La impunidad en los crímenes contra periodistas «representa la mayor perversidad cometida contra la prensa. Por extensión, contra la democracia», expresó el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Christopher Barnes, en un mensaje con motivo del Día internacional contra la impunidad que por iniciativa de la Unesco se celebra el 2 de noviembre.
Nuestra responsabilidad ante la impunidad
Por Christopher Barnes*
El asesinato de periodistas es el fenómeno de mayor crueldad que afecta a la libertad de prensa globalmente, especialmente en América Latina, donde han sido asesinados 13 reporteros este año. La impunidad de esos crímenes – y de los más de 400 que han ocurrido en las últimas dos décadas – representan la mayor perversidad cometida contra la prensa y, por extensión, contra la democracia.
En este día especial instituido por la Unesco en 2013, nos sumamos a otras organizaciones para crear conciencia sobre la injusticia de estos crímenes que atacan directamente el derecho del público a recibir información, uno de los cimientos de nuestras sociedades.
La Declaración de Chapultepec consigna que «la violencia de cualquier tipo y la impunidad de los agresores, coartan severamente la libertad de expresión y de prensa» y, en defensa de este principio universal, asumimos la responsabilidad que ello nos demanda como organización.
Hace más de 20 años que trabajamos en contra del flagelo de la violencia y la impunidad y, gracias al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, a través de la Corte y la Comisión, estamos dando pasos importantes. Entre esos pasos, está el hecho de que los familiares de periodistas asesinados puedan ser reparados moral y económicamente como en los casos colombianos de Nelson Carvajal, Gerardo Bedoya y Guillermo Cano; mexicanos de Alfredo Jiménez Mota y Víctor Manuel Oropeza; guatemaltecos de Irma Flaquer, Jorge Carpio o en los casos brasileños de Manuel Leo de Oliveira y de Aristeu Guida da Silva.
Uno de los logros más importantes a través de estos y en más de dos docenas de otros casos que hemos presentado ante la CIDH, es que los gobiernos se ven impelidos a seguir buscando a los perpetradores con el objetivo de administrar justicia y a procurar reformas de políticas públicas que permiten la creación de mecanismos de protección para prevenir otros crímenes.
Nuestro trabajo no sería posible sin el acompañamiento de nuestros socios, autoridades y ejecutivos, así como también de otras organizaciones que son claves en esta lucha, tales como: la organización estadounidense Robert F. Kennedy Human Rights, la Fundación para la Libertad de Prensa de Colombia, y una nueva organización mexicana de medios de comunicación que se está formando con el liderazgo del presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, Roberto Rock, el presidente de la Subcomisión de Impunidad, Juan Francisco Ealy Lanz-Duret, la presidente de la Comisión de Internet, Martha Ramos, con el acompañamiento de los principales diarios y medios de comunicación de México.
Quiero enfatizar que nuestra lucha contra la impunidad no es pasajera, sino una prioridad. En este día estamos decididos a renovar nuestros esfuerzos a favor de esta lucha por la libertad de prensa y en contra de la violencia contra periodistas. Porque sin estos esfuerzos, no puede haber verdadera libertad de prensa y expresión ni democracia.
*Presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa. Director General de The Gleaner, Kingston, Jamaica.
Hay que festejar, hay que invitar a la alegría. Las elecciones recientes no son cualquier cosa. Por el contrario, rompieron una historia interminable de tristeza posterior a los resultados siempre trucados, siempre frustrantes, siempre en contravía de la esperanza general.
El domingo pasado sucedió algo y ese algo merece celebración. Mejor aún, no solo merece sino necesita agasajo. Se puede decir que el fervor es un imperativo político del momento. Sucede que, si no se exalta lo exaltable, la gente no se da cuenta y no valora el antes y el después marcado por la primera derrota multitudinaria de la vieja manera de conducir lo público.
A la gran prensa y al grueso de los analistas los árboles no los han dejado ver el bosque. Se prosternan ante las cifras, una curul aquí, otra más allá, una coalición de partidos en tal ciudad, otra en la vecina. Inducen a pensar que la rueda del destino nacional sigue igual. O que todo cambia para que nada cambie.
Esta es la visión que hay que erradicar. En efecto, esquivar el sentido profundo de los anhelos mayoritarios es una manera ladina de sabotearlos. Por encima de la minucia y del leguleyismo, la sentencia de estos comicios fue diáfana como nunca antes.
Era difícil vaticinar la derrota categórica del partido de gobierno. Y el porrazo fue como de senadora presa escapando hacia el asfalto, con cuerda roja desde un tercer piso. La eternidad de su caudillo no resultó tan eterna. Luego de dos décadas de férreas riendas, esta derrota señala la quiebra de un estilo. ¡Un brindis por semejante acontecimiento!
Masiva afluencia hacia el voto en blanco en las regiones; triunfos sobre los malandrines del norte, centro y sur; repudio a los extremos, incluido al de los déspotas de izquierda; voto calificado en las mayores capitales; victoria femenina y de la diversidad en Bogotá. Estos son los puntales del destello del domingo 27.
Lo protagonizaron muchachos que no piensan ni sienten como lo hicieron sus padres encrespados en la polarización. También mujeres ofendidas que ya no aceptan los estereotipos en los chistes ni en la charla automática de los hombres. Los que hablan con los animales, los que sufren en la piel las ofensas a la naturaleza, aquellos a quienes se les llama minorías y que alzan la cabeza como las futuras mayorías.
Este cúmulo de entusiasmos triunfadores es lo novedoso de un país a las puertas de un tiempo que se identificará no con números sino con estas letras: veinte veinte.
Es cierto que las antiguas artimañas y fechorías continúan mandando desde los palacios de gobierno, que la guerra está siendo azuzada porque sin ella pierden los tronos, que por eso las falsas positividades y las masacres retumban desde el campo. Pero los resultados electorales son hecho contundente, verdad aritmética.
Así las cosas, el momento no es de opacidad sino de brillo para el viento que llega. Es preciso sumar entusiasmos y optimismo para que los monstruos no saboteen la confianza y la ilusión. Colombia pegó su grito vagabundo, ¡que se escuche más allá de las fronteras!
Desde su llegada al podio de la hegemonía global, China no deja de sorprender al mundo con la construcción de megaproyectos de infraestructura, que van desde hidroeléctricas, represas y puentes, hasta puertos y líneas de ferrocarril. Dentro de ese segmento acaba de inaugurarse en Pekín el aeropuerto más grande del planeta, un edificio futurista, sofisticado, funcional y sensible con el entorno, ideado por la fallecida arquitecta anglo-iraní Zaha Hadid, la única mujer que ha ganado el premio Pritzker, el más prestigioso de arquitectura.
El aeropuerto, una monumental estructura de 700.000 m2, con un innovador diseño de estrella marina en el fondo del mar, es el último ejemplo del sueño chino de la nueva era. Representa una joya de la ingeniería local, de enormes espacios y dimensiones, dotado con la más avanzada tecnología del momento, torre de control de inteligencia artificial y sistema de reconocimiento facial que agiliza los trámites aeroportuarios y garantiza la seguridad.
La portentosa obra costó US$17.000 millones, fue construida en un tiempo récord de cinco años, algo inimaginable por estas tierras, y aunque funcionará a pleno rendimiento en 2040 con ocho pistas de aterrizaje y capacidad para 100 millones de pasajeros anuales, en seis años, según las previsiones de la demanda, estará utilizando cuatro pistas y recibiendo 72 millones de pasajeros.
