20 abril 2020 –
Por: Por: Julio León R y Héctor Tabares , El Observador.
Las tragedias: La constante soledad, la muerte de Lolita Porras, su primer amor en Zipaquirá; el suicidio del rector del Liceo, Alejandro Ramos, quien lo recibiera cuando él llegó a estudiar; la defunción súbita de un compañero de clases y la muerte violenta de su profesor de educación física, Jorge Perry, en cuyos funerales de estos dos ´Gabo´ fue el encargado de oficiar las palabras de despedida.
Así lo afirma el escritor zipaquireño Gustavo Castro Caycedo, el serio estudioso de la vida del Premio Nobel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez, cuando estudió en el Liceo Nacional de Varones, de Zipaquirá entre 1943 y 1946. Aquí un buen articulo para leer en casa, estos días de cuarentena preventiva nacional, y con motivo de que en abril se celebra el Día del Idioma Español.
En 1982, 36 años después de haber escrito como estudiante el primer párrafo de “Cien años de Soledad” en Zipaquirá, frente las altezas reales de Suecia, -en Estocolmo, Noruega-, el escritor Gabriel García Márquez ´´Gabo´´, podría haber recordado el frío y remoto día de 1946 que su profesor Carlos Julio Calderón Hermida lo alejó del dibujo, las caricaturas, las coplas y la mala poesía para adentrarlo en la narrativa.
Iniciamos así esta entrevista que el director de EL OBSERVADOR, Julio León R., le hizo la fría tarde del 6 de marzo último en Bogotá al fértil escritor y periodista zipaquireño, Gustavo Castro Caycedo, autor de 39 libros y coautor de publicaciones sobre televisión, uno de los más recientes, “´Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, que debiera ser materia de estudio permanente de todos los habitantes de Sabana Centro, en especial de los estudiantes, para que se conozca la calidad educativa y la riqueza del movimiento cultural y artístico de Zipaquirá a mediados del siglo XX, en la formación del considerado uno de los grandes escritores de la lengua española, después de Miguel de Cervantes Saavedra.
«La Soledad de América Latina», fue el discurso de ´Gabo´ cuando recibió el Nobel de Literatura aquel 10 de diciembre de 1982 en Estocolmo, y el libro, “´Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, narra el intervalo que vivió el escritor de Aracataca en Zipaquirá, donde fue orientado a tomar la determinación esencial de ser escritor. Tiempo que, por razones no claras todavía y que habrá que investigar a fondo, no fue recordado por el escritor de Aracataca.
Después de catorce años de restituir los pasos del escritor ´cataquero´ (gentilicio de los nacidos en Aracataca, Magdalena), y diez de rigurosa investigación en los que entrevistó a 75 personas, Gustavo Castro Caycedo narra sucesos desconocidos en la vida de ´Gabo´, sobre los cuatro años de su adolescencia que el futuro Nobel de Literatura vivió en Zipaquirá y que referenciaría después como el ‘páramo’ en ‘El Coronel no tiene quien le escriba’ y en ‘Cien años de soledad”, sus dos obras maestras por las que será recordado durante muchos años en la literatura universal.
Nuestra amena y nutrida charla con Gustavo Castro, se circunscribió a muchos aspectos que el escritor toca de la vida del joven Gabriel García Márquez en Zipaquirá, pero en esta entrega nos circunscribiremos a los inicios como escritor del Nobel de Literatura 1982, apoyados también en el libro que ha agotado ya dos ediciones y que espera la tercera impresión: “´Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”.
EL OBSERVADOR (EO): ¿Qué trajo a ´Gabo´ a Bogotá?
