Circulo de Periodistas de Bogota
Se enreda la pita
Por: Francisco Gutiérrez Sanín

Mucho me temo que estamos viendo apenas la punta del iceberg de lo de Odebrecht. Apostaría duro a que saldrán más cosas. Y esto pone al presidente y a su coalición de gobierno frente a hechos cumplidos. Con registros bajísimos en los sondeos de opinión, Santos recibe ahora un golpe en el estómago que amenaza con quitarle el poco oxígeno que le queda. Aquí el meollo del asunto es político, no judicial, algo que ha sabido ver alguien como José Obdulio quien, curiosamente, también ha mostrado un poco de serenidad en medio de la sobrexcitación selvática de sus conmilitones ante el olor de la sangre.

Claro que los que más tienen que responder en esta, como en otras coyunturas, son los uribistas. Fueron ellos los que en el principio auspiciaron las licitaciones ganadoras de Odebrecht, ellos los que involucraron a la empresa en las campañas, ellos los que han comprado reelecciones a la luz del día. Entre 2002 y 2010 su equipo de gobierno atravesó todos los contornos del código penal, desde el cohecho hasta el homicidio, desde la conspiración para delinquir hasta la calumnia. Más aun, el asunto de los afiches millonarios de Odebrecht los involucra sobre todo a ellos, pues en 2010 se trataba de SU campaña. Cierto: ninguna acrobacia del Centro Democrático debería sorprender a estas alturas. Y el lector puede tener por seguro que ahora, cuando al fin ha encontrado un motivo para agitar eficazmente la bandera del pánico moral, no lo dejará ir. Pero si los uribistas parodian a Santos diciendo que afirmó que todo esto ocurrió a sus espaldas, ¿cómo pueden a la vez sostener que su caudillo ignoraba todos los crímenes que ocurrieron cuando estaba en la cúspide del poder? Si Charo Guerra sostiene que un mandatario no puede defenderse detrás de un velo de ignorancia —una hipótesis tan válida como cualquier otra—, ¿cómo entonces disculpará a Uribe de todos los crímenes que se cometieron bajo su mandato? ¿Cómo lo absolverá de la presencia de Gatas y otras fieras en sus campañas?

Tienen razón los del Partido Verde al expresar su amargura frente a lo que ha salido a la luz. Pero algunos de sus pronunciamientos plantean el problema desde otro ángulo distinto al de la indignación —por supuesto en este caso legítima, necesaria y sana—, que es también muy importante. ¿Cómo minimizar la probabilidad de que ocurran estos asuntos? Pues cualquiera que esté familiarizado con las campañas colombianas sabe que son el pan nuestro de cada día.

Si queremos aprovechar estas desgracias para mejorar y fortalecer la democracia, necesitamos aquí al menos una tripleta de actores. Primero, tecnócratas con buena imaginación reformista. Tengo que confesar que me ha deprimido la pobreza y la vaguedad de las declaraciones de algunos expertos que salen en televisión, y que en esencia proponen que nos portemos mejor. Tendría que haber algo más, un paquete de diseños institucionales que hicieran difícil y costoso incurrir en las peores prácticas corruptas. Segundo, un grupo multipartidista de políticos transformadores y con visión de largo plazo, capaces de promover cambios positivos. No esboce el lector una sonrisa escéptica: esas coaliciones se han formado en algunas coyunturas críticas en varios países, incluyendo a Colombia. Lo peor que puede suceder ahora es que interioricemos la lógica, tan popular entre nosotros, de la impotencia aprendida. Nuestra reforma del 2003, por ejemplo, que tuvo varios efectos positivos, fue una iniciativa parlamentaria protagonizada por líderes de diferentes banderías, que se dieron cuenta de que había que introducir cambios sustanciales en la lógica partidista. Y lo lograron hacer. Y en tercer lugar, presión ciudadana no contra los políticos (indispensables en cualquier sociedad democrática), sino a favor de ese conjunto de cambios; una presión ciudadana con músculo electoral, porque de lo contrario no contará demasiado.

Tomado de: elespectador.com 
Suficientes mentiras

Nuestro principal problema no es la corrupción. Es la mentira que le sirve de caldo de cultivo. Aquí casi todos mienten. Aquí existe, como decía Diego Montaña Cuéllar (q.e.p.d.), un país formal y un país real. Aquí la Constitución y las leyes van por un lado y la realidad por otro.

Miremos no más el panorama actual:

Hay un presidente, cuya primera campaña fue financiada en parte con 400.000 dólares que dio en afiches una empresa extranjera, lo cual está prohibido por la ley, y dice que de eso no tenía ni idea.

Hay un expresidente que acusa al presidente de corrupción en la financiación de su campaña, no obstante que cuando la empresa extranjera lo financió, él apoyaba a ese candidato; y luego, en la campaña siguiente, lanzaba como candidato opositor a su ex ministro de Hacienda, cuyo estratega brasileño también fue pagado por la misma empresa. Y tanto el expresidente como su candidato dicen igualmente que de eso nada sabían, no obstante que el gerente de esa campaña era el hijo del candidato opositor.

Hay un ex procurador general que convoca a una marcha “contra la corrupción que amenaza a todos los colombianos”, y remata la cuña diciendo: “Cada vez somos más los colombianos de bien”, no obstante que él tuvo que salir de su cargo por corrupción, ante un fallo del Consejo de Estado que estableció que habría nombrado a familiares de los consejeros que lo nominaron y de los parlamentarios que lo eligieron. Y no obstante, además, como lo denunció el periodista Daniel Coronell, que “dejó prescribir la investigación por los sobornos a funcionarios en la licitación de la Ruta del Sol y la autopista Bogotá-Girardot,” porque “le ordenó expresamente a la funcionaria a cargo de la investigación que se concentrara en otros procesos” y, con el mayor descaro, publicó un video en el que dijo “que las investigaciones no prosperaron porque la Procuraduría no tuvo suficientes pruebas”.

