Por Guillermo Romero Salamanca, Comunicaciones CPB.
Gustavo, ¿fue su papá o su mamá, quien les inculcó a Germán y a usted a escribir?
Fue mi mamá, Helena Caycedo de Castro. A ella le encantaba la literatura y todos los temas de historia, tanto local, como nacional y universal.
Tendría unos 15 años cuando un tipógrafo de Zipaquirá, su tierra natal, le pidió que organizara una revista con temas sobre las bondades de la ciudad. Esto le llevó a escudriñar sus orígenes, quienes habían sido protagonistas en la historia local, leyó sobre las capitulaciones de los Comuneros que el Virrey Caballero y Góngora hiciera firmar en ese municipio, de cómo allí surgieron 3 guerras civiles, entre ellas la de los Mil días y los días en que Zipaquirá fue capital de Colombia.
“Los zipaquireños siempre han sido rebeldes. Yo he sido revolucionario, pero nunca guerrillero”, aclara ahora el escritor, periodista y socio del Círculo de Periodistas desde hace 48 años.
En su visita a las oficinas del CPB, relató que a finales de este julio recibió un homenaje en Zipaquirá por parte de la alcaldía. “Me invitaron a decir un discurso sobre la vida de Gabriel García Márquez en el municipio, con motivo de la inauguración del Museo del Nóbel. Cuando procedía a leer las palabras, me solicitaron que izara la bandera y luego me entregaron La Orden de la Sal, máxima distinción que le otorgan a un zipaquireño, fue toda una sorpresa”, agrega.
Su primera experiencia como redactor le fascinó. Investigar, conocer hechos, comentar, preguntar, pero sobre todo escribir, le llamó poderosamente la atención. Unos meses después se presentó a La República en Bogotá y les comentó que conocía al primer campeón de la Vuelta a Colombia, Efraín “El Zipa” Forero y que podría hacer de corresponsal, entonces, los directivos del diario determinaron enviarlo a cubrir la vuelta a México. Luego lo mandaron al Tour de Francia. Era la primera vez que un periodista colombiano reseñaba sucesos de esa competencia.
Al lado de Cassius Clay
Estudió Administración de Empresas especializado en comunicaciones.
Unos años más tarde, Augusto Calderón lo invitó a formar parte de la nómina de Cromos y lo nombró como Jefe de Redacción. Después, entre los dos, montaron “Hit”, una revista sobre el mundo del espectáculo donde tenía colaboradores como Fabiola Morera, Germán Manga y Hermógenes Nagles. Allí su creatividad salió a flote. En una semana mostraba sucesos como los de Claudia de Colombia peleando con Jimmy Salcedo, futuros matrimonios, los trabajos de Carlos “el gordo” Benjumea, acompañaban a los pocos artistas a los eventos y se le ocurrió traer al país a Mohamed Alí, el máximo boxeador de todos los tiempos.
Classius Clay era el súper ídolo. Salía en las portadas de las más famosas revistas y diarios por sus peleas o por sus frases. Convencerlo para que viajara a Colombia era una odisea.
Gustavo viajó a Nueva York y no sólo lo convenció de hacer una pelea de exhibición con Bernardo Mercado en Bogotá, sino que salieron a caminar por la Quinta Avenida. La gente al verlo se le abalanzaba y le solicitaba autógrafos. La crónica ocupó dos revistas de Hit.
En Colombia no sólo Hit publicó la visita de Alí, sino que fue noticia mundial verlo en el Coliseo El Campín y concediendo una rueda de prensa.
Show de shows
La televisión de los dos canales en 1977 escasamente cubría programación entre las 4 de la tarde y las once de la noche. Los sábados y domingos tenía unas horas más, pero era muy incipiente. Desde luego no se hablaba de internet ni de televisión satelital. Los cantantes se podían contar con las dos manos, había pocas orquestas y en la radio no existía el FM. No obstante, Gustavo Castro se la ingeniaban para crear noticia cada semana.
Organizó la Vuelta a San Andrés con los artistas del momento, hizo el Show de Shows y ayudaba a Fundaciones como Los Pisingos a conseguir recursos para cuidar neonatos. Se comprometió también con mejorar hospitales como el Cardiovascular.
Por sus oficinas pasaban todos los artistas internacionales. Por allí estuvo Julio Iglesias, por ejemplo, con quien hizo una gran amistad. Los 24 de junio organizaba “El Gran Baile de Navidad”. “Como era la mitad del año y seis meses después era la Navidad, la fiesta servía como un preámbulo. Se llevaba a una orquesta del momento y se vendían solamente 200 boletas”, rememora ahora.
