Crculo de Periodistas de Bogot
¿Habrá vacunas para Colombia o priorizarán a países ricos?

28 julio 2020 –

Por: Revista Semana –

En la edición de este lunes del programa ‘Al Ataque‘, el embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos, habló de las gestiones que está haciendo el Gobierno nacional para que Colombia sea uno de los primeros países en acceder a la vacuna contra el coronavirus, en el momento en que sea aprobada.

El diplomático señaló que actualmente está en la labor de hacer contactos con las diferentes compañías que están en el proceso de elaborar la vacuna, la cual señaló es muy difícil que esté lista antes de fin de año.

“La vacuna es un tema a seis meses, si nos va bien. Yo no soy tan optimista. Estamos trabajando con Pfizer y con todas las empresas. Vamos a tener llamadas con todas para que Colombia, como un país importante, sea  tenido en cuenta para que puedan entrar las vacunas lo más rápido posible cuando sean aprobadas”, dijo.

Santos afirmó que “hasta ahora hay una sola vacuna que está entrando en fase tres. En esta fase hacen estudios en 20.000, 30.000 personas para medir los riesgos. Esa vacuna es la de Moderna, con quien también hablaremos”.

Agregó que “la diplomacia que está haciendo la Cancillería es muy importante. La canciller, el ministro de Salud, todos estamos trabajando. También están trabajando los embajadores. Esto va a hacer que Colombia sea uno de los países que después de que pase el primer envión logre acceso a las vacunas”.

Santos manifestó que el país tiene una ventaja frente a otros países por su relación con las empresas farmacéuticas.

“Lo positivo es que Colombia ha sido un país abierto al sector farmacéutico. No tiene una relación de conflicto. Y eso hace una diferencia muy grande frente a otros países donde hay conflictos abiertos y ha generado unas disrupciones muy grandes”, dijo.

Dijo, además, que la relación que  se tiene con Estados Unidos tendrá un papel “muy importante” en el acceso.

“Yo confío que Colombia va a ser uno de los primeros países en el continente donde va a llegar esta vacuna. Estamos haciendo la diplomacia. Todos los favores políticos tocará cobrarlos. Pero finalmente esto es un tema de todo el mundo. Vamos a tener que convivir con esta enfermedad por lo menos un año, un año y medio”, sostuvo.

El funcionario agregó que tras acceder a una vacuna, las primeras poblaciones que recibirían las dosis serían los médicos y la población vulnerable. Luego se extendería al resto de la población.

Por otra parte, Santos manifestó que es importante que en este momento se apruebe rápidamente en el país el uso del medicamento remdesivir en pacientes críticos de covid-19.

“El remdesivir es importantísimo. Se necesita el permiso del Invima para que el remdesivir pueda entrar y se pueda aplicar muy rápido en los pacientes críticos”, señaló.

Manifestó que este medicamento “lo aprobaron para tratamiento urgente aquí en Estados Unidos, en Japón y en Europa. En Colombia esta medida de tratamiento de choque no existe, se necesita que el Invima lo meta dentro de un mecanismo rápido”.

«Lo que esperamos es que el Invima entienda que este es un momento crítico y esos tratamientos son importantes. Se sabe que el remdisivir reduce los tiempos de recuperación. Creo que de 14 días se reduce a 9. Este medicamento no es para cualquiera, es para cuando el paciente está en una etapa muy difícil. Y reduce la mortalidad de manera importante”, subrayó.

EE. UU. comienza ensayo con 30.000 voluntarios para vacuna de covid-19

28 julio 2020 –

Por: El Tiempo –

La compañía biotecnológica Moderna, en colaboración con el Gobierno de EE. UU., comenzó este lunes uno de los ensayos más grandes del mundo para probar la efectividad de una vacuna experimental contra el covid-19 en 30.000 voluntarios, que serán reclutados en 89 lugares del país.

Se trata de la primera vacuna experimental fuera de China que alcanza este punto crítico para comprobar su eficacia y seguridad antes de distribuirse en masa.

En una llamada con la prensa, el principal epidemiólogo de EE. UU., Anthony Fauci, explicó que la primera inyección de la vacuna experimental de Moderna fue administrada a un voluntario en Savannah (Georgia) en la mañana de este lunes.

De esta forma, la vacuna de Moderna entró en su fase 3, destinada a probar el remedio en una muestra amplia de la población. Moderna, con sede en Massachusetts, es la primera empresa estadounidense que ha alcanzado ese nivel en su investigación y la segunda en el mundo por detrás de la firma china Sinopharm.

En concreto, el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan, afiliado a Sinopharm, y la Academia China de Ciencias comenzaron en julio a probar su vacuna en 15.000 voluntarios con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos (EAU).

La mitad recibirá un placebo

En EE. UU., la vacuna de Moderna se probará en 30.000 voluntarios, que recibirán dos dosis de la vacuna con 28 días de diferencia. De todos los participantes, la mitad recibirá una inyección de un placebo para poder hacer una evaluación estadística de la efectividad de la vacuna, detalló Fauci.

Ni los voluntarios ni los médicos que administran la vacuna tendrán información sobre quién recibe el placebo y quién la vacuna.

«Es un récord mundial para nosotros el haber sido capaces de pasar de la secuenciación (del virus SARS-CoV-2) a la fase 3 de una vacuna en tan poco tiempo. No se había hecho nunca antes», explicó Fauci, quien aseguró que este proceso, que solo ha llevado unos 6 meses, no ha comprometido el rigor científico ni la seguridad de los ensayos.

Una vez que los voluntarios sean vacunados, los expertos analizarán posibles efectos secundarios y la efectividad de la vacuna, sobre todo, si puede prevenir los casos más severos de covid-19 y cuánta dosis son necesarias para asegurar una respuesta inmune.

Uno de los desafíos a los que se enfrentan los investigadores es conseguir suficientes voluntarios en las zonas del país y en los segmentos de población más afectados por la pandemia para poder tener una muestra representativa de la población, detalló Fauci.

Otras tres vacunas experimentales

En la misma conferencia de prensa, el director de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), Francis Collins, explicó que otras tres compañías (Johnson & Johnson, Novavax y AstraZeneca) empezarán pronto la fase 3 de sus ensayos y necesitarán cada una 30.000 voluntarios.

Todas ellas forman parte de la operación «Warp Speed» (velocidad de la luz), lanzada por el Gobierno estadounidense para promover el desarrollo y asegurarse tratamientos y vacunas contra la pandemia de la covid-19 en 2021.

Se espera que una cuarta vacuna, desarrollada por Pfizer y BioNTech, empiece su fase 3 este mes, aunque no forma parte de ese programa federal, detalló Collins.

El componente electoral de la vacuna

Entre tanto, Fauci explicó que las conclusiones sobre la efectividad de la vacuna experimental de Moderna podrían llegar «a comienzos de noviembre, pero podría ser antes», lo que significa que los resultados podrían conocerse antes de las elecciones del 3 de noviembre, en las que el presidente de EE. UU., Donald Trump, opta a la reelección.

Las fechas de presentación de estos resultados son fundamentales, ya que si se producen en octubre podrían entrar de lleno en la recta final de la campaña para los comicios noviembre y dar al mandatario argumentos a favor de su reelección.

De hecho, Trump este lunes intentó destacar uno de los pocos temas que invitan al optimismo en EE. UU. en medio de la pandemia: el rápido desarrollo de una vacuna.
Con ese propósito, el mandatario visitó este lunes un centro de investigación de Carolina del Norte, donde se están produciendo los componentes para la vacuna experimental de Novavax.

En declaraciones a la prensa, Trump aseguró que es la primera vez que EE. UU. emprende un esfuerzo de innovación tan importante desde la Segunda Guerra Mundial y aseguró que su objetivo es que, una vez que una vacuna sea aprobada, los estadounidenses puedan acceder inmediatamente a ella.

«Quiero que la vacuna esté disponible para los estadounidenses. Y supongo que tendremos muchas otras para el resto del mundo. El resto del mundo está sufriendo mucho por este virus de China», dijo el mandatario, que culpa a Pekín de haber originado el virus, algo que el Gobierno chino niega y a cambio responsabiliza a Washington.

Carolina del Norte, el estado al que acudió Trump, es clave para las elecciones de noviembre. En algunas encuestas electorales, el mandatario ha aparecido hasta dos dígitos por debajo del exvicepresidente Joe Biden, virtual candidato demócrata para las elecciones de noviembre. EE. UU. es el país más golpeado del mundo por la pandemia en términos absolutos con 4,2 millones de casos y más de 147.000 fallecidos, de acuerdo al recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.

Inmunidad al coronavirus: ¿qué son las células T y de qué forma aportan inmunidad oculta contra la covid-19?

28 julio 2020 –

Por: Zaria Gorvett – BBC Londres –

Aunque investigaciones recientes sugieren que los anticuerpos contra la covid-19 pueden perderse en solo tres meses, han surgido nuevas esperanzas en el horizonte con las enigmáticas células T.

Los indicios se habían estado acumulando desde algún hace tiempo.

Primero, los científicos descubrieron pacientes que se habían recuperado de la infección de covid-19, pero misteriosamente no tenían anticuerpos contra la enfermedad.

Después surgió el hallazgo de que muchos de los que sí habían desarrollado anticuerpos parecían perderlos solo pocos meses después.

En resumen, aunque los anticuerpos han mostrado ser invaluables para rastrear la propagación de la pandemia, quizás no tienen el rol esencial en la inmunidad como se había pensado.

Si vamos a adquirir una protección a largo plazo, parece cada vez más probable que esta tendrá que surgir de otra parte.

