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El pasado sábado en la noche un tsunami llegó sorpresivamente a las costas de Indonesia. Según los últimos reportes, se habría producido por la erupción del Monte Anak Krakatoa, motivo por el cual no fue alertado por las autoridades.
Tomado de: El Espectador.
Indonesia es una de las zonas más proclives a sufrir catástrofes de la Tierra. Se encuentra en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, donde coinciden placas tectónicas y se producen una gran parte de las erupciones volcánicas y sismos del planeta. El país sufre regularmente mortíferos terremotos. Este año, en julio y agosto, dos violentos movimientos telúricos se llevaron la vida de más de 500 personas.
Sin embargo, fue en septiembre cuando la naturaleza mostró su cara más destructora. El 28 de ese mes, una cadena de sismos de 7,5 grados sacudieron la ciudad de Palu, en la isla de Célebes y en la cercana villa de Donggala, una zona de cerca de 600.000 habitantes. El suceso fue seguido de olas que llegaron a medir tres metros de altura.
El balance fue trágico: según el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB) Sutopo Purwo Nugroho, 1.571 personas murieron (otros reportes hablan de más de 2.000 muertos ) cerca de 2.600 resultaron heridas y más de 70.000 fueron evacuadas y desplazadas.
El sábado el turno fue para el Estrecho de Sunda, entre las islas indonesias de Sumatra y Java, en donde un tsunami repentino golpeó la costa. Las causas del fenómeno todavía son inciertas, aunque se señala como más probable un deslizamiento de tierra bajo el agua debido a la erupción del Monte Anak Krakatoa y marejadas debido a la luna llena.
Según el Centro Indonesio de Vulcanología y de Gestión de Riesgos Geológicos, el Anak Krakatoa mostraba signos de actividad reforzada desde hacía una semana. Un poco antes de las 4 de la tarde del sábado se produjo una erupción que duró unos 13 minutos, disparando una columna de cenizas de cientos de metros.
Anak Krakatoa es una pequeña isla volcánica que surgió en el océano medio siglo después de la mortífera erupción del volcán Krakatoa de 1883 y actualmente es uno de los 127 volcanes activos de Indonesia.
Las autoridades del país anunciaron que hasta ahora hay 220 muertos y más de 800 heridos. También reconocieron su responsabilidad, pues en un primer momento aseguraron que no había tsunami, sino un aumento de la marea, y pidieron a la población que no entrara en pánico. «Si hubo un error al principio, lo sentimos», señaló el portavoz de la agencia nacional de desastres, Sutopo Purwo Nugroho.
El profesor Simon Boxall, del Centro de Oceanografía Nacional y de la Universidad de Southampton, aseguró a The Guardian: “Habrá protestas por el hecho de no haber activado el sistema de alerta temprana. Las mismas críticas se hicieron después del tsunami de septiembre en Palu del pasado septiembre”.
Por su parte, el profesor Dougal Jerram señaló: “Los tsunamis pueden ser causados por derrumbes inducidos volcánicamente por encima o por debajo del agua, y por erupciones volcánicas en sí mismas. A diferencia de los tsunamis causados por terremotos, los causados por efectos volcánicos no pueden activar sistemas de alerta diseñados para emitir alarmas después de grandes terremotos, y por lo tanto era difícil que hicieran la advertencia”.
Uno de los peores testimonios quedó registrado en un video en el que se ve como una ola gigantesca se viene encima de una multitud que asistía a un concierto del grupo pop «Seventeen». El vocalista de la banda, Riefian Fajarsyah, anunció entre lágrimas la muerte del bajista y del organizador de la gira de conciertos, así como la desaparición de otros dos músicos, un técnico y su esposa.
En la playa de Carita, un popular sitio turístico de la costa oeste de Java, Muhammad Bintang, de 15 años, vio aproximarse la ola. «Llegamos a las 9 de la noche para las vacaciones y de pronto llegó el agua. Todo se volvió negro. No había electricidad», relató el adolescente.
En la provincia de Lampung, al otro lado del estrecho, Lutfi al Rasyid, de 23 años, contó a la AFP cómo huyó de la playa de Kalianda para evitar morir. «No lograba arrancar mi moto, así que salí corriendo. Recé y corrí todo lo rápido que pude».
En esa misma zona, Azki Kurniawan, un joven de 16 años, relató que estaba realizando una capacitación con un grupo de otros 30 estudiantes en el Patra Comfort Hotel cuando la gente comenzó a gritar en el vestíbulo: «¡El agua del mar sube!». En un primer momento no sintió peligro porque no había un terremoto previo, pero de todas formas corrió al estacionamiento para intentar llegar a su bicicleta. Cuando llegó allí, ya estaba inundado.
«De repente, una ola de un metro de altura me golpeó. Me caí, el agua me separó de mi bicicleta. Me tiró a la cerca de un edificio a unos 30 metros de la playa y me sujeté tan fuerte como pude a la estructura, tratando de resistir el agua, que parecía que me arrastraría de regreso al mar. Lloré de miedo, solo me preguntaba si lo que estaba ocurriendo era un tsunami. Tenía miedo de morir».
Oystein Lund Andersen, un fotógrafo aficionado a los volcanes que se encontraba tomando fotos a la erupción del Anak Krakatoa aseguró, a través de su cuenta de Facebook, que tuvo que huir cuando vio la enorme ola que se aproximaba a la costa. “La siguiente ola que entró al área del hotel en el que me hospedaba se llevó por delante todos los vehículos que se encontró a su paso. De alguna forma logré evacuar con mi familia y llegar a un terreno alto, donde fuimos recibidos por la población local”.
Tras conocerse la noticia, organizaciones y gobiernos de todo el mundo expresaron sus condolencias. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, aseguró: «Me rompe el corazón saber que la tragedia ha golpeado de nuevo las costas indonesias», y agregó que están dispuestos asistir inmediatamente en los operativos de rescate. La ONU, por su parte, ofreció, por medio del Programa Mundial de Alimentos (PMA), asistencia al país para responder a las necesidades humanitarias.