Michelle y Barack Obama junto a Hillary, Chelsea y Bill Clinton en Filadelfia. AP
El mundo contiene la respiración ante unas elecciones que pueden cambiar el rumbo de Estados Unidos.
Estados Unidos entrará este martes en la dimensión desconocida, o vivirá sin ilusión un hito en su historia: situar por primera vez a una mujer al mando del país. Un hombre sin experiencia política —errático y xenófobo y con un olfato formidable para captar el ánimo de la clase trabajadora blanca— puede ganar este martes las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Con el republicano Donald Trump el viraje sería abrupto: un salto a la incertidumbre. La alternativa es la esposa de un expresidente, una veterana de la política que ofrece continuidad. La demócrata Hillary Clinton confía en el apoyo masivo de la minoría latina para convertirse en la primera presidenta.
Pocas veces en las últimas décadas se habían presentado dos candidatos tan antagónicos, con un talante, una trayectoria y una visión tan distintas. Otras elecciones ponían en contraste ideologías, pero nadie dudaba de que, ganase quien ganase, el rumbo de la primera potencia mundial no sufriría un cambio brusco. Había un hilo de continuidad.
Trump ha prometido expulsar a millones de inmigrantes indocumentados y obligar a México a sufragar la construcción de un muro en la frontera. Se declara admirador del presidente ruso Vladímir Putin, y quiere redefinir la alianza de EE UU con la OTAN y los tratados de libre comercio. Celebra el uso de la tortura contra terroristas y reparte insultos a latinos, mujeres, musulmanes y excombatientes. Amenaza con impugnar el resultado si pierde. En esencia propone una redefinición de elementos centrales del contrato social de este país. En frente tiene a una progresista pragmática, una reformista que conoce mejor que nadie las palancas del poder, una mujer que desarrollaría las políticas de Obama, desde la reforma sanitaria a la regularización de los sin papeles. El problema es que, si gana, los republicanos del Congreso pueden impedir gobernar con un bloqueo legislativo permamente, como han intentado hacer con Obama.
Trump lanza su alegato final para expulsar a “la clase política corrupta”
El candidato republicano promete liquidar la reforma sanitaria de Obama, mano dura contra la inmigración ilegal y la vuelta a Estados Unidos de los empleos industriales perdidos
Donald Trump puso este lunes el punto final a su campaña electoral, un año y medio de sobresaltos e incredulidad, en una jornada frenética, con cinco mítines en cinco estados. Por la noche, en el estado de New Hampshire lanzó su alegato final para llegar a la Casa Blanca: “La pregunta de mañana es: ¿quiénes queréis que gobierne América, la clase política corrupta o la gente?” Así es como este millonario de 70 años se erige en la voz del pueblo frente al sistema, el establishment, y la quintaesencia de este: Hillary Clinton. “Ella tiene muchos donantes, pero mi único interés sois vosotros”, clamó.
Pero este martes, el voto de Madonna vale lo mismo que el de Debbie, una seguidora de Trump, quien aseguraba que su candidato iba “a ganar y con más diferencia de lo que se espera, va a ser una sorpresa, tiene más apoyo del que parece”. “Lo va a hacer bien porque tiene aspiraciones políticas”, recalcó.
New Hampshire es el lugar donde el magnate neoyorquino ganó por primera vez en la carrera republicana por la candidatura presidencial, la segunda parada de las primarias, el pasado febrero. En la primera, en Iowa, cayó derrotado de forma inesperada ante Ted Cruz y no vaciló en acusarle de fraude. Tampoco se ha comprometido aceptar una derrota ahora, si Hillary Clinton gana.