Presidente Santos anuncia medidas por asesinatos de líderes sociales
Habrá consejos de seguridad en los municipios más afectados. Fiscalía iniciará investigaciones.
El presidente Juan Manuel Santos anunció este martes las medidas por la serie de asesinatos hacia líderes sociales
que se han presentado en los últimos meses.
Según el mandatario, estos hechos muestran la fragilidad del cese del fuego con las Farc y la necesidad de implementar el acuerdo de paz.
«Esta incertidumbre va aumentando los riesgos y por eso la urgencia de tomar las decisiones. Es urgente pasar a la siguiente fase: el agrupamiento de las Farc en las zonas veredales de transición. ¿Para qué? para garantizar el cese del fuego y dar también las garantías a todos los ciudadanos», precisó Santos.
El Presidente afirmó que ordenó intensificar la implementación de las medidas del cese del fuego, en especial, en las zonas más afectadas por el conflicto.
«La Fiscalía está acelerando su labor investigativa para esclarecer cada uno de los casos y determinar quiénes fueron los responsables», indicó Santos.
Así mismo, Santos anunció que le pidió la Unidad de Protección de Personas que se reúna para examinar la situación de seguridad y para priorizar los esquemas para ver quiénes realmente tienen riesgo.
Además, miembros del Gobierno y la Fiscalía se reunirán semanalmente en consejos de seguridad en los municipios que están siendo más afectados.
«Es importante que se reúnan estos consejos con los respectivos alcaldes para hacer seguimiento a la situación», precisó Santos.
Agregó que convocará a una reunión de seguridad con los Gobernadores de los departamentos más afectados como Cauca, Nariño, Caquetá, Meta y Norte de Santander.
Las declaraciones de Santos se da tras una reunión con el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien además encabeza la comisión de alto nivel encargada de analizar la crisis por estos asesinatos, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, representantes de la Policía, entre otros.
El hecho violento más reciente contra un líder social en el Cauca se registró en la noche del 19 de octubre en Corinto. Ese día, desconocidos tocaron la puerta de la casa de Esnéider González, integrante de la Asociación de Víctimas Arte, Paz y Vida (Arpasavi), y cuando él abrió le dispararon a quemarropa y huyeron con rumbo desconocido. González logró resistir ante las heridas y se recuperó en una clínica de Cali.
(Además: Preocupación por líderes sociales asesinados en Meta y Caquetá)
Tres días antes, el 16 de octubre, en el municipio de La Sierra, sur del departamento, a plena luz del día, sicarios ultimaron a Yímer Chávez Rivera, integrante de la Organización para el Desarrollo Urbano y Campesino (Ordeurca).
Para diversos sectores sociales, estos asesinatos podrían torpedear la implementación del acuerdo de paz alcanzado con las Farc el pasado 12 de noviembre.
Tomado de: ELTIEMPO.COM
¿Hasta cuándo vamos a seguir mendigando la salud en Colombia?
En Colombia, los servicios de salud no se están contratando por calidad, sino por tarifa.
Los casos de un adulto de Medellín y un niño de Cartagena son una muestra de la triste realidad.
Por: JUAN GOSSAÍN |
Aquí estoy, otra vez, con mi cantaleta sobre el sistema colombiano de salud. Ustedes perdonen, pero es que la situación, lejos de mejorar, se pone cada día peor.
De grandes ciudades, pueblos perdidos y caminos vecinales me llegan cartas manuscritas, mensajes electrónicos o simples recados de boca en boca, a través de ‘radio bemba’, como dicen en el Caribe. La gente, desamparada, busca con desesperación que alguien le ayude. Y mi obligación moral consiste en oírlos, porque, como ya he dicho mil veces, un periodista no es más que la voz de los que no tienen voz.
A manera de pequeño ejemplo, y para que ustedes midan el tamaño que ha cogido este problema, entresaqué dos de los muchos casos que me llegan: el de un adulto de Medellín y un niño de Cartagena. Son paradigmas. Apenas un par de muestras de la triste realidad que se repite diariamente a todo lo ancho y largo de Colombia. Y a lo profundo, también.
El niño sordo
Tiene la mala suerte de ser un buen estudiante. Así como lo oyen. Pero él no puede oírlo porque nació sordo.
Se llama José Gabriel, tiene nueve años y vive con su madre y sus tres hermanitas en un barrio popular de Cartagena. Cuando apenas había cumplido cuatro meses, le descubrieron que tenía una deficiencia auditiva y que, con el paso del tiempo, se quedaría completamente sordo. Como su madre había tenido el cuidado de afiliarlo a una empresa prestadora de salud, las famosas EPS, le pusieron un implante coclear. Dicho en términos sencillos, se trata de un pequeño dispositivo electrónico que se instala en la cabeza, a través de una cirugía, para que los sordos puedan escuchar.
