Cubana de Aviación, principal referente aéreo de la hermosa Perla del Caribe y una de las aerolíneas pioneras en América Latina, enfrenta turbulencias extremas. Las sombras de una profunda crisis la tienen bailando en la cuerda floja y amenazan con pararla en tierra, como ha sucedido con la mayoría de las compañías bandera que con éxito inundaron los cielos del mundo durante el siglo pasado.
Se halla en trance, al igual que Alitalia y Air France, con las que sobrevive a las tempestades que dejaron los huracanes de la liberación del transporte aéreo, que hicieron aterrizar de barriga a más de una decena de estas empresas. Pero su estabilidad se ha venido a pique por una suma de factores adicionales, entre ellos los problemas económicos de la isla, el embargo estadounidense, las limitaciones administrativas, organizacionales y financieras de la empresa, la escasez de equipo aéreo y el crecimiento del turismo, favorecido por las políticas de distensión del presidente Obama, que estimuló mayores flujos de viajeros norteamericanos y europeos.
Luego de algún tiempo de dificultades en sus operaciones, Cubana recibió un golpe de gracia en mayo pasado cuando un avión alquilado para su servicio de pasajeros a una compañía mexicana cayó a tierra, pocos minutos después de despegar del aeropuerto José Martí, de La Habana, con saldo de 112 pasajeros muertos. Resultó ser su segundo peor desastre aéreo en menos de tres décadas. El primero había ocurrido en 1989, en inmediaciones del mismo terminal, cuando una aeronave de fabricación rusa que tenía como destino a Milán se precipitó sobre una zona urbana adyacente, dejando sin vida a 45 vecinos y 126 ocupantes.
El siniestro de mayo sobrevino con un Boeing 737-200 de 39 años de antigüedad –que pudo ser el avión comercial más viejo que volaba por el mundo- arrendado a Global Air, hasta ahora una desconocida empresa mexicana que apenas cuenta con tres aeronaves que alquila a la aerolínea isleña. Desde 2009 llueven sobre ella advertencias por sus bajos estándares de mantenimiento y seguridad, pero pese al cuestionable soporte técnico y operativo, las urgencias de Cubana para movilizar pasajeros dentro y fuera del país pasaron por alto procedimientos implementados para la contratación de servicios de arrendamiento de aeronaves.
Este suceso desató el caos y a comienzos de julio la aerolínea suspendió la mayoría de sus vuelos. Las directivas hicieron pública confesión de que la decisión obedecía a la carencia de aviones disponibles, y la visualización del problema prendió las alarmas de la crisis. Buena parte de su escasa flota, que apenas sobrepasa una docena de unidades, está parqueada en los hangares, bien sea por fallas técnicas y falta de repuestos o por impago en el contrato de arrendamientos.
La debacle se perfilaba tras la reciente compra de seis aviones Antonov de fabricación ucraniana, que presentaron problemas técnicos y para los que se ha dificultado la compra de piezas de reposición, debido al conflicto por la anexión de Crimea a Rusia -la gran baza electoral del presidente Putin-, en 2014.
La sólida y reconocida aerolínea caribeña ha dejado atrás sus épocas de esplendor. Fundada en 1929, marcó episodios que escribieron páginas en los anales de la aviación. Fue la primera que atravesó el Atlántico en turbohélice y la que inició las rutas que marcaron el punto de partida de la expansión latina por Miami. Por sus cabinas, se trasladaron contingentes revolucionarios que combatieron en las espesuras del África y algunos países de la Europa socialista.
Una aerolínea que posee el monopolio total de los vuelos de cabotaje en la isla no tiene en la competencia su principal dolor de cabeza. Son los apuros económicos, agravados por los serios aprietos de gestión y el mantenimiento de las sanciones estadounidenses, los que le han trazado pinceladas negras a su futuro. Las limitaciones de flujo de efectivo y la asfixia del embargo le afectan a la isla su capacidad de acceso a vendedores y a canales de financiación occidental que le permitan adquirir aviones renovados y con elevados niveles de seguridad.
Cubana, un valioso símbolo de la aquejada industria de la aviación en Cuba, vuela entre vientos cruzados y amaga con un aterrizaje forzoso, en medio de una creciente demanda de turistas y un plan de inversiones en infraestructura en el sector que avanza a paso lento. La incertidumbre le ronda, como a otras empresas estatales que de un momento a otro pueden ser absorbidas por una crisis silenciosa, que –en la tierra del son y el bolero– las puso a bailar con la más fea.
@Gsilvar5
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