El sueño, igual de importante para la salud que la dieta o el deporte

29 Agosto 2019.

Foto: iStock.

Tomado de: El Tiempo.

Mucho se ha investigado sobre los efectos de dormir bien en el bienestar de las personas: desde cuántas horas se necesita conciliar el sueño para recuperarse del día, hasta las consecuencias físicas de no hacerlo, además de cómo afecta el consumo de determinados alimentos a la hora de dormir.

Ahora, las líneas de investigación más recientes sugieren que dormir bien es igual de importante, en términos de beneficios para la salud, a mantener una alimentación adecuada y equilibrada, y a practicar ejercicio regularmente.

La última en resaltar esta correlación es el Grupo Español del Sueño, en el que participan una veintena de sociedades científicas y colectivos sociales de España, que hizo un llamado sobre la necesidad de aplicar nuevas estrategias enfocadas a concienciar a la población sobre la relevancia de contar con hábitos de sueño saludables, como se hace con las otras dos variables. Esto, con el fin de incrementar la calidad de vida y prevenir el desarrollo de determinadas enfermedades, entre otras, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes, la obesidad e hipertensión.

“Los trastornos del sueño tienen una alta prevalencia y morbilidad, sin embargo, a pesar de la elevada demanda de atención a estas enfermedades, no han surgido nuevas estrategias para su tratamiento. Se debe tomar una nueva consideración del sueño en un sentido global de enfermedad y salud”, concluyen.

Descansar bien es fundamental para numerosos procesos vitales y encarar las exigencias del día. A nivel cerebral, es imprescindible para la maduración del cerebro, la consolidación de la memoria, el aprendizaje y los procesamientos neurosensoriales.Es decir, incide directamente en la buena –o mala– salud cerebral, de acuerdo con un informe de la National Academy of Medicine (NAM) en conjunto con la organización sin ánimo de lucro Aarp, ambas en Estados Unidos. La baja calidad del sueño, dice el documento, está también vinculada directamente con el deterioro cognitivo y la aparición del alzhéimer.

Y no solo eso: según un artículo publicado en marzo de este año por el ‘Harvard Health Publishing’, de la escuela de medicina de la prestigiosa universidad estadounidense, los trastornos del sueño pueden contribuir a la aparición de enfermedades psicológicas (además de como consecuencia de estas). “Todavía no hay un entendimiento completo sobre la relación entre dormir y la salud mental, pero las últimas investigaciones en neuroquímica sugieren que la calidad del sueño incide en la resiliencia mental y emocional del cerebro, mientras que los trastornos del sueño fomentan los pensamientos negativos y la vulnerabilidad emocional”, indican.

Para la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, que centra su trabajo en la comprensión pública del sueño y sus trastornos, dormir bien –aproximadamente entre siete y ocho horas diarias– es también el tercer pilar indispensable del bienestar, junto con una buena alimentación y el ejercicio, aunque no se le está dando la relevancia que merece, señalan. De hecho, cuando dormir mal se vuelve crónico, no solo la salud se resiente, sino que el resto de hábitos saludables que mantenemos también se ven afectados. Por ejemplo, una investigación liderada por la doctora Eve Van Cauter, fundadora del Centro del Sueño, Metabolismo y Salud de la Universidad estadounidense de Chicago, descubrió que las personas que no duermen el tiempo necesario tienen más apetito que las que sí tienen calidad de sueño. Esto se debe a que sus niveles de leptina (la hormona que regula el apetito) se ven alterados, entonces tienden a comer por encima de sus necesidades fisiológicas, con el correspondiente riesgo a padecer sobrepeso u obesidad. “Es la ruta reina hacia la obesidad”, señala Van Cauter.

Para la investigadora y experta en comportamiento Vicki Culpin, quien ha participado en varias ocasiones en el Foro Económico Mundial para hablar sobre el impacto de dormir poco o mal, es importante que los Gobiernos emprendan políticas para frenar la tendencia al alza del número de personas que sufren trastornos de sueño, al mismo nivel que se presentan medidas para reducir la obesidad o para incitar a practicar deporte, y añade que se debe incluir este tema como un problema de salud pública. En Colombia, el 59 por ciento de las personas sufre algún trastorno relacionado con el sueño, y el 45 utiliza medicamentos para lograr conciliarlo, según la Asociación Colombiana de Medicina del Sueño.

La petición de Culpin cobra mayor sentido si se miran las consecuencias económicas que se traducen de la relación entre un sueño deficiente y la productividad de los trabajadores: solo en Estados Unidos, la cifra ascendió a 411.000 millones de dólares en pérdidas en 2016, según el Centro de Control para la Prevención de Enfermedades. Esto es, un 2,28 por ciento del producto interno bruto (PIB).

Las dinámicas de competitividad exacerbadas del mundo laboral en el que vivimos y el uso masivo de pantallas (teléfono, televisión, portátil) también tienen mucho que ver en este incremento de las cifras. De acuerdo con La Fundación Nacional del Sueño gringa, las luces que emiten los dispositivos electrónicos restringen la producción de melanina, la hormona que controla el ritmo circadiano del sueño (dormirse y levantarse). En otras palabras, usar el celular o el portátil antes de irse a dormir –algo que hacen la mayoría de personas– complica la tarea de quedarse dormido.

En cuanto al estrés que padecen muchas personas producto del ambiente laboral en el que se desarrollan como profesionales, combinado con el mal sueño, esto puede triplicar el riesgo de muerte por una enfermedad cardiaca, asegura una investigación publicada en la revista ‘European Journal of Preventive Cardiology’. “Dormir debería ser un momento para relajarse y restaurar los niveles de energía. Si sufrimos de estrés laboral, el sueño es imprescindible para recuperarse”, indica el estudio.

En conclusión, es fundamental empezar a concebir el sueño como una variable determinante si lo que se busca es un bienestar completo. Es la triada definitiva, y sin uno de los tres factores, la ecuación está incompleta.