Crculo de Periodistas de Bogot

Archivos 2020

¿La covid-19 puede adherirse a la ropa y al cabello mientras caminamos?

20 abril 2020 –

Foto: AP Newsroom.

Tomado de: Semana –

Expertos en enfermedades infecciosas, científicos de aerosoles y microbiólogos respondieron en ‘The New York Times’ a las preguntas más frecuentes de los ciudadanos y dieron un parte de tranquilidad a aquellos que han salido de sus casas para abastecerse de víveres.

Durante la emergencia sanitaria por el coronavirus, la cual prendió las alarmas a nivel mundial, son varias las preguntas que surgen sobre qué tan peligrosa es la pandemia y sobre cuáles son los principales focos de infección. Una de las más recurrentes es si la covid-19 se adhiere con facilidad a la ropa, el cabello, bolsas, carteras y hasta en artículos como periódicos y documentos.

Ante esto, el diario neoyorquino The New York Times recogió las opiniones de expertos en enfermedades infecciosas, científicos de aerosoles y microbiólogos, los cuales dieron un parte de tranquilidad a aquellos ciudadanos que, en medio de la crisis, continúan saliendo de sus casas y temen estar en mayor riesgo.

Sobre si es necesario bañarse y cambiarse de ropa inmediatamente después de llegar de abatecerse de víveres, los expertos coinciden en que con el simple hecho de lavarse las manos con abundante agua y jabón está bien. Esto siempre y cuando se hayan seguido al pie de la letra las medidas de prevención como el distanciamiento social (al menos de 2 metros) y el uso de tapabocas.

Linsey Marr, científica de aerosoles de Virginia Tech, aseguró para The New York Times que las gotas virales flotan en el aire durante media hora y luego caen al suelo, pero que “no atacan como ejércitos de mosquitos y es poco probable que se adhieran a las prendas”. Sin embargo, si se llega a encontrar con una que estornuda o tose cerca es mejor tomar una ducha. 

Otra de las inquietudes fue acerca de si el virus pueda quedar fijo en cabellos y barbas. De acuerdo con los expertos, por la misma razón de que las gotas virales «son empujadas fuera del camino», representan una fuente poco probable de infección.

El doctor Andrew Janowski, instructor de enfermedades infecciosas pediátricas del hospital infantil de St. Louis, explicó para el diario neoyorquino que en caso de que una persona le estornude en la nuca, “para que el proceso de infección sea exitoso, la persona debe tocarse la boca, la nariz o los ojos, lo cual hace que el riesgo sea potencialmente bajo”.

De la misma forma, los expertos indican que el lavado de ropa se puede realizar de forma conjunta ya que la covid-19, así como la gripa, «está rodeada por una membrana grasa que es vulnerable al jabón.» Debe percatarse de seguir las indicaciones de lavado y secado correctos.

Sin embargo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalan que de haber estado en contacto con una persona enferma es necesario usar guantes al limpiar esta ropa y no sacudirla. «Sabemos que este tipo de virus tiende a decaer más rápido en la tela que en superficies duras y sólidas como el acero o el plástico», dijo el Dr. Marr.

Los expertos recomiendan dejar los zapatos a la entrada de las casas, aunque aseguran que en la suela de los mismos se encuentran más bacterias que virus.

Para concluir, en cuanto al periódico u otros tipos de papel, según The New York Times es mejor dejarlos en reposo, ya que el virus permanece por lo menos durante 24 horas sobre el cartón y el papel, mientras que en metales y plástico dura hasta 3 días.

Coronavirus en China: cómo funciona el sofisticado y polémico sistema de vigilancia para controlar la pandemia

20 abril 2020 –

Tomado de: BBC News Mundo –

China, el país donde se originó la pandemia de coronavirus, tiene ahora menos casos que Estados Unidos y que varios países de Europa. ¿Cómo ha logrado contener el contagio?

El gobierno chino ha usado herramientas tecnológicas innovadoras y polémicas, como el rastreo de teléfonos. Y otros países empiezan a mirar a soluciones similares.

Hay robots repartiendo la comida en los hospitales, cámaras de reconocimiento facial que controlan la temperatura de las personas, y hasta drones que vigilan que la gente cumpla con la cuarentena.

Sin embargo, el sistema chino de control de masas ha sido criticado de forma constante por diversos grupos de derechos humanos y digitales en diferentes países.

Coronavirus en Estados Unidos | Los exclusivos barrios con clínicas privadas de test de covid-19 y médicos a domicilio

20 abril 2020.

FotoGETTY IMAGES – 

Por: Tamara Gil, 

Una imagen en muchas ocasiones vale más que mil palabras y en Miami ahora mismo hay dos que reflejan cuasi a la perfección el sistema sanitario de Estados Unidos.

Por un lado, colas de vehículos en el aparcamiento de un estadio para hacerse una prueba de coronavirus; por otra, una exclusiva isla y hogar de las élites con una clínica privada abierta solamente para hacer pruebas rápidas de covid-19 a todos sus residentes y empleados, más de 1.000.

Hay muchos detalles que no se ven en esas imágenes, como que las pruebas en uno y otro lugar son distintas y, por ende, cumplen diferentes funciones, pero ambas evidencian la profunda desigualdad en el acceso a la sanidad en la autodenominada tierra de la libertad.

En medio de una pandemia como la del coronavirus, esa diferencia puede llegar a determinar si vives o mueres, por lo que no es de extrañar que ante la situación tan dramática que vivimos esas dos fotografías generen polémica.

Fisher Island

La controversia creció después de que el diario The Miami Herald publicara que Fisher Island, uno de los barrios más ricos de Estados Unidos, había decidido comprar miles de tests rápidos de covid-19 al Sistema de Sanitario de la Universidad de Miami (UHealth), una entidad privada.

«Para minimizar aún más la propagación [de covid-19] en la isla densamente poblada, en la que la mitad de los residentes tienen más de 60 años y están en alto riesgo, Fisher Island pidió a UHealth que les proveyera tests de anticuerpos de covid-19 para todos sus empleados y residentes«, explica a BBC Mundo la portavoz de la isla, Sissy DeMaria.

Fisher Island, pegada a la icónica Miami Beach, abrió un centro para la ocasión y las pruebas se están llevando a cabo, junto a otras medidas de prevención.

Fisher Island, edificios.GETTY IMAGES
Image captionHasta la isla solo es posible ir en barco.

Desde UHealth reconocen que su servicio «puede haber dado la impresión de que algunas comunidades recibirían un trato preferencial», pero aseguran que no fue su «intención».

«Uno de los primeros casos confirmados de coronavirus en el condado de Miami-Dade fue en Fisher Island, más de la mitad de la población es mayor de 60 años y muchos residentes estaban volviendo del noreste», la zona más golpeada por la covid-19, destaca la portavoz Lisa Worley en un escueto comunicado.

