31 Mayo 2019.
Foto: Juan Pablo Rueda.
Un niño que fuma es un niño enfermo y un fuerte candidato a morir tempranamente. Así lo dice un estudio publicado ayer en la revista ‘Preventive Medicine’, que asegura que el riesgo de mortalidad entre fumadores se incrementa en 4 % por cada año de precocidad en el inicio del consumo.
Este hallazgo es otro golpe para la salud pública en países como Colombia, donde, según los estudios oficiales, se empieza a fumar antes de los 13 años, una edad en la que uno de cada 10 niños ya muestran un consumo problemático.
Esta misma semana el propio ministro de Salud, Juan Pablo Uribe, reveló que el porcentaje de jóvenes que fuman (18 %) duplica al de los adultos (9 %). Una cifra que enmarcó en la preocupación que hoy tienen las autoridades sobre esta realidad en Colombia: cada día más niños y adolescentes entran a un contexto de consumo del que difícilmente podrán salir.
Para Rodrigo Córdoba, director del departamento de psiquiatría de la Universidad del Rosario, exponer al tabaco a poblaciones jóvenes tiene implícito un riesgo biológico, pues la nicotina tiene receptores en el organismo que en personas susceptibles puede provocar la necesidad imperiosa de consumirlo.
El especialista insiste en que este primer paso puede deslizarse a adicciones complejas, en razón a que la nicotina es, después de la heroína, la sustancia más adictiva.
De ahí que en el marco del día mundial antitabaco el consenso de las autoridades sanitarias, de médicos, de organizaciones civiles y de todas las partes interesadas es eliminar de tajo el daño del tabaco en edades tempranas y minimizar el riesgo en fumadores jóvenes, o cualquiera de sus derivados
Una tarea difícil, a juicio de Esperanza Cerón, directora de la oenegé Educar Consumidores, dados los obstáculos especialmente impuestos por las tabacaleras que “encuentran en la niñez sus presas más fáciles”.
Cifras que preocupan
La de Cerón no es una frase lanzada al aire. La Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes (ENTJ) -la radiografía más reciente de este problema- develó que uno de cada cuatro estudiantes (25 %) entre 13 y 15 años tuvo contacto con el cigarrillo en el último mes.
Este indicador es sensiblemente lesivo porque tal como afirma la pediatra Clemencia Mayorga, directiva de la seccional Bogotá de la Sociedad Colombiana de Pediatría, muchos de estos jóvenes van a quedar inmersos en un consumo que les afectará todo el organismo y que incluso puede derivarse hacia comportamientos que alterarán su rendimiento escolar y su integración con la sociedad.
“El cigarrillo en edades tempranas disminuye la oxigenación, altera las funciones respiratorias, incrementa riesgos pulmonares como bronquitis, asma y genera las condiciones para favorecer otro tipo de enfermedades, incluidas las infecciosas porque también baja las defensas del cuerpo. Esto sin contar que un niño que fuma también se alimenta mal, no hace ejercicio y tiende al sedentarismo, todos factores de riesgo metabólicos graves”, señala la experta.
Aunque pueda parecer insignificante, la ENTJ pone de manifiesto que el 7 por ciento de los encuestados tuvo contacto por primera vez con el cigarrillo a los 7 años, lo que en palabras de Mayorga es un dato sensiblemente preocupante que no se puede pasar por alto. “Permitir esto cae en el terreno de la violencia contra los niños porque si esto sucede es porque están desamparados, sin el debido control, ni supervisión ni vigilancia en los espacios donde se desenvuelven y además vulnerables ante la oferta de este producto mortal que termina siendo criminal”, afirmó.
Para corroborar este componente de abandono de los menores fumadores basta ver que, de acuerdo con la ENTJ el 29 por ciento de ellos manifestó haber consumido cigarrillo en lugares públicos y el 20 por ciento en su propia casa en el último mes.
“Este dato pone sobre el tapete una permisividad a todo nivel que minimiza los peligros sobre una población que constitucionalmente exige todo el amparo y protección. Ver que en calles y hogares hay niños fumando ante la indiferencia de los adultos es también una muestra de desvalorización de la sociedad”, apunta por su parte la psiquiatra infantil Olga Albornoz.
Prueba de ello es que a un menor de edad no le cuesta mayor trabajo conseguir un cigarrillo. La mitad de los niños fumadores dijo abastecerse en tiendas de barrio y uno de cada cinco a través de terceras personas, lo que en palabras de Esperanza Cerón demuestra una franca violación a la norma que impide vender tabaco y sus derivados a menores y menos en condiciones de menudeo.
“Como se subvalora el riesgo, se permite que los muchachos compren libremente cigarrillos”, agrega la vocera de Educar Consumidores.