Con grandes esfuerzos, y una disciplina admirable, José Gabriel se convirtió en un excelente estudiante al que le encantaban la actividad escolar, la compañía de sus amigos, las clases de historia, los juegos y recreos.
Pero su doloroso camino hacia el calvario comenzó hace más de un año. Todavía lleva la cruz a cuestas.
Como suele suceder con esa clase de aparatos, después de siete años de uso las piezas externas del implante se fueron gastando, deteriorando, sucumbiendo a la humedad del ambiente. Eso es normal. Lo anormal, en cambio, es la historia que empezó a continuación.
De Herodes a Pilatos
Su madre, que se llama Zenith Benítez, fue hasta las oficinas de la Nueva EPS y allí le dieron una cita con la doctora especialista, que examinó al niño y, de inmediato, ordenó por escrito que se procediera a renovarle el implante electrónico.
En la EPS nunca cumplieron la orden médica. Como si fuera poco, también le suspendieron al niño las terapias de rehabilitación que venía recibiendo. El segundo médico que atendió a José Gabriel le dijo a la madre, con una franqueza demoledora, “que él no se atrevía a ordenar la renovación del aparato porque eso es muy caro y se ganaba un problema con la EPS. Me aconsejó que mejor hablara con ellos directamente”.
Zenith lo hizo, pero entonces le respondieron con un peloteo: le dijeron que el doctor era el único que podía dar esa orden y el doctor decía que era la EPS. La estaban zarandeando de Herodes a Pilatos y de Pilatos a Herodes, pero ella no se dio por vencida y volvió adonde el médico. Lo hizo dos, tres, cuatro veces más. Nunca le dieron la nueva orden por escrito.
Espera y desesperanza
Fue entonces cuando la madre, que es una mujer luchadora y resuelta, resolvió contarle la historia completa al diario cartagenero El Universal.
Una vez aparecida la noticia, de la EPS la llamaron para decirle que debía viajar de inmediato con su hijo a Barranquilla, donde los estaban esperando para resolverles el problema. Ambos volvieron a sonreír, se pusieron sus mejores atuendos y marcharon contentos. Al llegar a Barranquilla, les dijeron de manera brutal: “Ustedes no tienen cita aquí”. Y se negaron a atenderlos.
–Usted no es madre, ¿verdad?
Ahora tengo oportunidad de hablar con ella y me cuenta que hace un mes le llegó un mensaje a su celular, en el que la EPS le mandaba decir que ya habían aprobado el nuevo implante. Que aguardara instrucciones.
–A partir de ese momento –dice– dejaron de contestar mis llamadas. Todavía estamos esperando el aparato.
Un mar de lágrimas
El niño no ha podido volver al colegio desde enero. Su madre, estremecida, con una mezcla de indignación y de dolor, me describe la escena que ocurre en su casa desde entonces, cada mañana, de lunes a viernes, cuando despunta el día.
José Gabriel es el primero que se levanta. Se baña, se viste por sus propios medios, agarra el bolso de estudiante, cargado de cuadernos y lápices, como si fuera una ceremonia sagrada para asistir a la escuela, y se sienta en la puerta de la calle. Cuando sus hermanas salen, rumbo al colegio, empieza a llorar en silencio, viéndolas alejarse.
–Al principio yo me sentaba a su lado para consolarlo– confiesa la madre–. Pero ahora somos dos los que nos sentamos a llorar…
En Medellín
Ocurrió hace cuatro meses, el viernes 22 de julio, cuando eran las tres de la tarde. Mientras José Gabriel y su mamá andaban por Cartagena tocando de puerta en puerta, en busca de una solución para la sordera, en Medellín el señor Carlos Pizarro Díaz, que también estaba al día con su seguro de salud, fue internado en la antigua Clínica Saludcoop de la 80. Estaba a punto de cumplir 74 años.
Allí le diagnosticaron cálculos en la vesícula y le aplicaron medicamentos para eso. Aunque parezca insólito, los responsables de la clínica se excusaron diciendo que no disponían de los elementos quirúrgicos necesarios para operarlo.
Pasaron tres días más. Solo el lunes 25 descubrieron que, en realidad, se trataba de un ataque agudo que le reventó el apéndice. Entonces lo llevaron al quirófano, de urgencia, pero ya la peritonitis había avanzado tanto que le afectó los órganos internos: el hígado, los pulmones, el intestino.
Como si al pobre señor Pizarro le faltaran más desgracias, en la sala de cirugía agarró una severa invasión de bacterias. En medio de tantos infortunios, murió el 9 de agosto.