El centro universitario ha estado colaborando con las agencias gubernamentales y de salud pública y llevó a cabo una iniciativa para hacer pruebas de anticuerpos de covid-19 a 3.500 personas al azar en Florida, recogen medios locales.

Pese a ello, la noticia sobre Fisher Island generó rápidamente una oleada de frustración y enfado, ante la escasez de equipos y el acceso limitado a tests.

«Los estadounidenses y, a veces, el resto del mundo, están escandalizados de descubrir que gente muy adinerada puede usar sus recursos para conseguir ventajas cuando tienen una necesidad médica, incluido en una plaga, pero eso siempre ha sido así. Es algo que los estadounidenses parecen tolerar», apunta Arthur Caplan, director de Ética Médica de la Universidad de Nueva York.

«Estados Unidos nunca ha reconocido el derecho a la sanidad. Muchos estadounidenses obtienen su cobertura sanitaria a través del trabajo, lo que significa que éticamente tienen que ganársela. Y si dejan de trabajar, la pierden».

El sistema sanitario estadounidense funciona mayoritariamente a base de seguros privados, pero millones de personas no disponen de uno o tienen coberturas insuficientes.

«Cuando no tienes un sistema del que todo el mundo forma parte, entonces existe un menor sentido ético de responsabilidad comunitaria», reflexiona el experto.

@ArthurCaplan
Éticamente es bastante despreciable usar dinero en el libre mercado para desviar recursos para quien puede pagar y no para quien más lo necesita»
Arthur Caplan
Director del Área de Ética Médica de la Escuela de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.

En esta crisis, el gobierno está adquiriendo un mayor papel del habitual a nivel federal, pero en muchos aspectos, son los estados los que tienen el control. También en cuestiones sanitarias.

En Florida, las autoridades han instalado ocho clínicas móviles en las comunidades más afectadas, según explican desde el Departamento de Salud a BBC Mundo.

Uno de los servicios con mayor demanda se ubica en uno de los aparcamientos del estadio Hard Rock en Miami, donde se celebró este año la final de la Super Bowl.

Médicos en Hard Rock.GETTY IMAGES
Image captionEl del aparcamiento del estadio Hard Rock es uno de los sitios de pruebas que instaló Florida en el estado.

Allí, los equipos médicos realizan diariamente los llamados test PCR, que constata si una persona tiene covid-19, a través de una muestra recogida de la nariz o la garganta y un análisis de laboratorio.

Esa consulta es diferente a la de Fisher Island, una prueba rápida de sangre que solo puede determinar si una persona ha pasado ya la enfermedad, pero no si está infectada.

Dada la cantidad de personas que acudieron al aparcamiento de Hard Rock, el personal sanitario tuvo que colgar el cartel de cerrado poco tiempo después de abrir las puertas en varios días de la pasada semana.

Médicos «concierge»

No obstante, el de Fisher Island no es el único caso que evidencia las desigualdades en esta crisis sanitaria, de la que Estados Unidos ya es la nación más afectada en número de muertos y contagiados, según los recuentos oficiales.

La prensa local recoge, por ejemplo, el caso de una multinacional biomédica en Colorado que decidió comprar pruebas rápidas de anticuerpos de covid-19 para todo un condado, en el que habitan unas 8.000 personas, entre ellas, dos de sus ejecutivos durante una parte del año.

Se trata de una iniciativa inédita en el país, que enfrentó dificultades pero que parecía estar de nuevo en marcha, según un comunicado del gobierno del condado.

BBC Mundo contactó con la firma para recabar más información, pero no recibió respuesta.

Una joven mira a una mujer a través de una ventanaGETTY IMAGES
Image captionEstados Unidos se ha convertido en el epicentro de la pandemia.

El experto en Ética Médica menciona por su parte el caso de una comunidad adinerada en Westport, Connecticut, que también trató de acceder a tests privados, y cita los servicios de los llamados médicos «concierge«, que están ofreciendo pruebas a domicilio.

David Nazarian es uno de estos profesionales. Con clínica en el lujoso barrio de Beverly Hills, en Los Ángeles, el médico ha registrado un persistente aumento de consultas desde el principio de la epidemia y montó un centro de pruebas con atención a personas desde sus vehículos.

«He trabajado muy duro desde el principio porque considero que es muy importante (…) Esta es una crisis que todos estamos enfrentando. Pobres y ricos. No se trata de eso. Se trata de lo que todos podemos hacer para controlar este virus. Si no lo hacemos, no pararemos los contagios y no podremos hacer que la gente retome sus vidas. Esa es la cuestión más importante, porque si no, todo el mundo va a sufrir», considera.

Su clientela se compone de familias o individuos del mundo del entretenimiento o altos ejecutivos, pero asegura que sus servicios están disponibles para todos a un precio que prefiere no revelar.

No obstante, Nazarian lleva 10 años atendiendo a un porcentaje de sus pacientes gratis, una tarea que sigue llevando a cabo en este crucial momento, asegura en conversación con BBC Mundo.

Beverly Hills Hotel en época de coronavirus.GETTY IMAGES
Image captionCalifornia es uno de los estados que mejor respondió a la covid-19 en Estados Unidos, según los expertos.

El equipo del médico ha realizado pruebas de PCR o de anticuerpos a domicilio o en su clínica móvil, además de para empresas, con los materiales que pudo comprar y un poco de innovación ante la falta de recursos, creando ellos mismos algunos materiales.

«No hay ninguna duda de las desigualdades y desafortunadamente siempre ha sido así. Ojalá no lo fuera. Todo el mundo debería tener acceso a una buena sanidad. Todo el mundo debería poder hacerse la prueba», afirma.

En su opinión, el gobierno debería estar haciendo más: «Es lamentable que vivamos en Estados Unidos y nos estemos quedando atrás en capacidad de tests comparado con otros países».

Tras los problemas con los tests al principio de la pandemia, EE.UU. ahora está haciendo unas 150.000 pruebas por día. Pero los mayores expertos en el campo consideran que el número debería ser muy superior: entre los 5 y los 22 millones diarios.

«Este país es un estado fallido«, lamentaba un enfermero anestesista de un hospital de Nueva York a principios de mes, revelando uno de los momentos más trágicos de su carrera.

El profesional, Derrick Smith, compartió en Facebook las últimas palabras de un paciente de covid-19 en estado crítico antes de intubarle y conectarle a un respirador.

«¿Quién va a pagar por esto?», le espetó el enfermo con visibles problemas para respirar y hablar, y antes de que le dejaran llamar a su mujer, pues muchos enfermos «nunca se recuperan tras ser intubados», relató.

La dramática escena lleva inevitablemente a la reflexión: ¿provocará esta brutal pandemia un cambio en EE.UU.?

«No apostaría por ello», zanja Caplan.

En Estados Unidos, remarca el experto, las viejas ideas conservadoras pesan: la salud es un privilegio, no un derecho.

