Por sus características acústicas y morfológicas, el croar de esta rana, Scinax caprarius, es similar al sonido que emiten las cabras , según el registro del Instituto Humboldt para la ciencia mundial.
El hallazgo de Scinax caprarius, una rana de huesos verdes, es el resultado de las exploraciones científicas realizadas a bosques circundantes del valle medio del río Magdalena, veredas El Porvenir (Antioquia) y Bellavista, municipio La Victoria (Caldas), como parte de las actividades del proyecto Colombia BIO, apoyado desde Colciencias.
La evaluación del estado de las poblaciones de Scinax caprarius, su abundancia y la conservación de sus hábitats, ubican a esta rana en la categoría de Preocupación Menor (LC) dentro de la clasificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
En Colombia, el género Scinax cuenta con 17 especies exclusivas, asentadas en tierras bajas del Pacífico, la Orinoquia, la Amazonia y la región Andina nororiental en límites con Venezuela, y en alturas que van desde los 0 a los 2.200 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.).
Para el caso de la nueva especie Scinax caprarius, cuya descripción se hizo a partir de 10 machos adultos, los registros la ubican en los bosques subandinos en el valle medio del Magdalena, área geográfica de ambientes heterogéneos que involucran franjas longitudinales de bosques subandinos, selvas húmedas tropicales hasta bosque seco tropical, según informa el Von Humboldt.
La novedad de esta nueva especie de rana endémica colombiana radica en un sobresaliente canto similar al balido o sonido que emiten las cabras; así mismo, a sus huesos verdes (que comparte con la rana narizona Scinax elaeochrous habitante de tierras bajas del Pacífico), tonos café rojizo e incluso dorado en la parte superior del cuerpo; además, presenta manchas irregulares en la superficie trasera del muslo.
Esta rana, de hábitos nocturnos y que por lo general abunda durante la estación lluviosa, prefiere los microhábitats de vegetación arbustiva aledaña a aguas estancadas, como pequeñas lagunas naturales y acumulaciones acuáticas artificiales.
Si bien la rana de huesos verdes es una especie resiliente a los ambientes intervenidos, razón por la cual es común localizarla en agrosistemas, su distribución geográfica se asocia con áreas conservadas y alta humedad relativa como la que caracteriza al valle medio del río Magdalena, explican los expertos del Humboldt. El clima de dicha región presenta dos temporadas de lluvias, una de menor intensidad entre abril y mayo con precipitaciones que alcanzan los 4.000 milímetros (mm.) anuales, y un segundo pico entre septiembre y diciembre con 5.000 mm.
Los renacuajos de esta especie viven en grupos reducidos a no menos de dos metros de distancia de la orilla de lagunas o estanques pequeños con diámetros de hasta 10 metros, fondo fangoso y vegetación emergente. Estos cuerpos de agua se asocian a las áreas abiertas cercanas a bosques naturales con profundidades de no más de 1,5 metros.
La particularidad de la biodiversidad colombiana no deja de sorprender al mundo y Scinax caprarius es una prueba viviente de ello. La rana debe su nombre al canto que emiten los machos de esta especie, similar al sonido de las cabras. En cada entonación, este anfibio emite de cuatro a siete notas con una duración individual de entre 4 y 8 segundos. Siempre ocultos, vocalizan a una distancia de entre 0,1 y 0,5 metros de altura del suelo, en la vegetación arbustiva que circunda estanques y lagunas.
Este vertebrado ha sido propuesto en la categoría (LC) de la UICN debido a que hasta el momento, y tras estudios realizados, no hay evidencia de reducciones en las poblaciones analizadas, a pesar de que en sus hábitats son comunes las actividades humanas.
Al respecto, el portal web Batrachia, que compila información sobre anfibios publicada en la literatura científica nacional, registra que en el país existen 277 especies catalogadas con algún grado de amenaza según las listas rojas de la UICN y de Colombia: 56 están críticamente amenazadas (CR), 89 en peligro (EN), 85 vulnerables (VU) y 47 casi amenazadas (NT).
Hasta finales de 2012, 343 especies de anfibios estaban en Preocupación Menor (LC), mientras 144 con Datos Deficientes (DD) es decir, que se desconoce su historia natural, tamaños poblacionales y otros aspectos por los cuales muchas de ellas hoy, probablemente, estén amenazadas.
Climas extremos
Además de ser las primeras habitantes de la Tierra, poseer riqueza en colores, formas y tamaños, tener comportamientos bastante extraños e interesantes, habitar montañas o desiertos y soportar climas extremos, las ranas controlan plagas, sirven de alimento a serpientes, murciélagos, primates, comadrejas, arañas, tarántulas o aves, son potenciales portadoras de cura para enfermedades humanas, gracias a los químicos presentes en su piel y las primeras indicadoras de que algo va mal en un ecosistema.
Pero el incremento de especies exóticas, la degradación de bosques, la pérdida de fauna acuática, la transformación en el uso de la tierra o la contaminación de aguas naturales causan pérdida de biodiversidad a la cual no son ajenas las especies autóctonas como el sapo Quimbaya, hoy prácticamente segunda especie extinta en la geografía nacional.
Que hoy Scinax caprarius represente una preocupación menor para los científicos colombianos no significa desentenderse en su estudio, por el contrario, exige un monitoreo constante con el fin de mantener la estabilidad y supervivencia de la especie que podría ver afectada, a futuro, por causa de la presión actual que ocasionan las actividades humanas, advierte el Von Humboldt.
Tomada: REVISTA ECOGUIA
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