Por Gustavo Castro Caycedo, Socio CPB
Siempre he tenido presente una frase de Diego Rottman: “Cuando uno tiene miedo, o muchos amigos a quienes no quiere criticar, ha llegado la hora de retirarse del periodismo”. Claro que perdí un par de ellos por hacerlo, pecando por la convicción de la independencia. En otros casos, agradecieron mi “asesoría gratuita”.
Entre mis libros he escrito siete con sustentadas opiniones sobre la televisión colombiana, a la que he mirado durante más de 60 años con ojo crítico. No son extrañas observaciones como la de esta nota, cuando me ocupo de la televisión.
Me refiero aquí, como ejemplo de mal periodismo, a un caso de esos que a veces se dan en los telenoticieros, con ligereza, irreflexión, o equivocaciones. Un día vi el trabajo de dos periodistas que realizaron una serie de informes sobre los centros educativos que abusaban con el mercadeo de los útiles escolares, obligando a los padres de familia a gastos innecesarios, y los titularon: “Los útiles inútiles”. Y mi conclusión fue que también había periodistas útiles e inútiles.
Los de este caso, ignoraron inexplicablemente el nombre de quienes estaban causando sinsabores con tales útiles, a infinidad de familias. Denunciaron a medias porque omitieron el nombre de los colegios que estaban abusando con la exigencia de elementos escolares inoficiosos.
Por eso, lo que debió ser una denuncia seria y valiente, se convirtió en un espacio alcahuete, pero además, burlón y de pésimo humor. Ese par de “periodistas”, defraudaron a los padres de familia afectados por las “impunes” imposiciones. Pudieron haber hecho unos informes útiles, pero que se quedaron en el aire como simples anécdotas.
Dicho en otras palabras, hicieron unas denuncias cobardes, porque encubrieron el nombre de los colegios abusadores, porque no dieron los nombres de los centros educativos abusadores; más bien gozaron haciendo chistes sin pensar, o mejor “a costillas” de las familias perjudicadas. No tuvieron vergüenza de defraudar a los ciudadanos a los que se deben ¿Dónde estaba su responsabilidad social?
Otro aspecto de los citados informes, fue que uno de los comunicadores decidió que la noticia era él, que era el protagonista, y dejó conocer sus ansias de figuración. Y para completar el peor ejemplo de periodismo, no quedó por fuera de los mismos informes el asomo de prepotencia e irreverencia con la utilización de términos impropios dentro de un en un léxico burlón que, que hirió la dignidad de las familias a las que hicieron referencia.
Este muestra de pseudo periodismo, de mal periodismo, es de esas que no pasan desapercibidas, y que desafortunadamente se ven en la televisión colombiana con más frecuencia de lo imaginable.