 

Redacciones remotas: cómo trabajan a distancia y lidian con el estrés los periodistas de América Latina

17 Abril 2020 –

Tomado de: Laboratorio de periodismo –

En América Latina las principales redacciones les ordenaron a sus periodistas que trabajen desde sus casas. Como la mayoría de la población a la que tienen que mantener informada durante esta pandemia, los periodistas convirtieron sus hogares en puestos de trabajo remoto.

Las reuniones diarias para discutir y definir sus coberturas ocurren en sus computadoras o celulares inteligentes: a través de Zoom, Slack o Trello, por citar algunas herramientas. En algo coinciden todos los medios: viven el desafío organizacional más grande de su historia y, de alguna manera, la mayoría de los periodistas están produciendo la cobertura más relevante de sus vidas.

Pero, ¿cómo lo viven? ¿Qué desafíos encuentran? ¿Se sienten preparados? Periodistas de Argentina, Uruguay, Costa Rica, México, Colombia y Chile nos cuentan sus experiencias.

Max Raide, publisher del Diario El Mostrador (Chile)

  • “Somos 45 personas que trabajan en total en el diario y llevamos 20 años como diario 100% digital y hoy el más leído en Chile. Todo el equipo se fue a trabajar a sus casas y hemos logrado coordinarnos bien vía teléfonos, email, etcétera, ya que las reuniones quedaron fuera para evitar contagios”.
  • “Se duerme menos. Estamos atentos a lo que pasa en Chile y el mundo, y no es una situación fácil para nadie. Los medios de comunicación tienen un rol clave que cumplir informando y fiscalizando al poder, que muchas veces evita entregar públicamente toda la información a la opinión pública”.
  • “Estamos todos preocupados por la salud de las personas y sus familias en todo Chile, ya que todos lo días se conocen cientos de casos y la sensación es que vamos a estar varias semanas con los contagios así. Y también hay preocupación por la crisis económica en Chile, ya que nosotros venimos desde octubre en una situación social compleja y eso generó mucho desempleo”

Alexánder Macías, editor de Paz y Derechos Humanos de El Colombiano (Colombia) 

  • “Todos trabajamos desde nuestras casas. A algunos los dotaron de computadoras y en esas compus les instalaron el programa en el que se edita el periódico, para poder hacerlo de manera remoto”.
  • “Todas las reuniones las hacemos virtualmente: a las 8, 9, 14 y 16. Y a las 20 ó 21 ya tenemos el periódico cerrado para mandar a impresión”.
  • “Por ahora hemos podido hacer la reportería por teléfono. En caso de que necesitemos una fotografía tiene una periodista dispuesto para poder salir”.
  • “Me he sentido ansioso. En este caso, trabajar desde la casa ha sido, como es una situación nueva y constante, abrumador. Pero lo hemos sabido manejar”.

Nicolás Tamborindegui, periodista de Telefe Neuquén (Argentina)

  • “El canal rápidamente adoptó medidas: la gente en situación de riesgo se fue a sus casas. Jefes y administrativos hacen home office. En el canal quedamos el personal mínimo para sacar adelante las dos ediciones diarias del noticiero. Y se tomaron medidas para respetar las distancias y garantizar la limpieza. También se alargó la extensión del micrófono para respetar las distancias”.
  • “Tengo más obligaciones porque tengo compañeros en sus casas por estar en situación de riesgo. Y hemos tenido algunos problemas con compañeros técnicos y editores que, lógicamente, tienen miedo y quieren estar en sus casas en lugar de ir a trabajar”.
  • “Muchas veces me sentí sobrepasado por varias razones: compañeros con miedo, compañeros desinformados o paranoicos. El tener muchas tareas también te sobrepasa y el manejo de la información oficial (escueta y sin horarios fijos ni conferencias de prensa en mi provincia) también hace que estemos muy tensos todos”.
  • “En mi caso personal, nuestros teléfonos y redes sociales son un espacio de consulta constante de la gente que pregunta sobre formas de interpretar los decretos, qué se puede hacer y qué no. Y es muy estresante porque nosotros no tenemos todas las respuestas y a la gente a veces les cuesta entender”.

Fabrice Le Lous, periodista de La Nación (Costa Rica)

  • “Estamos trabajando desde nuestras casas desde el 17 de marzo. No he encontrado ninguna dificultad para trabajar. Las fuentes también han ayudado mucho porque la mayoría también se encuentra en teletrabajo o bien hacen parte del sistema de salud pública. Responden atentamente y saben la importancia de la prontitud para sacar información relevante en medio de esta crisis”.
  • “En cuanto a la productividad no he sentido mayor diferencia: la situación es muy importante y todos los colegas estamos comprometidos con nuestro rol por informar, desmentir, explicar a la gente lo que pasa y lo que debe hacerse para superar la situación”.
  • “No me he sentido angustiado o ansioso, pero sí se vuelve cansador el quedarte en casa”.

Roxana Romero, periodista de la Agencia de Noticias del Gobierno Mexicano (México) 

  • “Comúnmente trabajo desde casa, pero si tengo que salir a hacer alguna entrevista o cubrir algún evento, salgo de casa. También hago entrevistas telefónicas. Sí he evitado salir, pero son medidas que he seguido personalmente, de acuerdo con las recomendaciones que ha dado el sector salud a nivel federal. Solo salgo si es muy necesario, si alguna entrevista que haré debe ser presencial”.
  • “En cuanto a las dependencias de Gobierno que me toca cubrir, redujeron o pospusieron los eventos que tenían programados y, hasta ahora, no ha habido conferencias de prensa”.

Leticia Castro, coeditora de la sección Educación de La Diaria (Uruguay)

  • “En La Diaria se tomaron decisiones muy rápidamente. Enseguida que se confirmó el primer caso, ese viernes empezaron a manejar la posibilidad de trabajar desde casa. Así que empezaron a trabajar en la instalación del software en nuestras laptop para que todos podamos trabajar la edición desde nuestra casa”.
  • “Una dificultad que surgió es la necesidad de compartir con colegas y conversar en la redacción sobre lo que estamos trabajando”.
  • “Como somos una cooperativa, no hay una directiva que baje a todos sino que nos cuidamos entre todos y somos un equipo. Y en ese sentido, la recomendación de contar con el otro, apoyarnos entre nosotros. Somos un equipo fuerte, súper sólido”.

Las recomendaciones de Mónica González, maestra de la Fundación Gabo

Mónica González es la directora del Centro de Investigación e Información Periodística (CIPER), con sede en Santiago de Chile; integra el Consejo Rector de la Fundación Gabo; y es la defensora del lector del periódico El Faro.

