3 abril 2020.
Foto: Pixabay –
Tomado de: Las 2 Orillas –
Escuchando la entrevista que la destacada periodista judicial Jineth Bedoya dio a la Universidad Central en el 2014, llegó a mi cabeza una de las reflexiones de Ryszard Kapuscinski; «Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas». Y es que tal vez la ausencia de buenas personas ha sido uno de los factores que ha devaluado tanto esta profesión,
Si bien comparto que el periodismo requiere una pasión que solo algunos pocos poseen, no todos son capaces de sentir la profesión, de comprender esa responsabilidad social que todos debemos asumir en el momento en el que elegimos esta carrera. La sociedad espera más de lo que el periodismo en Colombia ha dado hasta ahora, sobre todo en lo que empatía y sensibilidad concierne. Estas se han ido a la basura por ir detrás de una chiva, como lo dijo Jineth en aquella entrevista: » Somos unos carroñeros». Acá cabe recordar que si no es en pro de los demás, ser periodista no tiene sentido, por eso reitero, hemos olvidado lo más importante, ser buenas personas.
Ciertamente, el profesional de este campo tiene a su disposición una herramienta sumamente poderosa, la información; capaz de exponer realidades incómodas y abrir posibilidades a nuevos espacios de denuncia, pero que a su vez requiere conocer plenamente ese universo que le rodea, ese contexto lleno de significados en donde todo periodista debería tener ese enfoque judicial e investigativo. Es ahí en donde falla la academia.
¿Cómo vamos a ser capaces de comprender el contexto de la información si no sabemos ni cómo funciona nuestro país? Y si bien la academia no tiene toda la culpa en esto, tampoco ayuda mucho a resolver el problema: no se preocupa por formar profesionales que a lo largo de su carrera aprendan y dominen el tema a toda cabalidad, lo que genera que cada año salgan profesionales que al enfrentarse a la vida real se llevan una no tan grata sorpresa.
Desde esta perspectiva, es sumamente importante replantear la manera en la cual se enseña el periodismo, reforzando esa parte ética e inculcando a las nuevas generaciones ese rigor con la información; ese que solo se logra con la amplitud del conocimiento y el sentido de pertenencia por la profesión.
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