Esta nueva terminal se sumará al actual aeropuerto pekinés, el segundo más concurrido del mundo —después del Hartsfield Jackson de Atlanta (Estados Unidos)—, que acusa fuerte saturación, por cuanto rebosó su límite —también— de 100 millones de pasajeros al año. En 2025, Pekín podría acoger un total de 170 millones de pasajeros repartidos entre sus dos aeropuertos.
El avance aeroportuario chino es consecuente con su crecimiento en el transporte aéreo, una modalidad que no hace mucho arrancó con la máxima velocidad de despegue y se encuentra en pleno auge. Según la IATA, a mediados de la próxima década el gigante asiático superará a Estados Unidos como el primer mercado aéreo del mundo. El objetivo lo viene consolidando gracias a una extensa red de 230 aeropuertos certificados —medio centenar construidos en el último quinquenio—, sobre los que se teje un complejo entramado de 4.500 rutas aéreas, por el que la aviación comercial movilizó, solo el año pasado, 600 millones de viajeros.
Los pasos agigantados dados por China para acercarse a la línea de quiebre e impulsar una revolucionaria transformación en el mercado aéreo global tienen varias explicaciones. Por un lado, los subsidios que se dice reciben sus aerolíneas de los gobiernos regionales para posicionar sus destinos en el mapa internacional y ampliar de forma agresiva la cuota de mercado. De ahí que, lejos de la preocupación natural que puedan dejar las pérdidas financieras, un creciente número de aerolíneas se encuentra en capacidad de ofrecer tarifas competitivas, cuyo alcance está negado para las aerolíneas occidentales o de Oriente Medio.
El gobierno es el mayor accionista de las principales compañías de aviación: China Southern —encargada del vuelo inaugural del nuevo aeropuerto—, cuya penetración alcanza 46 países; Air China, que opera en 44, y China Eastern, 37. Las tres conforman el mayor trípode aéreo de la zona Asia-Pacífico, con crecimiento patente y una presencia en el mercado internacional cercana al 20%.
Las alturas alcanzadas por las aerolíneas chinas también tienen su razón en la inconmensurable población del país , superior a 1.400 miles de millones de personas, buena parte con mejoras en calidad de vida y posibilidades económicas para viajar. La tasa de crecimiento de pasajeros es la más alta del mundo. El año pasado se vendieron 110 millones de asientos hacia el exterior, y el promedio de US$7.000 en gastos por viaje hace que los países receptores se froten las manos con la llegada de estos viajeros.
La calidad en el servicio ha sido otro factor clave para el formidable despegue de estas líneas aéreas. La atención al cliente y algunos servicios personalizados les han permitido conquistar apetitosa porción de la torta turística occidental y asiática, que encuentran tanto posibilidades de ahorrar dinero, como ciertas ventajas comparativas a bordo.
De tiempo atrás, la primera economía del mundo —la estadounidense— no solo oye pasos de animal grande, sino que siente la respiración del gigante asiático, que busca aceleradamente subirse al trono, como ya lo viene haciendo en el segmento de la aviación, donde dejó su papel de espectador para convertirse en jugador de alto vuelo. El poder aeronáutico de ese tigre, que a la excelencia tecnológica combina el servicio al cliente, está a punto de dejar amarillos a sus blancos competidores norteamericanos… y esa es la cruda realidad. ¡No es cuento chino!
Posdata. El aeropuerto internacional Pekín-Daxing equivale en su extensión a 97 canchas de futbol; se puede recorrer a pie, en ocho minutos, desde la puerta principal hasta el punto más lejano; cuenta con 8.000 ventanas, fastuosos jardines orientales y servicio robótico para el estacionamiento de automóviles, pero además ofrece hoteles, escenarios para eventos públicos y una estación ferroviaria bajo superficie para trenes de alta velocidad que lo conectan con la ciudad en 20 minutos.
«Vamos a llevar al nene al high school y después nos vamos a Downtown a firmar el lease del apartamento».
«Ese candidato está corriendo como alcalde de la ciudad».
«No te olvides de parquear la troca en las calles autorizadas».
Esas expresiones podrían escucharse de la boca de cualquier latino en las calles de alguna ciudad de Estados Unidos.
Frases en español que tienen sentido y que, a su vez, reciben préstamos del inglés hasta el punto de alterar este idioma y darle un nuevo significado.
La identidad latina en Estados Unidos está ligada con el español, un idioma que hablan más de 41 millones de personas en ese país, la gran mayoría con raíces en Latinoamérica.
Población que habla español en casa en Estados Unidos
Total: 41.017.620
Source: Censo de Estados Unidos, año 2017
En el censo y otras instituciones estadounidenses, los hispanos o latinos son agrupados en un solo bloque, al igual que otras minorías como la asiática.
Pero las comunidades latinas en el país son ampliamente diversas en cuanto a raza, cultura y origen. La lengua, asimismo, se manifiesta en cada una de ellas de una forma única.
El inglés, por su parte, también influencia en la dinámica de la lengua. Entonces, ¿se puede decir que existe un un español de Estados Unidos?
Una pregunta difícil
El tema ha sido estudiado durante décadas por sociolingüistas y no conduce a una definición concreta.
Con razón, cuando a la reconocida académica del tema Carmen Silva-Corvalán le preguntaron lo mismo en un evento de 2017 organizado por el Instituto Cervantes en la Universidad de Harvard (EE.UU.), contestó: «(Es) una pregunta importantísima, pero terriblemente difícil de contestar. ¡Porque hay tanta variación desde la costa este a la oeste, de sur a norte!».
A su juicio, continuó la lingüista, la influencia del inglés «es esencial» si se habla del español estadounidense. No a manera de contacto cultural, como pasa en los países de Latinoamérica, sino directo.
Algo similar acota Ana Celia Zentella, profesora emérita de la Universidad de California en San Diego (UCSD, por sus siglas en inglés).
«En la mayoría de los casos las comunidades (latinas en EE.UU.) siguen usando el mismo idioma de los países de origen y de sus grupos íntimos, pero en todas hay una influencia del inglés», le dice a BBC Mundo.
Sin presentar una definición «oficial», el Observatorio del Instituto Cervantes de Harvard dice ser receptivo «a la idea de considerar el español que se habla en EE.UU. como una variante más de nuestra lengua, quizá más diversa que otras variedades del español por la naturaleza y origen diverso de sus hablantes», le dice a BBC Mundo Marta Mateo, directora de la institución.
De acuerdo a un análisis del observatorio publicado en 2017, existen dos principales «subvariedades» del español estadounidense, según describe su autor, Francisco Moreno-Fernández:
La primera, referida como «español estadounidense general», que se adquirirá a través de la familia y también en la escuela de predominancia oral, pero que también puede encontrarse en «manifestaciones escritas, con una influencia más o menos acusada del inglés».
La segunda, «que suele recibir la etiqueta de Spanglish«, adquirida «exclusivamente» de modo oral, «donde la influencia del inglés se haría más evidente en forma de alternancia de lenguas, préstamos y calcos utilizados de modo intensivo», explica.
Anglicismos de uso frecuente entre los latinos de Estados Unidos
Voces que mantienen su forma inglesa original:p.e. «High School»
Acepciones específicas del español de EE.UU.:p.e. felonía
Voces características de EE.UU.:p.e. aplicar, flu
Otras voces de uso más popular:p.e. janguear, troca
Source: Observatorio del Instituto Cervantes de la Universidad de Harvard (EE.UU., 2017).
Moreno-Fernández analizó también cien anglicismos de uso frecuente entre los latinos que han nacido o residen en el país norteamericano.
«Un tercio son voces que mantienen su forma inglesa original (por ejemplo: downtown, High School, teenager)», describe el escrito publicado hace dos años.