En conversación con el Laboratorio de Periodismo, la experimentada periodista dio varias recomendaciones para los colegas que atraviesan la cobertura de la pandemia:

  • “Los periodistas deben entender que lo que hacemos hoy es el único cordón umbilical que queda entre la gente que está confinada. Y quizás nunca nuestro trabajo ha tenido tanta importancia como cordón umbilical, para la vida y por la vida”.
  • “Los periodistas deben tener un golpe de humildad a los huesos: decir yo soy un periodista que no tengo idea de lo que nos está pasando. Y mi deber es tratar de llevar a la gente la mayor cantidad de información. Esto es clave”.
  • “Ahora tenemos que volver a jugarnos el pellejo. No podemos todos reportear desde la casa. Cómo vamos a visibilizar lo que le está pasando a la gente que no tiene ni agua. Qué vamos a hacer para impedir que una segunda epidemia sea el de las mujeres golpeadas, torturadas, amenazadas, violentadas y los niños abusados sexualmente durante este confinamiento obligatorio”.
  • “Para lidiar con el miedo y la ansiedad hay que trabajar en equipo. Y si no lo tienes, buscarlo”.
La pluma que puso a América Latina en el mapa mundial

17 abril 2020 –

Tomado de: ADN cultura –

  • Este 17 de abril se cumplen seis años del fallecimiento del Premio Nobel de Literatura 1982.
  • Se conmemora la vida y obra del escritor, guionista, editor y periodista colombiano.
Creador del realismo mágico, máximo representante del boom latinoamericano, renovador de la literatura hispanoamericana de mediados del siglo XX, Gabriel García Márquez (1927-2014) se reafirma, pese a su ausencia, como el gran contador de historias noveladas. 

Elena Poniatowska, su amiga “cronológica”, conoció el antes y el después del autor de Cien años de soledad (1967), obra que junto con el resto de su producción literaria le mereció a Gabo el Premio Nobel de Literatura en 1982: “Acabó con todo. Él se sentó sobre el mundo entero. Ningún libro de autoayuda ha logrado el cambio de hábitos y de fe en sí mismo como esta novela”, afirmó en 2015 durante un simposio dedicado a García Márquez en la Universidad de Austin Texas, en Estados Unidos.

En entrevista, la autora de La noche de Tlatelolco (1971) recordó con cariño a su amigo, a quien conoció durante su participación en el noticiero cinematográfico Tele Revista, conducido por el escritor y cineasta Manuel Barbachano.

“Lo quise mucho, fui su amiga. Lo conocí cuando empezó a trabajar con «Manolo» Barbachano en Tele Revista. Lo más importante es que (García Márquez) puso a todo el continente de América en el mapa del mundo, nadie lo había hecho hasta entonces. Bueno, había libros importantes sobre la situación de América Latina o lo que significaba, pero él fue el que logró este reconocimiento con Cien años de soledad.

“Es una presencia en el mundo que nos favorece mucho, que nos da gran alegría y que nos pone como seres excepcionales, como es la familia Buendía”, reconoció la escritora de origen francés y nacionalizada mexicana

Para Poniatowska, el autor de obras memorables como El coronel no tiene quien le escriba (1961) y Crónica de una muerte anunciada (1981), no sufrió transformación ni personal ni literaria luego de recibir el Nobel: “Lo volví a ver después, ya con el Nobel y de que sus libros se empezaran a vender como locos en todos los países del mundo, y lo vi igual, ‘no se le subió’. Después de Cien años de soledad escribió la novela El amor en los tiempos del cólera (1985) y tampoco sufrió cambio alguno”, expresó la ganadora del Premio Cervantes 2013.

La también periodista entrevistó en varias ocasiones al oriundo de Aracataca, a quien consideró en su momento “el periodista más brillante de Colombia”. Y es que en su visión del periodismo latinoamericano, la realidad “ahorca” al escritor, ya que le exige escribir sobre lo que sucede afuera; una enseñanza que, asegura, dejó García Márquez a la posteridad”, agregó.

De oficio periodista   

García Márquez nació en Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927. Estableció residencia en México desde 1975. Aunque cursó estudios de Derecho en la Universidad de Bogotá, emprendió labores periodísticas en diarios como El EspectadorEl NacionalEl Universal (columna Punto y aparte) y El Heraldo (columna La Jirafa), en Colombia; además de corresponsal en Ginebra de El Espectador y, en Colombia, de Prensa Latina.

Fue director de las revistas Sucesos para todos y La familia; fundador del Grupo de Barranquilla, de escritores, y de la revista Alternativa, en Colombia; así como director de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. Escribió reportajes novelados, cuentos, novelas y fungió como colaborador de CromosMéxico en la CulturaMomentoProceso y Revista Mexicana de Literatura, entre otros.

En su carrera obtuvo diferentes reconocimientos: Premio Mundial de Periodismo de la Organización Internacional de Periodistas (1977); Legión de Honor, en grado de Gran Comendador, por el Gobierno de Francia (1981); Premio Nobel de Literatura (1982) y la Orden del Águila Azteca (1982). Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. Diversos premios llevan su nombre como el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez y el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.

22 fotos para recordar a Gabriel García Márquez en el sexto aniversario de su muerte

17 Abril 2020 –

Tomado de: El Heraldo –

Este viernes 17 de abril se cumplen seis años de la muerte del Nobel de Literatura colombiano. EL HERALDO hace una recopilación de varias imágenes del escritor de ‘Cien Años de Soledad’.

 

El coronavirus y el periodismo humanitario: Pensamientos desde casa, día 23

17 Abril 2020 –

Tomado de: El Espectador-

La circulación permanente de especulaciones sobre un mundo agobiado por el Covid-19 reclama que la profesión de comunicar la verdad sea tan necesaria, exigente y delicada como si de una situación de guerra se tratara.

Perseguí las noticias del conflicto armado en Colombia por más de 25 años y creo que el desafío que le plantea al periodismo la pandemia que vivimos es el equivalente a otra guerra. Amerita que reflexionemos sobre cómo ejercemos la profesión a partir de los cambios sociales que ha producido en todo el mundo el nuevo coronavirus.

Desde hace un mes la propia Organización Mundial de la Salud incorporó el término infodemia para describir el exceso de rumores sobre el Covid19, la mayoría noticias falsas que circulan a través de casi 8.000 millones de teléfonos móviles que hay en el planeta, más aparatos de intercomunicación que seres humanos según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), agencia de la ONU. De ese tamaño es la responsabilidad actual del periodismo: informar sobre una guerra global contra una enfermedad desconocida en medio de una guerra contra la información verídica.
Sabiendo de la complejidad del trabajo de un corresponsal de guerra, pienso que la situación actual es más compleja porque no podemos estar cuando y como quisiéramos en el frente de batalla. Los periodistas del siglo XXI, con toda la tecnología a disposición y toda la voluntad de trabajar, nos sentimos impotentes como nunca antes por no poder acceder a plenitud a hospitales, unidades de cuidado intensivo, morgues, crematorios, cementerios, laboratorios científicos, incluso ancianatos. Entre más se expande el coronavirus, las autoridades intensifican las medidas de aislamiento social. Asumimos la responsabilidad que nos corresponde a todos para evitar más contagios, pero al tiempo queremos y necesitamos estar más cerca de los enfermos, de las familias de las víctimas, de los investigadores. En este momento la mayoría de la interacción con las fuentes la hacemos de manera virtual y eso debemos compensarlo con otros tipos de investigación de campo.

