El Papa saluda a los fieles en la audiencia de este miércoles /JUAN VICENTE BOO Corresponsal En El Vaticano.
Denuncia que «en el mundo del trabajo, la mujer sigue siendo de segunda clase»
En un nuevo análisis del mundo laboral, el Papa Francisco ha advertido el miércoles que «en nuestras sociedades capitalistas avanzadas, los sindicatos corren el peligro de parecerse demasiado a las instituciones y poderes que deberían criticar».
Concretamente, según el Santo Padre, «con el paso del tiempo, los sindicatos han terminado por parecerse demasiado a la política o, mejor dicho, a los partidos políticos, a su lenguaje y a su estilo».
En un largo encuentro con la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL), de orientación cristiana, el Papa ha afirmado que «una pensión justa no debe ser demasiado pobre ni demasiado rica: las ‘pensiones de oro’ son una ofensa al trabajo, no menos grave que las pensiones demasiado pobres, porque hacen permanente la desigualdad».
Saliendo al paso de otra anomalía que se ha vuelto crónica, Francisco ha advertido que «un sindicato no cumple su función social si vela solo por quienes están ‘dentro’, si protege solo los derechos de quien tiene ya trabajo o está jubilado». Según el Papa, debe proteger también «a los que están fuera» por no tener empleo, especialmente a los jóvenes.
Con la misma claridad ha denunciado que «en el mundo del trabajo, la mujer sigue siendo de segunda clase. Podréis decirme ‘No. Está esta empresaria y esta otra…’. Es cierto, pero la mujer todavía gana menos y es explotada más fácilmente… Haced algo. Os animo a hacer más».
Media hora después, en su encuentro con miles de peregrinos en la plaza de San Pedro, el Papa volvió a referirse al ejemplo de los mártires, «más numerosos ahora que en los primeros tiempos del cristianismo».
Saliendo al paso de los fanáticos que tergiversan la religión, especialmente la musulmana, para promover la violencia y el terrorismo, Francisco ha afirmado que «repugna la idea de que los terroristas suicidas sean llamados ‘mártires’. Esos no son mártires. No hay nada en sus objetivos que sea cercano a la actitud de los hijos de Dios».
La audiencia general de este miércoles ha sido la última antes de la pausa del mes de julio en que el Papa suspende todas las audiencias, individuales o a grupos, y limita sus intervenciones públicas al rezo del Ángelus el domingo.
En la plaza de San Pedro se notaba la presencia de peregrinos de los países de procedencia de los cinco nuevos cardenales a los que Francisco impondrá la birreta purpura el miércoles por la tarde, incluido el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.