«Una quinta parte son acepciones específicas del español estadounidense, aunque la voz sea de uso más general en español (p.e., felonía, parada, relativo, soportar).»
Felonía se desprende del sustantivo felony en inglés, que significa delito en español. Parada, por su parte, viene de parade en inglés, que en español significa desfile.
«Y otra quinta parte son voces características de EE.UU., aunque algunas puedan aparecer también en otros países hispanohablantes (ejemplos: aplicar, barista, barténder, carpeta, flu, mapear, pícher)», sigue el estudio.
Además «quedan otras voces de uso más popular (ejemplo: janguear, liquear, troca)», añade el autor.
Liquear, por ejemplo, se desprende del verbo en inglés leak que se traduce en gotear en español.
No solo influye el inglés, sino el contacto entre diferentes variedades de español que se da en EE.UU., especialmente en metrópolis como Nueva York o Los Ángeles.
«En ese trasvase cultural, lingüístico, de tantos hispanos, se está creando ya un español de Estados Unidos«, dijo en una entrevista de 2013 Gerardo Piña-Rosales, director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).
¿Hay variedades que dominan?
Depende de en qué parte de Estados Unidos se esté, es lo primero que advierten los expertos.
El suroeste del país, donde están California, Arizona, Nuevo México y Texas, el español de México es el más visible, mientras que en el este (Florida, Nueva York, New Jersey), están asentados el español de Puerto Rico y Cuba.
No sin importancia, esos países de origen son los que componen la mayoría de población hispana o latina en EE.UU. México con el 62%, Puerto Rico (9,5%) y Cuba (3,94%), de acuerdo a estimaciones de 2018 del censo de EE.UU.
Le siguen El Salvador (3,93%) y República Dominicana (3,54%).
Este panorama, sin embargo, está atravesando cambios. La inmigración de mexicanos ha caído en un 6% entre 2007 y al menos 2015, mientras que la población centroamericana registró un aumento en su inmigración en el mismo periodo (25%), según el Centro Pew de Investigaciones.
También pasa que los diferentes «tipos» de español (mexicano, salvadoreño) empiezan a entremezclarse debido al contacto de distintas comunidades latinas en un territorio.
El profesor Phillip Carter cita el ejemplo de la ciudad de Miami, en la que podría hablarse del español de Cuba como tradicionalmente dominante, pero influenciado por el contacto con las variedades de Colombia y Venezuela, por ejemplo.
«El habla depende de la cultura que rodea a la persona, de la edad que tenía a su llegada a EE.UU. o si nació en EE.UU., de la concentración de hispanohablantes en su comunidad…», menciona Carter, profesor de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés), como algunos factores condicionantes.
Antes del inglés
El uso del español en Estados Unidos no es únicamente producto del auge de la inmigración latinoamericana durante los siglos XX y XXI.
Una serie de variedades del español se han mantenido en Estados Unidos por más de cuatro siglos, acota el profesor Carter en un ensayo de su autoría reproducido por la televisión pública estadounidense PBS en su sitio web.
«Por ejemplo, hay lingüistas que han identificado un número de dialectos únicos del español en EE.UU., cada uno con rasgos centrales que pueden rastrearse a la España de los siglos XVI y XVII«, escribió el investigador.
Estas características han sido registradas en estados como Luisiana y Nuevo México, según señalan expertos.
«En el suroeste del país hay grupos que mantienen la palabra ‘hispano’ para mostrar que su origen es de España», agrega Zentella.
Pero pese al deseo de diferenciarse, «ha habido influencia de los mexicanos que han llegado en las últimas décadas a vivir en esos estados», apunta.
La «mala» connotación del español
Así como ha sido motivo de orgullo de la identidad latina, el español en EE.UU. también ha sido asociado con criminalidad o escasa educación y recursos económicos, señalan los expertos.
Esfuerzos institucionales en décadas pasadas, como prohibir y castigar el uso del español en las aulas de clase, provocó que inmigrantes latinos no enseñaran el idioma a sus hijos, nacidos en EE.UU., o les aconsejaran que solo lo hablaran en casa.
El idioma y su influencia y prevalencia, acota Zentella, tiene relación directa con el estatus socioeconómico, el nivel educativo y el poder de la comunidad que lo hable.
Como ejemplo, la académica pone a la comunidad puertorriqueña en San Diego (California): «Tiene estudios superiores y una variedad más amplia de profesiones que la comunidad mexicana. Hay otro acercamiento al español, un sentido de orgullo, de que es algo que les pertenece y defienden», dice.
¿Español «mocho»?
La cuestión de mezclar el español con el inglés ha sido también objeto de prejuicio, advierte Zentella.
«El español de aquellos nacidos o criados en EE.UU. es atacado tanto por sus propias comunidades como desde afuera«, escribió la lingüista en un artículo titulado «Dime con quién hablas y te diré quién eres»: Linguistic (in)security and Latina/o identity.
«Se les acusa de no saber ni inglés ni español, o sea, de ser semilingües», añade.
«El término más extendido para describir su discurso esSpanglish, pero los puertorriqueños también le llaman ‘hablar mata’o’, mientras los mexicanos utilizan ‘mocho’ y Tex Mex para describir el fenómeno», describe.
Español e inglés hablados en casa entre los latinos/hispanos de EE.UU.
*Población representada a partir de los 5 años de edad
Source: Censo de Estados Unidos, año 2017
Zentella y Carter coinciden en que a menudo los niños nacidos en EE.UU. sienten vergüenza cuando sus familiares critican la manera en que hablan español y eso lleva a que dejen el idioma a un lado.
No solo en los hogares se comparte esta percepción, advierte Zentella. La propia Real Academia Española, en su primera definición de espanglish en 2012, lo definió como: «Modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en las que se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés».
La controvertida referencia a la deformación fue editada y no aparece en la actual definición.
Esa especie de subvaloración del español de EE.UU. es señalada por sociolingüistas como algo que debe cambiar.
«No solamente que (hay que) darle prestigio, un cambio de actitud, sino también darle una norma. La normalización para usarlo en niveles altos sin vergüenza y sin prejuicios», dijo la académica Domnita Dumitrescuen un evento del Instituto Cervantes en Harvard en 2017.
¿Cómo es el futuro del español en Estados Unidos?
El Instituto Cervantes habla de una «pérdida gradual» del español en las generaciones que han seguido a la inmigración masiva de latinos en décadas anteriores.
El porcentaje de latinos que habla español en casa ha decrecido en la última década del 78% en 2006 al 73% en 2015, según datos del gobierno analizados por el Centro Pew.
¿En qué estado está el español en Estados Unidos?
78%de latinos/hispanos hablaban español en casa en 2006
73%de latinos/hispanos hablaban español en casa en 2015
97%de padres inmigrantes les hablan en español a sus hijos
71%padres latinos de 2ª generación hablan español a sus hijos
49%padres desde la 3ª generación que hablan español a sus hijos
Source: Centro Pew de Investigaciones
Mientras que casi todos (97%) los padres inmigrantes les hablan en español a sus hijos, según una encuesta de 2015 de Pew, el 71% de los padres latinos de segunda generación lo hace, y el porcentaje baja a 49% entre padres latinos de tercera o mayor generación.
El fenómeno ha sido descrito como no exclusivo de los latinos en EE.UU., sino como una consecuencia natural del contacto con el inglés y la vida en el país norteamericano.
La tasa de bilingüismo entre latinos, sin embargo, es superior a la de otros grupos étnicos en el país, pero no hay garantías de que esta situación se mantenga con el tiempo.
«Aunque vengan más hispanohablantes de otros países, todo va a depender de las actitudes con las que vengan«, advierte Zentella.