Hay un expresidente —el mismo— que también invita a la marcha y enarbola la bandera anticorrupción, a pesar de que en su gobierno hubo múltiples escándalos, como el de los sobornos de Odebrecht para lograr multimillonarios contratos, Saludcoop, Agro Ingreso Seguro, la Dirección Nacional de Estupefacientes, el involucramiento de su jefe de seguridad en negocios de narcotráfico y, como si fuera poco, la compra de su reelección con base en que ministros suyos habrían sobornado a dos parlamentarios para lograr la mayoría necesaria con el fin de que se cambiara el artículo de la Constitución que la prohibía. Por supuesto, este expresidente dice que nombró a sus funcionarios convencido de que eran santas palomas y que, de toda la podredumbre de su gobierno, nada sabía, como también hay otro expresidente que dice que la financiación de su campaña por el narcotráfico ocurrió a sus espaldas.

¡Aquí nadie sabe nada! Pero hay una cosa que sí saben todos: que fueron elegidos con el apoyo de corruptos. Y que con tal de que les consiguieran votos, se hacían los locos ante sus prácticas, y poco les importaba rodearse de bandidos.

De modo que si se quiere que el país cambie, el Consejo Nacional Electoral tendría que dictar las sanciones que corresponden por la financiación de campañas por parte de una empresa extranjera. Y ello implicaría que les quitara la personería jurídica a los partidos que apoyaron a uno y a otro candidato, o sea, al Centro Democrático, al Partido Conservador, al Partido de la U, al Liberal y a Cambio Radical.

Así empezaría a lucharse contra la corrupción.

www.patricialarasalive.com  @patricialarasa

Tomado de: elespectador.com
Blanco y Negro. Iglesia de los sicarios en marcha

Uribe, Ordóñez y Arrázola, se unieron de nuevo para marchar, esta vez, contra la corrupción. Ya lo hicieron por el NO. Ahora lo harán de nuevo, porque se sienten los dueños de la moral y de la verdad.

El Pastor Arrázola, de la iglesia de los sicarios, que opera con el nombre de “Ríos de Vida”, se junta ahora con el supuesto jefe de los “cabeza rapadas”, y con el Mesías. Arrázola, amenazó al periodista Lucio Torres, por haber denunciado las fechorías y males manejos en la iglesia “Ríos de Vida”. Y qué amenazas: “tengo unos manes que pueden hacer la vuelta”, esa “vuelta” significa en el bajo mundo eliminar. Y lo corroboró con esta sentencia: “te mando a Niágara –un sicario-. Ese te acaba. Te mata ese man”.

Pues este hombre es ahora acólito de un corrupto ex procurador que fue destituido por el Consejo de Estado por entregar puestos para sobornar a los parlamentarios que lo reeligieron, es decir por corrupción. 

Y también es socio del ex presidente, hoy Senador, que durante su gobierno, amparó los casos del Das como empresa criminal, la Dirección de Estupefacientes, Agro Ingreso Seguro, el escándalo de los Nule –ahí marchó inclusive su hijo Tomás-, los desafueros del Inco, falsas desmovilizaciones de los paras, falsos positivos, Saludcoop, programa de alimentos escolares, Odebrecht, Yidispolítica, paramilitarismo del Mario y 12 Apóstoles de su hermano, amén de la cantidad de ex colaboradores y ex funcionarios condenados, procesados o prófugos.

Arrázola y muchos uribistas, sufren alzhéimer agudo y crónico. Olvidan lo que tienen que ocultar, pero acusan e inventan lo que se requiera, para enlodar a Santos. No lo bajan de traidor, porque se negó a ser marioneta o Zuluaga.

Estamos en la era Odebrecht, para unos y para otros, pero el uribismo la aprovecha para ocultar lo que toca sus campañas y pescar en “ríos de vida” revueltos. Santos ha pedido que no prescriba lo que atañe con la campaña del 2010, que aflore la verdad. No ha hecho lo propio Uribe sobre su campaña reeleccionista del 2006. ¡Qué bueno recordar el “articulito” y lo que se escondió en ese entonces! Eso no ocurrirá. Purulento líquido salpicaría.

Entre tanto, ya se alinean los acostumbrados ejércitos que quieren “comerpresidente”. Ello es usual cuando aparecen los falsos acusadores amparados por la posverdad, las redes, los viudos de poder, los corruptos destituidos y las iglesias de los sicarios.

BLANCO: La nueva variedad de café, que nos aumentará la producción.

NEGRO: Electricaribe rebosó la copa.

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Cómo explicarle a una niñera la tarifa nueva de Transmilenio

Publicado en: Despacio

Como le pasó a muchos hoy, Marcela no sabe por qué subieron la tarifa de Transmilenio. Ella hace el desayuno y la comida en mi casa y cuida a mis hijos durante parte del día. Vive más allá del 20 de Julio, cerca del Parque Entrenubes. Su viaje en Transmilenio es a veces de dos horas por trayecto y prefiere salir de su casa a las 4am porque si sale más tarde dice que el viaje es insoportable. Ella fue una de las que me pidió esta mañana una explicación de la nueva tarifa de Transmilenio.