Demanda y costos
Su hermano Gonzalo Pizarro me escribe para explicar que, ante esos hechos, la familia resolvió entablar una demanda penal “porque consideramos que hubo negligencia profesional desde el momento de su ingreso, ya que no fue diagnosticado ni tratado correctamente: no era la vesícula, era una apendicitis que se volvió peritonitis, y cuando por fin lo atendieron, ya era demasiado tarde”.
Como ustedes lo saben, porque se ha informado ampliamente, el Estado colombiano intervino a Saludcoop por malos manejos. Desde ese día, la EPS completa, incluyendo sus clínicas, está en poder del Gobierno. Entonces salgo a buscar gente que conozca el tema para que me explique qué es lo que está pasando.
–La verdad es que en Colombia los servicios de salud no se están contratando por calidad, sino por tarifa. Es decir: a la baja –me responde uno de ellos–. No gana el mejor, sino el que cobre más barato.
En ese momento hago una pregunta que parece obvia: ¿y no hay autoridades que midan y califiquen la calidad de los servicios?
–Ay, mijito –me contesta otro, con un tono burlón, como si yo fuera el idiota más ingenuo del mundo–. El principal objetivo de nuestro sistema de salud no es el paciente, sino el dinero. Eso lo deciden la cantidad de intereses económicos que hay en el tema.
Sin controles
Por aterradora que sea, la verdad es esa: los controles a la calidad de los servicios de salud no están operando. Y no solo en el ámbito nacional sino, incluso, en las regiones.
En cada municipio o departamento, las leyes les confieren a las secretarías de salud las mismas facultades de inspección y vigilancia que tiene la Superintendencia de Salud en todo el país. Nada de eso se está cumpliendo.
Las propias EPS tampoco controlan la calidad ni la seguridad de los servicios que ellas mismas contratan. Solo los precios. Todo eso significa, simplemente, que contratan siempre lo más barato. Y, en consecuencia, el nivel de atención al paciente sigue bajando.
Sin embargo, el Estado y las EPS se llenan la boca diciendo que, en este momento, hay 46’210.000 colombianos afiliados al sistema de salud.
Es verdad. Es casi el país entero. Es el 96 por ciento de la población, nada menos. Pero es que el problema no es de cantidad, sino de calidad. No es tanto afiliarlos, sino atenderlos. Y atenderlos bien. Por lo menos a tiempo.
Epílogo
–Casos como este debe haber por cientos –me dice una experta cuando revisamos la hoja clínica del señor Pizarro–. Personas llenas de vida entran a cirugías elementales y salen muertas.
Lo más triste de estas historias es eso: que no se trata de casos excepcionales o aislados. Ni mucho menos. Quién sabe cuántos niños como José Gabriel andan por ahí, en calles y caminos, en barrios y escuelas, mendigando un servicio médico al cual tienen todo el derecho, porque para eso están pagando su afiliación. No es un favor, es un derecho. Y quién sabe cuántos adultos más, como Carlos Pizarro Díaz, han muerto por culpa de la indolencia, que causa peores estragos que el cáncer.
JUAN GOSSAÍN
Especial para EL TIEMPO
La urgencia de la implementación
ONU dice que grupos posparamilitarismo están ocupando espacios de las Farc
Representantes de comunidades del Pacífico hicieron un llamado al Gobierno para que comience cuanto antes la implementación del acuerdo de paz suscrito con las Farc y se eviten situaciones que pongan en riesgo su seguridad.
Por Marcela Osorio Granados/@marcelaosorio24
Tras suscribir finalmente un nuevo acuerdo de paz que incluyera varias de las propuestas e inquietudes de los sectores de oposición, el Gobierno debe concentrar ahora sus esfuerzos en lograr su refrendación para dar inicio cuanto antes a la implementación de lo pactado en La Habana con las Farc. Y sobre el tema hay urgencia. No sólo porque el cese el fuego bilateral y definitivo es frágil —como lo han sostenido en múltiples ocasiones los plenipotenciarios del Gobierno y como quedó demostrado en parte con el incidente de este miércoles en el sur de Bolívar—, sino también porque en los territorios comienzan a verse los riesgos y las consecuencias de la falta de acción.
Así lo dejó claro ayer el representante de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia, Todd Howland, quien aseguró que la principal preocupación del organismo es lo que está sucediendo en términos de seguridad en las zonas de las que han salido las Farc —por cuenta del cese de hostilidades y el preagrupamiento—, a donde están llegando diferentes organizaciones criminales que se disputan las economías ilícitas.