Según la académica, el plan migratorio del actual presidente, Donald Trump, de exigir niveles avanzados de inglés y de estudios a los inmigrantes podría afectar la situación.
«Si los inmigrantes llegan aquí y ven una actitud antiespañol, les dirán a sus niños que aquí solo se hablará inglés para poder progresar», concluye.
No importa cuán deprisa o cuán a menudo lo hagas: correr está vinculado a un riesgo significativamente bajo de muerte prematura, según una nueva investigación.
Un estudio recientemente publicado en la revista médica British Journal of Sports Medicine dice que salir a trotar es «considerablemente» beneficioso para la salud incluso aunque sean menos de 50 minutos o menos por semana.
Investigadores de Australia, Tailandia y Finlandia llegaron a la conclusión de que el joggingreduce en un 27% la mortalidad prematura tras analizar datos de 14 estudios previos de cerca de 233.149 personas.
Los científicos analizaron las estadísticas de personas de ambos sexos cuya salud se monitoreó entre 5,5 y 35 años. En ese tiempo, murieron 25.951 de los participantes por distintas causas.
De acuerdo con los resultados del estudio, correr está vinculado con una reducción del 30% de morir por enfermedades cardiovasculares y del 23% de que la muerte se deba al cáncer.
«El aumento de la participación en carreras, sin importar en qué medida sea, estaría vinculado a mejoras sustanciales en la salud y en la longevidad de la población», aseguran los expertos.
«Cualquier dosis de jogging, aunque sea solo una vez por semana, es mejor que no correr«, dijo Zeljko Pedisic, uno de los responsables del estudio,
Pero hacerlo en dosis más altas, asegura el especialista de la Universidad de Melbourne, en Australia, «no estaría necesariamente vinculado» a un menor riesgo de muerte prematura o a mayores beneficios.
Hasta ahora, salir a correr se había vinculado con una reducción de muerte cardiaca súbita, pero los investigadores dicen que los beneficios van más allá de eso.
Sin embargo, eso no significa que este tipo de ejercicio sea bueno para todas las personas -puede haber, por ejemplo, riesgo de lesiones para algunos- y señalan que los médicos deben decidir en qué casos prescribir la actividad.
También señalan que nuevas investigaciones podrían revelar más datos importantes sobre hábitos específicos de los corredores y qué beneficios tienen.
la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda en su sitio web que todos los adultos practiquen 150 minutos de ejercicio «moderado» a la semana, como caminar enérgicamente o ir en bicicleta, o 75 minutos de ejercicio «vigoroso», como correr.
La argentina Soledad Barruti recorrió durante cinco años los países latinoamericanos con el fin de investigar las verdaderas razones por las cuales la alimentación hoy está teniendo tantos problemas. Poco a poco logró acceder a las entrañas de una industria alimenticia que, según ella, y por cuenta de los intereses de las grandes multinacionales, está causando más daño que bienestar. Su investigación está plasmada en ‘Mala leche’, libro que alza la voz sobre los peligros de productos que ofrecen en los supermercados como si fueran alimentos y que en realidad no lo son.
Usted dice que ir al supermercado es como una emboscada, que es un lugar donde la comida se convierte en trampa. ¿Por qué?
Porque ahí todo está dispuesto para engañar los sentidos. Los humanos creemos ser una especie sofisticada, pero hay cosas muy rudimentarias en nuestro funcionamiento. La vista, el tacto y el oído nos seducen, nos confunden y nos llevan a hacer elecciones que creemos racionales, pero que en realidad son bastante impulsivas. Y la industria ha logrado, gracias a un paquete de insumos con los que cuenta –que van desde la publicidad, la disposición de los productos y, claro, su conformación: colorantes, aromatizantes, saborizantes–, que nosotros vayamos por las góndolas y nos sintamos más atraídos por esos productos comestibles que por los alimentos. Terminamos llenando el carrito, nuestra alacena y nuestra mesa de productos que no nos alimentan y que están haciéndonos mucho daño y afectando la salud de la población a niveles nunca vistos.
¿En medio de esa trampa no se encuentra también alimentos? ¿Hay que buscar mucho para encontrarlos?
La Organización Panamericana de la Salud hizo una distinción que, para mí, es la más precisa que existe en el momento y que sirve de guía para nuestros países. Lo que ellos dicen es que hay alimentos mínimamente procesados y sin procesar, que son los que deberíamos comer. Son los alimentos que no tienen ingredientes, sino que son los ingredientes. Papa, manzana, maíz, fríjol… Luego están los alimentos procesados, por ejemplo, un atún en lata, que tiene un agregado de aceite o de sal. Y después están los ultraprocesados, una lista inmensa de productos que conforman la mayor parte de la góndola. Sopas instantáneas, yogures, galletas, jugos, postres lácteos, alimentos congelados… La verdad es que son el 80 por ciento de los carritos que llenan las personas. El supermercado es muy confuso porque para llegar a los alimentos sin procesar o mínimamente procesados, hay que hacer como una especie de caballito de carreta y no mirar nada de lo otro. Pero esos productos ultraprocesados están diseñados para generar el impulso de comprar y manipular. Las estadísticas de consumo de hogares de nuestros países muestran que en los últimos años el consumo de esos productos creció entre un 100 y un 151 por ciento. Y ese aumento va en relación con la curva ascendente de enfermedades no transmisibles, que son las que hoy en día está padeciendo nuestra región como ninguna otra: diabetes, problemas cardiovasculares, hipertensión en niños, cosas que nunca se veían.
Plantea que esto se viene presentando con más fuerza desde hace diez años. ¿Qué pasó en ese momento?
Que las marcas que gobiernan los supermercados –que son sobre todo de los países del norte; hay marcas locales, pero, por lo general, tienen acuerdos con las grandes empresas extranjeras– empezaron a perder clientela en sus países, más ricos y más educados, porque las personas comenzaron a recibir campañas de salud pública. Si bien su crecimiento nunca se detuvo, sí se redujo: en Estados Unidos y en Canadá crecieron un 9 por cierto, mientras que en nuestra región lo hicieron un 25 por ciento. Lo que evalúan los expertos es que esta caída hizo que las marcas viraran sus estrategias de marketing hacia Latinoamérica. Y ha sido muy efectiva. Cuando estas marcas deciden ser omnipresentes, lo logran. Redoblan la publicidad. Hacen acuerdos con gobiernos para ser parte de planes sociales, de programas educativos, incluso de programas de nutrición. Esos acuerdos, por un lado, alientan su presencia en los países y, por otro, hacen muy difícil –si no imposible– legislar para limitar el consumo de sus productos entre la población.
Para lograr sus estrategias, estas marcas emplean, incluso, la neurociencia. ¿Cómo es eso?
Nos tienen muy estudiados. Así como al principio te decía que somos rudimentarios para lo sofisticados que nos creemos, también tenemos deseos que ni siquiera podemos expresar. Por qué nos gusta tanto, por ejemplo, que se nos manchen los dedos cuando comemos, o por qué nos despierta un naranja particular más que otro, o cuál es el nivel exacto de dulce que hace que no te empalagues, pero quieras seguir comiendo. Las marcas tienen equipos biomédicos estudiándonos. Lo que antes eran los focus group hoy se hacen de una manera mucho más exhaustiva, con equipos biomédicos orientados a analizar nuestro cerebro y nuestros deseos ocultos.
Entre todo, afirma que el gran enemigo es el azúcar.
