unir fuerzas para lograr los anhelos de unos mártires que se merecen disfrutar del galardón que, en Oslo, se depositó al principal artífice de tan valioso triunfo de la humanidad. El silencio y la discreción de Enrique Santos Calderón, no pueden desconocerse en estos vitales momentos de la vida nacional.

Desde luego que quedarán rescoldos de odio y rabia en la mente de quienes deben entregar lo mal habido, de quienes aprovecharon el conflicto para amasar fortunas, posiciones y prerrogativas. Los alzados en armas, los beneficiados con la guerra y quienes con odio atizamos y rumiamos aun, la ira no desahogada. Tendremos que mitigar y cambiar el rumbo. Tendremos que responder y reparar a unas víctimas que, a su vez, deberán controlar el hervor de la sangre, los puños tensos y la desbordada adrenalina.

No más recriminaciones entre unos y otros. No más hogares y familias rotas. No más amistades fracturadas y graduadas de traición…

Esto, desde luego, tardará en cristalizar, porque hay que cuidar muchos votos ingenuos, contaminados y enverracados. Para lograrlos, habrá preguntas disparatadas, como si entregaron todas, todas las armas, sin explicar la contabilidad que de ellas tienen los enemigos de la paz. Los golpes bajos continuarán, porque hay quienes no se resisten a entender que alcanzamos lo inalcanzable… y que: “la paz es real e irreversible”.

BLANCO: Hay muchos padrinos en Reficar.

NEGRO: ¿Será ¨real e irreversible¨ la paz entre Uribe y Pastrana?

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NOTAS AL VUELO – Justos por pecadores

Por: Gonzalo Silva Rivas, Socio CPB

Tragedias como la de Guatapé y otras más denunciadas recientemente ventilan un problema grave en materia de seguridad, en lo que concierne a la prestación de servicios en actividades turísticas. El aumento sustancial de viajeros por las regiones de Colombia, que prácticamente se dobló en el último quinquenio y medio, multiplicó la oferta y, al parecer, desbordó tanto la disposición como las capacidades de las autoridades para ejercer control y vigilancia sobre las empresas prestadoras.

La presencia de operadores irregulares no solo se tipifica a través de las agencias de viajes informales que surgen de las tinieblas para dejar con los crespos hechos y sin dinero a millares de turistas. Como la mermelada, se esparce entre el universo de los prestadores de servicios, especialmente en aquellos dedicados al transporte terrestre, marítimo y fluvial y al turismo de aventura.

La embarcación de tres pisos hundida en el embalse antioqueño —con saldo hasta la fecha de siete víctimas mortales y 15 desaparecidos— ya había tenido incidentes similares en épocas recientes, según denuncias de algunos lancheros, que advertían sobre la inminente amenaza de un percance de mayores proporciones. Detectados los inconvenientes, los propietarios hicieron reparaciones, pero no existe confirmación técnica gubernamental que garantice la viabilidad de las mismas. En Cartagena, un año y medio atrás, naufragó una lancha que llevaba turistas extranjeros, y aunque contaba con permisos, presentaba documentos en regla y estaba habilitada para el transporte de pasajeros, pocos sabían que tenía fallas desatendidas en su motor.

Hace 15 días, el programa “Séptimo Día” de Caracol Televisión denunció varios casos en los que entusiastas y confiados turistas resultaron ser víctimas fatales de servicios irregulares prestados por empresarios inescrupulosos y promovidos, incluso, en las páginas oficiales de entidades públicas. La práctica desordenada del bungee jumping en la represa de El Guavio; el uso de puentes colgantes sin mantenimiento en la vereda El Carmen, a pocos kilómetros de Villavicencio, y un accidente controversial en el Parque Ecológico La Periquera, cercano a Villa de Leyva, ponen sobre el tapete la negligencia administrativa para controlar el sector.

El riesgo de hacer turismo en el país no solo se da por la existencia de negocios piratas, sino por la ausencia de vigilancia a las mismas empresas certificadas, a las que no se les confronta ni comprueba el cumplimiento de las disposiciones legales para garantizar la confianza en el turista. Tan grave, como el saldo de muertos, es que nadie, ni personas ni entidades, responde por las siniestras consecuencias de un mal servicio. La justicia, como suele suceder, se aletarga bajo los calores de la impunidad.

Son recurrentes las denuncias sobre propuestas de turismo que no coinciden con lo ofrecido y que a la hora de la verdad, en el escenario menos lamentable, solo terminan en un fiasco para el turista y en altos costos para su bolsillo. Los paraísos de vacaciones que tantas veces ofertan avivatos y timadores encubren promesas engañosas que transforman en calvarios los sueños e ilusiones de los viajeros.      

Suenan suficientes alarmas para que las autoridades se decidan a regular las modalidades turísticas y a combatir las perversas prácticas utilizadas por algunas empresas formales y por aquellas de garaje que de manera artesanal e inapropiada se dedican a la promoción de alternativas en la industria, volteándole la espalda a elementales exigencias de seguridad. El Ministerio de Industria y Comercio, el de Transporte, la Superintendencia del ramo y las administraciones locales están obligadas a verificar el cumplimiento normativo y sancionar a los infractores.

El turismo no puede convertirse en escenario de tragedia por falta de controles oficiales y por el proceder de empresarios irresponsables amparados en una floreciente actividad comercial, por la que finalmente resultan pagando justos por pecadores.

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Tomado: El Espectador 

Blanco y Negro : Los votos del pánico

Por: Gabriel Ortiz, Socio CPB 

Las extremas manejan a la perfección el pánico y todas esas maniobras para usurpar y arrebatar el poder legítimamente constituido. En Colombia actúan en forma magistral. Siembran el pánico para arrogarse, legal o ilegalmente, el mando. Lo practicaron con ocasión del plebiscito del 2 de octubre, cuando a base de mentiras y engaños, enfurecieron, desencajaron y perturbaron cerebros para sacarlos a votar ¨enverracados¨.

Esas extremas no tienen miramientos. Los hemos observado y padecido, con el terrorismo de la mafia, encabezada por Pablo Escobar, con el asesinato de Alvaro Gómez, según el exbajador Myles Frechette cometido por exmilitares de la extrema derecha, y con la multiplicidad de actos terroristas que hemos padecido.

