Premio Fasecolda al periodismo de seguros en “Seguro de desempleo con intereses de cesantías, ¿cómo funcionaría?” el periodista hace un análisis sobre la importancia de la adopción de un seguro de desempleo. El jurado destacó la buena redacción, la profundidad y la diversidad de fuentes que reflejan las posiciones frente a este tema.
Está pendiente la renovación urbana de la zona. Unos 550 habitantes de calle reciben atención.
Seis meses después de haber intervenido la olla del ‘Bronx’, considerada el centro de tráfico de drogas y armas más grande que tenía el país, el resultado más visible es el de 550 habitantes de calle que están en proceso de atención en centros de ayuda transitoria.
“Luego de la recuperación de la llamada ‘L’, tuvimos problemas con los habitantes de calle, pero hoy la percepción de seguridad cambió y hace tres meses logramos controlar definitivamente a estas personas”, asegura Daniel Mejía, secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia.
El funcionario se refiere al enfrentamiento que se produjocon los residentes y comerciantes de barrios como La Estanzuela y Alquería, adonde se desplazaron masivamente los habitantes de la calle después del 28 de mayo, cuando la Policía ingresó y desalojó el expendio de drogas del ‘Bronx’.
Ese día, y los subsiguientes en los que se mantuvo el operativo, se rescataron 150 niños que eran explotados sexualmente y en la zona fueron identificadas 2.053 personas habitantes de la calle que reconocieron que vivían en el lugar, conocido como la ‘L’, entre las calles 9.ª y 10.ª, entre las carreras 15 y 15A.
Luego de la recuperación de estas cuadras, los habitantes de calle se dispersaron por las vías del barrio La Estanzuela; la olla de ‘Cinco huecos’, ubicada detrás del colegio Agustín Nieto Caballero; la plaza España y, por último, se bajaron al caño de la calle 6.ª con carrera 30. El comercio y los residentes vivieron varias semanas de tensión, y en algunos casos, ataques directos, por la presencia de los habitantes de la calle.
Residentes del barrio donde se ubica el ‘Bronx’ le manifestaron a EL TIEMPO que sí ha bajado la presencia de estas personas; sin embargo, en las horas de la madrugada se les puede observar durmiendo en algunos andenes y durante los fines de semana su presencia en el día es más notoria. También destacan que los malos olores se han ido del sector y se siente más tranquilidad. Muchos coinciden en decir que no es fácil la recuperación, ya que el sector estuvo abandonado por muchos años.
“Ya no hay aglomeraciones grandes de habitantes de la calle, gracias a que Integración Social e Idiprón hacen su trabajo y los ayudan en su recuperación”, señala Mejía, quien advierte que los jueces han fallado a favor de la Alcaldía siete de las ocho tutelas que se interpusieron contra la Administración por parte de los residentes que querían la salida definitiva de estas personas del entorno de sus barrios.
“En estas tutelas piden que debemos llevarnos a la fuerza a estas personas y lo que han dicho los jueces es que la oferta del Distrito es la correcta y que estamos en el marco de la ley de habitante de la calle y política pública”, puntualiza María Consuelo Araújo, secretaria de Integración Social.
Según la funcionaria, los 550 habitantes de la calle se encuentran actualmente recibiendo acompañamiento profesional en los centros de atención transitoria y comunidades de vida. Algunos de ellos están en procesos de formación en artes y oficios, así como validando los estudios básicos en primaria y bachillerato.
Para muchos expertos, la del ‘Bronx’ ha sido una de las acciones más importantes logradas en este primer año de gobierno de la actual Administración.
El balance es positivo o negativo desde donde se quiera ver, manifiesta Patricia Bulla, coordinadora de seguridad de la Fundación Ideas para la Paz. “Si se ve que era un operativo contra el microtráfico, las capturas que se lograron fueron muy pocas, pero ese no era el objetivo y así lo dio a conocer el Secretario de Seguridad”, explica.
Para la investigadora, la intervención tenía el propósito de restablecer los derechos de unas personas que estaban siendo explotadas por el crimen organizado y utilizaban ese espacio para violar derechos y cometer otra cantidad de delitos, y restablecer así la institucionalidad.
Una de las grandes detenciones el día de la intervención, el pasado 28 de mayo, fue la de ‘Teo’, jefe de finanzas de esta estructura criminal, al igual que de los ‘Sayayines’ y personas que manejaban la explotación sexual en la zona y las ollas satélites.
“Fueron 22 personas (60 por ciento del total) las capturadas en todo este proceso. Hacen parte de la organización que se tenía identificada antes de arrancar la intervención. Algunas tienen detención domiciliaria, otras están en la cárcel y unas pocas quedaron libres”, asegura Mejía.
Entre quienes gozan de detención domiciliaria está el líder principal de la organización que dominaba el ‘Bronx’. “Se trata de Óscar Alcántara, alias Mosco, capturado en Ecuador hace unos años y trasladado a Bogotá, pero un juez le dio casa por cárcel.En el caso de su hermano ‘Homero’, sabemos que está libre por decisión de un juez”, afirma el Secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia.
Hugo Acero, analista en temas de seguridad, manifiesta que es un balance positivo desde el momento en que la Alcaldía y el secretario de Seguridad empiezan a trabajar en equipo con la Policía y la Fiscalía y otros organismos del Distrito. “Hay buenos resultados, faltaba un liderazgo del alcalde y esa coordinación con las otras entidades terminó en efectos positivos con respecto a la reducción de los homicidios y algunos hurtos en este sector”, agrega Acero.
Jairo Libreros, experto de la Universidad Externado, destacó la iniciativa como la más importante que se ha realizado en materia de seguridad en la administración del alcalde Enrique Peñalosa y en los últimos 15 años. “No solo porque enfrentó a agrupaciones criminales que dominaban el espacio público y la actividad delincuencial en este punto de la ciudad, sino que los delitos que se cometían eran una afrenta contra un Estado democrático. Hasta la fecha, las cosas han salido bien; sin embargo, la tarea no ha culminado” asegura.
Inmuebles de la zona
En efecto, una de las tareas pendientes es la renovación urbana de la zona donde funcionaba la olla. De los 36 inmuebles que hacían parte del ‘Bronx’, hoy se han demolido cinco predios en la alcaldía de Los Mártires. Las demoliciones han estado detenidas desde hace dos meses luego de que la Fiscalía hallarapartes de cuerpos humanosenterrados en estas casas.
“Van cerca de cinco cuerpos encontrados. Hoy, el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía está realizando algunas excavaciones y mientras esto no termine no podemos seguir con las demoliciones”, aseguró el secretario de Seguridad.
La Empresa de Renovación Urbana (ERU), encargada de darle una nueva cara al sector, señaló que están a la espera de que la Fiscalía termine los procesos de desenglobe de los predios para saber cuántos tienen extinción de dominio y se puedan demoler sin necesidad de comprarlos.
Algunos propietarios, residentes y comerciantes de negocios que, según ellos, funcionaban de manera legal en el ‘Bronx’, aseguraron a la Defensoría del Pueblo que no han sido contactados por el Distrito para definir su situación. Al ser consultada sobre el tema, la Administración dijo que todo el proceso se ha adelantado conforme a las leyes vigentes.
Lo último es que se está a la espera del presupuesto que se le asigne a este proyecto de renovación urbana en el Plan de Desarrollo, que es una de las prioridades de la Alcaldía Mayor.