Peor aún es que las campañas antitabaco no tienen foco en los menores de edad o utilizan estrategias que no impactan sobre ellos.
El cardiólogo Gabriel Robledo Kaiser califica esto como un error imperdonable porque el mundo lleva años gastando dinero en campañas que parece que no tienen ningún efecto, mientras a nivel clínico se siguen recibiendo las consecuencias de un problema que podría ser prevenible en un altísimo porcentaje.
El peligro de los nuevos cigarrillos
Como una derivación al consumo de tabaco, la industria tabacalera diseñó nuevos productos que según el neumólogo Horacio Giraldo, ex presidente de la Asociación Colombiana de Neumología y Cirugía de Tórax, representan los mismos riesgos que el cigarrillo tradicional, así se enmarquen en un contexto publicitario tendencioso que los presenta como inofensivos.
Según Giraldo, en este grupo se encuentran los cigarrillos electrónicos, los dispensadores de nicotina, las narguiles, los vapeadores y los calentadores de tabaco. “Muchos jóvenes los consumen de manera inocente, con el agravante de que algunos de ellos carecen de regulación, al punto que se pueden comprar libremente en cualquier sitio y a cualquier edad”, apunta.
Estas modalidades han ganado tanto terreno que no solo la mayoría de los jóvenes estudiantes de colegio reportaron en la ENTJ haber entrado al tabaquismo por métodos no tradicionales (cigarrillo electrónico y tabaco sin humo, por ejemplo), sino que la mayor parte del consumo se hace hoy con estos dispositivos, muy por encima del cigarrillo tradicional.
A lo anterior se suma que algunos de estos productos se publicitan como coadyuvantes terapéuticos para dejar de fumar o hacerlo sin riesgo sin que exista evidencia científica sólida de eso, asegura el neumólogo.
Muchos de estos dispositivos, además, presentan diseños llamativos, publicidades ostentosas y puestas en escena de anuncios con influenciadores o personajes conocidos entre los jóvenes, en un mercado creciente que exige de manera urgente regulación, resalta.
“No hay derecho a que estos productos sean promocionados como accesorios relacionados con estatus social y mejor calidad de vida o rebeldía en grupos fácilmente influenciables, como son los jóvenes”, remata Esperanza Cerón.
Estrategias perversas
En la ENTJ, uno de cada 10 estudiantes entre 13 y 15 años dijo haber recibido un cigarrillo gratis de una tabacalera, un dato que desnuda las estrategias que la industria utiliza para capturar consumidores a temprana edad.
Un análisis hecho por la publicista Regina Blessa en 14 países de Latinoamérica identificó estas estrategias:
Un niño que empezó a fumar…
En entrevista con EL TIEMPO, Juan, menor de edad, compartió su testimonio. Los audios han sido editados para proteger su identidad.
Una dura pelea
Precisamente por datos como estos, el psiquiatra Rodrigo Córdoba asegura que a pesar del Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco –que comprometió a cientos de países en una lucha frontal contra este producto mortal, y fue refrendado en Colombia en la Ley 1335 de 2009– y de otros avances, esta confrontación no es fácil de ganar.
Desde el Ministerio de Salud destacan que los impuestos específicos al tabaco creados en el 2015 han logrado reducir la venta de cigarrillos y aumentar en 50 por ciento el ingreso por este tributo.
El ministro Juan Pablo Uribe reconoce abiertamente cuánto le preocupa el tabaquismo en jóvenes y que hoy cualquier menor de edad puede comprar sin restricción alguna los nuevos dispositivos para fumar que han salido al mercado, por la falta de regulación. Incluso, esta semana, en compañía de la Organización Panamericana de la Salud, se presentó la campaña Señales de Humo, que alerta, nuevamente, sobre los riesgos para la salud de este hábito mortal.
En ese sentido, también esta misma semana se conoció que Educar Consumidores interpuso ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca una acción de cumplimiento contra la Superintendencia de Industria y Comercio, alegando “renuencia de esta entidad para aplicar la prohibición de publicidad y promoción a los productos de tabaco calentado que desde el año 2017 se introdujeron en el mercado colombiano”.
A propósito del tabaquismo y sus efectos dañinos para la salud, el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) tuvo un Encuentro en sus instalaciones sobre este tema el pasado lunes 27 mayo, a partir de las nueve de la mañana, con el cardiólogo Gabriel Robledo Kaiser y el neumólogo Horacio Giraldo; los abogados Juan Carballo y Gianella Severini (Tabacco Free Kids) y, Educar Consumidores, durante el que alertaron sobre la falta de una legislación que proteja a los niños y jóvenes de los efectos nocivos del cigarrillo caliente y el electrónico, entre otros peligros que está causando el consumo de cigarrillo.