El periodismo ha enfrentado transformaciones históricas, desde la invención de la imprenta hasta la del cine, la radio, la televisión, la internet. Ahora la metamorfosis informativa se da por la sumatoria de todos los factores que están poniendo en riesgo a la especie humana, como la crisis climática y la sobreexplotación de los recursos naturales -no olvidemos que el Covid19 surge en una plaza de mercado y por el tráfico animal en China-. Eso, sin olvidar potenciales guerras médicas -ya hay amagos por las vacunas contra el coronavirus-, nucleares y por recursos vitales como el agua.

Y para informar sobre un mundo en ese nivel de riesgo, más que volvernos activistas del llamado “periodismo de soluciones”, debemos reivindicar los valores esenciales del oficio que nos enseñaron en el diario El Espectador maestros como don Guillermo Cano, don José Salgar, Gabriel García Márquez: investigar, ir al lugar de los hechos, confrontar todas las versiones, cuestionar al poder y acercarnos lo más posible a la verdad siempre al servicio de los ciudadanos.

La tecnología, las redes sociales, los documentos o testimonios audiovisuales de los que hay que dudar hoy más que antes hasta constatar su veracidad, no son más que sismógrafos que nos envían alertas instantáneas sobre el volcán en el que estamos parados. Los vulcanólogos se valen de todos los medios científicos y no por eso dejan de caminar la montaña, de la falda hasta el cráter, antes de dar un diagnóstico. En el largo plazo los periodistas podremos informar desde el planeta Marte. ¿Con qué herramientas? ¿No sabemos? Aprenderán a manejarlas los profesionales de ese momento, pero el tema de fondo siempre será lo que hay en el cerebro de ese comunicador para que un habitante de la tierra le agradezca por mantenerlo bien informado.

Uno de los problemas de hoy en las redacciones de los medios de comunicación ultradigitalizados es que abundan noveles periodistas idóneos en tecnología, que hablan varios idiomas y, sin embargo, no dominan su idioma nativo ni hablado ni escrito, no leen buena literatura, consumen pero no aprenden de otras formas de narración -televisión, series, cine, música, artes plásticas- para ser mejores intérpretes de una realidad agobiante. Sacrificio, persistencia, la experiencia de los años ellos las quieren reemplazar por fama y dinero rápido. Reporteros de trayectoria han caído en la trampa. En cambio de revisar cada hora cuántos seguidores tienen en redes sociales deberían preguntarse cuánto tiempo se les va en ese narcisismo que podrían dedicar a la reportería. Los veteranos tenemos la responsabilidad de guiar las redacciones hacia una madurez más acorde con un punto de quiebre como el que afrontamos.

En el Consultorio Ético de la Fundación Gabo leo esta pregunta que recobra sentido: ¿Debería reformarse la comunicación para el siglo XXI? Y cito la respuesta que dejó el año pasado el maestro Javier Darío Restrepo (1932-2019): “La comunicación en el siglo XXI se debe orientar de modo que cumpla efectivamente con la función que le señala su naturaleza: la de acercar y unir para propiciar el intercambio de bienes, de toda clase de bienes. Es de observar que mientras crece la acumulación de bienes en pocas manos, crece la incomunicación entre los humanos. La tecnología digital ofrece todas las posibilidades para hacer una comunicación así, de modo que un uso positivo e inteligente de sus aplicaciones, puede obtener los cambios que requiere la sociedad, entre otros, el cierre de la brecha que separa a los info-ricos de los info-pobre, tarea que corresponde a los poderes públicos. También será necesaria una revisión de los usos que se hacen, individual y socialmente, de la tecnología digital: por ejemplo, el uso de las redes sociales para el aprendizaje del diálogo democrático y del intercambio civilizado de las ideas; o para ampliar las oportunidades de conocimiento de los avances de la ciencia y de la técnica alcanzados en materia de comunicaciones y que pueden aplicarse o para el progreso o para la degradación humana. Se convierte así, en responsabilidad de los humanos, la dirección que se les dé a los progresos en tecnología”.

En los años 60 del siglo pasado se habló del nuevo periodismo, porque admirables escritores como Truman Capote, Tom Wolfe o Norman Mailer encontraron otras formas de narrar nuestra existencia. Hoy, más que técnicas innovadoras de contar, que renovamos día a día gracias a la era audiovisual, convoco al periodismo humanitario, mucho más humanitario que antes, más preocupado por acercarse y darle voz a las personas de carne y hueso que a esta hora piden auxilio por que algo no funciona bien y nuestro deber es acudir a investigar y denunciar.

A los lectores de El Espectador les digo que completamos un mes trabajando desde casa, siendo responsables con las medidas de confinamiento y también pensando en estrategias de investigación para que ustedes se sientan los mejor informados desde el nivel científico hasta las páginas de opinión. Estamos contentos porque muchos de ustedes han refrendado la confianza en nuestra marca a través de suscripciones y, con esa ayuda, seguiremos trabajando sin pausa para no traicionar su confianza.

 

Cómo se cuentan los muertos por coronavirus (y por qué las cifras oficiales no son comparables ni precisas)

17 Abril 2020 –

Tomado de: BBC Londres –

Tratar de ponerse al día con las últimas cifras de víctimas del coronavirus ya parece haberse convertido en parte de la rutina de muchos: el mapa que muestra el número de contagiados y muertos con covid-19 lleva semanas en la lista de artículos más leídos en BBC Mundo.

Son cifras que se actualizan periódicamente gracias al trabajo del Centro de Recursos sobre el Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, que utiliza para ello los datos hechos públicos por numerosasfuentes oficiales.

Es información útil y valiosa, pues al igual que la transmitida en ruedas de prensa cotidianas por funcionarios de todo el mundo, ayuda a darse una idea del rápido avance de la pandemia de covid-19.

Pero como autoridades y expertos han reconocido en numerosas ocasiones, la misma nada más muestra la punta del iceberg: el coronavirus avanza a una velocidad que supera tanto las capacidades de diagnóstico como a los sistemas de registro, los que además no necesariamente están contando a todas las víctimas.

El problema ya había sido admitido, en circunstancias muy dolorosas, por el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, y el país sudamericano ahora incluye en sus estadísticas oficiales la categoría «fallecidos probables por COVID-19» para dar cuenta de los fallecidos sin diagnóstico confirmado.

Y también volvió a ponerse de manifiesto en los últimos días, con Reino Unido sumándose a la lista de países señalados por no estar incluyendo en su conteo diario a numerosos ancianos muertos por fuera del sistema hospitalario, Nueva York actualizando sus estadísticas para incluir posibles víctimas a las que nunca se les practicó la prueba del coronavirus y hasta Wuhan revisando sus datos.

