Foto: Óscar Fernando Ariza / EL TIEMPO
Para Castro, nada de lo que propone la reforma soluciona la actual situación de ilegitimidad del sistema político.
Jaime Castro analiza las propuestas controversiales del Gobierno expuestas por el ministro Cristo.
Por: PLINIO A. MENDOZA |
Año de sorpresas. Tras el escándalo de Odebrecht, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, sacudió al país poniendo sobre el tapete una atrevida reforma política que nadie esperaba. ¿Cortina de humo o remedio eficaz contra la corrupción? Vehementes argumentos en uno u otro sentido han saltado a la prensa y se han dejado oír en todos los ámbitos políticos, cercanos al Gobierno o a la oposición. De todos modos, las reformas propuestas pueden representar un cambio en las reglas de juego en las elecciones del 2018. Jaime Castro, conocido constitucionalista, analiza los puntos de la reforma.
¿Cuál es su opinión sobre la reforma política?
Las reformas que propone el Gobierno cambian las reglas de juego para participar en la vida pública y para hacer política. Las cambian cuando ya se empezó a jugar el partido, es decir, cuando ya arrancaron las campañas para la presidencia y el Congreso. Y, por cierto, quien las quiere cambiar es uno de los jugadores del partido, nada menos que el Ministro del Interior, que no procede como ministro, sino como precandidato. Esto es, a mi parecer, completamente ilegítimo o, para decir lo menos, políticamente incorrecto (Lea también:»
Porque en los Estados de derecho y en los regímenes democráticos, las reglas de juego son impersonales. No se establecen para favorecer o perjudicar a una persona. No son normas ad hoc. Vale la pena recordar que la elección popular de alcaldes se aprobó a finales del año 85, pero solo tuvo vigencia en el 88. Además, las reformas propuestas contienen temas que se habían debatido en el país, se habían votado y se habían negado, de modo que nos encontramos ante una especie de refrito. En algunos casos, son plagio de propuestas anteriores. Uno se pregunta por qué en los seis años y medio que lleva en el poder, el Gobierno no las presentó ni pidió que se tramitaran. ¿Por qué solo ahora?
¿Qué explica que se presente ahora?
¿Es cortina de humo o mero distractor? La gobernabilidad del Presidente, en la medida en que tiene el sol en las espaldas, es cada día menor. Toda la reforma es hechiza, completamente artificial. Santos se reúne con los jefes de los partidos de su coalición y les dice que el ministro Cristo presenta propuestas que él no comparte. Por ejemplo, el voto obligatorio y el voto a los 16 años. Para él, son ‘micos’ del ministro. En medio de clima de polarización como el que vivimos y de ilegitimidad del sistema político, introducir estas reformas es, como se decía en otras épocas, “inocularle bacilos al régimen”. En todas partes, las reglas de juego se definen para la próxima generación y no para la próxima elección. Tal vez era el decano Georges Vedel quien decía que la Constitución no es balón para hacerle goles al adversario político.
¿Con estos cambios, a qué adversario le estaría metiendo goles el Gobierno?
Dicen que se está sacando el clavo y pasando cuenta de cobro a Germán Vargas Lleras y al expresidente Uribe. Nada de lo que están proponiendo tiene que ver con la situación que vivimos: la ilegitimidad del sistema político, cuyo origen son dos causas. Primera: las elecciones, que, en la mayoría de los casos, incluidas las presidenciales, son producto del fraude, la coacción, la compra de votos, la financiación ilegal. Segunda: la corrupción, que, para utilizar expresión conocida, “hace rato pasó la raya roja de sus justas proporciones”. Las reformas que proponen son ajenas a esa realidad política, que está creando generalizada indignación ciudadana.
Hablemos de puntos concretos: ¿cómo ve la eliminación de la Vicepresidencia?
No soy partidario de volver a la designatura. La Vicepresidencia se aprobó en la Constitución del 91 como instrumento de pluralismo político, que debía promover coaliciones de tipo ideológico o programático y también de carácter regional. La Vicepresidencia tiene, entonces, raíces democráticas propias de un país diverso y de una Colombia heterogénea.
Versión completa en: http://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/analisis-de-jaime-castro-sobre-propuestas-de-reforma-politica/16832104