Así fue la recuperación de esta parte del centro
En la madrugada deese sábado 28 de mayoempezó la Operación Némesis para tomarse este sector, que por muchos años fue inexpugnable. Hasta allí llegaron cerca de 2.500 efectivos que hacían parte de las fuerzas combinadas y el operativo fue coordinado por un alto oficial que participó en el bombardeo al campamento del guerrillero de las Farc ‘Raúl Reyes’, en el 2008, en Ecuador.
El balance en ese momento fue que se rescataron a cerca de 150 menores, un secuestrado y a 595 indigentes que habitaban este peligroso sector.
A esto se sumó la captura de más de 20 integrantes de las bandas que allí delinquían. La operación dejó la incautación de 30 armas de fuego y 100.000 dosis de droga, además, se pudo retomar el control de esta zona.
Entre los hallazgos que se hicieron está una casa de pique y dentro de ella, un cuarto de torturas en la cual los ‘sayayines’ utilizaban perros pitbull para atacar a las personas, en muchos casos habitantes de calle señalados de robar psicoactivos.
También se encontraron caletas en las que eran guardadas armas y cuartos que eran utilizados para la explotación sexual.
Lo que viene para este sector
Según el Distrito, la entidad encargada de la renovación de este sector es la Empresa de Renovación Urbana (ERU).
Entre los proyectos que se tienen contemplados construir en estas manzanas está el de equipamiento institucional, como la sede de la alcaldía local de Los Mártires, locales comerciales y viviendas.
La Administración habló de hacerle una invitación al Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) para que levante allí una sede estudiantil, además de un CAI de la Policía para darle seguridad al sector y un Supercade para reactivar este punto y que la gente vuelva a él. Se estima que al menos 35.000 millones de pesos se destinarán para este propósito.
La ERU entrará a trabajar de lleno una vez le entreguen los inmuebles saneados.
Vargas Llosa fue homenajeado en la feria por sus 80 años. Uno de los autores que participaron fue el colombiano Héctor Abad.
El escritor y premio nobel peruano fue una de las estrellas de la Feria del Libro de Guadalajara.
Por: EFE | 12:43 a.m. | 28 de noviembre de 2016
El escritor peruano Mario Vargas Llosa se identificó, a sus 80 años, como el último sobreviviente del ‘boom’ latinoamericano y bromeó con que es él quien tiene el triste privilegio de tener que apagar la luz y cerrar la puerta.
Vargas Llosa fue recibido por una nutrida audiencia en el marco de la 30.ª edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, ciudad del oeste de México. El nobel de literatura 2010 respondió a la ovación con un jocoso: “Son aplausos que confirman esta triste verdad”.
El autor de libros como ‘La fiesta del chivo’ y ‘El hablador’ afirmó que no se arrepiente de haber formado parte de este movimiento literario de los años 60 y 70 del siglo XX, que contó con grandes plumas como Gabriel García Márquez (Colombia), Carlos Fuentes (México) y Julio Cortázar (Argentina).
Del ‘boom’, dijo, “surgieron buenas novelas que hicieron pasar buenos ratos a buenos lectores, y de alguna manera contribuyeron a unir este mundo tan desunido que era América Latina”. Así, aunque lamentó que la fraternidad literaria de aquellos años se viera diluida por asuntos políticos, recordó esa etapa como un “momento esplendoroso” para los escritores que lo protagonizaron, quienes creían en una América Latina donde “la cultura y la literatura iban a desempeñar un papel principal”.
Vargas Llosa fue el encargado de dar la conferencia magistral de la Apertura del Programa Literario de América Latina, acompañado del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. En esta edición, la FIL, la feria literaria más importante del mundo en español, busca ser “un crisol de las manifestaciones culturales” de Latinoamérica, su invitada de honor esta vez, y con la entrega del premio de literatura en lenguas romances al escritor rumano Norman Manea.
El evento se desarrollará hasta el 4 de diciembre en la capital del estado occidental de Jalisco, con la participación de 650 autores provenientes de 44 países.
Además de la conferencia inaugural, el peruano presentó su novela ‘Cinco esquinas’. En la rueda de prensa, aseguró que el peligro inmediato mayor para América Latina es un demagogo, un inculto, populista y nacionalista en la Casa Blanca, en referencia al presidente electo de EE.UU., Donald Trump.
“Porque lo que ocurre en Estados Unidos repercute en América Latina muchísimo, y que no se diga en el caso de México, que puede ser brutalmente afectado por las políticas del señor Trump”, dijo sobre las intenciones del magnate de reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o de endurecer las deportaciones. (Lea también: Vargas Llosa cree que, sin Castro, el régimen cubano va a caer)
El escritor consideró además que el republicano Donald Trump, en el peor de los casos, puede llevar a una confrontación mundial si intenta imponer su programa. “Hay que estar preparado para lo que venga”, advirtió.
Asimismo, relacionó el triunfo electoral Trump con el de Adolf Hitler en la Alemania de los años 30. “Ha sido esa masa más bien desinformada, racista y con prejuicios, que era mucho más grande de lo que creíamos, la que lo ha llevado al poder”, dijo sobre el presidente electo de Estados Unidos.
En la feria habrá una nutrida participación colombiana con autores como Piedad Bonnett, Melba Escobar, Pablo Montoya, Laura Restrepo, Juan Gabriel Vásquez, Octavio Escobar y Luis Noriega, ganador del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.
También hizo presencia el teatro nacional, con la obra ‘Labio de liebre’, de Fabio Rubiano, que se presentó durante el fin de semana, y habrá espacio para el cine con películas como ‘Oscuro animal’, de Felipe Guerrero.
La muerte de Fidel Castro pudiera ofrecer al presidente electo Donald Trump una oportunidad para retractarse de la promesa que hizo a los electores del sur de la Florida de echar atrás el acercamiento estadounidense a Cuba.
Aunque el sábado condenó a Castro, calificándolo de “dictador brutal”, Trump también habló de un nuevo comienzo para el pueblo cubano hacia “la prosperidad y la libertad”.
“Aunque Cuba sigue siendo una isla totalitaria, mi esperanza es que hoy comience a alejarse de los horrores que ha tenido que soportar durante demasiado tiempo, y hacia un futuro en que el maravilloso pueblo cubano finalmente viva en la libertad que tanto merece”, dijo Trump.
Y a pesar de que su hermano Raúl sigue al mando del gobierno en la isla, el impacto sicológico de la muerte de Fidel no puede pasarse por alto, dijeron expertos que han pasado años estudiando la dinámica de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su muerte puede restar fuerza a los críticos más fuertes del acercamiento estadounidense a Cuba, a la vez que elimina a quien algunos analistas creen que fue el principal opositor a las reformas implementadas por Raúl Castro.
Expertos en temas cubanos como William LeoGrande, de la American University, dicen que el fallecimiento de Fidel Castro puede ofrecer a Trump una oportunidad para una postura anterior, cuando apoyaba las relaciones con la isla.
RAÚL CASTRO REVIRTIÓ VARIAS MEDIDAS EMBLEMÁTICAS DE FIDEL
“Es más fácil afinar una promesa de campaña cuando los acontecimientos cambian de esta manera”, dijo LeoGrande, coautor del libro Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana. “No hay un momento más trascendental para las relaciones entre Estados y Cuba que la muerte de Fidel Castro”.
