26 Agosto 2019.
Por: Iván Gallo / Las 2 Orillas.
A punta de globos inflables que volaron en los cinco continentes, Oswald Loewy y su familia vendió con Sempertex USD 38 millones el año pasado.
Cuando en marzo de 1978 Emil Loewy se despidió de este mundo en su casa de Barranquilla, sus hijos Amalia, Kenneth, Lawrence y Oswald se miraron asombrados. Heredaban Sempertex, una empresa creada en 1938 en Salzburgo por su padre, un judío hecho de hierro que tuvo que salir ese mismo año de su país para salvar su vida de la persecución Nazi. Si algo sabía Loewy era de caucho. Había estado aventurando por el Amazonas brasilera cuando de los inmensos árboles Hevea salían chorros de látex. Su objetivo era llegar a Buenos Aires, la ciudad que le había servido de refugio a tantos hebreos que huían de la satánica ofensiva de Hitler, pero el azar lo llevó a hacer escala en Barranquilla y allí se quedó.
Con el vigor juvenil y la visión Oswald supo que la empresa debía volar, como los globos, fuera de Barranquilla. Remontar la cuesta no era nada fácil. Arrancaban de bien atrás frente a los globos producidos en el tercer mundo. Pero se dedicaron a hacer los mejores. Eliminaron de su portafolio, biberones, guantes y chupos de bebé para centrarse solamente en las bombas para las celebraciones. Podrían haber fracasado pero Oswald y sus hermanos no creían en derrotas.
En 1983 ya Sempertex había logrado crecer un 40%, en 1989 ya estaban en Perú, Ecuador y Costa Rica, una década después ya estaban en Japón. La empresa diversificó su oferta a 4.000 productos. En el 2001 incluso pudieron adquirir los derechos de Mickey Mouse, el Pato Donald, Pluto y demás personajes de Disney que adornan cualquier piñata.
Pero el gran reto fue conquistar China. Oswald Loewy pretende llegarle a 200 de los 1600 millones de personas que viven en la enorme China. Sus cifras no pueden ser más demoledoras, en el 2018 tuvo ventas por USD$38 millones. Ahora toda Asia es de Sempertex y sus bombas y artefactos están en Japón, Corea del Sur, China, Taiwán, Malasia, Singapur, Brunei, Indonesia y Filipinas.
A finales del 2018, con sesenta años, Oswald se retiró del manejo cotidiano del hiper negocio que había montado, para dejar a su hermana Amalia, apoyada en el vicepresidente de la compañía con 30 años de experiencia como timoneles. Sus bombas llegan a 70 países y tiene más de 1.000 empleados que aseguran la calidad de unos globos que se ven en los desfiles de Victoria Secret y en grandes fiestas de transnacionales de Coca-Cola, pero también alegra los agasajos de cualquier familia colombiana desde las más humildes hasta las mas encumbradas porque no hay niño en el mundo que no persiga una bomba en el parque, algo que el visionario Emil Lewy también lo tuvo claro.