Sí. Porque es la sustancia, el ingrediente, más presente en todos los productos. Y a niveles alarmantes. Lo que un adulto de 80 años llegaba a comer de azúcar antes en toda su vida hoy un niño de 8 años ya lo ha consumido. Por eso los niños hoy tienen diabetes. Las cifras son dramáticas: el 40 por ciento de los chicos tienen problemas de sobrepeso. En Colombia recorrí muchos lugares donde hay gran obesidad de bebés.
El azúcar es una industria muy poderosa. Por supuesto, está conformada por grandes ingenios azucareros, pero también por este grupo de marcas que siempre salieron en su defensa. En los años sesenta, cuando se empezó a hablar de los problemas que podía ocasionar el azúcar, la industria salió a hacer lo mismo que había hecho la industria del tabaco: financiar estudios a su favor, pagar para que no se publicaran estudios en su contra, hacer publicidad en los medios de comunicación de una manera muy voraz, disfrazando de ciencia todo lo que es su estrategia de venta, y lograron tapar la evidencia científica que había en su contra.
Hasta 2009, cuando apareció una desclasificación en Estados Unidos, producto casi del azar: los papeles confidenciales de un ingenio azucarero –que mostraban comunicaciones entre abogados, medios de comunicación, manipulando información– terminan en manos de un periodista y se armó un gran escándalo que fue portada del New York Times.
Por primera vez aparecieron pruebas concretas de cómo se manipularon estudios médicos que servían de guía alimentaria de la población mundial, diciendo que debían regularse las grasas, pero sin hablar del azúcar.
¿Y que esto se conociera cambió en algo la situación?
En América Latina no, pero la Organización Mundial de la Salud publicó una guía para la población en la que por primera vez dijo que había que limitar el consumo de azúcar. Es algo que se puede lograr. Se puede bajar la expectativa del dulzor, abandonando productos ultraprocesados, comiendo comida de verdad, endulzando con mucha moderación. En mi casa, por ejemplo, tengo una bebé de un año. Y no endulzamos nada porque los bebés de un año no pueden comer azúcar agregada. Yo nunca había abandonado totalmente el azúcar y ahora que lo hice es increíble: los alimentos tienen un sabor más rico. Estamos tan tapados de estímulos agresivos que lo olvidamos. Hay que hacer una reeducación del paladar. Para eso necesitamos hacer acuerdos sociales porque la comida es un acto social. Necesitamos cambios colectivos.
Hablemos de la leche, que le da el título a su libro. Sobre los lácteos, dice que no son solo un problema nutritivo, sino ético.
La leche para mí es la gran metáfora de lo que ocurre con nuestra alimentación. Delegamos nuestra capacidad de relacionarnos con los alimentos en estos supuestos expertos que no son más que publicistas de las marcas. Y ellos establecieron guías alimentarias en el mundo en las que la leche se le ve como sinónimo de calcio –como si no hubiera calcio en todos los otros alimentos que consumimos– y se obliga a comer tres porciones diarias de lácteos. Eso ocurre en la mayoría de los países, excepto en los que, precisamente a través de la evidencia, ya se reconocen los perjuicios del excesivo consumo de lácteos, que puede llevar a algunos tipos de cáncer, problemas hormonales, alergias. Por supuesto que la leche es un producto que ha cambiado con el paso de los años. No es lo mismo tener una vaca cerca, como sucede en regiones como Ubaté, Cundinamarca, donde hay pequeños campesinos que producen su leche fresca y que tiene cierta calidad, que lo que sucede cuando uno compra una leche que ha pasado por todo un sistema de ultraprocesamiento. Lo que sale de ahí es otra cosa. Y como hay que darles cada vez más leche a más personas, las vacas pasan a ser máquinas dentro de un engranaje que da leche. Están preñadas todo el tiempo. Se buscan métodos para que de cada ubre salga seis o más veces la cantidad natural de leche. Están inyectadas con hormonas de crecimiento, como sucede en Colombia. Todo eso es tremendo de ver. Es sumamente cruel. Para mí es un fiel reflejo de lo que ocurre con la humanidad.
Sin contar lo que investigó sobre la carne…
Así es. El sistema alimentario está todo roto, por la hiperproductividad y la búsqueda de lo que sea más rentable, lo que se produzca en el menor tiempo posible y en mayor cantidad. Las granjas y los campos diversos se están convirtiendo cada vez más en monocultivos, en establecimientos que solo producen una cosa a gran escala, y esa cosa puede ser huevos, pollos, carne vacuna, porcino. Eso es una idea comercial buena, pero muy mala para la naturaleza. Para que existan factorías de esta dimensión hay que recurrir a agroquímicos, a antibióticos, a sistemas muy cruentos de tratar a los animales. Esto debe cambiarse. A diferencia de las industrias de comestibles ultraprocesados –que habría que desterrar–, a esta industria hay que recuperarla. ¿Y cómo se recupera un sistema alimentario que está hecho solamente para ganar dinero, como si fuera una fábrica de zapatos o de televisores? Bueno, hay que volver a humanizarlo. El factor humano está en los campesinos, en los agricultores familiares. Necesitamos cambiar el supermercado por la feria, por el mercado donde el campesino llega con su producto. Volver a hacer esa reconexión con los alimentos.
Fragmento del libro ‘Por qué dormimos’, del neurocientífico Matthew Walker, que explica cómo deberían dormir los humanos.
Los humanos no dormimos de la manera en que la naturaleza pretendía. El número de episodios de sueño, su duración y los momentos en que deberíamos dormir se han visto comprensiblemente distorsionados por la modernidad.
En las naciones desarrolladas, la mayoría de los adultos duermen actualmente según un patrón monofásico, es decir, tratamos de completar un solo sueño prolongado durante la noche, cuyo promedio de duración es de menos de siete horas. Si visitas culturas a las que no haya llegado la electricidad, seguramente verás algo bastante diferente. Las tribus cazadoras-recolectoras, como los gabras en el norte de Kenia o los san en el desierto de Kalahari, cuya forma de vida ha cambiado muy poco en los últimos milenios, duermen siguiendo un patrón bifásico. Ambos grupos duermen un período bastante largo durante la noche (pasan de siete a ocho horas en la cama, durmiendo unas siete horas), y después, por la tarde, hacen una siesta que dura entre 30 y 60 minutos.
También hay indicios de una combinación de los dos patrones de sueño en función de la época del año. Algunas tribus preindustriales como los hadzas, del norte de Tanzania, o los san, de Namibia, siguen un patrón bifásico en los meses más calurosos del verano, con una siesta de entre 30 y 40 minutos al principio de la tarde. Luego, durante los meses más fríos del invierno, cambian a un patrón de sueño en gran parte monofásico.
Incluso cuando siguen un patrón de sueño monofásico, el tiempo de sueño observado en las culturas preindustriales no es como el nuestro. Por lo general, los miembros de la tribu se irán a dormir dos o tres horas después de la puesta de sol, sobre las nueve de la noche. Su episodio de sueño nocturno acabará alrededor del amanecer. ¿Te has preguntado alguna vez sobre el significado del término «medianoche»? Obviamente, significa la mitad de la noche, o, más técnicamente, el punto medio del ciclo solar. Y así es para el ciclo de sueño de las culturas de cazadores-recolectores, y presumiblemente para todos los que vivieron antes. Ahora piensa en las normas de sueño de nuestra cultura. La medianoche ya no es «la mitad de la noche». Para muchos de nosotros, la medianoche suele ser el momento en que decidimos consultar nuestro correo electrónico por última vez, y ya sabemos lo que a menudo pasa después. Para agravar el problema, no dormimos más por la mañana para compensar estos inicios de sueño más tardíos. No podemos. Nuestra biología circadiana y las insaciables demandas de la vida postindustrial a primera hora de la mañana nos niegan el sueño que tanto necesitamos. Hubo un tiempo en que nos íbamos a la cama al anochecer y nos despertábamos con las gallinas. Ahora muchos de nosotros seguimos despertándonos a la hora de las gallinas, pero el anochecer es simplemente la hora en que terminamos el trabajo en la oficina, quedándonos todavía por delante muchas horas de vigilia. Además, muy pocos nos concedemos una siesta completa por la tarde, lo que contribuye todavía más a nuestro estado de falta de sueño.