Desde esos años, en su carro, mantiene únicamente música de fin de año. Antes eran casetes, luego cds, pero ahora lleva dos USB con temas de La Billos Caracas Boys, Los Melódicos, Pastor López, Rodolfo Aycardi, Los 50 de Joselito y todo lo relacionado con nostalgias decembrinas.
De Elenco a Inravisión
Fue invitado a trabajar a El Tiempo, dirigió la revista Elenco y don Hernando Santos lo hizo editorialista. “Ese ha sido uno de los hechos más importantes de mi vida”, comenta.
El presidente Belisario Betancur lo llevó a dirigir Inravisión, el máximo ente de la televisión en ese momento. Quiso que la programación tuviera más horas de producción, atendía a los empresarios de la pantalla chica, se reunía con publicistas, con técnicos, con ingenieros para llevar señal a sitios alejados de Bogotá, se hizo amigo de los miembros de Acotv que a cada rato amenazaban con paros y huelgas. Fue tan importante su gestión que el día de su retiro el poderoso sindicato le pidió que reconsiderara su dimisión. La carta fue firmada por todos los empleados del Instituto.
“Yo me retiré porque a eso comenzaron a meterle política y, eso, realmente, no lo quería para un ente tan importante como Inravisión”, explica ahora.
Tiempos de radio
En su casa seguía escribiendo y coleccionando Quijotes. Era una de sus pasiones. Alcanzó a tener más de 627 piezas recolectadas de distintas partes del mundo.
Un día lo llamó el doctor Carlos Ardila Lulle para buscarlo como asesor para RCN Radio. Era un trabajo de un año. “Lo primero que hice fue estimular a los periodistas e incrementarles el doble a sus sueldos. Yo empecé como director del noticiero, pero convencí a Juan Gossaín para que se retirara de Caracol. Usted no puede seguir siendo el dos, cuando puede ser el uno, le dije y con eso lo convencí. Le armé un equipo de periodistas como Antonio José Caballero, un cronista y reportero de primera línea, Alfonso Morillo, Jorge Graciano y un lector como Eduardo Aponte”.
El 18 de abril de 1984, El Tiempo escribió que “nunca una cadena acumuló tantos éxitos en tan poco tiempo”. “Hicimos muchas cosas, pero me acuerdo de un programa que titulamos “Tierra, mar y aire” en el cual involucramos un submarino, yates, helicópteros y camionetas para hacer un cubrimiento sobre la costa Atlántica”.
Recibimos el Premio Rey de España por los trabajos que adelantamos en la cadena. Cuando se cumplió el año de su compromiso como asesor de la cadena, se despidió. Como agradecimiento el doctor Ardila le envió una carta y las llaves del carro que tenía en la presidencia de la cadena radial.
Siguió escribiendo y no para
Hasta el momento es autor de 36 libros y coautor de 9 más. Se ha distinguido como columnista, analista y crítico de medios de comunicación. Fue director del noticiero Cinevisión, presidente del CPB, vicepresidente del Consejo Nacional de Televisión, Comisionado por los presidentes Belisario Betancur, Virgilio Barco y Ernesto Samper para el empalme de sus gobiernos en el sector de las comunicaciones. Docente universitario y en diplomados. Director de 34 tesis de grado.
Ha sido también asesor del Instituto Anticorrupción de la Universidad del Rosario y del PNUD-ONU. Veintitrés veces jurado de premios de Periodismo, TV y Medios. Sus libros se venden en unos 50 países del mundo.
Ha sido una vida de trabajo. Ha estado en siete oportunidades al borde de la muerte, incluyendo la caída de un avión. Ama a los perros y a los gatos a tal punto que escribió un libro dedicado a ellos y una de las campañas que más le ha gustado fue cuando distribuyó miles de calcomanías con un mapa de Colombia que decía: “No diga golfo de Venezuela, diga Golfo de Coquivacoa”.
–¿Por qué come tan rápido?
–Eso lo aprendí en la reportería. No había sino minutos para comer un sándwich, una empanada o una sopa.
–¿De qué color es la televisión de ahora?
–Es multifacética. Una gran revoltura.
–¿Cómo se debería hacer televisión?
–Con talento, audacia ganas.
–¿Cuándo se perdió la televisión nacional?
— Cuando dejaron a un lado la esencia. Ya se había descubierto. Fernando Gaitán, un muchacho muy inteligente, trabajó conmigo en El tiempo, lo tenía claro. Era impulsar los valores nacionales y los sueños de las personas. Por eso triunfó con “Soy Betty, la fea”, “Hasta que la plata nos separe” y “Café, con aroma de mujer”.
–¿Se arrepiente de algo?
–No, de nada. Esta vida es de ponerle ganas y no tenerle miedo a nada”