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“Estamos observando en terreno que hay muchos grupos criminales posparamilitarismo que están entrando de varias partes del país. Hay un problema real que existe hoy en día en razón de un incremento de violencia en diferentes regiones, por falta de implementar los acuerdos de manera integral. Las Farc están agrupándose y están dejando vacíos de poder sin que se hayan transformado las economías ilícitas. La no implementación de este acuerdo está generando costos reales para la gente que vive en estos territorios”, denunció Howland e insistió en que la ventana de oportunidades para transformar la realidad de las comunidades se está cerrando.
Durante una rueda de prensa que contó con la participación de representantes de diferentes comunidades del Pacífico, el representante de la ONU especificó además que su oficina ha identificado varias zonas específicas en las que este fenómeno se está dando con claridad, como en la zona que va desde Tumaco (Nariño) hasta Guapi (Cauca) y la que comprende el departamento de Chocó incluso hasta el Urabá y Tierralta (Córdoba). “Todas estas zonas tienen movimientos en razón de vacíos de poder. En varias partes donde las Farc tenían presencia, como en El Bagre o Remedios, ahora hay espacios de confusión sobre quién tiene el poder e influencia, y eso está generando factores de violencia. Estas áreas tienen una relación fuerte con economías ilícitas y ese es el problema de la falta de implementación de los acuerdos”, explicó.
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Para Leyner Palacios, representante del comité de víctimas de Bojayá, es evidente el estado de vulnerabilidad en el que se encuentra actualmente el proceso, por lo que se requieren decisiones urgentes. “Cada día que pasa es una amenaza. En Bojayá estamos expuestos a que se presenten situaciones como las del sur de Bolívar, e incluso otras mucho más graves, y eso es lo que queremos prevenir”, sostuvo.
El líder aseguró que las víctimas y comunidades de Chocó se sienten identificadas con el nuevo acuerdo alcanzado en La Habana e hizo un llamado a los sectores de oposición que votaron no en el plebiscito por la paz para que entiendan que, si bien esta paz no es perfecta, es la base para comenzar. “Somos conscientes de que no es un acuerdo perfecto. Nosotros mismos hicimos propuestas que quizá no fueron incluidas, pero esta es una negociación y no podemos pensar que nos van a satisfacer todo lo que queremos. Aquí tenemos la necesidad de superar el conflicto armado. Hay que entender el momento coyuntural y no se puede exponer a otra gente a que, por los caprichos y deseos de que nos incluyan cosas, tengan que vivir situaciones como las que ya hemos vivido”, resaltó.
En igual sentido se pronunció monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó, quien puso sobre la mesa la urgencia de que entren en vigencia los puntos acordados en La Habana entre los equipos de paz de Farc y Gobierno. “Creemos que la paz es posible, urgente y necesaria. Es mucho más humano y políticamente correcto que ese acuerdo sea implementado lo más pronto posible. Este territorio ha sido particularmente afectado tanto por el conflicto armado como por el conflicto social y la violencia urbana que se está viviendo en este momento. Hay que empezar a ver esta paz desde una perspectiva más amplia que requiere de la acción del Estado y la sociedad civil”, señaló el obispo.
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De ahí la importancia de que el proceso de construcción de paz surja desde los territorios y se nutra del trabajo entre lo local y lo nacional, como lo señaló Yuli Palacios, representante de la corporación Pacipaz. Para ella, la clave del éxito está en que se articulen todos los procesos con las comunidades, pues es claro que existe “un divorcio entre el liderazgo central con los procesos que se llevan a cabo en las comunidades. Por eso queremos pedirle al pueblo colombiano solidaridad con todas las comunidades que han sufrido los embates de la guerra para que todos nos podamos reconciliar realmente en este contexto de implementación de los acuerdos”.
Un llamado al que se unió Leyner Palacios, quien calificó de injusto que aquellos que no han vivido en carne propia los rigores de la guerra tomen decisiones trascendentales que afectan directamente a las poblaciones que por años han tenido que enfrentar las consecuencias del conflicto armado. Desde su punto de vista, el abandono y la discriminación histórica que ha vivido Chocó son tan patentes que se vieron reflejadas incluso en la misma jornada electoral del plebiscito por la paz.
“Nuestras víctimas decían que querían votar por el Sí, pero la gente no llegó a las urnas porque no había condiciones para acceder al derecho al voto. Nuestras comunidades no pudieron opinar porque en muchos casos los puestos de votación quedaban a tres días de camino. No es justo que una población que ve esto por televisión decida sobre una situación y una realidad que nosotros vivimos día a día. No podemos condenar a nuestros hijos a que sigan viviendo la guerra que nosotros padecimos”, concluyó Palacios.
