Crculo de Periodistas de Bogot
La paz sin Uribe
La paz sin Uribe Foto: SEMANA

El expresidente y los del No no le jalaron al nuevo acuerdo. ¿Cuáles son las implicaciones políticas de sacarlo adelante en un país cada vez más polarizado?

En realidad nunca hubo muchas posibilidades de que el uribismo y las Farc pudieran llegar a un texto del acuerdo de paz aceptable para las dos partes. Los puntos que el Sí y el No consideraban inamovibles eran los mismos, pero en direcciones diametralmente opuestas.

Tres temas constituían la columna vertebral del acuerdo para las Farc: penas leves, elegibilidad política y blindaje a través de la Constitución. Para el uribismo y los del No, al contrario, las exigencias eran penas más severas, elegibilidad solo después de cumplida la condena y blindaje sin manipulación de la Carta. Llegar a un consenso sobre esos tres puntos hubiera sido muy difícil.

Sin embargo, un cuarto elemento en el fondo lo hacía imposible. Como la verdad se convirtió en uno de los ejes del proceso, las Farc aspiran a que se reconozca que la guerrilla no es la única responsable del conflicto, sino que todos los sectores de la sociedad en alguna forma comparten ese pecado. Para aplicar este criterio fue creada la justicia transicional. Esta hará pasar al banquillo no solo a los guerrilleros, sino a los agentes del Estado que hayan violado los derechos humanos y a los empresarios que hayan financiado el paramilitarismo.

Para el uribismo esto es un invento para que los victimarios se conviertan en víctimas y viceversa. A pesar de los ajustes que se le hicieron en el nuevo acuerdo a la justicia transicional para articularla parcialmente con la justicia ordinaria, las dos visiones sobre la responsabilidad del conflicto son incompatibles. Aunque el uribismo esgrimió en el momento de romper con el gobierno la bandera de la protesta por el desacuerdo en cuanto a elegibilidad política, en realidad el punto más determinante para ellos es el alcance y los posibles excesos de la justicia transicional.

Por lo anterior, el supuesto acuerdo nacional que se buscaba con participación del uribismo en el fondo era imposible. Prolongar las negociaciones hubiera puesto en peligro el cese bilateral del fuego sin que ninguno de los inamovibles pudiera ser solucionado. Y en el trasfondo de todo esto estaba el hecho de que, políticamente, al Centro Democrático le convenía más no entregar la bandera de la oposición que darle su bendición al nuevo acuerdo. Con el caballito de batalla de la “resistencia civil”, ese partido aspira a quedar mejor posicionado como alternativa de poder para 2018.

Ante esa realidad, el presidente Santos no tenía opción diferente que seguir adelante sin los del No. Ese es un camino espinoso. Quedan dos etapas pendientes que son la refrendación y la implementación, y la forma de ejecutarlas ha sido objeto de controversia. Las cabezas del No han pedido un plebiscito. Santos lo ha descartado con el argumento de que intensificaría la polarización, lo cual es verdad. No ha mencionado el temor de que el Sí podría volver a ser derrotado. Esto, sin embargo, no es seguro. La gente está tan cansada con el proceso de paz que a pesar de la insatisfacción por el producto final, probablemente lo aprobaría solo para doblar la página. Al fin y al cabo, otro triunfo del No dejaría al país descuadernado.

Por eso la refrendación y la implementación han quedado en manos del Congreso. Esa es una fórmula jurídicamente válida, pero políticamente frágil, sobre todo en cuanto a la refrendación. Para comenzar, convocar un plebiscito después de la firma del primer acuerdo no era necesario. Había sido un ofrecimiento del presidente para darle legitimidad a lo pactado con base en el voto director de cada uno de los colombianos. Al pasarle la responsabilidad al Congreso se está cambiando el voto directo por el indirecto, y eso podría ser interpretado como el incumplimiento de un compromiso. Además se sabe que los partidos de la Unidad Nacional garantizan las mayorías para aprobar lo que el gobierno presente. Eso no tendría problemas si se hubiera presentado así desde el principio, pues el Congreso, a pesar de su desprestigio, en teoría podía ser el órgano para cumplir esas funciones. La fragilidad política, por consiguiente, no se deriva tanto del mecanismo adoptado como del cambio en las reglas de juego.

¿Qué sigue?

 

Según el panorama actual, lo renegociado en La Habana va a ser refrendado e implementado con bastantes complicaciones y sin mayor entusiasmo. Es una situación desalentadora ante la dimensión del esfuerzo invertido en cinco años de negociaciones exhaustivas, y ante el hecho de que en 150 días las Farc entregarán las armas. El acuerdo nuevo es razonable y es indudable que la derrota del Sí permitió mejorar el anterior. Sin eso, las Farc no hubieran aceptado las concesiones que hicieron en la segunda etapa. Sin embargo, por saturación del tema y por juegos de política interna el estado de opinión del país es lánguido y escéptico.

La cohesión que lograron quienes asumieron la vocería del No durante las últimas semanas bajo el paraguas del uribismo garantiza que no se quedarán quietos después de la firma del acuerdo. De hecho, entre miércoles y viernes comenzaron a esbozar las acciones que tomarán en su contra. La estrategia es promover una ‘resistencia civil’ en varios frentes. Por un lado, en la medida en que avance el proceso de implementación, generar movimientos de protesta tanto en el Congreso como en la calle. “En algunos casos votaremos No, en otros nos retiraremos de la sesión”, dijo el senador uribista Alfredo Rangel.

La eficacia de esta resistencia dependerá de la manera como se resuelva una demanda que cursa en la Corte Constitucional sobre la vinculación del plebiscito al denominado  fast track. Este es el mecanismo contemplado en el Acto Legislativo para la Paz que tenía por objeto tramitar en forma expedita los acuerdos en el Congreso. El fast track implica que los senadores y representantes solo podrán aprobar o negar los proyectos de ley que el gobierno presente, sin la posibilidad de modificarlos. Si la corte decide resucitarlo, lo único que podrán hacer los contradictores será dejar constancias con pocas implicaciones prácticas.

Pero aun si la corte decide que al haber ganado el No no hay fast track, los 30 congresistas del Centro Democrático tendrían poco margen de acción frente a las mayorías santistas. Y aunque  se sumarán a los uribistas varios conservadores, y Cambio Radical dejará constancias en algunos temas, la oposición podrá hacer ruido y alargar los debates, pero no descarrilar el proceso.

Por eso, con o sin fast track, los uribistas van a estar en pie de guerra. Además de las protestas en el Congreso, han mencionado otras dos posibilidades de ‘resistencia civil’. Una de ellas convocar a un referendo ciudadano, pero que este sea aprobado no es fácil. Requiere, además, de 3,5 millones de firmas (el 10 por ciento del censo electoral), que la mayoría del Senado y la Cámara de Representantes aprueben su convocatoria y que posteriormente la Corte Constitucional la avale. Si supera todos esos obstáculos, se requiere al final que vote la mitad más del 25 por ciento del censo electoral. De todos esos requisitos, el único que se ve posible son los 3,5 millones de firmas. Al llegar al Congreso, las mayorías de los partidos de la mesa de la Unidad Nacional lo trancarían.

