La ciudad es el escenario donde están las mejores historias periodísticas para contar. Ernesto Cortés y Ginna Morelo, de El Tiempo, dan las pautas para extender la mirada hacia nuevas fronteras.
Cuando se habla de las grandes urbes se piensa en epicentros de poder, un espacio que tiene tantos problemas como los millones de personas que alberga. Pero rara vez se ve desde los ojos de quienes las habitan, rara vez se entiende y se cuenta desde esta óptica. ¿Qué debería cubrir el periodista en una ciudad tan grande que bien puede parecer un país diminuto? El periodismo por naturaleza debería cubrir todos los aspectos de la vida humana y, en las ciudades, donde se concentra la mayoría de la población en la actualidad, lo que sobran son historias.
De esto se habló en el último taller del ciclo ‘Datos para contar ciudades’ organizado por la FNPI – Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y Findeter. En Bogotá dos maestros del periodismo les dieron a 27 colegas las claves para extender la mirada de la ciudad hacia otras fronteras: Ernesto Cortés, editor general de El Tiempo y Ginna Morelo, editora de la unidad de datos del mismo diario.
Cortés abrió el telón cuestionando qué es una ciudad. En las definiciones que se dan normalmente está incluido todo menos una cosa: las personas que las habitan. «Ha de haber siempre ojos que miren a la calle, ojos pertenecientes a personas que podríamos considerar propietarios naturales de la calle», decía Jane Jacobs, una periodista que aunque no era urbanista se convirtió en una autoridad en el tema. Para Cortés ahí está el quid del asunto, en ver que la ciudad es el escenario donde están las mejores historias periodísticas para contar. Estas son algunas claves para aprender a ser más acuciosos y encontrarlas.
¿Para qué pensar la ciudad?
El periodista que quiera saber contar las ciudades no puede hacerlo si no tiene un por qué y un para qué. Las ciudades se deben pensar para entenderlas, para saber sus lógicas y funcionamiento. ¿Son caóticas? Sí, pero hay que explorar su caos, entenderlo desde sus orígenes.
Las ciudades no solo se ven
Observar una ciudad desde las alturas de un mirador y ser consciente de su inmensidad puede ser una bonita postal, pero es solo una de las que se pueden encontrar. Las ciudades hay que caminarlas, olerlas, tocarlas, escucharlas, retar nuestros sentidos. El periodismo urbano se debe hacer con todos ellos. The New York Times publicó una historia llamada Los olores de New York City. De una sencilla, pero creativa pregunta —¿a qué huele una ciudad?— surgió otra forma de narrar el caos.
Hacernos nuevas preguntas
Las ciudades están cambiando el mundo y debemos asistir a este acontecimiento como algo más que espectadores. Los periodistas están llamados a construir una nueva agenda, más propositiva, a ser los notarios de la ciudad. En 50 años vamos a tener 2.000 millones más de habitantes en el mundo, según cuentas muy cuidadosas que ha hecho ONU Hábitat. ¿Por qué hay tanta densidad? ¿Cómo nos organizaremos para suplir las necesidades básicas? ¿Qué pasará con las ciudades intermedias en unos años teniendo en cuenta que constituyen el 60 por ciento de la humanidad?
La importancia del ‘metro cuadrado’
En el siglo XXI el problema no es la falta de información, sino el exceso de ella. El mundo globalizado hace que en Colombia se conozca el último movimiento del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en minutos. Esa historia ya la están contando otros, pero a las personas les interesa mucho más lo que pasa en su entorno más cercano, en su metro cuadrado. No hay historia pequeña, todo es susceptible de contar, pero hay que ponerle el foco correcto.
