30 Abril 2019.
Un viaje a la construcción de un país en una instalación de tres mil metros cuadrados. Un pabellón levantado sobre los conceptos de Soberanía, Libertad, Independencia, Igualdad y Ciudadanía que reivindica la aportación de comunidades poco reconocidas entonces y reclama de los visitantes su interacción.
Tomado de: Portal Web WMagazín.
Un viaje a doscientos años de historia
Soberanía… Libertad… Independencia… Igualdad… Ciudadanía…
Son algunas de las palabras hechas con luces de neón azul que suspendidas en el aire reciben al visitante del Pabellón del País Invitado a la 32ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) y guardan parte de la historia del mismo. Muchos países pasaron antes por este espacio, pero este año la feria tiene un invitado inédito: Colombia. El motivo es celebrar el bicentenario de la independencia.
En un país convulso y embarcado en diferentes procesos de violencia en sus doscientos años, la FILBo quiere aprovechar para hablar de los grupos de personas menos reconocidos en la construcción de la independencia y posterior república. Reivindica que el pueblo fue el principal motor y alma de ese proceso, más allá de los héroes nacionales como Simón Bolívar, Antonio Nariño o Francisco de Paula Santander. Busca que se conozca toda una sociedad, entre hombres y mujeres, que aportó ideas, tiempo, trabajo, sacrificio e incluso vestiduras para lograr este país. Y lo hace a través de cinco conceptos ejemplificados en sendos grupos de población.
Soberanía con los soldados.
Libertad con los esclavos afrocolombianos.
Independencia con los indígenas.
Igualdad con los pardos o mestizos.
Ciudadanía con las mujeres.
Conceptos que a pesar de los siglos no solo siguen vivos sino que cobran más vigencia que nunca por su fragilidad y riesgo de involución o pérdida.
El viaje a la historia de Colombia y a la memoria sobre de dónde vienen socialmente los colombianos se hace en una especie de puesta en escena teatral o instalación en once estaciones-conceptos. Son tres mil metros cuadrados en los que la gente vive una experiencia en la cual ve, escucha, lee, habla y puede participar e interactuar.
Pasado, presente y futuro en esas once estaciones-conceptos que se interrelacionan unas con otras en la ruta física del pabellón y en la definición de los mismos.
Tras aquella decena de conceptos decisivos en la construcción colombiana representados en palabras de neón azul el visitante empieza el viaja por la historia de Colombia.
En la penumbra se abre paso un largo y amplio camino que a sus costados tiene unas tela blancas con imágenes de la geografía del país mientras se escuchan pisadas de caballos, murmullos de personas, sonidos de la naturaleza como viento y agua y fogonazos de luces que simulan relámpagos, al tiempo que una voz narra y explica la travesía que hicieron las tropas por las cordilleras de los Andes y llanos para librar batallas, hasta la definitiva el 7 de agosto de 1819. Es la ruta hacia la Soberanía.
Pasado aquel arduo territorio en penumbra, el camino se abre a un espacio amplio, a una especie de plaza pública circular de cuyo centro cuelga una inmensa bolsa de tela semitransparente que lleva dentro docenas de utensilios, herramientas y objetos usados por el pueblo en las luchas por alcanzar un sueño.
A su alrededor un gran telón con cuatro entradas o aberturas que señalan sendas rutas para lograr la construcción de la república: Libertad, Independencia, Igualdad y Ciudadanía. En la plaza confluyen todos estos espacios-ideas, y desde ella se entra y se sale de los mismos, al tiempo que ellos están interconectados por pasillos, casi como un solo espacio semicircular con historias diferentes pero entrelazadas.
La ruta a la Libertad se ejemplifica en las múltiples maneras que debieron seguir las comunidades afrocolombianas para alcanzarla. En la época, los esclavos querían su propia libertad y lucharon por ella de múltiples maneras en medio de rumores de una reina africana que los apoyaría a sublevarse; o alistarse en el ejército, o la manumisión, pagar por la libertad, para dejar de ser considerados mercancía. Este espacio está decorado con una especie de enorme red de donde salen trozos de naturaleza, de vida.
La ruta y espacio de la Independencia se centra en las comunidades indígenas y los contratiempos que les pusieron instituciones como la monarquía. Del techo cuelgan tres telares que representan la combinación entre la cultura indígena, criolla y española con un mural grande al fondo donde un indígena grita o proclamo algo.
Soberanía, Libertad e Independencia tenían como complemento esencial la Igualdad. Un concepto moderno para la época y que a través de las décadas involucró a las diferentes razas aquí representados en los pardos o mestizos. Aunque existieron varias constituciones que hablaban sobre igualdad, no todos podían sentarse en ese término, literalmente. José Prudencio Padilla, un hombre libre afrodescendiente, se dio cuenta de que el color de piel o la distinta ascendencia no permitía la igualdad entre los seres humanos. En ese espacio hay tiradas por el suelo varias sillas antiguas sin las patas completas lo que hace imposible su uso y solo sirven de adorno.
Con colombianos libres en un país independiente en busca de la igualdad, entre todos moldearon, poco a poco, la Ciudadanía. Una parte fundamental de ese nuevo ciudadano es gracias a las mujeres quienes estuvieron en todos los frentes de batalla de manera silenciosa o activa, desde las reales y familiares hasta las sociales y económicas. En aquel tiempo, las mujeres aún no estaban incluidas en la ciudadanía. Varias de ellas pelearon vestidas de hombre en guerras, alimentaron soldados, usaron su ropa interior para crear trajes e hicieron su aporte a la patria para ser reconocidas como ciudadanas. El espacio dedicado a la Ciudadanía está decorado con diferentes tipos de muebles para sentarse y hablar, pero donde es imposible hacerlo porque su diseño lo impide. Hay belleza en esos sofás o asientos de madera pero su diseño es inútil, sin sentido.
Del espacio dedicado a la Ciudadanía se pasa a la Taberna La Chichería que rinde homenaje a una bebida típica y ancestral, un líquido fermentado a base de maíz con 4 % de alcohol. Es la zona de diálogo y ocio de los visitantes.
De allí se pasa al presente y futuro. Por un lado al Foro donde se desarrollan encuentros entre historiadores, profesores, escritores, políticos o artistas con diferentes temas. Es el punto en el que todo lo expuesto en esa gran instalación hasta ese momento, pasado, historia y memoria cobra vida a través de la palabra oral, del diálogo, de las conversaciones que atraviesan situaciones y problemáticas a lo largo de los dos siglos de independencia. Análisis y reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro de Colombia.
La última y undécima estación de este viaje a la historia es la Librería Colombia. Una gran biblioteca de unos 350 metros cuadrados con obras organizadas por secciones que van desde la llamada Los libros que nos cuestionan hasta El lugar de la infancia. Doscientos años condensados en libros en todos los géneros literarios. Este espacio invita a que los colombianos lean su historia y como dice el eslogan: Léete, el país invitado eres tú.