El tercer escenario que han planteado los del Centro Democrático es aún menos viable. Sería la revocatoria del Congreso con el argumento de que el actual no representa la nueva realidad política creada por el triunfo del No en el plebiscito. Esa interpretación puede ser válida, pero esa vía requiere un proceso tan complicado como el del referendo y también incluye la aprobación de los actuales parlamentarios, lo cual no va a pasar.

Aunque ninguna de esas iniciativas del Centro Democrático modificará lo pactado en La Habana, sí tendrán una utilidad política. Mantener viva la bandera de que se le habría puesto conejo a la voluntad popular servirá para energizar a la tropa y mantenerla carburada. Eso no sería tan fácil si ese partido hubiera apoyado el acuerdo. Con el uribismo en rebeldía y el gobierno con el sol a las espaldas, la oposición ve las elecciones de 2018 con buenas perspectivas.

Esas buenas perspectivas ponen en peligro cualquier blindaje del acuerdo firmado en el Teatro Colón el jueves pasado. Como el Congreso va a hacer la refrendación y la implementación, teóricamente se podrían deshacer por la misma vía. Eso no es muy probable pues requiere no solo ganar la Presidencia, sino tener la voluntad de meter al país en el túnel negro de reversar el acuerdo de paz. Pero como ha demostrado Donald Trump en los últimos días, hay muchas causas que aunque son irrealizables en la práctica, sirven para ganar votos en las elecciones.

Tomado de:Semana.com

Dilatar, dilatar y dilatar
Daniel Coronell. Foto: John Caslon

Uribe espera que el paso del tiempo se encargue de erosionar el cese al fuego y que el regreso de la violencia termine dándole la razón sobre la inconveniencia de los acuerdos.

La apuesta del expresidente Álvaro Uribe es sencilla: si el proceso de paz con las Farc se enreda surge el caos y si surge el caos el país necesita un mesías. Todos sus esfuerzos se encaminan a dilatar la refrendación de los acuerdos, que esta semana llegan al Congreso, para hacer más lenta y tortuosa su implementación.

Cuando no pueda extender más la operación tortuga tratará de convocar un referendo para seguir poniendo en duda lo firmado y dilatando su consolidación.

Después buscará torpedear, en el nivel local, las zonas de concentración destinadas a la dejación de las armas para –una vez más- dilatar la desaparición de las Farc como grupo armado y su conversión en movimiento político.

Él espera que el paso del tiempo se encargue de erosionar el cese al fuego y que el regreso de la violencia termine dándole la razón sobre la inconveniencia de los acuerdos.

El nuevo texto incluyó la mayor parte de los reparos de los partidarios del No y del expresidente Uribe en particular. Sin embargo, ningún resultado podía ser bueno para él porque un proceso de paz que funcione dificulta su regreso al poder.

Las condiciones suyas no satisfechas son las que dinamitan la esencia de un acuerdo de paz. Un grupo insurgente -que no pudo ser exterminado por el Estado- no firma la paz para que sus integrantes terminen en la cárcel o para que les prohíban participar en política. Esa es la diferencia entre un tratado de paz y una capitulación.

Por eso el acuerdo de paz establece penas alternativas, aunque restrictivas de la libertad, y permite la participación simultánea en política.

 

Hace un tiempo en la Asamblea General de las Naciones Unidas, un jefe de Estado explicaba su visión de lo que ocurre cuando se ofrecen sanciones alternativas a criminales de guerra:

“Comprendo la preocupación que surge de atenuar la justicia frente a delitos graves, pero también debe entenderse que en un contexto de 30.000 terroristas, la paz definitiva es la mejor justicia para una nación en la cual varias generaciones no han conocido un día sin actos de terror”. (Ver video ONU1)

Quizás los uribistas discrepen de esa afirmación y también de una contundente frase que hace parte del mismo discurso: “Hay momentos que demandan ajustar la ecuación entre justicia y paz para que esta llegue y se consolide. Llevamos con nosotros lo expresado por el secretario general, Kofi Annan, quien ha propuesto un magnífico balance entre la necesidad de la justicia y la de salvar vidas inocentes”. (Ver video ONU2)

Pues bien, señores, quien así hablaba, el 30 de septiembre de 2003, ante los representantes de las naciones del mundo era Álvaro Uribe, entonces presidente de Colombia.

Unos días después su gobierno presentó al Congreso el primer proyecto de ley de alternatividad penal que buscaba iniciar el proceso de paz con los paramilitares.

El entonces ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño, aseguró en la exposición de motivos: “Para que haya plena justicia tendríamos que profundizar la guerra hasta límites inconcebibles para derrotar a todos los enemigos de la democracia y llevarlos a las cárceles, o explorar fórmulas audaces que no contrapongan la paz a la justicia, fórmulas que permitan superar un concepto estrecho de justicia que se centra en el castigo al culpable para acceder a un nuevo concepto de justicia que nos permita superar de manera efectiva el desangre y la barbarie a fin de reinstaurar plenas condiciones de convivencia. Fórmulas que permitan alcanzar la paz reorientando el sentido de la justicia y la función de sus aplicaciones en el horizonte del fortalecimiento de la democracia”. (Ver exposición de motivos 1.jpg)

La justificación del proyecto de ley establecía también la futura participación de los firmantes de la paz en política: “La necesidad inexorable de acudir a procedimientos especiales, para que aquellos que han estado por fuera de la ley puedan reincorporarse a la sociedad y contribuir a la construcción de condiciones que hagan posible de nuevo la convivencia pacífica entre los asociados”. (Ver exposición de motivos 2.jpg)

Para Uribe la paz solo es posible cuando sirve para ampliar su poder. Cuando eso suceda, volverá a sostener lo contrario de lo que hoy dice.

Colombia sigue siendo un país con cifras dramáticas de violencia contra la mujer

 

Por: Martha Díaz*

Se habla de la violencia contra la mujer, cuando el término es utilizado para referirse a cualquier tipo de maltrato físico, psicológico o verbal en contra de ellas, pero también hace referencia a temas como la discriminación y el menosprecio, llegando hasta su punto máximo, cuando se observa la violencia física.

El mundo también se enfrenta al tráfico de mujeres que se presenta en varios países y hoy las que sufren diferentes tipos de violencia, terminan afectadas por cantidad de problemas de salud y es cuando disminuye significativamente su capacidad de participar en la vida pública.

Colombia no se queda atrás

En Colombia la violencia contra la mujer se ha incrementado durante los últimos años, resultando en un mayor número de denuncias y asimismo esta situación termina en un incremento en la impunidad de crímenes relacionados con ellas.

El Centro de Referencia Nacional sobre Violencia señaló que entre Enero y Febrero de 2015, 126 mujeres han sido víctimas de homicidio y 2.631 acudieron al Instituto de Medicina Legal, para ser valoradas por un presunto delito sexual.

