Si todo sale como se tiene planeado, el papa Francisco aterrizará en Bogotá sobre las 4:30 de la tarde en un avión de Alitalia el próximo 6 de septiembre. Estará en la capital ese día y el siguiente; el 8 de septiembre, muy temprano, volará rumbo a Villavicencio en un avión de Avianca, aerolínea que se encargará de los vuelos del tercer pontífice que pisa suelo colombiano.
Al día siguiente (9 de septiembre) estará en Medellín, y el 10 en Cartagena. A las 6 de la tarde de ese día regresará a Roma en un avión de Avianca.
Hasta el viernes, todo lo relacionado con la visita del papa Francisco a Colombia era pura especulación. Solo hace un par de semanas, con motivo de una avanzada del Vaticano en Bogotá –tal como lo anunció EL TIEMPO–, se definieron las fechas y la agenda que el Papa argentino cumplirá en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. Aunque, obviamente, falta ajustar muchos detalles.
El cardenal Rubén Salazar, máxima autoridad de la Iglesia católica en Colombia, cuenta cómo desde hace más de un año se ha venido trabajando en lo que será esta gran visita. Y aclara que la misma será fundamentalmente apostólica.
Aunque eso no quiere decir que se le pueda desvincular del trascendental momento que vive el país por la coyuntura de la implementación de los acuerdos entre el Gobierno y las Farc, y “de la oportunidad que tenemos los colombianos para comenzar de nuevo, perdonarnos y construir un país mejor”.
¿Por qué tanto sigilo y tanta discreción con la visita del Papa?
No ha habido un deseo de guardar secretos ni de hacernos los importantes. Es que todavía no se había precisado que realmente iba a venir. Lo había anunciado varias veces, pero al mismo tiempo se había dicho que él era quien iba a decidir cuándo era más conveniente venir. Nada era oficial, estábamos pendientes de la confirmación.
Se llegó a especular que no venía porque el país estaba muy convulsionado políticamente…
La decisión del santo padre de venir a visitarnos no tiene nada que ver con la situación política del país. Él no es un político que venga a tratar de influir políticamente en la vida del país. Viene como sucesor de san Pedro, como jefe de la Iglesia. Viene a fortalecer nuestra fe, a darnos esperanza y ánimo para que seamos capaces de dejar atrás todo el pasado terrible de Colombia con la guerra, con tanta violencia y tanta injusticia. Para que empecemos a construir la paz, a trabajar juntos por el perdón, la reconciliación, la solidaridad y la fraternidad; para que dejemos al lado todo lo que nos divide para construir juntos lo que nos une.
(También: Colombia comienza a prepararse para la visita del papa Francisco)
Pero él siempre apoyó el proceso de paz. De hecho, dijo que si no se firmaba, no venía…
Sí, para él era importante que se cesara el tema de la guerrilla, el tema de la guerra, y se concretara un proceso que se veía con esperanza pero al mismo tiempo con escepticismo, y casi con la incapacidad de creer que fuera posible. Esperaba que se consolidara para poder estar sobre un terreno más firme. No desde el punto de vista político, sino desde la situación misma de los colombianos en general.
Pero llega en un momento crucial, en medio de la implementación de los acuerdos de paz…
Indudablemente, el país está viviendo un momento crucial, un momento en el cual se va a definir el futuro del país: o dejamos atrás todo lo que ha sido nuestra historia de violencia, de injusticia, de guerras y enfrentamientos, o vamos a hacer las paces y a ser capaces de caminar hacia el futuro. Por eso, el lema de la visita: ‘Demos el primer paso’. Verdaderamente queremos que la visita del santo padre motive a todo el país para que abandonemos el pasado de rencillas y de enfrentamientos y construyamos un país mejor. Un país solidario y justo donde todos podamos vivir tranquilos, en paz, donde todos podamos tener acceso a nuestros derechos y podamos cumplir con nuestras obligaciones.
Aunque no había una fecha oficial, desde hace más de un año hay un comité trabajando en lo que será la visita. ¿Cómo ha sido ese proceso?