Pero aunque el mundo ha estado preocupado con los anticuerpos, los investigadores han comenzado a darse cuenta de que quizás hay otra forma de inmunidad, una que, en algunos casos, ha estado latente y sin ser detectada en el organismo durante años.

Un enigmático tipo de glóbulos blancos está adquiriendo importancia.

Y aunque previamente estos no han tenido un lugar prominente en la conciencia pública, podrían ser cruciales en nuestra lucha contra la covid-19.

Este podría ser un gran momento para las células T.

Qué son las células T

Las células T son una especie de células inmunes, cuyo principal propósito es identificar y matar a patógenos invasores o células infectadas.

Lo hacen utilizando proteínas en su superficie, que a su vez pueden adherirse a proteínas en la superficie de estos impostores.

Cada célula T es altamente específica. Hay billones de variaciones posibles de estas proteínas de superficie, y cada una puede reconocer un objetivo diferente.

Debido a que las células T pueden mantenerse en la sangre durante años después de una infección, también contribuyen a la «memoria de largo plazo» del sistema inmune y le permiten organizar una respuesta más rápida y más efectiva cuando este queda expuesto a un viejo enemigo.

Varios estudios han mostrado que la gente contagiada con covid-19 tiende a tener células T que pueden atacar el virus, sin importar si la persona ha experimentado síntomas.

Hasta aquí, todo es normal. Pero los científicos recientemente también descubrieron que algunas personas pueden resultar negativas de anticuerpos contra la covid-19 y positivas de células T capaces de identificar el virus.

Esto ha llevado a sospechas de que ciertos niveles de inmunidad contra la enfermedad podrían ser dos veces más comunes de lo que previamente se pensó.

Lo más extraño de todo es que, cuando los investigadores analizaron muestras de sangre tomadas años antes de que comenzara la pandemia, encontraron células T específicamente diseñadas para detectar proteínas en la superficie de covid-19.

Esto sugiere que algunas personas ya tenían un grado de resistencia preexistente contra el virus antes de que infectara a un humano.

Y parece ser sorprendentemente frecuente: 40-60% de los individuos no expuestos tenían estas células.

Parece cada vez más que las células T podrían ser una fuente secreta de inmunidad para lacovid-19.

El papel central de las células T también podría ayudar a explicar algunas de las peculiaridades que hasta ahora no se han podido comprender, desde el drástico aumento del riesgo del virus que las personas enfrentan a medida que envejecen, hasta el misterioso descubrimiento de que puede destruir el bazo.

Descifrar la importancia de las células T no es solo una cuestión de curiosidad académica.

Si los científicos saben qué aspectos del sistema inmune son los más importantes, pueden dirigir sus esfuerzos a hacer que las vacunas y los tratamientos funcionen.

¿Cómo se desarrolla la inmunidad?

La mayoría de la gente probablemente no ha pensado en las células T, o linfocitos T como también se les conoce, pero para saber lo cruciales que son para la inmunidad, podemos observar las etapas finales del sida.

Las fiebres persistentes, las llagas, la fatiga, la pérdida de peso, los raros cánceres, los microbios usualmente inocuos, como el hongo Candida albicans -que a menudo se encuentra en la piel- que comienza a invadir el cuerpo.

Durante un período de meses o años, el VIH lleva a cabo una especie de genocidio de células T, en el cual las caza, las invade, y sistemáticamente las hace suicidarse.

«Aniquila una enorme porción de ellas», dice Adrian Hayday, profesor de inmunología del King’s College de Londres y líder de grupo en el Instituto Francis Crick.

«Y eso realmente pone de manifiesto lo increíblemente importantes que son estas células y el hecho de que los anticuerpos solos no van a ayudarte».

Durante una respuesta inmune normal a, por ejemplo, un virus de influenza, la primera línea de defensa es el sistema inmune innato, que involucra los glóbulos blancos y las señales químicas que lanzan las alarmas.

Esto inicia la producción de anticuerpos, la cual se lleva a cabo unas semanas después.

«Y de forma paralela con eso, unos cuatro o cinco días después de la infección, comienzas a ver que las células T se activan, y hay indicios de que estas específicamente están reconociendo a las células infectadas con el virus», dice Hayday.

Estas desafortunadas células posteriormente son eliminadas rápida y brutalmente -ya sea directamente por las propias células T o por otras partes del sistema inmune que estas reclutan para hacer este desagradable trabajo- antes de que el virus tenga la oportunidad de convertirlas en fábricas para producir más copias de sí mismo.

Las buenas y las malas noticias

Pero ¿qué sabemos sobre las células T y la covid-19?

«Al observar a los pacientes con covid-19 -pero, me hace feliz poder decir que también al observar a individuos que fueron infectados pero no necesitaron hospitalización-, queda absolutamente claro que hay respuestas de las células T», dice Hayday.

«Y casi ciertamente esto es muy buena noticia para quienes están interesados en vacunas, porque claramente somos capaces de producir anticuerpos y producir células T que pueden ver el virus. Todo esto es bueno».

De hecho, una vacuna -la desarrollada por la Universidad de Oxford- ya ha estado demostrando que puede generar la producción de estas células, además de anticuerpos.

Todavía es prematuro saber cuán protectora será esta respuesta, pero un miembro del grupo de investigación le dijo a la BBC que el resultado era «extremadamente promisorio».

Sin embargo, hay un problema.

En muchos pacientes que son hospitalizados con covid-19 más grave, la respuesta de las células T no ha resultado como se esperaba.

«Un gran número de células T resultan afectadas», dice Hayday.

«Y lo que les ocurre es un poco como cuando la celebración de una boda sale mal. O sea, se lleva a cabo una cantidad enorme de actividad y proliferación, pero las células comienzan a desaparecer de la sangre».

Una teoría es que estas células T son desviadas a donde son más necesitadas, como los pulmones. Pero el equipo de Hayday sospecha que lo que ocurre es que muchas de ellas comienzan a morir.

«Las autopsias de pacientes con covid-19 están comenzando a revelar lo que se llama necrosis, que es una especie de descomposición», explica.

Esto es particularmente evidente en las áreas del bazo y los ganglios linfáticos donde normalmente viven las células T.

Lo desconcertante es que la necrosis del bazo es una marca de enfermedad de las células T, en donde las propias células inmunes son atacadas.

«Si miras las autopsias de los pacientes con sida, verás el mismo problema», explica Hayday.

«Pero el VIH es un virus que infecta directamente las células T, toca a la puerta y entra».

Por otro lado, actualmente no hay evidencia de que el virus de covid-19 sea capaz de hacer eso.

«Potencialmente hay muchas explicaciones para esto, pero hasta donde yo sé, nadie tiene una», dice el investigador.

«No tenemos idea de que está ocurriendo. Hay evidencia de que las células T pueden protegerte, probablemente por muchos años. Pero cuando la gente se enferma, parecen quedarse sin apoyo en los intentos de las células de establecer un mecanismo protector de defensa».

La disminución en el nivel de células T podría también ser la causa de por qué los ancianos resultan mucho más gravemente afectados por covid-19.

Hayday menciona un experimento llevado a cabo en 2011 que involucró exponer a ratones a una versión del virus que causa el SARS.

Investigaciones previas habían mostrado que el virus -que también es un coronavirus y es pariente cercano del covid-19- provocó la producción de células T, que fueron las responsables de acabar con la infección.

El estudio de seguimiento produjo resultados similares, pero el cambio fue que esta vez se le permitió a los ratones envejecer.

A medida que envejecían las respuestas de sus células T se hicieron significativamente más débiles.

Sin embargo, en el mismo experimento, los científicos también expusieron a los ratones a un virus de influenza.

Y a diferencia de los que estaban infectados con covid-19, estos ratones lograron mantener sus células T, las cuales actuaron contra la influenza hasta sus años de vejez.

«Es una observación interesante, en el sentido de que podría explicar por qué los individuos mayores son más susceptibles a covid-19», indica Hayday.

«Cuando llegas a los 30 años, se comienza a encoger tu timo (una glándula localizada detrás del esternón y entre los pulmones, que juega un papel importante en el desarrollo de las célula inmunes) y tu producción diaria de células T disminuye masivamente».

¿Qué significa esto para la inmunidad a largo plazo?

«Con el virus original de SARS (que emergió en 2002), se estudió a los pacientes y se encontró definitivamente de células T durante varios años después de que esos individuos resultaron infectados», indica Hayday.

«Esto es consistente con la idea de que esos individuos tenían células T protectoras mucho tiempo después de que se habían recuperado».

El hecho de que el coronavirus pueda conducir a células T duraderas es lo que recientemente ha inspirado a científicos a analizar viejas muestras de sangre tomadas de personas entre 2015 y 2018, para ver si estas contenían células T que puedan reconocer el covid-19.

Como la respuesta fue afirmativa, esto llevó a sugerencias de que sus sistemas inmunes aprendieron a reconocerlas después de enfrentarse en el pasado a virus del resfriado con proteínas de superficie similares.

Esto plantea la tentadora posibilidad de que la razón por la que algunas personas experimentan infecciones más severas es porque no tienen estas reservas de células T que son capaces de reconocer al virus.

«Creo que es justo decir que esto todavía se está debatiendo», afirma Hayday.

Desafortunadamente, nadie ha podido verificar si la gente produce células T contra cualquiera de los coronavirus que provocan el resfriado común.

«Obtener fondos para estudiar esto requiere un esfuerzo enorme», asegura el investigador.

Los estudios sobre el resfriado común pasaron de moda en los 1980, después de que este campo se estancó y los científicos comenzaron a cambiarse a otros proyectos, como el estudio del VIH.