El líder cubano llegó a pronunciar más de 2.500 discursos
Capaz de pronunciar discursos ininterrumpidos durante horas y horas, Fidel Castro dejó con su prolífica oratoria frases para la historia que marcaron el imaginario de los cubanos y crearon toda una escuela de retórica revolucionaria.
Algunos de sus biógrafos calculan que pronunció más de 2.500, la mayoría de pie y de cinco horas de duración o más. En 1959 batió el récord de nueve horas seguidas hablando.
Estas son alguna de sus frases más recordadas:
Patria o muerte, venceremos. Esta es sin duda la consigna más recordada de Fidel Castro. Así concluía cada una de sus intervenciones, un remedo del grito «Independencia o muerte», utilizado por los mambises contra el Ejército español durante la guerra de Independencia de Cuba.
Condenadme, no me importa, la Historia me absolverá.Pronunciada en 1953, durante el juicio por el frustrado asalto que encabezó contra el cuartel Moncada.
¿Voy bien, Camilo? Esta es la pregunta que formuló al jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos, el 8 de enero de 1959, durante el discurso en el cuartel de Columbia, tras la entrada triunfal de los guerrilleros en La Habana. «Vas bien, Fidel», respondió Cienfuegos, uno de los más populares líderes revolucionarios, desaparecido en octubre de 1959 en un accidente aéreo en circunstancias que nunca llegaron a aclararse.
La propaganda no puede ser abandonada ni un minuto, porque es el alma de nuestra lucha. Castro afirmó esto en 1953, durante su reclusión tras el fallido asalto al cuartel Moncada.
Sin dar un solo paso atrás, ni para coger impulso. Frase pronunciada en múltiples ocasiones, la primera vez probablemente en su discurso en la Plaza Cívica en mayo de 1961.
Esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. En 1961, en vísperas de la invasión de Bahía de Cochinos, Castro proclamó así el carácter socialista de la revolución. «Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida», añadió.
Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada. Esta es una de sus frases más polémicas, que le valió críticas y sentó las bases de su particular política cultural. «¿Cuáles son los derechos de escritores y artistas, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la revolución, todos; contra la revolución, ningún derecho», advirtió en junio de 1961.
En una fortaleza sitiada, toda disidencia es traición. Con esa frase de San Ignacio de Loyola justificó en varias ocasiones la represión a opositores y críticos.
El imperio. Así se refería a su peor enemigo, Estados Unidos, país al que dedicó muchos de sus discursos.
Fue estudiando el capitalismo que me volví comunista. En el libro Guerrillero del tiempo, conversaciones con el líder histórico de la Revolución cubana, de Katiuska Blanco.
Ellos [EE UU] internacionalizaron el bloqueo, nosotros internacionalizamos la guerrilla. Eso decía para justificar la ayuda prestada por Cuba a las guerrillas latinoamericanas.
Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado. En el año 2000, en una de sus tradicionales alocuciones en la Plaza de la Revolución por el Día de los Trabajadores, sintetizó su concepto de «revolución» en un párrafo reproducido luego en mensajes televisivos y afiches colocados en las paredes de muchas entidades públicas por todo el país. «Revolución es igualdad y libertad plenas, es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos, es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos», decía entre otras cosas.
Esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos [EE UU]. Ante un auditorio de estudiantes universitarios en 2005, Fidel Castro aseveró que uno de los mayores errores de la revolución cubana «fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo». Algunas de sus afirmaciones en esa alocución fueron recibidas como una especie de legado y aviso para las nuevas generaciones. Nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra», advertía.
¿Fue una bomba ordenada por Pablo Escobar la que, en pleno vuelo, acabó con la vida de 107 personas a bordo del avión de Avianca 203?
Tres décadas después de aquel accidente emergen suficientes indicios para pensar que todo un país fue engañado. Esta es la otra versión de lo que ocurrió aquel 27 de noviembre de 1989.
Richard Hahn, el agente del FBI que visitó Colombia en diciembre de 1989 y concluyó que existían pruebas incontrovertibles de una bomba a bordo del avión de Avianca, seis años más tarde fue acusado de fabricar pruebas y no tener la experiencia adecuada en explosivos.
Treinta y un minutos antes de la explosión, el lunes 27 de noviembre de 1989, los 101 pasajeros del vuelo Avianca 203 con destino a Cali le dieron una última mirada a sus pasabordos. Acomodaron sus equipajes de mano y un murmullo de voces invadió la cabina. Esa mañana la pista del aeropuerto El Dorado en Bogotá estaba despejada, sin niebla.
El tenor Gerardo Arellano, quien viajaba para cantar una misa en la que se conmemorarían 20 años del fallecimiento de su padre, ocupó la primera silla del avión. A pocos pasos, en la silla 3A, se sentó Alfredo Azuero Echeverry, director de mercadeo de Colgate. Llevaba consigo El vuelo final, un best seller escrito por Stephen Coonts, que narra cómo un piloto a punto de jubilarse evita el robo de unos explosivos por parte de un grupo terrorista. El biólogo alemán Henry von Prahl Bauer ocupó la silla 14C. Acababa de terminar un libro sobre manglares de Colombia y regresaba a Cali para dictar sus clases en la Universidad del Valle.
Una fila atrás de él se sentó John Gregory, funcionario de la Agencia Internacional para el Desarrollo (Usaid). Tenía 46 años. Había comenzado a sentirse frustrado, aprisionado por el trabajo. Días antes del accidente grabó, en secreto, un casete con un mensaje melancólico para su amante en Cali, en el que recitó un fragmento de Las estrellas, del filósofo francés Edgar Morin: “Al fin y al cabo, en las sociedades burocratizadas y aburguesadas es adulto quien se conforma con vivir menos para no tener que morir tanto. Empero, el secreto de la juventud es este: vida quiere decir arriesgarse a la muerte; y furia de vivir quiere decir vivir la dificultad”.
Brigadas de la Defensa Civil, la Cruz Roja y el Cuerpo de Bomberos cumplieron con las labores de rescate.
/ Ilustración: Fernando Carranza
La lista de pasajeros la completaron hombres y mujeres de distintos rincones de Colombia. De ellos, 38 trabajaban en empresas caleñas. En la cabina, el capitán José Ignacio Ossa, un veterano con 9 mil horas de vuelo y una hoja de vida intachable, había recibido minutos antes el libro de mantenimiento y comprobó que todo estaba en orden. Sentado a su derecha, en el estrecho cubículo, el copiloto Fernando Pizarro se preparó para el despegue. Detrás de ambos, frente al tablero con los controles de combustible, se acomodó el ingeniero de vuelo Luis Jairo Castiblanco Vargas.
−¿Les provoca un cafecito?−, preguntó una de las dos auxiliares de vuelo. Tal vez fue Astrid del Pilar Gómez, la más joven de la tripulación. Tenía 27 años y cuatro meses antes había recibido su licencia de vuelo. El piloto Ossa aceptó el ofrecimiento.
−Hace falta uno a esta hora−, replicó el ingeniero Castiblanco.
El copiloto Pizarro, quien hacía menos de un mes había completado el entrenamiento que le daba el título oficial de copiloto, rechazó la oferta.
