De esa entrevista, muy oportuna y que dio tanto para hablar en los círculos sociales no sólo de Bogotá sino de Medellín y Cali, la periodista le preguntó:
--¿De no haber fundado el nadaísmo, ¿qué habría hecho con su vida?
--Supongo que lo peor, como casarme, o haberme suicidado. Todo parecía indicar que iba a ser abogado, pero afortunadamente cierta inclinación a torcerlo todo me desvió del Derecho.
De una pluma ágil, con excelente redacción y puntuación, doña Lucy Nieto creó un estilo periodístico. Sus opiniones fueron seguidas por miles de personas.
La llamaron a trabajar a El Tiempo, donde la conocían desde niña. Ella es hija de otro gran periodista Luis Eduardo Nieto Caballero y su mamá hizo parte del grupo Las Policarpas, famosas por su lucha constante contra la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.
Muy aguerrida en su juventud y estuvo, incluso, en varias revueltas en las calles. Recibió gases lacrimógenos y en una oportunidad la llevaron a una estación de policía por “revoltosa”.
En el ejercicio periodístico no descartó cualquier novedad para hacerla noticia. Muchos de sus colegas pasaron por el lado de un lotero, convertido en personaje por el apodo: “Tiro-fijo”.
Entonces cuando ella ingresó a El Tiempo, llamó al vendedor de la suerte que se ubicaba en la avenida Jiménez con Séptima, en pleno centro de Bogotá y lo entrevistó. En ese momento era imposible hablar con el guerrillero, las preguntas y respuestas con el homónimo originaron múltiples comentarios por la ironía con que magistralmente manejo el tema doña Lucy.
De esa entrevista allí nació su columna “Cosas que pasan”. En 1984 en un proceso de paz conoció al verdadero delincuente y ella le recordó la nota publicada.
El periodista Jaime Soto la llamó para que hiciera sus comentarios en el programa radial “Contrapunto”. Era un espacio de sólo varones y la voz de doña Lucy hizo contrapeso en la audiencia y sus palabras eran seguidas por centenares de mujeres.
Después participó en decenas de espacios en Caracol, RCN y Todelar. “Y ahora, el comentario de doña Lucy”, decían los periodistas o cortinas de las emisoras.
Don Fernando Agudelo –precursor de la televisión— la llamó para ser la primera jefa de prensa de una programadora. Allí organizó las hojas de vida de los actores y directores. Llamaba muy puntual a los periodistas que cubrían la fuente de espectáculos y luego de informar que ya había enviado un boletín, les decía: “Si necesitan más material, por favor me indican”.
Su liderazgo fue marcado por la autoridad clara de sus pensamientos. Formó parte del CPB para ser voz de sus colegas y conocer de primera mano las dificultades que tenían con las fuentes y aplaudió cuando abrieron escuelas de periodismo en Colombia.
El 18 de noviembre de 2022 escribió su última columna “Cosas que pasan” en El Tiempo: “Cuando uno está a un paso de colgar la lira, los numerosos episodios de la trayectoria personal se acumulan en la memoria. Es como si viera la película de mi existencia. Paso a paso voy recordando algunas de las innumerables experiencias: las muchas que me han servido para aprender y disfrutar y las que he tenido que padecer. Recordando unos de los pasos que he dado en este planeta durante mi prolongada trayectoria vital, tengo que reconocer el paso del tiempo, y como la lechera, llorar sobre la leche derramada”.
El CPB, al cumplir sus 80 años de existencia como gremio, quiso rendir un homenaje a la mujer que es considerada como la decana del periodismo colombiano.
En hora buena.