Desde entonces ha sido difícil lograr un progreso, porque la enfermedad puede ser causada por cualquiera de los cientos de variedades virales, y muchas de éstas tienen la capacidad de evolucionar rápidamente.

¿Llevará esto a una vacuna?

Si las viejas exposiciones a los virus del resfriado realmente están conduciendo a casos más leves de covid-19, esto podría ser una buena señal para el desarrollo de una vacuna ya que es prueba de que las células T que sobreviven ofrecen protección significativa, incluso años después de que se formaron.

Pero incluso si esto no ocurre, la participación de las células T podría seguir siendo beneficiosa, y entre más entendamos lo que está ocurriendo, mejor.

Hayday explica que la forma como se diseñan las vacunas por lo general depende del tipo de respuesta inmune que los científicos esperan provocar.

Algunas pueden provocar la producción de anticuerpos, que son proteínas que circulan libremente y que pueden adherirse a los patógenos invasores, ya sea neutralizándolos o marcándolos para que otra parte del sistema inmune se haga cargo de ellos.

Otras tienen el objetivo de involucrar a las células T, o quizás provocar una respuesta de otras partes del sistema inmune.

«Realmente hay un espectro enorme de diseños de vacunas», explica Hayday.

El investigador está particularmente alentado por el hecho de que el virus evidentemente es altamente visible para el sistema inmune, incluso en aquellas personas severamente afectadas.

«De manera que si podemos evitar lo que este les está haciendo a las células T de los pacientes con quienes hemos estado teniendo el privilegio de trabajar, entonces habremos avanzado mucho en el control de la enfermedad», expresa el investigador.

Todo parece indicar que en el futuro escucharemos mucho más sobre las células T.

Vacuna contra la covid-19: Sarah Gilbert, la científica que lidera el «prometedor» ensayo de la Universidad de Oxford (y cómo sus trillizos la están ayudando)

28 julio 2020 –

Por: BBC Londres –

«Hemos tenido que trabajar muy, muy rápido», dice la profesora Sarah Gilbert a la BBC.

La científica de la Universidad de Oxford sabe que va a contrarreloj. Está intentando conseguir una vacuna que frene al coronavirus, el patógeno por el que a principios de esta semana ya se habían confirmado más de 16,3 millones de infectados y más de 650.000 muertos.

Pero Gilbert y su equipo de 300 investigadores de la Universidad de Oxford se las han arreglado para «avanzar muchos de los pasos del desarrollo de una vacuna que normalmente toman unos cinco años».

«Y lo hemos hecho en cuatro meses», dice.

Los primeros resultados son alentadores, la vacuna se muestra segura y activa una respuesta inmune contra el coronavirus.

Pero hay que enfatizar que todavía es pronto para saber si esto es suficiente para garantizar protección, evitar que las personas se enfermen o incluso disminuir sus síntomas.

El equipo de Oxford también afronta una competición dura: existen otras 22 vacunas potenciales en ensayos clínicos y otras 100 en fases más tempranas de investigación.

¿Quién es Sarah Gilbert?

Gilbert lidera la carrera para desarrollar la vacuna contra el coronavirus.

Su equipo de la Universidad de Oxford, asociado con la multinacional farmacéutica británico-sueca AstraZeneca, ya realizó ensayos en 1.077 personas.

Cuando las noticias del primer éxito salieron a la luz -porque los voluntarios mostraron una respuesta inmune fuerte, produciendo anticuerpos que combatían el coronavirus-, Gilbert se convirtió en una celebridad de la ciencia.

Tras la noticia, el nombre de la profesora Gilbert apareció en muchos medios de comunicación, que la inundaron de solicitudes de entrevista.

Pero, al igual que muchos de sus otros colegas, Gilbert está acostumbrada a trabajar en relativo anonimato. Eso sí, dentro del gremio científico es bien conocida por ser una de las líderes mundiales en vacunología.

La científica ha dedicado casi dos décadas a la investigación en laboratorios, produciendo vacunas y obteniendo financiación para futuros proyectos.

Joven científica

La profesora Gilbert asegura que aunque siempre quiso trabajar en la investigación médica, a los 17 años no sabía por dónde empezar.

Su primer paso fue obtener la licenciatura en Biología en la Universidad de Anglia del Este, en Norwich, este de Inglaterra. Luego, completó un doctorado en bioquímica.

Después de eso, enfocó sus investigaciones en la industria de la biotecnología, donde aprendió sobre la fabricación de medicamentos.

En 1994, Gilbert obtuvo un puesto postdoctoral sénior en la Universidad de Oxford, en el campo de la genética, parásitos y la malaria.

Aquella investigación la llevó a trabajar en el desarrollo de vacunas.

Madre trabajadora

Gilbert dio luz a trillizos en 1998. Un año después se convirtió en profesora universitaria.

«Es muy difícil equilibrar trabajo y vida personal», explica. «Parece imposible cuando no tienes apoyo. Tuve tres hijos. Las tarifas de la guardería eran más altas que mi salario».

Su pareja decidió interrumpir su carrera y cuidar de los niños, pero Gilbert afirma que fue difícil en aquel momento.

«Solo tuve 18 semanas de baja por maternidad. Tenía que cuidar de tres bebés prematuros y fue muy estresante», dijo la científica.

Pero Gilbert también cuenta que una de las mejores cosas de ser científica es que no siempre tienes que trabajar largas horas, aunque a veces las cosas se complican.

En 2004, era profesora adjunta de una universidad y tres años después comenzó a trabajar en un proyecto de vacuna contra la gripe para la asociación Wellcome Trust de Londres, la cual financió su propio equipo de investigación.

Una pequeña ayuda de la familia

Cuando los trillizos crecieron, las cosas se tornaron más fáciles. Ahora tienen 21 años y estudian bioquímica, como su madre.

De hecho, están tan interesados en su cometido de encontrar la vacuna contra la covid-19, que los tres han decidido ser voluntarios para los ensayos de Oxford.

«Tenemos que inmunizar a jóvenes sanos entre 18 y 55 años», cuenta Gilbert a la BBC.

Para ello necesitaba una buena cantidad de voluntarios, así que aceptó de buen grado la ayuda de su familia.

Tampoco la asustan los posibles efectos adversos de los ensayos: «Hemos usado este tipo de vacunas en varias ocasiones en el pasado, así que no esperamos sorpresas».

Lo más importante, concluye, es «concentrarse en los ensayos clínicos y acelerar la producción» tanto como sea posible para detener el crecimiento de la pandemia.

 

¿Podemos volver a infectarnos del coronavirus? Los expertos creen que es muy poco probable

28 julio 2020 –

Por:   The New York Times –

Los reportes de reinfección pueden ser casos de enfermedad prolongada. Una disminución en los anticuerpos es normal después de algunas semanas, y las personas están protegidas del coronavirus de otras maneras.

Las anécdotas son preocupantes. Parecía que una mujer de Los Ángeles se estaba recuperando de la COVID-19, pero, unas semanas después, empeoró y volvió a dar positivo. Un médico de Nueva Jersey afirmó que muchos pacientes se curaron de un embate para luego volver a infectarse con el coronavirus. Y otro médico señaló que, para algunas personas, un segundo asalto de la enfermedad era una realidad y que este era mucho más grave.

Estos relatos se conectan con los miedos más profundos que tienen las personas de estar destinadas a sucumbir a la COVID una y otra vez, de que se sentirán cada vez más enfermas, y de que nunca saldrán de esta pandemia de pesadilla. Además, estas historias alimentan el temor de que no podremos alcanzar la inmunidad comunitaria, el destino final en el que el virus ya no puede encontrar el número suficiente de víctimas como para ser una amenaza mortal.

Sin embargo, las anécdotas solo son eso: relatos que no ofrecen ninguna prueba de reinfecciones, según casi una docena de expertos que estudian los virus. “No he sabido de ningún caso en el que esto se haya demostrado clara y rotundamente”, señaló Marc Lipsitch, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T. H. Chang de la Universidad de Harvard.

Otros expertos fueron todavía más alentadores. A pesar de que, en definitiva, se sabe muy poco acerca del coronavirus a tan solo siete meses de que comenzó la pandemia, este nuevo virus se está comportando como la mayoría de los demás virus, sostuvieron, y confirmaron la idea de que con una vacuna se puede lograr la inmunidad comunitaria.

Podría ser posible que el coronavirus ataque a la misma persona dos veces, pero es muy poco probable que lo haga en un lapso tan breve o que la gente se ponga más grave la segunda vez, señalan. Lo que es más factible es que, en algunas personas, el proceso de la infección sea prolongado, que los estragos del virus se produzcan con lentitud semanas o meses después de la exposición inicial.

Las personas que están infectadas con el coronavirus normalmente generan moléculas inmunitarias llamadas anticuerpos. En fechas recientes, varios equipos han informado que los niveles de estos anticuerpos disminuyen en dos o tres meses, lo que ha provocado cierta inquietud. Pero la disminución de anticuerpos es totalmente normal luego de que desaparece una infección aguda, comentó Michael Mina, inmunólogo de la Universidad de Harvard.

Muchos médicos “parecen confundidos y dicen: ‘Qué virus tan increíblemente extraño que no genera una inmunidad estable’, pero están totalmente equivocados”, señaló Mina. ”Su comportamiento es como de manual”.

Los anticuerpos no son los únicos que nos protegen contra los patógenos. El coronavirus también desencadena una firme defensa de células inmunitarias que pueden matar al virus y activar refuerzos de manera rápida para las batallas futuras. No se sabe mucho acerca de cuánto tiempo duran estos linfocitos T de memoria (los que reconocen a otros coronavirus pueden durar toda la vida), pero pueden reforzar las defensas contra el nuevo coronavirus.