Les voy a hacer la vida fácil y concluyo de una vez: no supe cómo explicarle. Yo llevo trece años dedicado a pensar en transporte y tratar de resolver cosas de ese sector, y a pesar de que intenté explicarlo de varias formas no lo logré. La explicación real que le habría podido dar es la siguiente (inspiro profundo para tomar aire):

La tarifa de Transmilenio se define a partir de una tarifa técnica y una tarifa de usuario, la última es lo que usted paga pero la primera es la que está constituida por todos los costos que implica operar el sistema. Hay una fórmula en principio inviolable que determina que, cuando la tarifa técnica está por encima de la tarifa del usuario durante un tiempo determinado, es necesario subir la tarifa de usuario para solventar el déficit. El único que puede decir que no se va a subir la tarifa es el Sr Alcalde, en cuyo caso tiene que decidir de dónde va a sacar la plata para cubrir el déficit entre la tarifa técnica y la tarifa de usuario. Esto debe salir del presupuesto de la ciudad, y así nos guste o no va a tener que reducir el gasto en otro sector que también lo necesitaría – salud, educación u otro-. Una opción muy buena de resolver ese problema es generar un nuevo recaudo para cubrir ese déficit (de estacionamientos, de cobro por congestión) y hacer una destinación específica como la que se hace con la sobretasa de la gasolina para pagar las vías y la infraestructura de transporte masivo. Pero como el Concejo de la ciudad no ha aprobado ninguno de esos cobros las tres o cuatro veces que se les ha presentado (dicen que no porque no tenemos buen transporte público), las alcaldías desde tiempos de Samuel Moreno han tenido que sacar plata de otras partes para poder cubrir ese déficit. Hoy en día, el déficit es tan grande que es ya muy difícil mantener el subsidio y el Distrito ha decidido subir la tarifa de sistema de transporte público para dejar de incrementar el déficit. Y lo ha hecho más de una vez por la misma razón, y porque decide que no debe seguir sacando plata de otros sectores (ni ha podido generar nuevos cobros a los modos contaminantes) sino que el único remedio que ve es subir la tarifa. Súmele a eso, Marcela, que los contratos de operación de transmi de la primera fase se pudieron haber renovado en la época de Samuel Moreno, y nuevamente hubo una oportunidad en la época de Petro, pero no lo hicieron (Petro dejó los prepliegos publicados la última semana de su mandato pero llegaron más de cuatrocientas cartas de observaciones a una infinidad de cosas). La nueva licitación de Fase 1 de transmi permitiría redefinir la distribución de la tarifa entre operadores y distrito y, hasta cierto punto, reducir ese déficit del que tanto he hablado. Pero eso no es todo: agréguele, también, que la operación del SITP hace que la ciudad necesita encontrar una manera de cubrir costos de operación de muchas rutas que no llevan casi pasajeros (las “rutas malas”) con el recaudo que se recoge en las rutas donde van repletos de pasajeros (las “rutas buenas”), y eso inevitablemente inclina la balanza hacia la necesidad de cubrir la tarifa con un subsidio (y sacar la plata de algún lado del presupuesto de la ciudad) o subir el valor de la tarifa. Ah, al final del 2015 el Distrito ya sabía que tenía que subir la tarifa de Transmi (eso es cuento viejo) pero decidieron no hacerlo todavía. ¿Me pasa la sal, porfa?

Lo que digo arriba es mi interpretación de las cosas según lo que sé, seguramente habrá precisiones y opiniones (fundamentadas en datos, en memes, noticias o en lo que dijo la persona en la que uds más confíen en Twitter). Pero no pude explicarle a Marcela nada de eso, mucho menos sin pedirle un par de horas de su tiempo, un tablero y varias sesiones de preguntas y respuestas. Ella es una ciudadana de a pie… o mejor: una ciudadana de a bus. Y los ciudadanos de a bus no son los que se quedan a preguntar si el recaudo de estacionamientos sería suficiente para cubrir ese déficit (no, ni de riesgos es suficiente, por si acaso) sino que quieren saber por qué no van a tener la misma plata para el arriendo y por qué van a pagar más por el mismo servicio (salir a las 4am porque más tarde es muy lleno). No quieren conocer la teoría del transporte público, el modelo de negocio del primer BRT “golestandar” del mundo ni cómo mejoraron el modelo financiero en los sistemas subsiguientes. Tampoco se preguntará si, a la postre, la sociedad está mejor con un subsidio sacado de presupuesto general para transporte en lugar de educación o salud. Ellos se preguntan por qué les están cobrando más por la misma cosa, y cómo es posible que una moto sea tan barata y Transmilenio tan caro.

Al final de cuentas, lo que sí es perfectamente claro es que hay una gran diferencia entre la forma como uno u otro alcalde toma decisiones de política pública y lo que esto significa para la ciudad. Bueno o malo, Bogotá ha visto por lo menos cinco maneras de tomar decisiones de política pública ante problemas fundamentales de la ciudad, y las consecuencias de esas decisiones. No va a ser mi tarea hacer el podio de alcaldes para decir cuál tomó una decisión mejor que otro. Ustedes ya están grandecitos para tomar esa decisión.

Tomado de:El Tiempo.com

Las redes y la fama

Ahora todos tenemos una tribuna desde donde alzar la voz para pedir a gritos que nos pongan atención

15 de marzo 2017 , 09:30 p.m.

Antes, los famosos eran solo las celebridades mundiales e históricas gracias a sus vidas extraordinarias. Hoy, cualquiera puede tener la sensación de serlo, ahora todos tenemos una ventana para exhibirnos, una pantalla personal, una tribuna desde donde alzar la voz para pedir a los gritos que nos pongan atención. Ser reconocidos por bastantes personas a cualquier costo es lo ideal, así como mostrarles a los demás que somos protagonistas de algo, no importa de qué.

Las consabidas redes sociales, como pasa con todo lo que el ser humano produce, también son el reflejo de sus enajenaciones.

El yo es adictivo. Solo hay que ver todo el ruido que hacemos algunos publicando frases y fotos de ese yo en sus diferentes facetas y promocionando actividades en las que él interpreta el rol principal de su propio espectáculo.

Actualmente, la vida cotidiana es una gran valla publicitaria; dar cuenta juiciosa de las menudencias que componen un día ‘normal’ se ha convertido en el lugar común de los que vendemos minutos de nuestra vida con una frecuencia más cercana a lo anormal.

De un momento a otro, una zona de las redes se va pareciendo a un manicomio de celdas virtuales.

Los expertos en redes recomiendan publicar ‘material’ yo no sé cuántas veces al día para no perder vigencia y así no correr el riesgo inminente de ser olvidados. Hay que estarle recordando al público que ese yo sigue operando, así sea haciendo muecas y diciendo pendejadas con la voz chillona que tanto caracteriza a su ansiedad. De un momento a otro, una zona de las tales redes se va pareciendo a un manicomio de celdas virtuales llenas de loquitos que hablan solos sobre sí mismos.