A las extremas las tienen sin cuidado las víctimas. Acuden a las más brutales prácticas para alcanzar sus objetivos. Quieren ¨hacer trizas¨ la paz, para alcanzar un poder que democráticamente no pueden lograr.

Causa estupor que los enemigos de la Paz critiquen con tanta virulencia a los alzados en armas, que hoy transitan por los caminos de la convivencia. Ambos son terroristas si así se quieren calificar, ambos son culpables de los crímenes que han azotado a los colombianos de bien, son igualmente culpables de los desplazamientos forzados en que mantienen a más de 7 millones de compatriotas.

Estamos tras un alto en el camino. Procurando un cese de las prácticas criminales, que nos permita terminar con todo lo que significaron 60 años de guerra, durante los cuales actuaron por igual las extremas izquierda y derecha.

Acudir de nuevo a los atentados, como el ocurrido en el Centro Andino, para atemorizar a los de arriba, es tan criminal como los petardos del sur de Bogotá, para amedrentar a las clases populares.

Así, no se logra la anhelada paz, ni alcanzar el poder democráticamente. Cambiando pánico por votos, a través del terrorismo y la invasión de los medios y redes sociales con tuits falsos, mañosos, mentirosos solo se logra entronizar el odio, la furia y la polarización que aprovechan los violentos que se enfrentan a la paz estable y duradera que quieren hacer trizas las mentes torcidas que desean buscar el poder al precio que sea.

Seamos demócratas; no cambiemos pánico por votos.

BLANCO: Las Farc han cumplido: No tienen armas. Ya no hay soldados, policías y civiles muertos. Cesaron secuestro y extorsión. Pero… ¿quiénes asesinan a los líderes sociales?

NEGRO: Investigan al presidente mejicano Peña Nieto, por chuzar a periodistas y líderes. Por igual delito, está preso Martinelli de Panamá. Y en Colombia… nada de nada.

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Guerra a la competencia

Por Gonzalo Silva Rivas Socio CPB

Durante largo tiempo los horrores del terrorismo pusieron al país en la cúspide de los registros mundiales de violencia y lo sacaron de los catálogos turísticos. Varias naciones, empezando por los Estados Unidos —nuestro principal emisor— lo incluyeron en la lista negra de los travel warnings, presentándolo como un destino de alto riesgo, asediado por la acción de los actores armados.  

Sin embargo, desde el inicio de las negociaciones de paz con las Farc, unos cinco años atrás, los sabores de una nueva Colombia comenzaron a sentirse. Perfilaron al turismo como la industria con mayor potencial para promover el desarrollo de algunas regiones, en especial las rurales que abarcan la vasta mayoría de la superficie del país y en donde anidan poblaciones marcadas por alarmantes índices de inequidad.

En el último quinquenio, a partir de las etapas preparatorias en La Habana, el número de turistas se incrementó en un 60 por ciento, sobrepasando el techo de los cuatro millones de visitantes. Solo entre 2015 y 2016, los viajeros internacionales aumentaron por encima del promedio regional, con un 12,6 por ciento, y Colombia pasó de cargar el farolito a ser uno de los países del área con más crecimiento dentro de la industria. El avance es tal, que para 2018 los cálculos oficiales proyectan la llegada de 5,4 millones de paseantes desde el exterior.

El hecho criminal del fin de semana en Bogotá, para el que se escogió un estratégico escenario de repercusión mediática, sin duda impacta en el turismo, aunque bien podría decirse que el mundo actual, con las recurrentes tragedias que se viven en Estados Unidos, Europa y el Cercano Oriente, parece obligado a entender que la amenaza violenta pasó a ser un fenómeno casi familiar en estas épocas sobresaltadas.

El Gobierno deberá tener firmeza para combatir el terrorismo y evitar que el proceso de paz con las Farc, tejido con habilidad y dedicación bajo la batuta del exministro Humberto de la Calle, resulte imperceptible ante la presencia de nuevos grupos emergentes o el resurgimiento de bandas no desmovilizadas. Las transiciones entre guerra y paz no son fáciles, ni faltarán nuevos asaltos de la violencia criminal, como ha sucedido en otras naciones incendiadas que con el diálogo resurgieron de sus cenizas.

Para garantizar resultados que liberen de la intimidación terrorista será necesario abordar a fondo las transformaciones sociales, económicas y políticas, y solucionar la andanada de problemas que alimentan la inconformidad popular. Implementar los acuerdos e introducir los cambios estructurales que requiere la sociedad será un trabajo demorado y de largo aliento, pero es un reto ya puesto en marcha, en el que no se puede retroceder.

En un país polarizado políticamente y habituado a la cultura de la violencia, no extraña la actitud de ciertos voceros de partidos inmersos en campaña electoral —privilegiados por el establecimiento—, que frente al condenable suceso del Centro Andino pretendieron sembrar caos y desconcierto. La mezquindad y el lenguaje deslegitimador les impiden concebir que la paz es una tarea colectiva, un trabajo en equipo, junto con el Gobierno y demás actores de la vida nacional.

La entrega, ad portas, del cien por ciento de las armas de las Farc formaliza el fin del conflicto armado con el principal protagonista de la violencia colombiana. Convierte en realidad lo que hace pocos años parecía imposible. Sepulta una larga y dolorosa guerra que causó más de 200.000 muertos y desplazó a seis millones de campesinos. 

El desmantelamiento de los actores armados debe dar paso a un nuevo país, menos impune y más tolerante, que impulse progreso y sirva como punto de partida para el rescate de las riquezas naturales y culturales de la Colombia olvidada. Y, de paso, para preparar a las victimizadas comunidades campesinas en el manejo de propuestas turísticas responsables y sostenibles, que les permitan ganarle —al menos— la guerra a la competencia.

Tomado: ElEspectador

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@Gsilvar5

Rodeado de incertidumbre

Por: Gonzalo Silva Rivas, Socio CPB 

La amenaza de cierre para actividades turísticas que se cierne sobre Johnny Cay tendrá que ser el punto de quiebre para implementar una política responsable que garantice su preservación ambiental, sin desmedro de los beneficios que le genere esta industria. El futuro del bello refugio tropical está en la mesa de juego y solo una comprometida concertación entre Gobierno, operadores y prestadores de servicios puede salvaguardar el entorno natural y mantenerlo como recurso económico.

