En su pelea con los jueces y la prensa, el presidente estadounidense ha reiterado que su poder es “incuestionable”.
Puede parecer anacrónico, pero una frase del siglo XVII, atribuida a Luis XIV, define con precisión lo que el presidente estadounidense Donald Trump y sus asesores piensan sobre su gobierno: “El Estado soy yo”. Cuatro palabras con las que, de acuerdo con la tradición, el rey les reiteró a sus súbditos quién era el jefe.
Se trata de cuatro palabras que han sido usadas para describir regímenes absolutistas, dictaduras y autocracias. El gobierno estadounidense tiene su propia versión de ellas: “El poder del presidente no va a ser cuestionado”. Aunque no lo dijo Trump sino uno de sus asesores más cercanos (y cuestionados): Stephen Miller.
Miller fue a casi todos los medios de comunicación de su país a defender a su jefe. Y en una entrevista con Fox News salió con esta perla. Lo hizo para criticar a los jueces que se han opuesto a la decisión de restringir el acceso a Estados Unidos de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.
Dijo que se trataba de decisiones “ideológicas” y de una “usurpación judicial de poderes”, desconociendo la división de poderes y el sistema de pesos y contrapesos que hace parte de la democracia estadounidense. Miller aseguró que el presidente puede suspender la entrada de extranjeros cuando es “de interés nacional”.
Mejor dicho: que el presidente de los Estados Unidos, en cuanto a defensor de su país ante el mundo, no debe ser cuestionado por otras ramas del poder público, como por ejemplo los jueces, sino obedecido. Esto en cuanto a que él, de acuerdo con esta visión, encarna la ley y es el defensor de la seguridad nacional.
Algo similar a lo que dijo el filósofo alemán Carl Schmitt en 1934, respecto al ascenso de Adolf Hitler al poder. Algo muy parecido, a su vez, a la recordada Doctrina de Seguridad Nacional con la que las dictaduras del Cono Sur justificaron asesinatos y desapariciones, asegurando que eran parte de una campaña contrainsurgente. Es decir: por la seguridad nacional.
En resumen: cuando se trata de proteger al país de “amenazas externas”, no debe haber límites para el presidente. Muestra de ello son las palabras de Miller y las de su jefe. Cabe recordar que, al conocerse de un fallo en contra de su cuestionado decreto, Trump trinó que la seguridad “de nuestra Nación está en riesgo”.
Ya el gobierno estadounidense lo había dicho en su respuesta a una demanda contra este decreto que restringe el ingreso de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana a Estados Unidos. Así quedó consignado en el fallo en el que la Corte Federal de Apelaciones del Noveno Circuito suspendió el decreto.
En el fallo, de 29 páginas, los jueces aseguran que la posición del Gobierno ha sido que las medidas del presidente, respecto a la inmigración, sobre todo aquellas relacionadas con la “seguridad nacional”, son incuestionables, “incluso si esas acciones pueden contravenir derechos constitucionales”. Un argumento con el que los tres jueces se muestran en desacuerdo.
Y Trump respondió diciendo que todo esto se va a definir en la Corte Suprema de Justicia. Habrá que esperar. Mientras tanto, Trump afronta su primera crisis tras la renuncia de su asesor en Seguridad Nacional, el general (r) Michael Flynn, por haber hablado con Rusia sobre las sanciones que el expresidente Barack Obama le impuso a este país. Trump no ha hecho más que desplegar cortinas de humor y quejarse de “filtraciones ilegales en su contra”.
Todo hace parte de ese mismo discurso: “el Estado soy yo”. Por ende: quienes estén en su contra están en contra de Estados Unidos y son una amenaza para la seguridad nacional, incluyendo a quienes revelan sus desaciertos.
Tomado de: elespectador.com