Yo soy del parche de los loquitos, claro. Pero como me doy cuenta, ahora cada vez que voy a subir una foto al manicomio (eso sí, superescogida, en la que no se me noten tanto las arrugas), me siento ridícula. Aun así, termino compartiéndola y sirviéndome como un plato de carne sometida al juicio implacable de la clientela, que opina si está gustosa, mal presentada o demasiado cruda.

No niego que las redes se usan de muchas otras maneras muy provechosas y benditas, bien diferentes a ser el vehículo más popular del yoísmo universal. Solo que estoy aturdida con esta forma en particular, intoxicada de tanto yo, sobre todo del mío. No viene mal cuestionar su avidez demencial y, en mi caso, por salud mental, atreverme a tentar al olvido, el enemigo más temido por la fama, aunque sea de vez en cuando.

MARGARITA ROSA DE FRANCISCO

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Tomado de:El Tiempo.com

¿Se repite la historia?

Por: Elisabeth Ungar Bleier

Con su poder corruptor, la firma brasileña Odebrecht penetró las campañas políticas y sobornó a funcionarios públicos del más alto nivel en varios países de América Latina, con el propósito de obtener multimillonarios contratos, bajo la premisa de “yo te doy y tú me das, y así todos ganamos”. Sus actuaciones, que vienen de tiempo atrás, confirman los efectos devastadores de la corrupción y la relación perversa entre el poder político y el poder económico, cuando uno de ellos se pone al servicio del otro para beneficio de unos pocos. Además, ponen de presente que la corrupción ya no es un delito que se circunscribe a las fronteras nacionales, sino que las traspasa, que se ha globalizado, tejiendo complejas y sofisticadas redes entre empresarios, políticos, jueces y funcionarios con la complicidad de entidades financieras.

Además del impacto económico, el caso Lava Jato, del cual Odebrecht es solamente una de sus aristas, ha evidenciado la ineficiencia e ineficacia de los controles a la financiación de las campaña electorales y a los procesos de contratación. En muchos casos, quizás en la mayoría, no por falta de normas, sino por su sistemática violación, por la fragilidad e inoperancia de los controles, por la politización de los organismos electorales y sobre todo porque “el todo vale” para llegar al poder se ha convertido en la ruta más segura para alcanzar los objetivos buscados.

Pero quizás las más alarmantes son las consecuencias y repercusiones políticas, cuyos alcances aún no se pueden valorar en su real magnitud. Cuando la legitimidad de los partidos políticos, el Congreso, la justicia, los órganos de control, las elecciones y en general de la política está en entredicho, escándalos como éste no hacen sino alimentar el descontento y la pérdida de credibilidad de los ciudadanos en las instituciones, las prácticas y los procesos democráticos. Y esto a su vez se convierte en un caldo de cultivo para que emerjan las opciones populistas, que por lo general se ubican en los extremos del espectro ideológico y que se alimentan de un discurso y de unas propuestas antiestablecimiento, que buscan canalizar el descontento de los ciudadanos y explotar la emotividad y el rechazo que despiertan las actuaciones de quienes los gobiernan.

La política y el manejo de lo público requieren de liderazgos fuertes y legítimos. Pero estos a su vez necesitan instituciones igualmente fuertes y legítimas y una ciudadanía decidida a impedir que la historia se siga repitiendo sin que nada suceda. Esto es particularmente cierto cuando se trata de proteger y cuidar lo público, que pasa por combatir a los corruptos. ¿Cuántos procesos 8.000, cuántos carruseles de la contratación y cuántos Odebrecht necesitamos para que finalmente entendamos que la corrupción nos afecta a todos y que pone en riesgo la democracia?

Tomado de:El Espectador.com

Anticorruptos de ocasión
Por: Cristina de la Torre

Arrastrado también él por una avalancha de opinión contra la clase política que ha escalado la cima de la corrupción, Álvaro Uribe induce la renuncia de Zuluaga a la candidatura de su partido, por hallarse éste inmerso en el escándalo Odebrecht. Aspira el senador a ganar así legitimidad para batirse en la campaña electoral, que arrancó pasando cuenta a la ladronera de todos los partidos. Pero la audacia del lance se trocó al punto en mero gesto de ocasión. Porque erigió en su lugar a María del Rosario Guerra, honorable cabeza de su bancada en el Senado, pero símbolo trágico de un círculo familiar que condensa, como pocos, la corrupción en la élite. No existe, por ventura, el delito de sangre en Colombia. Mas pesa como una roca en la sociedad la carga de la parentela cuando de figuras públicas se trata. Por lo demás, no le resultará fácil a Uribe fungir ahora como paladín de la decencia sin reconocer antes la responsabilidad política que le cabe por la venalidad de su Gobierno, el más corrupto de los últimos tiempos en Colombia.

Tío de la nueva candidata es Julio César Guerra Tulena, exgobernador de Sucre en cuya administración se selló negocio del chance con La Gata; y se pagaron $5.000 millones por medicamentos para enfermos mentales ficticios. Su hermano José fue condenado a prisión por enriquecimiento ilícito, estafa y falsedad agravada. A su otro hermano, Antonio, se le acusó de supuestos vínculos con paramilitares. Y su primo Miguel, firmante del pacto de Ralito, fue condenado a prisión por concierto para delinquir.

Del corazón de Uribe, la familia Guerra es apenas una partícula de la atmósfera que rodeó aquel mandato. Descolló su Incoder por la legalización del despojo de tierras; al posesionarse como ministro de Agricultura en 2010, encontró Juan Camilio Restrepo que no se podía tomar allí ninguna decisión sin la venia tácita del paramilitarismo. Las cabezas de la Dirección Nacional de Estupefacientes y 13 parlamentarios feriaron entre familiares, amigos y testaferros centenares de bienes expropiados a las mafias del narcotráfico.

