Por: Marcela Madrid Vergara
El director de Univision Investiga será uno de los maestros del Curso de periodismo de investigación para América Latina, que tiene abierta sus inscripciones hasta el 2 de febrero.
Gerardo Reyes, «abogado desertor» y director de Univision Investiga, es uno de los pioneros del periodismo investigativo en América Latina. A finales de los 80, en el diario colombiano El Tiempo, creó la primera Unidad Investigativa del hemisferio junto con Daniel Samper Pizano y Alberto Donadío.
Reyes será uno de los maestros del Curso de periodismo de investigación para América Latina, que organiza por segundo año la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia con el apoyo de la FNPI en Cartagena.
El autor de los libros Don Julio Mario, biografía no autorizada del hombre más influyente de Colombia, y Nuestro Hombre en la DEA, que narra la doble vida de Baruch Vega, guiará a 20 periodistas de la región durante dos semanas junto con Giannina Segnini, Marina Walker, Ernest Sotomayor, entre otros.
Hablamos con él en la edición anterior de este Curso, en el que dejó algunas lecciones a partir de la experiencia que lo ha llevado a obtener premios como el María Moors Cabot, el Pulitzer y el Planeta de Periodismo.
¿Qué recomendaciones le daría a los periodistas jóvenes interesados en incursionar en el periodismo investigativo?
El periodismo de investigación de lejos se ve muy glamuroso. Los periodistas investigadores somos supuestamente los que nos llevamos los premios y le damos los dolores de cabeza a los jefes de redacción y a los dueños de los medios. Pero el periodista joven debe saber que, cuando se trata de hacer el trabajo minucioso de investigación, esto es una tarea de horas y horas… sobre todo de horas extras. Siempre he dicho que reconozco al buen periodista investigador porque es el que se queda al final de la jornada cuando ya la sala de redacción se empieza a desocupar.
¿Puede el periodista de investigación sobrevivir como un lobo solitario o necesita trabajar en equipo ?
Yo he trabajado de las dos formas. Lo del lobo solitario es interesante porque uno tiene el control y el ritmo de la investigación. Posiblemente le pueda rendir a uno más el tiempo porque sabe a dónde ir y cómo ir.
El problema de hacerlo solo es que no hay un control de calidad; una investigación necesita acompañamiento de alguien que no conozca tanto el tema y que le esté cuestionando a uno las cosas que está descubriendo para evitar, primero que todo, un ensañamiento con el tema o con la persona; segundo, para hacer una entrevista a dos velocidades también prefiero que alguien me acompañe. También es muy útil al memento de escribir; en este curso decía que muchos de los grandes proyectos de investigación caen generalmente en el precipicio de la mala redacción y todo un esfuerzo de muchos meses y de mucha gente queda perdida en ese punto. Ahí se necesita compañía también.
O puede estar bien escrito pero ser poco atractivo para el lector…
El periodismo investigativo es generalmente aburrido. No lo podemos evitar, a pesar de todos los recursos digitales que tenemos y que nos ayudan mucho. A veces hay temas tan densos, cuando son financieros sobre todo, cuando se está hablando de pirámides o de fondos fiduciarios… cuando un lector común se encuentra con el término «fondo fiduciario», el nivel de deserción es alto. Pero hay que dejar constancia, para la historia al menos.
¿Cree que hay temas que vale la pena abordar incluso si el lector no va a ver el impacto en su vida?
Sí, porque creo que nuestro papel como periodistas es ser unos testigos privilegiados pero mediocres de la realidad. No podemos contar todo y no lo sabemos todo, por eso somos mediocres, pero lo que podamos saber y lo que podamos denunciar queda para la historia.
¿Cómo es un equipo de investigación ideal? ¿Qué tipo de perfiles deberían tener sus integrantes?
No soy muy partidario de estudiar 5 años Comunicación Social. Creo que el periodista debe especializarse en alguna rama del conocimiento, puede ser desde Agronomía hasta Economía, y aprender a expresarse y comunicarse. En mi caso en particular y en el caso de la Unidad Investigativa que fue pionera en Colombia, los tres reporteros que trabajábamos ahí éramos abogados desertores. El derecho nos sirvió mucho porque el periodismo de investigación es en la práctica un proceso probatorio, todo consiste en buscar evidencias para demostrar algo que anda mal.
¿En qué momento decide que un tema pasa de ser un especial de un medio a un libro?
No hay un momento específico, lo que hago son libros que pongo a decantar. Me gusta una idea que he cubierto como reportero y, si la proyecto como libro, abro una carpeta donde voy guardando todo. Cuando veo que hay suficiente material empiezo la escritura de corrido. Lo que siempre aconsejo, porque hay mucha gente que tiene ideas y no escribe los libros, es que hay que empezarlos a escribir o sino nunca salen adelante. A veces incluso hago libros de temas que no he cubierto, por ejemplo el de Julio Mario Santodomingo nunca lo cubrí a nivel de reportería, pero me dediqué 3 años a buscar información de su vida.
¿Tiene un método de trabajo para la escritura de los libros?
Primero que todo, soy obsesivo con las cronologías. No puedo entender una historia si no tengo una cronología compleja (en el caso de Santodomingo de su vida personal, empresarial y de su contexto histórico). Después vienen cosas de sentido común; siempre he dicho que el proceso de periodismo de investigación es de mucho sentido común, un poco de experiencia, de prestar atención a las cosas que parecen no tener importancia, perseverancia y suerte… y horas extra.