Foto: CAFAM
Jully Andrea Mora González con tan solo 22 años trabaja por el bienestar de 1200 pescadores y sus familias en el municipio de Puerto Wilches.
Jully Andrea Mora González fue premiada por su trabajo con una comunidad de pescadores.
Visiblemente emocionada, Jully Andrea Mora González subió a la tarima. Su voz era aún temblorosa cuando se ubicó delante del micrófono, pero esconder sus emociones no fue una preocupación para esta santandereana de 22 años, quien este martes se convirtió en la más joven en recibir el premio Cafam a la Mujer, en sus 29 años de historia, que reconoce el trabajo de aquellas colombianas que llevan a cabo iniciativas con alto impacto social.
“Cuando Dios se dedicó a hacer mujeres les puso tanto empeño, porque sabía que debía hacernos importantes. Él dice que somos el brazo más frágil y cuando él dijo eso, era porque éramos dignas de recibir el mejor trato que se puede brindar en este mundo. Él premió a los varones con nosotras”, dijo Jully con seguridad y contundencia ante los cientos de asistentes al Teatro Cafam de Bellas Artes, en Bogotá.
Esta joven fue elegida entre un grupo de 25 mujeres finalistas, de toda Colombia, por su trabajo en favor del bienestar de las comunidades, específicamente de los pescadores de Puerto Wilches, a orillas del río Magdalena.
«El mayor premio para mí es la visibilización que vamos a tener, que mucha más gente va a conocer de nuestro trabajo. Creo que muchas personas en el país lo han intentado y con esto demostramos que no es una batalla perdida y que hay que seguir luchando«, afirmó Jully.
Jully Andrea es gestora cultural de la Asociación de Pescadores Artesanales y Agricultores del Magdalena Medio (Asopesamm), una organización que nace en el año 2001 con el propósito de representar y concretar acciones en beneficio de los pescadores y sus familias.
Se estima que en el sector existen aproximadamente 1.200 pescadores con los cuales trabaja para lograr una mayor capacidad de negociación y ejecución de recursos. También ha logrado incluir a la mujer en los procesos organizativos como una manera de fomentar la equidad de género y adelanta un semillero de liderazgo llamado Escuela de pesca, donde se enseña a los jóvenes todo sobre el tema para que estén en la capacidad de asumir funciones en la organización, abriendo así el paso al relevo generacional.
Durante la ceremonia se le hizo un homenaje a la periodista de EL TIEMPO Jineth Bedoya Lima, en reconocimiento a su fortaleza y a su liderazgo en la defensa de los derechos de las mujeres víctimas de la violencia sexual en Colombia.
Con su campaña #NoEsHoraDeCallar –destaca la organización del concurso-, Bedoya ha logrado convertir su penosa experiencia en un poderoso discurso para dignificar a las mujeres que, como ella, han sufrido de este flagelo.
«Me he preguntado muchas veces de qué está hecho el corazón de las mujeres. Y ahora lo sé: está hecho de fe, porque creer en algo es lo que nos da fuerza», dijo la periodista, quién recibió el homenaje de manos del Procurador General, Fernando Carrillo.
«Jineth es un ejemplo a seguir de cómo se deben afrontar el futuro ante los momentos oscuros», aseguró Carrillo, quien agregó que «Colombia necesita más mujeres como Yineth». (Vea al final de esta nota el discurso completo de Jineth Bedoya)
Chocó y Quindío recibieron menciones de honor
La hermana María del Carmen Palacio Cadavid, representante del Chocó, obtuvo una de las dos menciones de honor que otorga el concurso. Lleva 62 años trabajando por el Pacífico colombiano, específicamente con las comunidades afrocolombianas e indígenas. Gracias a su formación en salud tradicional con los sabedores ancestrales, la hermana es sanadora y entrega sus conocimientos a todo el que lo necesita.
Gloria Elena Castrillón Suaza, representante del Quindío, también fue galardonada con una mención de honor. Es la presidenta de la Fundación Luz de Esperanza, enfocada a ayudar a pacientes con VIH. Desarrolla planes de bienestar social, fomenta la educación para la prevención y promueve hábitos de vida saludable. Ella misma orienta capacitaciones y comparte su testimonio de vida enseñando su experiencia en la lucha contra la enfermedad, el abandono de la familia, la ignorancia y el estigma social.
El Jurado entregó a María Inés Restrepo de Arango, Mujer Cafam Antioquia, un reconocimiento especial por su contribución para que las familias del departamento tuvieran acceso a una vivienda digna, servicios de salud, recreación y educación beneficiando así a más de 2.233.811 personas durante 19 años al frente de la Caja de Compensación Familiar de Antioquia Comfama.
Discurso de Jineth Bedoya
¿Qué tan grande puede llegar a ser el corazón de una mujer pero, sobre todo, qué tan fuerte?
Me lo he preguntado infinidad de veces cuando visito a los grupos que apoyo en diferentes lugares de Colombia, cuando recibo los dramáticos casos de víctimas y sobrevivientes de violencia de género o cuando coincido con activistas de Uganda, Kosovo, Sierra Leona, India o Ruanda.
¿De qué están hechas estas mujeres? me lo he preguntado infinidad de veces. Me lo pregunté a mi misma el domingo, luego de todos los hechos que ocurrieron la semana pasada y que ustedes han visto en los medios de comunicación.
Me lo me pregunté porque mi corazón está deshecho e intento unir nuevamente los pedacitos para seguir adelante.
Y ahora tengo la respuesta. Estamos hechas de fe. El creer en algo es lo único que hace grande y fuerte el corazón de una mujer. Y la fe de todas las mujeres que hoy son exaltadas con este Premio a la Mujer Cafam ha permitido que comunidades enteras tengan una segunda oportunidad, que niños, niñas y mujeres puedan tener ángeles que trabajan por ellas y ellos. De la fe se desprende todo lo demás que nos permite avanzar.
La fe de estas mujeres tiene que ser la de nosotros. Es la única forma de transformar el país. Es la única forma de consolidar la paz.
Por eso les digo que hoy me aferro a la fe de cada una de ustedes para no claudicar, pero, sobre todo, para no fallarles. Nuestra voz y nuestras acciones tienen que seguir cambiando al mundo.
Gracias al jurado del Premio, al doctor Luis Gonzalo Giraldo, a mi madre hermosa, a mi familia de sangre y a mi familia de la casa editorial EL TIEMPO, a mis amigos, y gracias especialmente a Roberto Pombo, mi jefe y amigo, porque todos los ‘Si’ que me ha dado en los últimos 15 años han permitido que mi fe me mantenga en pie pero, sobre todo, que cambiemos las vidas de muchas personas.
VIDA