Tomado de El Espectador.com
Las lecciones que deja Trump
No puede ser que el rechazo a las élites en EE. UU. llevara a elegir a un magnate cuyo retrete es de oro; que el nuevo líder del obrero gringo sea un dueño de rascacielos que no paga impuestos; que el héroe del hombre común piensa recortar los programas de asistencia social y reducir los impuestos de los ricos; y que el presidente de la superpotencia mundial, con el mayor arsenal de armas nucleares, tenga la madurez de un mocoso que no tolera que le critiquen su peinado.
Por: Juan Carlos Botero
Por eso no entiendo que luego de ocho años de obstrucción y una conducta temeraria y antipatriótica, motivada por el racismo y el odio a Obama, el Partido Republicano no sólo no fuera castigado sino que fuera premiado en las urnas. Y tampoco entiendo que muchas mujeres y muchos latinos hayan votado por Trump. O sea, ¿qué tenía que hacer, o que más tenía que hacer ese tipo para que no votaran por él? Los insultó, amenazó, redujo a un estereotipo peligroso y vulgar, ¿y lo apoyaron? Como dijo Kundera: parecen aliados de sus propios sepultureros.
Aun así, lo peor es saber que la democracia, que siempre he considerado un valor absoluto, ha sufrido un guantazo de desprestigio, porque en menos de seis meses tres votaciones libres han atentado en contra de la cordura y el bien común, como pasó en Inglaterra con Brexit, en Colombia con el No, y en EE. UU. con Trump.
No obstante, quizás lo único bueno de estas elecciones es que refrescan cosas esenciales, las que no se deben olvidar. Por ejemplo: que jamás debemos aceptar lo inaceptable. Que las mujeres no son objetos y las charlas vulgares de camerinos no son bromas inofensivas, sino que toleran el abuso e incitan el atropello sexual. Que votar importa, y no votar es permitir que otros (con otros valores y principios) decidan tu vida. Que una cosa es tener el poder y otra es tener la razón. Que la verdad es frágil, y que los hechos verificables existen y no se pueden cambiar por opiniones disfrazadas de certezas. Que el racismo exige una lucha sin fin, que a lo mejor nunca se podrá erradicar, pero si no se combate siempre se podrá multiplicar. Que no es lo mismo una mujer culpable de un delito que una a la que le arrojan barro a manotadas para luego decir: Miren cómo es de sucia. Que si la madre de una niña vota por un misógino está validando la conducta en contra de la cual ella ha luchado toda su vida. Que el padre de un gay no puede apoyar a un homofóbico ni a su vicepresidente que desea penalizar el homosexualismo. Que taparse los ojos frente al calentamiento global no constituye una estrategia política. Que la democracia, en este tiempo de redes sociales sin control, es vulnerable a la mentira y a la demagogia más barata. Que una cosa es ganar una contienda electoral, y otra muy distinta es ganar un debate ético. Que defender la justicia enaltece y aplaudir el infundio envilece. Que es mejor demostrar grandeza en la derrota que pequeñez en la victoria. Que el futuro se puede construir con verdades o con engaños, y por eso es tan delicado. Que nada duele tanto como perder teniendo la razón, y nada es menos digno que ganar usando la infamia. Que con la democracia no se juega, porque los efectos pueden ser ruinosos. Que los triunfos, si no son morales no son triunfos. Y que los países, al igual que las personas, también se pueden suicidar.
Tomado de El Espectador.com
La hora de la verdad
Llegó la hora de las definiciones. Ya vamos a saber si es cierto que los líderes del No quieren la paz.
Por: Patricia Lara Salive
Ya el presidente y los negociadores escucharon al país (los voceros del No que se opusieron a algunos puntos del acuerdo pero que insistieron en que sí quieren la paz, los voceros del Sí, los empresarios, las víctimas, los militares, los pastores y hasta el exprocurador Ordóñez, que no se sabe en representación de quién actúa como jefe de fuerza política).
Ya las Farc entendieron que el país quería modificaciones, y mostraron realismo político y deseos de paz al aceptar hacer cambios en 56 de los 57 temas que les llevó el Gobierno.
