19 Noviembre 2019.
El uso de la tecnología biométrica para adelantar los procesos de registro y seguridad en los aeropuertos es una auténtica revolución en la industria aeronáutica. Además de ser un avance en la eliminación de suplantaciones de personalidad y evitar riesgos en los aviones, se convierte en tabla de salvación para combatir las aglomeraciones y agilizar el movimiento de pasajeros que transporta el servicio aéreo, cuyo número, hoy cercano a los 4.000 millones de personas, se duplicará hacia 2037.
Las congestiones provocadas por las dispendiosas colas que requiere cada trámite aeroportuario son motivo de incomodidad para los usuarios, conllevan retrasos en los servicios y constituyen una carga económica para las aerolíneas. Los dispositivos biométricos, convertidos de tiempo atrás en respuesta confiable y eficaz en múltiples sectores y actividades, comienzan a ser parte de la solución, al colonizar espacio en las terminales aéreas, buena parte de ellas, sin distingo de lugar en el mundo, acosadas por las considerables demoras en los procesos de embarque.
El reconocimiento facial, la modalidad que se impone, es una aplicación que en cuestión de segundos identifica a una persona en imagen digital y le permite en escasos minutos abordar su vuelo. La imagen es utilizada en cada una de las etapas del proceso de viaje, eliminando los cuellos de botella que genera el trámite manual, desde el registro personalizado en el mostrador de la aerolínea, hasta el control de inmigración y el abordaje. En algunos aeropuertos y en ciertas aerolíneas que se han sumado a la innovación, la tecnología se extiende a servicios adicionales, como el alquiler del auto. En ninguno de los pasos el viajero necesita proporcionar pasaporte ni detalles de información personal.
Para comienzos de la próxima década, según la IATA, el 77% de los principales aeropuertos en el mundo y el 71% de las aerolíneas habrán adoptado sistemas de identificación biométrica para que los usuarios puedan hacer sus trámites, incluso, desde sus aplicaciones móviles. Hoy en día el procedimiento se aplica parcialmente, solo para los chequeos en mostrador, en el 41% de los grandes aeropuertos. En los Estados Unidos por lo menos 25 utilizan procesos de identificación con tecnologías digitales para controlar las entradas y salidas. La firma de análisis biométrico Clear fue pionera, hace algunos años, con el cobro de una tarifa quinquenal que le permite al pasajero liberarse de filas y multitudes y acudir a silenciosos dispensadores electrónicos que dan el visto bueno para recoger las maletas y salir del terminal.
En Londres, el aeropuerto de Heathrow invirtió 55 millones de euros para implantar la identificación biométrica y en España se ensaya un control similar, con carácter experimental, en la terminal de Menorca. El éxito del sistema ha sido probado en aeropuertos de intenso movimiento, como el Internacional de Tokio, y su última versión será adoptada para todos los trámites en el recién inaugurado de Pekín-Daxing, el más grande y moderno del mundo.
Esta tecnología, nacida en los albores de la década, surgió en Europa y se ha extendido, ahora con mayor celeridad, por el resto del mundo. El aeropuerto Charles de Gaulle, tras los atentados terroristas de París y Niza, priorizó para algunos casos el empleo de software de identificación, que verifica las imágenes de pasaportes con las caras de pasajeros de los 28 países de la Unión Europea, y el de Ámsterdam Schiphol, junto con KLM, prueban el embarque sin necesidad de mostrar el pasaporte, como sucede en Australia donde este documento ha sido reemplazado por controles biométricos.
Cada vez es mayor el número de aeropuertos que busca adaptarse a las necesidades de la innovación digital e incorporar en sus procesos la biometría como herramienta para reducir tiempos, mejorar eficiencia y garantizar seguridad. El temor que acechaba a esta tecnología ante riesgos de mal uso y comercialización de la información personal de los usuarios -un problema común en otras áreas-, se ha desvanecido y es un factor que hoy pesa menos que las ventajas, en la balanza de las comparaciones.
Esta herramienta responde a las necesidades modernas de los aeropuertos y las aerolíneas, con beneficios en términos de seguridad, rapidez de circulación y puntualidad en los vuelos. Los tiempos de reducción del trámite aeroportuario pueden llegar al 75%, como ha ocurrido con British Airways, que a nivel de prueba gestiona, sin colas, el embarque de 240 pasajeros en solo 10 minutos. La nueva experiencia para el viajero promete acabarle la inconformidad y molestia para sacarle, ante la cámara, su mejor sonrisa.
Posdata. Cerca de acá, el aeropuerto Reina Beatriz de Aruba implementará el primer programa piloto del mundo que vinculará los servicios de transportación aérea con los terrestres, a través de la aplicación de la tecnología biométrica en cada etapa del proceso, desde el vuelo hasta el check-in en el hotel. Para su implantación contará con la asesoría del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), por sus siglas en inglés, organización que le ha metido el hombro al impulso tecnológico en el sector.