De hecho, el problema de la calidad -y credibilidad- de las cifras sobre la pandemia se metió incluso en la polémica por la suspensión de las contribuciones estadounidenses a la Organización Mundial de la Salud, pues fue uno de los argumentos esgrimidos por el presidente Donald Trump para justificarla.

«Su confianza en los datos de China quizás causó un incremento de 20 veces más en el número de casos en el mundo», fue una de las críticas de Trump a la OMS.

Subregistro generalizado

Sin embargo, como sugiere una investigación reciente de ProPublica, todo indica que incluso en EE.UU. el número real de muertes vinculadas al covid-19 es mucho más alto que el oficialmente reportado.

Según la organización periodística, en las últimas semanas ciudades como Boston, Detroit, Nueva York, Seattle y otras áreas metropolitanas del país han registrado muchos más fallecimientos de lo habitual.

Y los muertos oficialmente identificados como víctimas del coronavirus solo dan cuenta de parte de ese aumento.

«El conteo oficial de muertos con covid-19 parece estar, al menos por el momento, obviando fallecimientos que se producen fuera de los hospitales», se concluye en el reportaje, que también cita a un experto que admite que en el inicio de la pandemia «el subregistro (de muertes) siempre va a ser muy elevado».

El problema de una altísima sobremortalidad no explicada por los fallecimientos atribuidos a la pandemia también ha sido observado en algunas de las zonas de Europa más afectadas: Bérgamo, en Italia; Haut-Rhin, en Francia y las comunidades de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León en España.

Y esta semana las autoridades ecuatorianas reconocieron que lo mismo pasa en la provincia de Guayas, la más afectada por la pandemia.

Ahí, durante los primeros 15 días de abril se registraron unas 6.700 muertes, cuando normalmente hay 1.000 fallecidos por quincena.

Pero hasta este jueves las cifras oficiales nada más daban cuenta de 402 muertos con covid-19 en todo el país y 632 «fallecidos probables».

En todos estos casos, el principal problema es que las primeras cifras oficiales sobre el coronavirus solamente incluyen a las víctimas que habían sido diagnosticadas con covid-19 antes de su muerte, dejando por fuera a los muertos a los que nunca que les practicó la prueba.

Y como destaca el profesor Dietrich Rothenbacher, director del Instituto de Epidemiología y Biometría Médica de la Universidad de Ulm, en Alemania, la mayor parte de los países no está realizando estas pruebas de forma generalizada y sistemática, lo que obviamente aumenta las posibilidades de un subregistro.

«También hay grandes diferencias en la forma en cómo se obtienen los datos, por eso las cifras tampoco son directamente comparables», le dice a BBC Mundo.

Alemania, por ejemplo, se ha destacado por el elevado número de pruebas realizadas, que incluyen a potenciales pacientes asintomáticos, mientras que en Italia la orientación oficial es que «en ausencia de síntomas… la prueba no se justifica desde el punto de vista científico».

Y mientras que en EE.UU. la realización de pruebas post-mortem es dejada a criterio de los forenses, las mismas están prohibidas en España.

Diferentes sistemas, diferentes ritmos

Otro buen ejemplo de esas diferencias es Francia, que desde el pasado 2 de abril empezó a incluir en sus reportes periódicos a los fallecidos en residencias de ancianos cuando antes solamente reportaba- como todavía hacen muchos países- a los muertos en hospitales.

Y la cosa se complica todavía más porque, como explica Sarah Caul, directora de análisis de mortalidad de la Oficina Nacional de Estadísticas británica, ONS, hay otras razones por las que las que incluso dentro de un mismo país hay diferentes cifras oficiales.

En Reino Unido, por ejemplo, las estadísticas más conocidas son las del informe diario publicado por el Departamento de Salud y Asistencia Social en el portal GOV.UK, el que da cuenta de las muertes de pacientes diagnosticados con covid-19 reportadas por los hospitales.

Pero la ONS elabora sus propios reportes con base en los certificados de defunción en los que se menciona al covid-19, aunque sea a nivel de sospecha, y por lo tanto también incluye muertes acaecidas fuera de los centros hospitalarios, lo que arroja una cifra mucho más elevada.

«¿Quién tiene el número de muertos correcto? En realidad no se trata de tener o no la razón, sino que cada fuente de datos tiene sus propias fortalezas y debilidades», explica sin embargo Caul en un artículo sobre el tema.

«Los números publicados en GOV.UK son valiosos porque se obtienen muy rápidamente y dan una idea de lo que ocurre día a día. Su definición también es clara, así que se sabe cuáles son las limitaciones de esos datos», valora la experta.

En contraste, «los números recopilados por la ONS toman mucho más tiempo, pues tienen que haber sido certificados por un doctor, registrados y procesados. Pero una vez listos ofrecen información más precisa y completa», destaca.

De hecho, cada vez más países están orientando incluir en los certificados de defunción la sospecha de presencia del coronavirus. Pero no todos cuentan con buenos sistemas de registro de defunciones.

E incluso en los países más desarrollados se trata de un proceso lento.

Por ejemplo, a este 15 de abril el conteo provisional de muertes con covid-19 del Centro Nacional de Estadísticas en Salud de Estados Unidos solamente arrojaba 9.861 defunciones, por las 24.582 registradas a esa fecha por los Centros de Control de Enfermedades, CDC.

Y a pesar de las indicaciones de los CDC, en el país conviven estados que ya han empezado a registrar defunciones donde se cree hubo infección por coronavirus aunque esta no fuera comprobada por un test -por ejemplo en Connecticut, Ohio y Delaware-, con otros donde solamente se cuentan los casos debidamente diagnosticados, como ocurre en California y Seattle.

Muertes con vs. muertes por

Pero, ¿no se corre el riesgo de sobrestimar el número de muertes por covid-19 al incluir en ese conteo a casos sin diagnóstico confirmado por una prueba?

La respuesta es sí, pero ese riesgo existe incluso si solo se consideran los fallecimientos de pacientes diagnosticados con covid-19, pues eso no garantiza que la infección haya sido la causa de la muerte.

De hecho, si se fijan bien, en toda esta nota se habla de muertos con covid-19, no de muertos por covid-19, pues eso es lo que reportan esas estadísticas.

«Actualmente solo contamos el número de personas que han dado positivo (casos) y registramos las muertes de esos casos. No se hace una estimación causal», explica el profesor Rothenbacher sobre el caso de Alemania.

Y de Italia a Hong Kong, pasando por Reino Unido y Estados Unidos, lo mismo hace la mayoría de países, a pesar de que -como recuerda Martha Henriques, de BBC Future- la mayoría de los fallecidos son personas con otros problemas médicos.

La razón es que durante una epidemia los doctores son mucho más propensos a atribuir las muertes por causa complejas a la enfermedad en cuestión, lo que se conoce como «sesgo de verificación».