Caso aparte es el del DAS (adscrito a la Presidencia) por su presunta colaboración con el paramilitarismo auspiciada por el propio director, Jorge Noguera; y por promover asesinatos como el del profesor Correa D’Andreis, que al funcionario de marras le mereció 25 años de prisión. Pese a la ciega defensa del “buen muchacho” por el entonces presidente Uribe, y a su dramática declaración de que pondría por él las manos en el fuego. El DAS habría quedado al servicio del Bloque Norte de las Autodefensas. La cúpula del paramilitarismo tuvo a José Miguel Narváez, subdirector de la entidad y asesor del Gobierno Uribe, por ideólogo de cabecera.

También entran ahora a sala de maquillaje Germán Vargas y monseñor Ordóñez. Preparan sendas diatribas contra la indecencia, en lanzamiento de sus campañas presidenciales: hoy el primero; el segundo en abril, cuando encabece con Uribe y con María Luisa Piraquive la gran manifestación de Dios, Patria y Familia contra la corrupción. Pero nada dirá Vargas de su sociedad con decenas de políticos metidos con el delito y el crimen, como Kiko Gómez, condenado por asesinato a 53 años de prisión. Ni dirá cosa alguna el destituido procurador por haber dejado fenecer la investigación contra funcionarios del Gobierno Uribe sindicados de coimas y tratativas con Odebrecht. ¿Piensan Uribe, Vargas y Ordóñez que bastará con cambiar el empaque y ocultar la carroña debajo de la alfombra? ¿No temen castigo ejemplar del electorado, como el propinado al Polo? ¿Y qué dirá el presidente Santos si se prueba que su campaña de 2010 recibió $US400.000 en especie de la corrupta brasileña?

Tomado de: elespectador.com 
¿Sirve para algo el periodismo?
Por: Javier Baena 

Recientemente Mauricio Gómez, ganador del Premio CPB 2017 a toda una vida en el periodismo, afirmó en una entrevista con El Tiempo que después de muchos años de denunciar en los medios de comunicación múltiples actos de corrupción y comprobar que hoy todo sigue igual, ha llegado a la conclusión de que ´´el periodismo no sirve para nada’’.

Es comprensible que en un país atrapado por la corrupción institucional y generalizada, un periodista investigador llegue a una conclusión desoladora: Las denuncias mediáticas apenas logran causar escándalos que mueven transitoriamente los resortes del aparato judicial, pero las investigaciones ´´exhaustivas´´ se quedan archivadas y los pocos que son condenados pasan los días en sus mansiones por cárcel, en una estación de policía o en las residencias penitenciarias en donde los reos gozan de todas las comodidades financiadas con los dineros de sus fechorías.

Pero la responsabilidad de que la impunidad ampare a los corruptos no es del periodista, sino de la justicia. Los periodistas no somos jueces. Apenas presentamos hechos ciertos, comprobados, verificados con varias fuentes fidedignas, debidamente contextualizados. Corresponde a la justicia adelantar las investigaciones, respetando el debido proceso y confirmar las denuncias periodísticas. El último paso que puede dar el periodista es seguir el curso de las investigaciones para saber si el proceso se adelanta con celeridad, dentro del procedimiento legal.

Hay ejemplos emblemáticos de que las investigaciones periodísticas han servido para que la justicia actúe y castigue a los corruptos. — El ex alcalde de Bogotá Samuel Moreno Rojas y su hermano el ex senador Iván Moreno Rojas no estarían hoy en la cárcel de no ser porque una periodista de Caracol radio reveló el 25 de junio de 2010 la conversación telefónica en la que el entonces congresista liberal Germán Olano hablaba con el contratista Miguel Nule sobre el pago de las comisiones al contralor de Bogotá Miguel Ángel Morales Russi dentro del carrusel de la contratación usado para el monumental robo a las finanzas de la capital.

— Tampoco estaría condenado y encarcelado el ex gobernador de la Guajira Francisco Kiko Gómez de no haber sido por la minuciosa investigación que hizo el periodista Gonzalo Guillén de los múltiples crímenes y actos de corrupción del dirigente de Cambio Radical. 

— De no ser por la investigación de unos jóvenes reporteros de la desaparecida revista Cambio tampoco estuviera condenado el ex ministro de agricultura Andrés Felipe Arias por regalar miles de millones de pesos a una reina de belleza y a ricos latifundistas del Magdalena, el Valle y Santander de los dineros de Agro Ingreso Seguro, supuestamente destinados a los campesinos pobres.

— Cuando en la década de los años 80 del siglo pasado el narcotráfico estaba en su apogeo, Fabio Castillo le quitó la máscara de empresarios de éxito a los cabecillas de los carteles de la droga y en años recientes periodistas como Daniel Coronell, Juan Gossaín, Ignacio Gómez y Ricardo Calderón, entre otros, descubrieron los falsos positivos, la compra de la reelección de Álvaro Uribe, las ´´chuzadas´´ a políticos, magistrados y periodistas ejecutadas por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), la parapolítica y los desaparecidos del palacio de justicia.

Ahora mismo en el exterior los periodistas dan la batalla contra el poder en busca de la verdad. 

En Estados Unidos el presidente Donald Trump veta a grandes medios de comunicación: CNN, New York Times y The Washingrton Post, a quienes acusa de deshonestos y difundir mentiras, pero en realidad lo que han demostrado es que él cita estadísticas falsas, trasforma en multitudes sin precedentes a la poca gente que asistió a su acto de juramentación o niega contactos de sus principales asesores con los rusos de sus principales comprobados por los servicios de seguridad.

En Francia los principales partidos protestan contra los medios que han descubierto que tanto la candidata presidencial ultraderechista Marine Le Penn como el candidato de centro derecha Francoise Fillón, crearon empleos fantasmas para sus familiares y fichas políticas. 