GUSTAVO CASTRO CAYCEDO (GCC): La búsqueda de una beca para estudiar y un suceso milagroso, porque la suerte siempre estuvo del lado de ´Gabo´. La suerte de haber conocido en su primer viaje que lo trajo a Bogotá, recorrido Barranquilla – La Dorada- Puerto Salgar, en el barco de vapor “David Arango”, al señor Adolfo Gómez Támara. Como narro en mi libro: “… un hombre de 30 años, muy bien vestido, que venía en el vapor [y que]se dirigió al adolescente García Márquez, pidiéndole el favor de que le copiara la letra de uno de los boleros que había cantado durante el viaje en el vapor, porque quería dedicárselo a su novia”. Al día siguiente de su arribo a Bogotá, cuando ‘Gabo´ llegó al Ministerio de Educación a hacer fila para buscar una beca para estudiar en el Colegio de San Bartolomé, pasó el mismo señor, quien lo reconoció y le dijo: «Camine conmigo, no sea pendejo, yo soy el Director Nacional de Becas’. Esa coincidencia hizo que lo enviara al Liceo Nacional de Varones, de Zipaquirá, que era el mejor colegio nacional que había en la época. Así es como ´Gabo´, que pretendía estudiar en Bogotá, termina en Zipaquirá.
JLR: ¿Cuándo llega ´Gabo´ al Liceo Nacional de Varones, de Zipaquirá?
GCC: Para fortuna de la literatura universal, el lunes 8 de marzo de 1943, dos días después de haber cumplido 16 años de edad ´Gabo´ llegó a Zipaquirá. En este liceo García Márquez fue graduado de poeta, orador y escritor, bajo la guía de su profesor de literatura Carlos Julio Calderón Hermida, y del rector de la institución Carlos Martin, este considerado el menor del grupo poético Piedra y Cielo. García Márquez era muy dado a hacer caricaturas y a escribir versos para enamorar. De Calderón, ´Gabo´ manifestó una vez: «… fue a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera». Esto lo escribió en la dedicatoria del primer ejemplar del libro “La hojarasca”, que ´Gabo´ le obsequió a Calderón cuando este ocupaba el cargo de jefe de la División de Secundaria y Normales a nivel Cundinamarca. En el libro “El olor de la guayaba”, Plinio Apuleyo Mendoza le pregunta a ´Gabo´ que dónde empezó a leer poesía y ´Gabo´ le responde: “En Zipaquirá, que, como sabes, es el mismo pueblo lúgubre, a mil kilómetros del mar, donde Aureliano Segundo fue a buscar aFernanda del Carpio. Allí, en el liceo donde estaba interno, empezó mi formación literaria…”.
EO: Usted nos dice que en Zipaquirá se fundamenta el realismo mágico de ´Gabo´. ¿Por qué?
GCC: Sí, el cosmos mágico de ´Gabo´ pudo muy bien haber tenido sustento en cuatro grandes tragedias que él vivió en su estancia en Zipaquirá: la muerte de su primera novia, Lolita Porras, por tifo; el suicidio del rector del colegio, Alejandro Ramos, quien lo recibió cuando él llegó; la muerte súbita de un compañero pastuso, de clases y la muerte violenta de su profesor de educación física, Jorge Perry, en cuyos funerales de estos dos el brillante adolescente Gabriel García Márquez fue el encargado de oficiar las palabras de despedida. Y el aliciente para que él se adentrara en las narraciones mágicas, no se dieron propiamente en Aracataca, se las dio el profesor Manuel Cuello del Río, un costeño que le daba geografía de América, de orientación comunista, de una imaginación impresionante, que le hablaba de espíritus, del más allá, de esoterismo, y que le prestaba libros de brujería; y ´Gabo´ se metió en eso. Ahí nace el realismo mágico, y está escrito en “Cien años de soledad” que es un reflejo de Zipaquirá.
EO: ¿Por qué ´Gabo´ recuerda tan poco sus años de colegio en Zipaquirá?