Salir a la calle
Daniel Samper Pizano solía repetir esta frase: “El mejor periodista se conoce por el tamaño del hueco de los zapatos”. Entonces, hay que mirárselos de cuando en cuando para ver si todavía buscamos las historias fuera de la oficina y lejos del computador. Por supuesto que las herramientas tecnológicas avanzan, son válidas y útiles, pero lo único que no va a cambiar en medio de todo esto son las buenas historias. «Lo que tiene empoderados a los ciudadanos es que viven en la calle. Lo que nos ha pasado a los periodistas es que ya no vivimos la calle. Se nos olvidó la pasión», dijo Cortés.
Ponerle el sabor a umami
El umami es el quinto sabor. No es amargo, ni dulce, ni salado, ni agrio. En japonés significa sabroso y agregar un ingrediente umami algunos alimentos mejora considera considerable su gusto. Justo eso es lo que se debe agregar a las historias de ciudad. Cuando la gente encuentra una buena historia se queda ahí. Cuando se narra una urbe hay que conmover. Todas las historias lo hacen, y si no conmueven no hay historia.
Los datos, otra forma de contar
Información hay, y a borbotones, pero los periodistas tenemos que saber cómo procesarla. Ginna Morelo, editora de la unidad de datos de El Tiempo, explicó cómo utilizar nuevas herramientas para contar historias en tiempos en que el ciudadano no cree nada. «Hay que considerar los datos como una fuente potencialmente poderosa», aseguró. Aquí algunas claves para aprender a hacerlo.
Datos para entender la ciudad
«El periodismo de datos no es el periodismo de la revelación, sino de la explicación», sostiene Ginna Morelo. Al utilizar herramientas tecnológicas y procesar grandes cantidades de datos, los periodistas podemos contar historias que no estamos acostumbrados a hacer.
Encontrar la información
La información existe. Hay que conseguirla. Para eso se pueden explorar bases de datos públicas, un trabajo que puede durar horas, pero que es necesario. En caso de que no esté disponible en la web, se puede solicitar la información a las entidades que las tengan. En Colombia la Ley de Acceso a Información nos abre un gran camino a los periodistas para conseguirla.
Preguntas esenciales
En el periodismo de datos no solo hay que responder qué, dónde y cuándo ocurrieron los hechos. Por qué y para qué son el meollo del asunto. Incluso a partir de una investigación pueden surgir nuevas preguntas y se crea una línea de información.
El proceso del periodismo de datos
El periodismo de datos tiene cuatro caras: la de los periodistas que ayudan a buscar información; los analistas; los ingenieros que desarrollan mecanismos de visualización y un diseñador. Una investigación bien planeada tiene más posibilidades de ser exitosa, la planeación se debe hacer desde la matriz en la que se plantea cuál es la pregunta principal que quiero resolver, cuáles se desprenden de ella, cuáles son las fuentes y las bases de datos a consultar, cómo quiero visualizar la información. Después se debe buscar la información, y una vez se tenga hay que limpiarla, ordenarla, para eso se recomienda utilizar muy bien Excel, y en caso de que sea una gran cantidad de datos Google Refine. Ahora hay que analizar los datos, se pueden consultar expertos, hay que comparar y cruzar los datos. A partir de allí se debe hacer trabajo de campo, conseguir las historias que ayuden a retratar el problema. Y por último, pero no menos importantes, diseñar y visualizar la historia.
Algunas herramientas útiles: existen herramientas gratuitas para ayudar en la visualización. Algunas de ellas son Tableau, Carto, StoryMap JS y Datawrapper.
La importancia de la precisión
Palabras como mucho, bastante, aproximado, un tanto, no son para usarlas en el periodismo de datos. Hay que buscar todos los datos, revisar su comportamiento y después contar la historia, ir a la precisión. Lo que aporta ritmo es pasar de un párrafo a otro aprendiendo algo nuevo, contando un dato nuevo.
Las tres I del periodismo
El periodista tiene que ser versátil, entender que hay cosas más allá de la escritura. Hay tres palabras que lo resumen mejor: inspiración, investigación e innovación. «El periodismo de datos no es más que tocar otras puertas, y si te equivocas no pasa nada, lo vuelves a hacer», dijo Morelo.
Nota tomada de fnpi.org