Instantes más tarde todos en la cabina bromearon con la posibilidad de que el capitán Ossa se lanzara a la Presidencia de Colombia. Compartía el mismo apellido con Bernardo Jaramillo Ossa, candidato de la Unión Patriótica, partido político que nació en 1985 tras los acuerdos de paz suscritos entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc un año antes.
– Ah, no, no, no, no, ese hijo de madre no, por eso es que este país está tan… respondió el capitán.
Pizarro era de la misma opinión política:
– Yo no… yo no me pongo a votar por él.
Eran las 7:13 a.m. cuando el avión con matrícula HK 1803 de la aerolínea Avianca, un Boeing 727-100, se impulsó sobre la pista. La aeronave inició su movimiento desde la rampa del Puente Aéreo y, tras 2.000 metros de carreteo, alzó vuelo cargada con 134.133 libras de peso, sumando la carga y el combustible distribuido en el tanque central y los tanques de las dos alas.
El avión hizo un giro hacia occidente sobre el barrio Nicolás de Federmán, donde se encontraba la primera radioayuda de navegación aérea. A las 7:15 el capitán Ossa se reportó a la torre de control y se dirigió hacia Girardot, un municipio a la orilla del río Magdalena, en el valle que forman las cordilleras Central y Oriental. De acuerdo con el plan de vuelo, llegarían al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de Cali en 32 minutos.
−¿Desean sándwich o café? Está bueno este pavo. Claro que no les voy a dar hoy, ¿no?−, bromeó coqueta la auxiliar.
Esas fueron las últimas palabras que quedaron grabadas en la caja negra, el voice recorder como se conoce en el mundo de la aviación. Tan sólo 1 minuto y 39 segundos desde el último reporte del piloto, cuando el avión había alcanzado una altura de 13.000 pies, una explosión estremeció el cielo.
La mayoría de víctimas trabajaban en empresas caleñas. Un silencio aterrador imperó en el desolado cerro súbitamente interrumpido por gritos y sollozos de quienes iban encontrando los cuerpos despedazados de sus deudos
El vuelo final, era el libro que leía el pasajero Alfredo Azuero Echeverry.
Muerte en el cerro Canoas
“Vi que el avión botaba un chorro de humo y al momento fue la explosión. Eso fue como si hubiera sido una bomba. Se partió. Mejor dicho, vuelto pedazos”, contó a los periodistas horas más tarde Luis Vargas, vigilante de la empresa Indumil, dedicada a la fabricación de municiones y piezas militares, ubicada al sur de Bogotá. Otros testigos coincidieron con el vigilante. Tras una primera explosión, el avión comenzó a descender dejando atrás una estela de humo. Sobrevino una segunda que lo seccionó en cuatro grandes pedazos. Los restos del avión y los cuerpos de los pasajeros quedaron esparcidos en un radio de cinco kilómetros sobre el cerro Canoas, localizado en inmediaciones del municipio de Soacha, al suroccidente de Bogotá.
Los primeros en llegar al lugar fueron curiosos y merodeadores. Algunos se lanzaron como buitres sobre los muertos para robarles las carteras, dinero, pulseras, relojes, anillos y cuanto objeto de valor encontraron entre los hierros retorcidos del avión y las piezas aún humeantes. En Colombia se dice que donde cae un avión es como si cayera la lotería. Finalmente, los miembros de la Policía de Cundinamarca acordonaron el cerro para que las brigadas de la Defensa Civil, la Cruz Roja y el Cuerpo de Bomberos cumplieran con las labores de rescate.
“Un silencio aterrador imperó en el desolado cerro súbitamente interrumpido por gritos y sollozos de quienes iban encontrando los cuerpos despedazados de sus deudos”, escribiría años más tarde el periodista Jorge Cardona, al rememorar los violentos años 80 en Colombia. “Al cabo de pocas horas, el cuadro no podía ser más espantoso: sobre un deshabitado valle de arbustos y vegetación plana, envueltos en bolsas negras de polietileno, uno a uno se fueron apilando los cadáveres”.
Rumores de un atentado
Ante la magnitud de la catástrofe, además de las investigaciones judiciales, los directivos del Departamento Administrativo de Aeronáutica Civil solicitaron la colaboración del gobierno estadounidense. En menos de 48 horas llegaron a Bogotá investigadores de la National Transportation Safety Board, Federal Aviation Administration y el FBI, así como observadores de la Boeing y la compañía Pratt and Whitney, fabricantes de los motores.
Los rumores sobre un atentado terrorista no tardaron en circular. Un hombre llamó a la emisora Caracol Radio atribuyendo el accidente a una bomba ordenada por Los Extraditables. “Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos”, era el lema de ese grupo de narcotraficantes encabezados por Pablo Escobar que intentaba frenar a toda costa la política de extradición. No era raro que las sospechas recayeran sobre ellos. Habían lanzado una guerra frontal y sin piedad contra el Estado y la sociedad. El 4 de julio de ese año, un carro bomba con 100 kilos de dinamita, destinado a matar al coronel de la Policía Valdemar Franklin Quintero, por error, cobró la vida del gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur. El 18 de agosto, en la mañana, mataron al coronel Franklin y en la noche al candidato presidencial Luis Carlos Galán. El 2 de septiembre con 60 kilos de dinamita destruyeron la sede del periódico El Espectador. La violencia se filtró hasta los estadios. Luego del asesinato de un árbitro, el 15 de noviembre, por primera vez se canceló el torneo de fútbol colombiano.
El año 1989 se recordaría como uno de los más violentos de la historia de Colombia y aquel 27 de noviembre en los aeropuertos de Bogotá y Cali, centenares de personas se arremolinaron ansiosas para saber si sus familiares habían fallecido en la explosión. Con cautela, y ante la falta de información, el coronel Jorge Aurelio González, director de operaciones de la Aeronáutica Civil, dijo que se trataba de un misterio. En las horas y días posteriores al accidente, las piezas del avión fueron transportadas en camiones y grúas hasta un hangar en el aeropuerto El Dorado para rearmar la aeronave, en la medida de lo posible, y así descifrar el origen de la explosión. Los recicladores que llegaron al cerro se adueñaron con una cuota de los metales.
Una semana después, en medio de las especulaciones, el director de la Aeronáutica Civil, Yesid Castaño González, convocó a una rueda de prensa. Para el Gobierno el misterio había sido esclarecido: se trató de una bomba. No había dudas. Castaño confirmó que los rumores publicados por la prensa eran ciertos. Un individuo, con el mismo nombre del entonces dueño de Avianca, Julio Santodomingo, dos días antes había comprado dos pasajes para ese vuelo. Uno para él y el otro a nombre de Alberto Prieto. Santodomingo había llegado esa mañana hasta la sala de espera, pero, a último minuto, se abstuvo de abordar el avión. El que sí lo hizo fue el otro pasajero, Alberto Prieto. Un hombre-bomba engañado, o “suizo” como se decía en al argot del narcotráfico a los suicidas del terrorismo. La misión para la que lo habían reclutado, se diría más tarde, consistió en activar una grabadora escondida en un maletín para registrar la conversación de unos “sapos” que viajaban adelante suyo, en la fila 14. Prieto activó el obturador de la grabadora que resultó ser una bomba.
“Entendía que este tipo de actos sólo ocurrían en algunos países en donde existen fuertes odios por cuestiones religiosas o étnicas, y no en naciones latinoamericanas en donde el gran problema radica en los desajustes sociales y económicos”, dijo Castaño a los periodistas.