Sin embargo, el sueño bifásico no tiene un origen cultural. Es profundamente biológico. Todos los humanos, independientemente de su cultura o de su ubicación geográfica, sufren a media tarde un declive genéticamente codificado de su estado de alerta. Fíjate en cualquier reunión después de la hora de comer alrededor de una mesa de juntas y esto se te hará evidente. Como marionetas cuyos hilos se sueltan y luego vuelven a tensarse rápidamente, las cabezas comenzarán a caer y a levantarse de golpe. Estoy seguro de que has experimentado alguna vez uno de esos ataques de somnolencia que parece apoderarse de ti, como si tu cerebro se fuera a dormir a una hora inusualmente temprana.
Tanto tú como el resto de asistentes a la reunión estáis siendo víctimas de una caída de la alerta evolutivamente impresa que favorece una siesta vespertina, llamada somnolencia postprandial (del latín prandium, comida). Este breve descenso de la vigilia, desde un estado de alerta de alto grado a otro de bajo nivel, refleja una necesidad innata de echarse una siesta por la tarde. Parece ser una parte normal del ritmo diario de la vida. Si alguna vez tienes que hacer una presentación en el trabajo, por tu propio bien (y por el del estado consciente de tu audiencia), si puedes, evita esas horas.
Lo que se hace muy evidente cuando reparas en estos detalles es que la sociedad moderna nos ha apartado de lo que debería ser una organización preestablecida del sueño bifásico, el que nuestro código genético trata de reavivar cada tarde. El abandono del sueño bifásico empezó cuando pasamos de una existencia agrícola a otra industrial, o tal vez incluso antes.
Los estudios antropológicos de los cazadores-recolectores de la época preindustrial también han disipado un mito popular acerca de cómo los seres humanos deberíamos dormir. Alrededor del final de la era moderna temprana (a finales del siglo XVII y principios del XVIII), los textos históricos sugieren que los europeos occidentales dormían dos largos períodos por la noche, separados por varias horas de vigilia. Entre estos dos períodos de sueño gemelos, a veces llamados primer sueño y segundo sueño, leían, escribían, rezaban, hacían el amor e incluso hacían vida social.
Sin embargo, el hecho de que las culturas preindustriales estudiadas hasta la fecha no hayan mostrado una forma de sueño similar, en dos tandas nocturnas, sugiere que esta no es la forma de sueño natural programada evolutivamente. Más bien parece tratarse de un fenómeno cultural que se popularizó con la migración a Europa occidental. Por otra parte, no existe ningún ritmo biológico —cerebral, neuroquímico o metabólico— que apunte a una necesidad humana de estar despierto varias horas en mitad de la noche. El verdadero patrón de sueño bifásico —para el cual existe evidencia antropológica, biológica y genética, y sigue siendo medible en todos los seres humanos hasta la fecha— es el que consiste en un episodio más largo de sueño continuado por la noche, seguido de una siesta corta a media tarde.
Aceptando que este es nuestro patrón natural de sueño, ¿llegaremos a saber con certeza alguna vez qué tipo de consecuencias tiene para nuestra salud haber abandonado el sueño bifásico? Esta forma de dormir que incorpora la siesta se practica en distintas culturas de todo el mundo, incluidas las regiones de América del Sur y la Europa mediterránea. Cuando yo era un niño, en la década de 1980, fui de vacaciones a Grecia con mi familia. Mientras caminábamos por las calles de las principales ciudades griegas que visitamos, veía carteles colgados en los escaparates que eran muy diferentes de los que estaba acostumbrado a ver en Inglaterra. Decían: «Abierto de nueve de la mañana a una de la tarde, cerrado de una a cinco, abierto de cinco a nueve».
En la actualidad, quedan pocos de esos carteles en las tiendas de Grecia. Antes del cambio de milenio, se vivió una presión cada vez mayor para abandonar la práctica de la siesta en Grecia. Un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard decidió cuantificar las consecuencias para la salud de este cambio radical estudiando a más de 23.000 adultos griegos, hombres y mujeres de 20 a 80 años de edad. Los investigadores se centraron en los efectos cardiovasculares, haciendo un seguimiento del grupo durante un período de seis años, a lo largo de los cuales muchos de ellos dejaron de dormir la siesta.
Como en innumerables tragedias griegas, el resultado final fue desgarrador, pero aquí de la manera más seria y literal. Ninguno de los pacientes tenía antecedentes de enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular al comienzo del estudio. Sin embargo, en ese período de seis años, aquellos que abandonaron la siesta habitual vieron incrementado el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en un 37% en comparación con aquellos que mantuvieron las siestas regulares durante el día. El efecto fue especialmente intenso en los trabajadores, donde el riesgo de mortalidad resultante de prescindir de la siesta aumentó en más del 60%.
El anterior es un excepcional estudio que deja patente un hecho: cuando abandonamos la práctica innata del sueño bifásico, nuestras vidas se acortan. Tal vez por eso no es sorprendente que en los pequeños enclaves de Grecia donde la costumbre de la siesta permanece intacta, como en la isla de Ikaria, los hombres tengan casi cuatro veces más probabilidades de llegar a los 90 años que los hombres estadounidenses. Las sociedades que han incorporado la siesta a sus hábitos se han descrito como «los lugares donde las personas se olvidan de morir». La práctica del sueño bifásico natural y una dieta saludable parecen ser las claves para una larga vida.
La Corte Constitucional escuchará por primera vez en la historia del país a los periodistas, en el marco del estudio de una tutela interpuesta por un grupo de comunicadores contra el juzgado 22 Penal Municipal con Función de Control de Garantías de Bogotá y la Fiscalía 23 Especializada contra la Corrupción.
Los periodistas consideran que les fueron vulneraron los derechos fundamentales a la libertad de prensa, libertad de expresión, libertad de información, trabajo y debido proceso, por no permitir el ingreso a una audiencia contra un funcionario público por corrupción que se llevó a cabo en los juzgados de Paloquemao.
El magistrado que citó a audiencia pública es Carlos Bernal, quien escuchará a periodistas, jueces y fiscales, sobre la publicidad de las audiencias penales y su relación con el ejercicio de las libertades de información y de prensa.
En ese sentido, la Corte informó que todos los periodistas que quieran pueden enviar sus intervenciones por videos o escritos hasta el 18 de noviembre. Los periodistas que interpusieron la tutela intervendrán, durante 15 minutos, en la audiencia pública.
El objetivo será analizar la publicidad de las audiencias penales y las condiciones en las cuales los jueces y fiscales aplican las excepciones al principio de publicidad durante las audiencias preliminares.
Metodología
La Corte Constitucional informó que se desarrollarán tres paneles durante la audiencia. En cada panel habrá intervenciones para debatir tres puntos:
1. Aplicación de las excepciones del principio de publicidad en el caso concreto.
2. Condiciones en las que se aplican las excepciones al principio de publicidad en las audiencias penales preliminares.
3. Condiciones de ingreso de la prensa a las audiencias penales preliminares y publicidad de las actuaciones penales, y su relación con el ejercicio de las libertades de información y de prensa.