La decisión de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina) que declaró el cierre temporal del Johnny Cay Regional Park, atendiendo una solicitud de la Procuraduría, es un tardío llamado de alerta que, sin embargo, da espacio para buscarles soluciones a los acumulados riesgos que acechan la sostenibilidad del islote.

Johnny Cay ha crecido de forma desorganizada como atractivo turístico. Las autoridades de tiempo atrás han sido permisivas, y débiles han sido los controles aplicados para reducir el impacto ecológico y evitar desórdenes y excesos en las actividades comerciales y en el arribo de turistas, haciéndole el jaque a la obligación de proteger y preservar un ambiente sano. La proliferación de vendedores ambulantes, la afluencia desmedida de viajeros, las deficiencias en infraestructura sanitaria y el viacrucis con los desechos líquidos y sólidos, le aprietan el cuello. Sus cincuenta mil metros cuadrados se arruinan ante el desgaste incontrolado de los arrecifes coralinos.  

Aunque hasta ahora aparecen los primeros intentos por voltear la hoja, la única opción para mantener a Johnny Cay como atractivo es encadenando y armonizando el medio ambiente con el turismo, una industria de la que en San Andrés viven millares de familias. Intervenir los servicios suministrados, uniformando y carnetizando a los prestadores, y respetar un tope máximo diario de turistas, poniéndole coto al  arribo indiscriminado de embarcaciones, es un paso de arranque, que debe ser complementado con planes de conservación ambiental, por cuanto únicamente a través de ella se asegurará la sustentabilidad del destino.

La construcción del anunciado muelle de los Lancheros aportaría al control de desembarques, pero la controvertida obra, fundamental para su sostenibilidad y competitividad, nada que despega. Los inconvenientes con el contratista y la falta de un diseño claro donde se le defina una ubicación estratégica, que lo blinde de los fenómenos naturales, tan comunes en la zona, le ponen palos en la rueda a un proyecto publicitado con bombos y platillo en 2015, para ser ejecutado -según las declaraciones oficiales- en tan solo cinco meses. Pese al atraso, Fontur y Fonade, responsables de su diseño final, lo tienen engavetado desde hace un año.

Este bello paraíso de aguas tranquilas y azul profundo, uno de los lugares más visitados del país, es un recurso importante por su riqueza natural y por el aporte económico que a través de la oferta turística le puede ofrecer a las comunidades locales. Las mesas de trabajo convocadas hace quince días para buscar salidas a los problemas que afectan su sostenibilidad tienen plazo hasta esta semana para proponer fórmulas efectivas que resuman el nivel de conciencia que sobre el tema tienen Gobierno, operadores y prestadores de servicios para imponerlas y cumplirlas, y asegurar así el funcionamiento del atractivo turístico.

El turismo es un motor estratégico del sector servicios, esencial para alimentar las economías nativas, pero requiere de adecuada planificación para evitar que se convierta en depredador del medio ambiente natural y social. Conciliar los intereses entre uno y otro es una propuesta viable y económicamente productiva. De ahí, que conservar la biodiversidad sin renunciar al impulso de la industria es una decisión que requiere de voluntad política, gestión apropiada y conciencia social tanto de raizales como de viajeros.

Sin producirle mayores deterioros a la naturaleza, ordenando sus servicios y elevándolos a niveles competitivos, el pequeño islote de arenas blancas y verdes palmeras -rodeado de incertidumbre- está llamado a autosostenerse, a generar progreso y a convertirse en un gran destino.

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Tomada: El Espectador

En defensa de las redes
Foto: Moisés Wasserman/Revista semana

Hay quienes temen que las redes sean el fin de los medios, pero creo que no deben preocuparse.

Por: Moisés Wasserman/El Tiempo

Son muy frecuentes las condenas a las redes sociales por la forma desconsiderada como nos tratamos en ellas y por la cantidad de rumores y chismes que difunden. Pero hay que reconocer que, no obstante su gran tamaño, todavía son jóvenes y están en los dolores de parto: Facebook nació en el 2004; Twitter, en el 2006; e Instagram, en el 2010.

Siempre que me enfrento a algo así de novedoso pienso en el profesor Howard Rochester. Tomé con él, en la Universidad Nacional, el año de 1965, dos maravillosos cursos sobre Shakespeare. El profesor Rochester era una figura excepcional. Se paseaba por la universidad, en la década de los sesenta, siempre vestido con impecable traje, corbata, chaleco, sombrero y paraguas. Era un lord británico-jamaiquino, monarquista declarado. Inteligente y cultísimo, discutía con nosotros, jóvenes acalorados.

Una vez nos dijo que entendía que fuéramos tan conservadores porque éramos muy jóvenes. Pueden imaginar el zafarrancho. Un monarquista aristocrático diciéndonos a nosotros, que estábamos en la frontera del progreso y del cambio del mundo, que éramos conservadores. Él defendía a Los Beatles mientras nosotros teníamos claro que eran una manifestación del capitalismo decadente. Hablaba de pintores como Jackson Pollock mientras nosotros admirábamos los (horrorosos) murales del realismo soviético.

Nunca tuvimos tan fácil acceso a ideas diferentes (no nos pueden obligar a escucharlas, pero ahí están para el que se arriesgue)

Desde entonces miro con simpatía anticipada los fenómenos nuevos (no los reinventados). Me pasa hoy con las redes sociales. Nunca antes la gente corriente había tenido oportunidades como las de hoy para decir lo que opina ante un público amplio, para discutir las ideas de los poderosos, para denunciar lo que cree falso, o inconveniente, o injusto. Nunca tuvimos tan fácil acceso a ideas diferentes (no nos pueden obligar a escucharlas, pero ahí están para el que se arriesgue). Las redes sobrepasaron las fronteras locales y nacionales. Con ellas nos acercamos a la utopía ética de “toda la especie, una sola tribu”.