“Si estos se conservan y, sobre todo, si se mantienen dentro del pulmón y de las vías respiratorias, entonces creo que pueden evitar muy bien que la infección se propague”, dijo Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale.

Megan Kent, una patóloga del lenguaje de 37 años que vive en las afueras de Boston, dio positivo para el virus el 30 de marzo, luego de que se enfermara su novio. Recuerda que no tenía sentido del gusto ni del olfato, pero por lo demás, se sentía bien. Tras una cuarentena de 14 días, regresó a trabajar al Hospital Melrose Wakefield y también fue voluntaria en un asilo de ancianos.

El 8 de mayo, Kent se sintió mal de pronto. “Me sentía como si me hubiera atropellado un tráiler”, contó. Durmió durante todo el fin de semana y el lunes fue al hospital, convencida de que tenía mononucleosis. Al día siguiente, dio positivo para el coronavirus… otra vez. Estuvo sintiéndose mal durante casi un mes y sabe que desde entonces tiene anticuerpos.

“Esta vez fue 100 veces peor”, dijo. “¿Me volví a infectar?”.

Según los expertos, existen otras explicaciones más viables para lo que vivió Kent. “No estoy diciendo que no pueda ocurrir. Pero por lo que he visto hasta ahora, sería un fenómeno poco común”, señaló Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical de la Facultad de Medicina Baylor.

Es posible, por ejemplo, que Kent no se haya recuperado por completo. Quizás el virus se haya ocultado en algunas zonas del cuerpo —como se sabe que lo hace el virus del ébola— y luego haya vuelto a aparecer. Kent no se realizó pruebas intermedias entre las dos que resultaron positivas, pero incluso si lo hubiera hecho, si las pruebas son defectuosas y los niveles del virus son bajos, esto puede producir falsos negativos.

Debido a estos escenarios más probables, Mina dedicó unas palabras a los médicos que desataron el pánico con los informes de reinfecciones. “Esto está muy mal, la gente se ha vuelto loca”, señaló. “Solo es un señuelo sensacionalista para atraer la atención”.

En las primeras semanas de la pandemia, algunas personas en China, Japón y Corea del Sur dieron positivo dos veces, lo que desencadenó temores parecidos.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Corea del Sur investigaron 285 de esos casos y descubrieron que varios de los que salieron positivo por segunda vez se dieron dos meses después de la primera vez, y uno de los casos se vio 82 días más tarde. Casi la mitad de las personas tenía síntomas en la segunda prueba. Pero los investigadores no pudieron cultivar virus vivos de ninguna de las muestras, y las personas infectadas no habían contagiado el virus a otras personas.

“Fue una prueba virológica y epidemiológica bastante sólida de que no se estaba presentando una reinfección, al menos en esas personas”, afirmó Angela Rasmussen, viróloga de la Universidad de Columbia en Nueva York.

La mayoría de la gente que está expuesta al coronavirus genera anticuerpos que pueden destruir al virus; cuanto más graves son los síntomas, más intensa es la respuesta. (Solo algunas personas no producen anticuerpos, pero eso sucede con cualquier virus). La inquietud acerca de la reinfección ha sido resultado de algunos estudios recientes que sugieren que estos niveles de anticuerpos se desploman.

En un estudio publicado en junio, por ejemplo, se descubrió que, en el 40 por ciento de las personas asintomáticas, los anticuerpos para una parte del virus disminuían a niveles indetectables al cabo de tres meses. La semana pasada, un estudio que aún no se ha publicado en ninguna revista evaluada por expertos demostró que los anticuerpos neutralizantes —el potente subtipo de anticuerpos que pueden evitar que el virus infecte las células— disminuían de manera considerable en un mes.

“En realidad es muy deprimente”, señaló Michael Malim, virólogo del King’s College de Londres. “Es una gran disminución”.

No obstante, otro estudio sugiere que los niveles de anticuerpos disminuyen y que luego se estabilizan. En un estudio con casi 20.000 personas, publicado el 17 de julio en la página de internet MedRxiv, la gran mayoría generaron muchos anticuerpos, y la mitad de quienes tenían niveles bajos siguieron teniendo anticuerpos que podían destruir al virus.

“Desde un punto de vista biológico, en realidad nada de esto sorprende”, señaló Florian Krammer, el inmunólogo que dirigió el estudio en la Escuela Icahn de Medicina de Monte Sinaí.

Mina concordó con esto. “Se trata de una dinámica conocida de cómo los anticuerpos se desarrollan después de una infección: suben muchísimo y luego vuelven a descender”, señaló.

Luego abundó en el tema: las primeras células que producen anticuerpos durante una infección se llaman células plasmáticas, las cuales crecen de manera exponencial hasta formar una agrupación de millones. Pero el cuerpo no puede mantener esos niveles. Cuando la infección disminuye, una pequeña parte de las células entra a la médula ósea y se instala para generar una memoria de inmunidad a largo plazo, la cual puede producir anticuerpos cuando vuelvan a necesitarse. El resto de las células plasmáticas se debilitan y mueren.

En los niños, cada exposición posterior a un virus —o a una vacuna— aumenta la inmunidad hasta que, en la edad adulta, la respuesta de anticuerpos es constante y fuerte.

Mina dijo que lo inusual en la pandemia actual es ver cómo se desarrolla esta dinámica en los adultos, porque rara vez experimentan un virus por primera vez.

Incluso después de que la primera oleada de inmunidad se desvanezca, es probable que haya alguna protección residual. Y aunque los anticuerpos han recibido toda la atención porque son más fáciles de estudiar y detectar, las células de memoria T y B también son poderosas guerreras inmunes en la lucha contra cualquier patógeno.

Un estudio publicado el 15 de julio, por ejemplo, analizó tres grupos diferentes. En uno, cada una de las 36 personas expuestas al nuevo virus tenía células T, que reconocen una proteína que se ve similar en todos los coronavirus. En otro estudio, 23 personas infectadas con el virus del SRAS en 2003 también tenían esas células T, al igual que 37 personas en el tercer grupo que nunca estuvieron expuestas a ninguno de los patógenos.

“Parece existir un nivel de inmunidad preexistente contra el SARS-CoV2 en la población general”, dijo Antonio Bertoletti, virólogo de la Escuela de Medicina Duke NUS en Singapur.

La inmunidad puede haber sido estimulada por la exposición previa a coronavirus que causan resfriados comunes. Es posible que estas células T no eviten la infección, pero atenuarían la enfermedad y podrían explicar por qué algunas personas con la COVID-19 tienen síntomas leves o nulos. “Creo que la inmunidad celular y de anticuerpos será igualmente importante”, dijo Bertoletti.

Es posible que los ensayos de vacunas que siguen de cerca a los voluntarios proporcionen más información acerca de las características de la inmunidad al nuevo coronavirus y del nivel que se necesita para evitar una reinfección. Las investigaciones en monos nos dan esperanzas: en un estudio de nueve monos rhesus, por ejemplo, la exposición al virus produjo una inmunidad que fue lo suficientemente fuerte para evitar una segunda infección.

Los investigadores están dando un seguimiento de los monos infectados para determinar cuánto tiempo dura esta protección. “Por su carácter, los estudios de duración implican cierto tiempo”, señaló Dan Barouch, el virólogo que dirigió el estudio en el Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston.

Barouch y otros expertos están en contra de los temores de que quizás nunca se alcance la inmunidad comunitaria.

“Con vacunas que no son tan perfectas siempre alcanzamos la inmunidad comunitaria”, afirmó Saad Omer, director del Instituto de Yale para la Salud Global. “De hecho es muy poco común contar con vacunas cien por ciento eficaces”.

Se considera que una vacuna que solo protege a la mitad de la población que la recibe es moderadamente eficaz, y que una que defiende a más del 80 por ciento es muy eficaz. Incluso una vacuna que solo inhibe los niveles del virus frenaría su propagación hacia otras personas.

Los expertos señalaron que se habían presentado reinfecciones con otros patógenos, incluyendo la influenza, pero subrayaron que se trató de casos excepcionales, y que era probable que sucediera lo mismo con el nuevo coronavirus.

“Yo diría que, aunque no es muy probable, es posible que sí se presenten reinfecciones, pero no pensaría que sean comunes”, dijo Rasmussen. “No obstante, incluso las pocas incidencias pueden parecer demasiado frecuentes cuando una gran cantidad de personas han resultado infectadas”.

 

Crisis en Venezuela: qué hay detrás de la «fiebre» por excavar pozos en los edificios residenciales de Caracas

28 julio 2020 –

Por: Guillermo D. Olmo –  BBC Londres –

«La fiebre empezó hace alrededor de un año».

Fue entonces cuando Claudia Ramírez, agente inmobiliaria que vende y alquila viviendas en zonas acomodadas de Caracas, empezó a oír cada vez con más frecuencia la misma pregunta de los clientes interesados: «¿El edificio tiene pozo?».

Como otros lugares del país, la capital de Venezuela sufre desde hace años graves problemas en el suministro de agua. En muchas zonas no llega más que una vez a la semana y en otras se pueden pasar meses sin recibirla.

De acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida recientemente publicada por la Universidad Católica Andrés Bello, solo un 26% de los hogares venezolanos recibe agua a diario.

Por eso, en los edificios en los que los residentes pueden pagarlo han encontrado una solución en la perforación de pozos para extraer el agua de los acuíferos subterráneos que abundan en la ciudad.

Muchas viviendas disponen de tanques de plástico donde los caraqueños almacenan el agua que consumen cuando no sale del grifo, lo que sucede la mayor parte del tiempo para muchos.

Pero en los últimos tiempos incluso ese almacenamiento extra se ha revelado insuficiente.