Este año, según cifras del Instituto Colombiano de Medicina Legal, se registran cada día, en promedio, 117 casos de violencia de pareja contra la mujer. Hasta agosto pasado se habían registrado más de 29.000 casos en el país. En el 2015 el promedio fue de 112 por día, lo que significa que los casos han venido aumentando.

La Defensoría del Pueblo advirtió recientemente que las mujeres siguen siendo víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado. Según este organismo humanitario, las agresiones contra la población femenina en este contexto persisten: hay 12.740 mujeres víctimas de este flagelo (560 niñas y adolescentes), señala el último reporte del Registro Único Nacional de Víctimas.

 

Según la Fiscalía General de la Nación, ocho de cada diez mujeres se niegan a denunciar por miedo. Se reciben 14 denuncias cada hora y la violencia familiar se incrementó en un 20.4%. Este año se han recibido 99.805 denuncias por violencia familiar. Cada hora se reciben 14 denuncias

Todavía es elevado el número de mujeres que no se atreven a denunciar a su pareja, porque tienen miedo de perder a la persona que lleva el sustento económico a la casa.

Pero existen otros tipos de violencia que en muchos casos son invisibles o rutinarios y que tienen relación directa con la atención que se brinda a las mujeres en los centros hospitalarios.

 

La Violencia Obstétrica:   Otra violación de los derechos humanos

Muchas son las mujeres a las que no se les permite decidir sobre sus cuerpos durante el trabajo de parto, parto y postparto, y se sienten vulneradas por la atención brindada por el personal de salud y las instituciones hospitalarias, señaló la Dra. Ivonne Díaz, Presidente de la Federación Colombiana de Ginecología y Obstetricia, FECOLSOG.

Esta clase de violencia se expresa en el trato deshumanizado hacia la mujer embarazada, porque en los hospitales se ven múltiples manifestaciones que resultan amenazantes en el contexto de la atención de la salud sexual, embarazo, parto y post parto.

En el Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, la Presidente de FECOLSOG señala que los servicios de salud, deben brindar una atención de calidad, respetuosa y atenta a los derechos humanos y esto implica eliminar los malos tratos propiciados en algunos casos de manera sistemática hacia las mujeres que hacen uso de los servicios.

Por un parto más humanizado

Señaló la Dra. Ivonne, que en Colombia se debe garantizar el derecho de las mujeres a contar con toda la información relacionada con sus tratamientos, así como el derecho a recibir por parte del personal de salud el mejor trato posible, teniendo en cuenta las limitaciones de los servicios de salud sexual y reproductiva, garantizando la igualdad del acceso y la calidad de la atención, independientemente de la procedencia socioeconómica o cultural de la paciente.

El Gobierno deben garantizar estos derechos a través de políticas y programas para mejorar la atención en salud de las mujeres, incorporando la perspectiva de género, los derechos humanos y la atención culturalmente adecuada antes, durante y después del parto, a todas las políticas públicas y programas que afecten a la salud de las mujeres en el país, dijo la Dra. Ivonne Díaz.

Muchas son las mujeres a las que no se les permite decidir sobre sus cuerpos durante el trabajo de parto, parto y postparto, y se sienten vulneradas por la atención brindada por el personal de salud y las instituciones hospitalarias.

En esta fecha especial, FECOLSOG aboga por un trato más humanizado del parto en las mujeres colombianas, para que acudan a los servicios de salud con la tranquilidad de que van a recibir una atención humana por parte de todo el personal médico.

De igual manera FECOLSOG trabajará intensamente en el acompañamiento, asesoría y creación de lineamientos que sean adoptados por las diferentes instituciones hospitalarias del país, para garantizar una atención más humanizada del parto.

El Comité de Medicina Materno Fetal de FECOLSOG ha iniciado una intensa campaña orientada a disminuir el número de cesáreas en las pacientes colombianas, permitiendo que sea la paciente quien decida sobre el futuro de su bebé.

De igual manera la Presidenta de FECOLSOG anuncia que se iniciará un proceso de entrenamiento en el territorio nacional en métodos de planificación de larga duración LARCS, para fortalecer los programas de educación a la comunidad y se mantendrá la política de disminución de la mortalidad, a través de talleres de emergencia obstétrica, orientados a salvar vidas.

FECOLSOG mediante conferencias, talleres, medios de comunicación y ayudas visuales, desarrollará una intensa campaña en todo el país contra la violencia obstétrica que se presenta en la mujer, y que afecta su calidad de vida.

Martha Díaz, socia del CPB

 

El camino para erradicar las violencias contra la mujer

Las razones por las que persiste esta situación es por hábitos que favorecen las agresiones.

La transformación cultural

Por Martha Ordóñrz Vera*

Aunque tenemos que reconocer que las violencias contra las mujeres siguen teniendo niveles preocupantes y afectan de manera profunda sus vidas, queremos resaltar cómo la conmemoración del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres, demostró cómo sus voces están tomando cada vez más fuerza para reclamar sus derechos y hacer sentir que no están dispuestas a seguir callando frente a cualquier situación de maltrato o de violencia.

Lo que vimos este viernes, con marchas, jornadas académicas, tendencias en redes sociales, campañas, es una demostración de solidaridad y unión de mujeres, sororidad, en términos feministas, que las invita y motiva a trabajar juntas para cambiar la realidad de violencia y discriminación, pero, sobre todo, que envía un mensaje contundente a toda la sociedad y a las instituciones del país, para no seguir tolerando y naturalizando cualquier expresión de maltrato.

Una de las principales razones por las que persiste esta situación la podemos explicar en el mantenimiento de hábitos, actitudes, percepciones y prácticas culturales que legitiman, favorecen, soportan y dan continuidad a las agresiones y los daños contra las mujeres.

Estas actitudes se fundamentan en imaginarios nocivos. Se pueden citar algunos ejemplos que sustentan lo anterior, afirmaciones como: “Las mujeres que siguen con sus parejas después de ser golpeadas es porque les gusta” o “los problemas familiares se resuelven solo por los integrantes de la familia”, o “el papel más importante de las mujeres es cuidar de su casa y cocinar para su familia”.

Esto permite evidenciar que sigue existiendo una postura autoritaria y patriarcal fundamentada en la exclusión y en la falta de reconocimiento de la individualidad y las diferencias como seres humanos, que sigue relegando a las mujeres a posiciones de subordinación y desventaja.

La transformación de patrones sociales y culturales, así como de imaginarios y prácticas discriminatorias que toleran las violencias contra las mujeres, debe iniciarse desde la familia, y ampliar su incidencia en la sociedad y en las instituciones.

Enumeramos algunos aspectos en los que desde la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer consideramos es posible y fundamental incidir: primero, la transformación de las masculinidades tradicionales; es decir, desde el hogar, la escuela, el trabajo, las relaciones personales, es pertinente replantear la relación entre la masculinidad y la fuerza, la dureza, la protección, el reconocer al hombre como proveedor del hogar, como el tomador de decisión en espacios públicos y privados.