Ya, en el nuevo acuerdo, se les dio gusto a todos, en casi todo: a las víctimas se les complació en que las Farc entreguen sus bienes para utilizarlos en su reparación; a los militares se les reiteró que si contribuyen con verdad y reparación pueden obtener beneficios incluyendo la excarcelación o la terminación de sus procesos por hechos relacionados con el conflicto; al expresidente Pastrana se le aceptó que los jueces de la justicia transicional sean nacionales, que los responsables de delitos graves sean recluidos en zonas con restricción de la movilidad, que el tiempo de duración de la Jurisdicción Especial para la Paz tenga un límite, que los de las Farc (y los demás) que se presenten ante la Justicia Especial de Paz entreguen toda la información relacionada con el narcotráfico, que en lo pactado haya protección plena de la propiedad privada y que el acuerdo no se incorpore al bloque de constitucionalidad; a la conservadora Martha Lucía Ramírez se le complació en que la financiación del partido que surja de las Farc sea igual a la de los demás partidos y en que la guerrilla no participe en la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad; a Ordóñez y a los pastores se les aceptó eliminar cualquier ambigüedad sobre ideología de género; y al senador Uribe se le dio gusto en muchas cosas: en reiterar que el gobierno puede fumigar los cultivos ilícitos, en tranquilizar a los empresarios con que no se va a afectar la agroindustria en el campo, ni se va a expropiar a los latifundistas por la vía del Fondo de Tierras, ni mediante el catastro se les van a aumentar los avalúos y, por consiguiente, los impuestos, ni van a ser víctimas de cacería de brujas por haberles pagado extorsiones a paramilitares o guerrilleros.
¡Si quieren más que les piquen caña!, como dice el dicho.
En lo que sí no se les pudo dar gusto fue en lo obvio, es decir, en lograr lo que ellos no consiguieron en sus 12 años de gobierno (cuatro de Pastrana y ocho de Uribe): que las Farc se rindieran, pagaran la pena tras las rejas y sus jefes desistieran de hacer política e ir al Congreso.
Los expresidentes no pueden poner como requisito que se incluya en el nuevo acuerdo lo que ellos no lograron hacer.
Por fortuna, se sabe que el diálogo de tres horas entre Santos y Uribe fluyó bien y que “fue el de dos hombres de Estado empeñados en buscar el bien del país. Uribe es otro ante la galería”, dijeron las fuentes. De hecho, el senador se comprometió a estudiar el texto y antes de ayer dijo que acepta participar en una sesión especial del Senado para que los miembros del Congreso expongan sus observaciones y se llegue a un consenso nacional sobre el acuerdo.
Es que Uribe sabe que quedar de culpable de que se desbarate la paz es un estigma con el que ningún político sensato quisiera acabar sus días.
www.patricialarasalive.com
@patricialarasa
Tomado de El Espectador.com
¿Después de la paz qué?
Una vez superados los escollos que trajo el proceso de paz, todo aquello que implica un rotundo cambio tendrá más opciones que lo ofrecido por nuestro desvencijado mundo político.
¿Humo blanco? No he tenido el valor de leer las 310 páginas del nuevo acuerdo anunciado por el Gobierno. Creo, sí, que algunos sustanciales ajustes propuestos por los voceros del No, e incluso por representantes de las altas cortes y partidarios del Sí, fueron tomados en cuenta. Con la esperanza de alcanzar un real acuerdo nacional, Uribe espera que sus últimas observaciones sean atendidas. Y tiene razón, pues tras el resultado del plebiscito no bastaba un consenso Gobierno-Farc, anunciado con bombos y platillos en busca de un engañoso efecto internacional, sino un nuevo acuerdo aceptado por los vencedores del No. Desde luego, como bien lo ha dicho Jaime Castro, este no es un nuevo acuerdo, sino un nuevo texto del viejo acuerdo al que se le hicieron ajustes y precisiones sin cambios de fondo. Pero lo cierto es que no hay espacio político ni temporal para una nueva y larga negociación. Queda, además, por resolver cómo se va a refrendar y a implementar el nuevo acuerdo.
Doblada esta página, creo que lo que corresponde es mirar hacia adelante, hacia el incierto futuro que nos depara el 2017. Si tomáramos en cuenta los alentadores anuncios de Santos que día tras día recoge la prensa y la abrumadora propaganda oficial, estaríamos pisando el umbral de un nuevo país, el país de las maravillas. Todo es positivo. Baja el desempleo; la educación avanza al ritmo de Ser Pilo Paga; la salud supera, al fin, los tropiezos de siempre; miles de viviendas se construyen para los más pobres; la infraestructura en marcha está cambiando la fisonomía del país y la economía se repone de los bajones que ha sufrido. ¿Qué más se podría pedir?