Así que los pozos empiezan a desplazar a los tanques.

«Los apartamentos que tienen pozo se venden y alquilan mucho más rápido», dice Ramírez, la agente inmobiliaria.

El ingeniero Nelson Rojas, de la consultora Geocarf, explica que su empresa ha encontrado un floreciente negocio en asesorar a quienes buscan agua bajo los cimientos de su casa.

«Hay una alta demanda, sobre todo de condominios de alto poder adquisitivo», le contó a BBC Mundo.

«Antes, nuestros clientes solían ser ganaderos en el interior del país. Ahora trabajamos sobre todo para caraqueños que quieren volver a tener agua corriente».

Cuánto cuesta un pozo y quién puede pagarlo

La puesta en funcionamiento de un pozo requiere un estudio previo del terreno, un análisis de la salubridad del agua que se va extraer, perforar, a veces a más de cien metros de profundidad, y acondicionar la instalación. El coste total suele rondar entre US$15.000 y US$25.000.

Completado el trabajo, el suministro permanente de agua queda garantizado, pero no todos pueden permitírselo en la situación actual de Venezuela.

En el valle en el que se asienta Caracas hay grandes depósitos aluviales, formados durante millones de años de transformación geológica, que se recargan permanentemente por las frecuentes lluvias típicas del clima venezolano y por cursos de agua superficiales.

De acuerdo con Rojas, el agua de mejor calidad suele encontrarse en el noreste de Caracas, a los pies del popular cerro Ávila, la majestuosa montaña que domina la ciudad, donde se ubican las zonas residenciales tradicionalmente habitadas por la población de mayores ingresos.

«Suele ser agua muy buena, que procede de manantiales de recargas libres, que son los mejores».

Pero lo que empezó siendo un recurso de los más acomodados para compensar las carencias en un servicio público esencial va camino de convertirse en tendencia generalizada y los trabajos para perforar pozos empiezan a verse ya también en zonas menos elitistas.

En el edificio de Leonardo Musso, en el oeste de Caracas, se animaron el año pasado. «Estuvimos nueve meses sin recibir una gota de agua. El pozo costó mucho dinero, pero estuvo bien invertido, porque ahora tenemos agua cómo y cuándo queremos».

Con eso sueña Juan Manuel Da Silva, hijo de inmigrantes portugueses que regenta un negocio de comidas. «No teníamos agua casi nunca, hasta que mi mujer se arrechó (se enfadó) y decidió organizarse con unas vecinas para convencer al resto en el condominio de que había que construir un pozo».

Por qué no llega el agua a las casas

Muchos atribuyen los constantes fallos en el suministro a las averías y la falta de mantenimiento en la infraestructura.

Según José María de Viana, expresidente de Hidrocapital, la compañía pública encargada del servicio a Caracas, «los embalses de donde viene el agua están llenos, pero están en zonas más bajas y alejadas, y muchas de las bombas que deben traerla hasta aquí dejaron de funcionar hace tiempo».

El Ministerio de Comunicación, responsable de transmitir la información oficial, no respondió a una solicitud de comentarios de BBC Mundo.

El gobierno anunció el pasado mayo un plan de abastecimiento de agua en camiones cisterna a las zonas más vulnerables, pero para muchos eso no es suficiente.

Algunas autoridades locales parecen haberse convencido de que el suministro regular por tuberías no será restablecido a corto plazo. En Caracas, Gustavo Duque, el alcalde del municipio Chacao, el de mayor renta per capita del país, ya ha comenzado a perforar pozos públicos a los que la gente debe acudir para aprovisionarse.

Cuánto puede durar el boom

Pero, ¿es sostenible este cada vez más vertiginoso horadar la tierra?

La imagen de los camiones equipados con grandes brocas que taladran el suelo en ruidoso trajín se hace cada vez más habitual.

De Viana lamenta: «Como la concesión de los permisos es tan arbitraria, la mayoría perfora el pozo sin informar a las autoridades», que deberían velar por la buena gestión de los recursos hídricos.

La Constitución venezolana establece que las aguas del país son bienes de dominio público y la Ley General de Aguas de 2007 prevé multas para quienes perforen pozos sin la pertinente licencia.

«Antes existía una red de pozos públicos que monitoreaba el estado de los acuíferos subterráneos y asesoraba a quienes solicitaban permiso para perforar sobre cómo y dónde hacerlo para que fueran explotados de manera sostenible, pero todo eso se abandonó», recuerda De Viana.

«¿Cómo va el gobierno a decirle a alguien que no haga un pozo si no le garantiza el suministro de agua en su casa?», se pregunta De Viana.

BBC Mundo conversó con un ingeniero que ahora se dedica a perforar pozos en Caracas, a menudo con operarios que antes trabajaban en la industria petrolera, y confirmó que es frecuente que el trabajo se realice sin solicitar los permisos legales.

«Muchos pozos se hacen en el estacionamiento del edificio para que no puedan verse desde fuera», contó.

BBC Mundo no logró comunicar con el Ministerio de Ecosocialismo, responsable de la protección del medio ambiente venezolano.

De Viana estima que el agua subterránea cubre un 10% de la demanda de la ciudad y que «el ritmo actual de perforación no es alarmante, pero puede serlo si no se resuelve el problema de fondo y esto se prolonga en el tiempo».

«Ya hemos visto pozos que se secaron por su sobreexplotación en Maracaibo o Valencia», otras ciudades importantes del país.

«El pozo le cambia la vida a la gente, pero ahí abajo no hay agua para todos».

Por qué Estados Unidos tiene niveles de pobreza altos pese a los miles de millones que invierte en combatirla

28 julio 2020 –

Por: Gerardo Lissardy – BBC Londres –

Es una de las grandes paradojas de nuestros tiempos: Estados Unidos, el país más rico del mundo, tiene algunos de los peores índices de pobreza entre las naciones desarrolladas.

Más de medio siglo después de que el presidente Lyndon B. Johnson declarara una «guerra incondicional contra la pobreza», EE.UU. aún tiene que descubrir cómo ganarla.

Desde esa declaración de 1964, este país tuvo logros asombrosos como aterrizar en la Luna o engendrar internet, pero apenas ha podido bajar su tasa de pobreza a alrededor de 12% desde el 19% de aquel entonces.

Esto significa que cerca de 40 millones de estadounidenses viven debajo de la línea oficial de pobreza.

El problema va mucho más allá de la actual pandemia de coronavirus.

De hecho, pese a ser la nación del mundo más golpeada por el covid-19 y a haber registrado este año sus mayores niveles de desempleo desde la Gran Depresión de 1930, EE.UU. evitó hasta ahora un aumento de la pobreza gracias a una expansión histórica de los subsidios gubernamentales, según un estudio.

Aún desde antes de esta crisis el país destinaba anualmente miles de millones de dólares a sus programas contra la pobreza, más que el equivalente al PIB de algunos países latinoamericanos.

«Eso es lo irónico: una cosa sería si fuéramos un país pobre y realmente no pudiéramos hacer mucho al respecto. Pero tenemos los recursos», dice Mark Rank, un profesor de la Universidad de Washington en St. Louis, considerado uno de los mayores expertos en pobreza en EE.UU., a BBC Mundo.

La cuestión entonces es por qué pasa esto en la gran potencia global.

«Un fracaso individual»

Hay dos razones clave detrás de la pobreza en EE.UU., según los investigadores. Uno está asociado a la forma de encarar el asunto. El otro es económico.

En primer lugar, EE.UU. carece de una red firme de protección social o de un sistema de apoyo a los ingresos de las personas como tienen otros países, por ejemplo con prestaciones por hijos a cargo.

Los programas de bienestar social que EE.UU. implementó en las últimas décadas, como los cupones de alimentos o el seguro de desempleo, le permitieron reducir algunos puntos su tasa de pobreza, pero son considerados limitados.

Para explicar esto suelen señalarse factores de tipo cultural.

«Tendemos a ver la pobreza en EE.UU. como un fracaso individual, es decir, que las personas no trabajan lo suficiente, están tomando malas decisiones, no tienen suficientes habilidades y ese tipo de cosas. Por lo tanto, depende de ti levantarte», señala Rank.

«El resultado es que realmente no hacemos mucho en términos de política social para sacar a la gente de la pobreza», agrega.

A esto se suman las diferencias raciales: las minorías aquí sufren el problema de una forma desproporcionada.

Mientras que 11% de los niños blancos en EE.UU. viven en la pobreza, esa tasa llega a 32% para los niños negros y a 26% para los niños latinos, concluyó el Centro de Datos Kids Count en base a estadísticas de la oficina del censo.

«La pobreza a menudo se considera un problema para los no blancos y eso también reduce la voluntad de ayudar a los demás», dice Rank.

«Hay estudios que muestran que en países más homogéneos en términos de raza y etnia hay una red de seguridad más robusta, porque las personas ven a otros como parecidos a ellos y es más probable que estén dispuestas a ayudar», agrega.

Mayor desigualdad

Por otro, los expertos apuntan a un factor económico: el deterioro del mercado laboral de EE.UU. para los trabajadores de menores salarios, que son cerca de 40% del total y han sufrido pérdidas en sus ingresos reales en las últimas décadas .

Esto es atribuido a diversos motivos, desde la desindustrialización y el debilitamiento de los sindicatos, hasta las transformaciones tecnológicas.

Así, la desigualdad de ingresos y riqueza en EE.UU. aumentó y es mayor que en casi cualquier otro país desarrollado, según el Consejo en Relaciones Exteriores, un centro de análisis en Washington.

