Más conocida en el exterior que en Colombia, Malak Moros hizo el bufet para los Premios de Periodismo CPB. Allí conocimos su fascinante historia. Parte de ella la publicamos a continuación.
Es casi seguro que sea la única persona que se para frente a un exigente público para hablar tan detalladamente de Macondo como si hubiera nacido allí, y por eso charla con facilidad de su fundación, de sus habitantes, de sus avatares climáticos, de sus extravagancia, de su…de todo.
Es la chef Malak Moros, una colombiana ciento por ciento pero con una buena dosis de sangre árabe (marroquí) que es más conocida en el extranjero que en su propia tierra. Y en un campo tan delicado como es la alta cocina, donde ella mezcla, en debidas proporciones, mucho conocimiento y fino gusto artístico.
Y de Macondo (cuya existencia medio mundo conoce aunque no figura en ningún mapa, a no ser el de la imaginación) habla en un escenario, digamos, algomacondiano: en importantes eventos ¡gastronómicos! Lo hace como una especie de “plato de entrada” a la presentación de una de sus comidas preferidas: Langosta a lo Macondo.
La receta de este plato se la confió nada menos que el famoso cocinero cubano Gilberto Smith Duquesne, declarado por varios centros gastronómicos internacionales como El cocinero del Milenio. En uno de sus muchos viajes por el mundo, Malak Moros llegó a La Habana y, desde luego, se fue directo a la Asociación Culinaria de Cuba y ahí mismo hubo flechazo gastronómico entre Smith y ella. Al punto que cuando le contó que era admiradora de la obra de García Márquez, le propuso que se convirtiera en algo así como la embajadora por el mundo de este plato. “Por su supuesto”, le contestó Malak.
“Gilberto Smith me dijo que al momento de ofrecerle personalmente a García Márquez el plato, entre ellos había una amistad muy estrecha, le manifestó que era la receta de dos amigos que se despiden un abril”, recuerda esta chef que conoce alrededor de treinta países y donde siempre cuenta la historia de Macondo. Por cierto, Malak, al contrario de los “gabólogos” de último momento, dice que nunca lo trató y que solo lo vio una vez en el Escuela de Culinaria de Cuba. “Pero mi vinculación con García Márquez es desde muy joven, cuando leía, y aún lo hago, su obra”, señala.
Pero este no es el único “cargo diplomático” que tiene Malak Moros. La diplomacia marroquí la escogió como la embajadora de la cocina de este país para América Latina. Claro, esto obedece a sus vastos conocimientos sobre comida autóctona de esta nación árabe. Y no son los únicos, pues sabe de comidas mexicana, peruana, ecuatoriana, india, española y de este lado es experta en la santandereana, sin excluir la de otras regiones colombianas. Precisamente el Círculo de Periodistas de Bogotá, durante el homenaje a los ganadores del pasado Premio de Periodismo, ofreció una muestra gastronómica de productos de Santander dirigida por Moros. “Que orgullosa me siento de ser santandereana”, dice esta joven mujer cuyo abuelo, junto con 18 hermanos, vino a Colombia desde Marruecos a finales del siglo XIX y de una vez todos se fueron a colonizar parte de las tierras del Cañón del Chicamocha.
Allí, desde muy niña, Malak se dedicó a saber sobre la comida santandereana y en especial los misterios de algunos de sus platillos, como el que se hace con las hormigas culonas. No en vano ha sido galardonada por crear una ingeniosa salsa con este insecto. Galardón que se suma al rosario de más de quince medallas y alrededor de 30 reconocimientos de talla mundial, cuya primera cuenta fue el Premio Joven Chef cuando tenía 22 años. Por eso les aconseja a los asistentes a sus conferencias que “amen los ingredientes regionales y sorprendan con una experiencia culinaria real, donde propios y visitantes disfruten la identidad cultural con la gastronomía”.
Ciertamente, Malak Moros no copia al dedillo recetas porque a lo que se dedica casi por entero es a la investigación, al fin y al cabo es una obsesionada por el conocimiento. Conocimiento que le fue exaltado hace poco en la ciudad de Dubai con el otorgamiento de la Insignia del Espíritu de la Unión, fundamentado en sus sabidurías culinarias y las cuales las maneja como un lazo irrompible entre “lo nuestro y lo del otro”.
Dueña de una memoria fotográfica y auditiva impresionantes (se sabe de pe a pa decenas de canciones), pedagoga excepcional para explicar sus platos, al punto que cuando va citando los ingredientes va imitando vocalmente el sonido que hace cada uno de ellos al caer a la olla, maga para alargar el tiempo (organiza tours internacionales, graba cinco programas de televisión de una vez, dicta decenas de conferencias, atiende a todo el que le pide consejos sobre gastronomía, realiza varias obras sociales y… etcétera, etcétera y muchos etcéteras más), Malak Moros hace todas las veces un prolijo estudio nutricional cuando compone un plato. Lo hace porque tiene otra especialidad: la comida de salud. Razón por la cual dice con la fuerza cadenciosa de su voz:
”!Yo no hago hamburguesas!”