El periodista Hugo Mario Cárdenas narró cómo fueron los momentos en los que él, el fotógrafo Oswaldo Pérez Fonseca y el conductor Octavio Villegas Salina fueron retenidos por sujetos que se decían pertenecientes al ELN en El Tambo (Cauca).
Para pensar que se está ante la posibilidad de morir, la situación debe ser bastante crítica, no tener alternativa. Eso era lo único que pensaba Hugo Mario Cárdenas, periodista del diario El País, de Cali, cuando se encontraba de espaldas y a merced de un hombre armado con un fusil que decía ser del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
El equipo periodístico del diario, junto a su conductor, fueron retenidos en dos ocasiones el pasado 8 de marzo, cuando se desplazaban por el corregimiento de Huisitó, en la zona rural del municipio de El Tambo (Cauca), por dos hombres que dijeron pertenecer al grupo guerrillero y que les advirtieron que la próxima vez que regresaran a ese territorio debían hacerlo con el permiso del ELN.
“Había salido el informe de la ONU y el Departamento de Estados de EE. UU. sobre el aumento de los cultivos de coca en Colombia y nos dimos cuenta de que entre los cinco municipios con mayor extensión cultivada estaba El Tambo, que lo tenemos a siete u ocho horas de Cali. No era nada distinto a hacer un informe, visitar el lugar, conocer la percepción de la gente”, cuenta Cárdenas.
Sin embargo, luego del almuerzo y antes de comenzar a hacer el trabajo de reportería en el corregimiento, con ayuda de un miembro de la Junta de Acción Comunal de Huisitó, notaron la presencia de dos jóvenes de quienes pensaron que eran trabajadores de la zona al estar vestidos igual que otros y con botas.
“Les dijeron a los demás que se fueran y se ubicaron a unos 50 metros. En principio nos preguntaron muy decentemente quiénes éramos nosotros, qué hacíamos allí. Nos dijeron que eran del ELN”, cuenta Cárdenas. La conversación demoró unos 45 minutos, tiempo durante el que hablaron hasta del proceso de paz que se desarrolla en Quito (Ecuador) entre esa guerrilla y el gobierno de Colombia.
La inquietud principal de los sujetos estaba sobre el uso por parte de los periodistas de chalecos y cascos antibalas, lo cual es una práctica común por parte de los reporteros que cubren el conflicto armado, sin embargo, asumiendo que todo estaba resuelto y que la advertencia de no volver sin su venia había quedado clara, Cárdenas, su fotógrafo Oswaldo Páez Fonseca y el conductor Octavio Villegas Salina empezaron a recorrer el lugar, buscar testimonios, visitar un laboratorio de procesamiento de coca.
Las labores se desarrollaban con normalidad, pero Cárdenas tenía presentes los carteles que habían visualizado a los lados de las carreteras del municipio que señalaban la prohibición de tránsito en las horas nocturnas. “Hermano, vámonos ya que nos coge la noche y puede ser peligroso”, les dijo Cárdenas al fotógrafo y al conductor cerca de las cuatro de la tarde de ese día.
Dejaron en Huisitó a la persona de la JAC que los acompañó y salieron del corregimiento, pero a menos de un kilómetro de haber iniciado el viaje, en la primera curva, vieron cómo se asomaba desde un morro uno de los sujetos que los había retenido más temprano. «Nos van a echar mano», pensó Cárdenas, y antes de terminar de detallar la escena, un fusil AK 47entra por la ventana derecha del vehículo en el que iban, marcado con los logos del diario. En ese momento, los obligan a bajar del carro y les ordenaron ponerse de espaldas.
“Pensé que era una escopeta de esas que usan en las fincas, pero no, era un fusil. Fue el momento de mayor temor porque estábamos de espaldas y había un tipo con un fusil detrás que nos pedía que nos quitemos los chalecos y los cascos. Pensamos que esos tipos nos iban a fusilar ahí”, relata Cárdenas.
Les pidieron, con agresividad, que les entregaran billeteras, celulares, equipos electrónicos. Ni siquiera los apuntes que Cárdenas había hecho en unas hojas de bloc quedaron en su poder. “En ese momento yo no me soportaba más estar de espaldas y me giré. Quedamos de frente. El hombre del fusil corrió hacia el carro y empezó a requisarlo por todos lados”, señala Cárdenas.
Al finalizar la intensa requisa, los sujetos les informaron que también se quedarían con los chalecos y los cascos antibalas. Según narra el periodista, ambos hombres siempre tuvieron el convencimiento de que no eran reporteros, sino miembros del Gobierno. “Nos preguntaban cosas por el estilo de: ‘Ustedes, como parte del este Gobierno, qué opinan sobre…”, dice, y asegura que en todas las ocasiones les resaltaron que serán periodistas.
Lo único que se quedó con el equipo periodístico fue un celular de gama baja, una ‘flecha’, que fue utilizada kilómetros más adelantes de que partieran del lugar para comunicarse con el periódico e informar sobre el incidente. A su llegada, los esperaba el Ejército y la Policía.
Lo más reciente en este episodio ha sido la comunicación, a través de personas de la comunidad de Huisitó, por parte de los sujetos involucrados en esta clara intimidación a la prensa contando sobre su intención de devolver los elementos que les quitaron a los periodistas. Cárdenas señala que, por su parte, se han comunicado con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para programar una fecha en la que esto pueda ser posible.
Para el periodista, no se trata de un grupo armado que intenta penetrar en las zonas que habían ocupado las Farc, sino que el ELN ha tenido presencia histórica en la región. Sobre si pertenecían o no a esa guerrilla, Cárdenas cuenta que la misma comunidad reconocía a los hombres como tales. Sobre el hecho, ninguno de los comandantes del grupo guerrillero se ha pronunciado hasta el momento.
“Regresar después de tres horas y media de camino al municipio de El Tambo fue para nosotros como la primera escala de un viaje de regreso a Colombia, luego de una experiencia abrumadora durante un corto paso por ‘la república independiente de la coca’”, escribió el periodista en un relato publicado en el periódico para el que trabaja.
El diario El País rechazó la intimidación y calificó lo sucedido como un atentado a la libertad de prensa y al derecho de movilidad. Un hecho que se suma a las decenas de intimidaciones a la prensa que suceden a lo largo del territorio nacional. Solo en 2016, según el reciente informe de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), hubo 2016 violaciones a la libertad de prensa, una cifra que representa un aumento del 46.9 %, respecto del 2015.
Tomado de: elespectador.com