Segundo, como lo señalaba anteriormente, es necesario erradicar la “aprobación” que existe frente a la violencia contra las mujeres; cada vez que usamos afirmaciones como “las mujeres que se visten de manera provocativa se exponen a que las violen” o “una buena esposa debe obedecer a su esposo así no esté de acuerdo” estamos, por un lado, legitimando la violencia contra las mujeres, y, por el otro, reproduciendo estereotipos sociales que perpetúan la propiedad y supremacía que tienen los hombres sobre las mujeres.

Desde el Gobierno Nacional consideramos la conmemoración del 25 de noviembre un momento estratégico también para fortalecer en nuestras entidades, y con nuestras servidoras y servidores públicos, una cultura de cero tolerancia frente a cualquier tipo de violencias hacia las mujeres.

MARTHA ORDÓÑEZ VERA
Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer

Tomado de:El Tiempo.com

Tiempos de fanatismo
Foto: El Espectador
Por: Yolanda Ruiz

Cuando alguien escribe en Twitter que el exterminio de la Unión Patriótica era “un mal necesario”, que “ojalá se muera” el presidente o que “los periodistas deberían ser aplastados como ratas”, es fácil ver los síntomas de un problema grave que nos compete a todos y no es asunto de “los demás” como creemos.

Cuando en Estados Unidos la Presidencia la gana un hombre que monta su candidatura en la xenofobia, la mentira y el total irrespeto a las mujeres, la humanidad queda al borde de un abismo, si no es que ya comenzamos a caer. Los mensajes de odio están por todas partes: en las redes, las campañas políticas, los micrófonos de radio, las tertulias familiares, las calles y hasta en las iglesias.

El asunto se complica cuando los mensajes de fanatismo se convierten en hechos violentos que conocemos bien. El asesinato uno tras otro de líderes sociales y políticos en las zonas golpeadas por el conflicto es otro campanazo de alerta. Dicen que son decenas ya o que pasan de 100. Dicen que son los nuevos paras o los viejos que no se han ido, que son las bacrim o grupos sin nombre. Dicen que hay un ejército anti-restitución… Y mientras todos dicen vamos caminando en el túnel del tiempo hacia esos años 80 que todavía nos duelen a quienes tenemos memoria de ellos. Es una sensación de déjà vu que genera pánico porque ya sabemos hasta dónde puede llegar. El fanatismo de una guerra que no hemos podido acabar del todo, nos dejó más de 200 mil muertos, sin contar con los miles que nos dejó la otra Violencia, así con mayúscula, la del fanatismo de liberales y conservadores. ¿Será que no aprendimos? ¿Tendremos más masacres con el ingrediente adicional de los fanáticos aplaudiendo el desangre desde las redes sociales?

El fanatismo quemó en la hoguera a mujeres acusadas de brujas, arrasó culturas milenarias. El fanatismo bombardea pueblos ajenos y se inmola en atentados. El fanatismo destruye con facilidad y sin remordimiento porque el otro es el enemigo. Para algunos se trata de querer negar a esos “indeseables” la voz, el espacio, la opinión, pero para otros el objetivo va más allá y llega a buscar el exterminio físico de quien es distinto.

El fanático justifica sus agresiones y condena las de los otros. Defiende a los suyos cuando los acusan de delitos, pero quiere que la justicia actúe contra los demás. El fanático no ve matices; es todo o nada porque siente que su pensamiento es la única verdad que existe y todo lo demás es error, delito o pecado. Por eso quiere imponer su visión a los demás.

El fanatismo todo lo explica y lo justifica desde la mirada política, ideológica o religiosa que se toma el cerebro del fanático que ni ve, ni oye ni entiende porque no quiere hacerlo. No necesita hacer ese esfuerzo. Alguien pensó por él y le dice qué hacer, qué sentir. Alguien que sí tiene clara su meta, su interés o su negocio y que lanza ideas sencillas cargadas de emociones fáciles de digerir y de asimilar.

El fanático no ve que la duda es la madre del entendimiento y del conocimiento. No se da cuenta de que dejar espacio abierto para escuchar, mirar, procesar nos puede llevar por caminos propios y mejores. El fanático no ve cuánto lo deshumaniza el hecho de cerrar su mente a reflexiones nuevas y distintas. El fanático pertenece a una masa y sabe siempre quiénes son los malos y los buenos. Por eso el diálogo no fluye y la agresividad es su mejor camino.

Por una vez sería bueno que cada quien dejara de señalar con el dedo a los demás como el origen de todos los males y se parara frente al espejo para ver si en esos ojos se oculta la mirada de un fanático listo para linchar a quien se aparte de su idea. Mi problema, por ejemplo, es que la terquedad me jala hacia los puntos medios y me demoro a veces en entender lo que creo correcto. Me pregunto si no tendré que deslizarme a alguna orilla para ver cómo se ve el panorama desde allí. ¿Sería más sencillo?

Tomado de: El espectador
Legitimidad a Discreción
Foto: radiosantafe.com

Todo el mundo reclama legitimidad, pero nadie la respeta. Se valen de los más variados sofismas de distracción y de cuanta mentira existe, para reclamarla cuando les conviene, o mancillarla cuando los perjudica.

Ahora todo está montado sobre la legitimidad en torno al Acuerdo de paz con las Farc. El gobierno, con base en las normas existentes, decidió enviarlo al Congreso que es el órgano idóneo para refrendarlo y blindarlo contra cualquier gobierno guerrerista que pueda suceder al actual.

Se tuvieron en cuenta los centenares de puntos que los “noistas” entregaron al gobierno, muchos de ellos inocuos que solo buscaban dilatar el desarrollo del proceso. Unos pocos, como la elegibilidad no fueron admitidos por las Farc, que generosamente los estudiaron. Los del no, no aceptan que exguerrilleros sean parlamentarios. Aun recordamos la época durante la cual paras y narcos tenían el 35% del Congreso. Los “noistas”, querían pan y pedazo.

Los uribistas, por ejemplo, consideraron que el plebiscito no les servía y que lo desconocerían, porque pensaron que perderían. Acusaron al Consejo Electoral que hacer fraude. Pero cuando lo ganaron, fue bueno y legítimo a pesar de la precariedad del margen.

Pero la fortaleza del Acuerdo es tal que sale como el “ave fénix”, porque nuestras leyes y nuestra Constitución permiten su aprobación y su puesta en marcha, así los agentes del desastre quieran que sigamos en guerra.

El “asesinato mediático” del que hablaba en su columna la exministra Cecilia Álvarez, se aplicó durante el plebiscito, como lo confesó orgullosamente el director de la campaña uribista. Ahora se practica de nuevo, a las fórmulas para la refrendación del Acuerdo.

Colombia no podrá salir adelante, mientras Uribe y sus febriles seguidores, crean que sigue siendo Presidente. Y mientras se crea con patente de corso para desacreditar al país y a las gentes que no comulgan con él. Es al único que le aplauden la “traición a la Patria. Es una “manzana podrida” en nuestra canasta de la convivencia, la recuperación, la corrección y la paz. A Uribe se le permite todo, porque aún hay quienes quieren la guerra, las motosierras, la destrucción, porque constituyen jugosos negocios.

