Foto:Unisabana
Don Antonio
En el barrio Manrique, de Medellín, no nace el que quiere sino el que puede. Allí nació el 22 de noviembre, hace 82 años con sus noches, el periodista Antonio Yesid Pardo García, a quien el Círculo de Periodistas de Bogotá, CPB, premió hace tiempos por su vida y obra periodísticas.
In illo témpore, la información llegaba en inglés. El imberbe reportero trabajaba en El Correo, periódico liberal, de la capital paisa. Las noticias debían ser traducidas – e infladas- al español.
Pardo hace parte de la nostalgia del periodismo. Y de la leyenda.
Recibió la alternativa en el Medellín de los años cuarenta. En la agencia de norteamericana de noticias AP, una de las mejores escuelas de periodismo de la época, aprendió a redactar bien y rápido, a valorar las noticias, y a hacer croché con sus colegas de La Defensa y El Colombiano.
La bohemia de entonces imponía largas e inevitables tenidas etílicas después del cierre.
Eran famosos radioperiódicos como Adelante por titulares de este corte: »Iba para Bello y se quedó en el hospital. Un bus lo arrolló frente al San Vicente de Paul».
En 1953 trabajó en El País, de Cali, como reportero estrella, contratado por don Lalo Lloreda. (Como el azar se da sus licencia, décadas después estaría al frente del Centro Informativo El País, CIEP, que satisfacía plenamente el deseo de estar informados de los caleños sobre lo que sucedía en la capital).
De Cali pasó a Bogotá tentado por el mariscal Alzate Avendaño para el Diario de Colombia. Después ancló en Colombia Press de otro inmortal del destino periodístico, Pepe Romero.
El caminante caldense Silvio Villegas lo fichó para La República de Ospina Pérez. Fernando Londoño, en 1957, lo reclutó para la radio.
En Todelar de la calle 19 con 5ª, en Bogotá, fui su mensajero (=patinador de redacción) con ochocientos pesos mensuales de salario ínfimo. La plata alcanzaba para sí fornicar, beber, pagar arriendo. Pardo compartía dirección con Alberto el Loco Giraldo y Gabriel Cuartas Franco.
Pardo fue la prolongación de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Antioquia donde no peleché. Allí empecé a juntar vocales y consonantes. En el periodismo, el maestro Pardo tiene más historia que una mujer desmemoriada…
A las certeras noticias que redactaba a mil, solo les faltaba música de la Sonora Matancera. O de alguna milonga con las que creció en Manrique. Su periodismo era –es- una fiesta.
Nunca la forma de escribir de un periodista se pareció tanto a los vistosos, costosos y bien cortados trajes que lucía. Los párrafos de entrada que iba leyendo en voz alta para corregirse, eran tan festivos que provocaba sacar pareja. Había alegría y creativo estrés en la forma de ejercer su destino periodístico.
Lo ha hecho tan bien que el premio “Ivonne Bolívar” de periodismo merece ganarse un Pardo. No al revés. Los proclamamos sus pupilos de Caracol, Todelar, RCN, el servicio Nacional de Prensa, Centro Informativo El País, o la universidad, donde lo flechó su segunda esposa.
Oírlo sigue siendo una rumba. Se acomoda su gorra de pensionado y está dictando cátedra. Se lo pelean en múltiples tertulias. Su apellido hace rato es sinónimo del mejor periodismo.
En su página de Facebook Pardo nos recuerda hoy a sus fans que nació el mismo día que su hija Lorena. Le suelto los trastos al maestro:
Feliz este martes 22 de noviembre. En la fecha cumple 21 años mi ternurita Lorena Pardo Rojas, politóloga, abogada, actriz y líder estudiantil. Nació al medio día de un miércoles en 1995. Nació en fecha similar a la mía. Yo llegué a este maravilloso mundo 82 años atrás, también al medio día, en igual fecha, pero un jueves.
Yo a los 21 ya trabajaba como fundador y director de los Servicios Informativos de Caracol, y el dia de ese cumpleaños, el entonces gerente Fernando Londoño Henao reunió al personal encabezado por el secretario general de la empresa, Alfonso Turriago y brindò por mi con un extraordinario deseo: Antonio Pardo Garcia que llegues a los cien años, es decir al próximo siglo.
Felicidades para Antonio y su hija.