Le Penn, favorita para ganar en la primera vuelta el próximo 23 de abril, está acusada de cobrar sueldos del Parlamento Europeo para sus asistentes, que en verdad trabajaban para el partido. Ante la negativa de Marine Le Pen a devolver el dinero, la Eurocámara anunció que embargará su sueldo hasta recobrar los 300.000 euros que cobraron sus empleados. Penélope Fillon, la esposa del otro candidato, está acusada de cobrar 900.000 euros de un empleo ficticio en la Asamblea Nacional Francesa. Ambos candidatos están siendo investigados por la justicia francesa, a partir de denuncias periodísticas.

Las investigaciones realizadas en 2016 por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación después de examinar 11.5 millones de los llamados Papeles de Panamá, lograron descubrir que desde presidentes hasta estrellas el futbol tenían dineros ocultos en paraísos fiscales para no pagar impuestos. El primer ministro de Islandia Sigmundur Davíð Gunnlaugsson tuvo que renunciar al quedar en evidencia que ocultaba millones de dólares en una empresa con su esposa en un paraíso fiscal.

El periodismo de investigación se desarrolla en medio de grandes dificultades. Requiere dinero para financiar largas jornadas de los reporteros y sus asesores que muchos medios, agobiados por la crisis de ingresos publicitarios y la caída de lectores, no están dispuestos a gastar. Y los medios que han caído en manos del poder financiero tampoco porque algunas veces pisan sus propios callos.

¡Para algo sirve el periodismo!

Javier Baena, abogado, periodista y profesor de periodismo
Francisco llegará a Colombia como pastor / Análisis

El papa pernoctará todos los días en Bogotá, pero su agenda estará dividirá entre la capital, Cartagena, Medellín y Villavicencio.

Foto: / Filippo Monteforte / AFP
Por: Javier Darío Restrepo
11 de marzo 2017 , 10:53 p.m.

Cuando se hicieron los primeros anuncios de la visita del papa Francisco a Colombia, Guillermo León Escobar, el embajador ante la Santa Sede le dijo en Roma al periodista Miguel Angel Estupiñán, de ‘Vida Nueva’: “la visita del Papa es una visita pastoral que tendrá efectos políticos; pero no una visita política para que tenga efectos pastorales”.

La llegada de Francisco a Bogotá en el mes de septiembre es la culminación de un proceso largo y constante con antecedentes tan remotos como la permanencia en Roma de las delegaciones del gobierno Pastrana y la de las Farc, durante las negociaciones del Caguán. Hospedados por la Comunidad de san Egidio, una asociación laica especializada en mediación de conflictos que, entonces, para mantener el diálogo informaba a la guerrilla y al Gobierno las preocupaciones del otro.

La carta de las Farc en la que pedían la mediación del Papa llegó a manos del pontífice cuando visitó a esa comunidad en Roma. Hubo una segunda carta de las Farc que Francisco recibió durante su visita a Cuba. Allí la dirigencia guerrillera manifestaba su deseo de que la firma de los acuerdos fuera en presencia del Papa.

La misma percepción del papel definitivo de Francisco en la paz ha tenido el presidente Santos. Contra toda norma protocolaria y como quien expresa una gran angustia, Santos, en aquella visita del 15 de junio del 2015, dijo de sopetón: “Yo vengo a que usted me ayude con la paz de Colombia”, cuando tuvo delante a Francisco.

Después vendría el gesto del propio Papa. ¿Ingenuo? ¿Desacertado políticamente? ¿Simbólico? Así se calificó ese encuentro del expresidente Uribe, del presidente Santos y del Papa. ¿Pretendía él que dejaran atrás sus diferencias y que trabajaran conjuntamente por la paz de Colombia?

(También: Los dos Santos que visitará el papa Francisco en Cartagena)

Una mirada trascendente

Fue evidente que Francisco quería sacar la paz del lodazal en que los políticos la estaban hundiendo. En sus repetidas referencias a la paz de Colombia es evidente que el Papa ve más allá de lo que buscan los políticos. Identificado con las víctimas y los más débiles, Francisco siente que la paz no puede ser la victoria política de un grupo, ni puede ser limitada por las ambiciones, ni por los odios y el deseo de venganza. Por esto habría de manifestar que su visita ocurriría cuando la paz estuviera blindada, porque la suya no será la voz de un político sino la de un pastor.

Será el tercer Papa que visite a Colombia. El primero fue Pablo VI en agosto de 1968, cuando tres precedentes le dieron el tono a su visita y a su discurso. Acababa de clausurar las sesiones del Concilio Vaticano II, circulaba en el mundo su encíclica social ‘Populorum Progressio’ sobre el desarrollo de los pueblos y estaba reciente la muerte, en combate guerrillero contra el ejército, del sacerdote Camilo Torres. La lectura, hoy, de las intervenciones del Papa durante aquella visita, hace sentir que Colombia fue, entonces, un país de sordos. No se las llevó el viento, pero aquellas palabras cayeron en el vacío. No se puede pronosticar la suerte de las palabras de Francisco, pero sí se puede adelantar su temática: hablará a un país en etapa de posconflicto, dominado por las urgencias del perdón y de la reconciliación.

(Además: Iglesia buscará donaciones privadas para financiar visita del Papa)

La ayuda de los países amigos ha provisto toda clase de elementos necesarios para un país enfermo por el largo impacto de la violencia; pero el actor fundamental de la reconciliación y el perdón no lo puede aportar nadie distinto del visitante de septiembre. Las multitudes que seguirán a Francisco esperan su palabra de perdón y reconciliación, que será el tema omnipresente.

Este papa visitante estará frente a un país que para responder al compromiso de la paz tendrá que renacer, enfrentando toda clase de retos: contra la corrupción, contra la destrucción del medioambiente, contra la exclusión y la intolerancia y sobre todo, hacer el cambio profundo que supone acoger y convivir a los que durante decenios vieron como enemigos.

Será como empezar de nuevo, será un renacimiento para el que la visita de Francisco será un impulso y una guía.