Vale la pena que la dirigencia, el país elector y el país abstencionista, piensen más en la patria, que en sus propios intereses y que olviden, por ahora, sus ambiciones políticas y electoreras del 2018. Una pausa que nos abra el halagüeño panorama.

BLANCO: Que las niñas vuelvan a ser las “Reinas del Hogar”, no de nocivos concursos para ciertos intereses.

NEGRO: Muchos se preguntan: ¿a quién representa Ordóñez?

Por: Gabriel Ortiz
Pierna arriba
Foto: El Tiempo
Por: Juan Esteban Constaín

Hay políticos que se legitiman y conquistan el poder no solo por el fervor de sus seguidores sino por la obsesión enfermiza que con ellos tienen sus detractores.

Alguna vez, a principios de este año que ya se va a acabar, pero no cantemos victoria, hablé aquí de un concepto sociológico y moral en el que me inició el profesor Esteban Duperly: la ‘pregnancia de lo malo’, la pasión que tenemos o desarrollamos por las cosas más truculentas y más retorcidas y más grotescas, hasta sublimarlas y encontrarles su profundo encanto y volverlas una necesidad en nuestra vida.

Pasa también en el amor, aunque no sé si allí se tipifique bien el concepto de la pregnancia de lo malo, quizás no. Pero a todos nos ha ocurrido: que muchas veces nos enamoramos de quien nos hace daño, de quien más nos hace sufrir; o nos sentimos atraídos por alguien y luego descubrimos que lo que nos gusta son sus defectos, no sus virtudes. En ambos casos lo que hay es una obsesión, una enfermedad.

Creo que los psicólogos (pero estoy especulando) les dan a esas relaciones el nombre de ‘relaciones tóxicas’: relaciones malsanas en las que lo fundamental es sufrir, lacerarse con ellas, y en las que una de las partes, por lo general la que más las padece, las vuelve una perversa necesidad: una maldición de la que no se puede salir; un lugar doloroso al que siempre se vuelve.

La mamá de un amigo mío, una señora respetabilísima de la sociedad bogotana, solía irse todos los años, hace años, a unos retiros espirituales que organizaba para ella y sus amigas un cura sibarita y glotón. Una vez le preguntó mi amigo: “¿Y cómo te fue en el retiro?”. Le respondió la viejita: “Delicioso: lloramos lo que tú no te imaginas…”. La felicidad del sufrimiento; el placer de rascarse y rascarse, y no solo con trago.

Lo increíble es que ese tipo de relaciones tóxicas, esa forma aberrante de la pregnancia de lo malo –si es que lo es– también se dan en el plano colectivo, en la vida pública. Y hay políticos, muchísimos, que se legitiman y conquistan el poder, o lo acrecientan, no solo por el fervor de sus seguidores sino además, y sobre todo, por la obsesión enfermiza que con ellos tienen sus detractores.

En agosto del 2012, no se me olvida, escribió Umberto Eco una maravillosa columna en la que hablaba del regreso a la política italiana de Silvio Berlusconi, ‘Berlusca’. Que es un sátiro y un degenerado, sin duda, una especie de actor porno senil y millonario. Pero que también es un monstruo del poder: un tipo con un carisma y un cinismo arrolladores, capaz de ganar él solo, contra todos, las elecciones que le pongan por delante.

¿Por qué? La respuesta la daba Eco en su columna: porque Berlusconi había logrado ganarse no solo el favor de sus seguidores, obvio, sino también, aunque suene contradictorio, el de sus enemigos, quienes se obsesionaron tanto con él que lo necesitaban más que a nadie en la vida, pues su discurso estaba todo centrado en desprestigiarlo y acabarlo, en mostrar sus bajezas. Y cuanto más lo odiaban, mejor le iba.

Fue también lo que ocurrió en las pasadas elecciones en los Estados Unidos, y esa es una de las explicaciones del triunfo aterrador de Trump: que él logró engendrar una relación tóxica con quienes tanto lo criticaban, y fueron ellos los que lo volvieron, primero, un chiste omnipresente, y luego la mejor encarnación de esa mentalidad racista y prejuiciosa que con él salió del clóset y fue a ganar las elecciones.

En un mundo cada vez más dispuesto a propagar y multiplicar cuanta idiotez se diga o se haga, mientras más delirante, mejor. Con unos medios de comunicación desesperados por el ‘tráfico’, los ‘clics’, las ‘visitas’ y la circulación morbosa de sus titulares en las redes sociales: el verdadero paraíso del demagogo y el payaso.

Antes mucha gracia que Berlusconi no hubiera sido también Papa. Seguro fue él quien no quiso.

Tomado de : El Tiempo
Opinión: Trump apenas comienza

 


Dos semanas han pasado desde la histórica victoria electoral de Donald Trump. Algo queda claro: quienes pensaron que no sería tan malo, se equivocan, opina Michael Knigge.


Uno puede molestarse porque Donald Trump, que ya firma oficialmente como presidente electo, siga echando pestes a través de Twitter sobre los medios, manifestantes y artistas que critican a su persona, su política o, las más de las veces, a ambas.

Uno puede molestarse porque el presidente electo Trump también a través de Twitter sugiera a otro país, Reino Unido, qué embajador debe enviar a Estados Unidos, en referencia a Nigel Farage, el arquitecto del brexit.

Uno puede molestarse porque el presidente electo Trump se libre de tres pleitos judiciales por fraude contra la universidad que lleva su nombre, a cambio de 25 millones de dólares, mientras docenas de otros procesos en los cuales está involucrado siguen su curso.

Y uno puede molestarse porque el presidente electo Trump siga ocultando su declaración fiscal, y porque la anunciada división entre sus intereses empresariales, traspasando el poder de sus empresas a su familia, suene más que dudosa en el mejor de los casos.

Todo esto puede y debe molestar. Estos indicadores señalan que el candidato Trump no se diferencia en lo esencial del presidente electo Trump. Solo quedaría esperar que el cambio se produzca en el momento que se mude a la Casa Blanca.

Michael Knigge, periodista de DW.Michael Knigge, periodista de DW.

Hechos concretos

Pero tal esperanza es engañosa, pues Trump no solo ha repartido cizaña por Twitter. También ha dejado hechos en claro. Y estos hechos contienen un mensaje: el presidente electo está dispuesto a llevar a los hechos aquello que anunció en campaña.

Así, declaró a través de un video que entre sus primeras acciones como presidente estará la salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio Transpacífico (TTP). Eso ya lo dijo desde su campaña. Además, Trump dijo  que anulará las regulaciones energéticas que obstaculizaban el llamado fracking y la producción local de carbón.

Con ambas iniciativas, Trump da un giro brusco en dos aspectos políticos centrales de la presidencia de Obama. Si éste impulsó el libre comercio y la protección al medio ambiente, Trump se orienta hacia el proteccionismo y la explotación tradicional de energía, en perjuicio del medio ambiente.