Hace un par de meses, Mark Zuckerberg, creador de Facebook, lanzó la declaración ‘Construyendo una comunidad global’. Dice que su propósito es desarrollar la infraestructura social para darle a la gente el poder de construir una comunidad que funcione para todos. Plantea estrategias para construir comunidades de apoyo que sean seguras, informadas, civilmente comprometidas e incluyentes. Trae algunos ejemplos prácticos. Uno es el de una mujer llamada Cristina, quien sufre de epidermólisis ampollosa, enfermedad rara que la hace muy infeliz. Hoy recibe y da apoyo a 2.400 personas en una comunidad virtual de todas las que sufren esa enfermedad en el mundo.

Sin duda, hay peligros. Uno de ellos, el de los llamados ‘filtros de burbuja’, en los que usando algoritmos presentan a la persona la información que quiere ver (de acuerdo con su historial) y le ocultan ideas contrarias, aislándola de parte de la realidad. Otro es el de las ‘fake news’: noticias inventadas; y uno más, el de las posibles agresiones, engaños y matoneo. Problemas que deben resolverse. Al primero yo lo neutralizo siguiendo a personas de las más diversas posiciones y sin bloquear a nadie. Al segundo, leyendo la buena prensa y visitando las fuentes. Para contrarrestar los engaños se están desarrollando iniciativas tecnológicas que espero no le resten a la libertad de expresión.

Hay quienes temen que las redes sean el fin de los medios, pero creo que no deben preocuparse. El cine no acabó con la novela, ni la televisión con el cine ni internet con la televisión. La buena prensa podrá fortalecerse entendiendo y usando las redes. La prensa tiene la capacidad para generar información confiable, las redes la tienen para potenciar su difusión e impacto.

MOISÉS WASSERMAN

BLANCO Y NEGRO: Armas para la paz

Por: Gabriel Ortiz Socio CPB

Hay una pregunta que nadie se hace: ¿cuántos años habrían tardado ejército, policía, Das, Sigín y demás cuerpos del Estado, para incautar las casi 8.000 armas, que las Farc han entregado, hasta ahora? Difícil respuesta para los enemigos de la paz, para los que siguen añorando la guerra, los falsos positivos, los desplazamientos, el despojo de las tierras de nuestros campesinos, para los que han hecho de la guerra un lucrativo negocio político, económico y social.

Y cuántos años más para recibir las que aún faltan y las que que se encuentran en las 949 caletas que los guerrilleros dejarán en poder de las Naciones Unidas.

Los odiados -por el uribismo- acuerdos de la Habana, han hecho ese milagro en tiempo record, sin movilización armada, sin un solo disparo, sin un muerto, sin un herido, sin sufrimiento alguno.

Y qué decir de la fuerza ofensiva del armamento: lanzacohetes antitanques y antiaéreos, lanzagranadas, fusiles .50 antiblindaje y, en general armas que mucho daño hubieran ocasionado a nuestra población, a nuestras fuerzas del orden, a los mismos enemigos de la paz.

Ese armamento, como hemos podido observar en fotos y videos captados por los periodistas de los más diversos medios de comunicación, no del gobierno, ni de las fuerzas armadas, son reales y en perfecto estado. Estas imágenes nos traen a la memoria las entregas de armas por parte de los paramilitares, durante el anterior gobierno…

La lucha en los campos y en las ciudades, ha cesado, pero se ha trasladado a los cocteles, a los almuerzos, a las reuniones sociales y políticas, a ciertas bancadas y medios de comunicación y a las redes sociales.

En esos corrillos se trabaja día y noche, por desconocer lo que representa un país con una paz en marcha, con unas autoridades que sin desmayo la trabajan, un gobierno decidido a consolidarla y una sociedad que ya la siente, la respalda y se solidariza con ella.

Son muchos los tontos que a diario se repiten: “¿entregarán todas las armas? la “far” no cumplen…” y siguen hablando de sapos para tragar. No se pasean por el Hospital Militar, en donde no hay un solo herido en combate.  

Miremos con honradez, que este país cambió. Y que las armas de hoy, son armas para la paz.

BLANCO: Alan Jara desenmascaró, junto con el colega Juan Gossain, los carteles de las falsas víctimas creados por fundaciones y deshonestos grupos sociales.

NEGRO: El fantasma de la aspersión en que nos quieren volver a meter.

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EN URUGUAY, Montevideo, sede del 5º. Congreso Latinoamericano y del Caribe sobre Tabaquismo y Salud

Por: Martha Díaz, Socia del CPB

 

Los cigarrillos con sabor es la mayor preocupación de  los países asistentes. Por eso firmaron una declaración conjunta.

Líderes mundiales de Estados Unidos, Latinoamérica y del Caribe se dieron  cita en Montevideo para analizar las políticas y programas en cada uno de los países que han firmado el Convenio Marco de Tabaquismo y que continúan fortaleciendo sus actividades para reducir el consumo, especialmente en los niños entre 13 y 18 años.

Beatríz Champagne, Presidenta del Congreso,  y Directora de la Fundación Interamericana del Corazón, señaló que este evento agrupa académicos, activistas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales en  un congreso que busca capacitar gente nueva para que den continuidad a los programas de tabaquismo en cada país. De igual manera en este evento  se presentan las últimas investigaciones en el tema del tabaco.

El tema de los saborizantes es el más candente en este momento. Durante este evento, se está emitiendo una resolución que prohíbe la comercialización de estos productos, pidiendo a los gobiernos de la región restringir en todos los países los saborizantes en el tabaco. “Estos son muy peligrosos y tienen varias funciones. Una es ayudar a que los jóvenes que se  están iniciando en el vicio no tengan ese gusto tan fuerte como lo tienen al utilizar un cigarrillo normal. Se sabe que estos productos  inducen más más a los jóvenes a fumar”, dijo la Dra. Champagne.

La región Latinoamericana y del Caribe es una de las que  más está a la vanguardia en el tema de tabaco. Hay una hermandad que nos ha ayudado mucho. Comenzamos con el tema  ambientes libres de humo en Argentina, en Uruguay en Panamá, en otros países hoy es una realidad. Eso ha hecho que hoy tengamos ambientes  libres de humo. También la prohibición de la publicidad es hoy un hecho en la región y últimamente la campaña de elevar los impuestos al tabaco ha tenido un gran auge. Porque para reducir el consumo hay que aumentar el precio del cigarrillo y de esta manera  hay una reducción en la prevalencia, señaló Beatríz Champagne.