La bomba de Escobar
De acuerdo con esta versión de la historia, repetida una y otra vez con mínimas variaciones en periódicos, revistas, libros, programas de radio y televisión a lo largo de 27 años, el artefacto explosivo produjo la apertura de la pared del fuselaje inmediatamente adyacente a la silla 15F, la penetración y ruptura de las celdas del tanque de combustible central y la iniciación de un fuego a bordo. Una segunda explosión, causada por gases calientes, y que coincide con lo que reportaron los testigos más adelante, despedazó el avión.
Un mes después de la explosión, cuatro evidencias llevaron a la Aerocivil a cerrar la investigación administrativa bajo el rótulo de atentado terrorista. La primera fue un pedazo del tanque central de combustible en el que el laboratorio del FBI detectó rastros de Semtex, un explosivo fabricado en Checoslovaquia y utilizado comúnmente por el Ejército Republicano Irlandés. La segunda fue una fracción del fuselaje de la aeronave, ubicada en la parte delantera anterior, correspondiente al lado de la salida de emergencia, justo al lado de la silla 15F, donde se encontraron señales perceptibles a simple vista de impactos de partículas de alta velocidad que implicaban la utilización de un explosivo. En tercer lugar, las marcas y estrías de humo detectadas en el piso de la cabina de pasajeros se asociaron con un artefacto explosivo. La cuarta pista que captó la atención de los investigadores fue la presencia de tres latas de cerveza con las pestañas sin abrir, pero vacías: un detalle que los llevó a deducir que se había producido una rápida descompresión de la cabina de pasajeros. Al detonar la bomba y abrir un agujero en la piel del avión, el cambio violento e instantáneo de presiones habría provocado ese efecto en las latas.
Los detalles del plan para explotar el avión se fueron completando con el paso del tiempo y las confesiones de algunos mafiosos ante la justicia ordinaria. Carlos Mario Alzate Urquijo, alias Arete, uno de los principales lugartenientes de Pablo Escobar, asumió la responsabilidad del atentado en 1994. Según él, “iba dirigido contra el entonces candidato César Gaviria, en ese entonces candidato a la Presidencia. La operación fue ordenada por Pablo Escobar Gaviria, contando con la aquiescencia de Gonzalo Rodríguez Gacha y otros jefes mafiosos, con quienes habían sostenido varias reuniones en el Magdalena Medio”.
Un juez y el jurado del Federal District Court del Eastern District de Nueva York no quedaron convencidos de que Arete fuera el autor del atentado y, sumado a otra larga lista de delitos, ese mismo año condenaron a Dandenis Muñoz Mosquera, alias la Kika, un famoso delincuente de Medellín cercano a miembros del cartel de Pablo Escobar. La sentencia fue a diez cadenas perpetuas por fraguar el plan de la bomba y matar a dos ciudadanos norteamericanos que volaban en ese avión. Ese hecho derivó en una polémica pública entre el entonces fiscal Gustavo de Greiff y la justicia norteamericana, cuando el alto funcionario envió una carta al juez manifestando que estaba equivocado respecto a la Kika.
La suerte de los protagonistas de esta historia oficial fue disímil. El presidente Virgilio Barco, quien al parecer ya sufría los primeros signos de alzhéimer, murió el 20 de mayo de 1997. César Gaviria ganó las elecciones en 1990, impuso una política de sometimiento a la justicia con laxas penas para los narcotraficantes y encerró a Escobar en una cárcel que el propio capo diseñó y construyó en uno de sus terrenos, y de la que le resultó muy fácil fugarse. Al terminar su presidencia fue dos veces secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), se dedicó a coleccionar arte y sigue moviendo los hilos del Partido Liberal. Pablo Escobar murió de un tiro en el tejado de una casa en Medellín, acosado por fuerzas especiales y una alianza de policías, Gobierno y sus peores enemigos el 2 de diciembre de 1993. Los familiares de las víctimas enfrentaron el duelo y crearon una fundación para buscar justicia. En 2009 lograron que el caso fuera declarado como de “lesa humanidad”.
El futuro del socialismo, las decisiones de Raúl Castro y de Donald Trump, y la apertura económica, son los cuestionamientos que se hacen cubanos y estadounidenses ahora que no está el histórico líder de la isla.
Con Fidel se va el rival firme de Washington, el defensor del socialismo a ultranza, el símbolo de la terca resistencia y de la intransigencia que no permitió disidencias.
¿Qué pasará con el modelo socialista que implantó y con las reformas que emprendió su hermano Raúl?, ¿Seguirá el acercamiento con Estados Unidos ahora que el imprevisible Donald Trump llegará a la Casa Blanca?
Varias preguntas asoman tras el deceso del dirigente a los 90 años.
¿Adiós al socialismo?
No, al menos así lo creen varios analistas consultados por la AFP. «El socialismo cubano ha sobrevivido a la larga enfermedad de Fidel Castro y probablemente también lo hará a su muerte», dijo Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida.
Bajo el modelo de corte soviético, los cubanos reciben salud y educación gratuitas, pero perciben quizá los salarios más bajos de América que en promedio no superan los 29 dólares al mes. Al mismo tiempo el Estado, que controla el 80% de la economía, acumula serios problemas de ineficiencia.
«Lo que difícilmente continuará intacto es el modelo de un estado centralizado de bienestar, con un solo partido político (el comunista), y monopolizador de los medios de producción y comunicación», añadió.
Para Arturo López-Levy, profesor de la de Universidad de Texas Rio Grande Valley, la población cubana «no es dada a devaneos» y «es conservadora en la defensa» de la tranquilidad social, por lo que difícilmente la ausencia de Fidel abrirá tensiones.
De ahí que la incipiente oposición cubana enfrente «las peores circunstancias», porque por un lado está desconectada de «lo fundamental de los problemas centrales del cubano medio» y, por el otro, sus principales líderes se identifican con el pedido a Trump para que desmonte los avances logrados con el presidente Barack Obama.
¿Y la apertura económica?
«La muerte de Fidel Castro probablemente acelerará las reformas económicas en curso en Cuba bajo el liderato de su hermano Raúl. Quizás haya que esperar al retiro de Raúl de la presidencia en el 2018, según lo anunciado, para percibir con más claridad si habrá cambios sustanciales en la cúpula dirigente» cubana, señala Duany.
Sin apartarse del rumbo socialista, el menor de los Castro, de 85 años, emprendió una cauta apertura frente al trabajo privado y la inversión extranjera.
Cuba está en mejores condiciones que antes para continuar las reformas, apunta López-Levy. Para este experto, la clave está en las buenas relaciones diplomáticas que ha logrado consolidar.
La isla «está más integrada que nunca con su entorno regional», y posee vínculos de afinidad tanto con aliados de Estados Unidos (Europa y Japón), como con sus rivales (Rusia y China), subrayó.
Por su parte, Duany insiste en que «la facción más ‘pragmática’ del gobierno cubano, encabezada por Raúl Castro, debe tener ahora más espacio de maniobra para continuar con el proceso de ‘actualización’ del modelo cubano».
Sin embargo, Raúl Castro ha insistido en que los cambios previstos se aplicarán paulatinamente, sin políticas de choque, y cuando se den las condiciones necesarias.
¿Y Trump?