Giro hacia la derecha

Esto no debería sorprender, pues desde mucho antes de la campaña él dio a conocer su posición sobre ambos temas, que para él están vinculados. Ya hace cuatro años había dicho que el concepto del calentamiento global había sido inventado por China, con el fin de debilitar a la industria estadounidense. Así queda claro que con Donald Trump, Estados Unidos no querrá ni podrá cumplir con las metas ambientales acordadas en París. Las decisiones sobre su equipo de trabajo son, por lo menos, tan preocupantes como estos giros en cuanto al libre comercio y el medio ambiente.

Como su principal asesor nombró a Steve Brannon, antiguo jefe del portal derechista Breitbart. Para comprender la dimensión de esta medida, cabe recordar que este hombre, que será el estratega y asesor más influyente del próximo presidente estadounidense, se calificó en una reciente entrevista como «un nacionalista”. Apenas el pasado verano, Brannon se jactaba de haber convertido a Breitbart en una plataforma del movimiento supremacista alt-right.

No es el único nombramiento preocupante por parte de Trump. Michael Flynn, exjefe de los servicios secretos militares, será el máximo asesor del presidente en materia de seguridad. Flynn causó indignación a principios de año cuando afirmó por Twitter que «el miedo a los musulmanes es racional.” También llamó la atención su clara simpatía por el cada vez más autócrata presidente turco, Erdogan, así como por haber pronunciado un discurso el año pasado en una aparición generosamente remunerada, que incluyó una foto con el presidente Putin, en Moscú.

Naturalmente, Trump no podrá llevar a cabo todas y cada una de sus promesas electorales, ni llenar su gabinete con personalidades cuestionables. Pero a dos semanas de la elección esta claro que el próximo presidente pretende llevar a los hechos sus anuncios de campaña. Los medios y la opinión pública harían bien en tomarlo, ahora sí, en serio desde un principio.

Tomado de: DW

La era de los ‘dignotarios’

Vladdo

Hace años el gran líder del No proponía un proceso de paz basado en todo lo que él y sus seguidores rechazan ahora del acuerdo con las Farc.

Los ‘noístas’ insisten en aplazar, postergar, retrasar, demorar, ralentizar, enredar, dilatar, retardar, diferir, demorar, prorrogar, posponer el cierre y la consiguiente implementación del nuevo acuerdo de paz; así el país siga sumido en la incertidumbre.

Es increíble que Álvaro Uribe y los demás ‘digNOtarios’ –encabezados por Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez y Pacho Santos– quieran hoy hacer gala de tesón, altruismo, abnegación y otros preceptos que nunca exhibieron en oscuros episodios de nuestra historia reciente y que protagonizaba ¡qué casualidad! ese mismo expresidente que mutó en senador.

Estos dignotarios olvidan que hace diez años este gran líder político –o espiritual, vaya uno a saber– planteaba un proceso de paz basado en todo lo que ellos rechazan ahora del acuerdo entre Juan Manuel Santos y las Farc. ¿Dónde estaban estos ilustres personajes pataleando, protestando, organizando marchas, haciendo denuncias internacionales para que el mundo conociera las arbitrarias propuestas de Uribe?

Yo no recuerdo que los dignotarios modelo 2016 se hubieran indignado en 2006 por la falta de pedagogía del gobierno de la seguridad democrática, que nunca dio a conocer los términos de lo que se negociaba con los grupos paramilitares en Santa Fe de Ralito; esa zona de distensión en la cual no había ni dios ni ley. O, bueno, ley sí: la de ‘don Berna’, sin cuyo consentimiento no se movía una hoja en aquel territorio.

Tampoco nos consultaron a ver si teníamos alguna objeción –y cuando digo “nos” me refiero a esa sociedad civil cuya vocería los noístas han usurpado– acerca del desarrollo de las negociaciones con las Auc.

Antes de firmar unos acuerdos de paz tan trascendentales el hoy líder de los noístas no se tomó la molestia de convocar a nadie: ni a los militares retirados, ni a los jerarcas de las iglesias, ni a las comunidades LGBTI, ni mucho menos a las víctimas. Y ni hablar de los líderes de la oposición, de los periodistas independientes o de los magistrados de las altas cortes; nada de eso. Todo lo contrario: a estos, en vez de consultarlos, les interceptaba las comunicaciones o les hacía seguimientos ilegales. Y mientras tanto, ¿en qué andaban nuestros flamantes dignotarios?

A pesar de que el acuerdo con los ‘paras’ se firmó de manera casi clandestina –sin darle a nadie la oportunidad de modificar, revisar ni siquiera leer una sola línea del documento–, en ese caso los noístas no se atrevieron a tildar de castrochavistas a Luis Carlos Restrepo ni a Sabas Pretelt; ni de dictador a Álvaro Uribe. Lejos de ellos semejante herejía.

Para completar, si la memoria no me falla, esos honorables dignotarios jamás exigieron una refrendación de los acuerdos con los ‘paras’… ¿Dónde dejaron entonces el celo, la pulcritud y la vehemencia con que reclaman un nuevo plebiscito? ¿No dizque la voz del pueblo es la voz de Dios? ¿O es que en aquella ocasión con la voz de Uribe era suficiente?

En cambio, ahora los dignotarios se niegan a que este trámite se haga en el Congreso, aduciendo que esta institución es impopular y carece de legitimidad; a pesar de los 14 millones de votos que hubo en las legislativas de 2014. ¡Háganme el favor!

Eso sí, en otra época aplaudían a rabiar cuando su gran mentor, o mentidor, acudía a aquel Congreso de mayoría uribista a cambiar un articulito de la Constitución o a pedirles a los parlamentarios amigos de las Auc que le aprobaran sus proyecticos, antes de que los metieran a la cárcel…

No nos crean tan pendejos.

Colofón. Hay que ser muy morbosos y ruines para tratar de convertir en noticia las preferencias sexuales de la hija de un cantante, por muy famoso que sea. ¡Vaya horrible forma de maltrato!

@VLADDO

Tomado de:El Tiempo.com

 

* * * *

 
Hora de decisión
Alfonso Gómez Méndez
La legitimidad del Congreso para refrendar los acuerdos no puede estar en discusión con el argumento de que para esa elección los votos son ilegítimos. El Congreso no es nombrado por decreto, sino elegido por los ciudadanos.

5:31 p.m. | 22 de noviembre de 2016

Las dificultades que en el último mes ha afrontado el proceso de paz han dejado al descubierto, de un lado, el rechazo en amplios sectores de la opinión hacia muchas de las acciones de la guerrilla y, de otro, la inconveniencia de haber acudido a un mecanismo jurídicamente innecesario como el plebiscito para concretar una negociación con un grupo armado.