Y el Dr. Carl Heneghan, director del Centro para la Medicina Basada en Evidencia de la Universidad de Oxford, hace notar que a menudo esto se traduce en una sobrestimación inicial de la letalidad: en el caso de la gripe H1N1, por ejemplo, las primeras estimaciones la inflaron por un factor de 10.

«Hay una tendencia a enfocarse en el peor escenario posible», le dijo Heneghan a la BBC.

Pero el epidemiólogo, quien se está recuperando de una posible infección de covid-19, advierte que esa no debe ser causa para la complacencia.

Y la mayoría de los expertos coincide en que, en el caso del nuevo coronavirus, la sobrestimación de las muertes no es para nada el principal problema, con Marc Lipsitch, profesor de epidemiología de la Universidad de Harvard, considerando que el riesgo está «opacado por el problema opuesto: muertes causadas por la covid que no son atribuidas, de forma que se subestima el número de muertos».

Cuestión de tiempo

Todo eso, sin embargo, no significa que nunca tendremos cifras creíbles de los muertos por covid-19.

«Eventualmente podremos estimar la sobremortalidad por covid-19 de forma retrospectiva, como se hace con la influenza», le dice el profesor Rothenbacher a BBC Mundo.

Pero, para eso, hace falta muchísimo tiempo.

Gigantes estremecidos

17 Abril 2020 –

Por: Gonzalo Silva Rivas, Socio CPB – El Espectador –

Desde los albores de los años 90, el mercado mundial de los aviones comerciales está en manos de dos constructoras, que —como sucede con toda la industria de la aviación— enfentan una crisis sin precedentes por culpa del coronavirus. Boeing, estadounidense, y Airbus, de la Unión Europea, llevan el control de la torta, de la que se proyectan ventas por US$4.600 billones para los próximos 15 años y en la que un puñado de compañías chinas y rusas —dispuestas algún día a romper el duopolio— también aspiran a mejorar tajada.

Pero el cierre de fronteras, la paralización de las actividades aéreas y el desplome en las reservas de liquidez de las aerolíneas les están apretando el cuello a los dos gigantes constructores, sumado a una mala racha que les comenzó a abrir boquetes un año atrás. Una y otra vienen de sortear tragos amargos, entre ellos, la baja en ventas de aeronaves debido al descenso en el crecimiento del transporte aéreo en 2019, catapultado ahora, consecuencia de los estragos de la epidemia.

El fabricante europeo, por ejemplo, por primera vez en su historia terminó un año financiero con abultadas pérdidas, causadas por el pago de multas millonarias a Estados Unidos, Reino Unido y Francia, por casos de corrupción y por los malos resutados de su programa comercial con el A400M, un avión cisterna y de transporte militar de largo alcance, que ha ido en contravía de lo esperado, exigiéndole inyectar cuantiosas cantidades de euros. Además, para este año las ventas pintaban lentas. En el primer trimestre formalizó 290 pedidos y solo pudo entregar 122 aeronaves.

La situación de Boeing es mucho más complicada y la ha lanzado también a la búsqueda afanosa de apoyo federal por US$60.000 millones para obtener liquidez y cancelar, entre otros, servicios a proveedores, a fin de mantener la salud de la cadena de suministros. Su crisis corporativa es compleja, provocada por una acumulación de problemas, el principal de ellos, el fracaso de su programa 737 MAX.

Este modelo de aviones —su apuesta, entonces, para revolucionar el mercado de la aviación— terminó siendo su peor fracaso y el mayor de los escándalos en su historia reciente, luego de los dos accidentes mortales que el año pasado acabaron con la vida de 346 personas en Indonesia y Etiopía, lo que obligó a suspender su fabricación y a poner en tierra toda la flota vendida.

El coste ocasionado por la tragedia impactó las finanzas de la empresa, puso en entredicho su reputación y la sometió a una investigación judicial y a un juicio político. Hasta el momento, el golpe financiero supera los US$19.000 millones. Mantener en hangares los 371 aparatos que habían sido vendidos a las aerolíneas implicó compensarlas con más de US$4.900 millones al cierre de 2019. Por su parte, la indemnización a las familias afectadas le cuesta un equivalente de US$145.000 por cada una de las víctimas.

Para apuntalar su liquidez, ante la necesidad de asumir las millonarias pérdidas y los abultados pagos y reestructurar el modelo de avión en procura de solucionar sus falencias y recuperar los permisos de operación, que todavía no se han dado, la empresa había obtenido en febrero un crédito de bancos por US$13.800 millones.

Boeing es jugador de primera clase en la industria del transporte aéreo mundial, pieza clave en la economía estadounidense y su mayor exportador. De ahí que el presidente Trump esté dispuesto a ayudarle a solventar la finanzas en la medida en que la suspensión de los viajes aéreos afecte la fabricación de los aviones. El apoyo estatal beneficiaría a 160.000 empleados directos y a 2,5 millones indirectos.

Por efectos de la pandemia, generadora de una crisis que no es sectorial sino sistémica, Boeing y Airbus perderán miles de pedidos y estarán lejos de cumplir la previsión de cerrar un año con récord en entrega de aviones, como se perfilaba meses atrás. Las ventas se reducirán a mínimos y las compras acordadas previamente serán diferidas o suspendidas por las aerolíneas, urgidas de capotear la cruda realidad. Compañías de leasing, como la irlandesa Avolon, se suman a la cancelación de compra de aviones, porque no tienen a quién alquilarlos.

Las constructoras, que en sus buenos tiempos no daban abasto para entregar aviones, ahora no tienen compradores. Nadie se hubiera podido imaginar que una empresa como Boeing tuviera que rogar apoyos financieros e incluso que el presidente de su junta directiva, Larry Kellner, tuviera que renunciar al salario por el resto del año. Y aunque sigue siendo difícil determinar hasta dónde llegarán su profundidad y su duración, lo más seguro es que los ritmos de actividad aérea no se recuperarán en corto tiempo.

El mayor impacto que la aviación global ha sufrido en toda su historia se presenta en este 2020, cuando un diminuto David, simbolizado en un minúsculo pero letal virus, estremece a los dos gigantes de esta industria. Quién iba a pensar, en consecuencia, que ese insignificante germen de menos de 200 nanómetros que devasta a la humanidad también pondría a tambalear, de un solo golpe, a los dos colosos pájaros voladores.

Posdata. Tras salir avantes de otros trances de enfermedades infecciosas, en menos de un año, los dos principales fabricantes de aviones en el mundo pasaron de la estabilidad de una estructura oligopolísitica, a un estadio de incertidumbre, de agitación sin tregua y de riesgo de quiebra.

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@Gsilvar5

Fríjoles con mimos

17 Abril 2020 –

Por: Arturo Guerrero, Socio CPB – El Colombiano –

La alcaldesa de Bogotá Claudia López afirma en entrevista para El Tiempo del domingo pasado que luego del coronavirus “vamos a salir siendo mejores seres humanos y mejores ciudadanos”.