Christopher Wimer, codirector del Centro sobre Pobreza y Política Social en la Universidad de Columbia, sostiene que en EE.UU. «las oportunidades en el mercado laboral tienden a ir a personas con títulos universitarios y que se han beneficiado del crecimiento económico».

«Y gran parte de ese crecimiento económico no se ha compartido hacia abajo de la escala de ingresos o educativa», dice Wimer a BBC Mundo.

«Una elección política»

EE.UU. tuvo avances sociales en las últimas décadas como mayores niveles de educación o calificación de sus trabajadores en general, y una baja de la mortalidad infantil.

Además, los especialistas advierten que la tasa oficial de pobreza de EE.UU. se basa sólo en los ingresos en efectivo, sin contar ayudas gubernamentales como créditos tributarios, cupones de alimentos o asistencia de vivienda para familias de bajos recursos.

Un estudio reciente realizado por Wimer y otros investigadores de Columbia proyectó que, sin la ayuda de emergencia aprobada ante la pandemia de coronavirus, la tasa de pobreza en el país habría saltado del 12,5% previo a la crisis al 16,3%.

Pero esos beneficios, que han incluido cheques semanales de US$600 a millones de trabajadores afectados por la pandemia, expiran a fin de mes. Y, con los casos de covid-19 en aumento, su continuidad depende de un acuerdo entre el Congreso y la Casa Blanca.

Distintos expertos han advertido desde antes de la pandemia que el país acepta niveles de pobreza demasiado altos.

«EE.UU. es uno de los países más ricos, poderosos y tecnológicamente innovadores del mundo; pero ni su riqueza ni su poder ni su tecnología se están aprovechando para abordar la situación en la que 40 millones de personas continúan viviendo en la pobreza», indicó a fines de 2017 el entonces relator especial de la ONU para extrema pobreza y derechos humanos, Philip Alston.

Entre otras cosas, Alston señaló que EE.UU. tenía la mayor mortalidad infantil en el mundo desarrollado, que la expectativa de vida de sus ciudadanos era menor y menos saludable que en otras democracias ricas.

Y también que su pobreza y desigualdad estaban entre las peores del club de países ricos OCDE, y su tasa de encarcelamiento entre las mayores del mundo.

«Al final del día», sostuvo, «particularmente en un país rico como EE.UU., la persistencia de la pobreza extrema es una elección política hecha por aquellos en el poder».

Luke Shaefer, director de la iniciativa Soluciones de Pobreza en la Universidad de Michigan, aboga por políticas más simples en EE.UU. y con un enfoque más universal.

Un estudio realizado por él y otros expertos de la universidad indicó que EE.UU. invierte US$278.000 millones por año en programas gubernamentales antipobreza, sin contar los gastos en salud.

Si se suman los programas de atención médica para los pobres como Medicaid, la inversión anual alcanza a US$857.000 millones, es decir, más que los PIB combinados de Argentina y Chile.

«Muchos de estos dólares realmente no están destinados a los muy pobres», advierte Shaefer.

Las elecciones de noviembre quizá ofrezcan a EE.UU. una nueva oportunidad para repensar cómo mejorar ese gasto.

«Hay gente a la izquierda y la derecha que dice que este enfoque no está funcionando para nosotros, tenemos que hacer algunas cosas de manera diferente, necesitamos simplificar», dice.

«Tengo alguna esperanza de que podamos progresar».

Donald Trump: la semana en que todo cambió para el presidente de Estados Unidos

28 julio 2020 –

Por: Jon Sopel – BBC Londres –

Es como si al asumir la presidencia de EE.UU., en enero de 2017, Donald Trump hubiera recibido un auto nuevo y brillante, el mejor y más hermoso que se haya visto. Y que solo en julio de 2020 se hubiera dado cuenta de algo importante: tiene reversa.

Una función del vehículo que nunca pensó que necesitaría y que ciertamente nunca tuvo la intención de usar.

Pero el pasado lunes, echó marcha atrás y se enredó con la palanca de cambios y el embrague… y ahora no puede evitar que retroceda.

Solo para recapitular: las mascarillas, que el presidente solía ridiculizar como algo de «corrección política», ahora son un acto de patriotismo y siempre deben usarse cuando el distanciamiento social es imposible.

El coronavirus, que hasta hace poco lo describía como un mal caso de resfriado para la mayoría, ahora es algo más gravey empeorará antes de mejorar.

Hace dos semanas, el presidente insistía en la reapertura de las escuelas, o de lo contario les quitaría su financiación. Ahora dice que, para algunas de las ciudades más afectadas, eso no sería apropiado.

Y la gran reversa fue la Convención Republicana en Jacksonville, Florida, donde aceptaría la nominación para la reelección.

El presidente ama las multitudes. Las estridentes y aduladoras. El plan original había sido celebrar el evento en Charlotte, Carolina del Norte.

Pero cuando el gobernador de ese estado dijo que tendría que haber distanciamiento social, el presidente se puso furioso, atacó al gobernador y anunció que los republicanos irían a otro lado. Jacksonville sería el lugar con miles de republicanos vitoreando y vitoreando.

Pero ya no será. Fue un revés sorprendente ydoloroso, uno que le pesó mucho al presidente.

Otro Trump ante el micrófono

Los cambios de parecer se han dado en tres tardes consecutivas de conferencias de prensa sobre coronavirus en la Casa Blanca.

En estas comparecencias el presidente ha aparecido en solitario, ya no flanqueado por sus asesores médicos.

Pero también ha sido mucho más disciplinado que cuando pasaba un par de horas en el atril, reflexionando sobre cualquier cosa como la vez que abordó si inyectarse desinfectante o el efecto de luz solar serían buen tratamiento para el coronavirus.

En una rueda de prensa el miércoles, el presidente entró y salió en menos de media hora, se atuvo a los mensajes que quería transmitir y respondió un puñado de preguntas.

No se enfadó. No se metió en disputas. Hizo lo que iba a hacer. Y luego se marchó.

Cuesta arriba

Me senté a discutir esta semana con alguien estrechamente involucrado en las actividades del gobierno. Pasamos un tiempo discutiendo la psicología del presidente (un tema común).

Y esta persona decía que Trump tiene la mentalidad de un macho que nunca debe parecer débil. Aunque sepa que sería inteligente ceder terreno algunas veces, eso es impensable.

Para él hay una cosa peor que ser débil: ser un perdedor.

Y aunque en público, por temor a parecer débil, el presidente insiste en que su campaña está ganando y que el pueblo estadounidense lo ama, o que las encuestas que lo ponen bajo el agua son noticias falsas, la realidad es más incómoda.

Florida, donde Trump debió haber pronunciado su discurso de nominación presidencial, es el epicentro del terrible aumento en los casos de coronavirus.

Con una población de 21 millones, la semana pasada tenía más casos nuevos por día que toda la Unión Europea (con una población 460 millones).

Un estado que Trump ganó cómodamente en 2016. Un estado que el mandatario pensó que tendría en la bolsa en noviembre. Pero la última encuesta de la Universidad de Quinnipiac tiene al candidato demócrata Joe Biden 13 puntos por delante. 13. Eso es enorme.

Y hay un montón de otros estados clave que muestran que el presidente Trump está rezagado.

¿Nueva estrategia?

Lo que no ha cambiado en la última semana es la ciencia.

Los sufridos consejeros de salud pública del presidente han estado insistiendo en las mismas cosas como un gramófono roto: mascarillas, distanciamiento, evitar multitudes.

Puede ser que el presidente haya escuchado a sus médicos. Es posible, pero tengo que decir que improbable.

Si estamos buscando una «cosa» significativa es esta: la semana pasada, Trump despidió a su director de campaña, Brad Parscale, y seleccionó uno nuevo, Bill Stepien.

Parece que ha sentado al presidente y le ha dado con el balde de agua helada. Que las encuestas son lamentables y van en la dirección equivocada; que no todo está perdido, pero que rápidamente podría salirse de control. Que se necesita con urgencia un cambio de dirección y tono. Particularmente cuando se trata de cualquier cosa sobre la covid-19.

Vale la pena poner una duda aquí.

Por brillante que pueda ser Stepien, hay una especie de patrón: el presidente llega a un nuevo acuerdo y durante las siguientes dos o tres semanas hace lo que le dicen. Pero luego vuelve a seguir su instinto.

Durante tres años y medio, el presidente ha sido capaz de definir su propia realidad; doblar y confeccionar hechos para que se adapten a su propia narrativa.

El coronavirus ha sido un enemigo como ninguno al que Donald Trump se haya enfrentado. Y él ha tenido que doblegarse a su voluntad. No al revés.

Lo que sucedió esta semana es que lo que muestran las encuestas y lo que sus científicos han estado pidiendo repetidamente están totalmente alineados. Y él realmente no quiere ser un perdedor en noviembre.

El espectro de estos giros de 180° ha provocado muchas carcajadas de los analistas liberales. El hombre que solo sabe doblegar, ahora se doblegó por el dolor de estos reveses públicos.

Pero deberían ser más cautelosos. La conversión puede ser poco sincera; bien puede deberse a la necesidad de las encuestas y los estadounidenses verán que su presidente se comporta de manera racional.

¿Ya se olvidaron de todas esas cosas que dijo el presidente en marzo y abril cuando minimizó la pandemia e instó a la reapertura rápida de la economía estadounidense?, podrán preguntarse algunos.

Bueno, todo lo que diría es que el circo avanza rápidamente; todos parecen tener una memoria increíblemente corta.

¿Quién habla más del caso Mueller? ¿O Rusia? ¿O el impeachment?

Con nuestra impaciencia por lo nuevo, por las historias novedosas, por los giros de la trama, parece que sufrimos colectivamente un trastorno por déficit de atención.

