¿Lo gana Goliath?

NOTAS AL VUELO

Por: Gonzalo Silva Rivas, socio CPB

El pulso entre Avianca y la Acdac terminó, al parecer con dominio de la empresa, y deja abierto un doble escenario sobre la eventual ilegalidad de la huelga y la libertad de hacer uso en el sector de este derecho constitucional. El cese de actividades de los pilotos agremiados marcó récord en la historia en la aviación al sumar 51 días, durante los cuales salpicó millonarias pérdidas en diversos frentes y agrietó las deterioradas relaciones entre ambos bandos.

El restablecimiento de las operaciones aéreas revivió los ánimos de la economía, en particular los del sector turístico, que además de sufrir serios traumatismos ante el visible descenso de viajeros sudaba la gota gorda con la aproximación de la temporada de fin de año. Durante el evento la aerolínea suspendió 15.000 vuelos y dejó un saldo de medio millón de pasajeros afectados.

El barrigazo económico tuvo un serio impactó en la industria. Los hoteleros, representados por Cotelco, revelaron pérdidas por $13.000 millones, mientras las agencias de viajes, agrupadas en Anato, advirtieron, días atrás, una disminución en ventas cercanas al 44 por ciento. Acodrés anunció que el decrecimiento de la demanda en los restaurantes alcanzó el 30 por ciento.

A medida que se normaliza el servicio y se recupera el país, Avianca entra en una relativa calma, que tendrá consecuencias a partir de esta semana cuando la Sala Laboral de la Corte Suprema se pronuncie sobre la legalidad de la huelga y defina la suerte de algunos de los directivos de la Acdac. En primera instancia, el Tribunal Superior de Bogotá se inclinó por la posición de la empresa, y la declaró irregular, decisión que fue apelada por los pilotos.

De ratificar la corte la decisión del tribunal será presumible que los líderes de la huelga, al mando del presidente de la agremiación, Jaime Hernández, sean desvinculados de la compañía. Su principal propietario, Germán Efromovich, los responsabiliza por la afectación de ingresos y deja en claro que los pilotos que pararon estarán sujetos a procesos disciplinarios dentro de las reglas internas, sin descartar que algunos queden desligados. Avianca dejó de percibir US$2.500 millones diarios durante las primeras semanas, cifra que fue disminuyendo paulatinamente hasta llegar a US$1.500 millones.

Faltará ver si la presumible derrota que cargan a cuesta los aviadores será confirmada en un país que tiene una restrictiva legislación para el ejercicio de la huelga. Los pilotos agremiados en Acdac, algo menos de la mitad de los que integran la nómina de Avianca, pelean desde hace un quinquenio por su propio pliego de peticiones, sin que aparezca humo blanco en las fallidas y sobresaltadas tandas de negociaciones directas y tribunales de arbitramento. El último de estos, convocado por el Ministerio de Trabajo, aparte de haberse visto empantanado por la renuncia de un par de árbitros, es rechazado por ellos, por considerarlo extemporáneo, al citarse bajo el supuesto de que la aviación comercial es un servicio público esencial.

Este, sin duda, es el punto de quiebre para el futuro de Avianca. El Tribunal Superior, al amparo del Código Sustantivo del Trabajo y la Constitución Nacional, declaró ilegal la huelga, por inferir que afecta un servicio público esencial, postura que impugnan los pilotos, apoyados en la doctrina de la Organización Internacional de Trabajo que le excluye dicho carácter. La OIT, incluso, contradice el argumento de la empresa, en cuanto a que la votación con la que la huelga fue decretada careció del voto mayoritario de los trabajadores. Para el organismo imponer dicha exigencia dificulta el derecho constitucional y resulta injusto con las reivindicaciones de gremios, como el de Acdac.

La crisis aérea que afrontó el país visibiliza los riesgos que representa el monopolio del servicio aéreo en la aviación y los vacíos jurídicos que existen para dirimir ciertos problemas entre empresas y sindicatos. De la determinación de la corte depende que este servicio público siga encasillado como esencial, que los trabajadores del sector no puedan reivindicar sus peticiones a través de la huelga y que el pequeño gremio de Acdac entre en camino a la disolución. Tras la prolongada prueba de resistencia, por ahora el pulso parece ganarlo Goliath, ¡así sus finanzas hayan recibido una pedrada en el ojo!

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@Gsilvar5

Esta opinión es responsabilidad única del autor, y no compromete al Círculo de Periodistas de Bogotá.