18 Junio 2019.
En más o menos un mes, si nada extraordinario ocurre, llegará al Concejo de Bogotá el proyecto de Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del alcalde Enrique Peñalosa, que plantea cómo va a crecer la ciudad y cómo se va a llevar a cabo su planeación urbana en los próximos 12 años.
Tomado de: La Silla Vacía.
La Silla Cachaca presenta a continuación cinco puntos que ya comenzaron a generar controversia y que seguramente serán motivo de mucho debate en el Concejo, que es el que tiene la capacidad de hacerle cambios a la propuesta y a final aprobarlo o hundirlo (en este último caso el Alcalde tiene la posibilidad de firmar el POT por decreto).
El proyecto ya pasó una primera etapa en la CAR, que como autoridad ambiental evaluó lo que tenía que ver con la parte rural, y terminó haciendo ajustes menores que concertó con la Alcaldía.
Está por verse, en todo caso, si el proceso se estanca ahí, pues la Procuraduría dijo que evaluará una recusación que la veeduría de la Reserva Van der Hammen puso contra el Director de la CAR, Néstor Franco, para que se declarara impedido para firmar la concertación del POT con la Alcaldía.
El caso es que, con el visto bueno de la CAR, el viernes pasado la Alcaldía le entregó el documento al Consejo Territorial de Planeación (CTP), un espacio donde convergen organizaciones de la sociedad civil como gremios, ambientalistas, representantes de minorías, entre otros, que tiene como función dar un concepto sobre el POT y donde seguramente se discutirán las controversias que exponemos a continuación. La Alcaldía, sin embargo, no está obligada a acoger lo que diga el CTP.
Eso toma un mes y de ahí pasará al Concejo.
(La posible intervención de la reserva Van der Hammen, por ahora, se discute aparte en el Consejo Directivo de la CAR, que debe decir si acepta o no la propuesta de Peñalosa de cambiar los límites de esa zona, en el norte de Bogotá, para construir vivienda. En caso de que la apruebe en los próximos días, la Alcaldía podrá incluirla en su proyecto de POT para que el Concejo la discuta, pero por lo pronto no la incluye).
La Alcaldía de Peñalosa formuló el POT durante los últimos tres años basada en las proyecciones de población del censo del Dane del 2005, que dicen que en Bogotá deberían vivir hoy 8,1 millones de habitantes. Con base en eso, la administración proyectó que en 2031, que es hasta cuando tiene vigencia el POT, la ciudad tendría 9,2 millones de habitantes.
Y para atender esa demanda, aunque dice que dentro del actual perímetro se pueden hacer proyectos para construir más vivienda, su gran apuesta es expandir la ciudad en los extremos, en tierra nueva, a punta de megaproyectos como Ciudad Norte (en el norte, con Lagos de Torca), Ciudad Río (en el occidente) y Lagos de Tunjuelo (en el sur, entre Tunjuelito y Ciudad Bolívar).
Entre los tres suman 7.189 hectáreas que en los próximos 12 años le darían cabida a 420 mil viviendas, de acuerdo con la propuesta. La idea es que al final se construyan allí 625 mil.
Los resultados del censo que terminó el Dane el año pasado, sin embargo, le han hecho ruido a esos planes porque concluyeron que Bogotá está creciendo a un ritmo menor y que actualmente no hay 8,1 millones sino 7,2 millones de habitantes.
A lo que se suma que UN INFORME de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá (SMO), que dice que, si mucho, la población de Bogotá llegará a 8,5 millones de habitantes en 2039.
“…el descenso del crecimiento de la ciudad hace que en el actual casco urbano podamos albergar a toda la población hasta el año 2031”, le dijo a El Espectador Carlos Roberto Pombo, Presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato.
Él, a su vez, es el Presidente del Consejo Territorial de Planeación, el espacio ciudadano que tiene la obligación de dar un concepto sobre el proyecto de POT de aquí a un mes.
La respuesta de la Alcaldía es que el factor más importante no es el número de habitantes, sino que cada vez más personas están viviendo solas, por lo que, así el crecimiento poblacional no sea tan acelerado, la demanda de vivienda sí será grande porque vivirán menos personas por casa.
Desde el Concejo, quienes más han cuestionado la apuesta del Alcalde son los concejales de oposición: los cuatro del Polo, el de Progresistas y, por los verdes, María Fernanda Rojas y Jorge Torres (este último no ha sido de oposición pero cuestiona este punto).