Al principio se desconocía la relación que tiene el cigarrillo  con el cáncer de seno y ahora se sabe que si la tiene. La ciencia es la base y cada vez se descubren mayores peligros para este flagelo. Hoy en día por medio de la ciencia y la investigación,  se conoce que es el producto más dañino que se consume ampliamente en todo el mundo y es el factor de riesgo número uno prevenible, que mata por enfermedad cardiovascular, pulmonar y muchas otras enfermedades, señaló Beatriz Champagne.

También dijo que hay nuevas estrategias de las tabacaleras que van dirigidas a los jóvenes a través de redes sociales y blogs. Sabemos que los jóvenes son invitados a las fiestas que organizan las tabacaleras donde se dan cigarrillos gratis, se les obsequian  artículos promocionales que los atraen y cada vez es más  difícil cuando la gente no tiene conciencia del riesgo que están tomando, dijo la Dra. Champagne

Durante el evento también se va a hablar de la sostenibilidad financiera a largo plazo, porque a los gobiernos les interesa reducir los costos de salud que se generan por los enfermos de tabaquismo.

En Colombia hay buenas políticas, pero hay que cumplirlas. Lo importante es hacer seguimiento a los dineros que se van a generar de los impuestos al cigarrillo para mejorar la salud, señaló Beatríz Champagne. El derecho a la salud es primordial en todos los países y la gente tiene que trabajar en esto. Es un cambio social muy cultural que se está dando en toda la región.

La Presidenta de la Fundación Interamericana del Corazón, la cardióloga Ana Tambussi, por su parte señaló que actualmente se han involucrado en esta problemática todas las especialidades de la medicina.  Sigue siendo un problema grave, pero Latinoamérica se ha empoderado en el tema. Enfocar al tabaco como un problema de derechos humanos, nos ha dado la piedra fundamental de seguimiento, por eso hay que formar una niñez y adolescencia responsable de sus decisiones, señaló la Dra. Tambussi.

Dijo que La industria tabacalera quiere seducir a nuevos consumidores. Pone saborizantes y todos tienen efecto en el cerebro. Tiene mayor atracción porque reduce los efectos del tabaco, cuando se comienza a fumar.

Para Eduardo Bianco, cardiólogo de Uruguay, el tabaquismo sigue siendo un problema de salud más importante que tenemos en Latinoamérica. El tabaco está detrás de las principales enfermedades que matan personas en toda Latinoamérica y tiene un impacto económico que ha sido calculado a nivel mundial. Nos está afectando en salud. Los que más fuman en todos los países son los pobres y ellos son los que  menos acceso a información.

Uruguay ha avanzado, pero sin embargo sigue siendo un problema serio. Un 15% de las muertes son debidas al problema del tabaco. Señaló el Dr. Bianco que  se está tratando de posicionar en la región los cigarrillos chinos de forma ilegal.” Sabemos que china es una potencia a nivel mundial y está aumentando su capacidad comercial. Compran hoja de tabaco en Brasil o en República Dominicana. Pero exportan a países ilegalmente y tienen una fábrica en Argentina en donde exportan para Uruguay y Chile.

Por su parte Chile sigue siendo el país con más prevalencia de tabaquismo, aunque se ha disminuido 10 puntos en 10 años. La población escolar es de las más altas en Latinoamérica.

Lo nuevo en  Chile es que se está  haciendo una oferta de cesación en la atención primaria  con un modelo y con programas que vienen desde el Ministerio de Salud. La médica chilena Lidia Amarales  presentó en el congreso un programa piloto con un modelo de un programa integral con terapias para cambio en los hábitos y medicamentos de terapia de reemplazo de la nicotina.  Su propuesta es capacitar a todos los funcionarios en los centros de salud,  para hacer una oferta de cesación y poder tratar los pacientes fumadores.

La vergüenza de un país que repite cada día las imágenes de «La Mujer del Animal»
En contra de la violencia de las mujeres /Foto:Circulo de periodistas de Bogotá

Por: Adriana Benjumea Rua.

«Colombia es el país de La Mujer del Animal. Diariamente un »animal» se siente dueño de la vida y el cuerpo de una mujer, niña o adolescente a la que agrede. La Ley 1257 de 2008  y sus decretos reglamentarios no han sido suficientes para que Colombia avance de forma contundente en la paz que permita a las mujeres vivir una vida libre de violencias».

Las escenas del director Víctor Gaviria que me tocan y conmueven hoy, quizás porque sus historias me evocan una Medellín vivida y padecida desde Rodrigo D No Futuro, Sumas y Restas y la Vendedora de Rosas, invaden mis sentidos con las imágenes de calles polvorientas, los rostros de la pobreza, los ranchos de tabla y las violencias cotidianas en La Mujer del Animal.

Mientras veo el trailer, un bus de  Santa Cruz, un rancho de tabla, un colchón viejo, la rabia y la aspereza de una violencia insoportable como la describe Gaviria, escucho a Natalia Polo, su protagonista, una actriz natural que narra lo insufrible que era leer el guión pero no más que escuchar la historia de Margarita, la mujer que había vivido “en carne propia” la historia que ella encarna como actriz protagonista, una vida de violencias sin treguas, como dice Víctor también, una historia sin redención, con odios desde el principio. 

Las violencias en contra de las mujeres son una violación a los derechos humanos de graves dimensiones, que obstaculizan y perpetúan las exclusiones históricas padecidas por ellas. Así lo ha reconocido la Convención Interamericana para Prevenir Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres -Convención de Belem do Pará-, al señalar en su preámbulo que “la violencia contra la mujer constituye una violación a los derechos humanos y las libertades fundamentales y limita total o parcialmente el reconocimiento, goce y ejercicio de tales derechos y libertades”.

Reconocimiento compartido por la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Violencia contra la Mujer CEDAW (por sus siglas en Inglés), la cual exige a los Estados parte que adopten las medidas adecuadas para eliminar la discriminación en contra de la mujer en todos los ámbitos (ONU,1979, art 2), entendiendo la violencia contra las mujeres como la máxima expresión de la discriminación y la desigualdad de las relaciones de poder entre hombres y mujeres y la fehaciente violación a los derechos humanos que ello representa (Comité Cedaw,1992, núm. 6 y7).