JAVIER DARÍO RESTREPO (*)
Especial para EL TIEMPO
* Director de la revista ‘Vida Nueva’

Tomado de:El Tiempo.com

La rabia

No creamos en el cuento chimbo de que el cambio viene con o por la rabia.

12 de marzo 2017 , 01:22 a.m

De los deseos se desprenden la mayoría de las emociones. Eso dicen los sabios yoguis. Si alguien tiene un deseo y no se le cumple, o se le cumple al ‘vecino’, emergen la envidia, la avaricia y la rabia. Esta última, un sentimiento tan antiguo y destructor como el miedo, cuya potencia destruye la razón, y quien la sufre termina actuando de manera que nunca se imaginó. La rabia rompe las mejores amistades, los matrimonios más sólidos; es una fuente primaria de las guerras, es la enemiga número uno de la paz.

Dentro de pocos días renunciarán los funcionarios del Gobierno que participarán en la próxima contienda electoral, primer campanazo del inicio de las presidenciales. Y aunque es legal y legítimo que los candidatos utilicen las emociones de los ciudadanos para exprimir sus votos, los colombianos que ya hemos pasado las verdes y las maduras en todo tipo de campañas, con posverdad a bordo, debemos estar atentos a los candidatos cuya fuerza dependa de motivar o movilizar la rabia de los ciudadanos.

Ser esclavo de la rabia implica una debilidad mental infinita, porque una persona que actúa bajo su influencia abusa, maltrata e insulta. La rabia es una muestra de egoísmo, de un deseo ‘escondido’ de ser honrado, de imaginarse que se es superior a los demás. La rabia daña el cerebro, el sistema nervioso, envenena la sangre.

¿Aceptaremos que un líder nos inyecte rabia? ¡Mucho cuidado! Eso es reducirnos a una primitiva condición animal, a actuar como seres dependientes de otros, como al ganado que se saca para que tome aire y regrese al corral, sin saber que lo único que le espera de esa caminata es la muerte segura.

A quien lo mueve la rabia o a quien quiere movernos a través de la rabia solo lo motivan su egoísmo y sus complejos de inferioridad. No seamos tan ingenuos en creer que quien utiliza estas bajas emociones lo hace para que todos vivamos mejor, para tener mejor educación, mejor salud, para que haya igualdad, para respetar la dignidad humana. ¡NO! Lo hace única y exclusivamente con el objetivo de utilizar la ira para llegar al poder.

Así que mucho cuidado, porque cuando la rabia está en el trono, la razón se pierde y el entendimiento se eclipsa. El ser preso de la rabia no puede hacer sus tareas diarias de manera clara. Hay síntomas en la cara de una persona que indican la presencia de la rabia en su mente. Minutos de una ira pueden demorar meses o años en repararse.

Tampoco caigamos en la trampa de confundir la legítima e incluso necesaria indignación con la rabia. La indignación da cuenta de una inconformidad en una sociedad que está apenas en proceso de maduración, pero no es egoísta; por el contrario, busca y se basa en la esperanza y no en el odio.

El ser humano es una mezcla de virtudes y defectos, pero es el autocontrol lo que hace que el hombre sea superior a otros seres vivos; cuando la rabia se controla, el mal se controla. Cuando la rabia pasa, el entendimiento se aclara y el discernimiento se activa, se procede sin confusión.

Exijamos a nuestros líderes que dejen la rabia, que actúen de manera serena y tranquila, que no nos pringuen con sus odios, que no nos obliguen a convertirnos en una sociedad vengativa.

No creamos en el cuento chimbo de que el cambio viene con o por la rabia. Al final, esta es como un fuego que consume a quien la posee, pero mientras tanto ha alcanzado a causar mucho daño a los demás.

CECILIA ÁLVAREZ CORREA

Tomado de;El Tiempo.com

La Familia Trump: un costoso e incómodo clan presidencial

Trump tiene dos hijas, Ivanka y Tiffany, tres hijos, Donald Jr., Eric y Barron. Foto: Getty Images

Los hijos del magnate siguen viajando por el mundo, generando gastos y polémicas por dónde pasan. Estos son los Trump que, por más que intenten, no logran pasar desapercibidos.

Para empezar, son muchos. Trump tiene dos hijas Ivanka (35 años) y Tiffany (23 años), tres hijos, Donald Jr. (39), Eric (33) y Barron (12), que conforman una numerosa familia presidencial. Este volumen humano inevitablemente genera elevados costos de seguridad y de logística que, además, se multiplican por el número de viajes que hacen. Y el número no es bajo pues están regados por el país y el mundo, cuidando los intereses políticos de la -todavía- nación más poderosa del mundo y del emporio desde el cual proyectaron una imagen de triunfo y solidez.

Capítulo – Nueva York

Melania Trump, la primera dama, vive todavía en Nueva York con el más pequeño, Barron, mientras éste completa sus estudios (eso han dicho hasta la fecha). Esa decisión, según reveló el senador demócrata Chuck Schumer, le cuesta medio millón de dólares al día al Estado de Nueva York por cuenta de mantener un esquema de seguridad de 200 personas. En sumatoria, concluyó Schumer, al año se irán 183 millones de dólares solo en proteger Trump Tower, así este segundo rubro raye con lo antiético.

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Los estimados en costos de seguridad para el presidente y su familia en cuatro años llegan a casi 1.000 millones de dólares, una cifra que según el diario The Guardian multiplica ocho veces lo que costó proteger a Barack Obama en 8 años. Ahora, los Obama son una familia de cuatro, pero no incurrieron en la creativa idea de tener Casa Blanca, consulado de esta en la Gran manzana y además no contemplaban un consulado alternativo en Florida, que Trump escoge para sus viajes sobre Camp David, lugar de retiro presidencial clásico al que se puede llegar en helicóptero y no en el Air force one que por hora quema 180.000 dólares.