El historiador israelí Yubal Harari en entrevista de hace una semana para Efe es más arriesgado: “estamos reescribiendo las reglas del juego económico y político… las decisiones que tomemos tendrán un impacto durante años y décadas y reconfigurarán el planeta”.

Cuando la dirigente y el pensador desmenuzan sus palabras sobre la pospandemia, se enfocan en medidas de sustento a familias vulnerables, ayuda a la clase media, suministro de dinero a los ciudadanos durante la crisis, el futuro del empleo ante la competencia de los robots, el peligro de que se implanten regímenes totalitarios y la competencia egoísta entre países.

Economía y política, salpicadas de disposiciones sociales. En general estos también son los horizontes vislumbrados por políticos, empresarios, analistas, academia, en una palabra, por la intelligentsia. El hombre, proveedor del hombre.

Es como si la gente viviera de puertas para adentro con el fin de llenarse el estómago, y de puertas para afuera preocupada porque sus gobernantes no sean como Trump. Nada más.

De ahí que solo interese que el virus traiga mercados básicos incesantes, respiradores para hospitales, rápida resurrección de las empresas, ah y claro, que la polución ambiental y las quemas desaparezcan como por hechizo. El hombre, mejor amigo del hombre.

En medio de esta fertilidad de horizontes materiales, palpables, pocas voces anotan que los seres humanos no son solo fríjoles y buen resuello. Son también conceptos e imaginación, sueños y temblores, atrevimientos y amores. Y que la reconfiguración del planeta y la emergencia de mejores seres humanos dependen de algo sutil, más allá del bolsillo contento.

Ese algo está encerrado en una palabra: cultura. Antanas Mockus hace veinte años asomó la cultura ciudadana a la capital de la República y todo el país comprendió los gestos de sus mimos callejeros. Les dieron sentido de pertenencia a los ciudadanos, que respetaron las cebras aunque no hubiera cebras pintadas en todos los asfaltos.

Y eso que la cultura ciudadana era apenas una prueba de la cultura. Una muestra gratis. La puntica no más .

Por los muertos

17 Abril 2020 –

Por: Juan Álvaro Castellanos, Socio del CPB – El Nuevo Siglo –

Familiares y amigos colombianos, de personas residenciadas en el exterior, tienen la pregunta válida alrededor de la identidad de los caídos bajo la sombra siniestra del Covid-19, en distintos lugares del mundo.

El hecho de citar únicamente la nacionalidad no agrega claridad, porque desconoce la identidad y, por el contrario, angustia más a sus congéneres residenciados aquí en Colombia.

Si bien las características de la emergencia siguen dentro del marco de una guerra violenta, en la que el contendor no deja ver su cara, sino la herida y su nombre -coronavirus- como autor original, transformado en pandemia mundial.    

La inquietud, ha tomado fuerza, en mayoría de ciudades y poblaciones del país donde sin duda, hay quienes conocen a una persona, o varias, en Italia, España, Francia, Estados Unidos y Brasil, que suman a diario, cientos de muertos por contaminación.

Basta con imaginar el crudo impacto para los padres con hijo o hija, colombianos, instalados en alguno de los países mencionados; al preguntarse en casa, crecerá la confusión; si A o B, estaban contaminados y, ellos los padres, no estaban enterados.

La escena puede haberse repetido entre familias residentes en Colombia, y, sin ver a los suyos del exterior, durante largo tiempo, por alguna razón de comunicación o cambio de residencia.

No puede esperarse que el mismo día, puedan conocer los nombres de los colombianos muertos y, menos en clima de emergencia en las respectivas ciudades de los países sacudidos por el detestable virus.

La iniciativa tiene fondo y techo, con exigente responsabilidad, para proceder a armar un registro con los nombres de los ciudadanos muertos, con nacionalidad colombiana.

Y la idea precisa que, la base del sistema sería el Gobierno colombiano, desde Bogotá, a quien le correspondería subrayar interés, por sus ciudadanos y de manera esencial, nombres completos y documentos de residencia, actividad laboral o estudiantil.    

La estrategia debe tener como cabeza al Ministerio de Relaciones Exteriores para que haya una indagación diaria de las embajadas colombianas o de consulados, en los países, donde han muerto nacionales nuestros.

Es entendido que cada informe no se podrá elaborar a la velocidad del rayo, si se tiene en la cuenta el tiempo requerido por las dos mencionadas oficinas (embajada y consulado), representantes de Colombia en cada país.

Así este columnista propone un requerido -Directorio de los Colombianos Muertos en el Exterior, durante la pandemia– para que se incluya página diaria o interdiaria, con nombres y país, donde hayan fallecido. Es necesaria información pública.

Si familias y amigos desde Colombia confirman qué pasó con los suyos, según nombres de familiares víctimas del Covid-19, agradecerán el cumplimiento humano y solidario de compatriotas.  

Google News Initiative lanzará fondo de ayuda de emergencia para el periodismo

15 abril 2020 –

Foto: Pixabay.

Por: Laura Lucía Becerra Elejalde, La República.

Podrán participar medios de diferentes países para recibir apoyo económico, y las postulaciones estarán abiertas hasta el 29 de abril.

En medio de las complicaciones que ha generado el Covid-19, Google News Initiative, un proyecto de Google en colaboración con importantes editoriales de medios europeas, anunció la creación de un Fondo de Ayuda de Emergencia para el periodismo.

Con esta iniciativa, el gigante tecnológico busca apoyar a las redacciones locales ante la crisis generada por la pandemia, que cuenta entre sus efectos un mayor auge en las audiciencias digitales, que demandan mayor cantidad de información, pero también disminución de la pauta y problemas de distribución para el caso de los impresos.

Según informó Google, dicho fondo «está abierto a organizaciones de noticias locales pequeñas y medianas con presencia digital y tamaño de equipos de redacción entre dos y 100 periodistas, en algunos países elegibles a nivel mundial».

La empresa también aclaró que para medios locales que empleen a más de 100 periodistas a tiempo completo también hay posibilidad de postulación, y teniendo presentes las diferentes necesidades por país y región Google considerará la candidatura.

Si bien la convocatoria no establece un monto exacto para el benficio, el equipo de Google News Initiative aclaró que «la financiación se utilizará para proporcionar apoyo en dólares, que va desde los miles para equipos de redacción hiperlocales pequeños hasta decenas de miles para equipos de redacción más grandes, con variaciones por región».

Las solicitudes serán aceptadas desde este 16 de abril, hasta el 29 de abril a las 11:59 p.m. PT, y las condiciones para la postulación estarán disponibles en la página web del Fondo de Ayuda de Emergencia para el Periodismo.

«Con estos fondos de ayuda, esperamos apoyar a miles de redacciones en todo el mundo durante este momento difícil», concluyó la compañía.