En su primer pronunciamiento sobre Cuba desde su elección, Trump reaccionó a la muerte de Fidel calificándolo de «dictador brutal» y prometió hacer «todo lo posible» por ofrecer a los cubanos un camino de «prosperidad y libertad».
«Creo que en un momento como éste, que es particularmente sensible para los cubanos por la muerte de Fidel, expresarse de esa manera, demuestra una incapacidad tremenda para lidiar con la diplomacia internacional», dice el académico y exdiplomático cubano Jesús Arboleya.
Añade que «si alguna declaración unifica a la mayoría del pueblo cubano (…) es una declaración como ésta, que es particularmente ofensiva, irrespetuosa, incluso inhumana, sin ninguna ética».
Duany es más cauto. «Todo indica que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos serán más tirantes bajo la administración de Trump que bajo la de Barack Obama. No obstante, aún no sabemos en qué consistirá exactamente la política del nuevo presidente».
Otra «incógnita es cómo la muerte del expresidente Castro afectará la visión sobre Cuba de la administración presidencial de Donald Trump. Sería racional que el deceso del líder revolucionario ratifique en Washington el diagnóstico de Cuba como país en transición», comenta López-Levy.
Pero Arboleya insiste en que la declaración de Trump «va afectar el desarrollo de las relaciones porque establece un precedente muy negativo en la posibilidad de un diálogo con el gobierno norteamericano».
La celebración en la Calle Ocho por el deceso de Fidel Castro no ha parado desde que se conoció la noticia el viernes a la medianoche. Joe RaedleGetty Images
Redacción/el Nuevo Herald
Ni la lluvia, ni el cansancio ni la monotonía: nada le quitaba energía a los cubanos que celebraban ininterrumpidamente desde la noche del viernes la muerte de Fidel Castro, en la Pequeña Habana de Miami.
Centenares de cubanos del exilio continúan concentrándose en La Pequeña Habana de Miami para festejar la muerte de Fidel Castro y expresar su confianza, entre gritos a favor de la libertad en Cuba, en que su deceso sea el principio del fin de la dictadura en la isla.
Establecimientos como el restaurante Versailles, centro neurálgico de los exiliados en Miami, y las aceras de las calles adyacentes se hallan copadas por una multitud que entre emociones desbordantes canta y celebra el fin de Castro.
Con una mezcla de júbilo por la muerte del “dictador” y de esperanza por un futuro en la isla libre del castrismo, muchos cubanos confiesan a los medios allí presentes que “esperaban celebrar desde hace años la muerte de Castro”, mientras otros dicen que “más que celebrar la muerte de nadie, se celebra la esperanza” para la isla con la “desaparición del tirano”.
En lo que coinciden todos los entrevistados es en señalar que “va a haber un cambio y la dictadura se va a acabar”, dijo un joven cubano al canal Telemundo.
La fiesta comenzó a medianoche del viernes, se prolongó durante todo el sábado y aún continuaba el domingo por la mañana, aunque ya las calles estaban abiertas al tráfico.
“No me canso de celebrar porque parece mentira, nunca pensé que este momento iba a llegar”, comentó Delsy, que no quiso dar su apellido.
Ante la noticia de la muerte de Fidel Castro, varias personas han aprovechado para vender banderas y camisetas con la estampa de Cuba afuera del restaurante Versailles en la ciudad de Miami.
Mario Penton
En una esquina cercana, frente al Parque Dominó donde todas las tardes juegan los jubilados cubanos, algunos de ellos discutían, al sereno, sobre el futuro de la isla.
“Ahora tenemos una esperanza los cubanos, que ya sin Fidel se va a caer su comunismo y si Dios permite podremos regresar a nuestro país libre”, comentó Vicente Abrez, de 65 años.
En la Ermita de la Caridad del Cobre –la patrona de Cuba–, se celebró una misa inusualmente concurrida y oficiada por el propio arzobispo de Miami, Thomas Wenski.
“Fidel Castro se murió. Ahora le toca a él el juicio de Dios que es misericordioso y también justo”, dijo el prelado. “Que Santa María de la Caridad escuche al pueblo y adelante para Cuba la hora de la reconciliación”.
La ceremonia fue solemne y estuvo lejos de ser celebratoria, pero algunas señoras se enjugaban las lágrimas.
Exiliados cubanos se reunieron en La Ermita de La Caridad en Coconut Grove a dos días de la muerte de Fidel Castro.
Carl JusteMiami Herald
El alcalde de Miami, Tomás Regalado, visitó la manifestación durante la tarde del sábado y justificó que sus compatriotas mostraran tanta alegría por un fallecimiento.
“Los cubanos tenemos el derecho de celebrar este día”, comentó a periodistas, pidiendo a la comunidad latinoamericana “que no critique a los cubanos por celebrar y que entiendan lo que esto significa”.
El gobernador de Florida, Rick Scott, dijo en un comunicado que se unía “a los cubanoamericanos de todo el país que están increíblemente esperanzados por el futuro de Cuba”.
Lea la versión completa en el Nuevo Herald, de Miami.
Ante la noticia de la muerte de Fidel Castro, varias personas han aprovechado para vender banderas y camisetas con la estampa de Cuba afuera del restaurante Versailles en la ciudad de Miami.
Mario Penton
En una esquina cercana, frente al Parque Dominó donde todas las tardes juegan los jubilados cubanos, algunos de ellos discutían, al sereno, sobre el futuro de la isla.
“Ahora tenemos una esperanza los cubanos, que ya sin Fidel se va a caer su comunismo y si Dios permite podremos regresar a nuestro país libre”, comentó Vicente Abrez, de 65 años.
En la Ermita de la Caridad del Cobre –la patrona de Cuba–, se celebró una misa inusualmente concurrida y oficiada por el propio arzobispo de Miami, Thomas Wenski.
“Fidel Castro se murió. Ahora le toca a él el juicio de Dios que es misericordioso y también justo”, dijo el prelado. “Que Santa María de la Caridad escuche al pueblo y adelante para Cuba la hora de la reconciliación”.
La ceremonia fue solemne y estuvo lejos de ser celebratoria, pero algunas señoras se enjugaban las lágrimas.
Exiliados cubanos se reunieron en La Ermita de La Caridad en Coconut Grove a dos días de la muerte de Fidel Castro.
Carl JusteMiami Herald
El alcalde de Miami, Tomás Regalado, visitó la manifestación durante la tarde del sábado y justificó que sus compatriotas mostraran tanta alegría por un fallecimiento.
“Los cubanos tenemos el derecho de celebrar este día”, comentó a periodistas, pidiendo a la comunidad latinoamericana “que no critique a los cubanos por celebrar y que entiendan lo que esto significa”.
El gobernador de Florida, Rick Scott, dijo en un comunicado que se unía “a los cubanoamericanos de todo el país que están increíblemente esperanzados por el futuro de Cuba”.
Lea la versión completa en el Nuevo Herald, de Miami.
El pueblo cubano lamenta la noticia dolorosa de la muerte del Comandante en Jefe, y todos tienen algo que decir. Son muchos los recuerdos y agradecimientos que ha provocado en los cubanos, que no están listos —ni quieren— para decirle adiós. En todo caso un «Hasta siempre, Fidel».
Que un hombre como Fidel ya no esté entre nosotros no resulta nada fácil, aseguró al periódico Granma el artemiseño Plácido Núñez, combatiente de Revolución Cubana.