Los argumentos van desde que se deben revisar las cifras (algo que la Alcaldía dijo que comenzó a hacer una vez conoció los resultados del Dane, pero que concluyó que no cambió sustancialmente su propuesta) hasta que lo que busca es beneficiar a los constructores. Más allá de si la intención es esa, en La Silla Cachaca ya contamos que ese gremio, por medio de Camacol, RESPALDA la visión expansionista de Peñalosa..
El proyecto de POT mantiene la idea de Peñalosa de que los buses deben ser la columna vertebral del sistema de transporte de Bogotá.
Por eso, proyecta para los próximos 12 años hacer 27 obras que extiendan ese sistema por toda la ciudad, contando con nuevas troncales (Séptima, Novena, 68, Ciudad de Cali, Calle 13, ALO, 127, Avenida Villavicencio, entre otras) y con la extensión de las actuales (80, 26, Caracas, Autonorte y Américas).
En cambio, su apuesta por el metro es terminar la primera línea y llevarla al norte hasta la avenida Guaymaral, y al noroccidente hasta donde queda el Portal Suba de Transmilenio.
Eso genera debate sobre todo porque la oposición a Peñalosa, entre la que se cuentan concejales y los candidatos a la Alcaldía del Polo, el petrismo y una parte de los verdes, considera que la ciudad necesita un sistema más robusto como el metro, y no uno como Transmilenio, con el que la gente se siente inconforme, como muestran las mediciones de percepción de Bogotá Cómo Vamos de los últimos años.
Seguramente en el Concejo también se pondrá sobre la mesa que Peñalosa tiene un sesgo a favor de los buses porque antes de regresar a la Alcaldía en 2016 se dedicó a promover esos sistemas por todo el mundo, y en todo caso, él ha dicho que Transmilenio es el único sistema con el que se puede arreglar la movilidad de la ciudad.
La propuesta incluye hacer renovación urbana, en lo que técnicamente se llama redesarrollos, en una serie de barrios que son netamente residenciales.
Eso implica que en lugares donde tradicionalmente ha habido viviendas de uno y dos pisos quepa la posibilidad de que firmas inmobiliarias compren casas para construir edificios que pueden llegar hasta 21 pisos. O que estos puedan construirse donde ya hay edificios de apartamentos no tan altos.
Ejemplo son los barrios Salitre El Greco, Pablo VI, Polo Club, Andes, Quirinal y La Esmeralda, en la localidad de Teusaquillo.
La justificación de la Alcaldía es que así promueve un crecimiento más denso (que es lo que logran las construcciones altas porque hace que lleguen a vivir más personas ocupando poco espacio) en zonas cercanas al transporte público y en donde se pueda gozar de buen espacio público.
A eso se suma que la renovación urbana llegaría con la posibilidad de que en esas zonas, además de vivienda, se permita construir comercio y bares para que la gente tenga más a la mano ese tipo de servicios.
Los vecinos de esos barrios han comenzado a manifestarse por considerar que eso deteriorará su calidad de vida, y hay concejales no sólo de oposición que piden que la Alcaldía reconsidere su propuesta.
La Silla Cachaca encontró que esta es una preocupación de concejales tanto de oposición como afines al Alcalde. Nos lo dijeron Diego Molano, del Centro Democrático; Yefer Vega y José David Castellanos, de Cambio Radical; Jorge Torres, de Alianza Verde, y lo han dicho públicamente María Fernanda Rojas, también de los verdes, y Manuel Sarmiento, del Polo.
Castellanos, por ejemplo, dice que hay que tener en cuenta la dinámica de cada UPZ (conjuntos de barrios en los que técnicamente está dividida la ciudad para aplicar las normas urbanas) porque la idea puede funcionar en unas y no ser necesaria en otras.
Molano propone que la altura de los edificios debería bajar a medida que las zonas se alejan de las troncales de Transmilenio, y dice que en sus recorridos ha notado un temor generalizado de la gente con que la llegada de bares, por ejemplo, también se preste para otras actividades de alto impacto como prostíbulos. “Hay que garantizar que las zonas de alto impacto no van a crecer más, sino que se van a consolidar donde ya existen”, agregó.