Sin embargo, la mayoría de los colombianos no piensa lo mismo. La inseguridad hace cotidiana presencia en campos y ciudades. Pobreza y desempleo saltan a la luz en cada esquina. La temida reforma tributaria ensombrece aún más el panorama; el probable aumento del IVA al 19 % afectará, dígase lo que se diga, la canasta familiar. Y si a lo anterior le sumamos el desprestigio de la clase política y los escándalos de corrupción que se asocian a ella, es muy probable que en las elecciones del 2018 se produzca en los electores rasos un fenómeno similar al sucedido con el brexit en el Reino Unido, el plebiscito en Colombia y las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
Vamos a asistir a un carnaval de candidatos donde los nombres van a tener más protagonismo que los partidos. Los conservadores quizá serán llamados por sus directivas a votar por el candidato de la Unidad Nacional, que seguramente será Humberto de la Calle. Pero el conservador del común podrá sentirse más atraído por Marta Lucía Ramírez o por el exprocurador Alejandro Ordóñez. Mientras tanto, el Partido Liberal, bajo la influencia de Serpa y Samper, bien puede inclinarse por un candidato propio. Por supuesto, Germán Vargas Lleras será el rival con más opciones para llegar a la segunda vuelta. La izquierda, de su lado, se verá abocada a mover sus militantes a favor de Jorge Robledo o de Gustavo Petro. Es decir, entre un ideólogo ortodoxo y un populista fiel seguidor del chavismo.
Entre tanto, no se sabe quién será el aspirante del Centro Democrático ni cuál será la fórmula para elegirlo. Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo e Iván Duque Márquez se disputan el beneplácito de su partido. Finalmente, Sergio Fajardo aparece en este abanico electoral como el perfecto candidato independiente.
Por el momento, hasta las encuestas son inciertas. Una secreta aspiración de cambio, ajena a la clase política tradicional, es el motor que sigilosamente empuja al elector a jugar una inesperada carta.
Por eso, una vez superados los escollos que trajo el proceso de paz, todo aquello que implica un rotundo cambio tendrá finalmente más opciones que lo ofrecido por nuestro desvencijado mundo político.
Plinio Apuleyo Mendoza
Columnista de El tempo.
“Exámenes médicos dejan ver un mejor escenario posible”: Santos
El presidente Santos el martes cuando se refirió a los exámenes a los que fue sometido en Estados Unidos este jueves. Presidencia
El mandatario finalizó este jueves los exámenes a los que se estaba sometiendo en Estados Unidos.
El mandatario colombiano Juan Manuel Santos finalizó durante la tarde de este jueves los exámenes médicos que se estaba realizando en la ciudad de Washington en Estados Unidos.
El fin de los análisis era detectar cualquier indicio de cáncer en el presidente.
Examenes terminados. Resultados finales semana entrante. Gracias a Dios dejan ver mejor escenario posible.
Según publicó Santos, los resultados saldrán la próxima semana.
“Gracias a Dios dejan ver mejor escenario posible”, escribió el presidente en su cuenta de Twitter.
El mandatario se realizó una prueba de PSA, que sirve para medir los niveles de la proteína antígeno prostático específico, producida por la glándula prostática.
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Cabe recordar que Juan Manuel Santos fue sometido en el 2012 a una intervención en la que se le extirpó un tumor de la próstata.
Tomado de El Heraldo,de Barranquilla.
TODO ESTÁ CERRADO
Francisco de Paula Santander nos notificó que solo las leyes nos darán la libertad, pero nosotros tomamos esas palabras a nuestra manera, según las conveniencias.
Después de cuatro años de largas, agotadoras y finalmente reconfortantes negociaciones, logramos un acuerdo con las Farc para sellar la paz que venimos persiguiendo desde hace medio siglo. Pero llegaron la politiquería, el populismo y las mentiras a torcer la voluntad popular. Al final, se salvó el proceso, gracias a la generosidad de Presidente Santos, que admitió introducir modificaciones al documento inicial. De las 297 páginas, que muy pocos leyeron, pasamos a 310, que muy pocos leerán.
El uribismo sigue saboteando. Elude la paz, no permite que logremos una reconciliación. Quiere que continuemos en guerra, que nuestro ejército se desgaste en una lucha estéril y que nuestra población se mantenga en vilo.
Ese grupo político se adueñó del ¨no¨, y de las víctimas, sin permiso de nadie. Los mismos ¨noistas¨, lo han desautorizado y han aceptado, por acertadas, las modificaciones introducidas al documento original. Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que quiere el ¨caballista del ubérrimo¨. Lo único que admitiría sería algo parecido a lo que firmó con los paras, solo con su rúbrica, sin plebiscito, sin Congreso, sin Dios y sin ley. A su manera.
Santos, un demócrata a carta cabal, ha admitido todo. Las Farc, a las que detesta Uribe, han cumplido su palabra. Hasta cierto punto, han respetado la tregua. Están ¨acuarteladas¨ a la espera de que se ponga en práctica la paz, para empezar a pagar las penas que se les aplique y para ingresar al campo político, sin armas y sometiéndose a las normas de la democracia.