Por su parte, Maritsa Leyva, trabajadora de la unidad de alimentos Nuevo Éxito, en Las Tunas, muy afectada admitió: «Desde lo más profundo de mi corazón te digo que no me cabe en el pecho tanto dolor. Decir Fidel es decir Cuba, decir hermano, decir el mundo».
A Lázaro Castro Aguilera, director del Sitio Histórico Birán, Monumento Nacional, la muerte de Fidel le «causó un gran dolor. Me sentí el pecho muy apretado y me dirigí a la tumba de Lina, la madre. Imaginé una conversación con ella, para decirle que ya no estaría más entre nosotros ese hijo tan grande que dio para el mundo, aquel por el que ella tanto sufrió cuando lo vio padecer las vicisitudes de revolucionario».
Recordó, además, «las veces que Fidel visitó y narró con lujo de detalles su vida aquí. Me pareció verlo a caballo, loma arriba, con aires de cazador; lo sentí bañarse en el río cercano y haciendo cosas de niño y adolescente».
El colectivo que labora en la finca que viera nacer al Comandante en Jefe, está consternado por el fallecimiento del compañero Fidel, sin embargo, continuará atendiendo con esmero a los visitantes que arriben por estos días.
«Sobre Fidel hay que seguir investigando, de manera que se revele toda su grandeza y sabiduría. Esa es una forma de mantenerlo vivo, de hacer que siempre nos acompañe», añadió López.
Quienes acuden a Birán, agregó el director, vienen con mucho respeto, y la mayoría refleja sincero dolor. Allí se ha abierto un libro de condolencias ya firmado por todos los que pasaron por aquí. Está colocado junto a una foto de Fidel, al lado de la cual muchos depositan las flores que traen.
«Espontáneamente se han acercado a quienes trabajamos en el Sitio Histórico de Birán para hablar de lo hecho por Fidel a favor del pueblo, de lo importante que es respetar su pensamiento. La mayoría opina que la mejor forma de homenajearlo es mantener la unidad», contó a Granma Lázaro Castro Aguilera.
El expresidente y los del No no le jalaron al nuevo acuerdo. ¿Cuáles son las implicaciones políticas de sacarlo adelante en un país cada vez más polarizado?
En realidad nunca hubo muchas posibilidades de que el uribismo y las Farc pudieran llegar a un texto del acuerdo de paz aceptable para las dos partes. Los puntos que el Sí y el No consideraban inamovibles eran los mismos, pero en direcciones diametralmente opuestas.
Tres temas constituían la columna vertebral del acuerdo para las Farc: penas leves, elegibilidad política y blindaje a través de la Constitución. Para el uribismo y los del No, al contrario, las exigencias eran penas más severas, elegibilidad solo después de cumplida la condena y blindaje sin manipulación de la Carta. Llegar a un consenso sobre esos tres puntos hubiera sido muy difícil.
Sin embargo, un cuarto elemento en el fondo lo hacía imposible. Como la verdad se convirtió en uno de los ejes del proceso, las Farc aspiran a que se reconozca que la guerrilla no es la única responsable del conflicto, sino que todos los sectores de la sociedad en alguna forma comparten ese pecado. Para aplicar este criterio fue creada la justicia transicional. Esta hará pasar al banquillo no solo a los guerrilleros, sino a los agentes del Estado que hayan violado los derechos humanos y a los empresarios que hayan financiado el paramilitarismo.
Para el uribismo esto es un invento para que los victimarios se conviertan en víctimas y viceversa. A pesar de los ajustes que se le hicieron en el nuevo acuerdo a la justicia transicional para articularla parcialmente con la justicia ordinaria, las dos visiones sobre la responsabilidad del conflicto son incompatibles. Aunque el uribismo esgrimió en el momento de romper con el gobierno la bandera de la protesta por el desacuerdo en cuanto a elegibilidad política, en realidad el punto más determinante para ellos es el alcance y los posibles excesos de la justicia transicional.
Por lo anterior, el supuesto acuerdo nacional que se buscaba con participación del uribismo en el fondo era imposible. Prolongar las negociaciones hubiera puesto en peligro el cese bilateral del fuego sin que ninguno de los inamovibles pudiera ser solucionado. Y en el trasfondo de todo esto estaba el hecho de que, políticamente, al Centro Democrático le convenía más no entregar la bandera de la oposición que darle su bendición al nuevo acuerdo. Con el caballito de batalla de la “resistencia civil”, ese partido aspira a quedar mejor posicionado como alternativa de poder para 2018.
Ante esa realidad, el presidente Santos no tenía opción diferente que seguir adelante sin los del No. Ese es un camino espinoso. Quedan dos etapas pendientes que son la refrendación y la implementación, y la forma de ejecutarlas ha sido objeto de controversia. Las cabezas del No han pedido un plebiscito. Santos lo ha descartado con el argumento de que intensificaría la polarización, lo cual es verdad. No ha mencionado el temor de que el Sí podría volver a ser derrotado. Esto, sin embargo, no es seguro. La gente está tan cansada con el proceso de paz que a pesar de la insatisfacción por el producto final, probablemente lo aprobaría solo para doblar la página. Al fin y al cabo, otro triunfo del No dejaría al país descuadernado.
Por eso la refrendación y la implementación han quedado en manos del Congreso. Esa es una fórmula jurídicamente válida, pero políticamente frágil, sobre todo en cuanto a la refrendación. Para comenzar, convocar un plebiscito después de la firma del primer acuerdo no era necesario. Había sido un ofrecimiento del presidente para darle legitimidad a lo pactado con base en el voto director de cada uno de los colombianos. Al pasarle la responsabilidad al Congreso se está cambiando el voto directo por el indirecto, y eso podría ser interpretado como el incumplimiento de un compromiso. Además se sabe que los partidos de la Unidad Nacional garantizan las mayorías para aprobar lo que el gobierno presente. Eso no tendría problemas si se hubiera presentado así desde el principio, pues el Congreso, a pesar de su desprestigio, en teoría podía ser el órgano para cumplir esas funciones. La fragilidad política, por consiguiente, no se deriva tanto del mecanismo adoptado como del cambio en las reglas de juego.
¿Qué sigue?
Según el panorama actual, lo renegociado en La Habana va a ser refrendado e implementado con bastantes complicaciones y sin mayor entusiasmo. Es una situación desalentadora ante la dimensión del esfuerzo invertido en cinco años de negociaciones exhaustivas, y ante el hecho de que en 150 días las Farc entregarán las armas. El acuerdo nuevo es razonable y es indudable que la derrota del Sí permitió mejorar el anterior. Sin eso, las Farc no hubieran aceptado las concesiones que hicieron en la segunda etapa. Sin embargo, por saturación del tema y por juegos de política interna el estado de opinión del país es lánguido y escéptico.
La cohesión que lograron quienes asumieron la vocería del No durante las últimas semanas bajo el paraguas del uribismo garantiza que no se quedarán quietos después de la firma del acuerdo. De hecho, entre miércoles y viernes comenzaron a esbozar las acciones que tomarán en su contra. La estrategia es promover una ‘resistencia civil’ en varios frentes. Por un lado, en la medida en que avance el proceso de implementación, generar movimientos de protesta tanto en el Congreso como en la calle. “En algunos casos votaremos No, en otros nos retiraremos de la sesión”, dijo el senador uribista Alfredo Rangel.
