2 marzo 2020 –
Por: Hoy –
La primera fase del juicio de extradición a Estados Unidos del periodista Julian Assange rebobina su extraordinaria historia. Tras siete años recluido en la Embajada de Ecuador lleva meses en una cárcel británica de máxima seguridad.
El 5 de abril se cumplirán diez años desde la publicación de ‘Collateral Murder’ (Asesinato Colateral) por un portal de internet hasta entonces poco conocido, ‘Wikileaks’. Era una película de unos dieciocho minutos compuesta con fragmentos de vídeos grabados por dos helicópteros Apache del Ejército de Estados Unidos, en una operación contra un grupo de supuestos enemigos en un barrio del este de Bagdad.
Dos niños resultaron heridos y dos periodistas locales de la agencia Reuters murieron en el acribillamiento por soldados americanos de una cuadrilla de hombres que a su juicio llevaban ametralladoras y lanzamisiles. En julio,’Wikileaks’ publicó documentos confidenciales de las operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán. En octubre, de la guerra en Irak.
Cuando el 28 de noviembre de 2010, ‘Wikileaks’ y cinco periódicos publicaron la primera remesa de unos 250.000 cables diplomáticos obtenidos por la organización creada por Julian Assange, el mundo descubrió el impacto posible de una nueva forma de periodismo y Washington tuvo que añadir a su desprestigio en las guerras recientes el bochorno causado por la publicación de opiniones confidenciales de sus diplomáticos sobre los países que los acogen.
Diez días más tarde, Assange fue detenido por la Policía de Londres, donde vivía desde hacía dos meses, ejecutando una Orden Europea de Arresto y Entrega dictada por la Dirección de la Fiscalía de Suecia, que había aceptado la denuncia de dos mujeres que, en agosto, le acusaron de actos clasificables como abuso sexual y violación tras entablar relaciones sexuales con él separadamente y por su propia voluntad.
Frágil salud mental
Assange vivía hasta entonces una existencia nómada. Desde su detención, el 7 de diciembre de 2010, ha pasado un año y medio en libertad condicional, con sus movimientos limitados; siete años confinado voluntariamente en la Embajada de Ecuador en Londres, y más de nueve meses en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, en el sudeste de Londres.
Sus abogados, en el juicio que ha comenzado la semana pasada, alegan que sería un abuso del procedimiento judicial extraditarlo a Estados Unidos por la fragilidad de su salud mental. En el banquillo de los acusados mostraba síntomas de excentricidad, poniéndose en pie y empeñado en hablar a pesar de que la juez le reiteraba que solo sus abogados podían intervenir.
De haber aceptado regresar a Suecia, probablemente estaría hoy en libertad. Su rechazo a las autoridades de Estocolmo logró que renunciasen a juzgarlo, por el deterioro de las pruebas con el paso del tiempo, cuando Quito consintió su arresto en la embajada, el pasado mes de abril. Un tribunal de Washington presentó inmediatamente una demanda de extradición por 18 cargos, con una posible condena de 175 años.
El tribunal inició la investigación en 2011, pero la administración de Barack Obama descartó el procesamiento. ¿Por qué no procesar también a los editores de ‘The New York Times’ que publicaron los cables? Obama dio también un perdón presidencial a Chelsea Manning, la soldado, entonces conocida como Bradley, que descargó en 2010 cuatro bases de datos confidenciales del Gobierno de Estados Unidos y se las pasó a Assange.
La administración de Donald Trump encarceló de nuevo a Manning, reactivó la investigación sobre Assange, preparó los cargos. El presidente, según la defensa del australiano, envió a dos emisarios que le ofrecieron un perdón si daba una versión del robo de correos del Partido Demócrata que le beneficiase. Una empresa española de seguridad le espió en la Embajada ecuatoriana por cuenta de la CIA. Argumentos sobre nulidad del caso por abuso de procedimiento o imposibilidad de juicio justo se basan en esos episodios.
Nuevas sesiones en mayo
Decenas de activistas acampan cada mañana en el exterior del tribunal anexo a la cárcel, ocupan los asientos disponibles en la galería pública, apoyan la causa de Assange y de ‘Wikileaks’ en las redes. La semana pasada se han oído los argumentos generales y, a partir del 18 de mayo, se reanudará el juicio durante cuatro semanas para ilustrar los argumentos de fiscales y defensores con ayuda de testigos.
El caso será recurrido ante tribunales superiores en Reino Unido y quizás llegue al de Estrasburgo. Si no se anula la demanda por ser abusiva, el balance de la década de ‘Wikileaks’ y el destino de Julian Assange dependerá de que una mayoría entre los jueces se incline por la protección absoluta de los secretos de los Estados o por la libertad de divulgarlos para ilustrar posibles abusos del poder.