GCC: Gabriel García Márquez le declaró a mi hermano Germán Castro Caycedo: “Los de mi internado en Zipaquirá son seis años que recuerdo poco”, y agregó que ni siquiera recordaba cuántos años tenía al llegar a Bogotá a presentarse al colegio nacional de varones de Zipaquirá. Realmente tenía entonces 16 años y se graduó tres meses antes de cumplir 20. Y en verdad los recuerdos de ´Gabo´ sobre esa época son débiles. Él le dijo a Germán que vivió seis años en Zipaquirá, pero en realidad fueron solo cuatro, desde comienzos de 1943 hasta diciembre de 1946. Y yo me preocupé por saber por qué ´Gabo´ no se acordaba de su época en Zipaquirá, y logré que una psicóloga clínica muy famosa, Olga Susana Otero, hiciera un análisis a mi inquietud sobre el olvido de García Márquez sobre esos años tan importantes de su vida. Leo, el concepto de la psicóloga Otero, en algunos apartes de mi libro: “Se queda [el niño Gabriel García Márquez]con sus abuelos y allí estará hasta los 10 años. Es posible que haya hecho un vínculo con ellos, pero al morir el abuelo, el dolor de ser excluido del núcleo familiar deja huella…”. “… Si nos imaginamos que se va luego para Zipaquirá, el choque cultural agrava las cosas. Es posible que el alma de García Márquez no pudiera sentir que tenía un lugar, ni que podía vincularse de verdad con nadie… Es posible que también haya algo en el fondo de “a mí me excluyeron ahora yo excluyo a los demás, yo tengo lugar y los otros no lo tienen…”. “… Esto no se piensa, se actúa y se construye como una barrera de protección. Nada raro tendría que por eso mucha gente perciba que es distante”.
EO: ¿Cómo se hace ´Gabo´ escritor en Zipaquirá?
GCC: ´Gabo´ nació físicamente en Aracataca, pero literariamente en Zipaquirá, una ciudad que por los años 40 y 50 del siglo pasado, más parecía un inmenso centro literario que otra cosa, y que el Liceo Nacional era un colegio metido totalmente entre la literatura. Aracataca es un nombre escrito con letras doradas en la literatura mundial, historia que por desinformada no le hizo nunca justicia a Zipaquirá, donde estructuraron al genial escritor. Calderón lo convirtió en escritor, la artista zipaquireña Cecilia Gonzáles, lo respaldó y lo relacionó con los intelectuales en Bogotá; su segundo rector, el poeta Carlos Martin, influyó en él literariamente y su profesor de Historia de América, Manuel Cuello del Río, enriqueció su imaginación y realismo mágico. Allí lo graduaron de escritor, poeta, declamador, actor de comedia, cantante de zarzuela y orador, estimularon su inteligencia creadora y desarrollaron su pasión por la literatura dándole piso y formación a su gran talento.
EO: ¿Cómo es eso de que ´Gabo´ comenzó a escribir Cien años de soledad en Zipaquirá?
GCC: El escritor y amigo de toda una vida de ´Gabo´, Plinio Apuleyo Mendoza, en su libro, “´Gabo´, cartas y recuerdos”, transcribe una carta que este le envió en 1967, la cual sustenta mi tesis de que García Márquez ideó su obra magna en Zipaquirá, consecuente con algunas vivencias que experimentó allí, y con personas con las que compartió su vida en esa “Ciudad de la sal”, como se le conoció entonces a Zipaquirá. En ese correo, Gabriel le escribe a Plinio: “En realidad, Cien años de soledad fue la primera novela que traté de escribir, a los 17 años” [en 1944, cuando cursaba cuarto año de bachillerato en el Liceo Nacional de Zipaquirá], “y que abandoné al poco tiempo porque me quedaba demasiado grande… Y puedo decirte que el primer párrafo no tiene una coma más ni una coma menos que en el escrito inicial”. [Ese primer párrafo es: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”].
EO: ¿Qué personajes en “¿Cien años de soledad”, son inspirados en la vida de ´Gabo´ en Zipaquirá?