La eficacia de esta resistencia dependerá de la manera como se resuelva una demanda que cursa en la Corte Constitucional sobre la vinculación del plebiscito al denominado fast track. Este es el mecanismo contemplado en el Acto Legislativo para la Paz que tenía por objeto tramitar en forma expedita los acuerdos en el Congreso. El fast track implica que los senadores y representantes solo podrán aprobar o negar los proyectos de ley que el gobierno presente, sin la posibilidad de modificarlos. Si la corte decide resucitarlo, lo único que podrán hacer los contradictores será dejar constancias con pocas implicaciones prácticas.
Pero aun si la corte decide que al haber ganado el No no hay fast track, los 30 congresistas del Centro Democrático tendrían poco margen de acción frente a las mayorías santistas. Y aunque se sumarán a los uribistas varios conservadores, y Cambio Radical dejará constancias en algunos temas, la oposición podrá hacer ruido y alargar los debates, pero no descarrilar el proceso.
Por eso, con o sin fast track, los uribistas van a estar en pie de guerra. Además de las protestas en el Congreso, han mencionado otras dos posibilidades de ‘resistencia civil’. Una de ellas convocar a un referendo ciudadano, pero que este sea aprobado no es fácil. Requiere, además, de 3,5 millones de firmas (el 10 por ciento del censo electoral), que la mayoría del Senado y la Cámara de Representantes aprueben su convocatoria y que posteriormente la Corte Constitucional la avale. Si supera todos esos obstáculos, se requiere al final que vote la mitad más del 25 por ciento del censo electoral. De todos esos requisitos, el único que se ve posible son los 3,5 millones de firmas. Al llegar al Congreso, las mayorías de los partidos de la mesa de la Unidad Nacional lo trancarían.
El tercer escenario que han planteado los del Centro Democrático es aún menos viable. Sería la revocatoria del Congreso con el argumento de que el actual no representa la nueva realidad política creada por el triunfo del No en el plebiscito. Esa interpretación puede ser válida, pero esa vía requiere un proceso tan complicado como el del referendo y también incluye la aprobación de los actuales parlamentarios, lo cual no va a pasar.
Aunque ninguna de esas iniciativas del Centro Democrático modificará lo pactado en La Habana, sí tendrán una utilidad política. Mantener viva la bandera de que se le habría puesto conejo a la voluntad popular servirá para energizar a la tropa y mantenerla carburada. Eso no sería tan fácil si ese partido hubiera apoyado el acuerdo. Con el uribismo en rebeldía y el gobierno con el sol a las espaldas, la oposición ve las elecciones de 2018 con buenas perspectivas.
Esas buenas perspectivas ponen en peligro cualquier blindaje del acuerdo firmado en el Teatro Colón el jueves pasado. Como el Congreso va a hacer la refrendación y la implementación, teóricamente se podrían deshacer por la misma vía. Eso no es muy probable pues requiere no solo ganar la Presidencia, sino tener la voluntad de meter al país en el túnel negro de reversar el acuerdo de paz. Pero como ha demostrado Donald Trump en los últimos días, hay muchas causas que aunque son irrealizables en la práctica, sirven para ganar votos en las elecciones.
Uribe espera que el paso del tiempo se encargue de erosionar el cese al fuego y que el regreso de la violencia termine dándole la razón sobre la inconveniencia de los acuerdos.
La apuesta del expresidente Álvaro Uribe es sencilla: si el proceso de paz con las Farc se enreda surge el caos y si surge el caos el país necesita un mesías. Todos sus esfuerzos se encaminan a dilatar la refrendación de los acuerdos, que esta semana llegan al Congreso, para hacer más lenta y tortuosa su implementación.
Cuando no pueda extender más la operación tortuga tratará de convocar un referendo para seguir poniendo en duda lo firmado y dilatando su consolidación.
Después buscará torpedear, en el nivel local, las zonas de concentración destinadas a la dejación de las armas para –una vez más- dilatar la desaparición de las Farc como grupo armado y su conversión en movimiento político.
Él espera que el paso del tiempo se encargue de erosionar el cese al fuego y que el regreso de la violencia termine dándole la razón sobre la inconveniencia de los acuerdos.
El nuevo texto incluyó la mayor parte de los reparos de los partidarios del No y del expresidente Uribe en particular. Sin embargo, ningún resultado podía ser bueno para él porque un proceso de paz que funcione dificulta su regreso al poder.
Las condiciones suyas no satisfechas son las que dinamitan la esencia de un acuerdo de paz. Un grupo insurgente -que no pudo ser exterminado por el Estado- no firma la paz para que sus integrantes terminen en la cárcel o para que les prohíban participar en política. Esa es la diferencia entre un tratado de paz y una capitulación.
Por eso el acuerdo de paz establece penas alternativas, aunque restrictivas de la libertad, y permite la participación simultánea en política.
Hace un tiempo en la Asamblea General de las Naciones Unidas, un jefe de Estado explicaba su visión de lo que ocurre cuando se ofrecen sanciones alternativas a criminales de guerra:
“Comprendo la preocupación que surge de atenuar la justicia frente a delitos graves, pero también debe entenderse que en un contexto de 30.000 terroristas, la paz definitiva es la mejor justicia para una nación en la cual varias generaciones no han conocido un día sin actos de terror”. (Ver video ONU1)
Quizás los uribistas discrepen de esa afirmación y también de una contundente frase que hace parte del mismo discurso: “Hay momentos que demandan ajustar la ecuación entre justicia y paz para que esta llegue y se consolide. Llevamos con nosotros lo expresado por el secretario general, Kofi Annan, quien ha propuesto un magnífico balance entre la necesidad de la justicia y la de salvar vidas inocentes”. (Ver video ONU2)
Pues bien, señores, quien así hablaba, el 30 de septiembre de 2003, ante los representantes de las naciones del mundo era Álvaro Uribe, entonces presidente de Colombia.
Unos días después su gobierno presentó al Congreso el primer proyecto de ley de alternatividad penal que buscaba iniciar el proceso de paz con los paramilitares.
El entonces ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño, aseguró en la exposición de motivos: “Para que haya plena justicia tendríamos que profundizar la guerra hasta límites inconcebibles para derrotar a todos los enemigos de la democracia y llevarlos a las cárceles, o explorar fórmulas audaces que no contrapongan la paz a la justicia, fórmulas que permitan superar un concepto estrecho de justicia que se centra en el castigo al culpable para acceder a un nuevo concepto de justicia que nos permita superar de manera efectiva el desangre y la barbarie a fin de reinstaurar plenas condiciones de convivencia. Fórmulas que permitan alcanzar la paz reorientando el sentido de la justicia y la función de sus aplicaciones en el horizonte del fortalecimiento de la democracia”. (Ver exposición de motivos 1.jpg)
La justificación del proyecto de ley establecía también la futura participación de los firmantes de la paz en política: “La necesidad inexorable de acudir a procedimientos especiales, para que aquellos que han estado por fuera de la ley puedan reincorporarse a la sociedad y contribuir a la construcción de condiciones que hagan posible de nuevo la convivencia pacífica entre los asociados”. (Ver exposición demotivos 2.jpg)
Para Uribe la paz solo es posible cuando sirve para ampliar su poder. Cuando eso suceda, volverá a sostener lo contrario de lo que hoy dice.