29 noviembre 2019 –
Por: Arturo Guerrero, El espectador.
El paro, las marchas y los cacerolazos han estado teñidos de carnaval. Es cierto que fotos y videos de vándalos encapuchados y robocops policiacos gaseando aumentan en proporciones geométricas. También es cierto que con ellos compiten los tambores, disfraces, dibujos, saltos rítmicos, banderas, y ante todo el humor de las muchedumbres.
No podía ser de otro modo en este país donde todos bailan, maman gallo, se carcajean, aun en medio de los velorios. Los colombianos están atravesados por el sol de las montañas y la brisa de ríos y mares. ¿De dónde más les brotarían esas ganas de reírse y de ser unos con la música?
Los políticos no entienden esta esencia lírica del pueblo porque andan afanados en robar y en perpetuarse para robar en horas extras. Se anclaron en el alcanfor del siglo XIX y en los modales de la urbanidad de Carreño. Se anudan demasiadas corbatas, echan discursos inflados en los que es imposible encontrar un concepto.
Estos días de zozobra y cantos han estado nutridos por gente joven que no pasa de los 30. Millennials y centennials se fueron a vivir a otro mundo. Convocan sus encuentros silenciosamente, con sus dedos pulgares sobre pantallitas vivarachas. Concurren entre gritos que transforman en canciones bailables. No conocen las consignas de los años sesenta, repetidas sin imaginación por sus padres y tíos envejecidos entre agrieras.
Los nuevos caminantes apagan “La casa de papel” de sus netflix y corean el “O bella ciao” que la identifica. Solo que claman este himno partisano antifascista de finales de la Segunda Guerra Mundial, con pronunciación acondicionada al momento: “O bella chao, Duque chao chao chao”.
Desafinan el himno nacional y usan como ruana la bandera, dándoles sentido fresco a estos símbolos moribundos. Cuando se acerca el escuadrón negro suben la voz: “¡Sin violencia, sin violencia!”. En sus cartulinas apresuradas, a continuación del listado de sus reivindicaciones, trastocan la elocuencia presidencial: “De esto te hablamos, viejo”.
En las noches se anuncia por WhatsApp el tintineo, con el cual completan el lema de la Revolución Francesa, a la Robespierre: “Liberté, egalité, fraternité, casserolité”. Entonces se arma el bailatón, el besatón, el toquerolazo de queda. Entre tanto sus mayores se disculpan: “no saldré a marchar ni por el petrismo ni por el uribismo, sino por el reumatismo”.
Nota: La postura de los columnistas no representan la opinión ni el pensamiento del CPB.