Así parece haberlo entendido el Gobierno al descartar su utilización para “refrendar” el nuevo acuerdo concertado después de escuchar a muchos representantes de los ciudadanos que votaron negativamente. La Corte Constitucional, en la decisión sobre el plebiscito, había dejado en claro, de una parte, que aquel no producía efectos jurídicos sino políticos, y, de otra, que el Presidente nunca pierde su atribución constitucional indelegable para negociar acuerdos de paz, como responsable político del mantenimiento del orden público.

En todos los procesos anteriores habían intervenido las tres ramas del poder. El Ejecutivo negociaba los acuerdos. El Legislativo se pronunciaba sobre las leyes de amnistía e indulto y otras dictadas para implementarlos, y el judicial, vía Corte Constitucional, o Suprema, o Consejo de Estado, estudiaba su conformidad con la Carta Política.

Es al mismo llano a donde finalmente va a llegar el Gobierno, como los sugerimos varias veces en esta columna, si no quiere correr el riesgo de empantanamiento definitivo del proceso.

Quienes se oponen a esta fórmula argumentan que se está desconociendo la voluntad popular y que el parlamento no es un órgano legítimo para refrendar negociaciones de paz. El Congreso no es nombrado por decreto, sino elegido por los ciudadanos. El censo electoral, y la base misma de los electores, es igual, bien sea para elegir legisladores, presidentes de la República o aprobar constituyentes, plebiscitos o referendos.

Es inadmisible el argumento que se adujo en 1991 para que un cuerpo elegido por tres millones de personas revocara un Congreso elegido por ocho millones, en el sentido de que los primeros eran “votos de opinión” y los segundos, “votos clientelistas”.

Es más, en la Constituyente, por ejemplo, al lado de las nuevas fuerzas surgidas de los acuerdos con el M-19 fueron elegidos muchos políticos tradicionales, incluyendo viejos congresistas, exministros, exgobernadores y hasta expresidentes de la República.

¿Dónde está, entonces, la diferencia? En el último plebiscito entre partidarios del Sí y del No, se llegó a una cifra ligeramente inferior a los 13 millones, mientras que para la elección del actual Congreso, en marzo del 2014, la votación fue superior a los 14 millones.

¿De qué lado está la legitimidad? ¿Hay votantes de primera y de segunda categoría en el sistema electoral colombiano?

La validez de la teoría del “constituyente primario”, que se expresa en votaciones como la de las constituyentes, referendos o plebiscitos, se desdibuja en situaciones políticas como la nuestra con márgenes de abstención cercanos al 65 por ciento.

De otro lado, y como lo mencionó en su entrevista dominical el negociador Humberto de la Calle, es posible que se reviva el acto legislativo que le da amplias facultades al Presidente para desarrollar los acuerdos. Lo irónico es que la Corte tendría que enmendarle la plana al Gobierno, que, sin razón y de manera inconstitucional, en el último debate del llamado fast track lo asoció a la aprobación plebiscitaria. Quienes desde la oposición demandaron ese artículo de la reforma, sin proponérselo le dan ahora un salvavidas al proceso.

En efecto, el artículo 374 de la Constitución dice que esta se puede reformar por el Congreso, por referendo o por constituyente. Lo que no puede hacerse es combinar los sistemas de reforma, como inconstitucionalmente se hizo a última hora.

La legitimidad del Congreso para refrendar los acuerdos no puede estar en discusión con el argumento de que para esa elección los votos son ilegítimos. Y con el auxilio de la demanda de la oposición, el camino para implementar los acuerdos estaría despejado.

Alfonso Gómez Méndez

Tomado de:El Tiempo.com

Don Antonio aprendió a leer,escribir y amar en puntos y rayas.
Foto:Unisabana
Crónica de Oscar Domínguez 

 

Don Antonio

 

En el barrio Manrique, de Medellín, no nace el que quiere sino el que puede. Allí nació el 22 de noviembre, hace 82 años con sus noches, el periodista Antonio Yesid Pardo García, a quien el Círculo de Periodistas de Bogotá, CPB,  premió hace tiempos por su vida y obra periodísticas.

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Oscar Domínguez

In  illo témpore,  la información llegaba en inglés. El imberbe reportero trabajaba en El Correo, periódico liberal, de la capital paisa. Las noticias debían ser traducidas – e infladas- al español.

Pardo hace parte de la nostalgia del periodismo. Y de la leyenda.

Recibió la alternativa en el Medellín de los años cuarenta. En la agencia de norteamericana de noticias AP, una de las mejores escuelas de periodismo de la época, aprendió a redactar bien y rápido, a valorar las noticias, y a hacer croché con sus colegas de La Defensa y El Colombiano.

La bohemia de entonces imponía largas e inevitables tenidas etílicas después del cierre.

Eran famosos radioperiódicos como Adelante por titulares de este corte: »Iba para Bello y se quedó en el hospital. Un bus lo arrolló frente al San Vicente de Paul».

En 1953 trabajó en El País, de Cali, como reportero estrella, contratado por don Lalo Lloreda. (Como el azar se da sus licencia, décadas después estaría al frente del Centro Informativo El País, CIEP, que satisfacía plenamente el deseo de estar informados de los caleños sobre lo que sucedía en la capital).

De Cali pasó a Bogotá tentado por el mariscal Alzate Avendaño para el Diario de Colombia. Después ancló en Colombia Press de otro inmortal del destino periodístico, Pepe Romero.

El caminante caldense Silvio Villegas lo fichó para La República de Ospina Pérez. Fernando Londoño, en 1957, lo reclutó para la radio.  

En Todelar de la calle 19 con 5ª, en Bogotá, fui su mensajero (=patinador de redacción) con ochocientos pesos mensuales de salario ínfimo. La plata alcanzaba para sí fornicar, beber, pagar arriendo. Pardo compartía dirección con Alberto el Loco Giraldo y Gabriel Cuartas Franco.

Pardo fue la prolongación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Antioquia donde no peleché. Allí empecé a juntar  vocales y consonantes. En el periodismo, el maestro Pardo tiene más historia que una mujer desmemoriada… 

A las certeras noticias que redactaba a mil, solo les faltaba música de la Sonora Matancera. O de alguna milonga con las que creció en  Manrique. Su periodismo era –es- una fiesta.

Nunca la forma de escribir de un periodista se pareció tanto a los vistosos, costosos y bien cortados trajes que lucía. Los párrafos de entrada que iba leyendo en voz alta para corregirse, eran tan festivos que provocaba sacar pareja. Había alegría y creativo estrés en la forma de ejercer su destino periodístico.

Lo ha hecho tan bien que el premio “Ivonne Bolívar” de periodismo merece ganarse un Pardo. No al revés. Los proclamamos sus pupilos de Caracol, Todelar, RCN, el servicio Nacional de Prensa, Centro Informativo El País, o la universidad, donde lo flechó su segunda esposa.

Oírlo sigue siendo una rumba. Se acomoda su gorra de pensionado y está dictando cátedra. Se lo pelean en múltiples tertulias. Su apellido hace rato es sinónimo del mejor periodismo.