Capítulo – Florida

Schumer hablaba protegiendo los intereses de los ciudadanos de Nueva York, que vienen asumiendo los gastos, por lo cual le pide que sume eso al presupuesto federal y lo quiet del estatal. En Florida pasa algo similar, pues los frecuentes desplazamientos de Donald a su casa en Mar-a-Lago en la Florida. Su portavoz Stephanie Grisham asegura que va a trabajar, y hay que creerle. Por fortuna para él, le rinde y le alcanza el tiempo para jugar unos cuántos hoyos de golf, sería un crimen desperdiciar el clima y la compañía del profesional Rory McIlroy quien aseguró “es un jugador bastante bueno para tener 70 años ”.

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Los tres viajes de Trump allá, desde su posesión en enero, han costado 10 millones de dólares según estimados de The Washington Post.  Y la parafernalia que rodea sus desplazamientos ha echado a perder oportunidades de negocios de aviación de los locales. El Chicago Tribune registró el caso de una compañía de banderines aéreos que ha pedido contratos por 40.000 dólares en solo un mes.

Capítulo – El mundo

En la avanzada mundial aparecen los hijos mayores del presidente, que tienen un corte estrictamente empresarial y no van a descuidar el negocio. Donald Jr. y Eric. Recientemente viajaron a Dubai a la inauguración de un Resort de golf marca Trump en el ‘Beverly Hills’ local. Eric también  aprovechó para viajar a Uruguay a supervisar una misión parecida, y en solo hoteles gastó 100.000 dólares. Comparado a los valores expuestos anteriormente pueden no sonar mucho, pero si se considera que se les protege con dineros públicos, cualquier dólar, resulta bochornoso.

Capítulo – Nueva York II – Hostil

Tiffany Trump, la rubia de 23 años criada en California por su madre Marla Maples, está acostumbrada a la vida de alto lujo. En su cuenta de Instagram lo demuestra, y no tendría por qué ser de otra forma. Tiffany tiene una vena creativa, antes que su padre llegara a la Casa Blanca ya había grabado una canción () y modelado  de pasarela, siguiendo los pasos de su hermanastra Ivanka y su madrastra Melania.

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Por ahora, no tiene escándalos asociados a su seguridad y desplazamientos, pero no ha escapado al látigo indiferente de los estadounidenses que le hacen oposición fuerte a su padre. Para la muestra, en su reciente visita a la Semana de la Moda en Nueva York, específicamente en el desfile de Philipp Plein, ningún editor accedió a sentarse a su lado.

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El falso equilibrio

Hay muchos que van a insistir en vender un populismo barato e irresponsable disfrazado de progreso.

Por:  ADRIANA LA ROTTA

¿Cuál es el imperativo de los medios de comunicación? ¿Abrirles espacio a todas las voces, por más extremas que sean, y dejar que el público tome sus propias decisiones? ¿Implementar decisiones editoriales con un ojo en los estudios de audiencia para asegurar la estabilidad económica de la empresa, sus dueños y sus empleados? ¿Alinearse con los poderosos de turno para mantener el statu quo y garantizar que la torta se siga repartiendo entre los mismos privilegiados?

La prensa en las democracias es hoy, más que nunca, el cuarto poder. Y la responsabilidad o la ligereza con que ejerce ese poder tiene un impacto que es peligroso subestimar, por más que se hable todos los días de la crisis del periodismo y de la inviabilidad de su modelo de negocios dependiente de los anunciantes.

La prensa es una de las últimas –si no la última– frontera en la defensa de la democracia, y en ningún lugar eso es tan evidente como en Estados Unidos, donde la trivialidad con que los medios actuaron frente a la improbable candidatura del actual presidente ayudó a elevarlo, validarlo y, en última instancia, a elegirlo. Lo que parecer haber empezado como una táctica para hacerles publicidad gratuita a sus negocios particulares terminó en un presidente en la Casa Blanca rodeado por un grupo de asesores interesados en imponer ideas extremas en todos los ámbitos, desde cómo se debe ordenar la economía mundial hasta lo que las mujeres pueden o no pueden hacer con sus cuerpos.

Quienes todavía consumimos telenoticieros y programas de opinión vimos con desaliento cómo durante un año y medio los medios le ofrecieron al ahora presidente una plataforma gratuita y en prime time porque lo encontraban ocurrente y entretenido, y además les daba rating. Por codicia, frivolidad o por practicar una especie de falso equilibrio en el que todo el que decide lanzar su candidatura merece un altavoz para sus ideas, los medios contribuyeron de manera decisiva al resultado de las elecciones de noviembre. Esa lección, que está siendo ahora duramente aprendida, debe servirles de ejemplo a otras democracias y a quienes ejercen el oficio del periodismo en países que, como Colombia, calientan motores para las próximas elecciones presidenciales.

Porque la verdad es esta: hay muchos que se van a aprovechar de ese clima de escepticismo y desconfianza en las instituciones que permea a la sociedad. Hay muchos que, explotando el rechazo por quienes han hecho de la política una industria lucrativa, van a insistir en vender un populismo barato e irresponsable disfrazado de progreso.

Personajes como un cierto excontralor que andaba hablando esta semana en la radio, que van a tratar de convencer a los votantes de que el presente es caótico y el futuro, apocalíptico, a menos que creamos en sus promesas de redención condimentadas con ofertas de aumento del salario mínimo.

Para llegar a la presidencia en una democracia como la nuestra hay varios filtros. Los partidos son uno, pero este no es suficiente ni tampoco es siempre el más legítimo. Hoy, mucho más que en las décadas pasadas, la prensa tiene que jugar ese papel de filtro juicioso y responsable, quitándole el altavoz al populismo fácil y oportunista, cuidándose de la codicia y la frivolidad, evitando crear un falso equilibrio que legitima cuando debería más bien depurar a nombre de la sociedad que pretende servir.

La tentación populista va a ser una de las marcas de la campaña que apenas arranca, y la oferta de espejitos y baratijas que va a circular será motivo de deslumbramiento. Por eso, mucho ojo. Ya sabemos cómo empieza todo esto. Y lo que es peor, también sabemos cómo acaba.
ADRIANA LA ROTTA

Tomado de:El Tiempo.com