Ambos instrumentos han sido ratificados por el Estado Colombiano y de ellos se derivan mandatos de obligatorio cumplimiento. Sin embargo, estas obligaciones legales internacionales no han sido suficientes para que el país prevenga, investigue y sancione de forma eficiente la violencia contra las mujeres y las niñas.   

El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses – INMLCF- registró 731 casos de homicidios de mujeres perpetrados por su expareja o pareja, siendo estos los principales agresores identificados en los casos de homicidio. En promedio esto significó 122 mujeres asesinadas por año, 10 por mes y 1 cada 3 días

Entre 2004 y 2014, el INMLCF registró 181.093 mujeres víctimas de violencia sexual. En promedio, 16.463 mujeres por año, 46 por día, 2 por hora y una cada 32 minutos. Las niñas entre los 10 y los 14 años fueron las más afectadas por esta violencia.  

Amparo, nombre que recoge a Margarita, Sonia, Patricia, Gloria y muchas otras en distintos rincones de Colombia, no solo en los barrios empobrecidos de las grandes ciudades, sino mujeres en estratos socioeconómicos medios y altos, es víctima de múltiples formas de violencia mientras hay silencio y complicidad de una familia y una sociedad que, ante la desprotección del Estado, permite y calla con indolencia para proteger su propia vida.  

Colombia es un país que se caracteriza por la amplia producción normativa pero existe una brecha entre lo que establece la Ley y su aplicación efectiva y materialización de la norma. Situación que se ve agravada en el caso de la violencia contra las mujeres. Aunque, formalmente se establecen garantías para el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia, en la práctica, estas se enfrentan a múltiples obstáculos relacionados con la consideración de estos delitos como de menor importancia, su naturalización y tolerancia social.

Los obstáculos para las mujeres y las niñas comienzan incluso antes de iniciar el recorrido de la denuncia; y, cuando esta puede darse, las mujeres se ven enfrentadas a funcionarios públicos, hombres y mujeres, que no han comprendido las barreras de acceso a las rutas de atención, entre ellas, la falta de autonomía económica, la desconfianza en la institucionalidad, los altos niveles de impunidad. La situación se agrava con los riesgos adicionales que asumen las mujeres al denunciar, como la posibilidad de sufrir revictimizaciones por parte de funcionarios y funcionarias públicas, así como las represalias que puedan tomar los agresores.

La Ley 1257 de 2008  y sus decretos reglamentarios no han sido suficientes para que Colombia avance de forma contundente en la paz que permita a las mujeres vivir una vida libre de violencias. Ante la ineficiencia de un Estado incapaz de dar respuesta a las mujeres suceden las violaciones y asesinatos de Rosa Elvira Cely, Yuliana Andrea Samboní, Claudia Johana Rodríguez, Gladys Janeth Quintero Jaramillo y muchas otras.

Múltiples Libardos, como el otro protagonista de la película en mención, someten a diario a mujeres y niñas al miedo y la violencia ante la complicidad de un Estado indolente, incapaz, que utiliza la democracia para decidir sobre nuestros cuerpos, pero no para garantizar una vida libre de violencias.

¿Cómo pueden dormir tranquilos ante tanta impunidad funcionarios y funcionarias públicas con responsabilidades en la prevención, investigación y sanción de la violencia contra las mujeres y las niñas mientras se tiene la certeza que cada noche en algún rincón del país se repite sin remedio alguna escena de La Mujer del Animal?.

Tomado: Lasillavacia 

http://bit.ly/2tiermi

 

Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer- Convención de Belem do Pará. OEA, (1994).

Plataforma Cinco Claves. Cartilla “Las mujeres en los Acuerdos de Paz”, 2016, p. 7  Disponible en: .

Ibídem, p. 7

Políticos payasos: dejen de censurar a la prensa colombiana
Flip Fundación para la libertad de prensa / Foto: Vice.com

OPINIÓN | Estimados dirigentes políticos del país, la Constitución está para cumplirla, no para posar en la foto del tarjetón como demócratas y actuar, públicamente o a la sombra, como pandilleros.

En Colombia hay una enfermedad que parece incurable en la generación actual de líderes políticos. El diagnóstico es simple: atacan a periodistas que hacen denuncias o critican su labor, les asignan etiquetas estigmatizantes y evaden su deber de responder a los asuntos denunciados. El caso más reciente es el del subsecretario del Senado, Saúl Cruz, quien, más allá de mentir, generó el escenario perfecto para que líderes políticos de todas las tendencias vomitaran sobre la libertad de prensa y exhibieran el verdadero rostro antidemocrático de buena parte la política colombiana.

Al estigmatizar, los líderes políticos crean una atmósfera permisiva en la que sus seguidores se sienten habilitados para atacar a la prensa como respuesta a la crítica. La sociedad polarizada termina debatiéndose entre el odio por el «ataque injusto de la prensa» a su amado líder o la indignación por el estigma al periodista que lo criticó. A futuro, solo aquellos (pocos) periodistas que acepten convivir con el estigma seguirán denunciando. Los demás optarán por quedarse callados para evitarse la exposición a ser etiquetado como «narcotraficante», «traqueto», «delincuente», «guerrillero», «paramilitar», «vendido», «enmermelado», «pro-FARC», «payaso» o «perra».

El personaje más enfermo y campeón de esta táctica antidemocrática es Álvaro Uribe, pero la fauna política colombiana se esfuerza en imitarlo. Los senadores Mauricio Lizcano, José Obdulio Gaviria, Ernesto Macías, Thania Vega, Milton Rodríguez, Maritza Martínez, Alexander López, Rosmary Martínez, Hernando Pedraza y Sofía Gaviria no pueden pretender que al recular —derivando responsabilidad en el eslabón más payaso de la cadena— olvidemos sus palabras.