Para el desarrollo de la audiencia pública, la Sala Plena de la Corte convocó a los periodistas que cubren audiencias preliminares, a los jueces penales con funciones de control de garantías, a los fiscales especializados.
También fueron convocados a participar los coordinadores de los Centros de Servicios Judiciales. La Corte señaló que cualquiera podrá intervenir enviando un video o un escrito en el cual se pronuncien sobre el objeto de esta audiencia pública.
Al igual que las movilizaciones de estudiantes del 10 y 24 de octubre pasados, la marcha de las máscaras, en la que participaron miles de jóvenes de diferentes universidades de Bogotá, tuvo como lunar los enfrentamientos con el Esmad y actos de vandalismo.
Los disturbios se presentaron por la tarde, en inmediaciones del monumento a los Héroes, en la autopista Norte con calle 80, y se prolongaron hasta la noche.
De acuerdo con las organizaciones estudiantiles, las manifestaciones de este jueves conmemoraban las protestas de hace un año –que concluyeron tras un acuerdo con el Gobierno– y se enmarcan en las marchas que se han venido presentando en los últimos dos meses.
Las exigencias de los estudiantes tienen que ver con el respeto a la autonomía universitaria, así como el rechazo a actos de corrupción en la Universidad Distrital de Bogotá, que, precisamente, anunció este jueves que entrará en paro. Los universitarios también expresaron su rechazo al uso excesivo de la fuerza por parte del Esmad.
Los enfrentamientos en Bogotá se originaron porque los estudiantes buscaban concentrarse en la autopista Norte con calle 100. Pero con una barricada, las autoridades no les permitieron el paso a la altura de la calle 80, lo cual originó que encapuchados empezaran a agredir a la policía con piedras, voladores, palos y caucheras.
Esta situación se prolongó durante al menos una hora y afectó la movilidad en ese punto de la ciudad. Para disipar a los manifestantes, el Esmad utilizó gases lacrimógenos, bombas aturdidoras y balas de goma.
Uno de los hechos que más empañaron la jornada fueron las agresiones que sufrieron algunos periodistas y reporteros que cubrían las marchas. Así, encapuchados le arrebataron a un camarógrafo de Citytv la cámara con la que cubría la manifestación, hecho que quedó registrado en videos que fueron compartidos por ciudadanos en las redes sociales.
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Otro grave evento se presentó cuando dos policías que transitaban en una motocicleta fueron interceptados por un grupo de encapuchados, que los tumbó y les lanzó pintura. Después, le prendieron fuego al vehículo, pero rápidamente los gestores de convivencia del Distrito y empleados de una estación de gasolina procedieron a sofocar el fuego con extintores.
Más tarde, alrededor de las 7:30 de la noche, de nuevo se presentaron enfrentamientos entre encapuchados en la Universidad Pedagógica (calle 72 con carrera 11) con efectivos del Esmad, que hicieron presencia con tanquetas y trataron de dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos y bombas aturdidoras. En esa zona del norte de la ciudad, varias entidades bancarias se vieron gravemente afectas porque encapuchados rompieron sus vidrios y dañaron sus fachadas.
Sin embargo, no toda la jornada estuvo marcada por choques violentos. Con velas, flores y fotografías, los estudiantes hicieron un homenaje en el monumento a los indígenas y líderes sociales que han sido asesinados en el país.
No obstante, algunos encapuchados aprovecharon para vandalizar el monumento a los Héroes con grafitis y pintura. Hubo quienes, incluso, se atrevieron a subirse a la estatua de Simón Bolívar que hay en el lugar.
En otras ciudades
Al contrario de lo ocurrido en Bogotá, las manifestaciones estudiantiles en otras ciudades transcurrieron con normalidad.
En Medellín y Bucaramanga, por ejemplo, cientos de estudiantes se movilizaron de manera pacífica con antorchas. Las consignas fueron las mismas que en la capital del país: el rechazo a los actos de corrupción en algunas universidades, y “la defensa del derecho a la protesta y el desmonte del Esmad”.
Según lo reportado por las autoridades de Medellín, la marcha de las universidades de Antioquia y Nacional provocó el cierre momentáneo de varias vías. También fueron reportados grafitis hechos por manifestantes en fachadas de establecimientos comerciales.
Como una censura han sido calificadas las decisiones judiciales en el caso del libro Dejad que los niños vengan a mí, del periodista antioqueño Juan Pablo Barrientos, en el que consigna relatos de personas que acusan y denuncian a miembros de la Iglesia en Colombia de violencia sexual, así como el actuar de la institución eclesiástica y del Estado.
El pasado 25 de octubre, el Juez Promiscuo Municipal de San Rafael, Antioquia, Rafael Vásquez Gómez, ordenó a Barrientos y a la editorial del libro, Planeta, “suspender la reproducción, comercialización y venta del libro’”, esto como medida transitoria y provisional.
Dejad que los niños vengan a mí es un libro que le ha significado a Barrientos una ardua lucha judicial.
De acuerdo con el periodista, son tres las tutelas que enfrenta, estas han sido interpuestas en su contra en tres diferentes municipios del oriente antioqueño, Rionegro, San Rafael y La Ceja, por dos sacerdotes y un ex coordinador de monaguillos, presuntos responsables de delitos contra la integridad sexual, señalados por una de las fuentes del libro.
Por una de las mencionadas tutelas, hoy, 29 de octubre, el Juzgado Segundo Promiscuo Municipal de La Ceja, Antioquia, en cabeza de la jueza Olga Marina Ballesteros, resolvió que el periodista debe revelar los datos de una de sus fuentes, para ello contaría con «cuatro horas contadas a partir de la notificación de este auto“ y «la negativa a entregar la información requerida llevará a imponer las acciones disciplinarias y/o penales a que haya lugar».
Mediante comunicado, la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) indicó que estas son decisiones «que violan directamente los derechos fundamentales del periodista (…) dichas demandas de tutelas configuran una estrategia de acoso judicial contra la prensa. En estos casos, los mecanismos judiciales están siendo usados para intimidar a un periodista e impedir la difusión de información de interés público«.
A mediados de este mes, en entrevista con EL TIEMPO, Barrientos manifestó que con su libro pretende que tanto la Iglesia como la justicia colombiana y la sociedad entiendan que «el derecho canónico no puede estar por encima del derecho civil (…) La Iglesia no se puede seguir basando en un derecho donde la mayoría de artículos ya han sido declarados inasequibles, no puede seguir escondiendo denuncias, y además los casos de abuso sexual no deberían prescribir”, aseguró el periodista.
El periodista cuenta cómo fue estar más de un año revisando archivos y metiendo sus narices en la vida de Alberto Donadio, uno de los precursores del periodismo de investigación en Colombia.
¿Por qué el título “Contra el poder”?
Ya era el límite para cerrar el libro y todavía estaba huérfano de nombre. Había sido muy difícil ponerle uno y la editora propuso «contrapoder», y creo que sí reunía la característica principal del periodismo que ha hecho Alberto Donadio, que es fundamentalmente cuestionar el poder en sus formas políticas, financieras, y hasta el poder de los medios. Quería eso: un título cautivador y que reuniera el espíritu del libro.
¿Cómo fue el proceso de investigación?
Duré más de un año en el proceso de reportería y escritura. Empecé a escribir este libro sin saber mucho de Alberto Donadio, comenzó más como por una intuición de que el periodismo investigativo, el cómo se teje una denuncia, como se juntan las piezas, puede ser por sí mismo material dramático y un elemento para hacer crónicas. Había visto recientemente la película Spotlight y quería ver si había en Colombia un ejercicio, una experiencia similar a lo que habían hecho en el Boston Globe. La Unidad Investigativa de El Tiempo había circulado en algún momento en mi cabeza y Donadío me parecía el más interesante porque era un enigma.
