El director de la FNPI habla sobre los nuevos proyectos de la fundación que dirige. Dice que la posverdad es un fenómeno que siempre ha existido pero se ha acelerado e insta a los estados de Latinoamérica a comprometerse con la protección de los periodistas
Con más de veinte años de creación, la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) se lanza a una nueva etapa. Se trata de un proyecto en el que el legado del fallecido escritor colombiano y premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, «adquiera movimiento», en palabras de Jaime Abello Banfi, director de la FNPI.
¿Qué va a pasar en esta nueva etapa que comienza la FNPI?
Esta nueva etapa de la Fundación, creada por Gabriel García Márquez, busca no sólo trabajar por el periodismo, con los periodistas y para los periodistas, que ha sido su sentido misional hasta ahora, sino que, además, vamos a ampliar nuestro radio de acción a otros sectores de la sociedad, especialmente, hacia los niños y los jóvenes.
Lo vamos a hacer con la visión y misión de contribuir al legado en movimiento, es decir, que la memoria y la obra de Gabriel García Márquez se aproveche como un verdadero activo de desarrollo social. Eso lo haremos con un proyecto que se llama Centro Gabo que estamos preparando en este momento, y que está enmarcado en la idea de generar una alianza público-privada, tal como lo prevé la Ley de Honores Gabriel García Márquez, una ley colombiana avalada en el año 2014, en la cual se dispone que haya en Cartagena de Indias un centro internacional para el legado de Gabriel García Márquez. No se trata sólo del edificio, lo importante es que la noción de legado en movimiento se traduzca en una actividad diversa en forma de talleres, exposiciones y encuentros de distinto tipo.
Por ejemplo, para ganar capacidades y empezar a ponerlo en marcha, ya estamos haciendo talleres con niños y jóvenes de periodismo, que se han realizado en un área de actuación que ha sido el barrio Nelson Mandela en Cartagena. El año pasado tuvimos el taller con niños, este año lo haremos con jóvenes.
¿Qué es para usted la posverdad?
Para mí es un fenómeno que ha existido siempre. Realmente, la historia de la humanidad es una historia de narrativas que están en conflicto. Hay versiones y puntos de vista diferentes, verdaderos, falsos, intencionados o no. Por eso existe el periodismo, no sólo por la información sino porque, de alguna manera, representa la posibilidad de tratar de despejar y buscar, en medio de la confusión y la mentira, una mejor comprensión de los hechos a partir de un compromiso con la verdad.
Siempre hubo mentiras, siempre hubo versiones, siempre hubo puntos de vista encontrados, siempre los habrá. Lo que estamos viviendo es la posverdad acelerada por la tecnología digital. Antes los procesos comunicacionales se filtraban a través del periodismo profesional, que tampoco garantizaban que fuera completamente exacto lo que se contaba, pero había una cierta legitimidad, si se quiere. Hoy en día todo está en las redes y el peligro es que hay una verdadera fábrica porque se hace (periodismo) en función de intereses y a veces, de manera velada, se trata es de manipular la opinión pública.
Esto es un negocio para algunos, es también una estrategia política y la buena noticia es que así como la tecnología ha acelerado esas posibilidades de manipulación y de pseudoperiodismo, que en el fondo puede ser proselitismo, también ha acelerado las posibilidades de desenmascararlo, de señalarlo.
Ahora, todo esto es complejo porque no sólo está de por medio la tecnología sino el aprovechamiento de los hallazgos de la neurociencia, es decir, lo que circula en las redes (sociales) muchas veces está cuidadosamente planificado para mover las emociones en la gente y para influir sobre ellas. Es ahí donde hay que tener mucho cuidado. Creo que nos corresponde entrar en una etapa de tener unos públicos más advertidos de que lo que circula en las redes puede estar amañado, justamente, a partir del manejo del big data y de esa especie de etnografía digital que se puede hacer para entender cuáles son los gustos, las preferencias políticas o emocionales o como consumidores de una persona. El periodismo tiene que distinguirse para no dejarse opacar porque el problema de que haya tanta información mentirosa, falsa o manipulada que está circulando es que la gente empieza a perder la noción de cuál es el periodismo de verdad.
¿Cómo utilizar Twitter, cómo una fuente, una herramienta?
Hay que usarla como lo que es. Es decir, como un vehículo abreviado para empezar a investigar, para agarrar un cabo y de ahí partir hacia una buena historia o bien para difundir una buena historia, también para conocer y seguir tendencias. No hay que sobredimensionar a las redes sociales, pero, clarísimamente, hoy los periodistas tienen que saber tanto de tecnología como de las nociones de ética periodística y tener la pasión por contar historias. Creo que, si queremos sobrevivir, llegó el momento de que asumamos que es necesario estar metidos en el uso y la comprensión de la tecnología como uno de los deberes más del periodismo.
El último informe de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) sobre Colombia determina que, entre 1977 y 2015, 152 periodistas colombianos fueron asesinados. Una rémora para el buen periodismo…
América Latina siempre ha sido un continente complicado para hacer periodismo, yo diría que Iberoamérica lo ha sido porque en España hace 40 años había censura y ni hablar de Portugal, pero en América Latina se ha vivido siempre la violencia hacia los periodistas y tenemos nuevos problemas. Todo esto está asociado con la necesidad de tener unas sociedades más conscientes del valor del periodismo y de la libertad de expresión y de la necesidad de tener unos Estados más eficaces que ejerzan realmente un control institucional sobre el territorio. Los Estados deben comprometerse en frenar a las mafias y a los criminales, lamentablemente, muchos casos de agresiones contra periodistas tienen que ver con la connivencia de los corruptos y de los mafiosos con autoridades locales.
(*)Directora de El PortalVoz @vivimur83 / @elportalvoz Madrid, España
Tomado: El Nuevo Siglo
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