Y este presidente lo entiende mejor que nadie.

Sin duda, algunos escribirán que esta ha sido la peor semana del presidente. Si gana en noviembre, será vista como la mejor.

Qué mascarilla deberías usar para protegerte del coronavirus

23 julio 2020 –

Por: Tara Parker-PopeRachel AbramsEden Weingart y The New York Times –

Las mascarillas se han vuelto un emblema del combate contra el coronavirus: funcionarios estadounidenses y de todo el mundo han recomendado —y en algunos casos ordenado— que la gente las use para que se pueda detener la propagación del brote mortal.

Saber de qué tipo usar no es tan sencillo. Las mascarillas quirúrgicas y las N95, las cuales ofrecen la mayor protección y son inmensamente demandadas, deberían reservarse para los profesionales de la salud que están expuestos regularmente a pacientes infectados.

A continuación, mostraremos algunos tipos de mascarillas que se pueden encontrar, cómo funcionan, qué se debe considerar al confeccionar la tuya y el nivel de protección que podrían ofrecer.

N95 

La N95 es la mascarilla más reconocible y eficaz. Su nombre significa que puede bloquear al menos un 95 por ciento de las partículas diminutas más difíciles de capturar: 0,3 micras. El pelo promedio humano mide entre 70 y 100 micras de ancho.

Estas mascarillas, diseñadas para usarse una sola vez, están hechas de poliéster y otras fibras sintéticas, entre ellas capas de fibras enredadas que actúan como un filtro para dificultar el paso de las partículas.

Asegúrate de que no haya espacios entre el borde de la mascarilla y tu piel. Esta mascarilla incluye una pieza flexible para la nariz que se moldea a tu rostro. Muchos profesionales sanitarios y otros trabajadores realizan pruebas anuales para comprobar posibles filtraciones de aire y garantizar que las mascarillas tengan el tamaño adecuado y les queden bien a las personas (si tienes vello facial, no te quedarán bien; tampoco les quedan bien a los niños).

Algunas mascarillas N95 tienen válvulas de exhalación al frente, esto facilita la respiración. Esas mascarillas se usan a menudo en las construcciones. Una mascarilla con válvula no debería usarse en zonas que necesitan permanecer estériles, como los quirófanos de los hospitales. No protegen a los demás de lo que exhalas.

Quirúrgicas

Las mascarillas quirúrgicas o de grado médico tienen varias presentaciones y son menos efectivas que las N95: algunas filtran entre un 60 y un 80 por ciento de partículas pequeñas en las condiciones presentes en un laboratorio. Cuando se usan de manera adecuada, pueden servir para evitar la propagación del coronavirus al atrapar las gotículas que expulsas cuando toses o estornudas.

Las mascarillas quirúrgicas a menudo están hechas de capas de tela sintética respirable, parecida al papel, cortada en forma rectangular y con pliegues que sirven para expandirla y ajustarla mejor al rostro. Son desechables y están diseñadas para usarse tan solo una vez.

Aunque pueden proteger de gotas grandes y salpicaduras, son menos efectivas que las N95 en parte porque no son tan ceñidas.

Caseras

Debido a la escasez de mascarillas quirúrgicas, muchas personas han recurrido a hacer la suya o a comprar las hechas en casa. Según la tela y el proceso de fabricación, una mascarilla casera a veces puede proteger igual que una versión quirúrgica. Y cualquier tipo de cobertura en el rostro es mejor que nada.

Una buena mascarilla casera utiliza un material con la densidad suficiente para capturar partículas virales, pero que permite una respiración tolerable.

Se pueden usar materiales como una camiseta hecha con un alto contenido de algodón, franela o un trapo de cocina de tejido apretado. El material que tenga el mayor número de hilos —lo cual permite que se filtre muy poca luz— probablemente será el que ofrezca la mejor protección.

En internet están circulando varios diseños y patrones para hacer mascarillas de algodón. Busca uno que al menos tenga dos capas de material, te cubra la parte superior de la nariz y la parte inferior de tu barbilla, y tenga cintas de ajuste.

Caseras con filtro

Esta es otra mascarilla casera hecha de camisetas 100 por ciento de algodón con un bolsillo cosido para meter un filtro adicional.

En esta mascarilla usamos un filtro para café. Se han hecho pruebas con filtros de café y toallas de papel. Un experimento reveló que dos capas de toallas de papel por sí solas bloquearon entre un 23 y un 33 por ciento de las partículas de 0,3 micras.

La gente ha experimentado con materiales de filtración, entre ellos filtros de aire y bolsas de aspiradoras. Estos pueden ser efectivos, pero pueden presentar riesgos. Muchos no son respirables y pueden contener fibras dañinas que podrían inhalarse. Asimismo, una persona promedio no necesita el nivel de filtración que ofrecen estos materiales.

Sin importar qué filtro elijas, asegúrate de que haya una capa de algodón o un material similar de ambos lados del filtro.

Una mascarilla es eficaz solo si se pone de la forma adecuada: que ajuste cómodamente desde la parte superior de la nariz hasta debajo de la barbilla sin dejar espacios. Todo el tiempo que estés afuera de tu casa, debes usar una mascarilla sin moverla de arriba hacia abajo. Aunque ninguna mascarilla es cien por ciento efectiva, pueden servir para protegerte a ti y a los demás si se combinan con el distanciamiento social y el lavado regular de las manos.

Contenidos automatizados y dinámicos: tendencia dominante para la próxima década

23 julio 2020 –

Por: La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) –

Tres presentaciones sobre Inteligencia Artificial en los medios abren el programa de SIPConnect Online del 29 al 31 de julio.

Los algoritmos utilizados para producir información sin intervención humana, unida al análisis en tiempo real de datos demográficos y de consumo, son las principales herramientas que tienen los medios para superar la calidad de sus contenidos para un público cada vez más exigente.

Un contenido dinámico y eficiente pasa por el uso de la Inteligencia Artificial en las salas de Redacción. The Washington Post es un ejemplo de un medio de prensa dominante que ha estado utilizado la IA durante casi una década y, Amazon, es líder en el mundo en la aplicación de tecnología de la información mediante el uso de big data, desde aplicaciones de análisis de texto y video, hasta la transcripción de voz-texto o texto-voz.

Por su parte, la empresa de soluciones para medios de comunicación modernos, Protecmedia, ha estado desarrollando varias tecnologías de Inteligencia Artificial para la creación y distribución de contenidos.

Estas tres experiencias diversas sobre la Inteligencia Artificial en las salas de Redacción darán inicio a la conferencia hemisférica de medios y servicios digitales SIPConnect el miércoles 29 de julio por la mañana. El objetivo de iniciar el programa con este tema es subrayar su importancia para los medios y las diferentes perspectivas con las que ellos pueden abordar la Inteligencia Artificial.

El editor de The Washington Post, Emilio García-Ruiz, quien supervise la aplicación de tecnología en la Redacción tendrá su cargo la primera presentación del miércoles a las 9:30 de la mañana. Lo seguirá Ricardo Ortíz de Amazon Web Services y, a continuación, Marjuli Matheus y José Jorge Gómez de Protecmedia.

A continuación, para finalizar la primera parte de la jornada del miércoles en SIPConnect, David Grant, de Facebook Journalism Project ofrecerá una presentación titulada: «Formas prácticas de aumentar sus ingresos de lectores».

La COVID-19 y la caída de la publicidad ponen a prueba el periodismo de calidad

23 julio 2020 –

Por: Cambio.16 – España –

La pandemia de la COVID-19 es la historia más grande en una generación. No es de sorprender que para la mayoría de los periódicos y sitios de noticias haya generado un número récord de lectores. Sin embargo, la prensa no solo está cubriendo el drama mundial. También se está convirtiendo en una de sus víctimas más notorias.

En este contexto de estrechuras económicas tantos obstáculos de movilidad, el periodismo de calidad, el que brinda información confiable, es cada vez más necesario, pero se le hace más difícil abrirse camino.

La disminución en la publicidad fue rápida, ya que las empresas redujeron el gasto debido al impacto económico de la COVID-19. Para una industria del periodismo que ya estaba debilitada, el impacto fue casi inmediato.

Y si bien es cierto que la crisis generada por el coronavirus ha propiciado un duro golpe a la prensa, esta industria (especialmente la tradicional) venía enfrentando problemas mucho antes del brote. Se trata de dificultades que nada tienen que ver con la pandemia, pero que se ha acentuado a raíz de ella. La alta dependencia en la publicidad es un factor muy fuerte en su contra.

Prensa local, la más afectada

La pandemia ha puesto de manifiesto una creciente necesidad de las personas, en todas partes del mundo, por conocer información local. Quieren saber sobre los casos en su área, dónde están los centros de prueba y cuál es el impacto económico. Los informes dicen que el tráfico en línea y las suscripciones han aumentado. La gente busca, sobre todo, periodismo de calidad, en medio un mar de información inexacta, por decir lo menos.

Pero los periódicos y otras publicaciones están bajo presión por los menores ingresos publicitarios. Están recortando trabajos, horas de personal y salarios, bajando ediciones impresas y, en algunos casos, cerrando por completo.

En los estados Unidos, más de 2.100 ciudades y pueblos han perdido un periódico en los últimos 15 años, en su mayoría semanales. El empleo en la redacción se ha reducido a la mitad desde 2004.

Muchas publicaciones tuvieron problemas a medida que los consumidores recurrían a Internet para recibir noticias, golpeadas por la Gran Recesión de 2007-2009. También se vieron afectadas `por el surgimiento de gigantes como Google y Facebook que dominaron el mercado de los anuncios digitales.