GCC: Fernanda del Carpio, una de las figuras centrales de la novela. En mi libro: “Gabo: cuatro años de soledad…” digo que ella, bien pudo haber sido una joven zipaquireña. Leo: “Zipaquirá fue declarada ´Ciudad de blancos’ desde la Colonia, impidiéndose que allí vivieran indios, esclavos, zambos y mestizos, razón por la cual fue poblada por familias aristocráticas. Así que Fernanda del Carpio bien pudo ser “calcada” de alguna de estas muchachas de Zipaquirá, “pueblo lúgubre, a mil kilómetros del mar, a donde Aureliano Segundo fue a buscar a Fernanda”. En “El olor de la guayaba” ´Gabo´ se lo confirma a Plinio Apuleyo: “En Zipaquirá, que como sabes, es el mismo pueblo lúgubre, a mil kilómetros del mar, donde Aureliano Segundo fue a buscar a Fernanda del Carpio.
JLR: No hay conversaciones malas, solo hay cafés un poco cargados.
´Gabo´: Cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”
Catorce años empleó Gustavo Castro Caycedo, investigando las andanzas de Gabriel García Márquez en Zipaquirá durante su adolescencia, lo que le permitió ser el primero en demostrarle al mundo que el futuro premio Nobel de Literatura nació en Aracataca, pero se hizo escritor en Zipaquirá, la ciudad natal del mismo escritor Castro Caycedo. Así quedó plasmado en “Gabo´: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, una exhaustiva reconstrucción de sus años en el Liceo Nacional de Varones, en Zipaquirá, hoy Museo ‘El colegio de Gabo’.
Como ya lo anotamos, el propio García Márquez contó una vez que fue en Zipaquirá, fue donde comenzó a escribir “Cien años de soledad”, exactamente cuando tenía 17 años, “un año después de su llegada al territorio de la Catedral de Sal, en 1946” anota por Castro Caycedo, “ya que ´Gabo´ dijo no recordar dicha fecha”.
Y fue tan importante la investigación de Gustavo Castro, que el mismo Gabriel García Márquez reconoció que la investigación del zipaquireño le permitió recordar episodios de su vida, ocultos mucho tiempo para él. En efecto, las anécdotas e historias reseñadas minuciosamente en “Gabo: Cuatro años de soledad”, estaban borradas de su memoria inmediata, y gracias a la publicación, el Nobel ´Gabo´ pudo acercarse a personajes tan importantes en su vida como Berenice Martínez, una de sus primeras novias.
Sobre el libro, el crítico literario Luis Fernando Afanador, uno de los más estrictos de Colombia, escribió en El Tiempo: “Ninguno de sus biógrafos [de ´Gabo´]se ha salido de la versión oficial de su vida. Tal vez la excepción sería el perfil que de él escribió John Lee Anderson, para la revista New Yorker… Otra excepción, para mí, es el libro de Gustavo Castro Caycedo, “Gabo: cuatro años de soledad”, que da cuenta en detalle del internado del joven García Márquez en Zipaquirá. Este libro contiene información relevante sobre su vida. Por fin, algo nuevo, algo distinto, algo que no sabíamos sobre nuestro máximo escritor… En 1978, el periodista Heriberto Fiorillo estuvo infructuosamente buscando información y escribió: “En Zipaquirá nadie sabe qué ocurrió con ´Gabo´ allí… Hay un inmenso y profundo desconocimiento de todo sobre él. Nadie sabe nada de sus escritos de entonces”.
N.E.: En EL OBSERVADOR nos preguntamos, por qué en el “Museo Casa del Nobel” de Zipaquirá, no destacan que dicho museo se sustenta en la ardua y valiosa investigación de Gustavo Castro Caycedo, contenida en el libro “Gabo: cuatro años de Soledad. Su vida en Zipaquirá”. En Zipaquirá nadie sabía qué ocurrió con Gabo en ese municipio entre 1943 y 1946, hasta que apareció el libro de Gustavo Castro Caycedo. Y tendrá que saberse, por qué el Nobel de Literatura 1982 no recordó dicha estancia allí.