Con otros obispos fuimos a Roma en enero del año pasado para tratar de concretar la visita papal a nuestro país. Y desde ese momento empezamos a prepararnos, porque a pesar de no tener la certeza de cuándo vendría, era importante empezar a mover todo lo pertinente. No ha sido fácil planear sin tener fechas ni certezas. Sin embargo, hay un comité nombrado desde hace ya un tiempo.
¿Quiénes conforman ese comité?
El coordinador es monseñor Fabio Suescún, el obispo castrense, quien también fue el coordinador en la visita de Juan Pablo II en 1986. Están otros dos obispos que lo apoyan en la logística, y se han organizado comisiones para las liturgias, las comunicaciones, la producción de los eventos y comisiones financieras, pues hay que conseguir el dinero para la financiación de la visita.
¿Y quién representa al Gobierno?
Por parte del Gobierno está el general Óscar Naranjo. Él ha estado trabajando muy de la mano con monseñor Fabio Suescún para que haya una perfecta armonía y comprensión entre lo que hace la Iglesia y lo que hace el Gobierno.
Usted dice que hay que conseguir el dinero para la financiación de la visita papal. ¿Cuánto puede costar y quién lo va pagar?
No tenemos ni idea de cuánto pueda costar, pero hay un criterio fundamental y es el de la sobriedad. Vamos a gastar lo menos posible. Lógicamente hay que organizar escenarios para las eucaristías; en algunos casos tendrán que abrirse vías para el acceso a algunos territorios, pero, en principio, la norma es el gasto mínimo posible. ¿Quién lo va a pagar? Vamos a conseguir donaciones voluntarias, de empresas. Porque no queremos que ni la Iglesia ni el Gobierno gasten un solo peso.
Se había dicho que el Papa habría querido ir a lugares más alejados, como el Chocó. Pero escogieron a Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. ¿Por qué?
El problema fundamental ha sido lo logístico y lo climático. Por ejemplo, se había propuesto que el Papa fuera a Chocó, pero pensar en un viaje a ese departamento es imposible desde el punto de vista logístico. Primero porque no hay escenarios en Quibdó, y el aeropuerto es muy pequeño para que aterrice un avión grande. Segundo, porque las condiciones climáticas impiden que tengamos certeza de que una vez este allí, el santo padre pueda salir a la hora determinada.
¿Y cómo escogieron a las ciudades ya definidas?
Se buscaron, fundamentalmente, sitios accesibles que facilitaran la logística y que también tuvieran un significado. Bogotá, por ejemplo, es la sede del Gobierno, la capital del país, sede cardenalicia. Villavicencio tiene una enorme importancia por varios aspectos: el primero, porque es una tierra que ha vivido la guerra; entonces, allí vamos a tener todo el tema de la reconciliación entre los diferentes actores de la violencia y sus víctimas. Además, en Villavicencio se abre el Llano, la Orinoquia y la Amazonia. Y estas son regiones sumamente importantes desde el componente ecológico. Y el Papa nos ha dado una encíclica muy importante sobre la ecología, así que Villavicencio coincide con ese punto. También va a haber un encuentro con los indígenas.
¿Y por qué Cartagena?
Tiene importancia por ser el territorio donde están los restos de san Pedro Claver, que fue el gran abogado de los derechos humanos en la época de los esclavos, a quienes él acogía y defendía. Y, por lo tanto, para nosotros es sumamente importante tener una conciencia clara sobre el respeto de los derechos humanos de las minorías y de los afrocolombianos. Todo esto hace que Cartagena sea un sitio simbólico para los colombianos.
¿Y por qué Medellín?
Es el centro más fuerte desde el punto de vista de estructura eclesial. Medellín tiene el mayor número de parroquias, el mayor número de sacerdotes y religiosas, Y se quiere reconocer ese carácter de gran fortaleza religiosa que existe en esa ciudad.
¿Qué tan fácil o difícil va a ser que la gente vea al Papa?