En su página de Facebook Pardo nos recuerda hoy a sus fans que nació el mismo día que su hija Lorena. Le suelto los trastos al maestro:

 Feliz este martes 22 de noviembre. En la fecha cumple 21 años mi ternurita Lorena Pardo Rojas, politóloga, abogada, actriz y líder estudiantil. Nació al medio día de un miércoles en 1995. Nació en fecha similar a la mía. Yo llegué a este maravilloso mundo 82 años atrás, también al medio día, en igual fecha, pero un jueves. 
Yo a los 21 ya trabajaba como fundador y director de los Servicios Informativos de Caracol, y el dia de ese cumpleaños, el entonces gerente Fernando Londoño Henao reunió al personal encabezado por el secretario general de la empresa, Alfonso Turriago y brindò por mi con un extraordinario deseo: Antonio Pardo Garcia que llegues a los cien años, es decir al próximo siglo.

Felicidades para Antonio y su hija.

A Macayepo retornó la esperanza
Las comunidades de los Montes de María, que han padecido la guerra en carne propia, se relacionan ahora en la convivencia y la reconciliación.
Unidad de Tierras

Se entregaron 60 sentencias de restitución

En los Montes de María, zona duramente golpeada por el conflicto, se respira optimismo.

Por:Lorena Arboleda Zárate/ @lorenaarboleda8 

o soy un buen colombiano que quiero mucho a mi tierra, quiero que acabe la guerra y no mueran más mis paisanos”. Con estas recitadas palabras, uno de los pobladores del corregimiento de Macayepo, jurisdicción de El Carmen de Bolívar, sur de Bolívar, clama con su canto que el conflicto armado pase a la historia. Pero los rastros de la violencia no se pueden borrar por más acuerdo de paz que haya. Apenas a unos metros de donde él declama hay un árbol junto al cual, años atrás, los grupos armados perpetraron masacres selectivas.

También puedes leer: Mujeres de Montes de María: de víctimas a constructoras de paz.

Aunque la situación es diferente hoy, las cenizas permanecen y, tal vez por eso, lo primero que se apresuran a defender sus habitantes son las tierras fértiles que les han permitido sobrevivir en medio de los innegables contrastes entre riqueza y pobreza que hay en todo el departamento de Bolívar, empezando por Cartagena, su capital.

Ayer, justamente, la Unidad de Tierras del Ministerio de Agriculturaestuvo en Macayepo entregando 60 sentencias a líderes de las comunidades que conforman los Montes de María y que resultaron favorecidas con la política de restitución. Son terrenos que, aunque suyos, tuvieron que abandonar por cuenta de la guerra y la presencia intimidante de las Farc, el Eln y el bloque Héroes de los Montes de María de las Autodefensas.

De hecho, este último actor contribuyó a azotar con más violencia una región que ya suma más de medio centenar de masacres. En octubre del año 2000, 15 campesinos fueron asesinados en Macayepo y, debido al temor, varios pobladores se vieron obligados a desplazarse de sus tierras. Incluso, un exsenador, Álvaro García Romero, estuvo involucrado en los hechos como uno de los autores intelectuales de la masacre y hoy está condenado a 40 años de prisión.

Ciertamente, negar la ausencia del Estado en la zona es pretender tapar el sol con un dedo, como lo ratificó a El Espectador el director de la Unidad de Restitución de Tierras, Ricardo Sabogal. Así que “se debe llegar con desarrollo rural, y eso significa entregar proyectos productivos, vivienda digna y vías de acceso para que la gente pueda sacar sus productos”, dijo ante unos 300 campesinos reunidos en la cancha de fútbol del corregimiento, recordando que el reciente acuerdo de paz logrado con las Farc en La Habana obliga a poner los ojos sobre el campo, una lucha que desde hace décadas viene reclamando con marchas la región de Montes de María.

Por eso, la inversión en proyectos productivos en Bolívar por parte de la Unidad de Tierras asciende a más de $5.000 millones, para atender las solicitudes de 238 familias asentadas en 19 municipios del departamento (siete en Montes de María y 12 en la zona norte). El Carmen de Bolívar, por ejemplo, es el segundo municipio del país con mayor número de solicitudes de restitución, después del registro que se tiene de los municipios de Antioquia como primer departamento solicitante en Colombia.

Sin embargo, de acuerdo con Julio César Bolaño, que ha sido víctima directa de la guerra, todavía quedan varias cosas pendientes. Empezando por hacer efectivo el primer punto de la agenda de negociaciones de paz: la reforma agraria integral. “Todavía no sé si le creo al proceso de paz, porque quiero que nos den más libertad sobre el campo”, dice. Libertad que, pese a todo, no se dejó arrebatar hace varios años cuando la guerrilla (no sabe si las Farc o el Eln) asesinó a dos de sus 10 hijos, uno de 19 y el otro de 21 años.

Aunque por recomendación de la Cruz Roja, cuenta, accedió a abandonar sus tierras e irse a Sincelejo, decidió regresar. “Yo soy un hombre de campo y no podía quedarme quieto”. Ahora siembra arroz, yuca, ñame y maíz. En estas tierras fértiles también se produce plátano, aguacate y ají. “Mi tierra es esta, y si me toca morir, que muera acá”, apunta Bolaño, convencido de que hoy la forma de relacionarse con la comunidad es más tranquila.

En Alta Montaña, de la que hacen parte los corregimientos de Macayepo, Hondible, Jojacinto, Lázaro, Tierra Grata, Loma Central y Saltones de Mesa, ya se contabilizan 200 hectáreas restituidas en 60 predios, como parte de un primer acuerdo que se logró en 2013, luego de que la comunidad se manifestara para exigir al Estado la atención integral a las víctimas del conflicto armado.

Testigo de ello es Luz Marina Quintana, también víctima. Por cuenta de la guerra, tuvo que aceptar la ausencia de su marido, importante líder en Montes de María, por lo que fue tildado de guerrillero por el Ejército. “Ellos venían todos los días a preguntar por mi esposo. Al final, se dieron cuenta de que no estaba en la casa y dejaron de venir. Pero la gente me decía que me fuera porque me iban a matar”, cuenta con un tono algo más optimista, luego de recibir el título que confirma que es la dueña de 18 hectáreas en el corregimiento de Lázaro. Ya no extraña a su marido, que hoy está en Cundinamarca. Sólo espera que, con lo que producen sus tierras, pueda ayudar al menor de sus hijos, que vive en Bogotá, para que acabe sus estudios de derecho.

Con el apoyo que le dio la Unidad de Tierras recibió algunas cosas para cultivar: herramientas, cerca eléctrica y panel solar. Lo que saca lo vende a orillas de la carretera por un precio muy económico y, cuando puede, le envía entre $30.000 y $50.000 a su hijo. “Ahora puedo dormir. Antes me daba miedo por lo que les pudiera pasar a mis hijos, pero las cosas han cambiado”, cuenta Quintana, recordando momentos en los que los habitantes de Macayepo y Lázaro se habían impuesto fronteras imaginarias. A los primeros los señalaban de ser paramilitares y a los segundos de guerrilleros. Ahora todos conviven en la reconciliación.

Tomado de El Espectador.com