Torres pone un ejemplo puntual: “preocupa que en Pablo VI segundo sector, que ya cuenta con conjuntos residenciales de más de cinco pisos, y cuya población es de aproximadamente 6.000 personas, se contemple ese tratamiento del suelo, pues ya cuentan con una infraestructura de servicios y espacio público equilibrada y hacen un aprovechamiento del suelo suficiente. De hacerlo, se generarían desplazamientos de la población allí residente hacia otras partes de la ciudad”.
El viernes pasado, la Alcaldía anunció que tras los reclamos de las comunidades de algunos barrios, “se revisaron y ajustaron las localizaciones permitidas para establecimientos en donde el consumo de alcohol es la actividad principal (…). No se permitirá que colinden con áreas de actividad residencial ni dotacional” (colegios y parques, por ejemplo).
Peñalosa propone construir un sendero en los Cerros Orientales que permita recorrerlos de sur a norte y que, al tiempo, sirva de cortafuegos para evitar la propagación de los incendios que son frecuentes en temporada seca. Esa es una propuesta de campaña que en su proyecto de POT se suma a la construcción de 20 parques metropolitanos a lo largo de ese ecosistema, con la idea de aumentar los índices de espacios públicos de la ciudad.
Los Cerros son una reserva forestal que ha sufrido por muchos años la construcción descontrolada de urbanizaciones. En 2005 el Ministerio de Ambiente creó un límite por encima del cual dijo que nunca se podría construir, y al tiempo delimitó una franja de 973 hectáreas que llamó Franja de Adecuación, en donde ya había construcciones pero prohibió seguir urbanizando. La idea era que sirviera como una especie de zona de amortización.
Los parques que promete hacer Peñalosa son dentro de esta franja, partiendo de que el Minambiente y luego una acción popular precisó que esa zona no hace parte de la reserva forestal; y además, de que ésta acción popular pide que el área de la franja que esté libre se destine a parques.
La idea del Alcalde es que haciendo esos parques aumente el espacio público que la gente puede disfrutar en la ciudad, que actualmente es en promedio de 4 metros cuadrados por habitante y Peñalosa propone que quede en 6 metros cuadrados.
Ya tiene el visto bueno de la CAR, que hace tres semanas concertó ese punto con la Alcaldía sin mayor problema.
Sin embargo, hay ambientalistas y concejales en desacuerdo porque consideran que el impacto para los cerros sería muy fuerte. Manuel Sarmiento, del Polo, dice que eso significa seguir urbanizando “ecosistemas de vital importancia”, mientras que Jorge Torres, de los verdes, dice que espacios como esos “no pueden considerarse espacio público porque debe prevalecer el carácter protector, y su utilización, estar sujeta a planes de manejo y estudios de capacidad de carga avalados por autoridad ambiental”.
Contra el Sendero de las mariposas hay posiciones similares: Peñalosa lo propone no sólo como cortafuegos, sino como atracción turística, como parte de su visión de que la gente debe tener la posibilidad de interactuar con los ecosistemas (como quiere que pase en la Reserva Van der Hammen); la CAR lo avaló en la concertación de hace dos semanas, mientras que ambientalistas y políticos de oposición consideran que el impacto sería muy fuerte para los Cerros..
Uno de los megaproyectos de expansión de la ciudad que propone Peñalosa es Ciudad Río, a lo largo de la ronda del río Bogotá en su paso por la ciudad, donde pretende construir 52.000 viviendas en las que vivan 129.000 habitantes.
La propuesta del Alcalde parte de que es “imperativo” desarrollar esa zona para atender las necesidades de crecimiento de la ciudad, al tiempo que considera que la gente también debe poder disfrutar el río, sobre todo ahora que está en proceso de recuperación.
Ya en diciembre la CAR aprobó la construcción de un parque lineal, y lo que propone el POT es hacer Ciudad Río mediante 10 planes parciales.
El debate surge porque la cuenca del río es considerada un área protegida, pero Peñalosa se basa en que el POT actual, del 2000 (cuando él fue Alcalde por primera vez) también lo puso como zona de expansión urbana.
La CAR ya le validó el proyecto hace dos semanas, cuando concertó ese punto con la Alcaldía, pero en sectores ambientalistas y de oposición preocupa que el ecosistema alrededor del río se vea afectado. De hecho, el concejal Emel Rojas, del partido cristiano Libres, que suele votar a favor de los proyectos de Peñalosa, le dijo a La Silla Cachaca que ese era un punto polémico porque partía de estrechar la ronda del río.