Eso no va a ser tan fácil porque, indudablemente, no tenemos espacios enormes donde puedan participar millones de personas. Los escenarios van a ser relativamente reducidos. ¿Y quién va a entrar y quién no? Eso va a ser un problema muy serio que tenemos que estudiar muy detenidamente. Pero también vamos a procurar que se hagan recorridos en el papamóvil en las ciudades. Y así, por lo menos, las personas que no puedan asistir a las celebraciones litúrgicas podrán saludarlo en la calle. Y vamos a instalar cuanta pantalla se pueda por todas las ciudades.
¿En Bogotá ya se ha pensado en algún escenario?
Cuando vino el papa Pablo VI, hace casi 50 años, se contó con un escenario enorme en Mosquera, Cundinamarca, que en ese momento era prácticamente baldío y pudo reunir a más de un millón de personas. El papa Juan Pablo II estuvo en El Tunal, que en ese momento era casi un potrero. Pero ahora está casi todo urbanizado. En este momento, el sitio más factible para un evento masivo parece ser el parque Simón Bolívar.
(Visite nuestro especial: El papa Francisco viene a Colombia)
¿Falta ajustar muchos detalles?
Sí, pero con la confirmación oficial de la visita ya podemos empezar verdaderamente a trabajar. Antes era muy difícil concretar detalles.
¿Por qué es importante que el papá Francisco venga a Colombia?
Por muchos motivos. En primer lugar porque Colombia es un país estratégicamente importante en América Latina. Y vive momentos de gran importancia política y económica dentro del continente. Y yo pienso que, desde el punto de vista católico, ha sido un país que ha tenido una enorme importancia en todo sentido. Tenemos una Iglesia bastante estructurada, una Iglesia con los suficientes sacerdotes, religiosas y fieles; es decir, hay una Iglesia que está verdaderamente presente en todo el país y por lo tanto tiene un peso grande. Y si el Papa viene es precisamente para hacer posible que ese papel importante que tiene Colombia en todo esos campos se fortalezca.
¿El Papa tiene contemplado encuentros con el Gobierno o con dirigentes de las Farc?
Indudablemente va a tener encuentros con el Gobierno, porque el Papa también viene invitado por el Gobierno, que, si no lo hubiera invitado, él no habría venido. Va a tener un encuentro con el Presidente y con aquellas personas que él determine. Ya con otros grupos humanos va a ser muy difícil predecirlo. Y decir que se va a encontrar con estos o con aquellos, eso es prácticamente imposible. Yo diría más bien que el Papa quiere encontrarse con la nación, sin distinciones, más que con grupos específicos.
¿Es difícil que el Papa pueda visitar una cárcel o un hospital como siempre lo hace? ¿O que tal vez dialogue con víctimas del conflicto?
Todavía está todo por determinar, pero pienso que en la visita del papa Francisco hay que tener en cuenta siempre ese aspecto de los más pobres, los más vulnerables, los que más sufren; porque ese es un aspecto que para él es fundamentalmente importante, como para nosotros como Iglesia.
Anteriores visitas
Fue un hito la llegada de Juan Pablo VI al país el jueves 22 de agosto de 1968, porque era la primera vez que un papa pisaba tierra latinoamericana. Al arribar, y antes de saludar al entonces presidente Carlos Restrepo, le dio un beso el suelo.
En solo tres días de estadía, casó a 24 parejas, hizo una misa masiva en el Templete Eucarístico del hoy parque Simón Bolívar y se reunió con familias humildes y campesinos. Llegó a Bogotá para inaugurar la II Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe y a raíz de su llegada, obras como el barrio de Bogotá que aún lleva su nombre y la construcción y ampliación de vías se llevaron a cabo. La preparación para su llegada tomó tres meses.
Juan Pablo II arribó a Colombia el primero de julio de 1986 a las 2:30 p. m., le dio un beso al suelo, saludó a la gente y se desplazó hasta la Catedral Primada. Llegó al país en la época más álgida del narcotráfico y en el que pasaron hechos dolorosos como la toma del Palacio de Justicia y la tragedia de Armero. Juan Pablo II dejó una huella en la historia del país cuando se arrodilló ante la cruz levantada de Armero y le dedicó sus plegarías a las víctimas de esa tragedia.
JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO
Subeditor de Vida
Tomado de:El Tiempo.com