Deslastrarse de la publicidad

Más recientemente, los grandes periódicos nacionales como The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal han diversificado los ingresos. Para ello, decidieron agregar millones de suscriptores digitales. Sin embargo, muchos otros siguen dependiendo en gran medida de la publicidad.

Veinte editores de noticias globales encuestados recientemente por la International News Media Association (INMA) esperan una disminución promedio del 23% en las ventas de anuncios en 2020.

En los Estados Unidos, los ingresos por publicidad en los periódicos han caído del 20% al 30% en las últimas semanas en comparación con el año anterior, escribió Ken Harding de FTI Consulting en otro informe de la INMA.

Para tratar de frenar este declive, en los Estados Unidos han surgido nuevos modelos sin fines de lucro para el periodismo local y de vigilancia. Dos ejemplos son ProPublica y The Texas Tribune, pioneros altamente exitosos.

También hay organizaciones como el Institute for Nonprofit News y las agrupaciones editores de noticias locales independientes. Estos grupos brindan orientación sobre cómo los periodistas pueden apoyar o iniciar sus propios sitios de noticias locales. Las fundaciones están experimentando formas de proporcionar ingresos a las nuevas empresas y a los editores locales.

Peor en Latinoamérica

Si para la prensa local en los Estados Unidos los tiempos son difíciles, a los países hispanohablantes del continente americano les está yendo mucho peor. “Con el coronavirus y la mala situación económica previa, se está despidiendo a bastantes periodistas”, dijo el analista de medios español Miguel Ormaetxea, citado por DW.

“Y lo van a pasar todavía peor”, augura. “La publicidad ha huido del papel, con caídas hasta del 80%, y la publicidad digital se la lleva toda Facebook, Google y también Amazon, con lo cual lo que queda para los demás son migajas”.

El importante papel del periodismo

En Latinoamérica, como en otras partes del mundo, la prensa local y regional siempre ha tenido su sitio en el mapa de medios. Ha llenado los vacío que dejaban los periódicos nacionales. También ha servido de plataforma para pequeños anunciantes que no tenían ni la capacidad ni la necesidad de publicitarse en ellos.

Esta estructura de medios impresos, ya de por sí inestable, ha sido agitada por la pandemia de coronavirus. En México, casi uno de cada veinte periodistas ha perdido su trabajo en lo que va de año. Paula Cejas, directora de la oficina para Latinoamérica de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en declaraciones a DW.

Reinventarse para sobrevivir

“La prensa local tiene que reinventarse de arriba a abajo, sobre todo la prensa en papel, aunque también la digital: el modelo de negocio basado en la publicidad está muerto”, dice Ormaetxea. Para lograrlo, propone buscar alternativas de financiación como el comercio electrónico.

Algo así es lo que hicieron, por ejemplo, las grandes editoriales periodísticas alemanas cuando crearon los portales inmobiliarios o tiendas en línea de segunda mano, algo que reforzó sin duda su posición financiera ante la crisis global del periodismo.

Y también cita el caso de ElDiario.es, “el único de los periódicos en España que no está atravesando dificultades” gracias a su modelo de suscripciones de gente que paga mensualmente “para no tener que ver la publicidad, pero también para apoyar la causa de la izquierda y el progresismo en España”, dijo Ormaetxea. “En Latinoamérica no tenemos un caso como el de ElDiario.es”, explica.

Sin embargo, los medios locales tienen puntos fuertes que hay que tener en cuenta, como su mayor cercanía y sus mayores “posibilidades de sintonizar con sus comunidades”. Las encuestas sobre hábitos de lectura muestran un mayor apego al papel fuera de las grandes ciudades. Al papel y a su diario local.

La credibilidad como fortaleza

Esa cercanía y la posibilidad de sintonizarse con los lectores, es un punto de partida revitalizar la prensa local, según Ormaetxea. Y fortalecer la credibilidad sería una poderosa arma para que se consoliden en un nicho donde las audiencias buscan informaciones creíbles y medios confiables.

Con ese objetivo, han ido apareciendo iniciativas de medios y organizaciones, como la Asociación de Medios de Información (AMI), que a principios de este mes lanzó la campaña “Creemos en el periodismo”. Su propósito es poner en valor el periodismo de calidad, a los periodistas y los soportes periodísticos.

La campaña intenta abrir un espacio en medio de la preocupante proliferación de los bulos, rumores o las “fake news” sobre la COVID-19, y recuerda que “sin periodistas solo habría ruido”.

En cambio, con periodistas hay “rigor, veracidad, investigación, seguridad, análisis crítico, fuentes fiables, información”, se señala en el vídeo de la campaña. De ahí el lema, “Creemos en el periodismo”, que se podrá ver en las redes sociales y que AMI confía en que llegue a todos los lectores y anunciantes.

Educar al público

Para que el periodismo local y de calidad continúe siendo viables, un paso esencial es educar a la próxima generación sobre cómo los periodistas hacen su trabajo y cómo los estándares, la transparencia y la responsabilidad del periodismo de calidad lo distinguen de tantas otras fuentes de información, y la información errónea.

Cuando el proceso de recopilación de noticias se desmitifica, y los jóvenes comprenden el valor del contenido que busca informarles de manera precisa, independiente y contextual, es más probable que lo reconozcan y lo busquen. Además, no solo están más inclinados a consumir noticias, sino también a interactuar con sus comunidades y el mundo en general de una manera más informada y comprometida.

Un estudio revela que el 70% de los periodistas que han cubierto el COVID-19 padecen angustia psicológica, y un 26% ansiedad

23 julio 2020 –

Por: Laboratorio de Periodismo – España –

Un número significativo de los periodistas encargados de informar sobre el COVID-19 muestra signos de ansiedad y depresión, según los primeros resultados de una encuesta sobre el estado actual del bienestar emocional de los periodistas, realizada por el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo y la Universidad de Toronto.

La investigación pidió información a los periodistas sobre su trabajo, salud mental y preocupaciones en junio de 2020, durante un período en el que COVID-19 de alguna manera estaba afectando a todos los países.

El estudio, dirigido por el Dr. Anthony Feinstein, Profesor de Psiquiatría de la Universidad de Toronto y neuropsiquiatra, y Meera Selva, directora del Programa de Becas de Periodistas del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo se basa en el trabajo que el Dr. Feinstein ha hecho sobre cómo los periodistas se ven afectados cuando informan sobre eventos extremos, incluidos los ataques terroristas del 11 de septiembre, la guerra de Irak, el crimen organizado en México o el ataque de al-Shabaab en el Westgate Mall en Kenia.

En total, se encuestó a una muestra de 73 periodistas de organizaciones internacionales de noticias. Todos los periodistas han trabajado en historias directamente relacionadas con la pandemia. La encuesta tuvo una tasa de respuesta del 63 por ciento.

El 70% padece ciertos niveles de angustia psicológica

La mayoría de los encuestados, alrededor del 70 por ciento, padecen ciertos niveles de angustia psicológica y las respuestas sugieren que el 26 por ciento tiene ansiedad clínicamente significativa compatible con el diagnóstico de trastorno de ansiedad generalizada, que incluye síntomas como preocupación, insomnio, falta de concentración y fatiga.

Alrededor del 11 por ciento de los encuestados informan síntomas prominentes de trastorno de estrés postraumático, que incluyen pensamientos y recuerdos intrusivos recurrentes de un evento traumático relacionado con COVID-19, un deseo de evitar recuerdos de lo sucedido y sentimientos de culpa, miedo, ira, horror y vergüenza.

Según los investigadores, “los hallazgos son tan sorprendentes que creemos que es importante disminuir la presión bajo la cual están trabajando muchos periodistas para que los medios de comunicación y otros puedan considerar cómo responder a los problemas que identificamos”.

La muestra se ha centrado en periodistas experimentados, que trabajan en general en medios noticiosos establecidos, con un promedio de 18 años de experiencia, y prácticamente todos, el 99 por ciento, se consideran en buena salud física, “pero aun así las circunstancias les han afectado fuertemente. La situación bien podría ser aún peor en partes menos privilegiadas de la profesión periodística“, agregan los autores del estudio.

Si bien solo uno de los periodistas encuestados dio positivo por COVID-19, el 45 por ciento de la muestra conoce a un periodista que había enfermado. Dos encuestados dijeron que conocían a un periodista que había muerto por el virus.

Causas del estrés

Algunas respuestas apuntaron a que la mayor fuente de estrés venía por la falta de fuentes confiables y el miedo a que la información publicada no fuera veraz. Para otros, la causa de estrés mayor era la dificultad de informar sobre una historia en un momento en que la confianza en los medios está disminuyendo: “Encontrar cosas para documentar que informen al público es extremadamente difícil con la desconfianza hacia los medios en su punto más alto. Las reuniones pueden volverse hostiles contra nosotros en un instante y la idea de que los medios de comunicación tienen otra agenda que no sea simplemente documentar este momento en nuestra historia colectiva es generalizada ”.

“Esta tensión de tener que seguir un ritmo nuevo y complejo con apuestas altas y a menudo personales combinadas con un cambio dramático en los patrones de trabajo bien puede haber contribuido directamente a los altos niveles de angustia mental y ansiedad”, apunta la investigación.

Apoyo “moderado” de sus periódicos

El informe desvela también que los periodistas han tenido un apoyo moderado de sus periódicos. En promedio, los encuestados otorgan a su medio de comunicación una puntuación de 6 sobre 10, donde 10 fue muy solidario y 0 no lo fue en absoluto.

El análisis preliminar sugiere que la angustia psicológica se correlaciona también significativamente con la ausencia de asesoramiento, por lo que los periodistas que no recibieron asesoramiento desde el comienzo de la pandemia están más angustiados.