El punto grave para nuestra democracia no es que Cruz mienta, que otros payasos disparen y luego se excusen. Lo grave es que aun si la denuncia de Cruz fuera cierta, ¿la respuesta es la cárcel? ¡No! José Obdulio, eso pasa en Venezuela. ¿Viene el ELN a masacrar congresistas? ¡No! Senadora Rosmary Martínez, mejor vaya al psiquiatra. ¿Puede el Congreso imponer sanciones a la prensa? ¡Jamás! Los límites a la prensa son un fuero del poder judicial colombiano y, por eso, senadores Lizcano, Rodriguez, Pedraza y Martínez, tengan claro que por más que quieran no pueden imponer sanciones a la prensa. El colofón es para la senadora Sofía Gaviria, quien en su carta de «disculpas» reveló que poco le importaba el «pobre» Saúl Cruz. ¿Se sintió amenazada? ¡Claro que no! Ella encontró la oportunidad para atacar a un medio que la ha criticado previamente, una vendetta que se vale de cualquier excusa.

Al estigmatizar, los líderes políticos crean una atmósfera permisiva en la que sus seguidores se sienten habilitados para atacar a la prensa como respuesta a la crítica.

¿Y qué pasa? Nada.

 La tímida Corte Suprema de Justicia solo recomienda un uso moderado del lenguaje en Twitter, como ocurrió con la denuncia que Daniel Coronell interpuso contra el expresidente Uribe. En esa oportunidad, la Corte abrió la puerta para que la estigmatización no tuviera un contrapeso democrático y un costo aleccionador para los liderazgos públicos. Magistrados, ahí tienen las consecuencias: ya no es un político contra un periodista, sino diez senadores a los que les bastó con una mentira para estallar bombas contra las libertades civiles en la casa de la democracia.

La Procuraduría tiene desde enero una queja disciplinaria contra Uribe en la que no ha pasado nada. Con este escándalo, seguramente sancionará a Cruz. Eso es fácil. Pero dudo que se atreva a tocar a los senadores del cuento. Carrillo aún está por demostrar si es tan independiente de los poderes instalados. Entre ellos los intereses de su exjefe, el Presidente Santos, otro personaje que tampoco se abstiene de cachetear a la prensa cuando le conviene. Eso sí, se viste con un falso chaleco de periodista que no tiene pero que él cree que lo hace inmune.

Magistrados, ahí tienen las consecuencias: ya no es un político contra un periodista, sino diez senadores a los que les bastó con una mentira para estallar bombas contra las libertades civiles en la casa de la democracia.

Hace poco, Martín Caparrós escribió un desgarrador y sincero artículo sobre el fracaso de su generación en Argentina, «La culpa es de nuestra generación«. Escribe Caparrós que los desastres de la sociedad actual se deben asumir en colectivo. Me siento llamado a insistir en que el estigma a la prensa es un acto de censura cuando proviene de un líder político, cada vez que pase lo diremos desde la FLIP, pero este país me hace perder la esperanza en que los líderes actuales cambien de actitud. Están enfermos de censura. No se quieren curar y no hay magistrados ni procuradores que actúen. Denunciar que esto pasa puede, a lo mejor, ser útil para los liderazgos futuros.

Como plantea Caparrós: «Cada vez más conductas anormales nos parecen normales: nos parece normal que tantos coman poco, que tantos vivan mal, que tantos mueran antes, que la violencia —verbal o física— sea nuestra manera; nos parece normal que nos engañen». Nos parece normal que mientan, que ataquen a partir de mentiras y que esperen un perdón vía fast track para que olvidemos sus palabras en las próximas elecciones.

 ¿Qué tal si reconocemos al interlocutor y contradictor como dicta la democracia y evitamos degradarle? Ese sería un buen comienzo. Por el momento solo cabe decir que la censura es muy perra porque nos impide una deliberación pública libre y que los líderes políticos que estigmatizan a la prensa son unos payasos que no dan risa sino lástima, porque nos joden la democracia.

Tomado: FLIP

Por: Pedro Vaca – Director de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP)

 Vice Media Inc.

Subsecretario ‘Saulito’ Cruz, que así le han dicho los padrastros de la patria, tiene que irse del Senado.
Ricardo Silva Romero / Foto: Eltiempo.com

Por: Ricardo Silva Romero 

Que no pase una columna más sin darle las gracias a Noticias Uno. Que no se nos llegue este fin de semana sin reconocerles a los valerosos periodistas de Noticias Uno aquello de no haberse dejado amedrentar –de estar cumpliendo quince años de no dejarse aniquilar– por tantos políticos inescrupulosos de la era de la bulla.

 El periodismo, cuando sí lo es, recolecta las pruebas, recuenta los hechos, critica las apariencias, descubre las farsas antes de que se vuelvan la Historia. Y Noticias Uno no ha bajado la guardia desde que empezó, sino que ha reconstruido las tramas macabras de los poderosos vengan de donde vengan, y, en un país más atento y menos desmoralizado, millones ya habrían dejado de votar por estos populistas de manual: ¿soñé que “el que diga Uribe” iba punteando las encuestas presidenciales del 2018?

Palabras que empiezan por ‘sub’: subterráneo, subrepticio, subsecretario. ‘Sub’, el prefijo, indica “por debajo”. Y pienso, como cualquiera que se resista a la infamia, en aquel vergonzoso subsecretario del Senado con vocación de lobista que el miércoles pasado no solo fingió ser golpeado por un camarógrafo de Noticias Uno al que embistió dos veces, ¡dos!, sino que con voz trémula se atrevió a denunciar el hecho ante el Congreso –y sí, su patraña decadente fue probada por el noticiero, y lo que hizo es el fracaso de la política y de la decencia y de la vida adulta–, pero también pienso en esos diez senadores sublevados que aprovecharon la absurda invitación a “discutir los hechos”, que les hizo, olímpico, el presidente de la corporación, para aplastar sin piedad a los periodistas: adiós, democracia, adiós.