¿Por qué un enigma?
De Daniel Samper había leído algunos de sus libros, sus entrevistas. De Gerardo Reyes También sabía algunas cosas. Y ellos dos se referían en términos muy elogiosos a Donadio. Pero de él no sabía nada y claramente yo representaba la ignorancia general que existe sobre quién es Alberto Donadio. Por otro lado, un amigo siempre me había hablado de esa alianza amorosa y profesional entre Silvia Galvis (exdirectora del diario Vanguardia) y Donadío.
¿Y ese interés cómo llega a ser un libro?
Porque yo estaba dejando mi profesión de abogado y tenía ganas de hacer periodismo. Dejé el trabajo que tenía en la Fiscalía, y me que a fui a vivir a Perú, con mis ahorros. Me dediqué un año a leer sus libros, a buscar muchas de las investigaciones que hicieron en la Unidad Investigativa, a hablar con Alberto largamente, hablar con Gerardo Reyes en Miami, con Daniel Samper por correo, con la hermana, con amigas, incluso con Fidel Cano hablé en algún momento, sobre el blog de Interbolsa.
¿Cuánto duró ese proceso?
Más de un año largo y, aunque, se publicó este año, había un borrador ya cerrado a finales del 2017.
¿Cómo fue la escena de su primer encuentro con Donadio?
Mi primera impresión fue que era un tipo muy serio, pero muy querido. O sea, muy amable, muy generoso. Desde que le pedí una entrevista (todavía no era un libro, porque eso era otra cosa) lo sentí muy dispuesto a contar su vida en ciertos límites. A mí me interesa fundamentalmente su faceta de periodista. Estaba muy dispuesto a hablar largo de las anécdotas de la Unidad Investigativa, de las peleas con los Santos. Me sorprendió que Donadio es un tipo muy permeado por el periodismo gringo. Me acuerdo que en su sala de estar tenía el libro The Nixon Tapes, que es la transcripción casi total de los cientos de horas de los casetes que destaparon el escándalo de Watergate en Estados Unidos.
Es decir, usted hizo periodismo de investigación sobre uno de los grandes del periodismo de investigación…
A mí me cuesta clasificar este libro de como periodismo investigativo, ponerle ese apellido. Yo no creo que haya hecho grandes revelaciones. Lo que sí hice fue un trabajo de mucha investigación, muy metódico, de hacer líneas del tiempo de su vida, de ir a la fuente directa, es decir, a las denuncias que ellos hicieron en su momento, pedir cartas de la época, fotos. Todo para tejer esa textura de realidad que quería darle al escrito. Me preocupaba mucho que llegara a ser percibido como un libro para especialistas en la comunicación.
¿Cree que logró evitar que se convirtiera en eso?
Eso era una preocupación diaria. Pero también había cosas que eran muy difíciles por el uso del lenguaje. Por ejemplo, hay un capítulo dedicado a cómo nace el derecho de acceso a los documentos públicos en Colombia, que él fue el precursor de eso. La norma existía, estaba consagra en la ley, pero no tenía efectos prácticos. Nadie la aplicaba y él fue el que la sacó de ese limbo, le dio vida.
A muchos periodistas no les gusta entrevistar a periodistas, pero su libro es periodismo sobre periodismo, ¿por qué elegir este tema?
El periodismo como tema y como fuente de historias a mí como lector me encanta. En Estados Unidos creo que es casi un género literario de no ficción, pero en Colombia no hay mucho de eso y es una pena que no lo haya. Aunque sí hay un interés de las audiencias por estos temas: A la gente le encanta darle palo a los periodistas, o cuando hay una noticia en el marco de una redacción, la gente se siente muy convocada. Pero no hay mucha información dura con datos y con testimonios.
¿Qué siente que aprendió al hacer este libro?
Yo me hice periodista con este libro. Había hecho periodismo en la universidad, pero nada muy ambicioso y este proyecto de múltiples fuentes, de mucho tiempo, de estar durante un año largo con una preocupación diaria de “¿esto a quién putas le va a interesar a parte cuatro gatos?”, es una incertidumbre absoluta. Entonces, me hice periodista haciendo este libro y, sobre todo, me sirvió a mí para proyectar mejor el tipo de periodista que quiero ser.
¿Uno como Donadio?
Sí. Yo en este proceso de estar tan cercano a Alberto, de pensar en él diariamente durante 15 meses (que es una cosa obsesiva), detecté tanto en él, como en Gerardo Reyes y en Daniel Samper Pizano, rasgos del tipo de periodista que yo quisiera emular: Esta cuestión de trabajar con archivos, de buscar temas que no son de coyuntura…
Que es más o menos lo que hace en su podcast La No Ficción…
Claro. En parte, la investigación que hicimos del padre Gallego en Panamá fue aplicar esas cosas porque estuve en el archivo de la Cancillería en Bogotá viendo las cartas que enviaba el embajador de Colombia en Panamá. Entonces eso que está muy presente en la obra de Alberto, yo lo he copiado un poco deliberadamente.
¿Qué de esos rasgos del periodismo de Alberto Donadio ve en el periodismo que se está haciendo hoy en Colombia?
La unidad investigativa tiene una relevancia porque fue el grupo pionero. Ahora, yo sí creo que hoy en día ese tipo de periodismo que ellos hicieron se hace más a menudo en las redacciones, con otros recursos, con más herramientas digitales. En pequeñas reacciones como La Silla Vacía, Cuestión Pública, sí hay esa idea de que el periodismo investigativo es el periodismo que produce impacto, que cambia la historia, que tumba gobiernos y que recibe a cambio la gratitud de los lectores.
El mundo está adoptando nuevas maneras de ejercer el periodismo a partir de datos que permiten a los periodistas producir noticias enriquecidas e ilustradas.
Por esta razón, la publicación de Datos Abiertos oficiales permite a los medios de comunicación generar narrativas oportunas y veraces, ya que, aportan valor a la sociedad.
Cada minuto que pasa las ciudades del mundo generan un gran volumen de datos. Por eso, desde Catastro Bogotá, la Infraestructura de Datos Espaciales para el Distrito Capital (IDECA), se trabaja para integrar y articular los datos de 76 entidades de la administración distrital, con el fin de facilitar la interacción entre el ciudadanos y la información pública de la capital, específicamente a través de mapas, aplicaciones y otros servicios dispuestos en su Plataforma de Información Geográfica www.ideca.gov.co, para que los periodistas conozcan de primera mano los datos como fuentes oficiales de la ciudad.
“Los mapas hoy en día se han convertido en un lenguaje universal a través de los cuales nacen historias que deberían ser contadas” Gerente de Infraestructura de Datos Espaciales de Bogotá, Pamela Mayorga Ramos.
Ideca busca maximizar el uso y valor de la información a partir de la publicación de los datos abiertos, para esto realizó su primer taller de periodistas en donde se compartió el cómo encontrar, interpretar, leer y analizar más de 360 datos oficiales que se proporcionan junto con las entidades.
“Desde Ideca buscamos y conectamos información con mapas, mapas con las personas y a las personas con el gobierno” Gerente de Infraestructura de Datos Espaciales de Bogotá, Pamela Mayorga Ramos.
Invitamos a todos los ciudadanos a que ingresen y exploren en su nuevo diseño la variedad de recursos disponibles como: mapas, aplicaciones, servicios y noticias las cuales pueden ser compartidas.
La IDE trabaja para construir una Bogotá abierta e innovadora que permita a los ciudadanos tomar decisiones soportadas con datos oficiales del distrito.