El Uribismo, entre tanto, sigue al acecho, para torpedear el anhelo de un país y de un mundo que aspiran a la reconciliación. No perdona que, a un presidente que sacrificó su prestigio, para darle paz a Colombia, le hayan otorgado el Nobel de Paz. Además, ha montado la paz sobre las elecciones del 2018. Aspira a volver al poder con un comodín al que manejará Uribe. Poco le importa la paz, busca la guerra.
Esa la razón de sabotear la puesta en marcha de los acuerdos logrados con una guerrilla que ha admitido casi todo lo que el uribismo, apoderado de todo el no, la exigido.
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NEGRO: La mala hora que vive la Selección.
Guerrilleros de las Farc habrían muerto en combate con el Ejército
Foto: El Espectador
El jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, reveló que hubo combates entre la guerrilla y la Fuerza Pública en el sur de Bolívar. El incidente podría significar una violación al cese bilateral del fuego decretado desde octubre de este año.
En entrevista con Noticias Caracol, el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, sostuvo que es necesario que se empiece a implementar cuanto antes el acuerdo final de paz con las Farc. Según el exvicepresidente, el estado de incertidumbre pone en situación de alta fragilidad el cese bilateral del fuego y las hostilidades acordado por las partes.
Asimismo, De la Calle reveló que la muestra de esa fragilidad fue un episodio ocurido hoy en el Sur de Bolívar, donde unidades del Ejército se enfrentaron a un grupo de guerrilleros, lo que podría producir una dificil situación en la mesa de diálogos de La Habana.
«Hubo combates en el sur de Bolívar. Han muerto unos guerrilleros que se dice pertenecen a las Farc. El Ministerio de Defensa dice que estos guerrilleros estaban bastante alejados de la zona de preagupamiento y que allí había una operación de carácter delincuencial. Acabo de hablar con el señor Iván Márquez, quien sostiene que iban camino a la zona de agrupamiento. Ahí hay una discrepancia de narrativas. No importa, pero lo importante es la lección: que sí es frágil, que no podemos demorarnos”, explicó el exvicepresidente.
De igual forma, trascendió que el Ejército y el Ministerio de Defensa preparan un comunicado para explicar lo ocurrido. Ya que este episodio podría ser generar tensiones muy difíciles entre los delegados del Gobierno y las Farc. De estos últimos se espera un pronunciamiento en las próximas horas.
Manifestaciones en Bogotá en apoyo del nuevo acuerdo de paz.
El equipo negociador advierte de que no hay espacio para incluir cambios en el acuerdo. Sin embargo, la oposición pide tiempo para analizar y aprobar lo acordado.
Los colombianos salieron este martes (15.11.2016) a las calles en apoyo al nuevo acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC. Es la cuarta manifestación que organizan los estudiantes universitarios desde que se bloqueó la aprobación del anterior acuerdo tras el plebiscito del 2 de octubre. Los manifestantes se congregaron en el Planetario Distrital y marcharon hasta la céntrica Plaza de Bolívar.
«Por un lado, es un gesto de alegría por tener un nuevo acuerdo, más incluyente, más claro y mejor que el pasado», explicaba Alejandro Franco, uno de los promotores de la marcha. «Y en segundo lugar, y yo creo que más importante, es darle a entender a la opinión pública que la ciudadanía que ha marchado y se ha manifestado en tres ocasiones pasadas está acá para quedarse», afirmó.
La ministra de Trabajo, Clara López, asistió a la manifestación para exigir la implementación rápida del nuevo acuerdo de paz. «Ya se ha dado un importantísimo paso. Hay un segundo acuerdo con una cantidad enorme de las inquietudes del ‘no’ incorporadas, lo que nos muestra un nuevo consenso nacional mayoritario», aseveró. Su gobierno afirmó previamente que el nuevo acuerdo es definitivo: «Este es el acuerdo final, realmente lo que sigue es una discusión sobre refrendación», dijo el jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle.
Para él, «realmente no hay espacio para una nueva negociación», después de incorporar un 80% de las peticiones de los promotores del ‘no’ en el plebiscito. El alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, que formó parte del equipo negociador del Gobierno, destacó la actitud de las FARC en la renegociación: «Aceptaron una cantidad de cosas que no es fácil para una guerrilla aceptar», dijo. Sin embargo, el expresidente colombiano y jefe del partido opositor Centro Democrático, Álvaro Uribe, pidió un «plazo prudente» para examinar el nuevo acuerdo. Y pidió que no se lo considere «definitivo» hasta que sea aprobado por las fuerzas sociales.
LGC (EFE / dpa)