«Cómo puede encontrar el Senado de la República de Colombia una versión de los hechos que rescate del despido al subsecretario»

El martes 6 de junio, cuando fue evidente que no era el agredido sino el agresor, el subsecretario Cruz ofreció desde Cancún las peores excusas de la historia de las excusas: “fue un hecho accidental…”. Y el rectificador José Obdulio Gaviria –el que dijo Uribe– se disculpó por haber sido uno de los diez congresistas que calumniaron e injuriaron a los reporteros, pero con las palabras calumniosas e injuriosas “asumí que era un hecho cierto porque me consta que ese noticiero es una escuela de agresiones morales”: en la noche, cuando pocos colombianos se enteran, un puñado de buenos senadores trataron de pedir la renuncia de Cruz como haciéndole un guiño a la democracia, como reconociendo que el periodismo no puede estar en la mira de los políticos, pero fue otra vergüenza porque solo 14 senadores votaron la proposición.

Cómo pueden los colombianos pelear, perder amigos, arruinar comidas familiares, ser violentos por líderes como estos: tiene que ser que pocos se enteran.

Cómo puede encontrar el Senado de la República de Colombia una versión de los hechos que rescate del despido al subsecretario.

Cómo puede el expresidente Uribe –sí, mal ejemplo– decir que basta con que Cruz pida perdón.

El infierno ya no es la gruta polvorienta de los antiguos ni la caldera ejemplar de los católicos, sino la tal posverdad, la tal subverdad: el empeño de los populistas caraduras de negarnos la verdad e imponernos su mentira. Hay quienes osan negar, por ejemplo, la grabación en la que el exgerente del “no” no solo cuenta cómo engañaron a la gente, sino que imita, con sorna, el llanto de las víctimas. “Saulito” Cruz, que así le han dicho los padrastros de la patria en sus 15 años de subsecretario, tiene que irse del Senado: se inventó que un camarógrafo de Noticias Uno lo había agredido –y habrá que repetirlo hasta que suene tan grave como es–, y los hechos, hechos son. Y una vez más es lo fundamental dejar en claro que los enemigos de la libertad de expresión son enemigos de la ley, y son violentos: subsecretarios, subcongresistas, subpresidentes.

www.ricardosilvaromero.com

@RSilvaRomero

Tomado de: ElTiempo
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/ricardo-silva-romero/subsecretario-saul-cruz-97080
Mínimo: «Líder no es quien despierta nuestra violencia, sino quien nos libra del horror»
Por: Ricardo Silva Romero 

Colombia no puede seguir conformándose con menos de lo mínimo: y lo mínimo es, por ejemplo, que los políticos del país dejen de resolver sus líos estigmatizando –como poniéndoles un blanco en la espalda– a los periodistas.

Líder no es quien despierta nuestra violencia, sino quien nos libra del horror. Y una sola palabra contra un periodista, en este país en el que 153 han sido asesinados desde 1977, es una orden para los perros bravos y los ángeles vengadores y los ejércitos privados que viven esperando una señal. Está bien que se critique al presidente Santos por insistir en que el problema es que algunos columnistas se concentran en la parte mala –está bien criticarlo, digo, porque un grave defecto de su gobierno ha sido la convicción de que la culpa es de los otros–, pero él no suele pasar de la queja al estigma, a la calumnia que pone en peligro.

Un lector al que admiro me ruega que no hable más del expresidente Uribe. Yo le ruego de vuelta que entienda que, si la idea sigue siendo que esto sea una democracia, si la idea sigue siendo que nadie esté por encima de la ley, ninguno de nosotros puede dejar pasar sus acusaciones infundadas e impunes contra los periodistas como resignándose a que “calumnia” e “injuria” sean palabras en vías de extinción. Estaremos perdidos el día en que sea lo normal que –sin ninguna prueba, pues se trata de que la venganza se adelante a la justicia– un expresidente acuse de ser un delincuente a un ciudadano que lo está cuestionando con documentos en la mano. Quizás el día ya llegó, querido lector al que admiro, y quizás a una parte del país le parezca bien –leí en redes– “jugar al tiro al blanco” con los críticos del uribismo: razón de más para escribirlo.

Si la idea sigue siendo la democracia, no puede parecernos normal que un líder con semejante poder sea capaz de calumniar e injuriar como si solo se estuviera defendiendo.

El expresidente llamó a Yohir Akerman “desteñido militante del Eln”, el martes 29 de marzo de 2016, por traer a la memoria aquel reporte de la DIA; llamó a Daniel Coronell “extraditable”, “sometido a las Farc” y “enemigo de paramilitares”, el domingo 27 de noviembre de 2016, por denunciar sus saboteos al proceso de paz; llamó a Julián Martínez “periodista pro Farc”, el lunes 15 de mayo de 2017, por reseñar los subsidios oficiales que recibió su finca mientras él era el presidente; llamó a EL TIEMPO “obligado por el terrorismo”, el viernes 19 de mayo de 2017, por contar que la justicia le había ordenado retractarse por llamar delincuentes a los jóvenes asesinados en Soacha; llamó a Daniel Samper Ospina “bandidito”, “maltratador de niñas” y “payaso”, el sábado 20 de mayo de 2017, por traer a colación los tales subsidios.

Y es lo mínimo que los periodistas lo denuncien por calumnia para que, así el daño ya esté hecho, así los lobos solitarios hayan sido ya notificados, tenga él que ir a la Corte Suprema a pedirles perdón: ya el viernes 29 de julio de 2016 tuvo que excusarse con Hollman Morris por haberlo llamado “servil al terrorismo”, y propiciar, por ejemplo, que un hombre se ofreciera en las redes a matarlo.

No puede pasar. Si la idea sigue siendo la democracia, no puede parecernos normal –“ah, él es así…”– que un líder con semejante poder sea capaz de calumniar e injuriar como si solo se estuviera defendiendo: creo, lector, que tenemos que salir reconciliados e ilesos de esta guerra vieja en la que vale cualquier falsedad porque cualquier cosa vale, pero también creo que para lograrlo es importante cuidar las palabras, devolverles su peso, su gravedad; reconocer que buscar el fin del conflicto es también estar en contra de las Farc, el Eln, los paramilitares; aspirar a que las leyes sean las reglas del juego; notar que la Constitución nos llama a redoblar esfuerzos para superar esta violencia que ha sido nuestra norma, y redoblarlos: eso es lo mínimo.

www.ricardosilvaromero.com

Tomado: ElTiempo

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/ricardo-silva-romero/minimo-calumnias-de-alvaro-uribe-hacia-periodistas-92434